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INTRODUCCIÓN
El carácter sagrado de los caminos no reside únicamente en el camino en sí, sino en el cruce de los mismos, en las encrucijadas; puntos con una gran carga simbólica y que desde siempre han estado envueltos en multitud de leyendas negativas e incertidumbre: comercio con demonios y brujas, almas en pena vagando por ellos, Santa Compaña, etc. He aquí el motivo principal para cristianizar estos lugares de paso, aunque es necesario precisar que, a pesar de la cristianización de estos puntos estratégicos, en algunas regiones todavía pervive ese sentido mágico del cruce. El conjunto de creencias vinculadas a estos lugares, unidas a los numerosos ritos paganos celebrados en torno a los mismos, han dado lugar a la erección de las cruces y cruceros protectores de caminantes. El miedo a transitar por los caminos de noche hizo que los viajeros buscaran la compañía de la cruz, pues existía la creencia que los caminos eran para los vivos de día y para los muertos de noche. Este recelo ha existido desde épocas muy antiguas y entre culturas muy dispares, todas ellas con un nexo común: el miedo a la muerte; hecho que provocó en el hombre la necesidad de buscar protección en determinados dioses, considerados guardianes de los caminos.
LUG O LUGH
El pueblo celta ha creído en los cruces de caminos como lugares vinculados a la muerte y la oscuridad; eran contemplados como puntos de comercio entre el demonio y las almas que vagaban por allí. Este hecho motivó la presencia de algunas divinidades en los caminos y encrucijadas, a las que se ofrecían piedras al mismo tiempo que oraciones. La acumulación de las mismas en un punto fijo originó la posterior erección de elementos indicativos del lugar, como pilastras, bustos o cruceros. Las divinidades a las que se rendía culto y heredadas de la mitología indoeuropea, serán asimiladas por los romanos y surgirán, como veremos más adelante, las aras votivas o los edículos destinados a honrar a los Lares Viales y Compilares.
Uno de los dioses más importantes dentro del panteón celta es Lugo Lugh, que en la epigrafía romana aparecerá como Lugoves, Lugovibus, Lougesterico, Lucoves, Lugu, Lucubi, Louigi, Luges, etc. Dios directamente relacionado con las almas de los muertos al ser el encargado de transportarlas al más allá. Se trata de un dios sin una función determinada al que se rendía culto en los caminos, montes, fuentes y bosques, según queda constancia en algunas lápidas funerarias y aras halladas en estos lugares. Un ejemplo es el ara descubierta en Osma (Soria), de la que hemos hecho mención anteriormente, dedicada a Lugoves por un Collegium Sutorum (asociación de zapateros, oficio relacionado con el caminante) (1).
MENTOVIACUS
Mentoviacuses también un dios relacionado con los caminos y del que tenemos constancia por dos aras descubiertas en Villalcampo (Zamora) (2).
CULTOR O VIATOR
Entre los dioses galos relacionados con los caminos destaca el que llaman Cultor, Viator o lucrorum potens. Esta divinidad era la encargada de controlar los caminos o el comercio y al mismo tiempo, estaba dotado de una inteligencia tal, que era el inventor de todas las artes(3). Su carácter tricéfalo hace pensar en una posible relación con otros dioses griegos y romanos que poseen esta misma característica, como Hécate, etc.
Por su parte, el pueblo celta, aferrado a la creencia en el retorno de los muertos, depositaba piedras al pie de los caminos para que los difuntos pudieran descansar en su largo camino hacia la eternidad; del mismo modo, colocaban los enfermos en los cruces de caminos con la intención de obtener su sanación mediante la intercesión divina o con la ayuda de los caminantes. De este modo Estrabón (4) en sus comentarios geográficos, habla de cruces de caminos donde los enfermos se situaban para que algún caminante que pasara por allí pudiera curar su enfermedad; costumbre celta ya mencionada con anterioridad (5). El mismo autor explica cómo los indígenas exponían a los enfermos en los caminos para que se beneficiaran de los efectos de estos dioses:
« Los enfermos, como se hacía antiguamente entre los egipcios, se exponen en los caminos para ser curados por los que han padecido la misma enfermedad» (6).
F. J. Lomas Salmonte, haciendo una reflexión sobre Estrabón, dice:
«[…] a los enfermos se les exponía a los caminos para a) preservar el ámbito y grupo social puro, y b) transferir la enfermedad en los caminos y fuera del territorio a algún objeto inanimado, animal o persona» (7).
