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A los varios trabajos dedicados a la etnohistoria y a las mentalidades que he ido escribiendo a lo largo de los años se viene a sumar éste. El título puede parecer extraño, pero en realidad no lo es: mentalidades similares propias de una época aparecen en diversos lugares. Por tanto, analizar lo que se encuentra en una zona permite arrojar luz sobre elementos culturales de otros ámbitos geográficos. Los ejemplos son tantos que resulta extraordinariamente fácil escoger uno significativo. Así, España está llena de imágenes de Santiago "matamoros"; pero no sólo del citado apóstol: por ejemplo, en León también puede contemplarse a San Isidoro de Sevilla en tal pose. No causa extrañeza, pues la reconquista dejó un poso innegable. Y, sin embargo, en la muy bella ciudad italiana de Gubbio, en Umbría, existe la leyenda de su patrón, San Ubaldo, luchando a favor de los de esta localidad contra los de Peruggia en una batalla en la que, lógicamente, vencieron aquéllos (1). Los contextos son diferentes, pero la mentalidad que se refleja es la misma. Junto a esto se encuentra el arte. Escribió el filósofo alemán Hans-Georg Gadamer hace varias décadas lo siguiente: "La estética debe subsumirse en la hermenéutica. [...] Y a la inversa, la hermenéutica tiene que determinarse en su conjunto de manera que haga justicia a la experiencia del arte"(2). Es cierto. Y la interpretación del arte ha de incluir varias vertientes. No es suficiente con la comprensión de una iglesia y sus diversos elementos decorativos en relación con los textos sagrados y teológicos. También, desde la etnohistoria, habría que considerar qué decían tales imágenes a la gente sencilla (a la que, en teoría, iban destinadas), cómo las interpretaba ésta, ajena mayoritariamente a lo que suponía el mundo de la cultura escrita (y máxime si ésta, como sucedió durante no pocos siglos, estaba básicamente en latín). Al fin y al cabo, como escribió Emilio Lledó: "La interpretación es una forma esencial de estar en el mundo, la única forma humana, racional, de vivir. Porque cada individualidad es punto en el que confluye la historia afilada en cada presente"(3).
En tales consideraciones se circunscribe el presente trabajo, poniendo en relación elementos artísticos medievales de tres templos de Toscana con ciertos elementos culturales leoneses.
Comenzaré por un detalle de la Catedral de San Donato de Arezzo. En una de las entradas del templo hay, parcialmente, dos columnas romanas originarias de unas termas, recordando simbólicamente el templo del rey Salomón (4). La similitud con el Locus appellacionis de la Catedral de León resulta clara y evidente: una columna romana a la puerta del templo gótico, edificado sobre unas antiguas termas romanas. En otras ocasiones ya me ocupé de posibles explicaciones sobre el tema y su conexión con las mentalidades (5). Mas el paralelismo con la Catedral de Arezzo aporta más elementos a considerar. De hecho, que el caso leonés fuese un lugar de justicia enlaza de pleno con la figura del rey Salomón, cuya identificación con el tema es clara, especialmente gracias al episodio bíblico de las dos mujeres que reclamaban la maternidad de un pequeño niño (6).
El siguiente caso que analizaré corresponde a la Catedral de San Martín, en Lucca. En uno de sus pórticos la decoración muestra representaciones de los diversos meses del año con elementos apropiados a cada uno, y de los signos del zodíaco (7). Resulta fácil conectar esto con el caso de San Isidoro de León, sobre cuya puerta del Cordero hay un zodíaco con figuras esculpidas en relieve (8), habiendo una representación pictórica de los meses con elementos relacionados a cada uno en el Panteón de los Reyes.
No se trata de aportar más interpretaciones a las ya ofrecidas por diversos autores tanto a los casos apuntados como a otros que existen en la misma línea (por ejemplo, en la famosa portada románica de Santa María de Ripoll (9)), los cuales parecen mostrar que la inclusión de un mismo tema en contextos diferentes puede modificar parcialmente su significación. El último caso que comentaré es el de Santa María delle Grazie, también en Arezzo. Fue edificada en el siglo XV sobre un antiguo templo pagano donde había una "fuente milagrosa" que seguía atrayendo la visita de las gentes, y que finalmente fue tapada (10). Este caso presenta no pequeño paralelismo con otros como, en algún aspecto, el de la Virgen de las Aguas del monasterio de Gradefes, pero con una particularidad: mientras que en el caso de Arezzo la cristianización de creencias precristianas relacionadas con las citadas aguas recurrió a medidas prohibitivas, en el mencionado caso leonés (como en otros lugares (11)) se empleó a la estrategia de la "aparición" de una imagen en las aguas (12). El ejemplo toscano, además, permite comprobar cómo el proceso de cristianización, de erradicación de elementos religiosos precristianos, continuaba en fechas en las que, tradicionalmente, se ha dado por supuesto que ya se encontraba prácticamente finalizado.
