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Revista de Folklore número

027



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LA FLORA MEDICO-FARMACEUTICA EN COLUMELA Etnografía Científica

SANZ Y DIAZ, José

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 27 - sumario >



Lucio Junio Moderato Columela nació a mediados del siglo I de la Era de Cristo bajo la égida del emperador Claudio, esposo de la famosa Mesalina. Vio la luz en Gades, la Cádiz actual. Juan Pablo Forner, que era bastante áspero y severo como crítico, calificaba a Columela de "eminente ilustrador de las ciencias y de la más precisa de las artes", por sus grandes conocimientos de botánica y por su elegante dicción que era gala, ornamento de la literatura agraria y bucólica hispano-romana en lengua latina.

Sábese que mozo aún, su padre delegó en él la administración de los bienes de su casa y, además, un tío suyo lo nombró heredero, de la cuantiosa hacienda que en el campo poseía. Este tío de Columela era un varón inteligente y sabio en ciencias agronómicas, según consta por los testimonios escritos de su sobrino, que le prodiga razonadas loas a lo largo de sus obras. Nada de extrañar tiene que al lado de este gran terrateniente de la Bética Lucio Columela adquiera vasta instrucción teórica y práctica sobre las cosas del campo, constantemente superada a través de amplias y meditadas lecturas, de largos y difíciles viajes, hechos por la Península, las Galias, Italia, Nápoles, Sicilia, Grecia, Sicilia y Siria en el Asia Menor, y Cartago en el litoral africano. Fue a esta última ciudad mediterránea, en donde ahora tienen su famoso Convento-Museo, en la colina cartaginesa de San Luis, los PP. Blancos de Túnez, con el propósito de estudiar a fondo las obras manuscritas que sobre el campo y la agricultura había hecho el indígena Magón, compatriota de Aníbal. Obra importantísima titulada "Tratado de Agricultura", la cual ocupaba nada menos que 28 libros y por cuyo manuscrito autógrafo sentían los romanos, al decir del autor Valentí, la misma veneración que por los libros sibilinos. Este monumento de la Agricultura y del Campo desapareció, presa de las llamas, hacia el año 670 de la fundación de Roma.

Lucio Junio Moderato Columela era un gran señor rural, un patriarca de los campos y de las letras, al que ninguna inquietud de su tiempo le fue noblemente ajena. Se dedicó al cultivo de la lengua latina y al perfeccionamiento de la ciencia agrícola. Antes de Columela el Gaditano se carecía en el mundo de una enciclopedia metódica y razonada de la ciencia campesina, a pesar de que, el pueblo latino de Roma practicó como pocos en materia agraria, estudió de cerca y con ahínco todos los aspectos productores de los diversos territorios sujetos a su dominio. Claro está que no desatendieron el fomento de la agricultura hispánica, y el insigne andaluz contribuyó enormemente a ello con sus obras y con sus experimentos en las grandes heredades de que era propietario.

No vamos a ocultar que nuestro Columela tuvo algunos antecesores respecto al cultivo de la literatura agrícola. Además del cartaginés Magón, el romano Marco Porcio Catón, el sabio Terencio Varrón, el polígrafo Celso, Julio Atico Grecino, Cayo Higinio (oriundo de España, célebre gramático que escribió sobre agricultura en la misma época que Sabino Tiro dedicaba a Mecenas su obra de horticultura), el gran veronés PIinio Segundo, gloria de las Ciencias naturales de la antigüedad, y el príncipe de los poetas latinos, Virgilio, autor de las mentadas "Geórgicas".

Aprovechando Columela las enseñanzas de estos autores y sus propias experiencias en las grandes heredades que, poseía en Jerez y Carson, ya que en esta última ciudad había contraído matrimonio con la opulenta rica-hembra Plácida Casia, entroncada con una de las principales familias del patriarcado romano. Columela escribió y publicó por entonces sus célebres tratados "De Arboribus" y "De re rústica".El primero consta de cinco tomos y el segundo de trece libros, estando escrito el décimo en verso y los demás en prosa. Van precedidos de una introducción, prefacio o prólogo en que se hace historia de la agricultura, añorando un poco -ya entonces- los honores tributados antaño al cultivador hábil, a la vez que deplora con sentidas frases la decadencia y atraso en que habían caído los estudios agrarios.

