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Este nombre ocupa un lugar preferente entre los músicos y folkloristas españoles y el primero entre los burgaleses. ¿Quién es ANTONIO JOSÉ?
Durante muchos años hubo un silencio en torno a la vida y la obra del maestro desaparecido en una fría madrugada de octubre del fatídico año 1.936, aunque poco a poco esa cortina de silencio se fue levantando a partir de la publicación en el Semanario “Triunfo” a finales de 1.971 de un extenso y documentado reportaje de Santiago Rodriguez Santerbás estudiando vida y obra de nuestro compositor burgalés. Se dijeron cosas interesantes en ese trabajo que puede considerarse como el prólogo de la biografía que en el año 1.980 publicó la Unión Musical Española, patrocinada por el Excmo. Ayuntamiento de Burgos y la Dirección General de Música. Los autores de esta primera biografía son Jesús Barriuso Gutiérrez, Fernando García Romero y Miguel Ángel Palacios Garoz. Ese mismo año fue editada la obra de Antonio José COLECCION DE CANTOS POPULARES BURGALESES (NUEVO CANCIONERO BURGALÉS), que había alcanzado el Premio Nacional de Música de 1.932.
Diversos artículos publicados en la prensa local burgalesa, algunos de ellos firmados por el periodista Felipe Fuente Macho “FUYMA”, no cesaron de recordar la necesidad de editar esa imprescindible e importante obra, sobre todo con motivo de un homenaje que se le rindió en el mes de octubre del año 1.977 al cumplirse el 41 aniversario de su muerte. Destacaron con ese motivo los artículos que sobre la vida y la obra del compositor burgalés escribieron José Ángel Esteban, Alberto Arnáiz y Andrés Ruiz Tarazona y que fueron publicados en el diario EL PAIS en la sección de Música el día 4 de diciembre de 1.977.
“Su indudable valía profesional, tanto a nivel de compositor como de recopilador y folklorista de la música popular castellana y su constante preocupación por el trabajo cultural en las organizaciones populares ha alimentado su figura. El silencio y el oscurantismo, el enterramiento permanente por parte del régimen oficial que propició – que permitió - su ejecución, intentando hacer desaparecer una de las más importantes labores de recuperación y desarrollo de la cultura castellana han sido las causas fundamentales de su desconocimiento y, por el contrario, de su idealización encendida”.
Este año 2002 se cumple el centenario de su nacimiento y la ciudad de Burgos ha organizado diversos actos para dar a conocer y exaltar la figura de este sobresaliente músico y folklorista.
Antonio José Martínez Palacios nació en Burgos el 23 de diciembre del año 1.902. Su padre, Rafael Martínez Calvo, excelente artesano era maestro confitero de “La Rojilla”, nombre con el que toda la ciudad conocía el establecimiento que la familia Lastra tenía en un pasaje de la plaza Mayor. Su madre, Angela Palacios Berzosa, procedía de una familia de agricultores de Ibeas de Juarros, localidad próxima a la capital. Todos coinciden en asegurar que la sencillez, la cordialidad y la campechanía constituían los rasgos humanos más sobresalientes de esta pareja que habitaba en el número 15, piso 3º de la calle de la Sombrerería, vieja rúa gremial que tiempo atrás lo fuera de los panaderos. Virtudes a su vez presentes en la vida del propio Antonio José y en la de su hermano Julio, nacido en 1.899. Ambos orientarán su existencia hacia actividades bien distintas de las tradicionales en su casa; el primogénito será maestro de escuela pública de Pradoluengo y periodista; Antonio José, desde muy niño, mostrará un especial fervor por la música. Los dos encontrarán un día la muerte en idénticas circunstancias.
En 1.909, no cumplidos aún los siete años, Antonio José acude a las Escuelas de San Lorenzo. Estas tenían su sede junto a la parroquia del mismo nombre, en un caserón en el que pasado el tiempo vendrá a tener su sede precisamente el Orfeón Burgalés del que será director Antonio José entre 1.929 y 1.936.
Tan viva es la vocación que sus padres le proporcionan unas clases con José Mª Beobide, maestro organista, descubridor y protector de Antonio José a quien años más tarde considera su discípulo aventajado.
