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Revista de Folklore número

245



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LA "HURDANIZACION" DE UNA LEYENDA CON TRASFONDO CLASICO: "EL PELEGRINU

BARROSO GUTIERREZ, Félix

Publicado en el año 2001 en la Revista de Folklore número 245 - sumario >



Una de las muchas leyendas que se ha venido contando de una punta a otra de la legendaria comarca de las Hurdes, es la de "El Pelegrinu", aunque algunos la incluyen dentro del apartado de: cuentos ejemplares y religiosos, con el tipo 750 (1). Y es que la verdad sea dicha: la frontera entre el cuento y la leyenda es, a veces, tan imperceptible que hay que entrar en prolijas disquisiciones para realizar la correspondiente distinción.

Hemos optado por catalogar como leyenda el relato que expondremos más abajo en tanto y cuanto, en todas las versiones recogidas, aparece una temporalidad concreta (relativamente cercana a nuestros días), así como nombres de personas y lugares conocidos por la comunidad. Pero es que, además los informantes hurdanos no otorgan la categoría de cuento a este relato. Los hurdanos tienen muy claro y muy preciso, dentro de sus patrones conceptuales, los tipos de discurso que ellos emplean. Pretendiendo establecer algunas categorías, se podría significar lo siguiente:

A.-) Cuentos: Son, esencialmente, los que se relatan a los niños, para su recreo y distracción. También se pretende, en palabras de uno de los más singulares cuentacuentos que hubo en la zona, "Tíu Sebiu" (Eusebio Martín Domínguez, de la alquería de El Gasco), fallecido en la década de los 80, que: "Los muchachus aprendan los cuentus que nuestrus antepasaus contarun de siempri, y saquin sus enseñanzas, pa que aprendan a navega la vida".

A veces, se produce una leve apropiación de estos cuentos, situándolos en parajes conocidos, de la zona, que se han andado frecuentemente. Existe una clara conciencia de que sus discursos son fabulados, o que narran cosas que sucedieron en otros tiempos, de la "antigüedá antigüísima". Puede ser que se dé cierta verosimilitud a determinados cuentos, sobre todo los de carácter ejemplarizante.

B.-) Casos: Son relatos que se tienen por ciertos, y se refieren como vivencias de fulanito o menganito. Pueden tener una base de realidad, pero son frecuentes las contaminaciones y añadidos fabulosos, porque así lo requieren las propias singularidades de esas vivencias.

C.-) Aconteceres: En algunas partes de Las Hurdes, hablan de "acontecérih" cuando se refieren a discursos del más diverso tipo, entre los que se incluyen muchas leyendas. Corroboran su certeza con frases como: "esu es tan ciertu cumu el sol que mos alumbra", "cumu la tierra que pisamus", "cumu muertus están los que lo contarun"... El término leyenda apenas si se emplea en Las Hurdes. Si acaso se utiliza para rematar algún relato de tipo histórico o legendario, afirmando: "...y esu cuentan que venía en leyendas". Es aquí donde más se aprecia la "apropiación" (2), que nosotros llamamos, más bien, "hurdanización".

D.-) Chascos o Chascarrillos: Vienen a ser discursos de carácter jocoso y divertido, donde se entrecruza también lo real con lo fabulado. En muchos de ellos, el ingenio de los hurdanos prevalece, mediante resortes picarescos, por cima de los elaborados discursos de cierta intelectualidad o de los diferentes administradores civiles o eclesiásticos. No es extraño que algunos chascos se interfieran con cuentecillos tradicionales.

E.-) Baráñah o baráñuh: De esta forma denominan, en algunos valles hurdanos, a los chistes y chismorreos que salen a relucir "cuandu se tieni un tragu de más". Su discurso es, ante los propios hurdanos, de inferior calidad. Se valora mucho más a un mediocre contador de cuentos que a quien sólo cuenta "baráñuh".

LA LEYENDA

Plasmamos aquí una versión muy detallada de la leyenda de "El Pelegrinu", recogida en la alquería de Las Erías al vecino Ignacio Sánchez Gómez, de 70 años (3):

"Estu es un acontece tan ciertu cumu es ciertu que están muertus los que lo contarun y fuerun testigus de ellu. Pos..., mirin ustedis, contaban los antepasaus que vinu un pelegrinu por estus puebrus: unus dicían que era Dió, y otrus que si era un santu. Y traía al modu de una crú, cumu un varizu grandi, que no lo levantarían venti hombris con las sus fuerzas. Por la cuenta, el hombri, Dió o quien fuera, vinía de la parti del Marvillíu, de la parti de La Fragosa, en el conceju de Nuñumurá. Llegó por la sierra y llevaba aquel varizu de crú cumu si nada, cumu una pruma. Estu fue por la víspira de lus Santus Benditus. Abajaba la sierra abaju, y dicin que cruzó el ríu por cima del agua, sin mojarsi un átimu. Y era ya de anochecíu, y cogió el pelegrinu - que vistía iguá que un pelegrinu- y se fue a arriá embaju el arcu que hay a la entrá del puebru. Dicin que le icía la genti:

-¿Pos cumu se va a queda ahí el señó, con el fríu que hace...?

Y el señó, el pelegrinu, no dicía nada. Y por más que le insistieron que fuera a cena a una casa y a la otra, él negaba con la cabeza. Le pusun allí la comida, a la vera, pa que cenasi, pero no probó ni jarampru. Se echó allí, embaju el arcu, y diban los perros y le lambían los pies, que los tenía allagáus, de dir rompiendu monti por esus pedragalis. Vinu el arcardi de la arquería y le diju:

- Nos diga si se va a queda usté más tiempu en el puebru, porque costumbri de esta tierra es dar posá al pelegrinu.

Por la cuenta, era arcardi unu que le dicían Simón Gomi, que los antiguos lo conocieron bien; hacía las vecis de arcardi de vara en la alquería. Dici que diju el pelegrinu:

- Yo sólu me quedu aquí esta nochi, embaju el arcu, que mañana tengu que salí de caminu pal conceju de La Ribera, pa el Adrillá, que es de lo más áspiru de esta bendita tierra de Las Jurdis.

-¿Pos cumu va a dir usté pa El Adrillá, si trai andau el caminu de al revés? Tenía que habé díu pal norti, y usté vieni de al revés...

Dici que diju el pelegrinu:

- Todu se andará, que los mis pies lo mismu van pá lanti que pá tras.

Cuandu se levantó por la mañana el señó, en cuantis vinu el día, pos dicin que había una helá que brillaba el suelu, que estaba brancu de nievi, pero ande había estáu echáu el pelegrinu hacía un caló cumu de tiempu de veranu. La genti fue y le llevó de armozá, lo que tenían, lo pocu que tenían. Dicía él, el pelegrinu:

- No se molestin ustedis, no se molestin, que yo no acostumbro de armorzá.

Fue y cogió caminu alanti, y diju:

- Quedá con Dios, buena gente, que pal añu entranti cogeréis una cosecha de pan, de vinu y de aceiti cumu nunca habrés vistu otra igual.

Y uno que le dicían Andrés, que por la cuenta era jarrero, y era de las personas de mayó humanidá de la arquería, le diju:

- Me deji usté cargá con el varizu, que yo se lo pasu al desotru ladu del ríu Fue a carga con el varizu, pero no lo dio movíu ni un palmu. Hubu otros que también lo intentaron, pero les pasó lo mismu. Dici que dicían la genti:

- Esi varizu, pesa cumu el bronci; no lo damus movíu ni un palmu.

Fue él y cogió el varizu y ya desandó los pasus que traía. Vorvió a cruza el ríu, y lo mismu que antis: andaba por cima el agua, sin que maldita la gota le mojara los pies. Y dicin que, en subiendu a la sierra, echó a vola, y volandu, volandu, se presentó a los altus de Ríumalu, en el conceju de La Ribera. Andaban allí los pastoris, con el ganau. Cuandu lo vieron llegá con aquella pinta, pos ya ve usté lo que son los dagalis: siempri andan de bromas, echandu puyas... Con que fueron y le jiparon los perros.Dici él, el pelegrinu:

- No me ajipéis a los perrus, que a mi no me hacin nada.