Sentimos no podernos extender más sobre la vida del ilustre andaluz de la Bética romana, Lucio Junio Moderato Columela, al que tan hondamente estudia Valentí, junto a Menéndez y Pelayo, Arturo Cayuela, Juan Pablo Forner, Colmeiro, San Isidoro, Juan Luis Vives, J. Andrés y Eugenio de Tapia, entre muchos más, todos tratadistas distinguidos, así como el francés Puche y los alemanes Barth y Gesner.

II

Afortunadamente se ha salvado parte de la obra de Columela, pues cuando sus manuscritos desaparecieron, ya varios autores habían transcrito algunos libros. Merced a ello se va reconstruyendo poco a poco la creación literaria, extensa y genial, del gran escritor hispanorromano, y sobre todo su "Tratado de Agricultura". Allá por el siglo XVIII se publicó en Sevilla, impreso por don Félix de la Puerta, que tenía su oficina en la calle de Quiñones, 8, de dicha ciudad, una traducción aceptable del original latino, titulada "Poema sobre el cultivo de .los huertos", escrito por Lucio Columela, natural de Cádiz, según se lee en la portada.

POEMA
SOBRE EL CULTIVO DE LOS HUERTOS
ESCRlTO EN LATIN POR LUCIO COLUMELA
NATURAL DE CADIZ, .
Y
TRADUCIDO AL CASTELLANO, Y ANOTADO
POR
ANDRES TOROSVIDEZ.

Al frente de la misma lleva estos versos de Ovidio:

"Officium commune Ceres, et terra tuentur
Haec praebet causam frugibus, illa locum."

El libro a que nos referimos o vamos a referir es un poema sobre la agricultura, en torno al cultivo de los huertos, jardines y heredades campesinas, escrito a imitación de las "Geórgicas" de Virgilio y por complacer a su amigo Publio Silvino, se,según declara Columela al principio:

"De los huertos también quiero, Silvino,
enseñarte el cultivo y varias cosas
que Virgilio dejó a los venideros..."

Entremos, pues, en el huerto ideal y físico del poeta hispanorromano de Gades, saludando con la mano extendida a los dioses campesinos de la Bética, para escuchar bajo la sombra -"oscura umbris arborum"- la voz latina de los siglos lontanos y sus consejos todavía vigentes:

"Ni cultives la tierra que produce
el gálbano o elévoro fatales
de su pérfido seno, que son yerbas
nocivas..."

Plinio dice (libro XXV, cap. 25) que el gálbano es de un hedor tan pestilente que huyen de él las culebras, las víboras, los lagartos y toda clase de reptiles. Trátase de una planta umbelífera de color amarillento, originaria de Siria.

En cuanto al eléboro, se usó mucho tiempo como fármaco purgante, asimismo para provocar el vómito y el estornudo. Es una planta ranunculácea de flores con sépalos de color blanco rojizo y pétalos casi nulos, cuya raíz es fétida, acre, algo amarga y muy purgante.

Sigamos leyendo al frescor de la umbría, junto a la alberca:

"Debes guardarte de labrar la tierra
que engendra texos, árboles que dañan
aun con su sola sombra; mas no arguye
malicia en el terreno, si en su sitio
la mandrágora nace o la triste cicuta..."

El tejo o texo es un árbol conífero siempre verde, de flores poco visibles y fruto parecido a una cereza. Sextio, autor clásico, asegura que los texos son de un veneno tan activo, terrible y eficaz, que quien come o duerme a su sombra muere sin remedio. Plinio por su parte (XVI-10) afirma que los texos de España son más venenosos que los de otras partes de la Tierra.

La mandrágora es una hierba solanácea de flores en forma de campanilla de color blanco oscuro, que se ha usado en farmacia como narcótico y a la cual atribuían en la antigüedad propiedades mágicas. Beroaldo señala que la mandrágora macho es blanca y negra la hembra. Andrecides escribe, que "Cicuta est venenum homini, et vinum est cicuta". La cicuta se daba a beber entre los griegos como castigo y Sócrates murió con tal ponzoña. Es una umbelífera, de casi dos metros de altura, hojas blandas, fétidas, de un verde oscuro, cuyo zumo es venenoso y se usa interiormente como medicina muy activa.

Y sigue el poeta:

"...tal será la panace o chirivia
y sus varias especies, cuyo jugo
y el blando lloro que sus hojas vierten
al boticario y médico dan fruto,
y salud al enfermo..."

