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1.- INTRODUCCIÓN Desde tiempos inmemoriales en la Huerta de Murcia se ha celebrado la tradicional Fiesta de los Inocentes, una fiesta enmarcada en el Ciclo de Carnaval (3) que tenía lugar como fecha de celebración el 28 de diciembre, o incluso llegando ha realizarse los últimos días del año.
En la actualidad, en la Región de Murcia son pocos los lugares donde se sigue celebrando esta fiesta popular; cabe destacar los bailes de inocentes de las localidades de Fuente Librilla (4) (MulaMurcia) y los bailes celebrados en la diputación del Garrobillo (Águilas).
En la Huerta de Murcia, zona natural cursada por el Río Segura desde La Contraparada hasta Beniel, destacaron y se celebraron en multitud de poblaciones y rincones esta fiesta de rito invernal carnavalesco (5).
Una clara descripción de cómo era esta celebración la relata el autor murciano, natural de Espinardo (Murcia), Nicolás Rex Planes en uno de sus libros publicado hacia 1970, en el que cuenta sus recuerdos de principios del pasado siglo XX:
“[…] El gran baile extraordinario llamado de los “Inocentes”, de popularidad extremada no sólo en Espinardo, sino en la misma Murcia, de donde venían a presenciarlo desde la más alta aristocracia hasta el más humilde obrero, por ser para todas las clases sociales una fiesta de mucho atractivo, […] la célebre “puja”, que solía comprometer económicamente a los mozos cuando pretendían bailar con una chica, jugándose en estos casos el dinero, y lo que es más delicado, el honor.
[…] Acudía al “Baile de Inocentes” o de la puja, mucha juventud de Murcia y de los pueblos cercanos. Ese día la carretera de Murcia a Espinardo, era un hervidero de gente que, al no tener más medios de locomoción que unas cuantas tartanas, por cuyo viaje cobraban sólo 15 céntimos, venían andando a presenciar estos bailes. Las gentes adineradas se desplazaban en sus propios vehículos: landó, faetón, y otros similares, invadiendo con ellos las amplias aceras del pueblo […]” (6).
2.- RITOS Y SÍMBOLOS DE LA FIESTA
La Fiesta, perdida ya en la Huerta de Murcia, contaba con multitud de ritos y símbolos que se usaban para realizar las inocentadas y los bailes de pujas. Entre otros símbolos los más comunes eran: las escobas, los sombreros de inocentes, las prendas que portaban los inocentes, las rifa de dulces, la recogida de dádivas, etc.
2.1.- Las Escobas En algunas poblaciones de la Huerta de Murcia (7) los inocentes iban provistos de escobas que servían para anunciar su presencia por el ruido que producían al golpearlas sobre el suelo; también se utilizaban para pedir la limosna. Los inocentes barrían la puerta de la casa si recibían un buen donativo, en caso contrario, si no se daba la limosna a los inocentes o no era la deseada, estos introducían por medio de las escobas toda la suciedad de la calle al interior de la vivienda. Como ejemplo de inocentes portadores de escobas, destacaron “los barredores” de la Ermita de Burgos (8) (Pedriñanes –Murcia), que para evitar la vergüenza y la llamada de atención de un inocente, los lugareños debían de dar un buen donativo para las Ánimas:
“[…] en la Ermita de Burgos, Nonduermas, los “barredores” el día 28 realizan una actividad peculiar: varios personajes masculinos, vestidos con ropas floreadas y caretas llaman a las puertas provistos de cepillo y escobas. Cuando abre, barren para el interior metiendo paja y otras basuras en la casa, a la vez que cepillan al inquilino alegando lo sucio que está todo. Los “barredores” limpian la entrada siempre que reciben una cantidad […]”.
Rex Planes también hace referencia a la utilización de las escobas en el baile de inocentes de Espinardo (Murcia):
“[…] varios de los componentes de la citada Hermandad, disfrazados de “Inocentes” con raros trajes multicolores, gorro también especial de colorines, y provistos de una escoba se instalaban en el atrio de la iglesia, portando también una bolsa para recoger las limosnas […]”.
