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Las industrias tradicionales relacionadas con el mundo agrícola han sufrido en los últimos 30 años una modificación generalizada. El cambio de hábitos en el entorno rural, favorecido por la mecanización del campo y la sustitución de los procedimientos artesanales por métodos que requieren un menor esfuerzo, ha supuesto la desaparición de multitud de prácticas antiguas. Una de estas industrias, hoy casi extinguida, es la del carboneo.
Los datos que presento en este artículo están extraídos de mi tesis doctoral sobre las hablas extremeñas (1). En ella dedico una parte al estudio de las denominaciones que recibe la carbonera y los procedimientos que se utilizan para fabricar el carbón. El trabajo de campo se desarrolló en 58 núcleos rurales, 30 de la provincia de Cáceres y 28 de Badajoz. La metodología empleada fue la de la Geografía Lingüística (encuesta dialectal a un sujeto informante para recopilar datos que permitieran el cartografiado de los materiales).
El horno de carbón es una minuciosa construcción de leña en forma de cono de 3 a 4 metros de diámetro y de una altura aproximada de 2,5 metros. Cuando la leña está dispuesta, el horno se tapa con tierra y se enciende por una abertura practicada en su parte superior. De esta forma la leña va convirtiéndose en carbón en el interior del horno.
La denominación propia del horno de carbón en Extremadura es carbonera, que se consiguió en 42 localidades (véase el mapa 1). En puntos dispersos de las dos provincias, con 12 documentaciones, aparece el normativo horno. Boliche se aprecia en el sur de Badajoz (estribaciones de Sierra Morena) como penetración del andaluz; el nombre está motivado por su forma redondeada (2).
La materia prima en todo el territorio de Extremadura para fabricar carbón es la encina, aunque también se utilizan el alcornoque y el brezo en aquellos lugares donde crecen estos árboles. Exclusivo de la provincia de Cáceres es el carbón de roble, mientras que la fabricación de carbón a partir del olivo únicamente se documenta en el cuadrante occidental de Badajoz (véase el mapa 2).
El lugar por donde se enciende el horno de carbón se nombra con múltiples denominaciones, la mayor parte de las cuales poseen un significado amplio, que, ocasionalmente, se ha especializado para nombrar el orificio superior o boca del horno. Las voces que integran el caudal léxico recogido se pueden agrupar atendiendo a distintos criterios: Función: chimenea, fogón, lumbrera, respiradero, ticera (3) y tronera.
Forma: agujero y sus variantes (a)bujero, bujerino y bujerito, buraco, reondelino y güeco.
Situación: corona, techo, puerta, cabecera, boca, cogolla y rabo.
Para facilitar la combustión y conducir el fuego en el interior del horno se practican unas aberturas que se reparten por toda la superficie de la carbonera. Respiraderos, con 11 ocurrencias, es el término más usado. Le siguen, en orden de aparición, el genérico agujeros (9 puntos) y los desplazamientos por contigüidad ventanas y chimeneas, en 4 localidades. Del resto, únicamente lumbreras y troneras manifiestan alguna extensión (4). Como formas ocasionales aparecieron: buraco, tiro, boquilla, gatera, avispero, tizaúra, humeón, albañal, caño, puerta, borda, roto, bufarda y fogón.
Para expresar la acción de cubrir con tierra el horno se utilizan 4 lexemas principales, todos ellos normativos, que no plantean ningún problema, ni desde el punto de vista etimológico ni desde el punto de vista de su motivación: aterrar (5), en 20 localidades, arropar, en 11, tapar, en otros11 puntos, y cubrir, en 5. Con una difusión menor aparecen: enterrar, laderar, enhornar y las expresiones ocasionales le ponen tierra, echarla en lo alto, echársela encima y le echan tierra.
El término típicamente extremeño que define la acción de deshacer el horno de carbón es sacar. En nuestra red lo hemos registrado en 28 localidades repartidas por toda la región. Las demás respuestas, de carácter ocasional, tienen motivaciones evidentes: apagar, descubrir, parramar, abrir, esbaratar, destapar, descombrar, desarropar, desmontar, apartar y enciscar. Las lexías son también habituales para referir la acción de deshacer el horno: separar la tierra, quitar la tierra, abrir la carbonera, desviar la tierra, dar vuelta al horno y cortar la respiración.
Por último, los trozos menudos de carbón que se recogen del horno se denominan carbonilla en la mayoría de los núcleos donde se consiguió respuesta, aunque también existen otros nombres con una extensión limitada: zaragalla, en el occidente de la provincia de Cáceres, cisco y canutillo.
En algunas localidades se ofrecieron estructuras interesantes. Así, en Torrejón el Rubio, el canutillo hace referencia al carbón en tiras delgadas, mientras que la zaragalla y la grancilla son nombres que se aplican al carbón menudo. En Higuera la Real la carbonilla son los restos del carbón que quedan sobre el lugar que ha ocupado el horno, mientras que se llama cisco a los trozos de carbón que no se han quemado convenientemente.
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NOTAS
1. GONZÁLEZ SALGADO, J.A.: Cartografía lingüística de Extremadura. Origen y distribución del léxico extremeño. Madrid, Universidad Complutense, 1999.
2. La única excepción a estas denominaciones la constituye la variante olla, nombre con que se conoce el horno de carbón en Casar de Palomero.
3. Relacionado con tizón, del latín TITIO, -ONIS.
4. Se recogieron en 3 puntos. Son palabras admitidas en la normativa, que han sido adaptadas al extremeño, con el significado de respiraderos del horno, a partir de su sentido primario de ‘abertura’. El primero procede del latín LUMINARIA, plural de LUMINARE, -IS, ‘luz’; el segundo es un derivado del castellano trueno.
5. En Baterno y Zarza Capilla en su forma reiterativa aterrear.