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Cada año, muchos pueblos españoles celebran la fiesta de San Roque, el día 16 de agosto. Piornal, localidad situada en el Valle del Jerte (Cáceres), es uno de ellos (www.piornal.net).
En el marco de esta fiesta, un elemento cobra un especial simbolismo: el Ramo y, asociado a él, la Rosca, canto que un grupo de mujeres jóvenes dedica al santo.
En este artículo comenzamos hablando del desarrollo de la fiesta de San Roque en Piornal, y su vínculo a procesos de emigración y a cambios en el sistema de producción acaecidos en este pueblo. A continuación, nos centramos en la descripción del rito del Ramo, y en el análisis etnomusical de la Rosca, a partir de algunas transcripciones que de ella han realizado antropólogos, músicos y folkloristas.
ANTECEDENTES
San Roque es una fiesta muy extendida por toda la geografía española, especialmente en las regiones que más sufrieron la emigración, a mediados del siglo XX.
En las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, algunas comunidades como Andalucía y Extremadura, disminuyeron su población de una manera alarmante. Las condiciones de vida, vinculadas a una economía agrícola y ganadera, no eran las mejores en un país en el que algunas ciudades (Madrid, Barcelona, Bilbao y San Sebastián, sobre todo) ofrecían importantes salarios para el trabajo en sus industrias. Mucha gente emigró a estas ciudades, y a otras de países como Francia, Alemania y Holanda, en busca de un trabajo que, un mes cada año, el de agosto, les permitía regresar a sus pueblos a disfrutar de las vacaciones. En esta situación, no es extraño que este mes pasara a ser el principal en el calendario festivo de muchas localidades.
Hojeando el santoral, podemos apreciar que La Virgen y San Roque ocupan una posición central en el mes de agosto, los días 15 y 16. Ello permitió que ambos se convirtieran en un referente festivo fundamental, en lo que conjuntamente se denominó, en muchos pueblos: “las fiestas de agosto”.
En el caso de Piornal, dos fueron las razones fundamentales para que San Roque pasara de ser una fiesta menor, a convertirse, conjuntamente con La Virgen, en la principal fiesta del verano, por oposición a San Sebastián y el ritual de Jarramplas, fiesta de invierno (Díaz Iglesias, 2006).
La primera de estas razones tiene que ver con la emigración. Entre los años cincuenta y setenta del pasado siglo, este pueblo vio considerablemente mermado su censo. Muchos jóvenes emigraron a grandes ciudades industriales españolas y europeas, aprovechando el mes de vacaciones para volver con sus familias de orientación. De esta manera, agosto se convirtió en el periodo del año más propicio para los festejos, entre otras cosas, porque eran muchos los que tenían que celebrar el retorno de los que se habían ido. Aprovechando que la Asunción y San Roque acontecían uno seguidamente del otro, a mitad de mes, se armó un tiempo de fiesta con cinco días: la Virgen, San Roque, San Roque chico, el Perro (de San Roque) y la Perrunilla (del perro de San Roque). Se trataba de fiestas con un fuerte componente identitario, en las que podían participar los emigrantes renovando, cada año, su condición de miembros de la localidad en la que nacieron y de la que tuvieron que salir en busca de trabajo.
La segunda razón fue el cambio de un sistema de producción ganadero por otro agrícola, en las décadas centrales del siglo pasado.
Piornal, localidad situada en lo alto de una montaña (1.175 m) vivió fundamentalmente de la ganadería, hasta aproximadamente los años cincuenta. Su modo de producción estaba basado en el pastoreo de cabras, por un lado, y en una agricultura de subsistencia, por otro. A partir de esos años, se empieza a imponer un sistema agrícola cooperativizado, sobre la base del cultivo de la cereza. El cambio económico generó un solapamiento entre el periodo de recolección de esta fruta (meses de mayo, junio y julio) y un tiempo de intensa actividad festiva (el Corpus, San Antonio, San Juan y Santiago). La consecuencia clara fue un decaimiento ritual en estos meses, en favor de los requerimientos del sistema productivo, y el florecimiento de las fiestas del mes de agosto (la Virgen, San Roque y la Feria); mes que coincidía con el final de la recolección.