Y ellus venga a jiparli los perrus, pero los perrus ni se movían. El pelegrinu se vorvió y les diju:

- No me hacéis casu, pos vusotrus lo habéis queríu.

Fue y les echó cumu una maldición y les revorvió los pies: lo de alanti quedó pa tras, y lo de atrás pa alanti. No daban andau. Ellus, al ver aquellu, empezarun a dar alaríus, a hacersi crucis, a rogarli a Dios y a la Virgin...Totá, que ya les diju el pelegrinu:

- Si queréis que los pies se os vuervan de al derechu, tenéis que venía a rastras y me tenéis que besá y lambé las prantas de los mis pies.

Ellus, ni cortus ni perezosus, se echarun a rastras y fuerun y le besarun y le lambierun bien lambías las prantas de los pies. Ya, al momentu, se le pusun bien los pies, y pescarun sierra abaju y corrían a jopu tendíu. Llegarun al pueblu, a Ríumalu y dierun a sabe lo que les había ocurríu, lo contarun todu, tal y cumu había sidu. Fuerun los vecinus de Ríumalu y se apostarun a la entrá del puebru, armaus de piedras y de palus. Y una vecina, tía Lominada la llamaban, dicin que les diju:

- Mira a ver lo que vais a hacé, no siendu que lo que hagáis se vuerva contra vosotrus; mira que hay una manu poderosa que castiga sin piedra ni palu...

Dicin que en cuantis acabó de habrá la mujé, allí que se presentó, cumu una salación, el pelegrinu. Dicin que le diju:

- Mujé, cogi los tus hijus y la tu jacienda y márchati del puebru, que se va a desata una tormenta que no va a deja ni casa ni árbul en pie.

Dicía la mujé, tía Lominada:

- ¿Pos cumu se va a desata una tormenta si estamus en iviernu y está el cielo limpiu de nubis?

- Usté jaga lo que yo la mandu, que es lo que más le convieni.

Y cuentan que na más marcharsi la mujé en busca de los sus hijus y a recogé la jacienda, se preparó una nubi temerosa que daba rejilleteu el mirarla. Antoncis, los vecinos de Ríumalu empezarun a tirarli al señó, al pelegrinu, con los palus y con las piedras, pero no la hacían nada, le rebotaban en el cuerpu. Comenzó el cielu a enfundarsi de nubis temerosas, más negras que una nochi sajina, y se despromó una tormenta que se juntaba el cielu con la tierra, cumu demaramonti que diba. Tó se lo llevaba ríu abaju: las casas, los ganaus, la arbolea..., todu; sólu quedó para contarlu la tía Lominada, y la su familia, que s'habían arriau en una cueva que le dicin de Valdicerezu, de medias de sierras arriba, dondi contaban que estaban los güesus de nuestrus antepasaus, que nunca se rebelarun contra nuestra majestá divina. Y dende antoncis le quedó el nombri de Ríumalu a toda esa ribera, porque de malus que habían sidu con el pelegrinu pasó lo que pasó y llevaron el nombri de malus para siempri".

DESMENUZANDO LA LEYENDA: - ALGUNOS PARALELOS.

Advirtamos que esta leyenda ha recibido una fuerte "hurdanización" local dependiendo del lugar o la alquería donde se cuente. Acuñamos el término "hurdanización" como adaptación de discursos tradicionales, comunes a otras áreas, a las específicas circunstancias del territorio humano. Esta apropiación también detectada en zonas limítrofes a Las Hurdes aunque más levemente, sucede en numerosos cuentos e incluso romances de probada antigüedad, lo que impregna y contamina el discurso con topónimos, gentilicios, personas que existieron en el mundo real y hechos que se dan como ciertos, todos ellos ubicados y emparentados consustancialmente con tal o cual zona de la región hurdana. A veces, la leyenda se sintetiza al máximo, como la versión de Remigio Iglesias, dueño de un bar en la alquería de La Fragona, en el concejo de Nuñomoral:

"Me contaba tía Juana Domingui, que murió de 105 años de edá, que un día apareció un hombri por los altus del Picu Castillu, y aquel hombri traía dos crucis: una grandi y otra chica. Andaba descarzu y dormía en los barconis de las casas. Aquí, en La Fragosa, lo atendierun lo mejó que podían. El bisabuelu de Aliciu, el que ahora es arcardi pedáneu, por la cuenta le quisu ayuda a atravesá el ríu, cargandu con la cruz chica; pero na más cogerla, se vinu al suelu, pos no la daba movía. De aquí se fue a Nuñumorá, donde también le atendierun bien, y durmió en el barcón del ayuntamientu vieju. Pero al llega a Ríumalu, le apedrearun, y por esu se llama el puebru cumu se llama, que aquel hombri pelegrinu desató una tormenta que no quedó piedra sobre piedra ni paré sobre paré, y sólu se salvó una mujé, que fue la que curó los pies, que los tenía todus allagaus de anda por los pedragalis" (Recogido en el invierno de 1986).

Tal vez sería muy fácil coger esta leyenda y facturarla de acuerdo con lo que el investigador extremeño Eloy Martos Nuñez (4) nos dice al exponer su "Tendencia Etiológica o Explicativa".:

"Si se examinan las diversas clases de leyendas, todas pueden reducirse a un común patrón "etiológico", entendiendo este concepto en sentido amplio. Se trata de explicar un hecho histórico, un milagro o un fenómeno natural desde sus orígenes, es decir, tejiendo un entramado de causas y circunstancias, cuyo único sentido es llegar a ese punto central del relato, que es el núcleo de la leyenda, y proponer, al hilo del relato, una conducta ejemplar y arquetípica..."

"El punto de la leyenda es el suceso extraordinario que se conserva en la memoria popular, el cual aparece normalmente al final de la leyenda, pero que es el motor de la narración, el vector desde el cual se ha articulado.

Por eso, a diferencia del cuento que tiene una lectura "de adelante hacia atrás", la leyenda puede y debe ser reconstruida de "atrás hacia adelante".

Pero consideramos que la leyenda hurdana de "El Pelegrinu" no se puede reducir, sin más, a las andanzas por Las Hurdes de un fervoroso devoto, de un santo varón, o del mismo Dios, que debido a sus poderes milagrosos, va a premiar a los buenos y castigar a los malos. Y ello pese a encontrarnos versiones que nos hablan de que el "pelegrinu" era San Pedro de Alcántara (5) o el Padre Eterno (6)

Lorenzo Martínez Ángel, en un trabajo publicado en la "Revista de Folklore"(7), nos comenta que los investigadores leoneses Francisco J. Rúa Aller y Manuel E. Rubio Gago, en su libro: "La piedra celeste. Creencias populares leonesas" (León, 1986), sacan a relucir lo que cuenta el poeta latino Ovidio en su "Metamorfosis" VIII, versos 611-724. En tales versos nos narra las andanzas de Júpiter y Mercurio, que iban de lugar a lugar disfrazados de peregrinos. Cuando se acercan a un pueblo a pedir cobijo, la gente los rechaza; tan sólo un matrimonio, formado por Filemón y Baucis, los acoge bajo su techo. Como castigo para aquellos vecinos tan poco caritativos, su pueblo es arrasado de punta a punta, menos la casa de Filemón y Baucis, que queda en una isla. Lorenzo Martínez trae estas citas a colación de una leyenda semejante recogida en algunas zonas de León y que se ubica en el pueblo de Isoba. También habla que José Miguel de Bariandarán, en su "Mitología del Pueblo Vasco"(Bilbao, 1997), recoge alguna que otra leyenda parecida.

