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La iconografía mariana acentúa el lirismo y dulzura de su arte en las representaciones del embarazo de la Virgen María. Me ciño a algunos ejemplos de la provincia vallisoletana.
En la ciudad de Valladolid hacia 1494 se organiza una cofradía con el título de Nuestra Señora de la O y Bendito Isidro Labrador, teniendo sus cultos en la parroquia de San Andrés. Posteriormente cumplieron su deseo de levantar una ermita al santo en los últimos años del siglo XVII. Hay una pequeña calle con entrada y salida al Paseo de San Isidro y otro tramo paralelo a éste y se llama Calle de la O, piensan algunos que porque forma como una U, ¿no será tal vez haciendo referencia a Nuestra Señora de la O? También en el templo vallisoletano, anterior al actual, de San Juan Bautista, hubo un retablo e imagen de la Expectación. En la ciudad de Valladolid y en la calle Mantería existió desde 1877 a 1969 el Colegio Nuestra Señora de la O, así llamado en memoria de la hermana del canónigo Don Víctor Laza Barrasa, fundador de dicho Colegio de las Carmelitas de la Caridad.
En Medina del Campo y en una capilla situada al lado de la Epístola en la parroquia de Santiago, se encuentra la Virgen de la Expectación del Parto o de la Esperanza, llamada normalmente la Virgen de la O; escultura gótica del siglo XIV de autor desconocido. Reposa la mano derecha sobre el seno virginal, que muestra con la izquierda. Va vestida con una túnica ceñida con un cinturón y un manto que cubre la cabeza y los hombros; en madera policromada. En Megeces de Iscar en la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, la escultura (siglo XVIII) de la Virgen de la Expectación, del Parto o de la O muestra al Niño Jesús dentro del vientre de su madre. La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Cabezón de Pisuerga presenta en el ático de un retablo al lado de la Epístola una escultura de la Virgen de la O, de comienzos del siglo XVI. En Wamba la parroquia se denomina Santa María de la O. Y en Peñaflor de Hornija, Santa María de la Expectación. En Torrecilla de la Abadesa en la ermita del Cristo del Humilladero hay una imagen de Ntra. Sra. de la O, donde al parecer fue trasladada de la ermita que hubo con este nombre. En la pequeña y moderna iglesia de Villaesper, que sustituye a su templo parroquial de Ntra. Sra. de la Esperanza, ahora en ruinas, se venera una preciosa talla de Ntra. Sra. de la Esperanza o de la Expectación, en su mano derecha un libro –sin duda litúrgico, como el que luego comentaré–, la otra mano sobre el corazón; bajo sus pies, nubes y dos cabezas de ángeles. Había otra talla con la misma advocación en dicho templo. En Villardefrades donde está actualmente la parroquia de San Cucufate estuvo la ermita de Ntra. Sra. de la O de Mediavilla y ésta antes donde la inacabada iglesia de San Andrés.
En Medina de Rioseco la Virgen aparece leyendo en el libro sostenido por la mano sobre su brazo derecho la antífona latina: O Sapientia... ( primera de las denominadas Antífonas Mayores o “Antífonas de la O”); la izquierda la tiene colocada finamente sobre el pecho. Es la Virgen de la Expectación (así la llama también Antonio Ponz (1725–1792) en su magna obra Viaje por España) o con más precisión Santa María de la Esperanza; pues ella, presidiendo el retablo mayor, era la que daba este nombre a la iglesia y al convento popularmente denominado “de San Francisco”. Ojalá en el lenguaje popular y en los libros de arte se emplease el nombre primitivo. Esta escultura en madera policromada es obra –ya Ponz se la atribuía– de Luis Salvador Carmona (siglo XVIII), y figuró en la catedral de Valladolid en la primera exposición de Las Edades del Hombre, como se recoge en el no 176 ó 180 –según las ediciones– del libro catálogo publicado sobre la misma; en la actualidad puede admirarse en el riosecano Museo de San Francisco, está colocada de nuevo en el camarín central del retablo mayor. Santa María de la Esperanza se llamó también otro convento franciscano, hoy desaparecido, el de Valdescopezo, a unos tres kilómetros de Medina de Rioseco, donde está la fuente La Samaritana.
El día 18 de diciembre se celebra a la Virgen María bajo la advocación triple –pero con idéntico contenido– de Ntra. Sra. de la Esperanza, de la Expectación del Parto o, con denominación más española aún, María de la O; cargada de lirismo y de profundidad religiosa. En efecto, en los días próximos a la Navidad la Iglesia por boca de sus sacerdotes y de otras personas reza en Vísperas siete antífonas, una cada día del 17 al 23 inclusives, que comienzan con la palabra “O” de una letra; es una interjección de la lengua latina –que es como antes se rezaba– igual a nuestra admiración “¡Oh!”. Oh Sabiduría, oh Sol, oh Rey... Ven y sálvanos. Así clamamos como en un hermoso crescendo de la esperanza que nos lleva a las puertas de la Navidad. Exclamaciones que expresan la esperanza o el deseo cada vez más creciente de la venida de Cristo, el Mesías. Anhelo grande como la O de su comienzo. Y esa venida se realizó por María. Ella es Ntra. Sra. del Adviento, de la Esperanza, de la O.
José Ma Pérez Lozano en su libro Dios tiene una O, lleno de unción y poesía, en el capítulo “María de la O” escribía –entre otras cosas–: “Déjame estar contigo, Señora, para saber cómo nace la flor y cómo se hace. Cómo los pétalos rodean la O gloriosa de tu corola. Porque este Hijo va a poner más hermosura en tu rostro”.