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El trovero ha buscado la correspondencia amorosa de la dueña de su corazón mediante quintillas, cuartetas, décimas y el trovo propiamente, que es la glosa en cuatro quintillas de una cuarteta previamente dada, con la condición que el último verso de la primera quintilla coincida con el primer verso de la cuarteta, el ultimo de la segunda quintilla debe ser el mismo verso que el segundo de la cuarteta, y así sucesivamente. Lo veremos más adelante.
El trovo y la controversia trovera basada fundamentalmente en la sucesión de quintillas se cantan mediante la malagueña trovera, un estilo flamenco procedente del fandango, y las décimas se interpretan por guajiras, estilo aflamencado de influencias cubanas.
Pero este fenómeno de la repentización no es, ni mucho menos, exclusivo de nuestra tierra y para muestra los casos gallegos, asturianos, los ranchos canarios, las coplas de picadillo de Aragón, los bersolaris vascos, los glosadores baleares, etc.
José María Marín (1865–1936) nacido en La Palma (Cartagena), unionense de vivencias, que falleció en el cartagenero barrio de los Molinos; luego Isaac Peral, fue el creador del trovo que ha llegado hasta nosotros. Él fijó las normas y fue el mejor de su tiempo, considerado cumbre en este arte repentizado, su Edad de Oro.
Pero hace trescientos años se improvisaban coplas en la comarca como pone de manifiesto Ginés Campillo de Bayle en su novela Gustos y disgustos del Lentiscar de Cartagena en la que aparecen mozos disputándose a las mozas empleando versos creados en el acto, con acompañamiento musical, y en el transcurso de las carreras de cintas a caballo.
A mediados del siglo XIX la sierra minera de Cartagena –La Unión se puebla de gentes venidas de la ruralía almeriense, de otros enclaves de la región murciana y del campo cartagenero. Todo un gran contingente de mano de obra para la actividad minera. Pero destacamos a los procedentes de Almería, que traerán un folklore basado en el fandango alpujarreño o cortijero, vehículo musical para los versos que improvisan y en gran medida base del posterior desarrollo de los cantes mineros, junto a las aportaciones del folklore local como los cantes de madrugá o malagueña de la madrugá. Pero será aquí donde se imponga el respeto escrupuloso a la métrica y ganen las composiciones calidad literaria y sentido del mensaje, convirtiéndose el trovo en medio para el debate social y político en unos momentos convulsivos en que la clase trabajadora comienza a organizarse en sindicatos y partidos políticos de izquierda.
Pero veamos lo que es un trovo en esta composición del rey de los troveros, Marín, principal artífice de la ortodoxia trovera. Ángel Roca, trovero, poeta e historiador del trovo, nos brinda una anécdota en la que un joven, vecino de Marín, le presentó una cuarteta:
No me gustan las mujeres,
desprecio las diversiones,
a mis padres aborrezco,
quiero morir en prisiones.
El trovero al glosarla cambia magistralmente el sentido de los versos que acabamos de leer.
Soy amigo de placeres,
toda amorosa conquista
acapara mis deberes,
porque ausentes de mi vista
no me gustan las mujeres.
En busca de relaciones
camino constantemente
y acudo a las reuniones,
pues no estando yo presente
desprecio las diversiones.
El bien paterno apetezco
en mi afanoso vivir,
a nadie rencor ofrezco,
ni nadie me oirá decir:
a mis padres aborrezco.
Cifro mis aspiraciones
en una gentil doncella,
manantial de bendiciones
y antes de vivir sin ella
quiero morir en prisiones.
Cantó la belleza de una mujer, casi niña, de Pozo de los Palos:
Ese lunar tuyo, Elisa,
vale un mundo y vale dos,
envuelto con tu sonrisa
vale lo que se divisa
entre los hombres y Dios.
Y supo censurarlas con humor:
La primera engaño a Adán
sin salir del paraíso,
siendo así la que Dios hizo,
¿cómo las otras serán?
Mis abuelos me contaban que su esposa no gustaba de las frecuentes salidas nocturnas del vate, que era muy demandado para las veladas troveras a lo largo y ancho del campo cartagenero, lo que provocaba disputas conyugales. Llegó su fama a tantos rincones que quisieron conocer de sus dotes artísticas en Almería y Barcelona, y en esas tierras improvisó su verso fácil. En una ocasión que dejaba el hogar para asistir a un acto en Canteras, la mujer exclamó: ¡Anda y que te lleven los demonios!
La contestación del genio no se hizo esperar:
Si a los demonios tu vieras,
y preguntan por mí,
diles que estoy en Canteras
que pueden llevarte a ti
y en el infierno me esperas.
