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Revista de Folklore número

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ANOTACIONES HISTORICAS SOBRE EL DULCIMER

VARELA DE VEGA, Juan Bautista

Publicado en el año 1981 en la Revista de Folklore número 3 - sumario >



I. INTRODUCCION

Va resultando evidente la resurrección de infinidad de instrumentos populares en todos los países del mundo; pero de una manera especial en Europa, y ya hemos conocido, a través de esta misma sección de la revista, los casos de la zanfona y el birimbao y, para el concreto caso de los instrumentos castellanos, el de las tejoletas o palillos.

Hoy, sin embargo, vamos a ocuparnos de un instrumento que comienza a verse en España, "extranjero" en su uso, no afincado modernamente entre nosotros. La descripción de este instrumento nos deparará la ocasión -expresión de nuestra preconcebida idea- de no circunscribirnos exclusivamente a los instrumentos populares de las diferentes regiones españolas, extendiendo el conocimiento a los de cualquier parte del mundo, con una especial consideración hacia los del área iberoamericana. De ésta se reciben en nuestro país últimamente gran variedad de instrumentos, como flautas de Pan, kenas, tarkas, cuatros, charangos, bongós, güiros, maracas, etc.

Desde hace poco tiempo, casas francesas e inglesas principalmente, se dedican a la fabricación del viejo instrumento objeto de nuestro estudio, que se conoce generalmente con el nombre de "dulcimer". Este está formado por dos tablas armónicas planas y paralelas de forma alargada unidas por una faja asimismo de madera e integrando este conjunto una caja de resonancia. La tabla superior presenta varios orificios o escotaduras, al igual que en otros instrumentos de cuerda, en formas diversas de círculos, corazones, rombos, tréboles, rosetones, etc., dispuestos a cada lado del mástil, con trastes, que se extienden a lo largo de esta tapa superior. Una forma muy común del dulcimer es la de reloj de arena muy estirado, en el que el bulbo mayor es el del extremo inferior opuesto al clavijero del instrumento, rematando éste en el clásico "rizo" de los de arco. Otras formas también usuales son las de óvalo alargado o de rombo estirado, con una anchura mayor hacia el centro del cuerpo del instrumento, o hacia el extremo inferior

La profundidad de la caja de resonancia es pequeña, oscilando entre los cuatro y los ocho centímetros.

El número de cuerdas más común es el de tres o cuatro, pudiéndose encontrar también instrumentos de cinco y seis. Lleva dos puentes fijos, pero no cejilla, ni fija ni móvil, como en la guitarra, mandolina, banjo, etc.

Suelen distinguirse dos clases de dulcimer: el dulcimer punteado o pulsado con los dedos, y el dulcimer percutido mediante baquetas, como en el caso del "cimbalón" húngaro.

II. SINONIMIA

Hagamos la advertencia previa de que agrupamos varios vocablos pertenecientes no sólo al mismo instrumento en cuestión, sino también a los más afines, por la dificultad, en esto último, de saber de cuál procede uno u otro.

Español. "Cimbalón", "Dulcema", "Dulcemel", "Dulcémele", "Dulcemelos", "Dulcian", "Dulciana", "Dulcimel", "Dulcimer", "Dulción", "Dultçema", "Dulçemel", "Pantaleón", "PantaIeone", "Pantalón", "Salterio", "Tímpano", "Timpanón", "Tympano", "Tympanón", "Zimbalón".

El Diccionario de la Lengua recoge como principal vocablo "Dulcémele", el cual define así: Dulcémele.:-Del lat. "dulcis", dulce, y del gr. "melos", melodía) m. salterio, instrumento músico.

Francés. "Bûche" (literalmente, leño, tronco), "Dulcimer", "Epinette des Vosges" (espineta de los Vosgos), "Pantaleon", "Psalterion".

Inglés. "Dulcerine", "Dulcimer", "Dulcimore", "Dulcymore", "French Epinette des Vosges".

Alemán. "Hackebrett" (cémbalo, tímpano, salterio), "Scheidholt", "Spinett", "Zimbel" (címbalo, tímpano).

Italiano. "Dolce melo", "Salterio tedesco".