En la actualidad, San Roque es el patrón de Piornal, y su fiesta, la fiesta grande del verano. Si bien, en los últimos años, está viniendo a menos debido, nuevamente, a una transformación económica. Este cambio no está siendo tan brusco como el que acabamos de comentar, pero sí lo suficientemente importante como para que la fiesta se haya reducido prácticamente a los días 15 (la Virgen) y 16 (San Roque), ya que el resto de jornadas (hasta el día 19, hace unos años), aunque hay verbenas y otros actos festivos, son días de trabajo en la recolección de frambuesas (cultivo muy intensificado en la última década).
LA FIESTA DE SAN ROQUE: EL RAMO
Se expresa García Matos en los siguientes términos, cuando habla de los Ramos en Extremadura: “[…] En cada pueblo, en cada aldea, no falta el Santo Patrón o Patrona a quien todos veneran con encendida fe y a quién en su día hacen los más solemnes festejos sacándole en procesión y haciéndole objeto de ofrendas en prueba de agradecimientos por los favores de él recibidos. A la ofrenda llámasela «el ramo», y éste lo hacen las personas que han hecho la promesa; consiste en un armazón de madera en forma cónica y como metro y medio de alto por uno de ancho en su base. Esta armadura la cubren con ramas verdes adornadas de flores, y encima o sobrepuestas acomodan las cosas ofrecidas, que suelen ser, por lo general, unas grandes roscas de pan confeccionadas con adornos muy artísticos, varios conejos y algún pollo o gallina. El «ramo» es colocado en unas andas y sacado por cuatro mozos en la procesión; ocupa el lugar anterior al Santo, yendo junto a él las personas que le ofrecen, entonando de cuando en cuando las canciones propias. Las letrillas de éstas son en muchas ocasiones ideadas con antelación por quienes ofrecen el «ramo», y se relacionan con el favor y protección que el santo les ha dispensado. Terminada la procesión y ya en la iglesia, repítense todos los cantares, haciéndose la entrega del «ramo» que poco más tarde es públicamente subastado. Se destina la recaudación a sufragar los gastos de la fiesta” (1944, p. 120).
En general, es ésta una descripción que se adapta muy bien a la fiesta de San Roque en Piornal, con algunas peculiaridades, que pasamos a comentar.
En este pueblo la organización de la fiesta corre a cargo del mayordomo, persona que se ofrece a ello, generalmente por una promesa, y que se encarga de todos los gastos ocasionados. De hecho, a diferencia de lo sugerido por García Matos, la recaudación por la subasta del Ramo no se utiliza para sufragar los gastos de la fiesta. La mayordomía puede ser individual o colectiva.
Además de preocuparse por tener bien atendida la imagen del santo, con flores, velas y adornos, el mayordomo inicia su participación pública el día 15 por la tarde con el Regocijo, ritual residual de los antiguos avisos utilizados para comunicar al pueblo que el siguiente es un día festivo. Se trata de cinco minutos en los que no paran de sonar la campanas, los cohetes, los tamboriles y las voces de un grupo, en el que suelen abundar los niños. El regocijo se repite a las ocho de la mañana del día 16.
Más tarde, antes de la misa, se realiza una procesión en la que apenas quedan vestigios de la estructuración social del grupo local, sino es por la mucha representación femenina en torno a la imagen, la cual se mantiene aún. Tradicionalmente, las mujeres “han servido” a los santos. La vinculación de las mujeres con el culto a los mártires, fenómeno fundamental del cristianismo a partir del siglo IV d. C., tiene sus antecedentes “en el cuidado y rituales para con los muertos, tanto familiares como públicos, del mundo pagano” (Pedregal, 1999, p. 60). Según esta autora, las mujeres eran las encargadas de una serie de prácticas marginales, de carácter periférico respecto a la vida y la actividad del ciudadano, consideradas arriesgadas y contaminantes, asociadas a preparar el nacimiento (los que van a nacer) y a honrar a los muertos (los que ya no están). Con el triunfo del cristianismo estas prácticas tienen su continuidad, entre otras, en el culto a los mártires, que aún hoy se mantiene, en gran medida.
