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Esta tal cosa, deviemos escrivilla, Los que son por venir, plazrális de oilla.
Gonzalo de Berceo Milagros de Nuestra Señora (215cd)
Febrero de 2002. Aldea de Castañuelo. Aracena. Segundo Canterla tiene ochenta años. Alguien que pasa deja caer
“...ochenta y cinco». El salta como un rayo:
-Ochenta todavía.
Le pregunto, por romper, si con una edad o con otra conoció la presencia del lobo en la Sierra.
-Antiguamente había muchos. Yo he rodado lo mío en el campo y me han comido algún que otro burro.
-He dicho lobo porque me contó Francisco, de Valdelarco(1) lo del muchacho que fue a ver a la novia...
-Era de Cortelazor y fue a Corterrangel. Aquello es un barranco muy hondo. La madre o el padre, ahora no tengo yo seguridad de quién fue, estaba soñando con el hijo en peligro, como un presentimiento. Hasta que el uno movió al otro y salieron al camino a ver. Sintieron a lo lejos una pelea de lobos y voces, pero claro, mientras bajaron por una parte del barranco y subieron por la otra, cuando llegaron, el hijo estaba hecho polvo. Me lo contaron mis padres. Ya ve si hace años. Lo he tenido en el pensamiento siempre que he pasado por allí, que han sido bastantes veces.
-Los lobos...
-Estando un día de lluvia en un cortijo atravesaron el camino tres lobos. Le hablo del año 1948. Y poco más abajo de donde yo estaba se comieron una burra. En el castañar de Pardo mataron un burro. El dueño era arriero. Se llamaba el muchacho Manuel Villa. Fue en 1950. El castañar de Pardo era famoso:
Hablamos un poquito
de lo que son las castañas,
a ver si los tiempos malos
desaparecen de España.
Las castañas en su tiempo
nos daban mucha ilusión
porque se hacían los tostones
en familia y reunión.
-Digo que los lobos han sido los fantasmas de la Sierra.
-En la finca las Tapias, de Manuel Ortiz, mataron los lobos en 1958 unos pocos de cochinos.
Se metieron en la majá(2) y allí lo hicieron. A la finca de Antonio González, junto a la ribera, vinieron dos arrieros, Angelillo y Antonio Realista, a por el rancho de carbón. Dormíamos todos en la puerta del cortijo, a dos pasos de los burros. Los lobos mataron al de Antonio. Fíjese lo que era perder un animal por aquella época:
En el camino Hinojales
en la Sierra Valle Cano,
allí salían los lobos
por la mañana temprano.
-A usted le gusta escribir versos.
-Los hago a mi forma sobre lo que he visto.
Segundo Canterla,
amigo de Villa Aldea,
va a escribir unas coplillas,
el que quiera que las lea.
-¿Lo inició alguien en estas cosas?.
-Yo, mire usted, lo poquito que sé es porque me gusta escuchar a todo el mundo, pero lo que escribo viene de iniciativa mía.
Cuando leo mis memorias
y pienso que todo es verdad,
en algunas ocasiones
me dan ganas de llorar.
Cuando tenía que trabajar no me podía parar a escribir, y siempre pensé si no me daría a mí lugar para hacer una poesía con las historias que sé. Lo he ido dejando en la memoria y...
Segundo es ya muy viejo
y tiene ya muchos años,
y por razón natural
tiene muchos desengaños.
Le han pasado muchas cosas,
muchas más malas que buenas,
como tiene buena memoria,
casi todas las conserva.
Con lo que no está de acuerdo
es con los lobos en el campo,
porque en tiempos antiguos
ha tenido desengaños.
-Sierra de Aracena. Sierra lobera, jamonera, gurumelera...
-Por 1927 y 28, tendría yo 8 ó 9 años, ya iba con mis hermanos mayores a buscar gurumelos.
-Estarían ustedes solos en el monte.
-No venía gente porque por aquellos tiempos no había carretera. Si nos alejábamos para los campos de las Huelvas siempre encontrábamos.
Traíamos los canastos llenos.
En los campos de las Huelvas
de chiquillo me crié,
los patrones eran buenos,
algunos malos también.
-Mucho andar.
-Llegábamos con los pies de pena...