La pervivencia de creencias precristianas y su asimilación o erradicación por el cristianismo constituyen una parte fundamental del tema de las mentalidades y la etnohistoria. Y también en la interpretación del arte, incluido de modo especial el medieval. Tradicionalmente se viene sosteniendo que la cristianización era casi total desde fechas tempranas. Y de ahí se ha considerado que el pueblo podría entender muchos elementos del arte medieval que veían, ya que poseerían claves interpretativas que, en ocasiones, no han llegado a nosotros.
No se trata de negar totalmente esto. Pero la visión del tema quedaría incompleta si olvidásemos no sólo que la cristianización no fue tan rápida y completa como tradicionalmente se ha considerado (13) sino que, en las gentes ya cristianas, el conocimiento de los elementos de su fe fue, en muchos casos, muy limitado durante siglos. El historiador Henry Kamen ha manifestado que"la idea de una España muy católica [en la Edad Media] es francamente absurda".Y añade: "Personalmente no veo evidencia de que España fuera un país muy cristiano. Durante todo el Siglo de Oro, los españoles tenían el mismo nivel de religiosidad que otros países europeos, es decir, poca religión" (14). Algunos datos avalan esto. Escribe Clive Griffin:
"A finales de la Edad Media y comienzos del período moderno algunos católicos españoles manifestaron dudas acerca de las enseñanzas ortodoxas, en tanto que la ignorancia de las creencias elementales de la Iglesia continuó siendo la norma hasta en el siglo XVII. Por ejemplo, más del 60% de los hombres y mujeres interrogados por la Inquisición de Toledo antes de 1550 fueron incapaces de recitar incluso las oraciones más comunes, y en la década de 1580 las masas rurales no sabían, o sabían sólo a medias, el Padrenuestro, el Credo, el Ave María y la Salve" (15).
En verdad habría partes de la sociedad muy cristianizadas, pero se debe intentar poseer una visión global de la misma lo más exacta posible, lo que implica no olvidar realidades como las que indican los datos que acabo de citar (y, en esa misma línea, los ejemplos podrían llenar no pocas páginas).
Con este panorama, parece difícil sostener que las gentes sencillas pudiesen interpretar muchas de las imágenes y referencias del arte religioso de siglos pretéritos. Y también resulta pertinente preguntarse qué significado aplicarían a elementos como las columnas romanas ante las catedrales o las representaciones del zodíaco o de los meses del año. En esta últimas, las escenas de trabajo poseerían para las gentes sencillas un significado probablemente mucho menos simbólico que para los letrados que ideaban las composiciones (16). Y las referencias a los elementos astronómicos no dirían lo mismo a los clérigos que estudiaban astronomía (algo muy común en la Edad Media) que a los campesinos que, verbigracia, asociaban las fases lunares con ciertos aspectos de la agricultura. Ciertamente algunos temas religiosos estaban incorporados a la mentalidad popular, incluso con matices totalmente legendarios (como sucedía, por ejemplo, con las imágenes de San Cristóbal, a las que, como es sabido, se atribuía una función protectora ajena al contenido de las ideas cristianas, costumbre criticada por Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura (17)). Y resulta claro que algunos temas populares se insertaron en las escenas artísticas. Mas quizá muchos de los elementos artísticos religiosos, justificados como libros de imágenes para los no alfabetizados, en realidad estuviesen hechos para los mismos teólogos y clérigos que diseñaban los programas iconográficos, o, en todo caso, es probable que su función catequética tuviese un éxito más limitado del inicialmente esperado.
En cuanto a las columnas romanas anteriormente citadas, ¿estos antiguos restos significarían lo mismo, en el plano simbólico profundo, para los teólogos y juristas que para la gente sencilla? Las diversas vertientes de la cultura de una época siguen planteando interesantes cuestiones a la historia de las mentalidades y a la etnohistoria.
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NOTAS
(1) MENAGH, Melanie: "Umbría", en VV. AA., Italia, Madrid, 1989, pp. 268277, concretamente p. 272.
(2) GADAMER, Hans-Georg: Verdad y método.I, Salamanca, 2005, p. 217.
(3) LLEDÓ, Emilio: Ser quien eres. Ensayos para una educación democrática, Zaragoza, 2009, p. 101.
(4) MUELLER VON DER HAGEN, Anne y STRASSER, Ruth: Arte y arquitectura. Toscana, [s. l.], 2005, p. 298: "Delante de la entrada sur de la catedral hay dos fragmentos del fuste de unas columnas de pórfido rojo procedentes de termas romanas. Según explica la tradición arquitectónica medieval, servían para recordar las columnas de Jachin y Boa del templo destruido de Salomón, del poder y la constancia de Dios".