Otra modalidad trovera es el verso cortado, en la que los dos artistas contendientes se van contestando verso a verso pero observando la métrica de la quintilla que componen entre ambos, tratando de darse hachazos uno a otro. La temática amorosa aparece en el duelo entre Marín y Castillo:
Marín: Tú con tu novia estás loco.
Castillo: Si que le tengo cariño.
Marín: Dicen que te quiere poco.
Castillo: Dice que sueña conmigo.
Marín: Sí, pero duerme con otro.
Aún quedan abuelos, si bien cada vez menos, que son capaces de recitar sucedidos y versos de este gigante de la poesía popular, algunas creemos que falsamente atribuidas, lo que le convierten claramente en un personaje legendario en el imaginario colectivo.
Al párroco Víctor Ferrández Obradors (1), de Cuestablanca, en el poniente cartagenero, debemos la interesante información de numerosas composiciones de aficionados al trovo, algunos de ellos guiones de las cuadrillas que proliferaron y lo siguen haciendo en aquella zona de fecundo folklore.
Las quintillas de estos vates son crónicas de costumbres y tradiciones de antaño, como manifiesta el tío Pollo, de Los Puertos de Santa Bárbara, sobre las candangas, como en esas tierras dan nombre a las reuniones nocturnas en una vivienda, que servían de encuentro y diversión para el vecindario, al tiempo que se realizaban faenas como el trabajo del esparto. Momento privilegiado para el galanteo de los más jóvenes y siempre espacio oportuno para la juerga de grandes y chicos:
De candanga no voy más.
Siento no hacerte visita,
tú me puedes dispensar,
pero Isidoro, tanta risa
no puedo disimular.
El tío Pepele, José Hernández Martínez, nació en Perín en el año 1875, falleciendo en 1951. Un buen día pasaba montado en su burro junto al pozo de las casas del Cano Cañas, en Cuestablanca, donde dos mozas lavaban. Les solicitó agua, pero a cambio las chicas querían que les sacara un trovo a cada una de ellas. Y ahí van los versos picantes de Pepele.
Yo quisiera ser buen mozo
y gozar de tu belleza,
pa’colocarte la pieza
como maroma en el pozo.
Yo ya me he puesto viejo
y me meo sin sentir,
y se m’arrugao el pellejo,
y no le puedo chumbir
mi perrico a tu conejo.
Antonio García Lorente el Lizana o el Jardinero, natural de Cuestablanca, donde nació en 1907, falleciendo en 1974, es el autor de este poema titulado Petición de mano (A mi futuro yerno), del que tan sólo damos cuenta de algunos versos:
¡Te conozco, ciudadano!
De esta hija mía tan bella,
vienes a pedir la mano.
¡Lo que tú quieres, villano,
no es la mano, es toda ella!
¡Ya estoy viendo el plumero!
Has venido a molestarme;
pero soy tan caballero,
que aunque vienes a robarme
hasta te abrazo y te quiero
................
¿Y tú te vas a casar?
Pues, amigo, a padecer!
Cuando salgáis del altar
seréis dos para comer
y uno para trabajar.
................
¿Te vas a casar? Lo siento.
¡Ya estás preso con cadena!
Conste que en tu casamiento
no te doy la enhorabuena,
¡Te acompaño en el sentimiento!
Otro trovero fue Leandro Bernal, de Cuestablanca, maestro de escuela y admirador del gran Marín. Falleció en Roche, en los años 50, y también dedicó versos a la mujer:
Es el néctar de la flor
que al hombre sabe embriagar.
Pura esencia del amor.
Y por gracia del Creador,
es el ángel del hogar.
Pedro Pérez Ros, Pedro Cantares, es uno de los grandes del arte repentizado. Nacido en Molinos Marfagones, en el año 1901, compartió lides poéticas con Marín en 1915. Sufrió la cárcel tras la guerra civil a consecuencia de sus ideas republicanas, fracasó en su matrimonio, mal vivió económicamente al perder su empleo por efecto de la depuración política. Así entendemos mejor esta parte de su Autobiografía escrita en 1951:
¿Estado?...Desesperado
–iba a decir– ¡Dios me tenga!
¡Vive Dios! No soy soltero,
ni viudo, ¡Ojalá lo fuera!
¿Qué soy entonces? ¿Casado?
¡Dudoso está que lo sea!
Ninguna de las tres cosas
¡y las tres! ¿Hay quién me entienda?
Cantares documenta en un trovo propiamente dicho, el ataque que sufrían aquellos galanes que pretendían a una moza en pueblo ajeno. Los vecinos de la muchacha lo martirizaban arrojándole en la noche y por sorpresa una tormentosa lluvia de palas, es decir, hojas de la chumbera. Reproducimos la cuarteta y las cuatro quintillas que la desarrollan.