...por los tiempos antiguos
había muchos gurumelos
pero veníamos cansados
al llegar a Castañuelo.
Cuando yo salía al campo
temprano por las mañanas
casi siempre me traía
una cesta llena de tanas(3).
-Ya en casa...
-Mi madre los limpiaba quitándole la cáscara; los ponía en una angarilla y cada pocos días los llevaba mi padre a vender a Aracena o a Alájar.
-A vender.
-A peseta el kilo. Por entonces era un buen trabajo; estábamos deseando que llegara la cosecha para ver si venía buena.
Cuando íbamos al campo en busca de gurumelos, tropezábamos con las liebres que están aplastadas en el suelo.
-Ya dice el refrán que la vejez es un mal que no tiene cura. Hoy no iría tan lejos, que quien mucha tierra cava poco ahonda, o lo que es lo mismo, el que mucho abarca poco aprieta.
Eran los años de hambre
y no los puedo olvidar,
comíamos nada más que tentullos(4),
solos, solitos, sin pan.
-También se comían palomas.
-Muchas. Allá por 1930 había bandos de hasta 12 kilómetros de largo por 4 ancho; de un tiro caían 15 ó 20.
-Ya no hay.
-Han desaparecido; no sé los motivos; puede que por la degradación del aire, los Insecticidas...
la cosa es que la afluencia de palomas no se ha visto más por aquí.
En los tiempos antiguos
había muchas palomas,
traían los cazadores
todas las mochilas llenas.
Las palomas entre los pinos,
allí buscan las quedás(5),
estando tan ignorantes
que allí las van a matar.
-Todo lo que le pasó a uno de niño sale un día.
-Mire, cuando yo era pequeño había muchos perros rabiosos. Los chavales andábamos atemorizados, lo mismo que los pueblos, las aldeas o los campos. En los Blanqueares uno mordió a dos vacas y rabiaron las dos; tuvieron que matarlas. Me tocó darles tierra. Al vaquero, Fernando, de Castañuelo, casi lo matan también. En la finca la Coronada, un cabrero que se llamaba Juanillo tuvo que estar todo un día subido en una encina y el perro esperando abajo. Por el cortijo de Rafael Brenes pasaban muchos, era un sitio propio para ellos. En Aracena mataron uno a puñaladas; atacó a un hombre y no teniendo otra defensa lo mató con la navaja. La gente estaba aterrorizada porque murieron personas de rabia; entonces no había vacunas.
-La vida de los cabreros ha sido dura.
-Todas las piaras tenían dos o tres mastines con un collar de pinchos en el gañote para las peleas con los lobos. En los Blanqueares había un cabrero que se llamaba David que tenía dos perros famosos; no dejaban que se arrimaran a las cabras ni las moscas. Antes las fincas grandes no tenían paredes ni alambradas; el guarda de las piaras era el ganadero, el de las cabras, el cabrero, el de las vacas, el vaquero, el de las ovejas, el pastor, el de los guarros, el porquero. Todos llevaban un palo con una porra y una honda...
Segundo Canterla
es un viejo aldeano
y tiene por costumbre
levantarse bien temprano.
-Era el tiempo de los arrieros.
-Todo se transportaba en carros. Conozco un sitio que se llama Puerto de los Ladrones, que está en el límite de las provincias de Sevilla con Huelva; siempre que se hablaba con la gente más mayor sonaba este sitio al que ellos le habían puesto nombre.
-¿Qué ladrones eran?.
-Los que se enfrentaban a los carros y a los hombres que llevaban las mercancías. Como trabajé en una finca por debajo del Puerto le tengo hechos unos romancillos que dicen...
Un poquito más arriba
está el Puerto de los Ladrones,
donde robaban los carros
que transportaban jamones.
-El paso de la arriería sería un reguero.
-He conocido desde 1929 hasta 1960 una jarria( 6) de mulos y burros arrimando carbón y madera al puente de Castañuelo por el camino antiguo, que era malísimo; daba pena ver a los animales con cargas tan brutas. Hablo de miles de arrobas.
-Usted hacía carbón.
