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Arriba con la cuadrilla
que es la que divierte al pueblo:
la guitarra, la bandurria,
el calderillo y los yerros.
Intentar esbozar en unas pocas líneas la importancia que tiene La Ronda de Navalmoral es tarea harto difícil. La música tradicional forma parte de las señas de identidad de todo un pueblo y Navalmoral, como todo el Valle del Alberche, es especialmente interesante. Su secular abandono y aislamiento han favorecido que se mantuvieran, hasta hace poco tiempo, usos y costumbres ancestrales que han conformado la cultura propia de esta zona serrana abulense.
La riqueza de este rico acervo musical se plasma en la multitud de ritmos, sonoridades y estructuras musicales que se han mantenido durante siglos transmitidos de boca en boca y de generación y generación. Buena muestra de ellos son las canciones de trabajo (segadoras de la hierba y de la hoz)(1), las nanas, los cantos de rabel(2), las canciones de boda (con todo un complejo y olvidado ritual alusivo), el romancero (con pervivencias de versiones de antiguos romances ya documentados en el siglo XV como el Romance de la Dama y el Pastor), las canciones infantiles, los cantos ligados al ciclo festivo anual (con especial importancia los que acompañaron a la liturgia cristiana: gozos de San José, cantos de Semana Santa, rogativas a la Virgen de Aldeavieja, villancicos... y aquellos que tenían que ver con las fiestas de quintos y carnavales), y por último, la música vocal e instrumental utilizada para la ronda.
La Ronda de Navalmoral participa de las características comunes de las rondas del Sur de Avila. Agrupaciones que actúan sobre la base de los instrumentos de cuerda que acompañan al cantor que va desgranando copla tras copla, arropado por la música de guitarras, laúdes y bandurrias y marcada rítmicamente por sonoridades tan típicas como las del calderillo o los yerros.
El instrumento más característico de la ronda, la guitarra, aparece ya popularizado en el siglo XVII y era común que acompañara a ciegos, barberos y rondadores (3). Las bandurrias, tal y como las conocemos hoy en día, se asientan de forma definitiva en el panorama musical español durante el siglo XVIII y forman parte desde el principio, de las rondallas estudiantiles y populares aunque también se las consideró instrumentos de concierto. El laúd se añade a las rondas posteriormente, ya en el siglo XIX. Mucho más modernamente (finales del siglo XIX, principios del siglo XX) aparecen nuevos instrumentos en las rondas, como es el caso del violín (presente en algunas como en la de Casavieja) o el acordeón (que ya se documenta en la Ronda de El Barraco (4) a principios del siglo XX). Todos estos instrumentos melódicos son acompañados, en las rondas abulenses, por los sones rítmicos protagonizados principalmente por el metal: el calderillo y los yerros. Estos no son los únicos pues panderos y zambombas de grandes dimensiones (especialmente en las rondas de Navidad y Reyes), castañuelas, tapaderas, sartenes, cántaros soplados, botellas rasgadas o almireces y morteros han sido utilizados en numerosas ocasiones arropando a las cuerdas en las rondallas populares. Excepcionalmente, como en el cercano San Juan de la Nava, los rondadores iban con instrumentos poco habituales en las rondas del Sur de Avila: la gaitilla y el tamboril, a los que se les adjudicaban papeles musicales ajenos a estos menesteres como eran las dianas, procesiones, danzas o bailes de plaza.
En cuanto al corpus temático más propio de la ronda, el esquema se repite en la mayoría de las poblaciones serranas. Son propias de la ronda aquellas tonadas cuya principal función es rondar, aunque en muchos casos estos mismos temas pueden acompañar el baile (5). Es muy común que la pieza principal de la ronda sea una amalgama de ritmos generalmente ternarios. La más usual en el Valle del Alberche y en el del Tiétar, es aquella formada por las seguidillas (6) y jota (7) (estructura que se repite en otras provincias de la Meseta Sur: Madrid, Guadalajara, Toledo...) aunque no es extraño que se acompañe del conocido Romance (8), con largos sostenidos en los que el cantor se luce personalmente y que en el Valle del Alberche ha mantenido su tonada en los conocidos "Sacramentos" de la ronda burgueña mientras que otras como la de Piedralaves, Casavieja y Mijares usan interesantes versiones del romancero hispánico: "Las señas del esposo" o "Amnón y Tamar" por citar algunos, junto con cantos religiosos como "El Arado" o incluso conocidos versos de Lope de Vega (variantes populares de sus Rimas Sacras publicadas en 1614).