HERMES
Para el pueblo griego los caminos y las encrucijadas estaban protegidos por el dios Hermes, cuya función era velar y servir de guía a pastores, caminantes o comerciantes; al mismo tiempo, era el encargado de acompañar a los muertos en su camino hacia el Hades (8).
Los griegos convirtieron los antiguos amilladoirosen cipos, sobre los que colocaron cabecillas, y les rindieron el mismo culto que habían tenido hasta el momento. Con el paso del tiempo el conjunto se transformó en Hermes, dios protector de caminantes y guía de almas, a quien siguieron ofreciendo piedras que depositaban a sus pies.
Podemos decir que las primeras representaciones de este dios consistían en simples montones de piedras –Herma– (9) acumuladas al pie o en el cruce de los caminos, que más tarde se convertirán en una piedra vertical. Esta piedra, a su vez, se transformará en una columna o pilastra (10) coronada por un busto de Hermes (11) con los órganos sexuales tallados en el pilar. Más tarde, el conjunto evolucionaría para reconvertirse en una columna con la mitad superior en forma humana o toda ella de cuerpo entero.
Los citados montones de piedras o pilares, a modo de mojones, estaban situados en los límites de fronteras, por lo que Hermes también protegía estos puntos linderos. Una variante del Hermes–guía que hemos visto hasta ahora, es el denominado Psicopompo como acompañante de las almas al infierno; el Hermes Crióforo, representado junto a un cordero, como protector de los pastores o el Hermes bifronte, con dos caras mirando en sentidos contrarios con una función de vigilancia.
El dios Hermes griego fue asimilado por el dios romano Mercurio,continuando con él la protección de los caminos y la ofrenda de piedras.
HÉCATE
Hécate, también de procedencia helenística, era la diosa de la tierra y se veneraba popularmente como diosa Madre. Está vinculada con el culto a los caminos y su protección, relacionada a su vez con los muertos y la magia. Se solía representar simple o triple, pues su misión consistía en vigilar todos los caminos que se cruzan en el punto donde ella se situaba o las entradas de las ciudades; función similar al Hermes bifronte griego, al Jano bifronte romano y los cruceros con representación en sus dos caras.
Las piedras situadas en los cruces de caminos eran ungidas con aceite, según nos narra Teofrasto (12) en su obra Characteres(13) o con sangre como describe Ovidio (14) en Fasti (15), para rendir culto a los dioses, práctica que todavía se viene realizando sobre algunas cruces y cruceros de nuestra península.
MERCURIO
Los dioses indígenas de las regiones conquistadas por los romanos fueron asimilados por sus dioses y éstos, recíprocamente, aceptados por los autóctonos; ratificado por el elevado número de testimonios epigráficos, arqueológicos y numismáticos que han llegado hasta nosotros. De este modo, identificaron al dios celta Lugcon su dios Mercurio (16) (también Hermesgriego), encargado de transportar las almas al otro mundo y proteger los caminos. También el dios galo Viator tendría su homónimo en Mercurio;sin embargo, si nos detenemos a estudiar los lugares de culto de ambas divinidades nos daremos cuenta que no coinciden pues, mientras uno es adorado en los caminos (Mercurio), al otro (Viator) se le adora en los templos.
Martín de Braga, encargado de cristianizar en el siglo VI la zona noroeste de la península, nos habla de la costumbre que tenían los pueblos de estas regiones de arrojar piedras en unos puntos determinados de los caminos, según anotamos al hablar de los amilladoiros, como ofrenda al dios Mercurioo encender luminarias en las encrucijadas contra el demonio: «Nam ad petras et ad arbores et ad fontes ed per triuia cereolum incendere, quid est aliud nisi cultura vulcanalia, et Kalendarum observare, mensas ornare, et fundere in foco super truncum fruget, et vinum, et panem in fontem mittere […]» (17).
Estas tradiciones todavía se conservan en algunas zonas de la Península, donde encienden velas o colocan farolillos en los cruceros situados en los cruces de caminos.
JANO
Jano, dios perteneciente al panteón romano, personifica la creación de la vida por la Gran Madre, que se reproduce cada año con un nuevo renacimiento mediante los ciclos anuales. Suele estar representado con dos caras, conocido entonces como Jano bifronte, una mirando al pasado y otra al futuro, motivo por el cual se asocia con el destino.