En la procesión, unos metros más atrás de San Roque, cuatro personas llevan el Ramo. Inicialmente son personas vinculadas a la mayordomía. Posteriormente, cualquiera puede portar, durante unos minutos, uno de los brazos de las andas que soportan la imagen.
En el ámbito material, se trata de un ramo de pino, bien pertrechado de roscas y caramelos hilados, un roscón, un jamón y cuantos otros agasajos hayan incluido los mayordomos a su gusto. En la parte alta, de una rama de pino, penden varias campanillas de pequeño tamaño. Es el primero de los instrumentos musicales utilizados en la interpretación de la Rosca.
El simbolismo del Ramo viene asociado a la ofrenda con la que el mayordomo paga su parte del compromiso adquirido al formular la promesa o la manda. La manda básicamente consiste en un contrato imaginario entre una persona y una entidad sacra, en este caso, San Roque. Mediante la manda, la persona establece un compromiso con el santo haciéndole una ofrenda a cambio de que éste le otorgue algún bien.
En la fiesta de San Roque se dan dos modalidades de manda, atendiendo al perfil temporal, es decir, a la relación temporal entre la obtención del beneficio y la realización de la promesa.
Modelo I Modelo II
1º Problema (presencia o amenaza de un mal) Problema
2º Manda (compromiso con San Roque) Manda
3º Solución del problema (el santo cumple su parte) Ofrenda
4º Ofrenda (el humano cumple la suya) Solc. del problema
En el modelo I, ante la presencia o la amenaza de un mal (enfermedad, problema económico, etc.) la persona hace la manda (ser mayordomo) y cumple su parte una vez recibida la ayuda del santo, es decir, tras sanar de una enfermedad, solucionar su problema económico, etc.
En el modelo II, la persona realiza su sacrificio (ejercer la mayordomía) aún antes de haber recibido la ayuda del santo para solucionar el problema o la intersección de éste para llevar una situación a buen puerto. Este modelo supone situaciones de extrema confianza en el santo, ya que se adelanta el pago a la obtención del beneficio, cosa que no ocurre en el modelo I, en el que el beneficio debe preceder al pago.
La procesión concluye con una subasta pública para meter la imagen de San Roque en el templo. Es uno de los momentos en los que, nuevamente, emergen algunas mandas cuyo sacrificio es dinero, que pasa a engrosar las arcas de la Iglesia. Este es el tercer momento que la Iglesia aprovecha para recaudar fondos, junto a la ya comentada subasta para meter el santo en el templo, y el momento de la procesión en la que no falta una bandeja que recoge dinero de los asistentes.
No es, sino al final de la misa, cuando se interpreta la Rosca, canto que acompaña a la ofrenda del Ramo.
Una vez concluida la misa e interpretada la Rosca, el mayordomo, y personas de su entorno, llevan el Ramo a la plaza para ser rifado. En los días previos a la fiesta, los organizadores han vendido papeletas con diez números cada una. Ahora es el momento de sacar una papeleta de una bolsa en la que se encuentra una copia de todas ellas, y entregar el Ramo al que la posea. En el trayecto del templo a la plaza, antes de la rifa, y, posteriormente, de la plaza a la vivienda del ganador del sorteo, son corrientes los cantos de ronda, alegres como el momento de fiesta que se está viviendo.
El resto del día de fiesta se sucede como suele ser habitual en estos casos: al mediodía, la gente sale a pasear y a tomar algo por los bares, luciendo sus mejore galas; por la tarde, se organizan juegos para los niños; y, ya por la noche, una verbena ameniza la velada hasta aproximadamente las cinco de la madrugada.
LA OFRENDA DEL RAMO Y EL CANTO DE LA ROSCA
El rito de la ofrenda del Ramo se inicia, nada más concluida la misa, desde la parte de atrás del templo.
Situados al inicio del pasillo central, cuatro hombres colocan en sus hombros los brazos de las andas que muestran el Ramo elaborado por el mayordomo para realizar su ofrenda al santo. Todo está preparado para el inicio del canto de la Rosca.
