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I FONCASTÍN DE OLIEGOS, SAN BERNARDO –SAN RAFAEL DE LA SANTA ESPINA
Resulta apasionante, a pesar o precisamente por su sencillez y ausencia de efectismos, el libro publicado por la Diputación de Valladolid sobre Foncastín de Oliegos, un pueblo de la provincia de Valladolid, creado por el Instituto Nacional de Colonización con la procedencia de 18 familias que el 30 de noviembre de 1945 llegaron a éste que sería su destino desde Oliegos, pueblo leonés sepultado bajo las aguas del Embalse de Villameca.
Un precioso testimonio del pasado, en todos los ámbitos de la cotidianidad de Oliegos contado por los supervivientes e ilustrado con reveladoras fotografías de la época, acompañado de unos poemas de ahora, nos habla tanto de las formas de vida de aquellos tiempos, con sus insuficiencias pero también con sus alegrías y su solidaridad, como del dolor del forzado exilio. Una parcela importante de la historia, de la etnología, de la visión de épocas lejanas: surge con una riqueza que tiene en la sinceridad de los escritos, de las manifestaciones, su justificación. Hacía falta un libro como éste para proyectar la evolución desde esa fecha 1945, la dura posguerra, hasta el 2007 en que vivimos, son 62 años que han corrido muy deprisa.
Junto a Foncastín de Oliegos, San Bernardo y San Rafael de la Santa Espina eran los dos poblados existentes. En torno al maravilloso Monasterio cisterciense el primero y la Escuela de Capacitación Agraria y el Templo de la Santa Espina el segundo, ambos tenían un aspecto especial del que carecía Foncastín, aunque el sistema jurídico era el mismo, como también las características urbanísticas del trazado del poblado y el modulo de las viviendas. Foncastín y San Bernardo eran entidades locales menores, lo que no ocurría en San Rafael, cuestión que hubo que resolver, lo que no fue nada fácil.
El libro sobre Foncastín plantea varias cuestiones. Se nos habla del pasado en Oliegos, también de ese viaje en tren, de las primeras y negativas impresiones sobre el lugar del exilio, que se modelan en breves momentos con testimonios de ahora. Falta estudiar esos años en los que fue forjándose un poblado, cercano a Valladolid y sus vivencias, como también el presente, y la proyección al futuro, desde que finalizó el periodo en el que el I.N.C. primero y el IRYDA después eran todavía, según el Registro, titulares de la finca en la que se asentaron los colonos. El seguimiento de estas etapas será absolutamente enriquecedor al contemplar toda la historia de estos valientes vecinos de Oliegos y sus sucesores. Una parte importante de la historia de España en los tiempos del franquismo, las presas y los pantanos, está en estos poblados de colonización (siniestra palabra por cierto) a los que llegaban gentes procedentes de lugares que serían inundados por las aguas. Sin llegar a los terribles efectos del trasterramiento de una región entera afectada por los diques gigantes sobre el Yang–ze, desde el que millones de personas han sido arrancadas de sus raíces, como lo muestra la película de Jia Zhang–Ke premiada con el León de Oro en el último Festival de Venecia “Still life”. En nuestro país no se llegó a tanto y hay que reconocer que los asentamientos realizados tenían unas condiciones aceptables. Hacer un balance sobre este proceso sería sumamente interesante y la obra de los vecinos de Foncastín de Oliegos es un punto de partida.
Confieso que desde un punto de vista profesional, en mis tiempos de Letrado del Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario, la cuestión de estos poblados y su evolución me pareció un tema apasionante y mucho más cuando tuve que ocuparme de los complejísimos aspectos jurídicos que se presentaban en el momento decisivo de pasar a una segunda etapa, otorgando las escrituras de venta correspondientes. La normativa fijaba que el sucesor del antiguo colono fuera el hijo que siguiera dedicándose a la agricultura, lo que originó no pocas dificultades. Si esta obligación podría tener sentido en la época en la que se realizó la compraventa y la ocupación de lotes agrícolas y viviendas, después parecía un tanto intervencionista. Las cosas habían cambiado y algunos de estos poblados de colonización, por ejemplo en Ponferrada, ya no tenían características especificaciones agrícolas. La operación, puedo dar fe de ello, se llevó a término en los tres poblados vallisoletanos casi con un absoluto consenso. Los días de la entrega de las escrituras a los propietarios, en acto íntimo sin alharacas ni pompas, pusieron fin a un momento histórico tan discutido en su día. Fue la segunda fase de la vida de estos trasterrados, de estos emigrantes anteriores y sus familias. La vivencias de todos ellos son un auténtico testimonio humano que, como en el caso del libro que comento, deberían ser contadas.