Junto a esa mezcolanza de ritmos usada como temas centrales de rondas aparecen en el repertorio propio de las cuerdas, otros de gran interés, algunos de ellos bailables y otros de lucimiento personal. Entre los primeros, la conocida rondeña, verata o malagueña que posiblemente tenga su origen en el fandango manchego desde donde se dispersó hacia el sur, hasta las costas andaluzas y murcianas y hacia el norte, hasta las estribaciones del Sistema Central, tomando en cada comarca sus propias peculiaridades. Claros ejemplos de rondeñas permanecen vivos en algunas rondas del Valle del Alberche como son las de Burgohondo, Navatalgordo, El Tiemblo o Serranillos. Este tema, acompañó también a la ronda de Navalmoral hasta el primer cuarto de siglo, desapareciendo después de la Guerra Civil. Y en cuanto a los temas de lucimiento personal, citar las conocidas rondas de arriba o de abajo (9) interpretadas sólo con el acompañamiento de la guitarra. Estas rondas eran rondas individuales y aparecen también en otras provincias limítrofes como es el caso de Segovia. En Navalmoral, las rondas de guitarra de carácter solista se perdieron en los años setenta a favor de un repertorio de ronda más colectivo que acompañara el baile. Este repertorio propio de las rondallas del sur de Avila se complementa con algunas piezas para el baile como son el Baile de Tres en las Navas del Marqués, o El Rondón en Cebreros y con otros temas de ronda de tipo enumerativo como son "Las horas del Reloj" (canto de ronda de Hoyocasero), "Los Sacramentos" o "Los Mandamientos" muy difundidos por toda Castilla y León, y "El Retrato" (10) que en Navalmoral se ha conservado con base musical de seguidilla y en el que se describe minuciosamente las facciones de la dama que se ronda (es este un tema escaso en la provincia de Avila y que aparece en Guadalajara y La Mancha enlazado con el canto de ronda de Los Mayos).
A estas piezas de ronda se añadía en Navalmoral, la conocida "Jota Callejera", de carácter más libre, utilizada como tema preferido para ir cantando por la calle mientras la ronda se desplazaba de una casa a otra.
El acompañamiento al baile, en Navalmoral, fue especialmente importante después de la Guerra Civil, dentro del contexto de recuperación de tradiciones marcado por las pautas de la Sección Femenina (11). Esta recuperación del saber tradicional no fue siempre del todo acertada y de esta época son muchos de los "arreglos" que han llegado hasta nosotros confundiéndose con lo verdaderamente auténtico y propio. Bailes nuevos sobre temas de la tradición, con extrañas coreografías como "Los Sacramentos" o temas que se han incorporado recientemente a la tradición oral como "La Era", junto con cambios en la indumentaria que empobrecían la variedad del vestir serrano, son claros ejemplos. Con todo, la labor de difusión de la música tradicional de Navalmoral durante estos años de posguerra fue encomiable y traspasó los escenarios propios para los que se había creado(12), siendo meritorio el esfuerzo de toda la gente que participó, junto con la ronda, en la difusión de esta identidad cultural propia.
Acompañando a este repertorio tan típico de cuerda, existen muchos otros temas de ronda interpretados bien a "capella" (con ritmos cadenciosos y melismáticos), bien con el único acompañamiento de instrumentos idiófonos. Bellísimos ejemplos de estas rondas permanecen vivos en pueblos como Serranillos, Hoyocasero o Navalacruz por citar algunos, junto con la conocidísima Ronda de Los Pastores de Casavieja, acompañada de cuadrillas de zambomberos con un interesante repertorio navideño.
Las rondas colectivas, de rondalla y cantores, suelen cantarse a coro. Aunque contienen diferentes estrofas repartidas entre los distintos acompañantes, éstas constituyen un repertorio colectivo conocido por todo el pueblo a las que cada uno marca con su estilo propio de interpretación. La improvisación en el cante, dentro de unas normas por todos conocidas, es una de las peculiaridades de los cantantes de la ronda al que acompañan los tocadores y bailadores. Este modo de cantar denotaba profesionalidad y conocimiento del estilo propio tanto en cantadores como en tocadores y bailadores que interpretaban los temas a la perfección, siguiendo siempre las pautas de la voz. Desgraciadamente, se ha perdido esta forma característica de cantar, favoreciendo hoy en día, un cante y baile mucho más estereotipado que en muchos casos, está lejos de la tradición antigua. La gran mayoría de temas repiten una estructura de cante similar, empezando con coplas alusivas a la licencia o empiece, como éstas pertenecientes a las seguidillas (13):
Si quieres que te cante
la primerita
son tus ojos dos pilas
de agua bendita.
