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La Noche de Animas
"Por las pobrecitas ánimas
todos debemos rogar
que Dios las saque de penas
y las lleve a descansar"
Con música de carácter gregoriano, frecuente e influyente en la tradicional-popular salmantina, los quintos del pueblo de Valdecarros cantaban la anterior estrofa de puerta en puerta el día de Todos los Santos que, a la par de oración e invitación a ella, era velada solicitud de donativos, normalmente en especie.
Considero procedente hacer somero comentario del contenido de dichos versos, que holgará para el lector versado en la tradición católica: esas ánimas o almas son de humanos que, tras su vida terrenal, están en el Purgatorio, y por ellas se pide, para que sean liberadas de ese lugar de suplicio y llevadas a la bienaventuranza del Cielo. En la creencia popular, el donativo podía ser un agente más de redención para familiares difuntos, si se encontraban en tal estado.
Pero esos presentes también servirían para hacerles más llevadera a los quintos la madrugada siguiente, la del día de Todos los Difuntos, que pasarían en vela, doblando las campanas, con intervalos de silencio; en esta tarea, esporádicamente eran relevados por voluntarios para dar o hacer lo que llamaban un DOBLE.
Doblar o encordar son verbos que también denominan al toque de difuntos, al que en esta madrugada del 2 de noviembre, en Valdecarros, solían nombrar TOQUE DE ANIMAS, que era cual oración que por ellas se aplicaba.
Antes de perderse esta tradición, los quintos de Valdecarros aprovecharon la coyuntura de que la torre de la iglesia se encontrase frente al salón de baile del tío "Empuja", sin obstáculos intermedios, por lo que ataban los badajos a largas maromas que sacándolas por los vanos del campanario hacían entrar por los del susodicho; así, desde su interior, podían tañer y pasar la velada con mayor comodidad.
Cuentan de uno de aquí que, a pie y solitario, regresaba a su lugar en una de las citadas madrugadas y que al percibir en el silencio de la noche solamente los clamores de las campanas: ora las de Anaya, ora las de Larrodrigo, ora las de Pedraza, ora todas juntas, qué miedo no pasaría que, cuando a salvo se vio en su casa, decía una y otra vez a su esposa: "Ya puede pasar lo que pase, que no se me volverá a ocurrir andar por esos caminos en una noche de Todos los Difuntos".
Parece ser que fue en los años 50 del pasado siglo cuando en Valdecarros se perdió esta costumbre, pero permanece el toque, para comunicar a la comunidad la misa por algún difunto o el fallecimiento de cualquier residente o hijo del pueblo.
Cuando oigo doblar por el que en su día dejó el pueblo y en ese momento la vida, me emociono especialmente.
No he de continuar sin encarecer antes la bella sonoridad de las campanas de Valdecarros; cuentan había más, que se llevaron los franceses cuando la francesada. Sí, cerca de aquí, en Alba de Tormes, las tropas napoleónicas de Kellermann derrotaron a las españolas del duque del Parque; corría el año de 1809, mas, parece ser, fue más tarde cuando los franceses tomaron el pueblo, a no ser que hubiera varias ocupaciones, pues cuentan que fue en 1812 cuando éstos destinaron el templo para caballeriza.
Reseña geográfica
Ya que a colación ha salido la villa de Alba de Tormes, considero que es el momento de dar unos apuntes de tipo geográfico antes de retomar el hilo principal del tema.
Este Valdecarros es un lugar más de la salmantina comarca de la Tierra de Alba, la cual forma parte de La Charrería, como, entre otras autoridades, José de Lamano Beneite y Antonio Llorente Maldonado de Guevara, indican.
En su término, llano y levemente ondulado, priman la agricultura de secano y la ganadería intensiva: porcina, avícola y vacuna; la ovina, semiextensiva, aprovecha la rastrojera.
Tiene industria alimentaria: chacinería y bollería.
Su población es de 470 habitantes.
En los años de 1970, un popular compositor, ligado al pueblo, hizo un fandango charro, que, aunque poco conocido, se cantó y puede que algunos sigan cantando. Con su música, que grabó la "RCA" -gracias, a la gentileza de Pilar Magadán Chao- , se bailó, y se baila. Tiene variadas letras, algunas de villancico navideño; las que siguen, definen al pueblo:
¡Oh! soberano San Roque,
Virgen de Valdejimena:
mirad por los labradores
que trabajan esta tierra.
