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Revista de Folklore número

032



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AUGURIOS DE MUERTE EN LA COMARCA DE LA SIERRA DE FRANCIA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 32 - sumario >



(A Tensy Blázquez)

No existe la menor duda de que la muerte ha supuesto para el hombre de todas las edades un auténtico drama, el más importante, y por ello no sorprende que una buena parte de las ideas religiosas se centre en lo que podíamos definir como culto a los muertos, culto nacido de la aceptación y preocupación por la muerte y de la creencia y la aspiración a la inmortalidad. Partimos del hecho de que la muerte es la puerta a la inmortalidad, a la vida de ultratumba, por lo que todo el ritual funerario creado en el tiempo y en el espacio tiene como finalidad el asegurar al difunto un mayor bienestar en el más allá. Ante esta futura felicidad el hombre se resigna a morir. Pero a lo que. no parece resignarse es a no saber cuándo se producirá su paso a la otra vida. En las formas en que el hombre ha vaticinado el fin de su existencia terrena es en lo que se basa este artículo.

El presente trabajo es el fruto de una investigación realizada en una serie de pueblos del sur de la provincia de Salamanca (Lagunilla, Herguijuela de la Sierra, La Alberca, Sotoserrano y Endrinal de la Sierra), así como en otros pueblos del norte cacereño pertenecientes al antiguo señorío de Granadilla, centrado preferentemente en torno a Ahigal, ya que toda este área salmantino-cacereña es partícipe de una similar "cultura popular funeraria".

A pesar de la mezcla de temor y respeto hacia la muerte o tal vez por ello, el ser humano ha sentido la necesidad de conocer lo que la muerte significa, de conocer las causas que la provocan y de conocer las auténticas señales anunciadoras del fatal desenlace. Mediante una observación milenaria ha catalogado una lista de augurios que, en un plazo mayor o menor, le permitirá conocer cuándo acaecerá la muerte y, casi con una precisión matemática, el nombre del que va a fallecer o la familia a que pertenece. Sin augurios de muerte no puede haber muerte. La enfermedad o el accidente sólo serán los pasos para que el presagio se cumpla: "Naidi lah empalma polque sí, que toitah lah muertih ehtán enseñalah (auguradas)", decía una anciana refiriéndose aun joven muerto en accidente laboral (las citas fueron grabadas en la parte situada más al sur de la comarca). No siempre presagio es sinónimo de fatalismo ya que, como se verá, nos encontraremos con prácticas y hechos capaces de contrarrestar el poder de determinados augurios.

Las "señas" de muerte son muy numerosas en la comarca objeto del presente estudio, sin que ello signifique que sean privativas de esta zona geográfica, ya que algunas se localizan en diferentes regiones peninsulares y otras presentan carácter universal.

Los animales domésticos tienen en este área que nos ocupa una importante gracia para predecir las muertes. Así tenemos que si el perro llora tres días seguidos a los pies del amo está vaticinando su muerte en el plazo de una semana. Su aullido lastimero significa la muerte para el enfermo que lo oye. Igual ocurre cuando repetidamente escarba con sus patas en el suelo, vaticinio que también se le atribuye a la yegua cuando realiza idéntica operación en la cuadra. Se dice entonces que "ehtan cavandu la bocha d'alguién arrimau, d'alguién ê la casa". Si el caballo que anda por la calle se detiene bruscamente frente a alguna ventana y se hace remolón para pasar no está haciendo otra cosa que indicar que alguno de los moradores de la casa frente a la que se ha parado no tardará en "machacal jormigah con el caletri".

Auguran la muerte de algún miembro de la casa el que la vaca muja como el toro, el que el gallo grite a deshoras o el que la gallina cante como el gallo. En este último caso, para que el augurio no surta efecto, es necesario buscar la gallina que cantó y matarla antes de que amanezca.

En el sacrificio de los animales domésticos hay que tomar serias precauciones si se quieren evitar fatales consecuencias. No se ha de matar nunca un gato negro. Moriría con los ojos abiertos y en ellos se reflejaría la imagen de algún allegado del que lo mató, que no tardará en morir. Al sacrificarse las aves de corral (gallinas, capones, palomas...) hay que procurar que se desangren totalmente y la sangre vertida en el suelo debe cubrirse con tierra o ceniza. Sería una fatalidad pisarla, puesto que "la sangri muerta quieri ensecalsi con la sangri viva". Mortales consecuencias tendrán para el mayor de la casa el que la gallina o el borrego que se matan para el consumo familiar no pataleen o que "el guarrapu no gruña" en su postrer momento.
Los pájaros gozan de absoluta credibilidad, son aves augurales por excelencia. Aquí nos referimos solamente a los aspectos negativos, como animales que presagian la muerte. Las aves nocturnas son todas de mal agüero. Así tenemos que la lechuza "que s'embocha en la troji" anuncia la muerte del que escucha su canto desde la cama. El mochuelo que "mía aposau en la cumbri" o alero del tejado predice el fatal desenlace de algún miembro de la casa. Y ya se sabe, el que mata un murciélago paga con la muerte su crimen.

