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Delibes escribe Un año de mi vida para escribir un diario. En él anota las experiencias cotidianas que le van sucediendo, pero también reflexiones intemporales que sirven para comprender la personalidad del autor vallisoletano.
Un año de mi vida nos da a conocer a un Miguel Delibes reflexivo, que se preocupa por los demás y por la naturaleza que le rodea.
He aquí algunos de sus pensamientos más personales junto a comentarios cotidianos que han hecho de Delibes un autor sencillo, natural, cercano a las gentes del campo.
PALABRAS POPULARES QUE NO LO SON
El autor se encuentra, en su atención a lo popular, con sorpresas que le encogen de hombros. Cuenta Miguel Delibes que el bollero de Arrabal de Portillo se acercaba a Valladolid todas las semanas a vender pastas de puerta en puerta. Le aseguró que la sequía en curso quizá duraría ya poco porque en el cielo se advertía movación. Sonríe Delibes mientras recoge el neologismo:
A mediodía ha comenzado a llover tímidamente. Supongo que esto será la movación de que hablaba el bollero.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 7 de noviembre, p. 77).
EL LIBRO DE LA CAZA MENOR SE FRAGUA EN LA FINCA DE ARAOZ, EN VILLANUEVA DE DUERO
En casa de Alejandro F. Araoz, que trabajó con Miguel Delibes en el periódico, conoció Miguel Delibes a Fisac, a Díez del Corral y a Garrigues.
En su finca de Villanueva de Duero, Miguel Delibes cazaba como si fuera suya. Allí se fraguó El libro de la caza menor.
En su finca de Villanueva de Duero, en la que yo cazaba como si fuera mía, se fraguó mi obra “El libro de la caza menor”, que está dedicado a él.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 9 de noviembre, p. 79).
EL “PROGRESO” DEL EROTISMO EN ESPAÑA SE ABRE PASO EN EL CINE
Fraga Iribarne concede la apertura que se le pide no en terreno ideológico sino en el erótico. Lo que en el París de hacía diez años se cortó en España entonces, ahora irrumpe aquí. Delibes ironiza. La expresión es popular: “Ya somos europeos”. Lo firmaría la viuda de Mario.
El proceso de apertura prosigue, a lo que se ve. ¡Ya somos europeos! La quiebra de Occidente, si no me equivoco, se producirá por un empacho de erotismo.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 19 de noviembre, p. 64).
LA FACULTAD DE DESDOBLAMIENTO DEL NOVELISTA
Quizá no habría que hablar de facultad de desdoblamiento del novelista, sino de facultad de interiorización de los personajes creados por el autor. Es una forma de empatía, de alterpatía, privilegio de que disfruta el novelista. No es que Miguel Delibes podría haber pensado como piensa Menchu de ser Menchu. De ser Miguel Delibes Menchu pensaría como Miguel Delibes, aunque pueda admitirse cierta inclinación a juzgar y expresarse como Menchu, o no sería Miguel Delibes sino Menchu (lo que nada tiene ya que ver con el desdoblamiento de Delibes). Tampoco podemos hablar de que el novelista tenga dentro de sí cientos de personajes que sean él mismo en cuanto es o en cuanto pudiera haber sido o aún pueda serlo en el futuro.
Lo que en estas ocasiones en que habla de desdoblamiento Miguel Delibes quiere decir, se entiende y es cierto, pero la expresión no es rigurosa ni feliz. A lo sumo admítase que es literaria. En algunas ocasiones
El novelista auténtico tiene dentro de sí, no un personaje, sino cientos de personajes. De aquí que lo primero que el novelista debe observar es su propio interior. En este sentido, toda novela, todo protagonista de la novela, lleva en sí mucho de la vida del autor (…) debe — 49 — Jorge Urdiales Yuste contar el novelista con la facultad de desdoblamiento: no soy así, pero pude ser así.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 3 de diciembre, p. 92).
DOS ÉPOCAS MIGUEL DELIBES. ACUERDO DE DELIBES CON SOBEJANO
Admite Miguel Delibes la distinción de Sobejano de novela existencial y novela social de seis lustros españoles, aunque hace dos subgrupos de la última, el objetivista y el realista crítico (en el primero predomina la estética sobre la ética, en el segundo la ética sobre la estética).
“Novela española de nuestro tiempo”, de Gonzalo Sobejano, me ha parecido un excelente libro. La eficiencia didáctica de Sobejano se cotiza ahora en las universidades de USA como antes se cotizó en las alemanas (…). Me siento plenamente comprendido por Sobejano, incluso en lo referente a la cuestión de “los dos Delibes”, ya que Sobejano ve –como yo–, un primer Delibes indeciso que estudia “la condición humana” y un segundo que, dueño de unos determinados recursos expresivos, propende a la síntesis”.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 16 de enero, pp. 119-120).