San Bernardo, San Rafael de la Santa Espina. Un hermoso Monasterio Cisterciense en el primer caso, la Escuela de Capacitación y el propio imponente edificio religioso de el segundo. Pequeñas casas con su huerto. Parcelas para cultivo entregadas en lote. Bienes comunales de posible utilización, un coto de caza en San Rafael que también tiene su historia. Los poblados de colonización creados para acoger a estos obligados trasterrados forman un núcleo en todo el país de gran importancia sociológica y cultural. Hoy, cuando han desaparecido casi por completo, las historias cotidianas quedan pendientes, como también el enriquecimiento y desenvolvimiento futuro de estos poblados que los bienes propiedad de las Entidades Locales permiten esperar. San Bernardo, por ejemplo, sería un lugar de segundas viviendas, semejantes a las del poblado no chalets suntuosos, espléndido. El río sin mosquitos, los cistercienses buscaban muy bien los lugares para la construcción de monasterios y un estupendo paisaje como último atractivo.
II
EXILIOS VOLUNTARIOS Y OBLIGADOS
Frente a los transterramientos obligados, hoy multiplicados por guerras y hambrunas que afectan a miles de personas inocentes, los exilios individuales tienen otro carácter e incluso pueden ser voluntarios, como en el caso de Prokofiev que tuvo retorno a su país de origen, la URSS. Hace poco se programaron en el Teatro Real dos óperas de su autoría “El amor de las tres naranjas” estrenada en Occidente y en versión de concierto “Simeón Kotko” defensa de la revolución, a pesar de ello prohibida por Stalin y sus gentes. Dos directores de Orquesta rusos, Turgan Sokohiev y Valeri Gergieu, éste con sus huestes del Marinski, ofrecieron magníficas interpretaciones musicales. Frente a Prokofiev y Chostakovich, Igor Stravinsky, exilado voluntario no volvió a su país sino esporádicamente y después de muchos años.
Se ha celebrado en Barcelona una exposición interesantísima acompañada de un estupendo catálogo “La Música y el III Reich. De Bayreuth a Terenzin” que nos pone en contacto con los terribles efectos humanos, sociales y culturales del III Reich. La llegada de Hitler y sus sicarios al poder, “resistible” según Brecht, “irresistible” según la realidad histórica originó exilios de grandes figuras del arte alemán. Los músicos de ascendencia judía tuvieron que huir. Compositores, directores de orquesta, intérpretes, novelistas, pintores, críticos. Bruno Walter, Otto Klemperer, Horenstein, Solti, Scherchen, George Szell, grandísimos maestros Korngold, Hindemith, Martinu, Michaud, Bartok (exilio voluntario) entre más de setenta nombres. La lista serí interminable.
Frente al exilio, la muerte. De Terezin al campo de exterminio de Auschwitz había sólo un paso. Los músicos que incluso pudieron componer en el primero de los citados murieron. Víctor Ullman, Hans Krasa, Pavel Haas… Son nombres de algunos de los mártires compositores que no pudieron seguir el camino del exilio…
Recuerdo de los intelectuales españoles, avanzadilla de tantas gentes que desembarcaron en Sudamérica, incluido el exilio voluntario de Manuel de Falla en Altagracia. Lustros de cultura perdidos, males que no pueden reponerse fácilmente. También de las purgas stalinistas quedan muchos nombres sacrificados, Almatova, Meyerhold, Mandestalm. Los caminos del horror son numerosos, años después Rostropovich, el gran violonchelista que acaba de morir, tuvieron que salir de Rusia aunque Mstislav volviera para ser enterrado en su país que le homenajeó en esta última etapa.
Frente a las humildes gentes de un pueblo leonés, ejemplo de tantos otros, trasterrados por obras de mayor o menor envergadura o los grandes desplazados del mundo, China hoy en primer término, estos exilios individuales de nombres ilustres muestran la otra cara de la moneda que tiene una significación a la vez paralela y disímil con consecuencias muy negativas para el futuro más o menos inmediato. El sabor de la tierra propia deja huellas indelebles y no pueden desconocerse ni olvidarse. En esta Revista que número tras número, habla sobre las raíces de los pueblos, sus tradiciones y sus signos culturales, esta reflexión sobre los trasterramientos y exilios nos hace ver algo de la condición del hombre, de la necesidad de la solidaridad y la libertad, de lo propio y lo universal, conceptos que no deben ser considerados antagónicos sino complementarios.
Trasterramientos, exilios políticos o culturales, emigraciones a un mundo mejor. Separar a las gentes de su tierra para siempre sin posibilidad de retornar es grave y se hace intolerable cuando el hambre o la violencia son los motivos, El mundo de hoy está lleno de conflictos, de aniquilaciones de pueblos, de movimientos de masas obligadas al dolor, sin que los países más poderosos hayan querido o sabido todavía encontrar un remedio para evitarlos o paliarlos.