-Aún puedo hacerlo. Es fácil. Se junta una buena cantidad de leña gorda, mejor si es de encina; se amontona y se le da hechura de gurumelo joven, dejándole huecos para matarle el fuego. Estos huecos sirven para la ventilación del horno y evitar que se apague. Se encienden por el corono (7). Luego vino la costumbre de los hornos alargados que se encendían por el pico. Todo vale si vale. Y los llamados de gavia, que nunca utilicé.
-Y una vez hecho, lo llevaba de un sitio a otro.
-Y tanto. Pero en la arriería se procuraba llevar una carga de algo y se traía otra distinta para aprovechar el porte. En octubre de 1940 fuimos cuatro arrieros a dar un porte con bestias a Extremadura. Éramos Agapito, Gabino, Rafael y yo, Segundo el del Cortijo. Salimos de Castañuelo al alba, atravesamos la Sierra Valle Cano, pasamos por Hinojales y llegamos a dormir a la estación de Cumbres Mayores. A la otra mañana cruzamos el pueblo, cogimos un camino que iba a Higuera la Real, cargamos las bestias de altramuces dulces y volvimos por nuestros pasos a descargar a la finca de Cotino, de Fidel Rubio, antes de regresar a Castañuelo.
-Se ganaba...
-La fanega a seis pesetas. Como yo sólo tenía un mulo, transporté tres fanegas y gané dieciocho pesetas; así todos. Da pena pensar esto, pero fue cierto; recorrer cien kilómetros por ese dinero, teniendo en cuenta que el mulo se comió cuatro kilos de cebada... Al final me quedaron diez pesetas de ganancia por dos días de trabajo y un trayecto tan largo.
Porque en los otros trabajos
no quiero ni recordar
las penitas que pasamos
para poderlos cobrar.
-¿El trato con los dueños?
-No eran agradecidos. Bien se dice que quién no agradece, al diablo se parece, y que para darse importancia, dice que viene de Francia. Un buen muchacho de Castañuelo, Vicente, trabajaba en los Villares y por aquel tiempo había que estar en los tajos bien temprano. Este amigo llegó tarde un día. A Daniel, el dueño de la finca, le sentó tan malamente, que le dijo: «Ahora mismo te echas las mantas al hombro, encaras el caminito y te vas para tu casa». Y mi buen Vicente le contestó: «Ahora me llevo las mantas arrastrando, me salgo fuera del camino y me voy al sitio que me de la gana». Le demostró que con lo que tenía le bastaba y disponía de ello. Como dice el refrán: rico es quien no debe y pasa como puede.
En las Sierras las Llanas,
terreno de Valle Cano,
allí hicimos sementera
unos pocos de aldeanos.
Para ir a la sementera
había que cruzar riberas,
de mucha casualidad
no nos ahogamos en ellas.
-Levantarse temprano, apurar el día...
-Antes cuando se sembraba había que madrugar mucho. A las cinco de la mañana salía un lucero muy reluciente y esa era la señal que teníamos los gañanes sin reloj para poner a pajear(8) las bestias o las yuntas; era lo suyo alimentarlas pronto para que la salida del sol nos pillara a todos en la besana. Los gañanes más viejos hacían migas para el desayuno. Conocí en el Esparragal hasta veinte cargas de mulos en la misma besana. Parece mentira, pero ha sido verdad.
En el campo de Camacho,
de la finca de la Puente,
cuesta trabajo creerse
que allí sembraba la gente.
-Todo no sería faena.
-No, claro. Había alguna fiesta. La primera vez en la historia que hubo Semana Santa en Castañuelo fue en 1961. La trajo el cura don José María Camacho, que trabajó el hombre en el carreterín que se estaba abriendo para llegar mejor a la aldea.
-Parece que en aquel tiempo todo era hambre, miseria; le pillaría la guerra...
-¿Hambre?. Una vez fue a dar misa a Castañuelo un cura y al final le dio una broma a un niño de cinco años, Paco se llamaba. Le dijo el niño: «Ahora me das bromas, pero antes te has comido las galletas tú solo a cara perro».
-Los niños aprendían la vida directamente.
-Ya ve; en el Barranco de Castañuelo había muchos sapos, y cuando estaban en celo se formaban piñas de unos pocos juntos. Un niño llamado Benjamín, de unos cuatro años, estaba en la orilla muy atento mirándolos. En esto pasó un hombre y le soltó el niño: «¿A que no sabe lo que están haciendo los sapos?». El hombre dijo: «¿Qué hacen? ». Y el niño contestó: «Están follando».
