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Si algo saben hacer perfectamente los dioses es divertirse. Y para ello educaban a su prole en las distintas artes de la música. No sabemos si serían los sátiros los más avezados en estas artes pero, al menos, fueron representados reiteradamente como músicos en el arte de tocar los más diversos instrumentos.
Al viejo Sileno se le suele representar tocando los címbalos, unos pequeños platillos, al son del los cuales suponemos que Dionisio se emborrachaba. Otros, aun más duchos en sus artes musicales completaban el son remarcando el ritmo con una enorme suela de madera con piezas metálicas que movían con el pié.
USADOS POR SÁTIROS EN SUS FIESTAS DIONISIACAS Y POR TÍBICES ACOMPAÑANDO ALEGRES BAILES
El scabellum romano o Kroupezia, como se conocía entre los griegos era, según las distintas versiones de sus propios autores, una especie de sandalia de madera con dos suelas unidas por un borne en el talón que contenían una serie de piezas metálicas y que servía para acompañar el ritmo en ciertos bailes.
Pólux, Suetonio, Cicero en pro Caelio, Arnobio, Agustin… son ejemplo de los que, sorprendentemente, se han fijado en este instrumento y gracias a sus anecdóticos comentarios nos llegaron algunas de sus utilidades como la de su uso dentro de las representaciones teatrales y que con él, el tañedor de aulos indicaba el comienzo y final de los actos. Cualquier otra mención posterior del instrumento se basa en estas exiguas citas. Debemos resaltar el LEXICON UNIVERSALE de Johann Jacob (1635–1706) un espléndido ejercicio de recopilación de las fuentes clásicas y el Diccionario de antigüedades romanas y griegas de Antonio Rich, aunque con algunos errores bibliográficos al menos en la edición de 1883 que es la que conocemos (1).
LOS SÁTIROS INSTRUMENTISTAS
Nos enfrentamos ahora a las representaciones iconográficas del instrumento donde se nos muestran unas piezas muy elaboradas, auténticos zapatos de madera y metal “calceô id ferreô aut ligneô faciebant”. Similar a los chapines tan de moda en el siglo XV y posteriores, pero estos de madera y con un corte trasversal donde colocan las chapas que al entrechocarse debían hacer un sonido muy parecido al de los chinchines actuales.
En el caso de representaciones escultóricas de los sátiros, aparecen con unos címbalos mientras se acompañan de un krupezia simple, es decir, con sólo un par de “chinchines” o chapas metálicas como el que lleva la figura expuesta en el museo de los Uffizi en Florencia (Fig. 1).
En el bajorrelieve en mármol del Museo del Capitolio de Roma, aparece un ejemplo doble, dos pares, uno de mayor tamaño que el otro y tirado a su lado unos címbalos que, como en el caso de las representaciones escultóricas de sátiros, completan el conjunto musical (Fig. 2).
Tanto en un ejemplo como en el otro es de suponer que estos instrumentos formaran parte de un conjunto musical más amplio, seguramente algún aerófono con el que complementar la música.
Es tal el desconocimiento posterior de este instrumento que en algunas copias realizada por artistas posteriores imitando el estilo de los clásicos, fue eliminado o, como ocurre en casos extremos, fue representado como un fuelle de aire.
Otro dato a tener en cuenta, es que en la actualidad sigue conociéndosele por su antiguo término romano, Scabellum y no fue adaptado su nombre, como ocurre en otros instrumentos, a las lenguas actuales. El término scabellum evolucionaría al castellano como escabel que representa un pequeño peldaño para descansar los pies.
CUIDADO CON LAS TRADUCCIONES
La mayoría de las versiones en castellano actuales de los clásicos –salvo en ediciones académicas muy cuidadas– suelen realizarse, no a partir de los originales, sino de las traducciones inglesas de esos mismos clásicos. Pero también estos traductores se encuentra con un instrumento musical apenas conocido y que no tiene traducción por lo que se ve obligado a tomar dos caminos: o dejar el vocablo romano que no significaría mucho a la mayoría de los lectores, ampliando su significado con una llamada o nota; o actualizar el término a algún otro instrumento actual. Los ingleses tienen un término muy recurrente para una amplia familia de idiófonos: Castanet, y que puede, dentro de un contexto general, adaptarse a las exigencias de la traducción. El problema surge cuando nuestros traductores se encuentran con el término y nuestro escabellum–castanet se convierte en castañuela. En castellano el vocablo sugiere un tipo de instrumento muy particular que poco tiene que ver con el original.
EL MOSAICO DEL AVENTINO
En 1711 aparece en los jardines de la Iglesia de Sta. Sabina en la ladera cercana al Tiber de la colina Aventino los fragmentos de un mosaico que extraídos en bloques formaron tres bandas de metro y medio de largos con alturas de cuarenta y cinco a sesenta y cinco centímetros y que en la actualidad se pueden admirar en el atrio de la Scala de Bramante (2). Aunque de gran interés cualquiera de ellos, el que hoy nos ocupa representa en su parte central un arco que guarda en su interior una mesa, un ánfora y a un enano o una pequeña figura humana con una jarra en la mano. A cada uno de los lados aparece un grupo de bailarines, acompañados ellas con crótalos y ellos con unas cañas hendidas “raucos excutiens calamos” de las que se tienen aún noticias en varias partes de la geografía ibérica y de las que nos ocuparemos en otro momento. Estos bailarines se mueven al compás de una doble flauta tocada por el tíbice que con su pie mantiene el son con el scabellum (Fig. 3–4).
Este scabellum, a diferencia de los anteriormente descritos, parece más “ocasional”, menos trabajado y popular. Da la sensación que el instrumento haya sido fabricado para la ocasión. Es posible que este tipo de scabellum pudiera carecer de las chapas metálicas y limitarse a una simple doble suela de madera como la representada en el dibujo. De ser así deberíamos pensar que tendría alguna concavidad interior que sirviera de resonador para ampliar el sonido del instrumento (Fig. 5).
¿Por qué el scabellum desaparece y no llega a sobrevivir o evolucionar como otros instrumentos de su época? ¿qué instrumento ocupó el vacío dejado por éste? Hay preguntas que sólo pueden recibir contestación con una visión más amplia de todos los instrumentos musicales aquí relacionados y de los que se puede hablar más adelante. Sirvan estas líneas para llamar la atención del antiguo e ingenioso scabellum, scabella, kroupezai, kroupala o kroupalon; deleite de griegos y romanos (3).
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NOTAS
(1)Para los que gustan de revisar las fuentes originales deber acudir a “pro Caelio” 65 y nº 27 y a “Arnobio II”, 42 en vez de 73 como indica Rich. Estos deslices como algunos otros no consiguen deslucir la magnífica obra de este autor que sigue siendo fundamental para el conocimiento de aspectos básicos de las culturas que nos anteceden.
(2) Las referencias al mosaico, así como las fotografía del mismo se las debemos a Ramón Corzo Sánchez profesor titular en la Universidad de Sevilla. Puede verse su trabajo más completo en “Imágenes de las Bailarinas Tartésicas”, Boletín de Bellas Artes de Sta. Isabel de Hungría, nº 31, 2003. pp. 205–231.
(3) Para más información gráfica remitimos al lector interesado al sitio web El mundo de la Castañuelas