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CANCIONES ANTIGUAS DE CUARESMA
En Fuentecén, durante la Cuaresma y Semana Santa -incluyendo la Pascua de Resurrección- se cantaban unas canciones tradicionales que por desgracia hace unos años han desaparecido.
Al empezar la Cuaresma cada año se preparaban cuatro o seis jovencitas, las cuales ensayaban las canciones desde que eran elegidas. Todos los domingos de Cuaresma recorrían el pueblo, calle por calle; se dividían en dos grupos. Cada grupo iba por una acera pidiendo limosna para el Santo Cristo, con un crucifijo en la mano y al darles la limosna en muchas de las casas les decían que cantasen, y ellas cantaban la canción que correspondía al Evangelio del domingo aquel.
También salían a pedir los días festivos que había dentro de la Cuaresma, como el día de San José, la Virgen de Marzo, el Viernes de Dolores y el Jueves Santo; todas estas fiestas tenían su canción del día.
El Viernes de Dolores por la noche, en la capilla de la Virgen Dolorosa, el sacerdote cantaba el "Miserere" y a continuación las niñas cantaban una larga canción titulada "Los Siete Dolores"; a escuchar estas canciones acudía la mayor parte del pueblo.
El Jueves Santo, se cantaba "El Lavatorio", mientras el sacerdote lavaba los pies a los doce discípulos. Luego, ante el Monumento, cantaban "El Reloj".
En Viernes Santo, durante el día, se cantaban en distintos actos "Los Diez Mandamientos", "Las Siete Palabras", y finalmente después de la gran procesión del Santo Entierro, a la cual asistía todo el pueblo, se cantaba la "Despedida a la Soledad de la Virgen", que es una canción muy larga, a pesar de lo cual quedaban todos los asistentes a escucharla, guardando un silencio total.
El Domingo de Pascua se cantaba todo lo relacionado con la Resurrección del Señor, entonando las Aleluyas por todo el pueblo.
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
Al dar principio Jesús
a su divina misión,
se prepara en el desierto
con ayuno y de oración.
Con ellas son como vence
las más fuertes tentaciones,
que el demonio las sugiere
tres veces en ocasiones.
Y si por fin ya le dice
por tres veces es tentado,
es por vencer al demonio
y dejarle anonadado.
LAS SIETE PALABRAS
Viernes Santo qué dolor
expiró crucificado.
Cristo nuestro Redentor
mas antes dijo angustiado
siete palabras de amor.
La primera fue rogar
por sus propios enemigos,
oh caridad sin igual
a los que fueron testigos
mucho les hizo admirar.
La segunda un ladrón hizo
su petición y además,
el Señor le satisfizo
diciéndole hoy serás
conmigo en el paraíso.
A su Madre la tercera
palabra le dirigió,
diciéndola recibiera
por hijo a Juan, y añadió
que por Madre la tuviera.
La cuarta a su padre amado
dirigió su acento pío,
y viéndose contristado
dijo dos veces Dios mío
por qué me has desamparado.
La quinta estando sediento
y encontrándose rendido,
dijo casi sin -aliento
sed tengo, y le fue servido
hiel .y vinagre al momento.
La sexta habiendo acabado
y plenamente cumplido,
todo lo profetizado
dijo muy enternecido
ya está todo consumado.
La séptima con fervor
su espíritu entregó en manos,
de su Padre con amor
de esta manera cristianos
murió nuestro Redentor.
EL LAVATORIO
Cuan humilde y amoroso
tomó una blanca toalla,
el Señor y puesta al hombro
una bacía con agua
para hacer el lavatorio.
Púsose a los pies de Pedro
el Señor para lavarle,
y al punto se arrojó al suelo
diciendo maestro amado
eso yo no lo consiento.
Eso de lavar los pies
para mí Señor se queda,
soy un pobre pescador
que vengo de baja esfera
mas vos sois mi Redentor .