En el pueblo Valdecarros:
mucho trigo, más cebada;
se van "pa" los "Mondragones"
los que dejaron la arada.
Somos de Tierra de Alba,
a dos leguas de la villa,
donde comienza León,
donde termina Castilla.
Labrador de Valdecarros:
¿dónde dejaste la hoz,
el trillo, los "bues", el carro,
el yugo y el estevón?.
El texto de estas estrofas se puede prestar a profundo comentario que ahora no procede, por lo que me limitaré a exponer que esa advocación mariana, a la que se tiene gran devoción en la comarca, tiene su santuario en el término de Horcajo Medianero.
De Valdecarros venimos,
pisando cantos y arena,
sólo por venirte a ver:
Virgen de Valdejimena.
Los "Mondragones " era, más que es, la forma local con que algunos, quizás sin darse cuenta, denominaban a las Vascongadas. Esto se debió al gran porcentaje de emigrantes valdecarreños que se estableció en esa industrial región, sobre todo en la villa guipuzcoana de Mondragón.
No es Valdecarros pueblo que aparezca en las guías turísticas, a no ser que contengan datos etnográficos; en este caso bien podría figurar por su fiesta de quintos. Y, como de etnografía se trata, no me resisto a no mencionar el juego de la pelota, por la importancia que tuvo; aún recuerdan, y no solamente en la provincia de Salamanca, el trío de jugadores de Valdecarros: "El Zurdo", "Carabias" y "El Boticario", que en los años 40-50 triunfaban en tantos y tantos frontones; de los tres, solamente vive el tercero.
Fiesta de los Quintos: Corrobla y Misa
Vuelvo con los quintos, es decir, los mozos llamados para cumplir el servicio militar.
Se entra - entraba - en quinta en el año anterior al de ingreso en el servicio, en teoría; así, por ejemplo, los llamados para comenzarlo en el 77, eran quintos del 76.
En Valdecarros, como en otros pueblos, los quintos celebran su fiesta en su año, que en este lugar es los días 26, 27, y 28 de diciembre, y que paso a describir.
Previamente, los quintos de entre ellos y por sorteo, eligen un alcalde, un teniente-alcalde y unos jurados.
Los dos primeros, como atributo de autoridad, portarán sendas "varas", que con frecuencia son varales de los de colgar embutidos. A veces, para este menester, algún o algunos vecinos que poseían unos bastones-estoque, los prestaban. Yo he visto, por lo menos, uno de éstos, consistente en una caña de bambú rematada en arma blanca, ésta con aspecto de clavo de sección cuadrangular y tapada por dorado casquillo enroscado al revés. En lo alto de las varas hacen pender cintas de colores, regaladas por las mozas, preferiblemente.
Con respecto a los jurados, si en el diccionario de la Real Academia buscamos esta palabra, nos encontramos con que la acepción que más se ajusta al caso es la siguiente: "Hombre cuyo cargo versaba sobre la provisión de víveres en los ayuntamientos y concejos". En Valdecarros el jurado, o jurados, según el número de quintos, es el encargado de recoger los donativos; aquí es palabra en desuso, se usa más la de tesorero.
Trasladándonos por el solar hispano, con dicha acepción de "jurado" en mente, podemos recalar en la ciudad de Soria, donde unas personas llamadas jurados y juradas, dentro de las cuadrillas sanjuaneras, tienen más o menos esta función.
Mas volvamos a Valdecarros, donde los quintos ya se han puesto los leguis.
Sí, todos los quintos durante los días de su fiesta llevarán, cual distintivo militar este tipo de polainas de cuero que usó el ejército, prendas que, es de suponer, los de antaño trajeron tras licenciarse y, ya en el pueblo, usaron cuando con sus yuntas araban.
Los propietarios de leguis, voluntariosamente se los dejan a los quintos que antes, más que ahora, cuando las calles no estaban pavimentadas, tan bien que les venían. A veces me pregunto que si no sería por esta razón, más que por la militar, por la que se los calzaban.