III. ANTECEDENTES

El dulcimer presenta en su estudio dos importantes cuestiones de muy difícil solución, por no decir imposible; su origen histórico y la distinción en su evolución, dada la existencia de gran cantidad de instrumentos afines.

Refiriéndonos a la primera de las cuestiones, diremos que, hoy por hoy, resulta verdaderamente arduo encontrar el origen histórico del dulcimer.

Es posible que los musicólogos que más hayan investigado los antecedentes del dulcimer, sean los norteamericanos, dado el hecho de la gran extensión de este instrumento en los Estados Unidos, como veremos más adelante.

Entre aquéllos. Allen H. Eaton, investigador de la Fundación Russell, establece categóricamente que el origen del dulcimer es desconocido, ya que -según él- no se encuentra un prototipo cercano en las colecciones europeas y americanas. Por su parte Charles F. Bryan investigó en los museos americanos acerca del dulcimer, en 1953, y en 1954 lo hizo en los de Europa. Bryan, refiriéndose al dulcimer norteamericano, llega casi a la misma conclusión que Eaton veinte años antes: "no conocemos el origen de nuestro dulcimer de punteo".

Sí conviene resaltar que este musicólogo tuvo conocimiento de la existencia de instrumentos similares al dulcimer en los países escandinavos, pero su muerte inesperada acabó con sus investigaciones al respecto. Todo esto es importante porque, parece ser, Bryan no andaba muy descaminado, ya que otro americano, el destacado musicólogo Charles Seeger, indica que la procedencia europea del dulcimer de los Apalaches y su modo de interpretación está claramente establecida, añadiendo que el dulcimer es una cítara con trastes, de una subclase bien patente en la organografía europea, especialmente en el norte de Europa, a través del "langspil" islandés, el "langeleik" noruego, el "hummel" sueco, el "humle" danés, el "Noordsche balk" holandés, el "Scheidholt" alemán y el "bûche" o "epinette" francés o belga.

El origen del dulcimer puede estar en la cítara, cosa bastante posible, ya que ésta tuvo dos formas como aquel: la cítara punteada egipcia, llamada "qanun" y la dulcema percutida asiática o "santir" (palabra derivada del griego " psalterion").

Según Sachs, el término medieval "psalterio" se empleaba para la cítara punteada, no para la percutida, encontrándose la representación más antigua -dice Sachs- en un relieve de la catedral de Santiago de Compostela, de 1184, y siendo raras -añade-las reproducciones anteriores al siglo XIV. Sachs, citando a Praetorius, afirma que éste define el salterio como una especie de dulcema punteada con los dedos, indicando que la dulcema era conocida en Alemania, pero el salterio no. Los italianos, en cambio, dice Sachs, llamaban a la dulcema "salterio tedesco", y estaban familiarizados con el salterio, pero no con la dulcema. Termina apuntando que probablemente el salterio punteado fue introducido a través del sur de Europa y la dulcema percutida a través del este de Europa, pasando por Bizancio, lo que daría razón de esa distribución.

Curt Sachs nos ofrece datos más concretos de la dulcema, cuyo origen sitúa en Persia y el Irak. Para él, los árabes lo llevaron a través del norte de Africa, donde aún la tocan los judíos, y de aquí a España. Luego atraviesa el continente europeo, convirtiéndose en un instrumento popular del sudeste de Europa. Señala Sachs como sobreviviente más importante el "cimbalón" de los gitanos húngaros. Y termina constatando que en 1800 se introduce la dulcema en China, donde se la conoce por el nombre de "cítara extranjera" ("yang ch'in"), pasando a Japón, Mongolia y Siberia.

En cuanto a la expresión "dulcemelos", que Sachs identifica con dulcema, con lo que se complica una vez más el problema del origen del dulcimer, procede de un manuscrito latino del siglo XV, hallado por un estudiante francés (Botlée de Toulmon), en el que aparecía una descripción y varios diseños de un instrumento de teclado, que publicó en extracto, en París, en 1844, con el título de "Dissertation sur les instruments de musique au moyen-âge". Según este manuscrito, el "dulce melos" procede de la cítara percutida con dos palillos, "que los ingleses -dice el texto- llaman "dulcimer".