En los tiempos bien antiguos,
tiempos de la sementera,
cuando más a gusto estamos
era en tiempo de las eras.
-La aldea de Castañuelo en aquel tiempo...
-Eran tres casas medio zahurdas, casuquinas de nada. Vivíamos mal de la agricultura, cuatro huertos de muy poca cosa...
Qué bonitos están los campos,
todos envueltos de hierba,
pero mientras haya monte
todo será una mierda.
-La gente iba y venía.
La gente trabajaba en la ribera con los señoritos antiguos, en fin, el que tenía una finquita...
pero ganando poco menos que nada. Casi por la comida. Era una miseria.
Y lo más bonito era que te cobraban por algo en un terreno tan malo que no entraban ni los galgos.
-Dice que casi por la comida...
-Eso, cuando se ganaba, porque el paro y el hambre estaban amontonados. Hasta que vino el jaleo de la República, que se pensaba que iba a mejorar todo, pero fue más pataleo, porque no se dejaban gobernar, hasta que reventó la cosa con el dictador y nos aplastó unos pocos de años.
Unos zagales que fueron
Los que cogieron los higos
y rompieron las ramillas
les costó cinco pesetas,
sería pa comprar morcillas.
-¿Tiene hijos?
-Cinco. De media vida en adelante se normalizó todo un poco más. Pero entonces o ahora, el egoísta no conoce límites, no se harta con nada, no está conforme nunca.
Qué bonitos están los campos
florecidos en primavera
no tienen comparación
con otra fecha cualquiera.
-Dice el refrán que...
-... la seca de enero hace al labrador caballero; en febrero busca la sombra el perro; en marzo el perro y el amo, que sabe que en junio la hoz en el puño y en agosto resfría el rostro. Refranes hay para dar y tomar... quien da consejos no pedidos pierde consejo y amigo, quien da primero da dos veces, el que se alegra del mal del vecino, el suyo viene de camino, y así hasta no acabar.
-Los pájaros también dan norte de cómo viene el tiempo.
-Los pájaros y los vientos. Está el viento de la mar, agua segura. Si está un poquito alto, que es de Portugal arriba, ya hay frío y va a llover; si está del norte, mucho frío.
Por los campos de la Sierra
corren barrancos y riberas,
todos van a los pantanos
para aumentar su reserva.
-Tiempos...
-Ni teníamos carretera, ni electricidad, ni teléfono...
-¿Médico, maestro...? -El médico venía una vez a la semana y el maestro daba clases de vez en cuando y de mala gana; yo fui a la escuela tres días, porque con diez años estaba guardando chivos en la ribera.
-Alguien le diría las letras...
-Un maestro muy mayor nos enseñaba a los niños. Se llamaba Joaquín Tomillo. Era duro aprender así; hasta andar por la calle, del fango que había; los retretes eran las callejas próximas a las aldeas; daba pena arrimarse a ellas...
-¿El agua...?.
-Agua había para el consumo gracias a los manantiales; algunos se encontraban lejos. Un ejemplo era el de los vecinos de Corterrangel, que tenían que coger el agua del barranco que venía de la sierra de las Baqueras.
Tres Marías van por agua
y ninguna lleva soga,
con las trenzas de su pelo,
sacan agua de la noria.
-A la aldea se llegaba...
-Hasta los primeros años del siglo veinte no había coches y las carreteras eran caminos para los carros. Se llegaba en el coche de San Fernando, un rato a pie y otro andando. Por eso había muchas ventas para descansar los carreros y las bestias. Hacia Extremadura teníamos el Alto del Ronquillo, la Fraila, la de la Leche, la Alisa, la Plata, la de San Rafael, Valdeflores, Higuera, Aracena, la Currofala...
-¡ !
-...es que el dueño se llamaba Curro Fal. Y la del Ronquillo era por la ronquera del dueño; la venta le dio nombre al pueblo; hoy se llama El Ronquillo.
En término del Ronquillo
Finca la Currofala
está el monte de los Pimientos,
donde Segundo sembraba.
-Otras aldeas.