Los quintos, durante la tarde y noche del día 26 salen de CORROBLA, que consiste en ir de casa en casa llamando, cantando o rezando a sus puertas, respondiendo los moradores con el aguinaldo para estos mozos, que si antes abundaba en especie, ahora y desde hace indeterminado número de años, prácticamente todo es en dinero.
Algún autor considera que la corrobla es la comilona en pandilla; puede que, por extensión, esa acción de pedir el aguinaldo, en Valdecarros llamen corrobla puesto que para corrobla es; pero esto es sólo una hipótesis.
El tesorero, o tesoreros, irá metiendo los donativos en un saco, o costal, que para la ocasión suele llevar de la misma manera que el agricultor cuando iba a sembrar: atando la base con la boca, dejando suficiente abertura y metiendo entre una y otra un brazo, de su hombro colgado lo transporta.
Cuando quintos, y vecinos, eran más, se repartían el pueblo, pero desde hace bastantes años, lo normal es que vayan todos los quintos juntos. A las puertas donde no recen cantarán:
"Se desata el panezuelo
la mujer del hombre honrado,
se desata el panezuelo
para dar el aguinaldo".
Por su música, se puede tratar de un típico pasacalle charro:
"Panezuelo", o "panizuelo", seguramente es una deformación de la palabra pañizuelo, y, supongo, la estrofa se refiere a esa costumbre que algunas mujeres tenían de llevar dinero envuelto en un pañuelo que, atado por sus esquinas, hacía las veces de monedero.
En las casas donde había mozas, por lo que veremos, se cantaba además:
"Mañana, si vas a Misa,
no se te olvide una perra,
que los ochavos del moro
no pasan por esta tierra".
La anterior se ha ido transformando con los tiempos. Hubo años en que se cantó:
"Mañana, si vas a Misa,
no se te olviden dos pesetas,
luego no vayas diciendo
que no las llevas completas".
La siguiente vale para todos los tiempos
"Mañana, si vas a Misa,
no se te olviden las perras,
que los ochavos del moro
no pasan por esta tierra".
Además de la letra más ritual, que es la primera de estas estrofas, también pueden variar el repertorio con alguna como la siguiente, que es bastante definidora:
"Somos los quintos de hogaño
del pueblo de Valdecarros
que venimos de corrobla
a pedir el aguinaldo".
Y, ¿dónde rezan en lugar de cantar?.
En las casas a cuyos miembros se les haya muerto algún familiar durante el año transcurrido desde la anterior fiesta de quintos, rezan un padrenuestro, que hace las veces de responso.
En mi familia he escuchado que cuando falleció una tía mía, que se llamaba Ninfa, mi abuelo después de dar a los quintos el dinero que fuese, les dio más para que rezasen otro padrenuestro.
El día 27, durante la mañana, acompañados de música, vuelven los quintos a recorrer el pueblo, a lo cual no llaman corrobla, aunque nuevamente casa por casa recogerán donativos; esto no extraña al conocedor de la tradición. El vecindario es generoso con estos mozos, hijos del pueblo.
Casi se ha institucionalizado comenzar este mañanero recorrido por la casa de Abelio y Donatila, en el Arrabal, donde al amor de la lumbre de encina, bajo la gran campana de la chimenea y enjundiosas colgaduras, sentados en sillas, escaño y escabel, toman el aguardiente o similares que el anfitrión entre chanzas, que le caracterizan, les ofrece, mientras trata de averiguar la parentela de los mozos que desconoce porque no viven en el pueblo. Sí, en nuestro mundo rural es " deporte" sacar por la pinta.
Haré nuevo inciso, en este caso, para exponer el significado de ESCABEL, palabra que aparece en el anterior párrafo; ésta viene en diccionarios, como en el de la Real Academia, pero es en el Vocabulario de la obra que cito en " Informantes", de De Lamano, donde encuentro el significado que más se ajusta al que en el texto me refiero, y es : "Banco pequeño, cuyo asiento tiene una sola tabla y otra para el respaldo, ambas separadas entre sí por bastante espacio".
Durante la mañana del 27 ya no forma parte del ritual el cantar del día anterior, pero sí bailar una jota con la moza o mozas de cada casa; aunque la pieza bailable pueda ser otra, esta práctica está en declive, y no solamente porque haya menos juventud.
En las casas donde el día anterior rezaron, calla la música.