Pitorro está enamorado
de una primorosa perla
y siempre que viene a verla
se va de palas cargado.
En Cuestablanca una nena
lo tiene medio embrujado;
con un amor que envenena,
más fuerte que una cadena,
Pitorro está enamorado.
Y sufre mil sinsabores
por el dolor de quererla,
porque cifra sus amores
en los claros resplandores
de una primorosa perla.
De los Cañavates vino
solamente a conocerla
y le estorban el camino
de palas un remolino,
siempre que viene a verla.
Siempre que se arrima al corro
sale el pobre malparado.
se va pidiendo socorro,
porque a su casa el Pitorro
se va de palas cargado.
Pedro Cantares dedicó su inspiración a su amigo Pepe, el chófer, cuando contrajo matrimonio en 1961. Tan sólo unas pocas estrofas traemos al papel.
¡Hombre Pepe! ¿Te has casado?
¡Has hecho bien! ¡Vive Dios!
Tú por lo visto has pensado,
que con el mismo guisado
que come uno, comen dos.
Pero yo te soy sincero.
¡Después me lo contarás!
Desengañarte no quiero.
Pero ya te acordarás
de tus tiempos de soltero.
¡Ya verás tú lo que es bueno!
¡Ya verás tú, en cavilar,
pasarte la noche en pleno!
¡No te hará falta sereno
cuando quieras madrugar!
¡ Pobre Pepe!, cuando pida
dinero para fumar
o para echar la partida!
¡Verás que “hermosa” es la vida
del que se llega a casar!
¡Ya verás tú la parienta,
al entregarle el jornal,
qué bien te ajusta la cuenta
y te canta las cuarenta
como le falte un real!
Muchos versos censuran la mala costumbre de casarse, que me recuerdan lo leído en el artículo dedicado a los usos matrimoniales en nuestro país, aparecido en la revista que sobre el folklore andaluz dirigía entre los años 1882–1883 Antonio Machado y Álvarez (2):
“(…) el concepto fatalista que el pueblo tiene del matrimonio. No conocemos copla alguna que cante sus excelencias, ántes por el contrario, según reza la canción popular, se abre con el matrimonio una era de sinsabores y disputas”.
Apunta un verso:
Te casaste, te enterraste.
En nuestra zona se oye con frecuencia:
Te casastes, la cagastes.
El trovero Ángel Roca ha realizado numerosas aportaciones al mundo de la repentización popular, una de ellas es la incorporación de la décima espinela, que ya venía siendo utilizada por estos artistas, al llamado piropo trovero que dedican en las fiestas patronales a las damas y reinas de las fiestas. La primera vez fue en julio de 1961 en el Llano del Beal y desde entonces en toda velada coincidente con estos festejos es de obligado cumplimiento. Para ello la corte de bellas jóvenes sube al escenario, se sientan, y a cada una de ellas se le asigna un improvisador que queda detrás de su dama y de pie. Le preguntará su nombre buscando inspiración para mejor elaboración de la copla, en la que alabará la belleza, la simpatía y otras bondades de la moza.
En el caso que ahora nos ocupa reproduciremos la décima dedicada por Roca a la cantante Isabel Pantoja en una gala que tuvo lugar en 1973. Me veo obligado a dar una explicación previa, el Conejo que aparece en el verso alude al apodo del simpático trovero unionense Ángel Cegarra.
Besaste al Conejo aquí
y se quedó turulato,
fíjate que ya hace un rato
y creo que no vuelve en sí.
Si me das un beso a mí
del trovo te alzo un dosel:
Pero te advierto, Isabel,
que si me roza tu boca
a tu trovero Ángel Roca
hoy se le eriza la piel.
Algunos versos de Roca han sido utilizados por cantaores flamencos porque aquí fueron siempre de la mano trovo y cante desde los tiempos fundacionales de Marín y El Rojo el Alpargatero. He oído cantar a Manolo Romero, cartagenero pero oriundo de Linares, la siguiente quintilla de Ángel por fandango minero:
Marinero, marinero,
no vuelvas a Cartagena
que si te digo te quiero
aquella guapa morena
se casó con un minero.
Joaquín Sánchez El Palmesano me comentó cuando preparaba mi libro La Palma. Un pueblo cuenta su historia (3), que sus habilidades repentistas le servían para ligar con las chicas.
CANCIONERO DE AMOR Y GALANTEO
Siguiendo el repertorio del Grupo Folklórico Ciudad de Cartagena de La Palma encontramos continuas alusiones a la temática amorosa, como no podía ser de otro modo. Jota de Cabo de Palos
Marinero de Levante
deja ya de navegar
que te espera tu morena
a la orillica del mar.