La primera entradilla
que el amor tiene
santas y buenas noches
tengan ustedes.
O estas otras de la jota, donde era muy común que los cantores pidieran la entrada con un "voy":
En nombre de Dios comienzo
y el de la Virgen María
que soy como el escribano
que primero hace la guía.
En nombre de Dios comienzo
que es bueno de comenzar
si bueno es este principio
mejor será el acabar.
Intercalando posteriormente estrofas (muchas con base en la rica lírica castellana) interpretadas por distintos cantores para avisar, con una de ellas, que se cambia de ritmo hacia otro tema:
Te canto otra,
te canto otra,
tras de la seguidilla
viene la jota.
Mudo tonada,
mudo tonada
con licencia o sin ella
ya va mudada.
Y al final coplas referidas a la terminación de la pieza, que en ocasiones hacían alusión al que había solicitado la ronda o simplemente a la fecha en que se cantaba.
Si quieres saber María,
quién la ronda te ha traido
Mariano tiene por nombre
tú sabrás el apellido.
Allá va la despedida
con la mano en el bolsillo
quédate con Dios, María,
que mañana es el día El Niño.
En ocasiones las estrofas hacían referencia al tema interpretado. Es el caso de estas estrofas incluidas siempre en la rondeña:
La rondeña malagueña
¿en dónde la has aprendido?
en la orillita del mar
a la sombra de un olivo.
Estas si que son veratas,
que han venido de Madrid
han pasado por El Tiemblo
y desde El Tiemblo hasta aquí.
Cuando los temas poseían estribillos cantados, estos eran coreados por todo el pueblo (es el caso de algunas veratas, jotas o cantos de carnaval).
En cuanto a las fechas características de ronda, comentar que ésta solía salir especialmente durante el ciclo de invierno, cuando las labores agrícolas dejaban más tiempo para el ocio. Especialmente importantes eran las rondas de Nochebuena y Nochevieja ligadas a las fiestas de quintos. La última noche del año se juntaba la quinta saliente con la quinta entrante para cantar la ronda siendo en muchos casos motivo de disputa y pelea.
Los enfrentamientos entre distintas rondas de una misma localidad han sido recogidos en la literatura de tradicional oral en numerosas ocasiones, como lo reflejan estas cuartetas de las rondas de Serranillos y Navalmoral:
La ronda y la contrarronda
ninguno las mete mano.
La ronda la traigo yo
la contrarronda mi hermano.
Mozos viejos a acostar
y afilad bien los puñales
que esta noche va a salir
la ronda de los chavales.
Para avisar del paso de la ronda, los cantores echaban los típicos "ji-ji-jís" o "gallos", que se dejaban oír en la tranquilidad de la noche por todo el pueblo. Desde principios de año hasta los Carnavales (14) la ronda acompañaba a los mozos de la quinta del año cuando ésta requería sus servicios, para agasajar a las novias que quedaban solas durante el largo servicio militar.
Otra de las fechas de ronda dentro del calendario festivo anual era la señalada para Las Enramadas que en el Valle del Alberche solían ser San Juan y San Pedro (Serranillos, Hoyocasero (15)...) o la festividad del Corpus (El Barraco). Los mozos acompañados de la ronda enramaban las ventanas y balcones de las mozas al uso establecido.
También era solicitada la ronda para la boda. Más de una novia se emocionaba, detrás de la puerta, al escuchar el repiqueteo del calderillo y el rasgado de las guitarras a su puerta. Era la última ronda que escucharía en su vida. Era su despedida de soltera, el inicio de una nueva etapa. La ronda acompañaba a los novios durante los tres días que duraba la boda. La víspera con el canto de la ronda postrera y el día de la boda acompañando al cortejo hasta la iglesia y halagando a los novios (especialmente a la novia) y acompañantes con cantos alusivos durante todo el tiempo (16). Mención especial merece el papel de la ronda en el baile de las Galas, los Cuartos o el Espigo a los novios. A cambio de un pequeño donativo en dinero o en especie (garbanzos, lentejas...) el invitado tenía derecho a unas vueltas de jota interpretadas por la Ronda con el novio o la novia. En ocasiones el dinero era prendido en una manzana o en el mismo vestido de la novia (Serranillos, Hoyocasero...) o como en el caso de Navalacruz se prendía en el traje de los novios la ropa regalada de gala. En Navalmoral era común que la ronda acompañara el baile de las Galas de los novios aunque existen referencias de "echar las galas" con la gaitilla en la misma Plaza Grande antes de la Guerra Civil.
