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Revista de Folklore número

027



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Soldados de Flandes en Valdestillas y el Milagro de la virgen

VAL SANCHEZ, José Delfín

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 27 - sumario >



La Corte estaba en Valladolid y Valdestillas posiblemente fuera la última etapa del largo viaje que traían desde Flandes los soldados de una compañía mandada por el capitán don Juan de Viamonte. El rey Felipe III, que a la sazón tendría unos veinticinco años, no sentía la menor preocupación por aquellos soldados que habían puesto en peligro sus vidas, pues procedían de Flandes en donde había guerra. (Fue cuando el general Alberto sitió el castillo de Ostende durante tres años largos que dio un desafortunado resultado: ganaron los sitiadores pero murieron 962.000 hombres, sumados los muertos de los vencidos a los muertos de los vencedores.)

Unos pocos soldados españoles, de aquellos que habían sido mandados tan lejos de sus hogares posiblemente por el valido del Rey, el Duque de Lerma, que era, según dicen los cronicones, quien realmente gobernaba las Españas, iban a ser sujetos de un portentoso milagro de la Virgen del Rosario que veneraban hasta entonces con este nombre los valdestillanos.

Para descargar de posible fantasía la narración milagrosa, digamos que las crónicas cuentan que era el día 10 de mayo de 1602. La Corte llevaba en Valladolid, de nuevo, algo ,más de un año y el joven monarca seguía tan piadoso como confiado, dejando que el Duque de Lerma deshiciera la hacienda pública a su antojo y beneficio.

En la página 2 del capítulo 5º de las "Flores Historiales" de Matheu se dan los datos exactos del acontecimiento histórico que, por vía de milagro cambió la vida de los habitantes de Valdestillas y quizá también la de aquel grupo de soldados españoles.

Vayamos al hecho.

"Cuando estaban dando las boletas de acampada en el pórtico de la iglesia parroquial del pueblo, como era costumbre, y habiendo entrado a hacer oración en dicha iglesia Juan Romero, Juan Gómez, Sebastián Carloe, Cristóbal Franco y otros muchos, todos ellos soldados de la compañía, descubrieron la imagen de Nuestra Señora del Rosario que está en el colateral a la parte del Evangelio, y reparando en ella dijo el dicho Juan Romero a sus compañeros: ¿No os parece que esta imagen se parece mucho a la que vimos en Flandes en la villa de Aó, junto a Bruselas, que es muy milagrosa? Respondieron que sí; y que no habían visto imagen que se pareciese a la referida de Aó, sino ésta, ni que fuese tan milagrosa, con cuyas palabras se fueron acercando a dicho altar y al llegar junto a él vieron que un niño que tenía esta soberana Señora en sus divinos brazos se le caía de ellos tanto, que viéndose inclinada la cabeza hacia el suelo, vocearon diciendo: ¡Que se cae, que se cae el niño; y arrojándose los que pudieron a cogerle vieron que dicha imagen de Nuestra Señora abrió los brazos y se inclinó hacia el suelo para recoger al niño, y recogido volvió esta milagrosísima Señora a bajarse por la rosa, que al tiempo que abrió los brazos, se le cayó de las manos. Quedáronse los referidos soldados tan aturdidos de ver el prodigio y oír el ruido que los vestidos de dicha imagen hicieron, que en mucho rato no hicieron más que mirarse unos a otros pasmados, y volviendo a cobrar aliento, llenos de gozo y alegría, vocearon diciendo: Milagro, milagro, a cuyas voces acudieron los demás soldados y vecinos de dicha villa, y con lo que aquellos dijeron y éstos vieron (que fue que el niño no estaba como antes, pues estaba vuelto el rostro al pueblo y echando la bendición, y antes de este maravilloso prodigio estaba mirando el niño cara a cara a su benditísima madre) recorrieron y publicaron el milagro, y como tal le calificó y confirmó el Ilmo. Señor don Enrique Pimentel, Obispo de esta ciudad, el día diez y ocho de julio, año mil seiscientos y veinte, y después de éste otros Señores Obispos".