Otra leyenda hurdana con ciertos paralelos a la de "El Pelegrinu" es la que recogimos a Pedro Alonso Iglesias, de 63 años, vecino de la alquería de Asegur, en agosto de 1996:

"Estu fue que andaban en una poza del ríu estimándusi la enguila con el bastardu. Es cosa verdadera, de un acontecé que pasó, que me lo contó mi padri, que en gloria esté, y también lo contaban otrus vecinus, y dicían que era verdá cumu esa luz que nos está alumbrandu. Es que había un pueblu antis aquí, para mejó dichu: entre esti pueblu. La Sigú, y Nuñumorá. Al pueblu le dicían La Rocasqueru, y entodavía se puedin ver los cimientus de las casas, que usté mismu los puedi ver, y si no, voy yo con usté y se los enseñu, para que vea que es verdá lo que le digu. Bueno, pues cumu decía antis, en una poza del ríu andaba la enguila, y salía a las orillas y allí llegaba el bastardu y se estimaba con él. Ya la enguila se fue haciendu grandita, que ya pesaría unas cuantas de libras, o de quilus, que decimus ahora, pa que me entienda usté. Se fue haciendu grandita, grandita, y ya un día la dierun en coge unus vecinus de ahí, de La Rocasqueru, y miri usté cómo sería de grandi que tuvun pa comé tos los vecinus. Todus comierun de ella. Mejó dichu: comierun todus menus un señó, ya vieju, que era sabiu. Y era sabiu porque tenía una cruz embaju la lengua y había habrau en el vientri de su madri antis de que lo diera a luz, que esa es la gracia con que nacin los sabius. Lo llamaban Tíu Godenciu "Zajurí", que al ser sabiu, también era zajurí, y aquí en el puebru de La Sigú -según contaba mi padri, que en gloria esté- conoció él familia, los descendientes, los que fueran... de esi señó, de Tíu Godenciu, qui dispués se fuerun pa Buenus Aires o pal Canal de Panamá, pa esus sitius. Pues esti hombri no quisu comé, y les decía a los otrus, a los demás vecinus:

-¿No veis que la enguila está estimá del bastardu, que es un bichu repunanti y esquerosu, que aunque no pica tieni encerrau un venenu mortal en el cuerpu?

Perú ellus cumu si nada, y esu que se lo decía un zajurí, un hombri sabiu. Y es que, para que lo sepa usté, el bastardu, sobri todu el bastardu pajizu, es de los peoris bichus culebronis que tenemus por estas tierras. No hizun casu y comierun de la enguila, y pasó lo que tenía que pasa: que se envenenarun tos y se murierun. Se quedó solu el señó, el zajurí; se quedó dueñu, cumu únicu herederu, de tó el puebru. Era viejitu ya el hombri, y fue ya a pidí asilu a Nuñumorá. Buena gana de pidí asilu allí, que siempri hemus dichu: "si vas a Nuñumorá, lleva la comía en el morral". Ya se puedi usté imagina lo caritativus que son con el prójimu... Llegó a Nuñumorá y tó el mundu le cerraba las puertas. ¡Y esu que era un zajurí!, que antis se les respetaba a los zajurilis ande quiera que estaban y ellus tenían preferencia primerus que ningunu. Pero en Nuñumorá ni habíu vergüenza ni la habrá. Antonces, fue el hombritu y se dio la media vuelta y cogió el caminu de esti puebru, de La Sigú, perú antis, cuandu estaba en el lombu ande había una cruz, que era la cruz del calvariu, y que allí paraban a los difuntus cuandu venían a enterrarlus al ciminteriu de Nuñumorá, y que dispués hizun allí el Hogar de Auxilio Social... Pues cuandu estaba en lo altu del lombu diju:

-Que una nubi de garrapatas caiga sobre esi puebru de Nuñumorá y que les chupi la sangri a los vecinus y a los ganaus.

Y así sucedió: cayó una nubi de garrapatas que obscurecía hasta la luz del día. Por esu, a los de Nuñumorá entodavía se les conocí con el nombri de "Garrapatas". Cuando el hombritu llegó a La Sigú, pues aquí lo tratarun a cuerpu de rey. Estaba a días con los vecinus, y a cada cual lo trataba lo mejó que podía, y él, pos como agradeció que estaba, les dejó a tos los vecinus toa la parti de La Rocasqueru; por esu hoy tos los güertus y toa esa partí de La Rocasqueru es propiedá de los vecinus de La Sigú".

La leyenda narrada por Pedro Alonso, honesto y cabal tamborilero que se nos fue para otros mundos el 14 de septiembre de 1999, festividad de la Exaltación de la Cruz y de los "Cristos" en la comarca de Las Hurdes, guarda aún mayor paralelo con la que recogieran María Campos y José Luis Puerto en la comarca de Rueda (León), relacionada con el despoblado de Airones (8).

TABLA DE MOTIVOS

Si continuamos con el desmenuzamiento de nuestra leyenda, tendremos que establecer una tabla de motivos, cuya disección nos acercará un poco más a la comprensión integral del discurso. A nuestro modo de ver, podemos establecer los siguientes motivos:

A.- Un peregrino recorre una zona determinada. Lleva a cuestas:

A1: Un "varizu" (palo de gran grosor y altura). Versiones de Las Erías (Ignacio Sánchez Gómez) y del El Cerezal (Domingo Rubio Crespo).

A2: Una cruz (o dos cruces). Versiones de La Fragosa (Remigio Iglesias), de Arrolobos (Julián Martín Cerezo) y de Aceitunilla (Juan José Azabal)

A3: Un palio. Versión de El Cerezal (Venancio Bonifacio Expósito) y El Rubiaco (Juana Martín Velaz)

B.- El peregrino cruza los ríos sin mojarse.

C.- Apenas si come, y duerme donde quiera:

C1: Duerme bajo un arco, en una noche de gran helada, pero, maravillosamente, del lugar donde ha dormido se desprende un agradable calor (versión de Las Erías)

C2: Duerme bajo un guindo o un castaño (versiones de El Cerezal)

C3: Duerme en los balcones (versión de La Fragosa)

C4: Duerme al pie de una estercolera (versión de Arrolobos)

C5: Duerme en un "rejollinu" (camastro de heléchos). Versiones de Aceitunilla y El Rubiaco.

D.- Goza de la gracia de poder volar (versión de Las Erías)

E.- Está revestido de otros poderes mágicos: paraliza a los perros y muda los pies a los pastores.

F.- Premia a los vecinos hospitalarios, y arrasa vidas y haciendas de los desaprensivos, cuyos pueblos y términos quedan anatematizados con topónimos injuriosos y negativos.

En la versión recogida en la alquería de Arrolobos (concejo de Caminomorisco), se nos cuenta que el "Pelegrinu" convirtió a los perros en "chinagarrus" (guijarros) y a los pastores en silbadoras sierpes, que volvieron a su estado original cuando el peregrino les pisó sus cabezas (interacción con el mito mariano de la Virgen pisando la cabeza de la culebra). También llama poderosamente la atención que, en la versión expuesta, se nos diga que la buena mujer -Tía Lominada- se refugió con su familia y su "jacienda" (ganados) en la cueva de "Valdicerezu", "dondi contaban que estaban los güesus de nuestrus antepasaus, que nunca se rebelaron contra nuestra majestá divina".

Efectivamente: en el término municipal del concejo de Ladrillar, en el que se halla enclavada la alquería de Riomalo de Arriba, se encuentra la llamada hoy en día cueva de "Vallicerezu", que, al parecer, tiene pinturas rupestres y en la que se han localizado industrias rituales de épocas prehistóricas. El hecho de que el narrador nos habla de que en esa cueva se encontraban los "güesus de nuestrus antepasaus" parece llevarnos a lo que nos dice Eloy Martos Núñez en la página 262 de su citada obra (9):

"La alegorización es el procedimiento por el que los númenes y los dioses, las escenas y estructuras de una vieja religión se emplean meramente como emblemas o símbolos, como imágenes elaboradas que representan un contenido moral o análogo. En definitiva, la alegoría supone no el símbolo aislado sino la construcción de una red paralela de significados. Pongamos el caso de las leyendas de moros en Galicia. Los moros de las leyendas gallegas no tienen nada que ver con el moro histórico; con más bien "genios clónicos" que descienden de los mitos precristianos, que explican la construcción de castros y otros monumentos prehistóricos, y esta misma proyección hacia los tiempos más arcaicos está en los mitos hurdanos".