-Corterrangel se dice que fue una corte en tiempos de... no me acuerdo, y luego ya pasaron a Cortelazor, que por eso se llamaba así, porque cogía Rangel y la Corte. Parece ser que había allí unas cortes del gobierno, no sé, de esta manera nos ha llegado.
-¿Siempre hubo tan pocos niños en la aldea? -Hombre, Castañuelo llegó a tener ochocientos habitantes; era un medio pueblo; todos amontonados, porque entonces en cada había siete u ocho niños.
-Se contarían cuentos entre tanta gente menuda.
-Pero no se me quedaron todos; sólo las historias que pasaban, que eran los cuentos de verdad.
La realidad era la propia fantasía; yo desde muy chico tuve que ir a guardar ganado y no tenía ese rato necesario en la casa con la abuela para escucharla.
-A qué jugaban los niños? -Los juguetes eran unos palitos de adelfa; le liaban las madres un trapo en la punta como si fuera la cabecita y era la muñeca para la niña; en los niños un palo con dos ruedas de corcho, era el carro, el trompo, la bola... eso tenía todo su temporada, con la mutra, la maña...
-El butre en Huelva.
-Eso; la mano extendida haciendo una cuarta era la “jaba” y si alguno se adelantaba, era trampa: «Ha hecho jaba».
-Al trompo le dicen en Fuenteheridos champa.
-En Castañuelo pionza.
-Nola en Galaroza.
-Pirusa en Alájar.
-Carioca era un trompo achatado, más pequeño.
-Pero eso era más para Huelva.
-En Fuenteheridos se jugaba al hilo negro.
-En Castañuelo se escondía una prenda y luego se buscaba.
-Ha soltado usted durante la charla un golpe de refranes.
-Algunos he podido comprobar que dicen verdades.
Mire, me habían dicho que las zorras cuando se ven en apuros se hacen las muertas; yo no lo creía, pero estando en la sementera en la finca del Burro puse cepos para conejos y una mañana cayó una zorra. La vi que tiraba con fuerza pero al acercarme se puso panza arriba y se quedó como muerta. Entonces le quité el cepo, la cogí por el rabo y la tiré lejos. Nada más llegar al suelo se levantó ¡y cualquiera la alcanzaba!.
Ahí comprobé que era verdad lo que me habían dicho.
-Vino la guerra. Pasó la guerra. Ha podido haber muchas guerras en España, pero la de 1936 fue la guerra.
-Por entonces yo tenía tres hermanos, uno, se fue al bando de la República y dos no. Se cantaban coplas. Precisamente Queipo fue republicano y luego se puso en contra. Natural; le quitaron poderes y él lo que quería era seguir mandando.
-Hablaba de coplas.
-Me acuerdo de las del Carnaval de 1930:
Viva Alcalá y Zamora,
Roda y Domingo,
que aunque lo afusilen
siempre será el mismo.
Por el carnaval todo pasa,
que no os coja de espanto,
y si alguno se agravia,
que baje al agua del barranco.
En el año treinta,
mes de diciembre,
a Galán y Hernández
se afusiló.
En el castillo Monjuí,
en el último rincón,
tenía que estar metido
el que estas muertes firmó.
Por tener ideas republicanas,
que es la más sana de la Nación.
Francisco Ferrer fue hombre
de gran talento,
consiguieron darle muerte
por su buen comportamiento.
Hombre de buen ideal
nunca lo ha podido haber
porque los malos burgueses
han terminado con él.
- Carnaval, Navidad...
-Si le digo la verdad, en mis primeros años yo apenas estaba en las fiestas. Por 1930 la feria de septiembre de Aracena era la mayor que había en la Sierra. Gente de las aldeas y de los campos nos llevábamos todo el año ahorrando para esos días.
Los chiquillos buscaban cagajones; valía un cesto una perra gorda; los mayores hacían un boliche de carbón, a peseta la arroba, todos con la ilusión de juntar algún dinerillo para la feria; a pesar de la pobreza que había, se vivía aquello con entusiasmo.
En el mercado de ganado lo más importante eran los cochinos, que los traían por malos caminos desde pueblos extremeños... Barcarrota, Jerez de los Caballeros, Oliva, Fregenal... había corridas de toros, ruletas, cunitas, teatro, circo, fuegos artificiales...
