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Revista de Folklore número

334



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La influencia de las emociones en el sonido de la voz

CABRELLES SAGREDO, Mª Soledad

Publicado en el año 2008 en la Revista de Folklore número 334 - sumario >



“Mal puede tener la voz tranquila quien tiene el corazón temblando” dijo una vez el poeta y dramaturgo madrileño Félix Lope de Vega y Carpio (1562–1635).

La razón de esta afirmación es clara: la emoción afecta a los movimientos musculares del aparato respiratorio y la laringe y ello modifica el tono de voz del sujeto. Así, observamos que, cuando hablamos, las palabras no las emitimos desnudas sino que van acompañadas de nuestras emociones. De acuerdo con esto, podemos establecer características prototípicas de algunas emociones básicas en relación con la entonación (altura del sonido) en la emisión de la voz, como las que describimos a continuación:

– alegría: tono alto contorno variado tempo rápido,

– tristeza: tono grave contorno plano tempo lento,

– cariño: tono alto inflexiones suaves y bien moduladas tempo medio,

– miedo: tono bajo contorno monótono tempo lento,

– sorpresa: tono alto contorno variado intensidad media tempo lento,

– cólera: tono alto contorno con inflexiones bruscas intensidad fuerte tempo rápido,

– orgullo: tono agudo intensidad fuerte tempo reposado,

– sobrecogimiento: tono grave contorno monótono tempo lento.

Frecuentemente, la entonación ha sido definida como la “melodía” o “música” del habla y, a veces, se ha utilizado la notación musical para transcribirla pero en realidad no es una buena analogía por dos diferencias básicas: la música se compone para ser repetida y el habla se utiliza para comunicarnos y no necesita de la repetición.

En música, las notas tienen unas frecuencias fijas. Por ejemplo, en la afinación temperada occidental, el “la” central del piano tiene una frecuencia de 440 Hertzios (por el físico alemán Heinrich Rudolf Hertz, que vivió desde 1857 a 1894 y fue el primero en emitir y recibir ondas de radio) y los diferentes instrumentos se afinan según este patrón para asegurar que no desentonen. En el habla, en cambio, la entonación es muy diferente ya que hombres, mujeres y niños la utilizan con la misma función lingüística (para afirmar, preguntar, etc.) pero con unas frecuencias muy distintas. Por ejemplo, dos personas del mismo sexo podrían usar el mismo tono ascendente para hacer una pregunta pero, una podría producirla con una frecuencia más aguda (niño) que la otra (adulto). Incluso, en un mismo hablante, la entonación de una determinada frase puede variar de un momento a otro dependiendo de su estado de ánimo o de la carga emocional expresada en esa circunstancia.

En la entonación, observamos movimientos melódicos propios que no sólo son característicos de las oraciones largas. Una sola sílaba también puede pronunciarse de muchas formas diferentes. He aquí cuatro posibilidades de entonación al decir el pronombre personal “yo” cuando se emite como respuesta a una pregunta:

– entonación plana: aseveración sin dudas ni reticencias,

– inflexión ascendente: perplejidad por imputación inesperada,

– inflexión descendente: exculpación o repulsa,

–inflexión descendente–ascendente: sorpresa asociada a un acto de rememoración.

Por otra parte, la entonación refuerza la expresión del lenguaje al poder manifestar una amplia gama de actitudes como excitación, aburrimiento, sorpresa, amistad y reserva, entre otras. Ciertamente, observamos que la entonación de la voz es un reflejo de nuestro bienestar, incluyendo aspectos físicos, psicológicos, emocionales y sociales. Profesionales de diversos ámbitos (médicos, psicólogos, psiquiatras, pedagogos y músicos) escuchan atentamente la voz, las palabras con sus significados y sus contextos, las asociaciones que están detrás de las mismas, las emisiones no verbales como suspiros y sollozos, los silencios entre los sonidos, todo ello para emitir diagnósticos lo más objetivos posibles sobre nuestra salud física y mental, sin olvidar el lenguaje corporal constituido por posturas y gestos.

Las características de la voz constituyen un elemento importante para el diagnóstico de diversas alteraciones en el ser humano. Una voz sana posee versatilidad, sensitividad y pureza de timbre, sin muestras de estar forzada o violentada. Por encima de todo, la voz sana posee vitalidad siendo clara y firme. Los pacientes que sufren de esquizofrenia, de depresión o de otros estados semejantes, hablan a menudo con voz monótona, débil, titubeante, lenta y con un timbre desviado.

