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INTRODUCCIÓN
Es fundamentalmente el valor didáctico de la arquitectura popular, del arte de la proximidad y su presencia en el ámbito educativo, lo que puede evitar la acelerada y siempre injustificada destrucción de nuestro patrimonio.
Las construcciones que comporta el espacio de nuestras vidas, el edificio de nuestro entorno vivido y percibido, forma parte de lo efectivo y emocional de los sujetos que aprenden: “Sólo se razona sobre lo que emociona, pues la emoción es anterior a la razón”. Si quitamos al arte o a la educación, los valores afectivos y emotivos, sólo podemos generar conocimientos inertes, pero nunca racionales y universales. Estos son los dos principios fundamentales de la construcción del conocimiento y del arte de la arquitectura, y por los cuales, la construcción popular y la educación interaccionan en un mismo contexto, donde se conjugan vivencia, experiencia, acción y emoción.
ACCIÓN CONSTRUCTIVA. ACCIÓN EDUCATIVA
La interrelación del hombre con la naturaleza, le lleva a la necesidad de construir un volumen en el espacio, esta construcción, es la acción universal, técnica y formal, que llamamos “arquitectura” y genera intereses cognitivos, cuya adecuada trasposición didáctica es “educación”.
“Es la acción lo que une lo universal y lo particular. Llevando lo universal al lugar, crea una particularidad. (…) el lugar no es un fragmento, es la propia totalidad en movimiento. (…) el lugar se produce en la articulación contradictoria entre lo mundial que se anuncia y la especificidad histórica de lo particular” (Santos, M. 2000).
La acción universal de construir se produce con técnicas que pertenecen a tiempos distintos y se particulariza en un espacio técnico concreto que le opone resistencias y brinda opciones. Acción, técnica, tiempo, espacio, son universales y repercuten en todas las construcciones, están contenidos en cada una de ellas. La acción constructiva genera una obra particular, pero en ella están contenidas las universalidades. Todo lugar, es universal y particular. Al intentar explicar las diferencias entre lugares, contexto y obras construidas, puede observarse que cualquier particularidad, está a su vez condicionado por distintas dinámicas universales:
A.- Emplazamiento: Los materiales y obstáculos que le oferta y opone cada espacio.
B.- Situación: Posicionamiento en relación a los flujos de las técnicas de cada tiempo.
C.- Dinámica tecnoestructural: Consecuencia de la sucesión y superposición de técnicas temporales y generadora de las morfoestructuras locales.
D.- Dinámica socioestructural: Grupos sociales que deciden sobresalir a través de la obra arquitectónica o integrarse en el conjunto, el resultado de sus acciones es una: “Arquitectura del poder o Arquitectura del obedecer”.
E.- La escala de la acción: Los poderes financieros, políticos, etc., tienen una escala de acción y en ella las formas del poder se hacen normas y en cada lugar la norma se particulariza, hoy la escala de acción tiende a ser global y la del compromiso local.
Podemos decir que en el origen de las formas constructivas hay tantos sistemas técnicos como lugares. La acción humana, tiende a unificar técnicas, a veces superiores, a veces simplemente dominantes. En la dialéctica con el lugar (“identidad o resistencia” frente a “cambio, sustitución, anulación”) se generan nuevos modelos que se superponen a modelos anteriores, se introducen nuevas técnicas y nuevas funciones.
La multiplicidad de técnicas y formas constructivas presentes actualmente en el espacio, la gran riqueza de culturas locales y formales, el gran interés que despiertan los múltiples y variados resultados culturales, son manifestaciones de la acción humana, universal, temporal y espacial, de la técnica, función, ética y estética del hecho constructivo, forman una totalidad, un rico patrimonio de técnicas y modelos, de centros de interés y estudio para todo aquel interesado en los avatares temporales, espaciales y formales de esta acción universal humana y sus resultados.
Por otra parte, la búsqueda de técnicas y formas constructivas perdidas, (Arqueología) en espacios y tiempos alejados, no son sino una manifestación más de los intereses cognitivos del hombre. Por eso, el estudio del los resultados de la acción humana en los lugares, son de interés didáctico, son una Didáctica Magna.
CONFLICTO CONSTRUCTIVO: CONFLICTO COGNITIVO
Pero el hombre construye y también destruye, paralelamente a supuestos avances técnicos, aparece la zozobra, suenan las alarmas. El patrimonio arquitectónico desaparece ante una nueva forma de uso del espacio, y con él, todas las manifestaciones de ese saber acumulado durante siglos en los lugares y toda esa cultura universal y local de acciones y conocimientos, de éticas y estéticas, de usos espaciales, de técnicas temporales, de formas, órdenes y normas, empiezan a sentirse amenazados.
Convertido cada vez más el espacio en recurso financiero, bajo el discurso de la “sociedad del conocimiento”, destruimos la obra, la construcción portadora de múltiples significados y conocimientos, del resultado tangible de las acciones universales del hombre en su medio, destrucción de una obra técnica y también didáctica.