O sea, que tenemos toda una simbolización en un lugar concreto: la cueva de "Valdicerezu", donde se establece toda una hierofanía. Este lugar está sacralizado y máxime cuando esos huesos pertenecen a unos antepasados que nunca se levantaron airados contra la "majestá divina". Se podría pensar que esa "majestá divina" señala y se personaliza en la figura de Cristo, en tanto y cuanto la leyenda se salpica de otros motivos que recuerdan hechos y milagros de este personaje: la cruz a cuestas; premia al pueblo multiplicando cosechas, comidas, bebidas, que nos evocan los milagros de las bodas de Canaán y de los peces; anda sobre las aguas... Pero pen mos, recordando al antropólogo J. Apalategui (10), que nos encontramos dentro de la "frontera prehistórica”, con una manifestación clara de cronotipos, lo que nos lleva a hablar de leyendas antiguas o "paleoleyendas”. Curiosamente, la leyenda nueva o "neoleyenda" de nuestro arquetipo parece tomar cuerpo en una copla de ciego o pliego de cordel que todavía se canta con relativa frecuencia en Las Hurdes. Siguiendo a J. Apalategui, vemos reflejado, en este último caso, numerosos ecotipos o sea: variantes que se han popularizado en una zona culturalmente coherente. Una de las versiones de este romance de ciegos es la que apuntamos. Fue cantada por Faustino Alonso, tabernero de la alquería de Las Heras en el concejo de Casares de Las Hurdes, y recogida por Luis González Martínez, en
1975.

"Pueblo de La Jelechosa, ¡qué maldito vas a ser!,
2 vas a recorrer la España en un pliego de papel.
En aquel pueblo perdido entre la montaña infiel,
4 se levantaba una ermita del arcángel San Gabriel,
donde vivía un ermitaño que a todos les hacía bien,
6 y a todos los socorría, dándoles para comer
una jarrita de vino y pan untado de miel.
8 Un día del mes de junio, caluroso a tó meter,
aquel humilde ermitaño en su ermita fue a acoger
10 a unos pobres pidieres, más pobres no podían ser.
Para dar descanso al cuerpo el portal les fue a ofrecer,
12 que al ser tiempo de verano, allí dormirían muy bien.
Y dando tributo al sueño, no pueden ni prever
14 que una cuadrilla mozuelos vienen con mal parecer,
y cuando estaban dormidos, les ha empezado a caer
16 toda una nube de piedras, los hacía palidecer.
De todos aquellos mozos, uno vino a responder:
18 - Dejar en paz a los pobres, que no está ni medio bien
apedrear a una gente que no se pué defender.
20 A los gritos y lamentos que daban tos a la vez,
se levantó el ermitaño y allí vino a aparecer,
22 y alzando el puño a los cielos, les comenzó a reprender:
- Quiera Dios que la justicia os dé pesadas cadenas,
que no hay perdón para aquellos que a los pobres apedrean.
Y si justicia no hay aquí abajo, en esta tierra,
26 que la Majestad Divina sea la que dicte sentencia.
Sería la medianoche, sobre las dos o las tres,
28 ya una parva se retiran, que la tendieron ayer,
para dar tributo al sueño; no tenían derecho a él.
30 Antes de la madruga, ya vinon a aparecer
unas nubes renegridas, tirando rayos a cien;
32 centellas caían a miles, miles de piedras también;
el agua se desbordaba, no la podían contener.
34 Con el furor de las aguas, la parva se volvió un lago,
donde los mozos infames iban pereciendo ahogados;
36 sólo aquel mozo tribuno que no quiso apedrearlos,
se agarró al tronco de un roble y ha podido agatearlo.
38 Desde lo alto la copa y con agua hasta los pies,
daba voces de socorro y temblaba como un pez:
40 -Aquí estamos castigados por la Majestad Divina,
por haber apedreado a los pobres de la ermita.
42 Y el ermitaño clamaba con voz de mando y de juez:
- No les doblen las campanas, que de Dios es esa ley,
44 y ellos, que no la cumplieron, condenados han de ser;
no les den tierra en sagrado, a un zarzal los tiraréis,
46 que los coman las hormigas, los malos bichos también,
que es castigo merecido pal que quebranta su fe.
48 Pueblo de La Jelechosa, a ti te lo encargo bien,
que socorráis a los pobres y por ellos miraréis,
50 que nunca jamás ocurra lo que acabamos de ver".

Este pliego de cordel toma prestados algunos versos de aquel romancero de más notoria antigüedad y de tradición oral que se registra en la comarca hurdana. Concretamente, la secuencia de no dar tierra en sagrado a los cuerpos de los mozos, aconsejando que se arrojen a un zarzal para que se los coman las hormigas y otros bichos, parece estar sacada de las versiones del romance "Una fatal ocasión" recogidas en la alquería de Vegas de Coria (concejo de Nuñomoral); una de ellas, recitada por Julián Sendín Martín y recogida en julio de 1991, va soldada al romance de "La esposa de don García", y la otra fue cantada por Luis Mateos Azabal, en enero de 1995. Si en el pliego de cordel los mozos son condenados a no ser enterrados en sagrado por haber apedreado a los pobres pedigüeños que dormían plácidamente en el portal de la ermita, en las versiones del romance "Una fatal ocasión" es el forzador o violador el que sufre tal castigo.

La apropiación de este romance de ciegos por parte de los hurdanos llega a señalar un lugar concreto como marco referencial en donde se produjo tan aciago suceso: es el conocido paraje de "La Jelechosa", en la margen derecha del río Hurdano, entre los pueblos de El Rubiaco y Nuñomoral. Cuentan que allí está el pueblo sepultado, y más adelante, adonde llaman "La Laguna", en dirección a Nuñomoral, dicen que estaban las eras que se convirtieron en un gran lago por mor de aquella terrible tormenta. La ermita la sitúan sierra arriba, por donde cae el conocido como "Pico Convento, en cuyas inmediaciones se rastrean antiguas ruinas. También cuenta el vecindario que, hasta hace unos años, existían unas escrituras y dibujos en unos canchos cercanos, donde se narraban estos episodios. Efectivamente: en el pago de "Las Escritas" había unas peñas llenas de insculturas, pero eran petroglifos de épocas prehistóricas, que, lamentablemente, fueron destruidos al realizar la carretera que conducía a Nuñomoral.

A todas luces, se pone de manifiesto el carácter más legendario, de añeja sacralidad, tendente a la apertura, su absoluta transmisión oral y la fuerza de su verismo o de su función práctico-ritual de la leyenda de "El Pelegrinu". Estamos, pues, ante una paleoleyenda, que se cimentaría sobre una base muy antigua, de tiempos remotos y nebulosos, cuando los mitos cobraban latente vida. De este tronco constituido por la paleoleyenda, se desgajarían diversas ramas, una de las cuales sería esa neoleyenda en la que se basa el pliego de cordel expuesto, que, como vemos, prácticamente carece de apertura; de aquí que su transmisión se haya realizado a través de pliegos (textos impresos) y se cierre con todo un aviso o moraleja, dejando bien a las claras su intencionalidad.

EL TEXTO LATINO

Es sintomático lo que nos cuenta en su "Metamorfosis" el poeta latino Publio Ovidio Nasón. Refiérenos las andanzas de Júpiter y Mercurio, disfrazados de peregrino, por los caminos del mundo. Y aunque un peregrino es el personaje central de nuestra leyenda, que también goza de otros motivos semejantes a los que le acaecieron tales dioses romanos, no acabamos de ver muy clara la posible relación entre JUPITER/MERCURIO-EL PELEGRINU.