Se impartía en estas escuelas una educación tradicional, con la que tantos se sintieron luego insatisfechos al recordarla, como el propio Antonio José con un comentario de protesta del tiempo perdido. Apenas sabemos de los éxitos escolares del pequeño, y, no obstante, uno de aquellos instructores será decisivo en las vida del futuro Premio Nacional de Música. Se trata de Julián García Blanco, seminarista de San Jerónimo y destacado organista. Su amistad con la familia y las dotes que observa en el muchacho le inclinan a iniciarle en el solfeo, piano y órgano. Con el correr de los años Julián García Blanco fue director de la Coral de Valladolid, en 1.927 y años más tarde director del Conservatorio de Música de dicha ciudad. Murió en tierras de Galicia a la edad de 85 años. Julián García Blanco (1.894 – 1.979) mantuvo siempre vivo el recuerdo emocionado de su amigo y tan temprano alumno Antonio José.
Estos primeros pasos y su participación en algunas funciones parroquiales o en la Escolanía del Círculo Católico de Obreros acrecienta de tal manera su interés que, aun antes de haber abandonado la escuela, la música ocupa ya la mayor parte del tiempo del hijo del maestro confitero.
Con él cruza el umbral de la composición. A los doce años, en 1.915, crea su primera obra, “Cazadores de Chiclana”; obra menor sin duda, pero exponente de sus bien aprovechados primeros estudios. A partir de 1.917 únicamente se dedica a la música. Su capacidad de asimilación y creación sorprende a todos y cuando cumple los dieciocho años pasa por ser un autor singular: más de sesenta títulos – algunos de calidad, con sello propio, con ese sello tan característico de toda su producción posterior - nos colocan ante un virtuoso que nos anuncia una gran promesa de la música.
No es nuestro propósito recoger toda la biografía de Antonio José pues rebasa los fines de este trabajo. Los datos que ofrecemos los hemos tomado de diversas fuentes y son en la actualidad de dominio público pues su biografía es ya muy conocida.
Ya destaca cuando entra a formar parte del coro de la Congregación de los jesuitas y entre el director del coro, Julián García Blanco, y José Mª Beobide, organista en la iglesia de la Compañía, forman musicalmente al muchacho, convenciendo a sus padres para que le permitieran seguir estudiando. Con doce años ha compuesto ya su primera partitura para piano, “Cazadores de Chiclana” y cinco años más tarde, con los estudios musicales terminados, tiene alrededor de setenta composiciones preparadas, dejando constancia de su capacidad creadora y musical.
Reconocida su capacidad, la Diputación Provincial de Burgos le concede una beca de estudios para que perfeccione su formación durante 4 años en Madrid entre 1.920 y 1.924. De entre sus profesores, Emilio Vega y Bartolomé Pérez Casas reconocen haber examinado diversas composiciones de Antonio José y haber hallado en ellas cualidades artísticas tan sobresalientes como poco comunes.
Antonio José aprovechó bien aquellos años y en 1.921 compone “SONATA CASTELLANA”, obra para piano que constituye la base de la “SINFONÍA CASTELLANA”, que culminará dos años después. Se la dedicó a sus padres. En 1.921 logra en un concurso el Primer Premio y único con una composición de la que nadie parece conocer el título, pero creemos que se trata de “POEMA DE JUVENTUD”, obra publicada dos años más tarde. De esta forma va dándose a conocer y ya es segura su presencia en aquellos círculos culturales y crece su amistad con artistas e intelectuales de prestigio.
En 1.924, al tiempo que compone su “Danza de Bufones”, comienza la publicación de sus obras, firmando un contrato con Unión Musical Española, vendiéndoles para su publicación las citadas “Poema de juventud”, ”Tres danzas burgalesas para piano” y “Danza burgalesa final”.
Entró en contacto con los literatos de la generación del 27, a través de su amigo Regino Sáinz de la Maza, burgalés también y virtuoso guitarrista. Conoce y se relaciona con Falla, Arbós y Turina. Su fama se va extendiendo y sus obras van adquiriendo renombre a nivel del Estado español. Mientras tanto se sostiene económicamente con su trabajo como director musical de un teatro de revistas, componiendo incluso para ilustrar musicalmente las proyecciones del cine mudo.