2.2.- Gorro o sombrero de Inocentes
Otro de los símbolos característicos a parte de la indumentaria de los inocentes era el gorro o sombrero de los inocentes (9), gorro formado con largos lazos, flores, adornos, abalorios, espejos, etc. En la siguiente noticia se describe como la sátira y la picaresca de los inocentes hace pasar un mal momento a uno de los periodistas locales que acudieron a cubrir la fiesta:
“El baile de Espinardo estuvo el domingo poco concurrido, á causa, de que las carreteras, como los caminos vecinales, están intransitables. Pero á un amigo nuestro, colaborador del «Semanario» hubo quien le quiso poner el gorro y que bailara, lo cual no sucedió por impericia de aquellos inocentes”.
2.3.- Rifa de Dulces
Además del baile y de las inocentadas existen otras fórmulas para sacar dinero, la rifa o la puja de dulces (10) era una costumbre muy arraigada en la población de Espinardo, lo comprobamos leyendo estas líneas de finales del siglo XIX:
“El sábado, día de Ano Nuevo, habrá también en Espinardo baile de inocentes, donde se rifarán magníficas piezas de dulce cuyo producto se destinará a las fiestas religiosas de la Virgen del Carmen”. Dentro de los dulces típicos de la Navidad, lo más preciado era el dulce de mazapán y el postre de la cuajada, por ello se sustenta la tradición de rifar mazapanes y degustar la cuajada. En la siguiente noticia perteneciente al pueblo de Espinardo (11) se relata lo siguiente:
“[…] hubo baile sin bromas grotescas, y hasta se consumieron varios platos de leche cuajada (12), que es otra de las cosas típicas de Espinardo, y la especialidad verdaderamente notable con que los hijos del país obsequian á los forasteros […]”.
2.4.- Recogida de dádivas
Este fragmento tiene un gran valor ya que se relatan todos los acontecimientos que se suceden en la fiesta de los inocentes, en este caso específico la recolecta va dirigida a la Hermandad de la Virgen del Carmen (Espinardo–Murcia), para sufragar Misas de Ánimas.
Los encargados de hacer de inocentes normalmente eran varios componentes de la hermandad, por lo que no se solía buscar a ninguna persona del pueblo.
Se integra el fragmento completo de Rex Planes (13) donde se reflejan todos los elementos de la fiesta:
“Esta fiesta, por regla general, la organizaba la Hermandad de la Virgen del Carmen destinando la recaudación para decir Misas de Ánimas.
Empezaba dicha fiesta a las ocho de la mañana con un repique general de campanas, anunciando la función de la iglesia, o misa mayor, segunda de las misas de la parroquia, que se celebraba a las diez.
Varios de los componentes de la citada Hermandad, disfrazados de “Inocentes” con raros trajes multicolores, gorro también especial de colorines, y provistos de una escoba se instalaban en el atrio de la iglesia, portando también una bolsa para recoger las limosnas.
Con las escobas y bromas chispeantes asaltaban a los fieles cuando entraban y salían de la iglesia, pidiéndoles una limosna para misas por las Ánimas, única finalidad de la colecta, y los fieles, debido a la simpatía de los actos y por el fin de estas limosnas, se mostraban generosos depositando en la bolsa sus espléndidas monedas.
Terminada la santa misa, los “inocentes” continuaban postulando por el pueblo y parte la huerta hasta el mediodía en que se retiraban para volver por la tarde, y organizar entre ellos y los mayordomos, el gran baile extraordinario llamado de los “Inocentes”, de popularidad extremada no sólo en Espinardo, sino en la misma Murcia, de donde venían a presenciarlo desde la más alta aristocracia hasta el más humilde obrero, por ser para todas las clases sociales una fiesta de mucho atractivo, tanto por tratarse de bailes regionales de nuestra envidiable huerta, como por presentar un interés particular, la celebre “puja”, que solía comprometer económicamente a los mozos cuando pretendían bailar con una chica, jugándose en estos casos el dinero, y lo que es más delicado, el honor.
La puja ponía en tensión a cientos y cientos de personas, tanto a las que tomaban parte en el baile como a los que acudían como simples espectadores. Para todos ofrecía un vivo interés y nunca se hizo monótono.