Se sabe por los textos clásicos que Mercurio guía a toda una hueste de almas que, bajo un halo fúnebre, caminan hacia sus lugares de destino. Júpiter Tonante, como dios de la lluvia, el rayo y el trueno, llevaba tras sí otra hueste, aunque no tan silenciosa y recogida como la de Mercurio, pues ésta, a lo máximo, sólo dejaba una estela de lúgubres quejidos. Hay indicios más que suficientes, como bien pone de manifiesto Constantino Cabal (11), para pensar que ciertas tribus galas e hispanas, a través de un enrevesado sincretismo, trastoquen aquellas caravanas de ánimas, de acuerdo con viejas creencias perromanas, en espíritus capaces de desencadenar las tormentas. Y aquí surgiría el nexo entre Mercurio/Júpiter (en tanto y cuanto conducen huestes capaces de despertar las tormentas) y "El Pelegrinu", que se nos presenta como señor de las aguas, pues puede andar sobre ellas y desencadenarlas en forma de furibunda tormenta. No obstante, esos cortejos de almas de los muertos guiados por Mercurio también se emparentan con la "Güestia" asturiana, la "Santa Compaña" gallega y la "Pruseción de Animas" y la "Genti de Muerti" de las Hurdes. El citado Constantino Cabal, en la obra citada, nos trae un cuentecillo narrado por Carmen Venero, de 80 años, de Barredo-Ribadesella. Nos habla del "Nuberu", un personaje de la mitología asturiana que tiene cierto parentesco con nuestro "Pelegrinu". El "Nuberu" vive dentro de las nubes y manda sobre ellas; de aquí que arrase todas las heredades de aquel pueblo que le cerró las puertas, salvándose sólo las del labrador que lo llevó a su casa y le dio de cenar. Cuando los vecinos reprocharon al labrador -envidiosos de que las heredades de éste habían quedado a buen recaudo- por haber dado cobijo en su casa a un "hombrín" tan pequeñajo y tan ruin, les respondió que le había dicho ese hombrín que si querían que a sus fincas no les volviera a ocurrir desgracia alguna, tendrían siempre que hacer bien, sin mirar a quién.

Abunda Constantino Cabal en el mito del "Nuberu", significando que: "La leyenda del Nuberu que castiga al labrador que no le da de comer y paga al labrador que se lo da, debió ser sencillamente, en su forma primitiva, la leyenda perpetua del espíritu -esto es, del muerto o del dios-, que premia a quien le ofrece sacrificios -esto es, le da de comer-, y daña a quien se olvida de ofrecérselos, o a quien expresamente se los niega".

Podemos, pues, establecer una serie de secuencias similares entre nuestra leyenda y el relato de Ovidio. A saber:

A.- En ambos discursos, los personajes centrales son peregrinos.

B.- Estos personajes tienen poder para desatar terroríficas tormentas.

C.- Asumen una absoluta potestad sancionadora: premiar a los buenos y castigar a los malos.

Con respecto a los "Nuberus", nuestra leyenda se conexiona, aparte de los puntos B y C en los siguientes:

D.- El "nuberu", al igual que el "Pelegrinu" (versión de Las Erías), puede ir por los aires, volar.

E.- El "Nuberu", a veces, viste de sayal o con pieles, o sea, de forma idéntica al "Pelegrinu".

Y como bien afirma Julio Caro Baroja (12): "Nada es igual a nada en mitología, pero casi todo es semejante" pues hasta podríamos emparentar a este "Pelegrinu" y "Nuberu" con los "mulachinih del cielu", otros personajes míticos que, en ciertas partes de Las Hurdes, les otorgan la propiedad de fabricar los rayos. Seguro que lo de "mulachín" viene de "amolanchín" o de "amolador". Nada de extraño resulta que la antigua mentalidad creyera que, entre las nubes, habitaban unos seres capaces de dar vida a los rayos, asimilándolos a los amoladores, que hacen brotar chispas de las muelas cuando afilan algún objeto metálico; de aquí que a los rayos se les denomine comúnmente en esta zona como "chispas". Del mismo modo, a los afiladores gallegos o portugueses, que en determinadas épocas solían acercarse por estos pueblos, también se les nombra como "mulachinih".

Pero si el "Nuberu" ha sido primo hermano de los "Mulachinih", posiblemente fuera hermano del "Entignau" o "Duendi entignau", a quien algunos hurdanos lo describen como un duende gigantesco, vestido completamente de negro, que gasta un sombrero como de copa. Es tan alto, que sobresale por cima de las montañas más elevadas de Las Hurdes. Según cuentan, a veces pone uno de sus enormes pies sobre el "Picu Mingorru", y el otro sobre el "Picu Sulumbreru", alborotando con su sombrero de copa las nubes del firmamento. Cuando ocurre esto, se produce la lluvia. El "Entignau" es amigo de ir provisto de yesca, "pernala" (pedernal) y "dehlabón" (eslabón), a fin de prestarlos a los pastores, para que enciendan sus cachimbas. Cuando algún pastor rechaza tal ofrecimiento, el "Entignau" se enfada, comenzando a remover las nubes y a lanzar hacia lo alto la yesca, el pedernal y el eslabón.

Al momento, el cielo se oscurece y la tormenta está encima, cargada de truenos y relámpagos. Y refieren que los truenos se producen porque el "Entignau" toca un descomunal tamboril, y que los relámpagos son debidos a las chispas que saltan al friccionar el eslabón en el pedernal. Cuando se escapa un trozo de yesca ardiendo, se produce el incendio de los bosques.

No nos resistimos a traer unos párrafos de Constantino Cabal, que llevan insertos un romancillo (13) que guarda grandes semejanzas con otras versiones que hemos recogido en el territorio hurdano: Este ver en las nubes, en los vientos, en los truenos, en las lluvias... una personalidad que las crea y utiliza, fue cosa del primitivo, lo fue del hombre de ayer, y lo es del hombre de ahora. Sobre el de ayer y el de ahora cayeron a manera de turbión las sugestiones atávicas, mas con ellas o sin ellas, la personificación de causas y de fenómenos se hubiera dado lo mismo. Los judíos de ayer decían así:

-Paséase el pastor fiel
una tadrada...
con remolinos y troenos
y relámpagos muy grandes.

-Señor, Señor, si yo pequí
en mi ganado no lo fallas;
si el mi ganado pecó
lo que no es mío escapa...

Esto que sintieron las nubes
partieron por otras partes..."

Pues he aquí tres versiones de tal romance, recogidas en los pueblos hurdanos de: Azabal, La Huerta y Caminomorisco:


"Estando un pastorcito en un disierto una tarde
vio de venir una nube de forma que piedra trae.
-Oh, qué diosa, Dios del cielo, también su bendita madre,
pague quien tenga la culpa, quien no la tenga, se salve,
que si yo la tuviera, mi ganadito la pague,
y si no la tuviera, se arretiren a otra parte.
Y ya se van retirando las nubes para otras partes,
y sale el sol sonriyendo detrás de los montizales,
y sale el sol sonriyendo, haciendo necesidades".

(Recogido a: Emiliano Moriano Domínguez, de 52 años, de la alquería de El Azabal, concejo de Casar de Palomero.
Mayo,1998)


"Estando un pastorcito en un disierto una tarde
2 careaba al su ganado por aquellos montizales.
Vio de venir a una nube preñada de rabiacanes,
4 y la forma que tenía, mucha piedra es la que trae.
-¡Detente, nube, detente, busca otro en quien vengarte,
6 que yo estoy limpio de culpa y también los mis cabriales!
Bien lo sabe Dios del cielo y su santísima madre.
8 Y si yo tuviera culpa o mis ganados cabriales,
echa piedras y pedriscos por estos montes y valles
10 y si culpa no tenemos, retírate pa otra parte-
La nube, que sintió aquello, al momento contestare:
que no tiene el pastorcito que pagar penas mortales
14 de aquellos que andan penando: por estos montes y valles-


(Recogido a Dionisio Barbero, tamborilero de la alquería de La Huerta, en el concejo de Caminomorisco. Julio, 1984).

"Careaba un pastorcito a su ganado una tarde,
vio de venir a una nube, de forma que piedra trae.
-¡Poderoso Dios del cielo y su santísima madre,
que pague quien culpa tenga, quien no la tenga, se salve!
Si yo fuera el pecador, o mi ganado el culpable,
paguemos dambos los dos antes que acabe la tarde,
y si culpa no tenemos, se arretire pa otra parte-
Las nubes, como obedientes, s e iban pa la otra parte.
Se lo mandó Dios del cielo y su santísima madre".