Los graznidos del cuervo han de guardarse de oírlos los enfermos: no tardarían en morir. Cuando un guarro y un milano vuelan en círculo y graznan sobre la casa en la que habita un enfermo no hacen más que anunciar su fallecimiento en un breve plazo. Existe un dicho: "Cuandu el guarru guarrea carni barrunta; cuandu el milanu sirba ya ehtá difunta". "Loh pájaruh éhtuh tienin güen fatu, se güelin mu prehtu la carni currumpía del malu... lo mehmu lo mehmu pa una semana anti que s'haiga muertu; son pájaruh ê fatu mu finu".

El cucu es también un ave oracular tanto en cuestiones de boda como de entierro. En primavera, los viejos se dirigen a ellos diciendo:

"Cucu êl rey,
cucu ê la reina,
cuantuh añuh ê vía me quean?",

y las veces que oyen decir "cu-cu" son los años que aún vivirán.

Por último, hay un ave que en un determinado estado es causa del fatal desenlace. Me refiero al hecho de mantener a una tórtola metida en una jaula durante siete años seguidos. Eso trae consigo el fallecimiento de alguna persona de las que conviven con ella. La solución está en liberarla antes de que se cumpla el plazo. Pero, si al abrirle la jaula, ésta prefiere seguir encerrada "se jaci necesariu el pensal que va habel un intierru".

A los sueños se le atribuye un importante papel en las prediciones de muerte. Soñar que alguien se muere es anuncio de boda, de prosperidad y de larga vida. Pero soñar tres noches seguidas con la muerte de una persona concreta "quieri icil queesa presona pu dil encomendandu la su alma al Señol". Quien sueña con boda está prediciendo la muerte de un vecino. El soñar en la mudanza de la casa es anuncio del fallecimiento del familiar que se vio trabajar más que los otros en el traslado, "poh paeci que quie dejal toitu arreglau anti qu'el cura lo enguisopi". El que una mujer sueñe con un parto es señal evidente de que morirá su hijo mayor.

La embarazada tiene una serie larga de prescripciones para que su hijo no muera antes de nacer. No deberá hacer labores de "jilu y abuja", es decir, que ni podrá coser, zurcir, bordar, hacer punto, devanar madejas, mover bolillos, etcétera, pues de lo contrario el cordón umbilical se enrollará al cuello del feto hasta asfixiarlo. No ha de barrer, pues barrería "asina tamién el ánima del gazapinu (feto)". El niño nacerá muerto si la embarazada visita tres veces el cementerio. No podrá pasar por debajo de una escalera ni por debajo de las cuerdas puestas para tender la ropa a no ser que se quiera que el hijo esperado "s'ajorqui el mehmu añu qu'entri en quinta".

Hay días y números que presentan carácter aciago, derivado siempre de unas condiciones especiales. El domingo está considerado día favorable, pero se convertirá en fatídico siempre que en ese día se celebre un funeral. "Cuandu el mi padri se murió en ehti pueblu no había cura... había un cura que vinía cá dumingu...po él muh diju que muh jacía el intierru y el funeral... Esu no pudía sel, qu'era un domingu. Al intierru entovía..., peru al funeral no iba a dil naidi. ¡Qué montri! Amuh, que ningunu quiriamuh siguil pal emjalbegau al probi ê mi padri". Y es que está muy arraigada la creencia de que una de las personas que asisten a un funeral en domingo morirá al domingo siguiente. Augurio de muerte no determinada, pero siempre colectiva, es que el domingo de pascua caiga en el mes de marzo: "Pahcua marzal, mucha jambri y mortandá".

El martes es día desfavorable para emprender cualquier actividad y si va unido al trece es día que augura la muerte para los que en él contraen matrimonio o realizan determinados viajes: "En treci y marti no te casih ni t'embarquih". Este número trae aparejadas fatales consecuencias: en una reunión no habrán de juntarse trece personas, y mucho menos a la hora de sentarse a la mesa, pues moriría una de ellas trágicamente, "igualitu que Juda, polque a Dio no le guhta que seamuh máh genti que doci... que pol esu mehmu s'ajogó Juda". El número tres puede ser fatídico: "jinca el poleu (se muere) el treceru que con la mehma velilla (cerilla) encindi el cigarru".