Toreras
Los montes de Cartagena
tienen minas en La Unión,
La Unión tiene una morena,
la morena un corazón
y el corazón una pena.
Jota de La Azohía
Esos dos que están bailando
que parejicos que son,
si yo fuera padre cura
le echaría la bendición.
No chilles porque te beso
que puede oírte tu madre
y vas a hacer que se entere
de todo lo que ya sabe.
Malagueña cartagenera
Del campo cartagenero
como la gran soberana,
y en el bailar tiene fama
por la gracia y el salero
de la mujer palmesana.
(Esta última estrofa fue compuesta por Pedro Baños, maestro bolero de Fuente–Álamo a finales de los años 80 del siglo XX).
De esa boquita melosa
vale más un sí te quiero
que doscientos mil abrazos
de una madre cariñosa.
P’a los dos la partiría
si tuviera una naranja,
pero como no la tengo
allá va la despedida.
Sevillanas boleras
Como quieres que quiera y olé
lo que tu quieres.
Yo quiero a los hombres y olé
tú a las mujeres.
La siguiente estrofa la recopiló Martínez Tornel (4), folklorista decimonónico.
Ya no voy a Pozo–Estrecho,
ni a Pacheco ni a La Palma,
porque las mozas de aquí
me llevan robada el alma.
CANTE FLAMENCO, CANTE MINERO
A continuación entregamos al lector letras de distintos estilos flamencos de nuestra comarca cantaora de Cartagena–La Unión, conocidos por denominaciones tales como cantes minero–levantinos. Algunas de las estrofas ya no son interpretadas, pero quedaron registradas por recopiladores, en cambio otras muchas siguen muy presentes en la tradición y el patrimonio que sostienen los artistas flamencos. No pocos versos interpretados por los artistas flamencos fueron en su momento préstamos tomados del folklore popular, músicas aguilanderas, cantares de faenas, o para bailar como jotas y malagueñas.
El minero es pretencioso, presumido, arrogante las más de las veces. Quiere lo mejor para él y su enamorada, sobre todo gusta lucir las mejoras galas cuando se trata de la indumentaria, nada de torpes aliños. Los dineros que gana en la dura faena prefiere gastarlos a espuertas porque la vida es breve y la muerte acecha con afilada guadaña por las oscuras galerías. Para galantear con mayores garantías de éxito no hay nada mejor que ser obsequioso con la pretendida, fanfarronear de mejor tartana o jaca, pregonarse como valeroso barrenero, rápido arriero o ingenioso trovero. Pero el minero sufre de amores, experimentando el desconsuelo de la perdida.
Podemos observar la geografía comarcal, siempre presente en las letras de los cantes de Cartagena y La Unión, sobre todo el mapa de las explotaciones mineras con indicaciones específicas de localidades y nombres propios de minas. Muchos son los campesinos metidos a mineros que vendrán desde la ruralía almeriense, por ello aparecen los itinerarios, especialmente Lorca y Totana, que llegaron a dar nombre a unos estilos de taranta conocidos como lorquina y totanera. Cancionero en el que tiene destacada presencia incluso la trama urbana cartagenera como la calle Canales, muy repetida, y otras del casco antiguo, donde se ubicaban desde la década de los setenta del siglo XIX establecimientos con una especial relación con el flamenco como cafés cantantes o posadas. A veces es una geografía de la rivalidad pues se porfía para determinar qué mozas son más guapas o tienen más salero.
Herrerías y El Garbanzal, muy aludidas, son las dos poblaciones que con su rápido crecimiento demográfico debido al boom minero dieron lugar al nuevo municipio de La Unión, fruto de su segregación, a mediados del siglo XIX, del término municipal de Cartagena. A estos dos núcleos se le sumaron las localidades de Portmán y Roche.
Las siguientes coplas son cantadas por cartageneras, tarantas, tarantos, mineras o tarantillas, fandangos mineros. La primera que exponemos alude a Pedro El Morato, trovero, guión de cuadrilla, y cantaor flamenco de Vera, localidad almeriense de la que vinieron, desde la mitad del siglo XIX, muchos campesinos metidos a mineros a trabajar a la sierra de Cartagena–La Unión. Se considera que El Morato es uno de los creadores de los cantes mineros, así como un importante divulgador del trovo alpujarreño, posiblemente clave en la génesis del trovo cartagenero tal y como lo conocemos en la actualidad. Las tres primeras estrofas de la relación las recopiló José Martínez Tornel, folklorista murciano, periodista, director de El Diario de Murcia, ejemplo de amor y compromiso por todas las manifestaciones culturales de las clases populares de la huerta y de toda la región. Algo inusual en la prensa de finales del siglo XIX, por lo que su actitud cobra mayor relevancia a contracorriente de la ideología burguesa bienpensante.