Acudía al “Baile de Inocentes” o de la puja, mucha juventud de Murcia y de los pueblos cercanos. Ese día la carretera de Murcia a Espinardo, era un hervidero de gente que, al no tener más medios de locomoción que unas cuantas tartanas, por cuyo viaje cobraban sólo 15 céntimos, venían andando a presenciar estos bailes. Las gentes adineradas se desplazaban en sus propios vehículos: landó, faetón, y otros similares, invadiendo con ellos las amplias aceras del pueblo. Además de los mozos de la localidad tomaban parte en el baile caballeros jóvenes de la capital, bien por enamoramiento o porque les gustase las típicas malagueñas y parrandas que interpretaban magistralmente y el público sabía aplaudirlo con entusiasmo.
Él tenía lugar en el atrio del templo parroquial. Con sillas y bancos del mismo, se formaba un gran círculo para aposentar al mayor número posible de personas, dejando sitios reservados para los músicos, los mayordomos y las chicas, que por ley del festejo ocupaban la preferencia. Eran el alma de la fiesta con su belleza y alegría; y vestidas con aquel típico traje bordado en ricas lanas o lentejuelas, daban un realce y colorido especial formando un cuadro verdaderamente maravilloso.
Todo rebosante de público, suenan las cuerdas de los instrumentos lanzando notas de una clásica malagueña murciana. Cesa el murmullo y se escucha la voz de uno de los mozos que, a una señal convenida, hace el ofrecimiento para la primera puja: ¡Doy cuatro reales por bailar con fulana!
El novio de la aludida, rápido como una centella. ¡Diez reales porque éste no baile con ésta¡
Seguidamente contesta el primero: ¡Veinte reales¡
De nuevo el novio sube la cantidad y lo mismo hacen otros mozos que quieren bailar con la moza, hasta que vence el que más dinero lleva para la puja.
Llegaron a darse casos muy comprometidos por no llevar a disponer de más dinero que seguir pujando.
Una observación: no sólo los mozos ofrecían o pujaban para bailar con las mozas que tenían el novio al lado, sino que también ofrecían para bailar con cualquier otra moza de la concurrencia; ahora, si otro salía pujando, y a veces más de uno, entonces el caso tomaba más interés; pero de lo contrario la moza estaba obligada a salir a bailar con el primero.
El baile no paraba y al sucederse las pujas sin interrupción, siempre había parejas en el centro.
Durante toda la tarde, y ya al anochecer, y debido mayormente por falta de luz, porque en aquel tiempo no existía la eléctrica, y si sólo algún farol de aceite con una luz tan opaca y tenue, que impedía continuar la fiesta; los músicos arriaban los instrumentos y las parejas de bailadores empezaban a marcharse. Muchos se despedían de los Mayordomos con el murciano saludo de: ¡Hasta el año que viene, si Dios quiere!” (14).
2.5.- La Hermandad de Ánimas: organizadora del baile
El baile de inocentes normalmente era organizado por una hermandad de ánimas, y a su vez dirigido por los mayordomos de ésta y por los inocentes encargados de gobernar la fiesta. En la siguiente noticia se describe el percance ocurrido a un mayordomo de la hermandad de ánimas perteneciente a la localidad de Espinardo (Murcia) (15):
“El tradicional baile de inocentes, que no pudo verificarse en su día en Espinardo por el luto repentino de uno de los mayordomos de la hermandad de Ánimas, tenemos entendido que se verificará mañana, día de Año Nuevo.”
Los hermanos de las ánimas eran los hermanos protectores de la hermandad encargados de organizar el baile de ánimas entre otros actos destacados a lo largo del año. El objeto de estas personas era como bien se indica en la referencia del Semanario Pintoresco Español de 1845, organizar el baile para sacar dinero sufragando con estas dádivas el sustento de la hermandad a lo largo del año y poder realizar las fiestas patronales de la localidad.
Durante la celebración del baile de inocentes, como bien se indica en la referencia de mediados del siglo XIX (16), el ritual del baile lo protagonizaban varias personas (varones normalmente) en el que pujaban por bailar con una de las señoritas allí presentes; además del baile se rifan corazones de mazapán y pájaras entre otros productos de la hermandad:
“[…] también suelen ser los bailes de noche, pero nada ofrecen nuevo, como no sean los de ánimas. En estos, hay á (17) prevención pelucas, escafias, casacas y otros muebles viejos y antiguos que toman alquilados los hermanos de las ánimas que son los que dirigen el baile con el objeto de sacar dinero para la hermandad,… obligan á que baile una de las muchachas que se halla en él, con una escafia por ejemplo y el novio ofrece el dinero de una misa para las ánimas para que no baile con ella; otro paga dos, y ó baila ridícula si no tiene pecho y el bolsillo el novio; ó aumentan las misas… de las ánimas, quienes entonces ruegan individualmente al señor porque todas las novias sean rumbosas o tontos y ricos, se rifa también en el mismo baile que suele llamar de inocentes, corazones de mazapán y pájaras, y otras frioleras indigeribles de la misma piadosa… cofradía, y para el mismo… santo fin […]”.