Cuando escuchamos la voz, los oyentes siempre están listos para establecer juicios sobre personalidad y, con frecuencia, se escuchan comentarios como “se le nota en la voz que está preocupado” o “por la voz se nota que es una persona con mucha fuerza de voluntad”. En estudios realizados sobre juicios de oyentes acerca de las voces transmitidas por radio, aspectos tales como la edad y el sexo se mostraron como los más fáciles de identificar y, entre los profesionales, las de actores y sacerdotes fueron las voces más reconocidas. Incluso cuando se equivocaban, los oyentes eran coherentes en sus errores ya que las personas que sonaban como sacerdotes siempre eran clasificadas como tales, lo fuesen o no. Esta clase de estereotipos influyen extremadamente en las relaciones entre personas y grupos.


CARACTERÍSTICAS DE LA VOZ

Apagada, tono descendente durante las frases y carente de altibajos propios de la expresión.

Triste, con frecuencia “al borde de las lágrimas” sin motivo aparente.

Airada, sin razones que la justifiquen.

Temerosa y angustiada, temblorosa e indecisa.

Timbre “pastoso” con articulación lenta y somnolienta.

Inflexiones “cantarinas” exageradas.

Bloqueada o estrangulada.

En tensión y forzada, con habla rápida y a saltos. Consonantes “explosivas” y la emisión con demasiado énfasis.

Pérdida temporal de la voz.

POSIBLES PROBLEMAS

Agotamiento a todos los niveles.

Desequilibrios en el sistema respiratorio, infecciones nasales o pulmonares.

Desórdenes hepáticos, de vesícula o bazo.

Trastornos en vejiga y orina.

Probables jaquecas y náuseas.

Preocupaciones por el pasado, con tendencia a fantasías.

Humillación en el medio social y pérdida de la autoestima.

Desórdenes sistema circulatorio, con hipertensión, hiperactividad.

Conmoción fuerte, trauma sexual, sensación de cautiverio emocional.

Diversos estudios han encontrado que existe una correspondencia entre las características de la voz y los posibles problemas que pueden expresar:


Cuando nos encontramos bajo una tensión emocional frecuentemente recurrimos a la utilización del lenguaje para liberarnos de ella, lo que suele denominarse la “función expresiva o emotiva del lenguaje”. Los juramentos y las imprecaciones son probablemente los signos que se usan más corrientemente en este sentido, sobre todo cuando nos encontramos en estado de enfado o frustración. También existen expresiones emotivas de signo positivo como nuestras reacciones verbales involuntarias ante la contemplación de la belleza del arte o de un paisaje, nuestras expresiones de miedo o afecto, e incluso las efusiones emotivas ante cierto tipo de poesía.

Hay otras situaciones en las que la única razón aparente para usar el lenguaje es el efecto sonoro que tiene sobre los que lo usan o escuchan. Aquí, podríamos agrupar casos tan diferentes como las letanías rítmicas de los grupos religiosos, los cantos dialogados mientras se realizan trabajos, las voces de personas que cantan en el baño y los diversos tipos de juegos del lenguaje practicados por niños y adultos como los palíndromos, acrósticos, etc., que son actividades lúdicas a través del uso de las palabras que presentan como objetivo el deseo universal de explotar el potencial sónico del lenguaje.

A lo largo de la historia, algunas palabras han sido consideradas como “fórmulas sonoras” que tienen poder para transmutar la materia, para invertir los procesos naturales, incluso para materializar y desmaterializar objetos. Recordemos, por ejemplo, en nuestra infancia cuando pronunciábamos las mágicas palabras: “Habra cadabra, pata de cabra” para evocar misteriosas transformaciones. Posteriormente, más cerca ya de la experiencia adulta, sólo podemos esperar que nuestras “palabras de poder” sean capaces de transmutar el miedo en valor, la angustia en confianza y la pena en alegría.

En las religiones, también existen expresiones a modo de fórmulas sonoras o palabras de poder denominadas “mantras” que etimológicamente significa lo que protege la mente. Cantar o pronunciar mantras es un método antiguo y probado para alcanzar la liberación del yo consciente de una manera sencilla. El ser humano utiliza los mantras como vehículo para la meditación y situarse en el umbral de la unificación, que es el objetivo principal de las religiones ya que la propia palabra “religión”, etimológicamente, proviene de re-ligar o volver a unir y así, a base de las repeticiones constantes de dichos mantras conseguir anular ese “yo” que nos separa de los otros y nos diferencia de lo otro para poder alcanzar la serenidad y la paz espiritual. A continuación citamos algunos ejemplos de mantras.