Los quintos en esta mañana, además del dinero que les den, también serán invitados a bebidas, dulces u otras viandas, por lo menos en casa de sus familiares, donde a veces aprovechan para descansar y calentarse algo.
Este recorrido, por lo tanto, dura más que el del 26; pararán para la Santa Misa, acto entre los cardinales de la fiesta, donde los quintos participarán como monaguillos y en otros menesteres litúrgicos.
Tras la ceremonia religiosa continuarán con lo que dejaron, procurando terminar a la hora de comer, que este día suele ser tarde.
En unas coplas de las que escribí cuando narraba la corrobla, aparecía la palabra "misa" y en su encabezamiento ponía: "por lo que veremos". Vale, ha llegado el momento de verlo y me adelanto para decir que ya no se practica. Consistía en que a la entrada de la iglesia las mozas entregaban a los quintos una cantidad de dinero preestablecida.
Podemos pensar: si no querían darlo, que no fuesen a misa. Pero no solía ser así, en aquellos años, más que ahora, era casi litúrgico estar cuando la costumbre mandaba estar y ausencias podían considerarse desprecio; los quintos merecían un respeto.
Con ese dinero, las mozas tenían derecho a asistir a las sesiones de baile, que son los días 27 y 28 por la noche. Ya no se hace el baile en el mediodía del 28 pero, como veremos, aunque no esté en programa, surge, a veces, espontáneo.
En los años 60 aún se mantenía este tributo cobrado al mocerío femenino a la puerta del templo, costumbre sustituida por la más general, la de pagar el importe del baile en taquilla o a la entrada del salón.
Ya no cumplen su específico cometido los salones de "Camelo " y "Empuja"; desde hace años los bailes son en la discoteca, que se llama "Robel" -por Roberto y Belén-.
Supongo habrá surgido la pregunta: ¿y, mozas desde y hasta cuándo?, a lo que paso a responder.
Mocedad es sinónimo de juventud, mas como había que establecer un límite, eran las mayores de 18 años las obligadas a hacer efectiva esa carga a la puerta de la iglesia.
Pero "mozo/moza" cuentan con la acepción "soltero/soltera", así, por ejemplo, si se daba el caso de una mujer de 18 años casada, ésta era moza por joven pero no por estado civil; atendiendo a esto, para algunos la condición de mocedad es estado vitalicio; camino de ello llevan bastantes barraganes valdecarreños si la Virgen no lo remedia.
Por lo tanto, atañía el susodicho a las solteras mayores de 18 años, y menores de ...., ellas verían, si los quintos lo permitían..., digo yo.
Y ya que con quintos estamos," mozo" también es, como dice el de la Academia, el individuo sometido a servicio militar, desde que es alistado hasta que ingresa en la caja de reclutamiento. Antes, como sabemos, la edad teórica de comienzo de servicio militar obligatorio era 21 años, después se adelantó.
En Misa, el dinero que los fieles ofrecen también es para los protagonistas de la fiesta.
Hace años, cuando eran más los que iban a misa, no era extraño que en el ofertorio, al pasar los quintos con las bandejas bajo la tribuna, desde ésta, jóvenes y no tan jóvenes, les lanzasen las monedas, de tal manera que la situación podía prestarse a algo de holgorio e inocente irreverencia.
- Sí, TRIBUNA, vocablo con el que frecuentemente, en pueblos de Salamanca, denominan al coro situado en alto, a los pies del templo. Dice un cantar:
"Todos los que cantan bien
suben para la tribuna
y yo, como canto mal,
no me deja el señor cura".
Esta costumbre, como las otras que he narrado, huelga decir que en otros lugares puede las encontremos iguales o con variantes, y como muestra de ello pondré un ejemplo, que podremos presenciar en Valdenuño-Fernández, pueblo de la Campiña del Henares, en la provincia de Guadalajara, durante la fiesta del Niño Perdido, que se celebra el domingo siguiente al día de Reyes Magos. Aquí, el estrafalario personaje, llamado botarga, antes de misa se coloca a la entrada del templo, exigiendo dinero a todo el que quiera entrar. A éste le acompañan danzantes, que salen a pedir en el ofertorio y, no es extraño, de lo cual soy testigo, que el o la botarga -es nombre ambiguo- dé un golpe a las bandejas con el garrote o castañuelón que le acompañan, haciendo saltar y esparcirse entre los circunstantes el dinero recaudado.