Además del baile de puja celebrado en la plaza de la iglesia, hay otras variantes que solían acometerse tras la misa, tal es el caso que ocurrió en la pedanía de Javalí Viejo (Murcia) (18):
“[…] era en Jabalí Viejo donde la fiesta de inocentes alcanzaba su más alta cota pues uno de los inocentes, después de la misa dirigía un sermón público congregando en la plaza de la iglesia en el que se hacía un repaso de las cosas ocurridas en el pueblo con críticas mordaces y burla de algunos vecinos…
Después los inocentes, vestidos con casacones de colores se repartían por las calles echando pregones en las esquinas y haciendo disparates […]” (19).
3.- ESPACIO Y LUGARES DE LA FIESTA
La zona en la que más importancia ha tenido la fiesta de los inocentes ha sido en la Huerta de Murcia (20), se tiene constancia de esto debido a la cantidad de notas de prensa publicadas en la prensa murciana a lo largo de la historia, siendo el final del siglo XIX y los primeros decenios del siglo XX en los que más información aparece alusiva a este acontecimiento:
“Esta antigua y tradicional costumbre se va perdiendo ya entre nuestros huertanos, pero aún quedan sitios en nuestra huerta donde se celebran. Fueron muy famosos los que tenían lugar en Espinardo, en Churra y en Maciascoque, especialmente de este primer poblado, a donde acudía toda la aristocracia de Murcia en coches y galeras para pasar una tarde deliciosa. El interés de estos bailes esta en las bromas y singularmente en las pujas. Consisten estas en dar una cantidad para que baile una dama o alguna señorita con alguno de los presentes. Se establecían pujas en pro y en contra y esos ingeniosos, a veces muy considerables van a engordar los fondos de la Hermandad organizadora […].
” Así mismo entre los lugares donde se llegó a celebrar el baile destacan, como bien hemos leído anteriormente, la población de Espinardo. Dentro del gran número de pedanías y rincones de la huerta hubieron otras como Patiño, La Albatalía, La Arboleja, La Ñora y Guadalupe.
La fiesta de los inocentes se celebraba también en diversos barrios de la ciudad de Murcia muy cercanos a la huerta. En la actualidad estos barrios están muy alejados de lo que fue aquella huerta. Varias noticias de finales del siglo XIX nos ilustran la celebración de este evento en algunos barrios característicos de Murcia como: El Barrio de la Merced o La Puerta de Orihuela:
En el Barrio de la Merced (21) en Murcia:
“Esta tarde, desde las dos, habrá baile de inocentes en el barrio de la Merced”.
En la Puerta de Orihuela (22) en Murcia: “Esta tarde á las dos, habrá baile de inocentes en la llamada calle de la Herradura, callejón sin salida, que da a la calle puerta de Orihuela, por frente a la Alta. Los vecinos de dicha calle lo dedican a las fiestas de la Virgen del Rosario”.
3.1.- Espacio y Lugares de la Fiesta: El caso de la pedanía de Guadalupe (Murcia)
Guadalupe es en la actualidad una población situada en la Huerta de Murcia a unos 3 Km. de la ciudad repleta ya de nuevos habitantes llegados de otros lugares de la Región, llegando a tener una población cercana a los 5.000 habitantes.
En tiempos pasados, conservó hasta no hace mucho, gran cantidad de tradiciones por ser un pequeño núcleo de población. Entre las fiestas (23) destacaron los bailes de inocentes; tras varias investigaciones realizadas en archivos, tanto en documentos históricos como orales, se tiene constancia de la celebración de esta fiesta desde mediados del siglo XIX hasta los años 30 del pasado siglo XX.