Detrás, se sitúa el grupo de cantoras. Se trata de mujeres, generalmente jóvenes, ataviadas con la indumentaria tradicional del pueblo. En esta vestimenta ritual no faltan las medias, el refajo, el jubón y el pañuelo de ramo, además de diversos abalorios. Este grupo de mujeres, que ha sido previamente elegido por el mayordomo, está conformado por chicas, parientes suyas, y amigas de éstas.
Es importante comentar el hecho de que el canto de la Rosca, dirigido directamente al santo, sea realizado exclusivamente por mujeres, y no por hombres; y por mujeres preferentemente jóvenes vestidas con una ropa especial.
Durante la interpretación de la Rosca, las cantoras se erigen en representantes de toda la comunidad ante el santo. Son ellas las únicas que van a cantar, y lo van a hacer exclusivamente para él, para San Roque. Las cantoras pasan así de ser simples miembros de la comunidad, a ser mediadoras entre ésta y el santo. De esta manera, en el momento de iniciarse la Rosca, éstas se convierten en una unidad indisoluble con San Roque, al margen del resto de los allí presentes. Es tal esta unión que, en el momento del canto, no suena instrumento alguno, ni voz que no sea la de las cantoras. Esta unidad se refuerza por tratarse, como se trata, de mujeres jóvenes, mujeres que tradicionalmente han simbolizado la pureza, a través de su virginidad. Es esta pureza una de las necesidades para comunicarse con una entidad sacra.
La indumentaria de estas chicas ejerce un papel fundamental de separación de éstas y el resto del gentío presente en el templo. Se trata de una vestimenta diferenciadora y marcadora de fronteras porque, ahora, las cantoras han dejado de estar en el ámbito de lo humano, para pasar al ámbito de lo sagrado, y ello requiere elementos de distinción (Durkheim, 1912).
El rito del Ramo tiene dos momentos fundamentales, los cuales se van alternando a medida que se avanza hacia el altar en el que se va a depositar la ofrenda. Uno de ellos se corresponde con el sonido de la gaita y el tamboril, por un lado, y el de las campanillas que cuelgan del pino, por otro. En este momento, los hombres que portan el Ramo, avanzan lentamente hacia el altar. El otro, tiene como protagonistas a las cantoras que interpretan una copla a capella. El periodo de duración del canto, el grupo permanece quieto. Nuevas intervenciones del tamborilero y los porteadores mientras hacen sonar las campanillas y se desplazan, se suceden con el canto de nuevas coplas sin moverse del sitio, hasta que concluye la interpretación con el Ramo ofrecido en el altar. Es el momento de que los presentes en la iglesia aplaudan y den por finalizado el rito.
Interpretamos el papel de la gaita, el tamboril y las campanillas, como una llamada de atención, por un lado, hacia la comunidad que no debe perder detalle del papel que están jugando sus representantes ante el santo y cerciorarse que el mensaje que se está transmitiendo a éste es el correcto; y por otro, para éste último, el cual, una vez concluida la misa, debe atender al contenido suplicatorio que las muchachas van a lanzarle en sus coplas.
TEXTO Y MÚSICA DE LA ROSCA. TRANSCRIPCIONES
Las Roscas son cantos muy característicos en la tradición musical de Piornal.
Aún hoy se recuerdan, aunque ya no se interpretan, la Rosca Antigua de la misa del gallo, la Rosca de Navidad de la misa del día 25 de diciembre y la Rosca del Niño de la misa del día de Reyes. Las que todavía se cantan en la actualidad son la Rosca de la Virgen, el 14 de agosto; la Rosca de San Roque, el 15 de ese mismo mes; la Rosca de la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre; la Rosca del Cristo, el 15 también de septiembre; la Rosca Antigua de la Inmaculada, el 9 de diciembre; y, el 20 de enero, la Rosca a San Sebastián.