En 1.924 vuelve a Burgos a cumplir el servicio militar habiendo aparecido la que será ya su línea fundamental musical; su trabajo se va orientando hacia la música popular castellana y en concreto hacia la burgalesa. No abandona sus quehaceres musicales. El 20 de noviembre de 1.924 dirige en Comillas (Santander) el estreno de su “Danza Burgalesa, número 3”. Una coral de más de cien voces, un órgano y dos pianos interpretan con éxito una composición que se codea con las mejores de la cartelera. Ese mismo día y a la misma hora, la Coral de Bilbao ejecuta esa composición de Antonio José. Por todas partes llueven elogios para este delfín de la música española como le llamó Regino Sáinz de la Maza, para quien un día compondrá Antonio José “Sonata de Guitarra”.
Trabajador incansable, asienta con firmeza su vocación por la música de raíz popular castellana, más concretamente burgalesa. Prestigio bien ganado que mueve al Ayuntamiento de Burgos a concederle una ayuda pecuniaria para residir en París durante los veranos de 1.925 y 1.926, situándose de esta forma en unas condiciones óptimas para captar en todo su sentido el gran florecimiento vanguardista de la música Europea. Y estamos en condiciones de poder afirmar que ha sido uno de los primeros españoles en conocer de forma directa todo lo que de novedoso circulaba entonces por Europa. El mismo, enriquecido con esta experiencia se dispone luego a aplicar a su trabajo, a su propio método, lo que su inquietud y exigencia le dicen que habrá de contribuir a la obra bella y acabada.
Investiga las raíces de la música popular burgalesa, las recopilaciones de Federico Olmeda recogidas en su libro publicado en 1.902 y toda la tradición musical de la provincia que en el Renacimiento ya había tenido dos figuras importantes en el campo musical Antonio de Cabezón y Francisco de Salinas, ambos ciegos y organistas de palacio.
A partir de entonces la música popular castellana y Antonio José Martínez Palacios son inseparables. Una fuente tan rica unida a la calidad técnica del músico van a dar lugar a una de las creaciones más importantes del primer tercio del siglo XX.
En 1.925 le ofrecen la plaza de profesor de música en el colegio de San Estanislao, en el barrio malagueño de Miraflores del Palo, en el que permanecerá hasta 1.929, pues este trabajo le proporciona una cierta estabilidad económica suficiente para enfrentarse al estudio y la labor de creación.
Cuatro años permanece en Málaga. Es sin duda la época más fecunda del músico burgalés. Allí compone “Danza Burgalesa, nº 4” y “Sonata Gallega”, obra con la que gana Primer Premio y único. Los organizadores del concurso se niegan una y otra vez a editar la obra por la circunstancia de que el autor no es gallego, sino burgalés, con el agravante de estar escrita en Málaga y que el autor nunca estuvo en Galicia. Sólo dos años después, tras muchas hostilidades y penosas gestiones, Antonio José logrará su publicación en la Unión Musical Española.
En 1.927 empieza la obra más ambiciosa de todas. “EL MOZO DE MULAS”, pero nunca llegó a acabarla. En 1.927 – 1.928 escribe “DANZA BURGALESA Nº 4” y con “SUITE INGENUA” ganará un nuevo Primer Premio en un concurso celebrado, esta vez en Lérida.
Antonio José regresa a Burgos pues fue nombrado para dirigir el Orfeón Burgalés que había sido fundado a finales del siglo XIX, pero tras algunos períodos de esplendor había caído en una profunda crisis debido a la emigración. En 1.914 el Orfeón había desaparecido. Pero surgió nuevamente con las aportaciones de socios protectores y que tenía como entidad adjunta la Escuela Municipal de Música. Antonio José vuelve a su ciudad natal para dirigir ambos organismos. En febrero de 1.929 tiene lugar una reunión histórica en el Ateneo de Burgos, en la que se decide la reconstitución del antiguo Orfeón Burgalés. Antonio José toma posesión el día 15 de mayo de aquel año. Pero ya el 1 de abril, a la vuelta de un frustrado concierto en Bilbao, se presenta en Burgos dando lectura a unas cuartillas improvisadas que más que un simple saludo encierran casi un programa de trabajo. “Es una necesaria obligación nuestra – dirá entonces – el conseguir que nuestra canción popular sea conocida en España. ¿No sienten ustedes un poquito de envidia cuando los vascos, los gallegos, los catalanes, los valencianos, los andaluces cantan su música, y la elogian por encima de todas las demás?