En aquellos países donde se tocó, y aún se hace (como en Inglaterra, norte de Italia, sur de Francia y norte de España), la flautilla, pito o flaviol con una mano, con la otra se percute otro instrumento, el más corriente el tamboril; pero también una cítara longitudinal de bordones (gruesas cuerdas de tripa), tal como el "tambourin du Béarn", del sur de Francia -según Sachs- y el "altobasso" del norte de Italia. Una combinación de flauta para una mano y cítara de bordones aparece en la "Ascensión" de Filippo Lippi (1489), en Santa María sopra Minerva, de Roma.

En España, Pedrell señala al "tympano" asirio como el instrumento que los ingleses denominan "dulcimer" y que el Arcipreste de Hita no pudo conocer, pues aparece con posterioridad en Europa. El Arcipreste, en el "Libro de Buen Amor" (1389), lo que señala con el nombre de "dulcema" es un predecesor de la espineta o del virginal.

En el siglo XV-XVI, Juan del Enzina, en su poema "Triunfo del Amor", enumera a través de dos estrofas los instrumentos musicales de su época, y en la primera de ellas cita al dulcemelos:

Baldosas y sinfonías,
Dulcemelos, clavicordios,
Clavecímbalos, salterios,
Harpa, monaulo sonoro;
Vihuelas, laudes de oro
Do cantaban mil misterios;
Atambores y atabales,
Con trompetas y añafiles,
Clarines de mil metales,
Dulzainas, flautas reales,
Tamborinos muy gentiles.

Finalmente, señala Pedrell el "dulcemel" como instrumento incluido en el inventario ordenado por la reina Isabel la Católica, en 1503, de los objetos que tenía en el Real Alcázar de Segovia. En el capítulo "Laúdes e cosas de música" contiene: "Un "dulcemel" para tañer, metido en una caja de madera".

El musicólogo inglés Percy A. Scholes afirma que la dulcema o dulcemelos es una caja chata cerrada, sobre la que se tienden cuerdas que se golpean con martillos pequeños de madera; en realidad es un salterio que se percute en vez de puntearlo. El ilustre musicólogo inglés añade que la dulcema se menciona en la literatura de su país hacia 1400, y que a fines del siglo XVII la dulcema es poco frecuente, posiblemente debido a la competencia de los instrumentos de tecla. Finalmente, refiriéndose al instrumento norteamericano que en Kentucky llaman "dulcimer", dice que éste es en realidad una forma de salterio o de cítara, puesto que sus cuerdas tendidas sobre una caja chata, como la del verdadero dulcemelos, son punteadas, pero no percutidas.

Por otro lado, el alemán Pantaleón Hebenstreit inventó una variedad muy complicada de dulcema, en 1690, para la que compuso oberturas y conciertos, que interpretaba en sus numerosas giras por diversos países. En 1705, Hebenstreit llegó a la corte de Luis XIV, obteniendo un gran éxito, y se dice que el propio rey bautizó el complicado instrumento del alemán con el nombre de éste: "Pantaleón"; nombre que. llegó a transformarse en el de " pantalón", con el que se le conoció durante mucho tiempo, también en España.

En definitiva, al tratar de ofrecer una panorámica de los antecedentes históricos del dulcimer, creemos que todo lo expuesto hasta aquí es suficiente para ratificar lo dicho al principio de este estudio: el origen y la evolución del dulcimer son desconocidos, y la gran afinidad de numerosos instrumentos con él oscurecen aún más el problema.

IV. INSTRUMENTO FOLK EN NORTEAMERICA

Charles F. Bryan dice en el "Tennessee Folklore Society Bulletin" que la belleza clásica del dulcimer lo sitúa en la cima de los instrumentos folk de los Estados Unidos. Y Ray M.Lawless, en su obra "Folksingers and Folksongs in America", afirma que la guitarra con sus dulces y melodiosos tonos, ocupa sin duda alguna el primer lugar entre los instrumentos folklóricos de hoy, junto a la armónica, el banjo y el violín, particularmente asociados al recuerdo de los pioneros americanos, muy usados a lo largo ya lo ancho del país; pero, seguramente, uno de los más fascinantes, dulces y en cierto modo confusos -desde el punto de vista histórico- instrumentos de cuerda pulsada es el dulcimer.