Las Roscas son cantos de fuerte componente religioso que se interpretan a modo de ofrenda musical, mediante la cual el pueblo invoca el buen devenir de los acontecimientos a través de un grupo de cantoras. Del término “rosca” algunos folkloristas han hablado como de la versión religiosa del vocablo ronda. Para estos, una Rosca sería una ronda a un santo, a la Virgen o a Jesucristo. Otros prefieren ver en estos cantos, un elemento añadido a los tradicionales Ramos. Las roscas son, en sí mismas, un dulce doméstico con forma circular y un orificio en el centro que se conservan hoy día en algunas ofrendas, como los mencionados Ramos. Francisco Cruces y Ángel Díaz de Rada asocian ambos términos y hablan de que “Rosca o ramo se denomina, por asimilación metonímica al citado ramo de roscas, frutas y campanillas, a una larga copla, normalmente en romance, que narra episodios de la biografía del santo patrón, haciendo profesión de fe comunitaria y poniendo al pueblo bajo la protección de éste” (1991, p. 227).
Texto de la Rosca a San Roque El texto de la Rosca de San Roque está constituido por una tirada de 17 estrofas, cada una de las cuales consta de cuatro versos de arte menor, todos octosílabos.
La mayor parte de las coplas se adapta a la estructura de copla, con rima asonante en los versos pares, quedando sueltos los impares. Cuatro estrofas, las de número 4, 8, 9 y 13, muestran una estructura diferente, en forma de redondilla, es decir, con rima consonante entre el primero y el cuarto verso, y entre el segundo y el tercero, según el esquema abba.
El contenido del texto tiene tres partes. La primera, correspondiente a la primera copla, pone de manifiesto la intención del rito que se está llevando a cabo, que no es otro que hacer una ofrenda a San Roque, acompañada de un canto de exaltación de éste. Las siguientes estrofas, hasta la número 15, cuentan la vida del santo, desde su nacimiento a su muerte, y su compromiso con servicio a los demás. En esta parte, la más extensa, son continuas las referencias al vínculo de San Roque con el cristianismo. La copla 16, bien podría ocupar la segunda posición, no en vano vuelve, nuevamente, al tema de la intencionalidad del rito, añadiendo la figura de Dios, presente en toda forma de culto cristiano. Por último, la copla final, es un canto de despedida de San Roque y de la Virgen, ésta última festejada el día anterior, también con su Rosca, aunque sin Ramo.
TEXTOS UTILIZADOS EN LA ROSCA DE SAN ROQUE
1. Al poderoso San Roque venimos a saludar para ofrecerle este Ramo, y sus glorias a cantar.
2. En Montpellier nació el Santo, de sus padres estimado, por seguir a Jesucristo dejó bienes y regalos.
3. Saliéndose de su casa por los montes y caminos, despreciando las riquezas y siguiendo a Jesucristo.
4. En agua pendiente hallaste la gentes apestada y triste, cruces sobre ellos hiciste y al instante los sanaste.
5. Con aquella vigilancia que exige la caridad, andaba muy cuidadoso de hospital en hospital.
6. También pasó nuestro Santo la terrible enfermedad, obligado sobre un palo a salir de la ciudad.
7. A una choza se retira muy triste y desconsolado, con una llaga en el muslo y él solo se la ha curado.
8. Porque Dios probarte quiere y coronarte promete, una fiebre te acomete y una saeta te hiere.
9. Olvidado de las gentes, solo en el monte viviste, y un perro con pan te asiste porque la vida sustentes.
10. El perro cogía el pan de la mesa de su amo y siguiéndole los pasos al Santo se lo ha llevado.
11. Tu tío, el gobernador, preso te tuvo en la cárcel, y tú, con mucha humildad y paciencia lo llevaste.
12. Dentro de su misma choza hizo el Santo que brotara una fuente cristalina que a los enfermos curaba.
13. Vuelves, al fin, a tu tierra y nadie te conocía; su tío te juzga espía y en una cárcel te encierra.
14. La abuela de nuestro Santo dijo que te conocía que si aquel era su nieto una Cruz Roja tenía.
15. Después que murió San Roque a su lado se encontraron un escrito que decía: “soy de la peste abogado”.
16. A este templo hemos llegado para alabar al Señor, y a bendecir este Ramo bajo el ministro de Dios.
17. Adiós, San Roque bendito, fuente de toda delicia. Adiós, Pura Concepción, Virgen Sagrada María.
En la transcripción más antigua, la de García Matos, aparece el siguiente texto de inicio:
Este Ramo te ofrecemos
San Roque, con alegría,
entre unas cuantas de mozas,
que las casás (casadas) no querían.