¿Qué hacemos nosotros cuando nos niegan la existencia indiscutible de nuestros hermosos cantos? Hasta hemos dudado de nuestro espíritu lírico, y cuando nos han dicho que Castilla no canta por no tener qué, nada hemos hecho para demostrar lo contrario. Castilla nunca fue muda, como ninguna región de España lo es. Castilla tiene su música característica y propia. Las canciones populares burgalesas no deben nada a nadie, y si alguno discute a ustedes esta verdad, afirmen rotundamente que de estas cosas no entiende una palabra”.
Estas son las palabras más sensatas y justas que hemos leído sobre nuestro folklore regional en particular y sobre el folklore en general.
Dos meses después de su llegada ha preparado ya una masa coral de 148 voces y a finales de junio de 1.929, en las fiestas de san Pedro y San Pablo el Orfeón ofrece el primer concierto con una obra que el propio Antonio José compuso un año antes: “Himno a Castilla”, que posteriormente, después de 1.931, quiso proponer como himno de la República. Vive un período de máxima actividad que sólo se interrumpirá por la guerra civil. Fiestas, homenajes y toda una lluvia de solicitudes para escuchar al Orfeón. Y además la elaboración de la “COLECCIÓN DE CANTOS POPULARES BURGALESES”, obra con la que en 1.932 obtiene el Premio Nacional de Música.
Fue aquella una edad de oro del Orfeón Burgalés que trasciende los límites de una simple coral. Teoría e historia de la música, investigación y comunicación del folklore vernáculo, recuperación y creación. Con ello Antonio José recupera una función olvidada: la del estudio y la difusión de una de las riquezas del pueblo, sus propias canciones, una de las formas elementales y más auténticas de expresión del ser y del sentir colectivos. Es la conexión con el sustrato telúrico – folklórico, tan necesaria por otra parte en la recomposición de eso que hoy llamamos señas de identidad de una tierra y de sus gentes. Y todo tamizado a través del Orfeón que se va transformando poco a poco en una entidad musical de amplio prestigio. Todo, a pesar de las profundas dificultades que la ciudad entraña - caciques, envidias, oscurantismo – realizado con un entusiasmo casi adolescente. Y paralelamente, desarrollando su labor periodística y literaria, de crítica y teoría musical.
Desde esa primavera de 1.929, ANTONIO JOSE – simplificación de aquel Antonio J. Martínez Palacios con que firmara hasta 1.924 – se convierte en una verdadera bandera.
En ese mismo año es publicada en París “TRES CANTIGAS DE ALFONSO X” y así es él nuestro autor más celebrado en Europa. Se le elogia su trayectoria y las 150 obras que lleva escritas aproximadamente son publicadas en parís o Nueva York, además de Madrid y Barcelona.
En 1.931 tiene lugar la publicación de “CUATRO CANCIONES POPULARES BURGALESAS”, en Unión Musical Española, y participa en la fundación del Centro de Estudios Castellanos. Publica “CINCO COROS CASTELLANOS” y mientras tanto, en el Teatro Municipal de Madrid, la Orquesta Sinfónica estrena “PRELUDIO Y DANZA POPULAR”, de fragmentos de “EL MOZO DE MULAS”, dirigida por él mismo.
Día a día acrecienta el repertorio. La fuente no es otra que la impenitente labor de Antonio José, el cual, en compañía a veces de su amigo Justo del Río – orfeonista entonces y perseverante en los temas folklóricos burgaleses – recorre la provincia anotando cientos y cientos de coplas, tonadas y cancioncillas, acá de unas mozas, allá de un pastor, o esa otra del albañil impertinente que, al otro lado de la calle, causa disturbios en su trabajo. Al tiempo que confraterniza con su pueblo, como tanto le gusta.