En un texto de la novena a ella dedicada se dice que debería llamarse Nuestra Señora de los Milagros, y no del Milagro, en singular, por los muchos que ha venido obrando desde que ocurrió el primero y que sus devotos no desmayen, antes bien alentados perseveren en su santa devoción, pues con ella aseguran que si esta Señora antes se inclinó para levantar a su Hijo precioso, hoy se inclinará y nos levantará, librándonos de la dura servidumbre del pecado a gozar de los bienes celestiales por toda una eternidad".

Amén.

Sin ir más lejos la Virgen del Milagro hizo el último, según nos cuentan los valdestillanos, el día 11 de mayo de 1976, fecha en que se produjo un incendio en la iglesia: la Virgen estuvo entre llamas y no se quemó. Al parecer sólo sufrieron desperfectos las andas y parte de su manto, pero la imagen, la talla, permaneció incombustible.

Si esta talla de la Virgen viene ofreciendo sus favores a la población valdestillana, no es extraño que sea el centro de la devoción popular. A la Virgen del Milagro acuden para pedirle cualquier tipo de favor. Incluso el agua para los campos, cuando éstos están secos, privando así a San Isidro, patrono de los campesinos y por tanto santo más acostumbrado a conceder este tipo de favores, de quedar bien con los valdestillanos; aunque, con permiso de su virgencita milagrosa, también cuenta con la confianza de estos vallisoletanos. He aquí un ejemplo de ese canto en rogativa por agua:

Reverentes y postrados
ante vos, divina aurora,
con humildad os pedimos,
dadnos el agua, Señora.

Dadnos el agua, Señora,
aunque no lo merezcamos,
que si por merecer fuera
ni la tierra que pisamos.

Virgen santa del Milagro,
todo lo podéis hacer:
aplacar los aires cierzos,
y comenzar a llover .

Si Jesús, desde la cruz,
perdonó a sus enemigos,
dadnos el agua, Señora,
aunque sea inmerecido.

Dadnos el agua, Señora,
que bien nos lo podéis dar ,
que tenéis en vuestro pecho
una fuente manantial.

Si Jesús formó la hostia
para alimento del alma,
adorarla, pecadores,
no escupirla ni ultrajarla.

-Cantamos con tanta fe -nos dicen las mujeres del pueblo- que entramos en la iglesia, mire usted, y no llueve. y salimos, y está lloviendo. ¡Pero lloviendo de verdad!

-Vendrán a la novena con el paraguas...

-No, señor. Nos gusta mojarnos. Sepa usted que al segundo día de la novena ya llueve. ¡Con toda seguridad!

El curioso investigador sigue creyendo, tras esto, que la fe todavía mueve montañas. y nubes.

Y en todos los pueblos vallisoletanos que ha visitado nadie le ha querido convencer de lo contrario.

En Valdestillas recogimos también un interesante romance escrito por un modesto trabajador ferroviario llamado Mariano Salas, apodado "El Nene", que es toda una crónica versificada de las fiestas del Milagro. Mariano Salas debió escribirla allá por el año 1916, si hacemos caso de uno de los párrafos del romance, que dice: "Trescientos catorce años llevamos ya de función". Teniendo en cuenta que el hecho histórico del milagro de Nuestra Señora del Rosario data de 1602, la cuenta es clara. He aquí el romance del inspirado trabajador:

Virgen Santa del Milagro:
dadnos valor para explicar
el milagro que este día
llegaste a realizar.

Esta virgen milagrosa,
que antes era del Rosario,
desde 1602 se venera
del Milagro.

En esta preciosa villa,
el año 602
se presentó un regimiento
de soldados español.

¡Qué alegría todo el pueblo
al ver este regimiento!
y en la plaza de la Iglesia
formaron el campamento.

A las diez de la mañana
salieron del campamento
cuatro soldados valientes:
se dirigieron al templo.

Cuando entraron en la iglesia
estos valientes soldados
ante el altar mayor que hay,
se quedaron admirados.

-¡Vaya una Virgen hermosa!,
dijo uno de estos soldados.

-Sí que es bonita, en verdad,
los otros le contestaron.

-¡Bonita la de mi pueblo!

-La del mío no es tal cosa.

-Pues la del mío es morena.

-La mía es muy milagrosa.