Las primeras noticias que se tienen hasta el día de hoy respecto a este evento aparecen en el Libro de Cabildos de la Cofradía de las Venditas Ánimas del lugar de Guadalupe en el que se reflejan diversos gastos destinados a los Inocentes en el día de su fiesta:
Cabildo general. Libro de Cabildos de la Cofradía de las Venditas Ánimas del lugar de Guadalupe. 21 de diciembre de 1963, 195 v.
“[…] Son data doce reales gastados en comida para los Inocentes 12
[…] Son data nueve reales para la ropa de los Inocentes 9
Son cuatro reales en tabaco para los mismos 4
[…].
” Así mismo en diversas entrevistas orales realizadas en la población, Josefa Ruiz Nicolás (24) nos comentaba como se desempeñaba ese día:
“La fiesta de los inocentes era el día de los inocentes, yo iba a una casa y le decía un embuste y luego la “inocentá” y por la tarde a bailar a la puerta de la iglesia”.
A nuestra pregunta sobre si se realizaba una puja, Josefa nos comentó cómo la realizaba el inocente:
“2 reales y que salga fulana, 1 real y que se quite, una peseta y que salga fulana, 2 reales y que se quite, y así…”.
Así mismo entre otras preguntas realizadas a nuestra informante, nos comentaba cómo iban vestidos los inocentes:
“Iban vestidos como los payasos con un «caperucho»”.
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NOTAS
(1) huertano21@hotmail.com
(2) marialujanortega@hotmail.com
(3) CARO BAROJA, J.: El Carnaval, Taurus, Madrid, 1965. p. 147.
(4) En Fuente Librilla se celebra desde hace muchos años el ritual propio de la Navidad, “La Carrera” de aguilandos por las calles del pueblo con los mayordomos de las fiestas en honor a la Virgen del Rosario. Acompañados del estandarte con la imagen de las Ánimas Benditas, la bolsa para recoger las dádivas de los vecinos del pueblo, y con la campana anunciadora de la llegada de las ánimas a las casas; la cuadrilla va junto con los mayordomos provistos de escobas y sus peculiares gorros de “moros”, el último día de la carrera (fechas próximas al 28 de diciembre, se celebra en el salón social o puerta de la iglesia el Baile de Inocentes).
(5) Dentro de los documentos históricos más alejados en el tiempo, encontramos uno fechado en 1872 (RAMOS, F.: “El baile de ánimas”, Revista El Chocolate, Julio de 1872, Año II, Nº 22) leído en el Liceo hacía 1839 durante la celebración de una conferencia.
En él se alude a este baile que año tras año se venía celebrando el día de los inocentes en la ciudad y huerta de Murcia: “Lo que tenía de baile bien lo vi: mucho ruido de castañuelas, un violín tocando sin compasión, una guitarra sin templar, una voz como de garganta con anginas o de hombre que chilla en lontananza y debajo de un puchero, y quince ó veinte parejas, enfrente una de otra, moviendo los píes sin temor de Dios y los brazos sin compás; pero lo de ánimas se le podía apostar al más guapo á que lo adivinara.
Tres hombres vestidos del modo más ridículo del mundo, y á quienes daban el nombre de Inocentes, sin duda por burla y como se les da á muchos el de hombres de talento, corrían á su vez el poco trecho que dejaban los circunstantes, con su mazapán en la mano, una sandía, un racimo de uvas ú otra cosa por el estilo gritando: -Una misa dan… Dos misas dani…”.
(6) REX PLANES, N.: La huerta que yo viví, Murcia, 1970, pp. 30-33.
(7) El profesor antropólogo Manuel Luna Samperio hace una aproximación breve en su libro Las Cuadrillas del Sureste sobre los inocentes en la Huerta de Murcia: “Por lo general, los inocentes se eligen entre personas con humor y cierto don de gentes. En la Huerta de Murcia hemos conocido aún algunos personajes: en Aljucer vivió el Tío Pocheles con su atuendo estrambótico. En la Ermita de Burgos, Nonduermas, los ”barredores” el día 28 realizan una actividad peculiar: varios personajes masculinos, vestidos con ropas floreadas y caretas, llaman a las puertas provistos de cepillo y escobas. Cuando abren, barren para el interior metiendo paja y otras basuras en la casa, a la vez que cepillan al inquilino alegando lo sucio que está todo. Los “barredores” limpian la entrada siempre que reciben una cantidad”.