1.- Mantras budistas:

– Om mani padme hum (Salve a la joya del loto).

– Om tare tutare ture swaha (Salve a Tara).

– Om ah hum (La trinidad del poder: creaciónconservacióndisolución).


2.- Mantras hindúes:

– Hare Krishna (Salve a Krishna).

– Tat team asi (Tu eres eso).

– Hare Rama (Salve a Rama).


3.- Mantras cristianos:

– Kyrie eleison, Christe eleison (Señor ten piedad, Cristo ten piedad).

– Laudeamos te (Te alabamos).

– ¡Aleluya¡


4.- Mantras islámicos.

– Allah, Allah (Dios, Dios).

– La ilaha illa’llah (No hay más Dios que Dios).

– Ya Salaam (Dios, fuente de la paz).


5.- Mantras judíos.

– Adonai (Señor).

– Shalom (Paz).

– Eli, Eli, Eli (Dios mío, Dios mío, Dios mío).


Uno de los primeros intentos científicos sobre el estudio de la entonación fue el que realizó, en el año 1774, el inglés James Burnett que estaba muy preocupado por la existencia de entonación en su idioma. Sostenía que en el inglés no había entonación y así lo expresó en sus escritos diciendo que “la música en nuestro idioma no es más que la música de un tambor”.

Un año más tarde, su compatriota Josué Steele publicó la obra titulada Ensayo dedicado a establecer la melodía y la medida del habla (Essay towards establishing the melody) sobre la transcripción de la entonación y en ella rechazaba esa afirmación de un modo muy original. Colocó una tira de papel en el mástil de una viola, marcó con lápiz los lugares que correspondían a las diferentes notas y después fue imitando con la viola las inflexiones de la voz. Se dio cuenta de que los tonos del habla se deslizaban sobre varias notas e ideó entonces un sistema notacional que tomaba en consideración esta peculiaridad: fue el primer método sistemático de transcripción del inglés.

Posteriormente, se han realizado estudios sobre transcripciones contemporáneas de la entonación que han contribuido a ampliar enormemente el conocimiento de este tema ya que reflejan diferentes puntos de vista sobre su naturaleza.

También se han llevado a cabo diversos estudios intentando establecer relaciones entre tipos corporales y voces, habiéndose observado ciertas correlaciones entre ambos aunque con un amplio margen de error. Sin embargo, es indudable la relación entre determinadas características físicas y la voz. Así, está el fenómeno del cambio de voz que acompaña el desarrollo de las características sexuales secundarias durante la pubertad, debido al rápido crecimiento de la laringe (1 cm., en los chicos y 0,3 a 0,4 cm., en las chicas) que da lugar a una mayor extensión de aproximadamente una octava musical más baja en los chicos. En la vejez las voces se hacen más graves, ásperas y temblorosas, debido a la disminución de la eficiencia de los órganos vocales y de la respiración.

Igual que tenemos las huellas digitales también poseemos las huellas vocales. La identificación de personas mediante sus huellas vocales (sonograma) ha sido utilizada en tribunales de EE.UU. y, aunque sigue siendo una técnica controvertida, su potencial en el diagnóstico médico es muy alto sobre todo con el uso de los ordenadores para distinguir ruidos anormales en la emisión de la voz. De esta forma, se pueden identificar sonogramas con frecuencias muy melódicas y otros con frecuencias mucho más irregulares.

Finalmente, en cuanto a la intensidad de la emoción, si ésta es fuerte, el ritmo respiratorio pierde regularidad y los órganos que intervienen en la articulación de la voz alteran su funcionamiento. Dicha alteración no refleja un tipo particular de sentimiento sino el grado de intensidad del sentimiento. Este proceso comienza con la excitación producida por los movimientos convulsos en el diafragma, lo cual interrumpe con sacudidas los movimientos de la laringe y resulta ser la voz que llamamos “entrecortada o balbuciente”.

Un grado más es el que produce una fuerte contracción en la laringe de tal modo que las cuerdas vocales apenas pueden vibrar, lo que ofrece un resultado de voz “enronquecida o ahogada”. Cuando la emoción es muy fuerte, puede producirse una paralización momentánea de la corriente respiratoria y es lo que solemos describir como “un nudo en la garganta”.

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BIBLIOGRAFÍA.

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La influencia de las emociones en el sonido de la voz

CABRELLES SAGREDO, Mª Soledad

Publicado en el año 2008 en la Revista de Folklore número 334.

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