Madre los quintos se van
y yo no me quiero ir,
porque tengo en esta calle
un capullo por abrir.
-Lo de buscar novia.
-Las parejas se conocían yendo los muchachos donde estaban ellas, pero con la cara como un tomate, lo mismo unos que otras. Pero, vaya, lo que es costumbre para todos no tiene que ser esfuerzo para uno. Estábamos en un baile en los cortijos, donde trabajaban cuadrillas de mujeres, y nos costaba mucho decirles lo que le teníamos que decir. Si acaso nos bebíamos unos cuencos de vino para estar animados, y el cigarro, que, aunque no fumáramos, parecía que te quitaba la vergüenza. Al final se llevaba adelante lo que se pretendía, que a eso íbamos todos, a hacernos novios, a casarnos, con la ventaja para nosotros de lo que dice el refrán, que el hombre y el oso mientras más feo más hermoso.
Si queréis buscar novias
venirse a Puerto Moral...
-La familia.
-Los padres de ellas nos causaban mucho respeto. A la hora del casorio se buscaba la ocasión de darse de cara con el padre: «¡Mire, yo quiero esto». Y él te daba el permiso.
También existían casos de negarlo, de laberintos.
-Las bodas duraban...
-Depende. En la boda del pobre todo son voces.
El día del casamiento se invitaba a la gente de Castañuelo, se hacía un guisote grande, se mataba una cabra o un borrego, todo en el mismo plato; no había viajes ni nada: el baile un poco por la noche y a acostar.
-A algún sitio se iría, aunque fuera...
-Poco y cerca. La abuela de uno fue a Calabacino, una aldea que está a ocho kilómetros de Fuenteheridos. De Castañuelo íbamos en bestia a la iglesia principal, que estaba en Corterrangel. Aquel que lo tenía sacaba el caballo, el mulo, el burro. Era como una romería.
-Ayudarían los curas.
-¿Los curas...?. Han desfilado tantos en la vida de uno que... unos eran más saboríos (9), otros más tratables. Tuvimos a un tal José Luis Bernabé que llevó el teléfono a la aldea, un teléfono de campaña; tiró un cable por los montes. Este asistía a los partos. Se arremangaba el hombre y...sabía más que Briján(10).
-Cierre los ojos y vea para usted aquel tiempo.
-Los cierro y veo durante la guerra un asalto a un coche de Damas. Son tres o cuatro personas las que disparan. Uno, Antonillo, se hace el muerto; es el chófer...
Aquello pasó a la historia
y es mejor no pensarlo,
porque si lo piensas
bien terminas bien desolado.
-Pasó.
-Pasó. Pienso que, si esto no tiene importancia que se diga hoy, el paso de los años le dará su rango.
-Es bueno que lo sepan cuantos...
... cuantos quieran saberlo.
Febrero de 2002. Aldea de Castañuelo. Segundo Canterla; ochenta años todavía. Al fondo del tiempo narrado se quema el dolor.
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NOTAS:
(1). En Voces de la Sierra, cap. II, p. 19. Libros de la Huebra. Fuenteheridos 2001.
(2). Majada donde el ganado duerme.
(3). Es el nombre común de la sabrosa Amanita caesarea, de láminas amarillas y sombrero rojo, abundante en la zona, considerada la reina de las setas.
(4). Nombre común de la Boletus aereus. Buena para comer, — 170— de carne compacta.
(5). La estancia, el dormidero, el refugio.
(6). Interpreta Manuel Moya que puede proceder de “arreo”, “arrear”, “arriero” “arriería”. Me suena que viene a significar “fila de bestias de carga”, “reata”. La “j” podría ser una simple aspiración entre dos vocales “una [j] arria”.
(7). Lo que “corona”. El agujero en la cúspide que hace de chimenea principal.
(8). Echarle paja para la comida.
(9). Soso de carácter. Desaborido.
(10). Sbarbi, en su Dic. de refranes, adagios, proverbios... dice que este personaje -Briján o Burján-, fue un célebre facineroso, el cual dio a su partida tanto nombre, que éste corrió por todas partes [...] Modificada la palabra Briján según las tendencias de los diversos idiomas, se aplicó en Francia e Italia (brigands y briganti), primero, a los que con astucia se ejercitaban en el pillaje, y después a toda clase de bandoleros.