Pues sois un señor. tan grande
y yo tan vil gusanillo,
primero prefiero que antes
sea de fieras comido,
que consentir que me laves.
Le miró el Señor y dijo
si no te dejas lavar,
no me tendrás por amigo y
menos podrás gozar
del eternal paraíso.
Al punto se arrojó al agua
diciendo lava mis pies,
y todo mi cuerpo lava
Señor aquí me tenéis,
vuestra voluntad se haga.
EL RELOJ
Es la pasión de Jesús
un reloj de gracia y vida,
reloj y despertador
que hoy a llorar nos convida.
Oye pues, oye sus horas
y en todos agradecido
os daré gracias Señor,
por haberme redimido.
Vuestro reloj Jesús mío
devoto quiero escuchar,
y en cada hora meditar
lo que por mí habéis sufrido.
Cuando a las siete os veo
humilde los pies lavar
¿cómo si no estoy muy limpio
me atreveré a comulgar?
A las ocho instituisteis
la cena de vuestro altar,
y en ella Señor nos disteis
cuanto nos podíais dar.
A las nueve el gran mandato
de caridad renováis,
habiendo amado a los suyos
hasta el fin Jesús amáis.
Llegan las diez y en el huerto
oráis al Padre postrado,
haced mi Jesús amado
que os pida con acierto.
Sudando sangre a las once
os contemplo en la agonía,
cómo es posible mi Dios
no agonice el alma mía.
A las doce de la noche
os prende la turba armada,
y luego en casa de Anás
recibís la bofetada.
A la una en el pretorio
como infame se os anota,
y enseguida contra vos,
la turba vil se alborota.
A las dos. falsos testigos
acusan vuestra inocencia,
qué impiedad y qué descaro
qué indignidad qué insolencia.
A las tres os escarnecen
insultan unos villanos,
que con sacrílegas manos
os dan cuanto ellos merecen.
Qué dolor cuando a las cuatro
os niega en cobarde Pedro,
mas vos Jesús le miráis
y él reconoce su hierro.
Las cinco son y se junta
el Concilio malignante,
dicen que muera Jesús
muera en la cruz al instante.
A las seis os presentaron
ante Pilatos el juez,
y él os declara inocente
hasta por tercera vez.
A las siete por Pilatos
a Herodes sois conducido,
como seductor tratado
y como loco vestido.
A las ocho otra vez
preso a Pilatos volvisteis,
y entonces a Barrabás
propuesto Jesús os visteis.
A las nueve los verdugos
os azotan inhumanos,
para ello a una columna
os atan de pies y manos.
A las diez duras espinas
coronan vuestra cabeza,
espinas que en vuestras sienes
clavan con toda fiereza.
Cuando a las once os cargan
una cruz de enorme peso,
entonces veo mi Dios l
o que pesan mis excesos.
A las doce entre ladrones
Jesús os veo clavado,
se me alienta la esperanza
viendo a uno perdonado.
Es la una y encomienda
a Juan su querida Madre,
y después pide perdón
por nosotros a su Padre.
A las dos otra vez habla
sediento como Ismael,
y al punto le mortifican
dándole vinagre y hiel.
A las tres gritó diciendo
ya está todo concluido,
murió Jesús y quedó
todo el mundo enternecido.
A las cuatro una lanzada
penetra vuestro costado,
por él corre sangre y agua
para lavar los pecados.
A las cinco de la Cruz
os bajan hombres piadosos,
en los brazos de su madre
os depositan celosos.
A las seis con gran piedad,
presente también María,
entierran vuestro cadáver
y ella queda en la agonía.
Triste Madre de mi Dios
sola viuda y sin consuelo,
ya que no puedo llorar
llorad Ángeles del Cielo.
El reloj se ha concluido
sólo resta pecador,
que despiertes a sus horas
y adores al Redentor.
ANGELINES DE DIEGO ARRANZ Fuentecén (Burgos)