Volvamos a Valdecarros. Ya están enumerados casi todos los procedimientos con que cuentan los quintos para afrontar los gastos de la fiesta. Falta el de las multas, que está en decadencia, siendo el alcalde de estos mozos quien tiene jurisdicción para imponérselas. Se suelen deber a falta de puntualidad al principio de cada jornada o a no respetar el rito de " poner el coto"; éste consiste en que su alcalde pone un trozo de pan en medio de la fuente de la comida, lo cual significa que ordena parar de comer: si alguno sigue comiendo es multado.
Alguna otra alcaldada puede ocurrírsele al susodicho, pero tampoco falta "munícipe" que se la juegue. Esto era más frecuente antes que ahora.
"In illo tempere", cuando circulaba menos dinero, abundaban, como dicho está, los donativos en especie, que con sus añadiduras, consumían en alguna casa, cual los apóstoles para la Última Cena. Lo que consideraban iba a sobrar, lo subastaban.
A mediados de los 70, un matrimonio del pueblo -los padres de, los ya citados, Roberto y Belén- volvió de la emigración y puso un bar donde también daba comidas, llamado "La Fuente", aunque popularmente conocido por el nombre del dueño, Sixto:
"Saca Sixto, Sixto saca,
saca un poco limonada,
que inauguras el local
y no debes cobrar nada".
Desde entonces en éste comen, y pasaron a compartirlo con el mesón "Vivillo" - apodo del dueño - y el "Roque" desde que abrieron. Hay que cumplir con todos: en uno se desayunan, en otro comen, en otro cenan,...Establecimientos éstos que también cumplen función "logística", o de "centros de acogida" en el reposo del "guerrero".
Es costumbre, y también loable, invitar a comer, normalmente el día 27, a la primera autoridad municipal y al señor cura…
Ha llegado el momento de tratar de los instrumentos musicales que, con sus instrumentistas, acompañan estos días a los quintos, en especial los días 27 y 28. Los más populares-tradicionales son la dulzaina y el redoblante, que es por aquí el nombre más usado para denominar a este tipo de tambor. Cuando no, les acompaña alguna orquestina con otro tipo de instrumentos, sobre todo en viento, como la que tiene José "Empuja", hijo del pueblo, en la que toca el saxofón.
Dulzaineros o una de estas orquestinas, hacían también las sesiones de baile. Para éstas, en la actualidad los jóvenes demandan otro tipo de conjuntos musicales.
Pero en el conjunto provincial, los instrumentos populares-tradicionales por antonomasia son la gaita y el tamboril, tocados por un mismo intérprete, que se llama tamborilero.
El nombre GAITA es el más general que en tierras de Salamanca recibe la flauta de tres agujeros, que con variantes o no, podemos encontrar en otras partes y no sólo de España.
En el curso 74-75 la Diputación Provincial de Salamanca abrió la que en principio se llamó Escuela de Tamborileros, porque esto era. Después, con el aumento del número de especialidades impartidas, cambió su nombre.
Gracias a lo anterior, la pirámide de población tamborilera salmantina experimentó un rejuvenecimiento que necesitaba.
Desde entonces, los quintos de Valdecarros han recurrido con frecuencia a estos dobles instrumentistas.
Concluyo este apartado con el enunciado de un juicio que me parece procedente:
Si consideramos los múltiples factores que coadyuvan a la formación de la personalidad cultural de un colectivo, no hemos de olvidar el de la institución provincial.
Bien está el provincialismo, pero el provincianismo es irracional. Es una opinión.
Fiesta de los quintos: Horca, gallos y cintas.
Y el día 28 de diciembre se desarrolla el acto, quizás más original y de mayor importancia etnológica en este contexto de fiesta: un quinto va a ser "ahorcado". No olvidemos que es el día de los Santos Inocentes.
A esta parodia se conoce como LA HORCA, y tiene lugar por la mañana.
Reo, verdugo,...son elegidos por sorteo o por sus caracteres, así, el que va a ser ahorcado suele ser el más célebre.
