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Muy poco se ha investigado hasta la fecha acerca del papel que la música ejerció en los círculos obreros católicos aparecidos en nuestro país a partir de la década de los años 70 del siglo XIX, en parte gracias al apoyo que les dedicó su principal patrocinador, el marqués de Comillas. Estas instituciones dirigidas en su mayor parte por la iglesia católica, y por tanto bañadas de un color político religioso, pretendían dirigir y conducir a las clases trabajadoras, encargarse de su educación moral y fortalecer, en definitiva, la unidad nacional frente a la amenaza del socialismo. El rol que tuvo la música en este tipo de instituciones fue muy importante; desde el principio se constituyeron coros y surgió todo un tipo de repertorio pensado para ella. La proliferación de marchas, himnos, cantos y armonizaciones de cantos populares fue considerable. Sin embargo, gran parte de este repertorio se ha perdido en la actualidad. Por lo que respecta a la ciudad de Valencia se ha conservado una interesantísima recopilación que custodio en mi archivo personal. Se trata de un cuaderno apaisado de finales del siglo XIX, encuadernado en piel y tela de color rojo, cuyo título es: “Cantos de los centros obreros”, y que carece de fecha. En la portada aparece el nombre de su propietaria, María Sr. Quintanilla.
Las piezas incluidas en esta colección son las siguientes:
– Marcha militar (pp. 1–3)
– Himno (pp. 4–5)
– La brisa. Habanera. Andante (pp. 6–7)
– Himno (pp. 8–9)
– La españolita. Letra de P. Moreno. Música de M. Penella
(pp. 10–13)
– La patria. Allegro maestoso (pp. 14–17)
– Barcarola. Moderato gracioso. Poesía de D. José María
y Cobos. Música de C. Santamarina (pp. 18– 23)
– Canto a la bandera de la patria. Letra de Sinesio Delgado.
Música de Manuel Penella (pp. 24–31)
– Canto a la bandera (pp. 32–40)
– Barcarola (pp. 41–43)
– Salve Sevilla. Maestoso. Agapito Insausti (pp. 44–50)
– El guitarrico. Allegro, tiempo de jota (pp. 51–57)
– Con mirada serena, Himno. Marcial. Agapito Insausti
(pp. 57–63)
– Aunque pueblos y reyes, Himno (pp. 64–67)
– No te olvido. Zotzico para canto y piano por M. Villar
(pp. 68–70)
– La fábrica (pp. 71–80)
– Rossinyol (p. 81)
– Montañas regaladas. Lent (pp. 81–83)
– El Muga (pp. 84–94)
– Himno obrero (pp. 95–103)
– 17 Composiciones religiosas para órgano (pp. 103–120): . Sin especificar; 2. Sin especificar; 3. A Dios queremos; . Perdón oh Dios mío; 5. Sálvame Virgen María; 6. Perdona tu pueblo; 7. Estrella de los mares; 8. Cristianos venid; 9. Cantad a Cristo; 10. Sé nuestro monarca; 11.
Sálvame Virgen María; 12. La blasfemia; 13. Amante Jesús mío; 14. Himno ecuarístico; 15. Viva María; 16. Lourdes; 17. Vamos niñas al Sagrario
Se trata, en definitiva, de canciones, marchas, himnos patrióticos originales, tonales y de gran sencillez, escritas para voz y piano en su gran mayoría, a excepción de dos piezas que están pensadas para dos voces –la Barcarola de las pp. 41–43 y El Muga–, las canciones populares que aparecen armonizadas a cuatro voces sin acompañamiento de piano, y las composiciones religiosas que no presentan la letra.
Los textos poéticos, que presentan claros tintes político –ideológico–religiosos, son un puro reflejo de la intencionalidad y la finalidad de estos centros. A través de estas composiciones aparece reflejada una faceta de una época que ha atraído muy poco la atención de los investigadores. El reflejo de los cantos populares, bañados en ocasiones de tintes coloristas armónicos, asomó en gran parte de este tipo de asociaciones.