Me llamo Pedro (El Morato),
hijo natural de Vera,
y estoy loquito perdío
por una cartagenera.
Quiéreme que soy minero
de las minas de Portmán,
y en ganando una peseta
ya tengo pa comprar pan.
Quiéreme que soy minero
de las minas de allí enfrente,
y me he de casar contigo
aunque no quiera tu gente.
Que ganamos en la mina,
marditos sean los dineros
que ganamos en la mina,
yo gastármelo prefiero
aunque viva en la ruina;
por si de pronto me muero.
Quiéreme que traigo capa
y sombrero a lo lorquino,
camisa de cinco tapas,
pantalón de paño fino
y botonaúra de plata.
Vengo de la carbonera,
mira lo que t’he comprao:
unas botas de cartera
con los botones ar lao.
Te las pones cuando quieras.
Yo vivo en Santa Lucía,
lo mejor de Cartagena.
Tengo mi buena tartana.
Mi novia, guapa y morena,
es la reina de Totana.
Una muchacha de Lorca
y otra de Almazarrón
se jugaron la hermosura.
Y la de Lorca ganó,
por tener mejor figura.
De las Herrerías salí
a trabajar en Los Blancos;
En El Llano te encontré
y allí fueron mis quebrantos
porque no te he vuelto a ver.
He nacío en el Garbanzal,
trabajo en las Herrerías
y tengo mi corazón
cerca de Santa Lucía.
Yo me enamoré de ti
al entrar en Cartagena.
Al ver tu cara morena
yo a mi mare se lo juré:
tu conmigo serías muy buena.
Para carrascas, Chiclana;
Para pinos la Alameda;
Para muchachas con gracia,
San Antón y Cartagena.
De Cartagena a Herrerías
han levantao una pared,
por la pared va la vía
y por la vía va el tren
¡y dentro la prenda mía!
Una mañana te vi
en Alcantarilla, tu cara.
Como te vi tan serrana
yo me enamoré de ti,
cuando te vi en tu tartana.
Mi marido es minero
que sube y baja a la mina
y me da lo que yo quiero
porque soy canela fina.
Cuando yo cobre en la mina
te voy a comprar un refajo,
unas enaguas de azulina
que te asomen por debajo
y volantes de seda fina.
No quiero novia en Portmán
aunque me la den de balde,
que la quiero en Herrerías
aunque me cueste la sangre.
Me voy a las Herrerías
a hablar con el comisario;
la noche la vuelvo día
cuando monto en mi caballo
y hablo con Ana María.
No comías ni bebías,
tú por mí te desvelabas;
era tu amor tan sensible
que con oír mis pisadas
bajabas descalza a abrirme.
Tengo una novia en Portmán
y otra tengo en Herrerías:
con aquélla me anochece,
con ésta me sale el día.
Tengo que poner espías
por ver si mi amante viene,
al pie de Torregarcía.
¡No sé para mí qué tiene
el camino de Almería!
Vengo de mi trabajico
con mi talego en la mano
y no tengo quien me diga
si vengo tarde o temprano.
Por la oscura galería
pasó un minero cantando,
y en altas voces decía:
¡Si estará la prenda mía
con otro galanteando!
Por oscuras galerías
baja un minero cantando.
Aunque cantaba pensando:
¡Si veré a la prenda mía
que por mí quedó penando!
El corazón se me parte
cuando pienso en tus partías.
Y cuando te tengo delante
los males se me olvidan,
y tengo que perdonarte.
Ay de noche y día
una pena impertinente
reina en mí de noche y día,
porque a mí ná me divierte,
ni tengo más alegría
que el rato que vengo a verte.
Anda y dile a la Gabriela
si vas a las Herrerías,
que duerma y no pase pena,
que antes que amanezca el día
estaré yo en Cartagena.
Cuando vuelvo de la mina
en la boca me da un beso
y el beso me sabe a gloria
revuelta con manganeso.
De Cartagena salí
y en San Antón me prendieron;
conducío a Murcia fui
y allí mis quebrantos fueron
al verme preso y sin ti.
Cariño le tengo yo
al pueblo de los Molinos,
que la mujer que yo quiero
en ese pueblo nació
hija de padre minero.
En la puerta da la luna
eres guapa y Dios te guarde,
mira que va a dar la una
y precisa el retirarme.
Porque olvidarte quería
a dormir yo me acostaba,
más presente te tenía
porque contigo soñaba.
Si vas a San Antolín
y a la derecha te inclinas,
verás en su camarín
a la Pastora Divina
que es vivo retrato a ti.
Son las dos de la mañana,
abre, que soy el Moreno
y dame por la ventana
dos copas de anís del bueno
que vengo con mi serrana.