Paralelamente, estamos en la búsqueda de aquellas culturas y conocimientos del tiempo, desenterrando el pasado y destruimos aceleradamente el legado que llegó a la actualidad, enterrando el presente.
¿Estamos en la fábula del rey Midas, o como el Hidalgo Manchego, se nos ha secado el cerebro a causa del pensamiento único y el ficticio bien financiero?
“Él, se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio; y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro” (Don Quijote: Capítulo 1).
¿Qué lectura nos lleva a destrozar, de claro en claro, un patrimonio presente y cercano y a buscar otro turbio, costoso y lejano? ¿Qué didáctica de la sociedad del conocimiento lleva a la admiración de turbio en turbio de espacios alejados en el tiempo o en el espacio y mientras tanto en el de claro en claro de las noches, permitimos la destrucción del patrimonio que nos rodea? Cuestión de finanzas. Cuestión de avances. Conflicto Cognitivo Cuestión didáctica.
EL PATRIMONIO LOCAL: CUESTIÓN DIDÁCTICA
La defensa del patrimonio, de la arquitectura popular, está cada vez más avalada por su reconocimiento científico y también por su presencia en las leyes educativas. Evidentemente no ha sido suficiente y se hace necesario su divulgación y su presencia en la acción educativa, ambas pueden permitir su conocimiento y conservación.
Durante mucho tiempo, pedagogos y educadores, apostaron por el valor didáctico de lo cercano y con ello del patrimonio arquitectónico, defendieron una enseñanza a partir por lo próximo: “Estudiar las cosas en presencia de la cosa misma” (Comenio. Didáctica Magna, 1632). El método de cosas como instrumento básico que permitirá desarrollar las capacidades intelectuales del hombre, desde distintas perspectivas didácticas y desde las distintas disciplinas, estuvo siempre presente en el pensamiento educativo, Comenio, Rousseau, Pestalozzi, etc. son buenos ejemplos.
En 1878 Lavasseur explicaba desde la Sorbona a los maestros que asistieron a la Exposición Universal: “El maestro (…), debe proponerse desenvolver la inteligencia (…) para ello el método más adecuado consiste en la explicación de una cosa en presencia de la cosa misma (…) siempre que en lugar de definir sea mostrar, debemos de estar persuadidos de que hay ventaja en hacerlo (…). Pongamos a nuestros alumnos en presencia de la realidad y encontraremos en la realidad visible, en las cosas y fenómenos que están ante nuestros ojos, todas las definiciones de que tengamos necesidad más tarde.…” (Cit. por Sánchez López, 1982; 191).
En la actualidad, el cognitivismo de Piaget, manifiesta cómo el primer aprendizaje se realiza en el “espacio topológico” y desde él se puede pasar al proyectivo, euclídeo, etc. luego el punto de partida es lo cercano. Vigostky sitúa prioritariamente el “escenario de nuestra vida” como base de la educación, encuentra en el entorno cercano la base del aprendizaje. Ausubel hace descender de lo global a lo local como centro de acción en una metáfora del zoom fotográfico. Si Decroly enunció los “centros de interés” como punto de partida educativo, su teoría, se ve reforzada actualmente por Goleman, su obra: “Inteligencia emocional”, está muy en relación con la experiencia vivida, pone la emoción en relación a lo próximo.
Podemos decir que los académicos de la enseñanza defienden sin exclusión el valor de lo próximo, de la misma forma que el evangelio de San Juan, porque: “Quien no ama lo que ve difícilmente puede emocionarse con lo que no ve”.
Desde una ciencia tan abstracta como las matemáticas se hace el siguiente pronunciamiento: “La aventura de enseñar y aprender tiene lugar en un marco geográfico-social-temporal muy preciso, (…) Debemos aprovechar la ciudad o el pueblo, sus calles, sus campos, sus tradiciones, su talante local…” (Alsina, 1996; 53).
Pero también desde la ciencia social los llamamientos al conocimiento desde la proximidad están siendo constantemente argumentados:
“Los estudiantes viven en (…) un mundo global (…), pero siguen desarrollando su vida en un medio local. (…) raras veces se les aporta la posibilidad de conocer aspectos que explicarían las relaciones que se establecen entre todos los territorios y darían sentido a su propio medio local” (Grupo Iber, 2002).
Pero si el proceso educativo se genera desde el medio próximo, desde el conocimiento de la acción universal de la obra del hombre en ese medio y en presencia del resultado de la acción universal (la construcción de espacio en el tiempo) que conforma el patrimonio. Éste es un recurso didáctico, una Didáctica Magna, pues le otorgamos también, una función social nada despreciable:
“La formación (…) en el tratamiento del entorno más inmediato, es urgente (…). El desconocimiento que acompaña a la falta de “distanciamiento” o interés “científico” tiene, además, unas consecuencias muy importantes para su formación integral y en valores (…). La Primera es una total incapacidad crítica con respecto a los lugares y a la sociedad que les rodea, y la segunda que se deriva de ésta, es la impasibilidad en el ejercicio de iniciativas de carácter cívico, base de una sociedad democrática auténtica. Es lógico pues, aunque notorio asimismo, el desinterés y desconocimiento de las posibilidades y cauces de participación en la configuración del escenario de sus vidas”. (Luna Rodrigo, G., 2002; 398).