(Recogido a: Ramiro Fómez Martín, de 28 años, de Caminomorisco. Septiembre-2000)

Nos meteríamos en camisas de once varas si continuáramos desentrañando esos míticos misterios que rodean a los personajes que tienen atribuciones para desencadenar tormentas y otras catástrofes. Porque, entonces, tendríamos que hablar de los "Zánganuh", que así llaman en Las Hurdes a los brujos. Y sobre los "Zajurílih", parientes antiguos y lejanos de los zahoríes, pero dotados de aquellas gracias de los saludadores (andar por las brasas sin quemarse los pies y curar con el aliento y la saliva) y de los videntes (capaces de adivinar el futuro). En algunos relatos -tal y como vimos en la leyenda de "El Zajurí de la Rocasqueru"-, este personaje (que es un vecino más del pueblo, de carne y hueso) también tiene potestad para remover nubes y nubarrones, que cuando no vienen cargadas de piedra, descargan miles de garrapatas. Incluso se podría mentar a los "Ehcolárih" que por el valle hurdano de El Malvellido aparecen como encantadores de serpientes. Resulta que las serpientes, en la mitología hurdana, no pocas veces sucumben para aparecer, dentro de un mecanismo regenerador, convertidas en negras nubes que descargan aniquiladoras tormentas. José María Domínguez Moreno (14) ha buceado en este aspecto de la mitología hurdana, y tampoco sería descabellado si viéramos en nuestra leyenda de "El Pelegrinu" ciertos visos regeneradores: todos los vecinos del valle de Riomalo tienen que morir, salvándose sólo una familia, que sería la que regeneraría un nuevo espacio o población, ya que el anterior había sido profanado y corrompido. Y como lo que se corrompe muere, pues no cabía otra solución que propiciar una catarsis para que frutificaran nuevas semillas. Añadamos que, curiosamente, los Vaqueiros de Alzada, en Asturias, llaman "Escolares" a una especie de brujos que ocasionan las tormentas, semejantes a los "Nuberus". Constantino Cabal dice que "escolar" era, en otros tiempos, el estudiante que se daba a la brujería, y trae a colación unos versos de Lucas Fernández (15):

"-Mas quizás qu'es l'escolar
que echó el nubrado y pedrisco
antaño en nuestro llugar..."

Yendo a los orígenes puros del mito de los seres desencadenantes de las tormentas, encontramos en Las Hurdes una casi nebulosa y perdida creencia de que son las almas en pena las que suscitan y atraen sobre ellas tales tempestades. Oigamos lo que nos decía Julián Sendía Martín, de la alquería hurdana de Vegas, un invierno de 1991:

"Dicin los curas que las almas de los muertus van a ajuntarsi al Valli de Josafán, perú esu es lo que dicin los curas, que la verdá es muy otra. Las almas de los muertus salin en pruseción de ánimas, por las nochis, pero no todas las nochis, dependí de la luna. Van y vienin, cumu jubilás, de acá pa, llá; van penandu... Las que tienen pocas penas que purga, pues al cabu la postri, subin pa,rriba, pero las que tienin más culpas que purga, son encaminas a los disiertus, ande se desatan unas tormentas temerosas. Las tormentas las mandan las otras ánimas, las que ya están arriba, pa que sufran y se atormentin las ánimas que están abaju, y cuandu ya se hayan atormentau y hayan sufríu de lo lindu, antonce ya podrán subí pa'rriba".

Sobran comentarios y explicaciones con lo expuesto por Julián Sendín, auténtico venero de las creencias populares hurdanas, pero que, lamentablemente, se ausentó indefinidamente hace un par de años, casi de forma inesperada, cuando todavía no había desembuchado el gran bagaje de información que guardaba en su prodigiosa memoria.

El discurso de Sendín encuentra significativas resonancias en los romances que hemos expuesto más arriba, de modo fundamental en la versión de la alquería de La Huerta. Y tal discurso se podría desmigajar aún más, hablando de la interacción de las "pruseciones de ánimas" y la luna, el mundo brujeril hurdano y su relación con los desiertos, el poder purificador del agua de las tormentas... Pero sería extendernos demasiado, lo mismo que si habláramos de la cristianización del mito, trayendo la peculiar visión que de Santa Bárbara se tiene en esta zona. Lo dejaremos para otra ocasión.

OTRAS VALORACIONES

Antonio Lorenzo Vélez, en su trabajo "Literatura de tradición oral y antropología", aparecido en la Revista de Folklore (16), nos comenta lo siguiente: "El análisis de la representaciones colectivas y de sus expresiones concretas y actualizadas, como son las creencias, pueden constituir un acercamiento antropológico válido -y, hasta ahora, apenas tenido en cuenta- para, "desde" la literatura de tradición oral, establecer un marco de referencia, si se quiere indirecto, como indicativo de sistemas valorativos concretos".

Naturalmente que muchas de las líneas expuestas más arriba y que tienen mucho que ver con el mundo de las creencias, se interaccionan con diversos sistemas de valores de la comunidad hurdana. Posiblemente, una de las consecuencias más relevantes de las versiones más simplificadas de esta leyenda de "El Pelegrinu" es la que sanciona las conductas de la gente ante las acuciantes necesidades de un peregrino, que se nos presenta como un pobre de solemnidad. El que esta leyenda se nos muestre actualmente con gran vigencia en la zona de Las Hurdes, puede venir de la mano de las circunstancias sociales y seculares (que han perdurado hasta hace escasos años) de los propios hurdanos. Bastantes vecinos de esta comarca practicaron la mendicidad por diferentes regiones españolas, y casos hubo en que marcharon hasta Hispanoamérica para ejercer tal oficio, si es que podemos llamar oficio al "trabajo" del pordiosero. Todavía está por hacer la historia de los mendigos de oficio -llamados "pidiórih", en la zona-, y entre los que había que distinguir varias castas, dentro del complejo entramado social del pueblo hurdano. El que varios cientos de habitantes de estas serranías hayan ejercido una peculiar mendicidad, hizo surgir también un singular sistema de valores, con especial sensibilidad hacia el contexto de la pobreza y lo pobre. De aquí no es de extrañar que, en los distintos discursos de oralidad tradicional de los hurdanos, aparezca con relativa frecuencia la figura del mendigo, incluso insertada en romances, como aquel de referente francés: "Gaiferos y Galván", recogido a la vecina de la alquería de El Cerezal, Purificación Calvo Azabal, y a Paulino Iglesias Martín, vecino de la alquería de La Dehesilla:


32 "...Al cabo de siete años, cogió una anguarina parda,
y como un pobre pidiol, se marchó para Granada.
34 Después de mucho correr, llegó a casa de la infanta.
-Una limosna, señora, por la caridad cristiana.
36 -¿Quién es ese pidiol que no descubre la cara?
-Nieto soy del rey Mambrú y hijo soy de la infanta,
38 y si quieren la señal, el dedo gordo me falta,
que anduve por esos montes por culpa de una desgracia"

(Versión de La Dehesilla. Recogida en Julio-1991)

36 "...Se vistió de pidiol, se marchó para Galicia;
llegó al palacio real y una limosna pedía,
38 y a la puerta se ansomó el rey moro Zacarías.
-¿Quién es ese pidiol que no descubre la vista?
40 -Yo soy el hijo del rey de los reinos de Galicia;
si no me quiere creer, la mano me miraría,
42 que el dedo gordo me falta y mi padre lo guardaría
envuelto en paño de oro, metido en una tacita
44 Y en sacando la su espada, al moro quitó la vida,
y lo nombraron por rey de los reinos de Galicia".