Disfrazados, parten del lugar acordado, que suele ser uno de los bares; caballeros en burro -animal que escasea- van, dándose la espalda, reo y verdugo, éste mirando hacia delante. Recorren parte del pueblo entre improvisadas escenas jocosas: ora cabalgan, ora descabalgan, ora uno llora, otro está sorprendentemente gracioso,... Les suele acompañar, no la de plástico, sino la de pellejo de cabra.
Por fin llegan a la plaza donde, a la sazón, espera un carro de los de bueyes con su vara en alto, y a ésta, atada, una escalera de mano, de tal manera que la línea horizontal del suelo y las inclinadas de escalera y vara con su prolongación, conforman un triángulo.
Ante la audiencia congregada para la ocasión, uno de los quintos, cual juez, pronuncia una retahila de versos de variado contenido: cargos contra el reo, y de dimes y diretes del pueblo que hacen especial gracia a los concurrentes.
"Por sus muchas fechorías ,
porque ha hecho mucho mal,
a este grandísimo endino
le vamos a ajusticiar".
El reo es colgado por la cintura, durante unos segundos, de los más alto, donde se juntan vara y escalera.
Y antes, no ahora, tras esto, el que hacía de reo, ya libre de ataduras, y todos los demás quintos, echaban a correr detrás de las mozas, que huían "despavoridas". Las alcanzadas eran untadas con algún producto del mondongo de las matanzas de los cerdos, o tiznadas con algún tizón.
Después de ésta parodia, hoy día en la misma plaza puede improvisarse un baile, tocado por el músico o músicos que están acompañando a los quintos.
¿Qué significado tiene "la Horca"? A ciencia cierta quizás nadie lo sepa. ¿Es la representación de algo que ocurrió?, ¿es la broma por la broma?.
Una hipótesis que se puede barajar es que son los vicios de la comunidad personificados en el que ha de ser "ahorcado". ¿Es el reo una especie de redentor?...
Buscando similitudes, Pío Baroja en "Memorias de un hombre de acción" cuenta un juicio burlesco de éste tipo, celebrado ocasionalmente, en el País Vasco-francés.
En Mandayona, pueblo de la provincia de Guadalajara, desapareció hace más de 50 años la llamada fiesta de "El Ahorcado". Aquí la "víctima" era un mendigo que se prestaba a la burla a cambio de abundante comida y bebida.
Con respecto a los versos susodichos, que durante el proceso al de Valdecarros se leen, éstos son frutos de la inspiración de unos y otros de estos mozos, para lo que a veces también recurren a una persona que ellos conocen, con facilidad para versificar.
Entre dichas personas, se recuerda especialmente a D. Juan de la Cruz, párroco durante unos 30 años en Valdecarros, y poeta, como su homónimo el de Fontiveros.
Era D Juan, de Herguijuela de la Sierra, de la de Francia, en el sur provincial, y cuentan de él, entre otras graciosas anécdotas, que cuando llegó por primera vez al pueblo, allá, al principio del decenio de los 40, si en la mano derecha traía bendiciones, en la izquierda un pellejo de vino de su tierra para invitar a los vecinos de Valdecarros que estarían a recibirle; uno de los del pueblo nada más catar el caldo, exclamó: "¡Chacho, chacho! si el cura es como el vino, me parece que hemos hecho buen trato".
Éste D. Juan de la Cruz, además de enseñar en verso la doctrina católica, hacía poemas para recién casados, a niños de Primera Comunión,... y, por supuesto, los versos de "La Horca". Cuentan que en cierta ocasión una del público, al darse por aludida en unos de éstos que debieron no hacerle gracia, replicó como impulsada por resorte: "Y el cura del bonete / que en todo se mete".
Quizás haga más de 30 años que en Valdecarros no corren ni los gallos ni las cintas, prácticas comunes en suficientes pueblos de España.
Aquí, lo anterior tenía lugar en la tarde del día 28.
CORRER LOS GALLOS
consistía en lo siguiente: se colocaban dos carros empinados, entre ellos afrontados, y suficientemente separados; una soga, que alguien podía aflojar y tensar unía las sendas varas por lo más alto; hacia la mitad, entre carro y carro, de la soga y por sus patas se colgaba un gallo. Los quintos en caballería y más o menos al galope, tenían que pasar bajo el ave a la vez que con una de sus manos trataban de arrancarle la cabeza.