Hay que repetir aquí la existencia del dulcimer de percusión usado por los músicos folk americanos, y Lawless señala que hacia 1920 el coleccionista Henry W. Shoemaker lo cita como instrumento favorito en las montañas de Pennsylvania.

Lawless constata además la existencia de un viejo dulcimer de 47 cuerdas (esto nos lleva nuevamente a la cítara), fabricado hacia 1878,-.con patas plegables para convertirlo en portátil, propiedad de una excelente concertista, Ruth H.Tyler.

El citado Charles F. Bryan poseía dos dulcimer de percusión, en su colección de instrumentos folklóricos americanos.

Insiste al respecto Ray M. Lawless que el dulcimer típico americano no es el de percusión, sino el punteado, el cual se extiende principalmente por la región de los Apalaches y al norte del río Ohio.

Fueron famosos fabricantes del dulcimer americano, James Edward Thomas (1850-1933), Lewis Hinkle, Jethro Amburgey, Homer Ledlord y John Jacob Niles.

En cuanto al origen del dulcimer, Lawless se plantea la pregunta de si es un instrumento original americano sin antecedentes en el Viejo Mundo.

Maud Karpeles, recopilador de "folksongs" con Cecil Sharp, de 1916 a 1918, dice que la introducción del dulcimer en las montañas no está clara, pero que podría muy bien proceder de la cítara germana de los primeros pobladores de Pennsylvania, que llegaron a las montañas del sur.

Aunque el origen exacto sigue siendo un enigma -termina diciendo Lawless- , sí se puede establecer claramente los actuales lugares de aparición del dulcimer: escuelas de las zonas montañosas, en Kentucky, en Virginia, Carolina Norte, Tennessee y Georgia. El hallazgo de muchos de los instrumentos en el sur de las "Highlands", ha llevado a Bryan y otros investigadores a denominar al dulcimer de punteo, "dulcimer de los Apalaches".

También fue conocido y fabricado, según Anne Grimes, en muchos condados de Ohio, donde se le conocía con el nombre de "dulcerine".

Otro investigador, Vance Randolph, aseguraba que los ancianos solían hablar mucho acerca del dulcimer casero, aunque en sus búsquedas por la región de Ozark, Randolph sólo pudo encontrar un ejemplar.

Finalmente, diremos que en los Estados Unidos se han propuesto diversas denominaciones del dulcimer, como "dulcimer de Kentucky", "dulcimer de la montaña" o "dulcimer de los Apalaches", que no son, al decir de Lawless, suficientemente amplias para un instrumento que es "tan típicamente americano como el pavo salvaje", y -añade- "por qué no llamarlo simplemente "dulcimer americano", aunque no sea completamente nativo".

V. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

BLONDEL, René: Balade au son de l'épinette. "Tourisme et travail". Octobre 1980, nº 60. París.

BRAGARD, R. y DE HEN,J, : Les instruments de musique dans l'att et l'histoire. Albert de Visscher Editeur. Compagnie BeIge d'Editions S.P.R.L. Rhode-St.Genèse (Belgique), 1967.

DUFOURCQ, Norbert: La música. Los hombres, los instrumentos, las obras. Editorial Planeta. Barcelona, 1976.

LA WLESS, Ray M. : Folksingers and folksongs in America. Duell, Sloan and Pearce. New York, 1965.

PEDRELL, Felipe : Emporio Científico e Histórico de Organografía Musical Antigua Española. Juan Gili, librero. Barcelona, 1901.

RUIZ, Juan (Arcipreste de Hita) : Libro del Buen Amor. M. Aguilar Editor. México, 1976.

SACHS, Curt: Historia Universal de los Instrumentos Musicales. Ediciones Centurión. Buenos Aires, 1947.

SCHOLES, Percy A. : Diccionario Oxford de la Música. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1964.



ANOTACIONES HISTORICAS SOBRE EL DULCIMER

VARELA DE VEGA, Juan Bautista

Publicado en el año 1981 en la Revista de Folklore número 3.

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