La panace es una planta umbelífera de flores amarillas y raíz jugosa, de la que se extrae el opopónaco. Esta panacea es un medicamento eficaz para curar varias enfermedades y es también un remedio universal que buscaban en la Edad Media los alquimistas para curar todas las enfermedades. La chirivía es de la familia de las panaces y la citan los naturalistas españoles; entre ellos, Casimiro Gómez Ortega.

" ....................................La glaucea
que nace al mar vecina, y sin cultivo;
pero bien educada entre las hierbas
de un huerto cultivado sus virtudes
son de más eficacia."

Conocida por glaucio, la glaucea es una hierba papaverácea, de flores amarillas, que, tiene propiedades narcóticas y de la cual se extraen el ácido gláucico y el alcaloide glaucina. Un autor antiguo, Beroaldo, pretende que sea una de las especies de panace.

Recomienda Columela que se cultiven las diversas especies de adormideras, pues como su nombre indica sirvieron, desde la más remota antigüedad, para combatir el insomnio, pues:

"................................con su zumo
semejante a la leche, si te dueles
del sueño fugitivo, a tus ojos
los tiene abiertos y en continua vela,
lo harás retroceder, y con su dulce
peso te oprimirá, como hace el opio."

Sigue con las hierbas que nacen, de bulbos o cebolletas:

"Brotan, crecen y en flores se despliegan,
la megarense, la que da el terreno
fecundo de Getulia, todas ellas
diversas de tamaño, de virtudes,
y en usos diferentes se parecen."

Pitágoras escribió mucho de las propiedades medicinales de esta planta acebollada, que tiene la cáscara roja. Originaria de Megara, ciudad de la Grecia antigua, Teócrito la llama albarrana, recomendándola para facilitar los partos y "cui miranda facultas ad multa est". También "officia, et stomacho, gignit capistique dolores".

El vate de la Bética romana trata luego de la oruga, cuya semilla es eficaz contra las picaduras del alacrán. Trátase de una planta crucífera, con hojas de sabor picante. Los antiguos la emplearon como afrodisíaco. Por eso dice Columela:

"La oruga que no menos estimula
a la bruta pasión: mas las virtudes
que a tal vicio acompañan la hacen digna
de ocupar algún sitio. .."

Alude a las diversas propiedades de los ajos, de los que, tanto se ha escrito en Farmacia, pues sabidas son las propiedades de esta planta liliácea para combatir, entre otras enfermedades, el reumatismo.

Para abrir el apetito recomienda la lechuga y la escarola:

"Ya lisa, ya rizada, no te olvides,
pues al que nada apetece restituye
el apetito..."

Registra las propiedades culinarias y digestivas del poleo, planta labiada de flores azules o moradas, que se usa en infusión como estomacal; del orégano, por su acción tónica; del tomillo, de blancas hojas olorosas, asimismo tónico y digestivo, y del malvavisco, cuya raíz se usa mucho como emoliente. Pasa luego revista a:

"...........................el eneldo
y la menta, el oloroso aneto
y la ruda no menos olorosa."

Florecen en verano y el naturalista español José Quer y Martínez se ocupa mucho de estas salutíferas. El eneldo es una umbelífera de flores amarillas y semillas elípticas, cuyo cocimiento se ha usado mucho como carminativo. La menta o hierbabuena se emplea en condimentos; el aneto no sé lo que es en concreto, aunque imagino debe tratarse de una planta umbelífera, con propiedades tóxicas en una especie y de otra se extrae una esencia parecida al anís, y en cuanto a la ruda, planta rutácea de flores amarillas, de olor fuerte y desagradable, se usa en medicina. Pero sigamos:

"El pequeñuelo grano, cuyo padre
es de estatura gigantesca, el grano
digo de la mostaza..."

Planta crucífera de flores amarillas y diminutas semillas picantes, cuya harina se usa en condimentos y fármacos; de ella se hacían los clásicos emplastos de mostaza.

Y. viene luego al verso latino del gaditano la lepidia:

"Que infundida en la leche le da un gusto
muy grato al paladar; su nombre indica l
la virtud que en si tiene y de la lepra
que ella cura (?) Lepridia la llamaron.
..............................................................