Es el comisionado de abrir y cerrar el ciclo de la vida, viendo en este hecho un cierto sentido de reencarnación. Al mismo tiempo, es el encargado de la custodia de puertas y caminos, hecho que le sitúa a la entrada y salida de las poblaciones o a la vereda de las calzadas; al tener dicha encomienda suele aparecer con una llave o un bastón. Este dios, en algunas ocasiones, se ha identificado con Júpiter,guardián del Olimpo y poseedor de la llave que permite la entrada al mismo. Junto a todas estas funciones también se le vincula con la construcción de las ciudades.
Para los antiguos, Jano fue el guardián de las dos puertas solsticiales: Janua Caeli –puerta del cielo– y Janua Inferni –puerta del infierno–, de ahí que se le representara con dos llaves, una de oro y otra de plata. Este dios, al custodiar las llaves de la puerta del ciclo de la vida, fue asimilado a San Pedro, encargado de abrir las puertas del cielo en el cristianismo. A este respecto cabe mencionar que, dentro del pensamiento cristiano esotérico y relacionado con la idea del dios con dos caras, también se ha querido ver la imagen de los santos Juanes (Bautista y Evangelista), a los que se encomienda cada solsticio respectivamente, por estar próximas a estas fechas sus celebraciones (San Juan Evangelista, 27 de diciembre, el de invierno y San Juan Bautista, 24 de junio, el de verano).
La similitud de Jano con los cruceros viene dada tanto por su función de guarda y custodia de caminos como por el aspecto formal del mismo, con dos caras; ya que muchos cruceros presentan figuras talladas en sus dos orientaciones, es decir, en los dos sentidos del camino donde se ubican.
LARES VIALES Y COMPITALES
El culto familiar o popular romano estaba dividido entre los Lares (protectores del hogar, caminos y ciudades), los Penates (protectores de las despensas), los Manes(antepasados de los muertos) y los Lemures(espíritus malévolos que atormentaban a los vivos). Este pueblo asimiló los antiguos dioses protectores de los caminos para convertirlos en sus dioses Lares, a los que rendían culto en estos caminos –Lares Viales–, en las encrucijadas –Lares Compitales – (18) o en límites de terrenos y localidades –Lares Praestite–. Respecto a estos últimos señalar que el emperador Augusto colocó altares en honor a ellos con bancos para meditar, motivo por el que también se les conoció como Lares Augusti. De igual forma, en los cruces de las vías, denominados compitum, también era habitual edificar altarcillos o pequeñas capillas dedicadas a los lares compitales, a los que se les realizaban ofrendas durante la festividad de la Compitalia(19). Varron (20) relaciona estos Lares con el trivium y el quadrivium:
«Compita sunt loca in quadriviis quasi turres, ubi sacrifica finita agricultura rustici celebrabant; merito pertuso, quia per omnes quattur partes pateant» (21).
La piedad popular profesada hacia estos lares ha sido muy criticada desde épocas muy antiguas, tanto dentro como fuera del cristianismo (22). La llegada de esta religión supuso que los antiguos Lares viales romanos fueran sustituidos por marcas cristianas, como las que discurren a lo largo del Camino de Santiago, que conducen al Locus Sanctus, al Lugar Santo. De igual modo que muchos de los lugares sagrados dedicados a los Lares Viales se consagraron a San Julián, edificándose ermitas e iglesias como la de san Julián de Prados (o Santullano) en Oviedo y situada en un antiguo cruce de caminos o la de San Xiao de Lugo; esta construcción tiene una orientación tal que el caminante puede ver la imagen del santo en su trayecto hacia dicha población.
TÉRMINUS
Los romanos denominaron cippuma un trozo de columna corta o pilastra cuadrangular situada junto a las sepulturas o en los límites de los campos, en este último caso como indicador de fronteras o del Limes Romanus (23). Los cipos podían ser lisos o estar decorados con alguna escultura y solían llevar inscripciones referentes a itinerarios, límites o epitafios. De esta manera, cuando querían indicar una ruta o un límite, generalmente aparecían las palabras in fronteo in agrumseguidas de alguna cifra; por otro lado, cuando este cipo tiene por objeto marcar una sepultura, encontramos la inscripción S.T.T.L. que, como vimos anteriormente, significa “que la tierra te sea leve” (Sit tibi terra levis).