Lo anterior, en teoría fue prohibido. En Valdecarros lo sustituyeron por el también tan conocido ejercicio, de reminiscencias caballerescas, CORRER LAS CINTAS. En éste lo que varía es que la cuerda suele estar fija, es decir, que ninguno tensa o afloja, y que en lugar de aves se colocan cintas enrolladas rematadas en anillas por las que los mozos han de hacer pasar una varita; si lo consiguen, la cinta se desenrolla, produciendo todo esto hermosa plasticidad.
Caballeros de épocas pretéritas en sus torneos realizaban también este ejercicio, pero, en lugar de con varitas, con lanzas, por lo que las anillas serían más grandes; y esas prendas que de sus damas llevaban a la sazón puede que tengan que ver con las adornadas ligas que de sus mozas, al brazo llevaban los quintos.
Recurriendo a la literatura, en "El Quijote" -considerado apócrifo-, de Alonso Fernández de Avellaneda, he leído en su capítulo XI como unos caballeros jugaron la sortija juntamente con D. Quijote. Seguramente se trata de lo mismo.
En las fiestas medievales que se celebran en Hita (Guadalajara) se puede presenciar el anterior ejercicio.
Fuera de la explicada fiesta, era frecuente en Valdecarros que cuando las jóvenes con sus cántaros iban por agua de beber a un determinado pozo, los mozos, ya en vísperas de marcharse a la mili las abordaban metiendo sus manos en los recipientes e intentando lavar las caras de éstas. Juego éste que, aunque trabajoso para ellas, ya que tenían que cambiar el agua, les agradaba aunque regañasen.
Es de suponer que muchos de los quintos partícipes en la fiesta ni viven habitualmente, ni han nacido en el pueblo, aunque de él descienden. Unos y otros se buscan. Valdecarros es el pueblo de mi madre, yo aquí no nací, pero los otros quintos me invitaron a unirme a ellos. Aquella tarde del 26 de diciembre de 1976, cuando para esta fiesta llegué al pueblo, mis compañeros ya me tenían preparados los leguis. Entonces nos acompañó en la fiesta el tamborilero Isaías Hernández Marino, maestro tamborilero en la escuela de la Diputación.
Supongo, el lector habrá pensado: ahora ¿qué?, que no hay servicio militar obligatorio.
Pues, la noticia que tengo es que los mozos de esta edad han seguido con la tradición, así se lo aconsejó Jorge, el párroco, profeta en su tierra.
¿Y ellas?, ¿se han incorporado a la fiesta?.
Sí, las llamadas, popularmente, quintas, por ser de la misma edad que ellos, actualmente están muy integradas. Sé que ya en el 76 participaron un poco, aunque solo fuera acompañándoles en algunas comidas.
Y, antes de pasar al apartado de informantes, apunto esta canción que aunque no aprendieran bien, cantaron los de la quinta de 1999, pues por ellos se hizo:
"El servicio obligatorio
pronto ha de terminar,
el ejército de España
quiere ser profesional.
Voluntarios e insumisos
en cuestiones militares
con las nuevas ordenanzas
no tendrán que preocuparse
pues los que quieran serán
y los que no quieran no,
el servicio de las armas
no será de obligación.
Desde que la mujer puede ser
de armas profesional
ahora para ser soldados,
no se han de disfrazar.
Si el sevillano de antaño,
hogaño hubiese vivido
a su esposa la condesa
no la hubiese maldecido.
Si antes teníamos mujeres
que eran de armas tomar,
ahora, siendo militares
tendremos algunas más".
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BIBLIOGRAFÍA:
Para la elaboración de este trabajo he contado con las valiosas informaciones orales de Ildefonso Martín Martín, de una prima mía y de mi madre, las dos llamadas María Luisa González, además de mis vivencias personales.
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JIMENEZ, FERNANDO: "De Salamanca -Arte y otras cosas-", 1983.
LAMANO BENEITE, JOSE DE: "Dialecto vulgar salmantino", 1915.
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LIZARAZU DE MESA, MARIA ASUNCIÓN:: "Cancionero Popular Tradicional de Guadalajara", 1995.
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MAGADAN CHAO, PILAR: Libretos de los discos del coro, por ella fundado y dirigido, "Voces Blancas Salmantinas", años 70-80.
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