Son vaticinios de muerte el que los muebles o las tablas del piso chirríen fuertemente "sin que nâ loh jaga sonal". Igual ocurre cuando las campanas "doblan" solas por la noche y cuando en el último toque del ángelus "el golpi del badaju obriga una recaía máh larga... tieni máh son". Otras señales son el derramar sal sobre la mesa, romper un espejo, pasar un cuchillo por encima del cuello de una persona para entregarlo a otra tercera, abrir un paraguas en casa, dejar las tijeras abiertas, hacer dar vueltas a una silla sobre una pata y que las tijeras o el cuchillo que se caigan de la mesa queden clavados en el suelo. Pero estos últimos augurios pueden neutralizarse: cuando se vierte la sal se cogen unos granos y se tiran para atrás por encima del hombro; cuando el cuchillo se pasa sobre el cuello hay que hacer lo mismo, pero a la inversa; cuando se rompe un espejo se escupe tres veces; para contrarrestar el augurio del paraguas y de las tijeras abiertos hay que decir "lagartu" en el momento de cerrarlos; y en el caso de las tijeras y del cuchillo que se clavan en el suelo es obligado hacer una cruz con la punta en el sitio donde cayeron.

Premonición de muerte es toparse en ayunas con un tuerto, con un jorobado o con tres curas juntos. Se neutralizan estos augurios haciendo la "jiga" con la mano izquierda, aunque en el último caso hay que escupir tres veces y decir "lagartu, lagartu, lagartu".

Algunos curas, aun sin enterarse, provocan la muerte. Si al bautizar a un niño lo señalan con óleo de los difuntos en lugar de con óleo del bautismo, lo más probable es que el niño "se quei blancu de malu y se mui pal otru barriu". Si no ocurre la defunción, el niño estará condenado a "sel un muertu vivu", que siempre soñará con muertos y predicará la muerte de los demás. También si el cura se confunde a la hora del responso y en vez del nombre del difunto dice el de otra persona, ésta será la siguiente que morirá en el pueblo.

Son premoniciones de muerte: el que aparezcan manchas de sangre en la cara sin saber la causa, ya que "toa la vida ehtá en la sangri y ondi primeru se nota que la vida de unu se le v'a ehcapal eh en la cara"; el que en el espejo donde uno se mira en lugar de su cara se vea una calavera o la imagen de un difunto; y el que en la casa haya un intenso olor a cera. Señales de muerte para un enfermo grave son las siguientes: que quiera vestirse y levantarse de la cama; que haga intentos de preparar los embozos de las sábanas; que se dé la vuelta "pa la salía del sol pa asina oyel lah ultimitah palabrah que diju Nuehtru Señol"; y, sobre todo, que experimente una ligera mejoría, "poh la recaía ni el creu la salva".

Si el enfermo muere con los ojos abiertos hay que cerrárselos al instante porque de lo contrario el siguiente en morir será uno de los familiares que presenciaron la agonía: "de loh ojuh salin com'un jumu... esi jumu eh comu si juera...asina comu la muerti y va andi unu qu'ehté p'allí...; si se mueri con loh ojuih cerrauh no hay mieu ê na".

La viuda que se enamora el dia del entierro de su marido dicen que se enamora de la muerte y el hombre con el que se case fallecerá antes de dos años. "La tía R. (nombre de ella) s'ha sobriviviu a treh (maridos). El día del intierru de unu le echaba el tienti al otru y asina... Los treh s'han muertu. Ya no s'ha casau máh..., pol ella no queaba, peru ¿a vel quién quieri? Ella tieni mu güen guipí..., peru que mu güenu...".

Si se quiere condenar a una persona a muerte segura no se tienen nada más que dar unas puntadas en su ropa con la aguja con que se cosió un sudario. Para que esta aguja pierda su fuerza nociva necesita ser pasada por la lumbre.

Si en un entierro se apaga el cirio tres veces seguidas es prueba evidente de que morirá alguien de los que asisten al funeral. Cuando se oyen doblar las campanas y alguien, por muy enemigo que sea del fallecido, no reza un "pater noster", "esi frima la su muerti y tieni que sel el desotru pa endiñala",

Por último me referiré a las formas de predecir la muerte. Clavando la punta de un cuchillo sobre la mesa ligeramente y, sujetando con un dedo la parte superior, se hace girar; cuando se para el cuchillo, aquél a quien apunta con su filo será el primero de los presentes que morirá. Lo mismo se hace con unas tijeras puestas en forma de cruz y haciéndolas girar sobre un cedazo por e mismo procedimiento; a quien señale la punta será el que morirá en primer lugar. La noche de San Juan se rompe un huevo y se echa en un vaso de agua y según la forma que tome la clara se vaticinará el futuro; si aparece una cruz es señal de que el que hizo la prueba morirá antes del próximo San Juan.



AUGURIOS DE MUERTE EN LA COMARCA DE LA SIERRA DE FRANCIA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 32.

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