(Versión de El Cerezal. Recogida en Agosto-1991)

Curiosamente, en un reciente "seranu" (reunión nocturna), celebrado a finales de octubre de 2000, en la alquería de Cambrón, la señora Eutimia Martín Gómez nos vino a referir al modo de un cuento-romance, en el que el tema central es idéntico al de "Gaiferos y Galván". Entre otros fragmentos romancísticos que se cuelan en el cuento, nos encontramos con el que sigue:

"...Al cabo de siete años y antecino a pardea,
como un pobre pidiól para Granada se va.
Ha llamado a muchas puertas, a la infanta fue a llama.
-¿Quién a deshora me llama, fuendo ya noche cerrá?
-Soy nieto del rey Mambrú y soy hijo de la infanta;
si quieren saber quién soy, el dedo gordo me falta,
que me lo cortó un soldao un día que salió de caza.
-Ven a mis brazos, mi hijo, que yo te voy a abraza,
y en pasando siete días, las ricas bodas se harán, u
que te tengo preparada una princesa real.-"

Se canta por la zona otro romance, que titulan como "El Pidió Jurdano", que, a nuestro modo de ver, reviste cierta antigüedad, pues en él aparecen elementos simbólicos muy arcaicos: mañana de San Juan y las fuentes, maldiciones y tétricas y terroríficas sombras... Además se habla de las cortes de León, de guerras que se proclaman, de condes y de condados. En este romance, donde juega papel preponderante la figura del "pidió jurdano" y el terrible castigo que cae sobre los que no socorren a los pobres, se ve una clara "hurdanización". Consideramos que la tradición oral de Las Hurdes se ha apropiado del antiguo texto, hablando de un "pidió jurdano" cuando, posiblemente, en el texto antiguo se refiriese a un simple pobre o mendigo, sin más. Del mismo modo, en el pasaje que se habla que un tal conde don Aciclo fue desterrado a Las Hurdes, tal vez, en el romance primitivo, se hablase de un confinamiento en tal o cual lugar, pero la tradición oral hurdana, amoldándose a sus singulares circunstancias sociogeográfícas, se lo apropia y le da una nueva patria: la comarca de Las Hurdes, donde sus habitantes sabían más que de sobra lo que era ejercer el "oficio" de pedigüeño, y, además, este territorio, desde antiguo, era una zona destinada a confinar a muchos personajes de la política y del clero. O sea, que como dice María José Vega en su trabajo (17):

"...(se) deja paso a una situación que bien puede llamarse "local", bien conocida por los informantes y por la comunidad en la que se narra, y el protagonista anónimo ha sido sustituido por un personaje de la comarca. En suma, se ha "localizado" el relato y se ha "prohijado" a su protagonista. De este modo, un relato tradicional, que sabemos que no es patrimonio exclusivo de la comarca en la que ha sido recogido, "es asumido por los hurdanos como propio". Estamos, pues, plenamente, dentro del fenómeno de la apropiación por los narradores y sus auditorios".

EL MITO DEL DILUVIO

Puestos a buscarle tres patas al banco, que es lo que, sinceramente, ocurre muchas veces al desmenuzar diferentes discursos tradicionales, ya hablamos muy someramente de esta leyenda de "El Pelegrinu" en nuestro libro "Las Hurdes: visión interior" (18). En aquella ocasión, acabábamos diciendo lo siguiente:

"El mito del diluvio se nos presenta con toda su pujanza. El pueblo es arrasado por las aguas, al haber apedreado sus hijos al peregrino de la cruz a cuestas. Tan sólo quedarán sanas y salvas la mujer que rió a los "mozarangüelos", su familia y su "jacienda", al igual que Noé el de la Biblia y sus familiares".

Todo puede ser y no vemos el por qué no puede tener cabida tal tipo de interpretación.

Muchas formas de teología popular se basan en mitos de gran alcance universal, atendiendo en tanto y cuanto hablamos de teología, a unos principios moralistas, que podrían resumirse en algo así como: quien no hace el bien, queda expuesto al castigo de las divinidades. Luego, ocurre que el esqueleto primitivo se va cubriendo de ropajes, enriqueciendo el discurso y adornándose de otros mitos y creencias en consonancia con la tradición de tal o cual comunidad, que en el caso de Las Hurdes, además, es de una absoluta apropiación, o "hurdanización", por emplear un término más enjundioso.

En el proceso de cubrir las desnudeces del esqueleto primitivo, se entrecruzan todo tipo de valores y de valoraciones. A veces, la leyenda presenta esquemas muy simplistas y muy inmersos en los devocionarios y santorales cristianos. Tal ocurre, por ejemplo, con lo que se cuenta en el pueblo oscense de Laluenga, por el que apareció cierto día un peregrino. Todos los vecinos le rechazaron, negándole el alojamiento; sólo en casa Castro le atendieron como era menester. El peregrino, en agradecimiento, curó a un niño de la familia, que estaba enfermo. Luego, se identificó como Antonio de Padua y otorgó el poder de curar a los miembros varones de esa familia (19).

Mayor colorido antropológico revisten las leyendas que se cuentan por el valle pirenaico de Benasque, donde unos pastores y sus rebaños quedan convertidos en piedras, por no dar cobijo a unos mendigos, quedando a salvo el pastor que se compadeció y socorrió a los pobres desvalidos (20). O aquellas otras leyendas que nos relatan las andanzas de aquel pobre que con su bastón dio origen al lago de Sanabria, sepultando allí al pueblo que se negó a darle una limosna, pero dejando a buen recaudo el horno y las horneras donde le recibieron y le cocieron un bollo de pan (21).

Todos estos caminos y veredas tomados por el arquetípico argumento primitivo y que se encaminan hacia diversas direcciones, tal vez tengan que ver con lo que nos dice Joaquín Díaz: "La leyenda oral añadirá nuevos elementos (extraídos a veces de interpretaciones a posteriori del propio hecho) en los que ya no cabe exigir una fidelidad ni al argumento ni al carácter de los protagonistas que en él intervienen".(22)

COLOFON

Puestos a ello, podríamos seguir contándole las vértebras a esta leyenda de "El Pelegrinu", pero conformémonos con lo expuesto, que tiempo habrá para bucear en otros interrogantes que nos plantea su discurso. El investigador extremeño Fernando Flores del Manzano comenta lo siguiente (23):

"Pocos han sido los que se han ocupado de estudiar sus mitos más vetustos (de la comunidad extremeña), con alguna salvedad postrera de unos cuantos y someros artículos. Está, pues, por realizarse la recogida de material y su análisis, que debería hacerse sistematizando la investigación por comarcas o áreas culturales dentro de Extremadura".

Haciendo caso a Flores del Manzano, algunos pasos estamos dando por la comarca de Las Hurdes, pese a que ya han pasado a mejor vida valiosos informantes y haciendo la salvedad que las generaciones a las que pertenecen los hurdanos ya entrados en años, nunca tuvieron el sentido de pertenencia a la comunidad de Extremadura, que ellos siempre dijeron: "ni extreméñuh ni cahtellánuh; sémuh jurdánuh". Y ese eco de siglos no se reafirma con el sentido burgués de los nacionalismos, sino como algo inherente a un pueblo sociocéntrico, que se sabe diferente (y ello sería motivo de un análisis aparte) de los territorios circundantes.

Terminemos -a fin de enriquecer el mundo de las leyendas- con la exposición de otros discursos legendarios, con grandes semejanzas al de "El Pelegrinu", que hemos recogido, recientemente, en la alquería de Cambrón, concejo de Caminomorisco y feligresía de Cambroncino.

"Estu lo oí yo contá a los antepasaos, cumu acontece que fue y que así pasó. De estu hará ya cientus de añus que pasó. Dicin que iba una mujé pidiendu por la alquería de La Güerta. Iba calli por calli y puerta por puerta, Pero por más que tuntuneaba en las puertas, nadie salía a darli una limosna. Era un día malditu de agua, del inviernu, y la "Romorá", que es el arroyo que pasa por La Güerta, al pie de dondi tiene Quicu el su chigorzu, iba crecía a más no podé, iba demaramonti. Pero por más agua que caía a cántaros, aquella señora no se mojaba, no, que iba completamente seca. Ya de que dio la vuelta al pueblo de La Güerta, sin cogé ni siquiera un rascañu de pan, cogió y se fue derechita pa la "Romorá", y dicin que se pusu encima de las aguas del arroyo y no se jundía, y que andaba encima de ellas, de las aguas. Y ya de que pasó el arroyo, subió a lo altu del tesu, de esi tesu que está a la partí allá del arroyo, pegandu al caminu que va pa La Dehesilla y pa Caminumuriscu, pol cima de la escuela vieja... Se subió al tesu y allí se fundó cumu una nubi de fuegu, y ella, la señora, se esfumó pa endentru de la nubi, y la nubi se subió pal altu del cielu. La genti contaba que debió de ser cumu una virgin o una santa, porque pa tené esa virtú de anda por cima el agua... Luegu dicin que ella, dispués de esfumarsi en la nubi, mandó un castigu a los vecinus, porque no la habían socorríu, pero no sé más; esu es lo que me contarun".