Otro de los motivos, para que saliera la ronda (actualmente en la mayoría de los pueblos, el único) era el agasajo a los patrones de la localidad. Este ofrecimiento de la ronda a la Virgen o el Santo patrón está ampliamente extendido en muchas localidades del sur de Avila. Tradicionales son las coplas y rondas a la Virgen de la Piedad, en Las Candelas de El Barraco, donde los quintos del año "echan" sus coplas a la patrona cada 2 de febrero. O las rondas al Santísimo Cristo de la Luz de El Burgo, a la Virgen de Chilla patrona de Candeleda y de los pueblos de la solana de Gredos, o a la Virgen de La Canaleja, patrona de Navatalgordo y sus Umbrías (donde existe la referencia más antigua a las rondas abulenses a mediados del siglo XVIII) (17). Esta tradición aparece en nuestro pueblo en los años ochenta con la recuperación de las fiestas de Ntra. Sra. de Aldeavieja, actualmente bajo la advocación de la Asunción de la Virgen, a mediados de agosto, en lo que ya es la tradicional Ronda a la Virgen.
También la ronda solía acudir a rendir homenaje con su música a las distintas personalidades del ámbito político o eclesiástico que visitaban la localidad. Así, gobernadores civiles y obispos eran recibidos con guitarras, laúdes y bandurrias en todas las ocasiones que visitaban las poblaciones serranas. Este "echar la ronda" se ampliaba muchas veces, al alcalde o al cura párroco.
Sin embargo, hoy en día, cuando las quintas ya no son quintas y cuando todas las bodas son marcadas por un mismo estilo importado, las guitarras, bandurrias y laúdes han callado sus voces y resulta difícil escuchar la música tradicional en el contexto para el que fue creado. La música tradicional no está de moda. Muchos de los más jóvenes, descubrirán en este texto algo novedoso y desconocido para ellos pues los mecanismos de la tradición, de esa entrega del saber de todo un pueblo, están fallando en las últimas generaciones. La Ronda de Navalmoral ha sido mantenida durante los últimos años por un grupo de verdaderos entusiastas. Muchas veces sin apoyo ni reconocimiento alguno. En estos momentos recuerdo con cariño a los últimos componentes de la Ronda: a los hermanos Herranz (Ángel, Eutiquio, León y Teodoro), a los hermanos Piera (Antonio y Marcelo), a Paulino (al que le ha tocado más de una vez estar más sólo que la una, pero con mucha voluntad), a Lore "Tartana" (que recogió la tradición de su padre, uno de los mejores intérpretes de calderillo del Valle del Alberche), a Mariano "Caraba", a los yerros y a Julio "Zorro" que vuelve puntualmente a la Ronda de la Virgen, desde su lejano Londres. Atrás quedan muchos otros que han tocado en la Ronda y algunos nuevos que tímidamente participan acompañando. Con todo, confío que la labor callada de todos aquellos que disfrutan y han disfrutado de ella, sirva como acicate para renovar una de las señas de identidad más características de todo un pueblo: su música tradicional.
A todos aquellos, que de alguna manera, han hecho posible que los acordes de la ronda sigan vivos en este principio de milenio que nos ha tocado vivir, va mi más reconocido y sincero homenaje, confiando y deseando que su labor callada y anónima no caiga en el olvido, para que todos podamos disfrutar de este importante legado cultural. A todos ellos y a todos los que se siguen emocionando con sus sones, gracias.
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NOTAS
(1). Este tipo de cantos melismáticos en los que la voz del solista campea con total libertad tiene mucho que ver con el estilo de algunos palos del flamenco. Para el etnomusicólogo Miguel Manzano nos indican la línea a seguir en la investigación del posible origen de este cante sureño (Manzano, M. (1995). La riqueza de una tradición musical en Pérez Trescasa, G. y Marijuán Adrián, R. (1995). La música tradicional en Castilla y León. RTVE Música. Radio Nacional de España. Junta de Castilla y León).