Era costumbre romana delimitar con un surco el perímetro de las nuevas ciudades, donde colocaban cipos o mojones con inscripciones conmemorativas. En estas piedras se rendía culto al dios Términus, guardián de las fronteras y límites, al que se le realizaban ofrendas y sacrificios de animales durante las fiestas de Las Terminalias(24) (final de año romano, 23 de febrero actual). Los restos de este animal, después de alimentar a todos los asistentes con su carne, se enterraban bajo la piedra.
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NOTAS
(1) MARCO SIMÓN, F.: “The Cult of the Lugoves in Hispania”, en Acta Archaeologica, vol. 57, nº 1–3, Budapest: Akadémiai Kiadó, 2006, pp. 209–218.
(2) BLÁZQUEZ, J. M.: Religiones Primitivas de Hispania I. Fuentes Literarias y Epigráficas, Madrid, CSIC, 1962, pp. 107–108.
(3) VRIES, J. DE: La religión des celtes, París, Payot, p. 49.
(4) Estrabón (60 a. C.–21 d. C.), geógrafo e historiador griego.
(5) Esta costumbre también existía en Egipto y Mesopotamia.
(6) ESTRABÓN III, 7, 155.
(7) LOMAS SALMONTE, F. J.: Asturias prerromana y Altoimperial, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1975, p.65.
(8) Morada de los muertos y Señor del inframundo en la época griega.
(9) Herma significa montón de piedras que sirven de señal.
(10) Estas pilastras y columnas podían ser de piedra o bronce.
(11) No sólo se representaba el busto de Hermes, también encontramos representaciones de Dioniso, Atenea o personajes históricos como el Hermes doble de Heródoto y Tucídides, del Museo de Nápoles.
(12) Teofrasto (c.372–c.287 a. C.), filósofo y naturalista griego.
(13) TEOFRASTO: Theophrasti Characteres, trad. Elisa Ruiz García, Madrid, Gredos, 1988, p. 16.
(14) Publio Ovidio Nasón (43 a. C.–17 d. C.), poeta romano.
(15) OVIDIO NASÓN, P.: Fasti, trad. M. A. Marcos Casquero, Madrid, Editora Nacional, 1984, 2, p. 641.
(16) Mercurio es uno de los 12 dioses olímpicos romanos. Protector de caminantes, viajeros y comerciantes. También es el encargado de acompañar al más allá a los muertos. Generalmente se le representa con barba y con capa de viajero.
(17) MARTÍN DE BRAGA: De Correctione rusticorum VII, trad. J. E. López Pereira; J. Correa Corredoira,La Coruña, Espiral Maior, 1997, p. 18.
(18) Compita:cruce.
(19) ACUÑA CASTROVIEJO, F.: “Los Lares Viales en la Galicia Romana”. En Actas del II Congreso Nacional de Arqueología, vol. 2, Coimbra, Imprensa de Coimbra, 1971, pp. 353–359.
(20) Marco Terencio Varron (116–27 a. C.), político, militar y literato romano.
(21) VARRÓN: Di lingua latina,IV, 28 citado en: BERMEJO BARRERA, J. C.: La sociedad en Galicia Castreña, Santiago de Compostela, Follas Novas, 1978, p. 88.
(22) Véase Lucrecio: De Natura Rerum V, pp. 1118, 1119; Tertuliano: Adversus MarcioremI, pp. 10–19 y Apologeticum pp. 13–14; Lactancio: Institutiones Divinae II, pp. 14, 12; Prudencio: Cathemerinon liber I, pp. 200 y ss.; San Jerónimo: en Isaías 57, III, 418.
(23) Limes significa sendero, límite o surco. El Limes Romanus era un sistema de defensa romano formado por murallas, fosos, fuertes, atalayas, ciudades, etc. Constituía el límite de sus posesiones, las fronteras. En el siglo II, tenía una longitud de 5.000 Km, desde la costa septentrional atlántica de Gran Bretaña, atravesaba Europa hasta el mar Negro, para seguir hacia el mar Rojo y África, enlazando de nuevo con la costa atlántica.
(24) Las Termalias fueron instituidas por el rey Numa Pompilio (714–672 a. C.) al que se le atribuye la organización territorial de Roma.