Del análisis de las estrofas que se cantan en la Rosca, especialmente las que hablan de la vida de San Roque, intuimos una procedencia de la devoción culta e impresa, entre otras cosas, por el importante manejo de datos históricos que aparecen, así como por el hecho de que sean muy similares a coplas cantadas a este santo en otras localidades. No obstante, es tal el número de variantes de texto para contar un mismo episodio entre cada una de estas localidades, que podemos pensar en la recreación de las mismas por parte del pueblo. El origen culto dejaría, pues, paso a la tradición oral como forma de transformación y difusión de los textos.
Podemos clasificar estas estrofas dentro del grupo de lo que Ruiz Martínez y Molina Martínez denominan oraciones devotas, que son “las que poseen una finalidad netamente espiritual, fundamentadas en una base enteramente religiosa, sobresaliendo una intencionalidad de comunicación y petición de gracia y salvación a Dios, la Virgen y los santos, especialmente a aquellos cuyas advocaciones tienen tradición en nuestro suelo” (1989, p. 159).
La música de la Rosca de San Roque
Sin duda, estamos ante una canción de gran belleza y solemnidad, con una sonoridad especial provocada por el sistema modal de organización melódica. Lo cierto es que, todas las Roscas recogidas en esta localidad se ajustan a este tipo de sistemas. Se trata de un tipo de cantos que se interpretan un solo día al año, y no llevan acompañamiento de instrumentos armónicos, algo que, sin duda, ha contribuido a su mantenimiento modal, posiblemente originario.
Musicalmente presenta las siguientes características (Guerra Iglesias y Díaz Iglesias, 2008):
– Ámbito melódico de 7ª menor, con la nota modal en la parte inferior de éste.
– La nota de comienzo se asienta en el sexto grado; la nota final en el primero; y los reposos intermedios en los grados segundo, tercero y sexto.
– Presenta unísonos e intervalos de 2ª, 3ª y 4ª, siendo el primer intervalo ascendente, de 4ª justa.
– La dirección melódica es ondulada, con tendencias descendentes.
– El punto culminante se sitúa hacia el final de la melodía, y forma con la nota modal un intervalo de 5ª justa.
– El portamento es el único adorno que muestra.
– Rítmicamente presenta cambios de compás de ternario (3/8) a binario (4/8) en un solo momento de la melodía.
– Tempo aproximado de 50 pulsos por minuto.
– Comienzo anacrúsico y terminación en función del texto.
– Se dispone según la forma de copla y estribillo, con la primera cantada a capella, y el segundo instrumental, con flauta, tamboril y campanillas.
En el canto de la Rosca, el efecto que genera el ruido de fondo (ecos, murmullos, etc.) resulta casi estremecedor. Por desgracia, como sugiere Francisco Cruces: “no tenemos grafías para representar «agitar de campanas », «voces de mujeres», «ecos de iglesia». Y mucho menos para «miradas de santo»” (1999, p. 38). Pero, como abunda este mismo autor, son todos ellos ingredientes imprescindibles de la Rosca, de la que dice que “no sólo admite, sino que exige, las invasiones sonoras del entorno” (ibid.).
Transcripciones de la Rosca de San Roque
Conocemos cuatro transcripciones musicales de la Rosca de San Roque. La más antigua de ellas, realizada por Manuel García Matos, se recoge en su Lírica popular de la Alta Extremadura, obra que vio la luz en 1944 (nº 1). Posteriormente, en 1995, se publicó la versión que presentan Ángel Calle Sánchez, Félix Calle Sánchez, Germán Sánchez García y Saturio Vega Ramos en el libro: Entre la Vera y el Valle. Tradición y folklore de Piornal (nº 2). Publicada en 1999 por Francisco Cruces Villalobos, aunque recogida en los años ochenta cuando este antropólogo realizó trabajo de campo en el Valle del Jerte, tenemos la versión que aparece en el número 15/16 de la revista Antropología (nº 3). Por último, la transcripción de Rosario Guerra Iglesia se recoge en la obra: Los sonidos de un pueblo, publicada en 2008 a partir de un trabajo de campo llevado a cabo por la autora a finales de la década de los noventa (nº 4).