Cuando esta conversación
tenían estos soldados,
esta Virgen soberana
cayó al Niño desplomado.

Se quedaron asustados
de ver esta escena hermosa:
cómo recogía al Niño
esta Virgen Milagrosa.

Se incorpora con el Niño
ante aquellos soldados,
una cosa que tenía
se la ha caído de la mano.

Aturdidos los soldados,
los cuatro salen del templo
a darles esta noticia
a todo su regimiento.

Cuando el capitán se entera
de tan grandioso milagro,
ante los cuatro testigos
en un acta lo firmaron.

Avisan al cornetín
que haga toques de alegría.
A la Plaza acude el pueblo
a ver qué es lo que ocurría.

Llegan las autoridades
y el vecindario asustados.
Y el capitán les enseña
el acta del gran milagro.

¡Qué alegría todo el pueblo
al ver la noticia esta!
Y en el día diez de mayo
firmaron hacer la fiesta.

Trescientos. catorce años
llevamos ya de función
a esta Virgen Milagrosa
con la misma animación.

Todo el pueblo reunido
lo primero que acordaron,
decirla nueve novenas
a esta Virgen del Milagro.

Cuando llega el día nueve
a las doce en su mañana,
va anunciando el día diez,
el repique de campanas.

Las dulzainas por las calles
recorren la población
con sus bonitas dianas
que causan admiración.

A las nueve de. la noche
se acude con alegría
a oír cantar la novena
a los Hijos de María.

Se sale de la Novena,
el público, va a la Plaza;
allí está puesta la hoguera
con luces iluminada.

Veinte bombillas alumbran
de la Electra del Cardiel.
Todas muy bien preparadas
por Demetrio Santander .

¡ Hay qué ver el baile que hay
del pueblo y los forasteros,
que lo tocan sin cesar
Encinas y compañeros.

Terminada ya la hoguera
a las dos de la mañana,
el público, ya cansado,
se retira a la cama.

Ansioso el público espera
que amanezca el día diez,
para celebrar la fiesta
con muchísimo placer.

A la salida del sol
revuelan ya las campanas.
Encinas y compañeros
tocan bonitas dianas.

Los cohetes y bombas reales
que suelta el Ayuntamiento
rebosando de alegría:
el pueblo se halla contento.

¡Hay qué ver el gran gentío
a las diez de. la mañana
esperando para misa
que redoblen las campanas!

La misa empieza a las once
de este venerable día;
la ofrecen tres sacerdotes,
cantan Hijas de María.

Nuestro señor cura párroco,
o sea don Agustín,
dice la misa cantada
¡cosa que no tiene fin!

El cura de La Cistérniga
nos explica un buen sermón
quedando muy satisfechos
de ser buen predicador .

Acabado ya el sermón
a poco tocan a alzar;
la música de La Seca
entona la Marcha Real.

Terminada ya la misa
ansioso el público espera
que salga la procesión
por la puerta de la iglesia.

Y en cuanto se abren las puertas,
que ya se ve la corona,
todos son a echar vivas
a esta bendita patrona.

Enseguida las dulzainas
empiezan a redoblar .
Los músicos de La Seca
tocan con mucho compás.

¡Hay que ver a don Eulogio
con los niños de la escuela
formados bien en dos filas
y la hermosa cruz que llevan!

Otras dos filas de niñas
van al lado de la imagen,
su profesora en el medio
para que no las ultrajen (!).

Delante La Milagrosa,
los dulzaineros van tocando.
Allí van dos filas de hombres,
con alegría bailando.

Bailan el viejo y el joven,
rico, pobre y forasteros
a los armoniosos bailes
que tocan los dulzaineros.

En cuanto termina el baile
nadie puede calcular
los vivas que a esta patrona
se la pueden dedicar.

Al llegar la procesión,
en medio la calle Real,
Eustaquio "Mentirillas"
demuestra su habilidad:

Por las rodillas de Sánchez,
con mucha soltura y maña,
se pone sobre sus hombros
simulando la espadaña.

Una vez que la espadaña
la tiene realizada,
se dirige con sus pitos
a esta Reina Soberana.

Echa vivas a la Virgen,
viva el noble Ayuntamiento,
vivas a los sacerdotes,
y a todo acompañamiento.