(2). C. Antonio Porro hace una interesante recopilación, para la provincia de Avila, de los temas propios de este antiguo y pastoril instrumento cordófono ampliamente difundido por todo el Valle del Alberche. En Navalmoral de la Sierra rescata los temas de tres arrabeleros: Mariano "Tío Higuero", Fructuoso Piera "El Zapatero" e Inocencio Aparicio "Tío Chenche" (Porro Fernández, C. Antonio (1998). El rabel en Avila. Homenaje a Sonsoles Paradinas. Asociación de Amigos del Museo de Avila, pp. 387-408),
(3). Díaz, J. (2001). Los instrumentos musicales. Junta de Castilla y León - El Norte de Castilla. Valladolid,
(4). La Ronda de El Barraco aparece acompañada con un acordeón diatónico a principios del siglo XX en Fraile Gil, J. M. (editor) (1986). Estampa de Castilla y León. Selección de los artículos etnográficos y costumbristas publicados entre 1928 y 1936. Ediciones de la Diputación Provincial de Salamanca, pp. 129-132.
(5). Pérez Trascasa, G. y Marijuán Adrián, R. (1995). La música tradicional en Castilla y León. RTVE Música. Radio Nacional de España. Junta de Castilla y León. En esta interesante obra discográfica se recogen de manera sonora, las más importantes rondas del Sur de la provincia de Avila: El Arenal, El Barraco, Candeleda, Cebreros, Mombeltrán, Navalmoral de la Sierra, Piedralaves y Serranillos. Incluyendo entre las mismas muestras del típico repertorio abulense: romance, seguidillas, jotas y rondeñas. En cuanto a otras grabaciones existentes, mencionar por su importancia, la labor realizada en las décadas de los años 80 y 90 por los sellos discográficos TECNOSAGA y SONIFOLK que dejaron registradas una buena muestra de las rondas abulenses: El Arenal, Candeleda, Cebreros, Arenas de San Pedro, Pedro Bernardo, Casavieja, Gavilanes, Mijares, Serranillos, El Hoyo de Pinares, El Tiemblo, Mombeltrán, Villarejo del Valle, Santa Cruz del Valle y Burgohondo entre otras. Así mismo García Matos en 1978 dejó en su Magna Antología del folklore musical de España editada por Hispavox interesantes piezas con el estilo de cante del Valle del Tiétar.
(6). La seguidilla, tal y como la conocemos hoy en día, posiblemente tiene su origen en la seguidilla manchega, apareciendo documentada como baile popular ya en el siglo XVII. Desde La Mancha se extendió por toda la Península tomando características propias en cada región. Así se distinguen, entre otras, seguidillas boleras, seguidillas afandangadas, meloneras, torrás o seguidillas sevillanas que luego dieron lugar al conocido baile andaluz.
(7). El término jota, para el folklorista García Matos aparece por primera vez en un manuscrito abulense del siglo XVII: Cifras de arpa (García Matos, M. (1978). Magna antología del folklore musical de España. Hispavox. Madrid). Como tema de baile, es el más extendido en toda la Península desde el siglo XIX, apareciendo modalidades de jota en todas las regiones en las que desplazó a otros bailes más arcaicos.
(8). Para el etnomusicólogo Miguel Manzano "el romance que la abre (la ronda) se canta sobre una melodía afandangada, que no sigue el esquema armónico usual en Andalucía. Es uno de esos cantos, tan abundantes en la meseta norte que le hacen a uno preguntarse si el fandango viajó de Sur a Norte o más bien al revés" (Díaz Viana L., Manzano Alonso M. (1989). Cancionero popular de Castilla y León. Centro de Cultura Tradicional de Salamanca. Salamanca).