A continuación tenemos las cuatro transcripciones:
Un análisis musical comparativo nos alerta de un buen número de diferencias de una a otra partitura. Veamos, brevemente, algunas de ellas.
Diferencias en la parte instrumental:
– Tres de las cuatro transcripciones (números 2, 3 y 4) recogen la parte musical ejecutada por la gaita y el tamboril. Una de ellas, la número 1, que es la más antigua, no. El hecho de que la trancripción de García Matos carezca de parte instrumental, no se debe a que en aquellos años no se interpretara ésta (informantes piornalegos de edad avanzada, nos han hablado de una Rosca en la que siempre sonaron la flauta y el tamboril, o, al menos, el tamboril). Pensamos que la causa hay que buscarla en el contexto de recogida de la canción. En los tres primeros casos, la música se recoge en la iglesia, en pleno ritual, en el momento mismo de la interpretación. Sin embargo, García Matos recoge la canción a una informante, seguramente miembro del grupo de cantoras, que sólo le interpreta la parte vocal.
– En dos partituras (números 2 y 4) se habla de flauta, y en una, la número 3, de gaita. Flauta de tres agujeros y gaita son expresiones sinónimas para este instrumento. En Piornal la gente las emplea indistintamente, si bien, se observa una tendencia al uso del vocablo gaita en gente mayor, y flauta en gente más joven, en este caso, quizá por la influencia del uso de la flauta dulce en el colegio. Gaita es un nombre que remite más al pasado, mientras flauta lo hace al presente y, en todo caso, a un pasado más próximo.
– Aún presentando algunas variaciones rítmicas y melódicas, las transcripciones 3 y 4, recogen prácticamente una misma tonada para la gaita, y un esquema rítmico similar para el tamboril. En el caso de la partitura nº 2, la parte instrumental es completamente diferente. En la obra Los sonidos de un pueblo (Guerra Iglesias y Díaz Iglesias, 2008) esta melodía, que aparece tonalizada, se asocia a la Rosca del Cristo, interpretada el día 14 de septiembre. Quizá la explicación esté en que, por falta de tamborileros en el pueblo, durante varios años la parte musical de las Roscas de la Virgen, San Roque y El Cristo, fue interpretada por el acordeón de uno de los autores de esta transcripción, el cual pudo utilizar una misma melodía para la parte instrumental de todas o de algunas de ellas.
– Entre las partituras de Cruces (nº 3) y Guerra (nº 4), las de más coincidencias, también se aprecian variaciones reseñables. Así, el primero utiliza adornos rítmicomelódicos más rápidos (mordentes de una, dos, tres y cuatro notas), mientras los adornos en la segunda, son más largos (semicorcheas). Interpretamos este hecho por un diferencial virtuosismo del tamborilero en uno y otro caso. Aunque el ritmo del tamboril es muy parecido en ambos autores, se aprecia el uso de ostinatos rítmicos más largos y con más contratiempos en Guerra que en Cruces. Da la sensación de un mejor manejo de la gaita en uno de los casos, y del tamboril en el otro.
– En la transcripción número 3, no se recoge el orden de inicio de los instrumentos. Sin embargo, en la número 2 y número 4, sí se especifica este inicio, con una importante diferencia de una a otra: en la primera de ellas, gaita y tamboril comienzan a tocar a la vez, mientras en la segunda, primero se ejecutan unos compases de tamboril para, a continuación, incorporarse la gaita. Ésta última suele ser la norma general de interpretación con estos instrumentos en Extremadura.
Diferencias en la parte vocal:
– La melodía, en cuanto a sucesión de notas, difiere mucho de la transcripción de García Matos a las otras tres, en las cuales resulta muy similar. No así el ritmo, en el que encontramos importantes desacuerdos.