El interés por lo cercano, por la comprensión de la arquitectura popular, rural o urbana, estará en razón de la función que queremos dar al patrimonio y también a la información que genera. Pero, observamos un determinado argumento fundamental, tratamos “la arquitectura” como creación de saber, función científica, tenemos también un compromiso en su conservación y difusión, función didáctica, pero sobre todo, para el hombre democrático que debe participar en la construcción y conservación de su patrimonio, cumple una función educativa.
Para realizar esta función educativa, es necesario generar un vínculo entre el saber científico y el saber para ser enseñado (saber didáctico), entre técnica y acción universal y realidad local, estos vínculos, son tan escasos, que parece que no existen. Asistimos, a una disfunción constructiva y paralelamente, cognitiva, educativa y social.
ARTE Y DIDÁCTICA POR METAMORFOSIS
Un elemento arquitectónico es en principio un bien de uso, puede en su origen tener una función de culto, de vivienda, de almacén, defensiva, etc. Un puente romano tiene una función en su tiempo, pero la sociedad lo transforma en arte por metamorfosis cuando lo admira y protege. También puede convertirlo en recurso didáctico para enseñar distintas cuestiones a través de él, es recurso didáctico por metamorfosis.
Tomemos el ejemplo local más sencillo, un chozo de pastor, una casa rural, etc. es factible convertirla en arte y didáctica por metamorfosis, pues es la sociedad la que da esa lectura a la obra del hombre, por eso la estética, es también espacial y temporal.
Si tomamos por ejemplo los “bombos manchegos”, observamos que no se pueden explicar sin las condiciones espaciales y temporales. Por la misma razón, éstos son un recurso para explicar el espacio y el tiempo del lugar donde se encuentran y también la transposición didáctica de su técnica a escalas universales.
Evidentemente, el “bombo tomellosero”, responde a la presencia del caliche en el terreno y sus materiales, a la fuerza del viento en sus compactas cúpulas, a la luz y dirección y calidad del viento en la orientación de su puerta, siempre al sur, etc. Pero también responde al tiempo, (la técnica es prehistórica), a la tradición, evoluciona con el uso del territorio, a un modo de vida, a distintas funciones, a una cultura, a un arte, etc.
Pero además, a través de él, podemos analizar la geología, hacer cálculos matemáticos, medir la geometría, dar nombre a las formas y los elementos, desarrollar el lenguaje y la literatura sobre él mismo, estudiar el arte en sus constructores y pintores, etc. En general conocer la vida cotidiana del hombre y su evolución, pues en la obra popular están las acciones y conocimientos de los hombres de todos los tiempos que las ejecutaron. Son pues una realidad multidisciplinar que a la vez que estudiamos, conocemos, conservamos, e integramos sin nostalgias del pasado en nuestra cultura, en nuestro espacio vivido desde el que construimos el futuro.
Realizamos una obra de didáctica magna, es decir el estudio de las cosas en presencia de la cosa misma, porque la cosa que menospreciamos por nuestro escaso, vulgar y rutinario conocimiento, contiene valores, técnicas, acciones, pensamientos, creatividad, medidas, sueños, acciones, vida, historia. Por eso es patrimonio y es arte.
El arte popular, el espacio construido no es inferior en modo alguno al santificado por los dioses de la academia o el poder, es una forma de actuar que precisamente por no estar sujeta a los cánones del mercado, contiene todas las garantías de autenticidad, responde al sentido común, es arte geográfico.
Cercano en el espacio y en el tiempo, su estudio en la escuela y en presencia del mismo, tiene garantía didáctica y esa garantía permite, que aquello que tenemos ante la vista, no tengamos que buscarlo algún día como recurso arqueológico. Tiene también la garantía de su autenticidad, no está sometido a los avatares del mercado del arte de galería. Su estudio, se ejercita con la acción que Comenio llamó Didáctica Magna.
“Si no qué les han de traer, ejemplos palpables, fáciles, inteligibles, demostrativos, indubitables, con demostraciones matemáticas que no se pueden negar, como cuando dicen: Si de dos partes iguales quitamos partes iguales, las que quedan también son iguales”, y cuando estos no entienden de palabra, como en efecto no lo entienden, háseles demostrar con las manos, y ponérselo delante de los ojos, y, aún con todo esto, no basta nadie — 6 — Bombo de dos senos con puerta de arco de medio punto Cúpula por aproximación de hiladas Bombo con ellos a persuadirles las verdades de mi sacra religión. (Cervantes. El Quijote. Capítulo XXXIII).
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