NUEVO FOLKLORE
Bailando por Cartagena fue un disco compacto surgido de la colaboración de la Peña Flamenca Antonio Piñana y del Grupo Folklórico de La Palma (5). Luis Federico Viudes, gran conocedor del folklore de nuestra región, compuso nuevas músicas a partir de los cantes de Cartagena y La Unión como son las cartageneras, tarantas, tarantillas o mineras, levanticas, murcianas, fandango minero, malagueña de Concha la Peñaranda, etc. En la creación del flamenco de nuestra comarca, con una tradición de más de 150 años, tuvieron mucho que ver los aires folklóricos del campo cartagenero, los cantes de madrugá o malagueña de la madrugá que campesinos y mineros entonaban al amanecer cuando se dirigían al tajo, el folklore–flamenco de los mineros almerienses como su fandango alpujarreño empleado para trovar. Por cierto, la malagueña de la madrugá se populariza en Murcia en 1868 y según el folklorista José Verdú se ha cantado siempre por los mozos de la huerta, en las rondas y serenatas con que obsequiaban a sus novias (6).
Viudes recorre el proceso inverso seguido por la historia musical: el folklore se aflamenca al dotársele de mayor jondura y carga expresiva. Él estudia el cante flamenco para hacerlo folklore, imagina como sería el cantar del pueblo antes de convertirse en cante. Las letras utilizadas son de la tradición folklórica–flamenca y otras compuestas para la ocasión por el propio Luis Federico, algunas del cartagenero Ginés Jonquera, y otras populares recopiladas por la flamencóloga Génesis García. Además crea desde el estilo bolero nuevos pasos de baile, no en vano fue el maestro Requejo, vecino de nuestra comarca, uno de sus artífices en el siglo XVIII. Estos nuevos bailes y cantares son interpretados por el grupo palmesano desde el año 1992.
Traemos al papel en esta ocasión tan sólo algunas de las escritas por Viudes y de temática amorosa, que además, como es frecuente en el arte popular recrean lugares de la geografía urbana cartagenera y mencionan localidades de la comarca y de la región. Otra característica a destacar son las alusiones a las actividades productivas de la zona y a las profesiones tradicionales, así desfilan mineros, tartaneros, marineros, pescadores, venteras, etc. Otras categorías sociales y profesiones marginales como prostitutas, presos y contrabandistas, presencias que han venido siendo habituales en el flamenco, definida por algunos como la música de los parias del sur de España.
El amor se presenta como generosa entrega que lleva a la amada a prostituirse, en otros casos a trabajar para que la persona querida luzca las mejores galas, y junto a ese desprendimiento hallamos versos que expresan todo lo contrario: el interés de la mujer por sacar tajada material de un amante y de otro, el engaño, en definitiva, con fines lucrativos.
Fandango minero
Con lo que saque en la mina,
voy a montarle a mi flor,
una barraca en Los Nietos,
apegá a la Mar Menor.
Taranto
Yo encontré plata en La Unión
y oro en la sierra Almagrera;
pero perdí el corazón,
cuando di en Huércal–Overa
con el más rico filón.
Cartagenera
Por la Alameda, me viste;
Por el Arsenal, me hablaste,
Por el Muelle, me quisiste,
Por el Puerto, me tiraste…
¡Vaya prisa que te diste!
Murcianas
Mi marío, totanero;
Mi pretendiente, ciezano;
Mi amante, cartagenero;
Y el hombre que yo más quiero,
liao con otra y murciano.
Tengo un novio con tartana,
que viene a verme de noche,
saltando por la ventana;
Y otro, a la puerta, en su coche,
al despuntar la mañana.
Malagueña Bandolá
Tengo por gracia María,
y por alias La Corriente.
Soy ventera en Venta Fría,
y despacho a los clientes,
más de noche que de día.
Qué hambre que estás padeciendo,
en San Antón encerrao.
Y tanto que te estoy queriendo,
que, pa llevarte un bocao,
el cuerpo lo voy vendiendo.
En Portmán tengo fletao
un barco de contrabando
de tabaco bien cargao,
pa que tú vayas fumando,
como Dios lo tié mandao.
Marinera (Jota cartagenera)
Como no me salga novio,
habiendo tanto soldao,
le tiro un viaje al ajuar,
y por saco a lo bordao.
Lo mejor de ser moza
en Cartagena
es el tener a mano
la tropa entera.
No soy golosa:
Yo sólo quiero
un grumete, un infante
y un artillero.
Tengo un novio pescaero,
que me regala el jurel,
la boga y el aladroque,
la morralla y el pajel.
Con mi novio me hincho
de pescao fino;
Con el otro me harto
de langostino,
de hueva’mujol,
de chipirones,
de chanquetes, percebes
y mejillones.