POSTURA DE MIGUEL DELIBES FRENTE A LAS MÁQUINAS. LA VE SOBEJANO ACERTADAMENTE
Miguel Delibes no se considera retrógrado. Está contra la mala digestión de la tecnología solamente.
El mismo acierto guía a Sobejano cuando interpreta mi posición ante las máquinas: yo no soy un retrógrado, yo no estoy contra la técnica, sino contra la mala digestión de la técnica que nos deshumaniza y nos hace perder autenticidad.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 16 de enero, p. 120).
LA NOVELA, HOY, DEBE INQUIETAR, CREE DELIBES
El temperamento de Delibes no es clásico, sino inquieto, descontento, quejoso, con un punto de agrio. Hay un tipo de castellano que es así. No es de extrañar que su ideal de novelista sea el de inquietar, no el de señorear o divertir.
Lo afirma Miguel Delibes a propósito de la tesina de Ana María Navales, Zaragoza, que, en 1983, de puño y letra, dedicó a Jorge y a Jaris su cuento titulado Mi tía Elisa, de la colección Alfín Delfín.
La novela, hoy, antes que divertir –para esto ya están el cine comercial y la televisión–, debe inquietar.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 1º de febrero, p. 134).
EL NOVELISTA TIENE POCAS IDEAS Y POCOS PERSONAJES
A propósito de que el argentino J.L. Borges se confiesa hombre de pocas ideas, reconoce Miguel Delibes que él también lo es. Esto habría que entenderlo en el sentido en que se dice con razón que los poetas y los grandes genios del arte vienen a este mundo a decir una sola palabra y que consumen su trabajo en la búsqueda de esa palabra. La terrebilitá de Miguel Ángel aparece en todas sus obras, esa es la palabra de Miguel Ángel. El novelista de alta calidad también tiene la suya, al parecer una o pocas.
Yo creo que, en el fondo, todos los que escribimos disponemos de pocas ideas: escasos temas y escasos personajes. Y si con ellos llenamos muchas cuartillas es a base de variarlos de postura y alterar el enfoque de nuestro tomavistas. Pero, por mucho que barajemos, las cartas siguen siendo las mismas.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 2 de abril, p. 168).
SE PASÓ DE ROSCA CON MENCHU
No obstante, al pintar la Carmen de “Cinco horas con Mario” quizá me pasé de rosca, al menos en mis pretensiones éticas de ventilación social, ya que acumulé sobre ella demasiados prejuicios típicos.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 23 de marzo, pp. 161-162).
“CIERTA PREDILECCIÓN” DE MIGUEL DELIBES POR VIEJAS HISTORIAS DE CASTILLA LA VIEJA
Unos minuciosos artículos publicados en Quito le hacen escribir a Miguel Delibes que “(seguramente por su brevedad) guarda cierta predilección por este libro”.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 11 de abril, p. 176).
PERSONAJES Y AUTOR. OBRAS EN FASES DE DEPRESIÓN Y EN FASES EQUILIBRADAS
Miguel Delibes da lugar preponderante a los personajes en sus novelas. Así lo ve, también, Honesto Suárez de Vega, profesor de la Universidad de Oviedo, que hace la tesis sobre los personajes de las novelas de Delibes.
El autor está siempre detrás de todos sus personajes.
Miguel Delibes se dice neurótico y escribe deprimido La sombra del ciprés, Cinco horas con Mario y Parábola del náufrago.
En tiempos más equilibrados compone El camino y Diario de un cazador.
Suárez de Vega se interesó especialmente por lo que puede haber de autobiográfico, supuesto que entre los niños de “La sombra del ciprés” y los niños de “El camino” (por poner un ejemplo) no se advierte el menor parentesco. Esta es una cuestión muy compleja pero, aunque otra cosa parezca, el autor está detrás de todos. Los temperamentos neuróticos, pasamos casi sin transición, de la depresión a la euforia. En mi infancia me sucedía otro tanto. Y pienso que en los momentos actuales de equilibrio, uno reconstruye con fruición sus momentos felices (“El camino”, “Diario de un cazador”), y por el contrario, en las fases depresivas, uno rescata aspectos sombríos y melancólicos del pasado (“La sombra del ciprés”, “Cinco horas con Mario”, “Parábola del náufrago”, etc.). En todo caso, para encontrarle a uno entero (al menos una aproximación) habría que rastrear entre lo positivo y lo negativo que rescatan los personajes que uno ha puesto de pie a lo largo de su vida.
(Un año de mi vida, MIGUEL DELIBES, Ediciones Destino, Barcelona, 1979, 2ª edición, 1986, 9 de junio, pp. 213-214).
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NOTA Edición utilizada: Destino, Barcelona, 1986.