(9). C. Antonio Porro define estas rondas de arriba o de abajo como: dos maneras de acompañar el baile de jota en agrupaciones de cuerda en Avila, La Vera Cacereña, Soria y Segovia, dependiendo de las posturas en el traste y el pisado de las cuerdas. Se llaman también del "uno y del dos", "primera y segunda" y se distingue así entre la jota y la jota del "cruzado", la "seguida" o "corrida", etc. En las estribaciones de Soria hacia Aragón, y allí también, se conserva el término de jota baja para la propia de ronda, similar a esta de abajo. (Porro Fernández C. A. (2001). Denominaciones y nombres de bailes y danzas tradicionales de Castilla y León en el siglo XX. Revista de Folklore nº 248. Caja España). También Pedro Lahorascala define así la "Jota del uno": Es serrana, es decir, propiamente de cabreros... Se llama del "uno "ya que se acompaña en Sol y la postura en la guitarra los campesinos solamente lo hacen con un dedo en el "Sol" de la prima (tercer traste). (Lahorascala, P. y Tirado, A. (1989). Así canta Extremadura con "Manantial Fol.", Ed. Alpuerto. Madrid). Interesantes rondas de este tipo aparecen en los fondos de la fonoteca de la Fundación Joaquín Díaz de Urueña (Valladolid), interpretadas en el año 1972, por Marcelo Piera y su madre Tía Cándida "La Zapatera" naturales de Navalmoral de la Sierra. Al parecer, estas joyas musicales tienen su origen en los temas propios de guitarra anteriores a la formación de la rondalla de laúdes y bandurrias tal y como la conocemos hoy en día.
(10). Este tema aparece en Pérez Trescasa (1999) interpretado por la actual Ronda de Navalmoral junto con los siguientes: Segadoras de la Hierba y de la Hoz, Canto de bodas y Canción de Carnaval interpretados todos ellos por Marcelo Martín, Marcelina Aparicio, Rosalía Sánchez, Dionisio Martín y Fidela Alonso (vecinos del pueblo que desinteresadamente accedieron a cantarlos para Radio Nacional de España).
(11). Se recuerda especialmente en Navalmoral la labor del Maestro Pulla durante los primeros años de la década de los 50. Este maestro impulsó desde la enseñanza de la música para cuerda, el papel de La Ronda, destacando así mismo, como autor del único Himno a Navalmoral conocido. De aquella época se recuerda como acompañantes de la ronda a muchísimos vecinos de Navalmoral, entre otros a; Tío Quico "Tartana", "Tío Benja", "Tío Panta", "Tío Lucio", Tío Juan "El Cojo", Nilo Alonso, Julio "Cadenas", Fabri Aparicio, Gabriel "Jaulilla" y muchos más.
(12). De las distintas salidas que realizó La Ronda de Navalmoral, la visita a Avila en 1941 quedó inmortalizada por José Mayoral que retrató a la rondalla cuando actuaba junto a unas cuantas parejas de baile en la plaza de toros de la capital abulense (García Fernández E.C, (1988). El reportaje gráfico abulense: José y Antonio Mayoral. Diputación Provincial de Avila-Institución Gran Duque de Alba. Página 101).
(13). Gran parte de la literatura de tradición oral abulense está recopilada en la magnífica obra de Tejero Robledo, E. (1994). Literatura de tradición oral en Avila. Diputación Provincial de Avila. Institución Gran Duque de Alba.
(14). Una "Canción de Carnaval" de Navalmoral aparece en el cancionero de los PP. Aludan, E. y Alcocer, J. M. de los años cuarenta titulado Canciones abulenses populares y editado por la editorial madrileña La Milagrosa.
(15). De esta localidad aparece entre los temas recogidos por Schindler a primeros del siglo XX, la ronda "La bien llegada" que se entonaba en la verbena de San Juan por la ronda de mozos (Schindler, Kurt (1941). Fol. Music and poetry of Spain and Portugal (Música y poesía popular de España y Portugal). Hipanic Institute. Nueva York. Facsímil editado por el Centro de Cultura Tradicional de Salamanca, 1991.
(16). El conocido tema de "La Boda" de Navalmoral de la Sierra aparece en una versión discográfica interpretado por Ángel Carril en el trabajo "Al uso de mi tierra" editado en 1985 por Dial Discos, Madrid. También aparece una versión de este mismo tema recogida en Navalmoral en los años cuarenta del último siglo por los PP. Elias Aludan y J. M. Alcocer, (17) El cura párroco de Navatalgordo deja constancia en el año 1758 de los "abusos de los mozos que salen a desoras por las calles juntos, con pandero, sartén y otro instrumento de que ellos husan, con el título y nombre que ellos dan de rondar a las mozas del pueblo, cantando a las puertas cantares y coplas nocivas" (Vicente A. de (1985). Avila de curas, fiestas y carnavales. Revista de Folklore nº 59. Diputación Provincial de Valladolid).