(Informó: Teófilo García Hernández, de 58 años. Recogido el día 17-Septiembre-2000)

"Esu dicin que les aconteció a dos pastoris. Esu fue pa'í pa Los Roblelnus, pa Los Roblelnus Escurus, pal arroyo esi. Cada pastó pos andaba con el su ganáu, en el monti. Ahora di que se presentó pa' llí un señó, que venía pocu apreparáu, cumu un mendiganti. Fue ande unu de los pastoris y le diju:

-¿Me puedi da usté una cuerna de lechi, que vengu desfallecíu del tó de anda por esus caminus?

Y fue y dici que le diju el pastó:

-El que quiera lechi, que cuidi las cabras, que gardi las cabras cumu las guardu yu, que yo no tengu lechi pa usté ni pa ningunu.

Le habló de forma airá, mu descaráu. Ahora dicin que fue andi el otru pastó, que andaba pa' llí cerca, y le dici:

-Pastó, ¿me sacas una cuerna de lechi?

Y dici:

-Toa la que usté quiera, cumu si quieri toa la que tengan las cabras, que toa es pa usté.

Antonce, va el señó y le dici:

-Jaga usté el favo y coja toas las cabras y las jarréi pol ahí pa baju, y trasponga de aquel castaña pa baju, que se va a prepara una tormenta de granizu y piedra que va a espiparrá tó lo que encuentri a su pasu.

Y asín creu que fue. Y cuandu ya trasponía de esi castañá, que era de Maximinu, que se lo dió mi madri, miró pa tras y vio que caían piedras más gordas que el mi puñu. Y, claro, al otru pastó, que tan descaráu había sidu, le espiparró tó el ganáu, y a él, en cambiu, se lo libró y se lo quedó sanu y salvu, y no sólu esu, que le multiplicó el ganáu: pol cada cabra, tuvu dos; pol cada chivu, otrus dos, y asín..."

Informó: Francisco Martín Sánchez, de 77 años. Recogido el día 17-Septiembre-2000)

Posteriormente (30-Septiembre-2000), unas vecinas de la alquería de La Huerta nos matizaron el relato del señor Teófilo García, de Cambrón. Entresacamos algunas parrafadas:

"Lo que cuenta Tiófilu de la señora que vinu a pidí a esta alquería de La Güerta, fue verdá, que lo hemus oíu contá muchas vecis a los antepasáus. Pero no fue en la misma Güerta adondi vinu a pidí la señora, que era una pobre, y anque era una pobre asín sigún se la veía, ella tenía otru porti, que los antepasáus dicían que se veía bien a las claras que, anque trajiera ropas de pobri, era toda una señora, pero que era más bien tirandu a negra que blanca. Pero como le decimus a usté, no fue a La Güerta adondi vinu a pidí, no, aquí no fue, que fue en lo que dicin que fue el pueblu antigu de La Güerta, que estaba en un sitiu que le dicimus "La Cebaílla", cerquina de aquí. Aquella señora, que era la que mandaba en las nubis, descargó tal tormenta sobre el pueblu de la Cebaílla, que no quedarun ni cimientus, y esi fue el castigu que le dió, porque no la habían socorríu los vecinus, cuandu iba pidiendu".

Curiosamente, en el paraje de "La Cebaílla" se rastrean indicios de un asentamiento romano, a juzgar por los fragmentos cerámicos que por allí se encuentran dispersos.

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NOTAS

(1) PUERTO HERNÁNDEZ, José Luis: "Cuentos Tradicionales de la comarca de Las Hurdes".

El corpus de los cuentos tradicionales del territorio hurdano, que aún permanece inédito, formará parte de la "Biblioteca de Tradiciones Orales de Las Hurdes", cuyos trabajos de campo son coordinados por Antonio Lorenzo Vélez, José Luis Puerto Hernández y Félix Barroso Gutiérrez.

(2) Acerca del tema sobre la apropiación de los cuentos populares (Primeras consideraciones en torno a algunos cuentos de la comarca de Las Hurdes). Anuario de Estudios Filológicos, IX, Cáceres-1986.

(3) Esta leyenda fue recopilada por MARTIN HERNANDEZ, Teresa; MARTIN GUZMAN, Esther, y REGALADO GIL, Josefa, maestras del Hogar-Escolar "Eco. de Orellana", del pueblo hurdano de Nuñomoral, en julio de 1991. Concretamente, en esas fechas el equipo educativo del mencionado centro emprendió unas encuestas sobre cultura tradicional en numerosos pueblos de la comarca hurdana. Al cerrarse dicho centro en 1992, gran parte del material fotográfico y numerosas fichas se encuentran en paradero desconocido. Otras cintas y fichas están en poder de algunos miembros del citado equipo educativo. Consideramos que aquellas encuestas fueron el primer trabajo sistemático emprendido para recolectar diferentes aspectos de la cultura tradicional de Las Hurdes, pese a que los recolectores eran noveles en tales tareas.

(4) MARTOS NUÑEZ, Eloy: "Album de Cuentos y Leyendas Tradicionales de Extremadura". Consejería de Cultura y Patrimonio de la Junta de Extremadura, Badajoz, 1995.

(5) El hecho de que en ciertas y abundantes versiones de esta leyenda se identifique al "Pelegrinu" con San Pedro de Alcántara, tiene mucho que ver con que este santo extremeño fuese guardián, en 1519, del convento de "Los Angeles", fundado en el siglo XIII y cuyas ruinas son perceptibles en el concejo hurdano de Lo Franqueado. De este santo, bastante mitificado en algunas zonas de Las Hurdes, se cuentan otros relatos, como el llevar a cuestas una considerable cruz de madera, que él sin ayuda de nadie, la subió al pico de la "Boya Grande" (unos 1500 mts. de altura, aproximadamente) y allí permaneció enclavada durante largo tiempo.

(6) Asimilar el "Pelegrinu" al Padre Eterno, Nuestro Señor, Dios Todopoderoso... es común en otras versiones de la leyenda. Ello implica, sin lugar a dudas, cierta cristinianización del mito.

(7) MARTINEZ ANGEL, Lorenzo: "Sobre mitología vasca: comparación y repetición". Revista de Folklore, no 229, Valladolid-2000

(8) CAMPOS, María / PUERTO, José Luis: "La Fábula del Tiempo (Colección de leyendas. Comarca de Rueda).Revista "Tierras de León, León, 1995.N° 99.

(9) MARTOS NUÑEZ, Eloy: Op. cit.

(10) APALATEGUI, J.: "Introducción a la historia oral", Anthropos. Barcelona, 1987.

(11) CABAL, Constantino: "La Mitología Asturiana". GH Editores. Gijón, 1987.

(12) CARO BAROJA, Julio: "Algunos mitos españoles". Editora Nacional. Madrid, 1941.

(13) CABAL, Constantino. Op. cit. Pág. 470.

(14) DOMNGUEZ MORENO, José María:"Un mito de la conquista hurdana: la vaca vence a la sierpe". Crónica del II Congreso Nacional de Hurdanos y Hurdanófilos. LAS-HURDES. Cáceres, 1998

(15) CABAL, Constantino. Op. cit. Pág. 474.

(16) LORENZO VELEZ, Antonio; "Revista de Folklore", n° 66. Valladolid, 1986 (

17) VEGA, Mª José: Op. cit. Pág. 337.

(18) BARROSO GUTIERREZ, Félix: "Las Hurdes: visión interior". Centro de Cultura Tradicional. Diputación de Salamanca, 1993.

(19) CRUZ ULLOD, M. "Medicina Popular en Sariñena y Monegros". REVISTA DE FOLKLORE, no 168. Valladolid, 1994.

(20) PALLARUELO, Severino. "Pastores del Pirineo". Ministerio de Cultura. Madrid, 1998.

(21) GONZALEZ ARES, Rubén Darío: "La leyenda del lago de Sanabria". REVISTA DE FOLKLORE, no 82.Valladolid, 1987.

(22) DIAZ, Joaquín: "La Memoria Permanente". Ambito. Valladolid, 1991.

(23) FLORES DEL MANZANO, Fernando: "Mitos y Leyendas de Tradición Oral en la Alta Extremadura. Editora Regional de Extremadura. Mérida, 1998.



LA "HURDANIZACION" DE UNA LEYENDA CON TRASFONDO CLASICO: "EL PELEGRINU

BARROSO GUTIERREZ, Félix

Publicado en el año 2001 en la Revista de Folklore número 245.

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