CANTES DE TRILLA
Canto campero que se solía entonar al realizar las faenas propias de la trilla de la mies en la era, tras la recolección en el verano. Es musicalmente monótono, como la propia acción trillera, semejante a una nana, y quienes lo han ejecutado nos refieren que la caballería marchaba con un trote más alegre al oírlo. El cantaor Bernardo el de los lobitos (1887–1969), natural de Alcalá de Guadaira (Sevilla), los interpretó e impresionó en disco para la posteridad. Después de él han sido varios los artistas flamencos que los han cantado, si bien dotándolos de expresividad más jonda.
Cantes de trilla que no son patrimonio en exclusiva del folklore andaluz, se han cantado en los campos de Castilla–La Mancha y en Murcia. De esta región escribió el músico Felipe Pedrell, maestro de Falla, en el Cancionero musical popular español, que encontró en ella un cante de trilla de sabor flamenco.
En sus versos alusiones a la labor agrícola, aconteceres cotidianos de la vida aldeana, piropos a las mulas y como no podía ser de otra forma aparece el amor, el cortejo y el desamor.
Arre mulica torda, Campanillera.
A la hija del amo, Quien la cogiera.
La parva por encima, ya se ha trillado.
Vamos a darle la vuelta, del otro lado.
(Informante: Juan Abellán Alcaraz de San Cayetano, municipio de Torre–Pacheco).
Como quieres que vaya
de noche a verte
si le temo a tu madre
más que a la muerte
más a la muerte, nena
más que a la muerte
como quieres que vaya
de noche a verte.
Arrodea, arrodea
si vas por hilo
yo tamien arrodeo
por ir contigo
por ir contigo, nena
por ir contigo.
Arrodea, arrodea,
Si vas por hilo.
Una vez que te quise
fue por pelo
ahora que estás pelada
ya no te quiero
ya no te quiero, nena
ya no te quiero.
Una vez que te quise
Fue por pelo.
Anda y dile a tu madre
que te empapele
que a las empapeladas
ya no las quieren
ya no las quieren, nena
ya no las quieren.
Anda y dile a tu madre
que te empapele.
(Informante: Luciano Martínez Ros, Roldán (Torre–Pacheco). Los cantes de trilla incorporan letras de otros cantares populares como es el caso de esta copla empleada en
la jota:
Arrempuja Maruja
y echa la aldaba
yo tenía una novia
que se llamaba
que se llamaba, nena
que se llamaba.
Yo tenía una novia
que se llamaba.
La siguiente letra de trilla me la enseñaron en La Puebla:
Desde que te fuiste Pepe
el huerto no se ha regao,
la hierbabuena no crece,
y el perejil se ha secao.
Estos versos los ha grabado la cantaora Estrella Morente, pero en un estilo de tangos flamencos, copla recogida por el poeta García Lorca del pueblo e incorporada a su obra literaria. Imaginamos que el poeta, dramaturgo y músico la oiría en las voces del campesinado granadino, cuyo folklore bien conocía.
Me lo ofrece José Maria Fructuoso, de Pozo–Estrecho:
En la huerta de Murcia
como hay moreras
se crían las mujeres
guapas y sandungeras.
CANTO DE CERNER
Casi milagroso nos parece haber encontrado en la localidad de San Cayetano, un canto de faena reservado para la tarea de cerner harina. De las pocas muestras encontradas hasta el momento de ésta curiosa tipología.
Lavando no se canta,
Planchando nada.
Los cantares se guardan
para cerniendo.
Mi madre es la que cierne,
y yo me enharino,
para que diga mi novio,
que yo he cernido.
(Teresa Peñalver Soto, de San Cayetano (Torre–Pacheco).
José Martínez Tornel (7) recoge otra copla característica de ésta faena, de gran similitud con la primera de Teresa:
Barriendo no se canta,
cosiendo menos;
porque el cantar se guarda
para en cerniendo.
CANTO DE LA AGUSAERA, ABUZADERA O COLUMPIO
No sólo era un entretenimiento de niños, también mozos y mozas solían balancearse y tontear entorno al columpio, artefacto sencillo que sólo requería una cuerda atada en alto por sus dos extremos a la rama resistente de un árbol, una tabla como asiento para que una persona asida con las manos en los dos ramales puediera mecerse por impulso propio o ajeno.