– Las partituras números 1 y 2, utilizan la subdivisión binaria, ajustando el ritmo al compás de 2/4 la primera, y 4/4 la segunda. No obstante, García Matos (nº 1) opta por una búsqueda constante de la subdivisión ternaria, acudiendo al recurso del tresillo (hasta cinco en una partitura de doce compases). Por su parte, las transcripciones números 3 y 4, prefieren la escritura directa en subdivisión ternaria, utilizando un compás de 3/8, compás ampliamente utilizado en la música tradicional de Piornal, en particular, y de Extremadura, en general. En este aspecto, la diferencia esencial entre estas últimas estriba en el fugaz cambio de compás que aparece en ambas, y que en la primera pasa por el 2/4 y en la segunda en el 4/8.
– Un tipo u otro de escritura genera cambios en la forma de plasmar las respiraciones. Tanto es así que, la subdivisión binaria característica de la transcripción número 2 no obliga a un efecto sonoro muy llamativo en la Rosca, el cual sí recogen las otras tres partituras, de cortar algunas palabras para respirar. Esta situación es muy corriente al final del tercer verso de la mayor parte de las estrofas, algo que se registra en la partitura número 1 con un silencio de semicorchea, en la número 3 con un silencio de corchea, y en la número cuatro con ambos.
– Es también la elección del tipo de subdivisión la que incide en el inicio anacrúsico en las transcripciones 1, 3 y 4, y a tempo en la transcripción número 2.
Estas cuatro partituras nos sirven para plantear el problema de la transcripción musical, y más concretamente de la transcripción de la música de tradición oral.
Son muchos los aspectos que influyen en que estas cuatro transcripciones presenten diferencias, aún tratándose, como se trata, de la escritura de una misma tonada, ejecutada en una misma localidad, cada 16 de agosto.
Uno de estos aspectos es, sin duda, el momento de la recogida de la canción por parte del investigador. Si algo caracteriza a la música de tradición oral es su variabilidad temporal, de tal manera que, las interpretaciones varían de un momento a otro de la interpretación. De hecho, una misma canción interpretada en diferentes momentos, genera diferentes interpretaciones, todas igualmente válidas.
En el caso de la Rosca de San Roque, la transcripción que más variaciones melódicas presenta con respecto a las otras es la de García Matos (número 1), precisamente la más antigua y más separada temporalmente del resto. El tiempo es, sin duda, un elemento esencial en la variabilidad musical de la tradición oral.
Otro elemento de variación lo constituyen los intérpretes. En cada ejecución de la Rosca es diferente el grupo de cantoras y, en algunos casos, el tamborilero. Cada año, se renueva parcial o totalmente el grupo de mujeres, lo que conlleva nuevos timbres, nuevas formas de cantar, y, por lo general, diferente nivel en el dominio del canto. También en el tamborilero se dan cambios. En las últimas décadas se han alternado periodos en los que había un solo tamborilero, con otros en los que había unos cuantos o ninguno. Cuando son varias las posibilidades de elección, por la presencia de más de un tamborilero, como ocurre en la actualidad, es la cercanía de éstos al mayordomo (parentesco, amistad, etc.) la que determina la elección. En el caso de ausencia de estos músicos, dos han sido las opciones elegidas: buscar un tamborilero en pueblos vecinos o sustituir la gaita y el tamboril por otro instrumento, como la bandurria o el acordeón.
Son, asimismo, aspectos relevantes a la hora de marcar diferencias en las transcripciones: el objetivo de la investigación en la que aparecen éstas, la formación musical del investigador, el momento de la recogida de la canción, la técnica y el instrumento utilizado para recoger, el método de transcripción, el uso de una u otra notación musical, etc.
Éstas son las virtudes y las miserias de la tradición musical. La diversidad que planea sobre la música popular supone riqueza, pero también trabas a su consideración como música “seria”, “culta”, “importante” y “digna de estudio”. Como antropólogo y como piornalego, me siento contento con la existencia de estas cuatro transcripciones de la Rosca de San Roque, y con otras tantas que hubiera, de ésta o de cualquiera de las músicas que se han cantado y se cantan en Piornal o en otros pueblos. No son más que muestras materiales de un patrimonio inmaterial de gran riqueza. Pero, aún me sentiría más contento si estas músicas tuvieran la consideración que merecen, tanto en ámbitos musicales como educativos (conservatorios, colegios e institutos) y en general, en toda la sociedad, cosa que, por desgracia, aún no ocurre en nuestro país.
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BIBLIOGRAFÍA
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