Con la Segunda República su trabajo se dirige también a través de las organizaciones obreras y populares, y en la Casa del Pueblo organiza, según sus propias palabras, un coro de obreros y campesinos. Sus tareas políticas, propiciadas por su hermano Julio, militante ugetista, son exclusivamente culturales, marginándose de la política activa, pero comprometiéndose en una labor de relanzamiento de la cultura popular en todos los órdenes y fundamentalmente en el musical. Participa también en la Tertulia El Ciprés, centro de cultura de la ciudad y colabora en la revista “Burgos Gráfico”. En 1.932 obtiene el Premio Nacional de Música por su libro “COLECCIÓN DE CANTOS POPULARES BURGALESES”, provisto de un gran rigor científico, elaborado con todo el material que ha ido recopilando incansablemente por toda la provincia de Burgos. Junto a la obra del presbítero Federico Olmeda, este nuevo Cancionero burgalés constituye un magnífico monumento que, sin duda alguna, convierte a la provincia de Burgos en una de las de mayor riqueza conocida en canción popular.
Es nombrado miembro correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. El año 1.934 es para él el año clave en su actividad musical. En Chicago se le estudia e interpreta como representante de la música española moderna. Su prestigio se va consolidando a nivel nacional e internacional, pero, sin embargo, tiene su batalla perdida en su propia tierra, donde los resquemores, envidias y las actitudes caciquiles van configurando en Antonio José el deseo de marchar y la sensación de sentirse rodeado y rechazado en los estamentos oficiales.
En abril de 1.936, quinto aniversario de la república, se celebra el III Congreso Nacional de Musicología. Pau Casals, Conrado del Campo, Higini Anglés, Oscar Esplá, Nemesio Otaño, José Subirá, Manuel de Falla, Francesc Pujol, Jordi Rubió, Joaquín Turina, Robert Gerhard, Macario Santiago Kostner, Curt Sachs, Khup Jeppessen, Fernando Liuzzi, Marius Schneider, Heinrich Besseler, Alfred Einstein, Ernst Krenek, etc. son algunas de las grandes figuras que acuden a un Congreso que tiene como presidente de su Comité de Honor al de la Generalitat, Lluis Companys. Antonio José es invitado a participar en este certamen que se celebrará en Barcelona. El 23 de abril, en el Institut d´Estudis Catalans, Antonio José da lectura a su ponencia “La canción popular burgalesa”, que es acogida muy favorablemente, representando la confirmación de su prestigio como músico y folklorista.
Tras explicar la difícil tarea que supone recoger canciones populares, mayor cuando se trata de la tierra de uno mismo, donde propios y extraños se empeñan en negar con frecuencia la existencia misma de un genuino cancionero, se propone controvertir, “sin pasiones ni prejuicios, la falsa sequedad lírica que se atribuye a Castilla. ¿Cómo será posible que no cantara – subraya - un pueblo que dio al mundo esplendorosos genios de la talla colosal de aquellos divinos ciegos Francisco de Salinas y Antonio de Cabezón? Es la suya una intervención brillante en la que analiza a conciencia bellas y depuradas melodías que ilustran sus propias palabras y demuestran una realidad no por desconocida hasta entonces menos evidente. A juicio de muchos, aquella legítima obsesión del maestro burgalés contagió a todos convirtiéndole en la atracción del Congreso. La prensa del momento, al hacer el comentario de las jornadas, dedicó elogiosos calificativos a Antonio José destacando la presencia de Castilla de la mano de este hombre de treinta y tres años, ese raro genio de la música, como habría de sentenciar luego el eminente compositor judío Albert Hemsi.
Regresa a Burgos y con el Alzamiento Nacional la sensación de desasosiego se radicaliza y el deseo de marchar es más patente. Su hermano Julio es detenido.
TRAGICO FINAL.-
“Confieso sinceramente que de política no entiendo una palabra, - escribe cierta vez en que se hace cargo del Orfeón – sin embargo no puede sernos indiferente el descontento que sentimos ante este estilo de vida política”.