Es también eficaz ungiendo el rostro
con su zumo exprimido contra aquellas
manchas, que a la cara en herpes rojos
salen a las mujeres con el uso
continuando de afeites, que les roen
en vez de hermosear, las bellas carnes."

La lepidia es una planta crucífera, cuyas hojas se emplean en Medicina y Farmacia contra el escorbuto y el mal de piedra. Plinio hace especial mención de esta hierba y de sus virtudes para limpiar el rostro de costras, herpes y manchas. Beroaldo y Columela dicen que se usaba para curar la lepra. El primero con estas palabras: "Ischiadi prodest, et lepras exmit, urit", y el segundo, refiriéndose a esa especie de lepra cutánea que padecían las damas antiguas en el rostro por exceso de ungüentos embellecedores. Alude incluso al líquido urente de las ortigas, aconsejando al horticultor que tenga prevenido un escardillo, pues su manejo:

"Es necesario, arranca las ortigas,
la grama o cualquier otra hierbezuela
que brote alrededor..."

Señala como nocivos para la salud los pepinos llamados cohombros, de fruta larga y retorcida:

"Pero advierte a guardarte del cohombro
que tira del color a lo pajizo,
sobre la tierra corvo o retorcido
como haciendo de rosca, es muy dañoso
y causa enfermedades muy agudas
y agrava las que da el inicuo estío."

Recoge Columela las costumbres supersticiosas de los antiguos al tratar del modo de combatir las plagas del campo en los huertos, pero en último extremo, cuando se hayan agotado todos los procedimientos científicos para exterminar el purgón, las larvas y toda clase de insectos que hacen daño a las tiernas hortalizas:

"Aprovechó tal vez rociar las hierbas
con el pingüe alpechín o con el negro
hollín que el fuego engendra, y las pavesas;
es también provechoso al mismo efecto
el uso de rociar aguas amargas
sobre las verdes hierbas, o bañarlas
con el zumo ,y no poco, del marrubio."

El marrubio es una planta labiada de flores blancas, medicinales, que abunda en parajes secos. Como entonces no se conocían los insecticidas y antiparasitarios, Columela, agotados los procedimientos racionales, alude con buen humor a las prácticas contrarias a la razón y al buen sentido, a las creencias y supersticiones antiguas, todavía usadas en su tiempo:

"Mas si no basta medicina alguna
para curar el mal, y tener lejos
el contagio fatal, será preciso
recurrir a las artes que los frigios
y troyanos usaban: Haz que venga
al huerto una mujer, que haya primero
al numen -que allá en Pafos se venera-
ofrecido sangriento sacrificio,
con los cabellos sueltos y tendidos
sobre la túnica, por tres veces
de vuelta a las bancales y al vallado."

Entonces, sigue la broma del romano-andaluz de Gades, se realizará el prodigio que no logró conseguir la química empírica de su siglo:

"Verás con estupor, que apenas ella
tres vueltas haya dado, caen a tierra
los insectos sin vida, y con el cuerpo
encorvado y torcido; los gusanos
vienen todos abajo, como cuando
después de haber llovido, si sacudes
un árbol, toda el agua que en sus hojas
estaba detenida viene a tierra;
o a la manera cuando a una encina
bien cargada de fruto le apalean
las ramas, una lluvia de bellotas
se desgaja y cubre todo el suelo,
con las mágicas artes de Medea"

El numen que se veneraba en Pafos, ciudad antigua de la isla de Chipre, era Venus, y Medea una famosa hechicera que, con hierbas y encantamientos convirtió en joven al anciano Eson, padre de Jason, rey de Yolcos y capitán-jefe de los Argonautas, con los que fue a la Cólquida a conquistar el vellocino de oro, tal como lo cuentan Valerio Máximo y Ovidio. Ayudado por la magia de Medea, que mató con sus artes esotéricas al formidable dragón que defendía la piel de carnero llena de oro del mito, dio cima a su colosal empresa y conquistó la Cólquida. Agradecido a la hechicera la hizo su esposa, mas luego la abandonó, suscitando su venganza.

Tales son los datos y referencias que hemos podido extraer, para nuestro comentario en torno al Poema sobre el Cultivo de los Huertos de Lucio Columela, en relación con la flora médico-farmacéutica antigua y moderna.




LA FLORA MEDICO-FARMACEUTICA EN COLUMELA Etnografía Científica

SANZ Y DIAZ, José

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 27.

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