(8) LUNA SAMPERIO, M.: Las Cuadrillas del Sureste, Trenti Antropológica, 2000, Murcia, p. 44.
(9) Sección de noticias. Diario de Murcia, 30 de diciembre de 1879.
(10) Noticias locales. Diario de Murcia, 30 de diciembre de 1886.
(11) BLANCO Y GARCIA, A.: Escenas Murcianas, Murcia 1894, segunda edición, pp. 218-226.
(12) En una copla encontrada en el Diario de Murcia a 11 de marzo de 1792, nos deleitamos con esta letrilla: “Quien sale á comer quaxada, Á la villa de Espinardo, Y luego se está opilado, Tres meses menos de un año”.
(13) REX PLANES, N.: La huerta que yo viví, Murcia, 1970, pp. 30-33.
(14) La negrita es de los autores.
(15) Noticias locales, Diario de Murcia, 31 de diciembre de 1891.
(16) Semanario Pintoresco español, Nº 14, Año X, 12 de abril de 1845.
(17) [á] se respeta la acentuación del artículo.
(18) FLORES ARROYUELO, F.: Fiestas de pueblo, Murcia, Universidad de Murcia y Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1990, p. 150.
(19) SÁNCHEZ BAEZA, E.: Javalí Viejo. Notas para su historia, Murcia, 1976, p. 142.
(20) CANDEL GONZÁLEZ, F.: “Emoción Religiosa y de Arte: El baile de inocentes”, La Verdad, 25 de diciembre de 1948.
(21) Noticias locales, Diario de Murcia, 28 de diciembre de 1886.
(22) Noticias locales, Diario de Murcia, 6 de enero de 1886.
(23) Fiestas para San Roque, La Candelaria, El Corazón de Jesús, Santa Cecilia, Auto de Reyes Magos y Pastores y las fiestas patronales en honor a la Virgen de Guadalupe en la que los mayordomos de la Virgen se encargaban de recoger dádivas durante el año para poder realizar las fiestas patronales cada año.
(24) En una entrevista con la informante Josefa Ruiz Nicolás el 20 de diciembre de 1998 a sus 96 años de edad y natural de Guadalupe (Murcia), nos comenta algunas anécdotas del baile de inocentes del pueblo de Guadalupe.
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BIBLIOGRAFÍA
BLANCO Y GARCIA, A.: Escenas Murcianas, Murcia, 1894, segunda edición, pp. 218-226.
CARO BAROJA, J.: El Carnaval, Taurus, Madrid, 1965, p. 147.
FLORES ARROYUELO, F.: Fiestas de pueblo, Murcia, Universidad de Murcia y Caja de Ahorros del Mediterráneo, 1990, p. 150.
LUNA SAMPERIO, M.: Las cuadrillas del sureste, Trenti Antropológica, 2000, Murcia.
RAMOS, F.: “El baile de ánimas”, Revista El Chocolate, Julio de 1872, Año II, Nº 22.
REX PLANES, N.: La huerta que yo viví, Murcia, 1970, pp. 30-33.
SÁNCHEZ BAEZA, E.: Javalí Viejo. Notas para su historia, Murcia 1976, p. 142.
PRENSA CONSULTADA Semanario Pintoresco español, Nº 14, Año X, 12 de abril de 1845.
Noticias locales. Diario de Murcia, 6 de enero de 1886.
Noticias locales. Diario de Murcia, 28 de diciembre de 1886.
CANDEL GONZÁLEZ, F.: “Emoción Religiosa y de Arte: El baile de inocentes”, La Verdad, 25 de diciembre de 1948.
Noticias locales. Diario de Murcia. 31 de diciembre de 1891.
Noticias locales. Diario de Murcia, 30 de diciembre de 1886.
Sección de noticias. Diario de Murcia, 30 de diciembre de 1879.
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DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Cabildo general. Libro de Cabildos de la Cofradía de las Venditas Ánimas del lugar de Guadalupe. 21 de diciembre de 1963, 195 v.
INFORMANTES Josefa Ruiz Nicolás. 96 años, natural de Guadalupe (Murcia).
Instituciones Documentales.
Archivo Municipal de Murcia (AMM).