Nunca fue militante de ninguna organización política lo que no impidió fundir sus esperanzas con las de los débiles y oprimidos y mostrar allí por donde pasó una actividad solidaria frente a la injusticia, la mediocridad y el estrangulamiento de la verdad. Colaboró en publicaciones de la época como “Trabajo” y “Burgos Gráfico” revista independiente progresista de la que será gran animador con otros burgaleses, sobre todo con Eduardo Ontañón Lebantini, revista que intentaba paliar la penuria de ideas frescas y pensamiento libre.
En febrero de 1.936 la muerte de su tía y luego la de su madre son para Antonio José el comienzo de un año trágico que coincide con la victoria del frente Popular. Aún así participa en el III Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, celebrado en Barcelona, participando con su conferencia sobre “LA CANCIÓN POPULAR BURGALESA”, trabaja en la presentación del ballet ”MARCHA DE SOLDADOS DE PLOMO” y hace los últimos esfuerzos por acabar su Opera “EL MOZO DE MULAS” que fueron las últimas composiciones del autor.
El 19 de julio se levanta la guarnición de Burgos alcanzando en pocas horas una de las victorias cómodas de todo movimiento militar. Días más tarde verá como detienen a su hermano Julio, ugetista, maestro de la escuela de Pradoluengo y algún tiempo redactor del Diario de Burgos. Aun así Antonio José, preocupado no adopta especiales medidas.
El día 6 de agosto de 1.936 es detenido en su domicilio por un grupo armado de falangistas y es conducido al penal, próximo a la capital. Al conocerse su detención el hecho produjo un gran efecto, tanto que se ha dicho siempre que incluso hubo gestiones para evitar su ejecución entre los mismos partidarios del levantamiento.
Las causas hay que buscarlas en varias direcciones. Por un lado las envidias y los enconos hacia su labor de recuperación cultural y de elevación de la música castellana a unos niveles que molestaban a los estamentos religiosos y caciquiles de la ciudad, y por el otro, y esencialmente, `por la necesidad del fascismo de eliminar las figuras de la vanguardia cultural y en este caso la de Antonio José. Durante el tiempo de su detención, y mientras él mantenía una actitud de relativa confianza, los amigos y los orfeonistas realizaban fuera gestiones para la liberación del músico, entrevistándose incluso con el gobernador militar de la plaza.
El 11 de septiembre recibe un amenazador anónimo que entristece sus últimos días a lo cual se añade la preocupación por el destino de los presos que cada mañana abandonan el recinto, que trasladan y no vuelve a saberse nada de ellos. Sin embargo, el autor de ese anónimo nada tuvo que ver con su final, ni las circunstancias, fue simplemente una venganza pobre y envidiosa de un ser odioso, porque cuando era Director del Orfeón, para cubrir una plaza se presentó ese individuo del anónimo al que se le puede calificar de torturador, y Antonio José estimó que no merecía obtener la plaza al observar su frágil preparación musical.
En la madrugada del 8 al 9 de octubre se producen las sacas acostumbradas de todas las noches y es citado Antonio José en la lista de los que llevarán dirección a Estepar y allí en un montecillo es fusilado, a 20 kilómetros de la capital. El día 12 es ejecutado su hermano Julio. La ejecución estaba prevista para la misma madrugada, pero Julio enfermó y fue dejado para una posterior expedición. Así acaba esta triste, miserable e inicua historia de la muerte de nuestro querido músico ANTONIO JOSÉ MARTINEZ PALACIOS.
Los Cancioneros de Federico Olmeda y de Antonio José destruyen definitivamente la equivocada idea que mantenían algunos por entonces sobre la ausencia de esta clase de tradiciones en tierras castellanas. La posterior labor de recuperación de canciones y danzas burgalesas de la mano de, entre otros, Domingo Amoreti, Angel Juan Quesada, Jacinto Sarmiento o Justo del Río, ha tenido como estímulo las obras anteriores. Todos han bebido de estas dos importantes fuentes. Pero el Cancionero de Antonio José no se editó hasta el año 1.980. Excepto algunas voces que desde los medios de comunicación pedían que se editara dicho Cancionero como un medio de empezar a hacer justicia con la memoria de su autor tras el ominoso silencio que siguió a su trágica muerte, con tintes de asesinato, casi todos habían olvidado este nombre. Pero en Burgos se iba haciendo cada vez más grande la ausencia y la deuda y el clamoroso silencio en torno a la figura de Antonio José.