Siguiendo a los flamencólogos José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz (8) sabemos que existe un cante llamado canto del columpio o bambera, que procede de bamba y ésta de bamb, onomatopeya del balanceo. Es creencia común que procede del folklore andaluz aunque pudiera estar extendida por otros lugares de la península. Covarrubias, en su Tesoros de la lengua escribió: “En la Andaluzia es juego común de las moças, y la que se columpia está tañendo un pandero y cantando”. José Bisso, cronista de Sevilla, nos describe las vampas o bambas como un doble columpio en las que se mece una pareja mientras le hacen el corro y cantan e impulsan la vampa. Cada copla de uno de los del corro es contestada por otra de los que se columpian, pero para esta ocasión guardan los amantes sus quejas y reproches que son cantadas de manera improvisada. El Padre Coloma en su Cuadro de costumbres de populares hace alusión al canto en torno al columpio con acompañamiento de guitarra y realizado en patio durante el carnaval. Otros autores como Blanco White en Cartas inglesas y Armando Palacio Valdés en Los majos de Cádiz, se hacen eco de la tradición.
Pastora Pavón, cantaora sevillana más conocida como La Niña de los Peines, aflamencó esta pieza del folklore dotándola de compás de soleá aligerada en su ritmo. Posteriormente la han interpretado y grabado en disco otros cantaores como Fosforito o Gabriel Moreno.
En La Puebla, Carmen López Martínez y Josefina López Martínez, nos comunican que se cantaba el siguiente canto mientras se columpiaban:
Yo tenía un escapulario
que cada vez que me lo pongo
me acuerdo de San Antonio,
cada vez que me lo quito
me acuerdo de Jesucristo.
San Antonio era mi padre,
Santa María era mi madre,
los angelitos mis hermanos
me cogieron de la mano,
me llevaron a Belén,
de Belén al puente,
que pasa un penitente,
con rayo de oro
para abrir un coro
collares de metal
para abrir el hospital.
Pase una,
pase dos,
pase la Madre de Dios
con su abanico blanco,
alumbrando todo el campo,
campo mayor de San Salvador,
sube a la torre
y toca el tambor.
Por allí viene Perico
con sus cuatro cochinitos
toca el pitico
y sino lo toca bien:
Que le den,
que le den
con el rabo de la sartén.
Recogido en Lobosillo por La Cuadrilla, equipo de trabajo etnográfico que dirige Manuel Luna, el siguiente canto guarda gran similitud con el anterior. Si bien sus versos no recogen la temática amorosa de manera explícita, insistimos que el columpio era escenario de galanteos, no sólo diversión para los más pequeños (9):
Por debajo de este puente
ha pasado un penitente
con llaves de oro
para abrir el coro,
con llaves de metal
para abrir el hospital.
Pasa una, pasa dos,
pasa la Madre de Dios,
con su caballito blanco,
alumbrando todo el campo.
Campo mayor, campo menor
de San Salvador,
el que esté en la agusaera,
cuatro gusanos y afuera.
Uno, dos, tres y cuatro.
En la sierra de Segura (Jaén) por Santa Quiteria, 22 de mayo, salían a comer al campo y los novios columpiaban a las novias compitiendo entre ellos. Cantaban una cantinela que coincide con la de Lobosillo en los cuatro primeros versos que acabamos de exponer (10).
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BIBLIOGRAFÍA
(1) FERRÁNDEZ OBRADORS, V.: Campo de Cartagena oeste. Coplas, poemas, trovos y nombres propios, Cartagena, 2003.
(2) RODRIGUEZ GARAY: “De algunos usos y ceremonias nupciales en España”, en El Folklore Andaluz, Editorial Tres-catorcediecisiete, Madrid, 1981.
(3) SÁNCHEZ CONESA, J.: La Palma. Un pueblo cuenta su historia, Torre–Pacheco, 1998.
(4) MARTINEZ TORNEL, J.: Cantares populares murcianos, 1892, p. 25.
(5) PEÑA ANTONIO PIÑANA, GRUPO FOLKLORICO DE LA PALMA: Bailando por Cartagena. Un folklore para Cartagena. Discos Libert, Cajamurcia, 1993.
(6) VERDÚ, J.: Colección de cantos populares de Murcia, Madrid, 1906. Citado por GARCIA MARTÍNEZ, T.: “Cantos y bailes populares EN LA HUERTA DE Murcia”, Cangilón, revista etnográfica del museo de la huerta de Murcia nº 27, 2004, p. 124.
(7) MARTÍNEZ TORNEL,J.: Cantos populares murcianos, 1892.
(8) BLAS VEGA, J. y RIOS RUIZ, M.: Diccionario enciclopédico ilustrado, Editorial Cinterco, Madrid, 1988, tomo I, p. 91.
(9) LA CUADRILLA: Lobosillo: Memoria etnográfica de una localidad del Campo de Murcia, Producciones Trenti Antropológica, Murcia 2006, p. 195.
(10) GARRIDO GONZÁLEZ J.L. y GARRIDO SÁNCHEZ, J.L. :Cultura popular en la Sierra de Segura, Universidad de Jaén, 2003, pp. 94–95.