(5) MARTÍNEZ ÁNGEL, Lorenzo: "«Locus appellacionis» de la catedral de León: estado de la cuestión, propuesta de datación y otras consideraciones", en León y su Historia. Miscelánea histórica VIII, León, 2003, pp. 613637.
ÍD.: "Posibles mentalidades romanas en la Edad Media leonesa (a propósito de Suetonio y Tito Livio) y su aplicación para el estudio del movimiento albigense", en Monarquía y sociedad en el Reino de León. De Alfonso III a Alfonso VII, León, 2007, II, pp. 541562.
(6) 1Reyes 3: 1628.
(7) MUELLER VON DER HAGEN, Anne y STRASSER, Ruth: O. c., p. 73: "El autor del pórtico derecho, el denominado maestro del Régulo, también realizó los relieves situados entre ambas portaladas a mediados del siglo XIII. Debajo de las escenas de la vida de san Martín hay una serie de imágenes de los meses, que muestran pequeñas figuras trabajando en una sucesión regular de arcadas. Dichas figuras están representadas de modo muy agradable y llevan a cabo las actividades propias de cada mes. [...] En las pechinas de los arcos se distinguen los signos del zodíaco correspondientes".
(8) De este asunto ya traté en "Posibles mentalidades romanas...", pp. 559562.
(9) RICO, Francisco: Figuras con paisaje, Madrid, 2009, pp. 128133 y 217.
(10) MUELLER VON DER HAGEN, Anne y STRASSER, Ruth: O. c., p. 305: "Santa Maria delle Grazie fue edificada a mediados del siglo XV como iglesia basilical del gótico tardío. Fue construida fuera del núcleo urbano, en un santuario venerado desde tiempos de los etruscos y consagrado a Apolo con una fuente milagrosa. San Bernardo de Siena mandó tapar la fuente, muy concurrida incluso tras la cristianización, y en 1430 encargó a Parri di Spinello una «Virgen del Manto» (conocida en italiano como Madonna delle Grazie) para la iglesia".
(11) Pienso, por ejemplo, en la imagen de Santa María de Leboreiro, en A Coruña, o en la de San Andrés de Arroyo, en Palencia.
(12) MARTÍNEZ ÁNGEL, Lorenzo: "Leyendas relacionadas con el Císter y la cristianización (Villanueva de Oscos, Junias, San Andrés de Arroyo, Gradefes)", enRevista de Folklore, N.o 223 (1999), pp. 3133. Respecto al uso de las imágenes en el cristianismo remito a mi ensayo "Lo invisible en lo visible. Consideraciones sobre la imagen en el cristianismo", en Religión y Cultura, N.o 233 (2005), pp. 359412.
En este contexto temático resulta pertinente recordar un pasaje literario de Francisco Umbral:
"La Iglesia siempre ha preferido artistas anónimos (no gusta, en el fondo, de la gloria de Miguel Ángel o Leonardo), pues que sus representaciones religiosas las quiere exentas, inmanentes, sin origen, como venidas de Dios mismo, caídas del cielo, y no fabricadas por los hombres. Un Dios fabricado por un ebanista siempre es menos emotivo que un Dios que se aparece en un artesonado, porque sí."(UMBRAL, Francisco: Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo, Barcelona 1992, p. 155).
No se trata de atribuir a esta cita literaria un carácter ensayístico, pero ciertamente en algunas épocas, siglos atrás, sí hubo eclesiásticos que usaron las imágenes de un modo similar al indicado.
(13) Sobre este asunto remito a mi artículo "Reflexiones sobre el paganismo y la cristianización", Medievalismo (1998), pp. 1934.
(14) Entrevista realizada a Henry Kamen por José Andrés Rojo publicada en El País(4 de junio de 2007).
(15) GRIFFIN, Clive:Oficiales de imprenta, herejía e Inquisición en la España del siglo XVI, Madrid, 2009, pp. 3435.
(16) O para quienes pudiesen admirar ilustraciones con referencias a meses, a los signos zodiacales y a los trabajos propios de los campesinos como las contenidas en Las muy ricas horas del duque de Berry, por ejemplo.
(17) Puede verse el dibujo que sobre este tema realizó Hans Holbein el Joven en un ejemplar de la citada obra en WOLF, Norbert: Hans Holbein el Joven. 1497/98-1543. El Rafael alemán, Köln, 2004, p. 13.
Sobre la opinión de Erasmo respecto a que ciertas prácticas populares de culto a ciertos santos eran, en palabras de Marcel Bataillon, "vestigios del antiguo paganismo", remito a BATAILLON, Marcel: Erasmo y España, Madrid, 1998, p. 575.