“EN TINTA ROJA”, de Miguel Ángel Palacios, es la obra más completa sobre la vida del músico fusilado al inicio de la guerra civil española. Más de treinta años de investigación avalan esta obra “EN TINTA ROJA. CARTAS Y OTROS ESCRITOS DE ANTONIO JOSÉ”.
A pesar de que, como dice Miguel Ángel Palacios Garoz, es más fácil investigar sobre el siglo XVI que sobre la Guerra Civil y la posguerra, este autor ha compuesto un auténtico fresco de cómo fue la vida y las circunstancias que rodearon la muerte del músico burgalés Antonio José, fusilado el 9 de octubre de 1.936 y ha hecho de ellos un libro ameno y lúcido sobre una época.
Antonio José “ se confiesa, se desnuda”, en palabras de Palacios, a través de la correspondencia que mantuvo con amigos, colegas de la música, políticos de la época o compañeros con los que compartía charlas en la Tertulia “El Ciprés”, creada en 1.932 y que se reunía los jueves por la noche en el Café Bar Candelas, del paseo El Espolón. A través de sus escritos y opiniones, el autor nos revela un hombre, que sin tener más estudios que los básicos se descubre como absolutamente “moderno y actual”.
“EN TINTA ROJA” incluye 175 cartas escritas entre 1.920 y 1.936 a 14 destinatarios distintos, entre ellos José Subirá, crítico musical de El Socialista, su amiga íntima Consuelo Mediavilla o el compositor Norberto Almandoz. Se completa con 24 de los 60 escritos que el investigador ha recopilado y que datan de los años más comprometidos entre 1.923 a 1.936, reproducciones de programas, portadas de sus obras o fotografías del Burgos de la época.
Esta obra trata de acercar la figura del músico a los ciudadanos y de restañar, de alguna manera, el olvido al que se le sometió durante tantos años. Palacios no duda en afirmar que Antonio José hubiera llegado tanto o más alto que Manuel de Falla en el universo musical: “Con 34 años, Falla no había hecho más que obritas juveniles y si Joaquín Rodrigo, coetáneo suyo, hubiera muerto a la edad de Antonio José, no hubiera escrito el Concierto de Aranjuez”.
Sirvan estas líneas para reivindicar a uno de nuestros mejores músicos de Castilla y a un gran folklorista burgalés, truncado en lo mejor de su edad por un trágico e incomprensible destino.
Que los actos programados para conmemorar el Centenario de su nacimiento hagan que su vida y su obra sean estimadas como realmente se merecen y que su personalidad, brillante y atrayente reciba el premio de la general estima popular.
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BIBLIOGRAFÍA:
- Pueden consultarse las biografías siguientes:
Jesús Barriuso Gutiérrez, Fernando García Romero y Miguel Ángel Palacios Garoz .- ANTONIO JOSÉ, MÚSICO EN CASTILLA. Unión Musical Española, S.A. Madrid, 1.980.
Miguel Ángel Palacios Garoz .- ”EN TINTA ROJA. CARTAS Y OTROS ESCRITOS DE ANTONIO JOSÉ”, Editado por el Instituto Municipal de Cultura. Burgos, 2.002.
- Y los artículos siguientes:
Santiago Rodriguez Santerbás .- “En busca de un músico perdido. Antonio José”. Revista TRIUNFO, nº 482, pp. 24 –29, 25 de diciembre de 1.971.
Felipe Fuente Macho “FUYMA”, en HOJA DEL LUNES, DE BURGOS, 25 de junio de 1.973<.
José Ángel Esteban, Alberto Arnaíz y Andrés Ruiz Tarazona en la sección de MÚSICA del Periódico EL PAÍS, el 4 de Diciembre de 1.977.