La procesión se dirige,
con su marcha, hacia la iglesia.
La música y las dulzainas,
continúan con sus piezas

En medio de este gentío
que lleva la procesión
van disparando cohetes
muñidores del Señor.

Cuando ya llega la Virgen
para meterse en su templo
el pueblo se aproxima
que no la dejan entrar dentro.

Se despiden de la Virgen
os del pueblo y forasteros,
y también los señoritos,
agitando los pañuelos.

Desde las doce del día
que salió la procesión
se ha terminado a las tres
con bastante devoción.

A comer va el personal,
los del pueblo y forasteros,
a visitar los asados,
a las cantinas del pueblo.

Después que ya se ha comido,
con tranquilidad y maña,
a tomar el buen café
a Casa Nicolás Cañas.

Luego están, los dos casinos,
de éstos no hay "na" que hablar;
allí se toman las copas
y, si conviene, jugar.

Más tarde, todos al baile,
que en la Plaza puesto está.
Otros juegan a las bolas
en la mesa de billar.

Otros juegan a las rifas.
Otros con los confiteros.
Otros a ruedas y cartas.
y allí gastan sus dineros.

Las jóvenes y señoritas
éstas acuden al baile,
dando vueltas por la rueda,
luciendo bonitos trajes.

En cuanto las dos dulzainas
se empiezan a redoblar,
en esta plaza se forma
un baile muy colosal.

¡Hay que ver qué piezas tocan
"El Modesto" y "El Encinas",
pues el noble Ayuntamiento
les da siempre la propina.

El hijo del tal Modesto,
muchacho de catorce años,
hay que ver el redoblante
cómo le toca en sus manos.

El público cae la baba
viendo al chico redoblar.
Es valiente como él solo
que ya no puede ser más.

Hay que dar gracias a Encinas
y al compañero Modesto
por "la caja" que han traído:
¡es verdadero maestro!

Estos bailes de la Plaza
que organizan estas fiestas,
en los intermedios toca
la música de La Seca.

Después que ya se ha cansado
el público de bailar,
poco a poco van marchando
a sus casas a cenar .

A las diez ya está la hoguera
lo mismo que el día nueve,
con sus luces preparada
por si alguien bailar quiere.

Pero acude poca gente
y con poca animación
porque a las once ya empieza
el gran baile de salón.

¡Hay que ver el gran gentío
que, a este hermoso baile va,
pues está representado
por la misma autoridad!

A las doce da principio
la gran música de viento..
tocando bonitas piezas
que ordena el Ayuntamiento.

Este baile está formado,
con mucha formalidad,
en el gran salón que. tiene
la Casa Consistorial.

A la salida del sol
terminado ya este baile,
los jóvenes toman churros
debajo los soportales.

Amanece el día once
y, excepto a la procesión,
la música y las dulzainas
hacen la misma función.

Tenemos los mismos bailes
por el día y por la noche.
y con esto se despide
a buscar el día doce.

Una vez que llega el día
y el público está cansado,
ajustan a la dulzaina
entre todos los casados.

Cuando ya está el baile puesto
de la dulzaina en la Plaza
¡hay que. ver con qué alegría
bailan todas las casadas!

Una vez que llega el trece,
como es fiesta de San Pedro,
también ajustan el baile
entre los mozos solteros.

Este es el último día
que dura la diversión.
Con éste, hemos terminado
cinco días de función.

¡Oh qué hermosos cinco días
que celebra este Milagro!
La Virgen nos dé salud
para celebrarle otro año.

El romance escrito por Mariano Salas, pleno de amorosa ingenuidad, es una perfecta crónica de las fiestas de antaño. Ha sido leído (de un cuadernillo de tapas de hule guardado en casa como oro en paño) de un tirón, en medio del silencio de la tertulia invernal a la que asistimos rodeados de nuestros informantes, alrededor de la cálida mesa camilla.

-En realidad, sabe usted, el día del ,Milagro es el día 10, como se dice, ahí, pero al día siguiente es el "Día de la Abuela", y cuando hacían los casados el ajuste de la dulzaina era el día 12.

-Comprendan, pues -decimos- que el poeta ha de permitirse siempre ciertas licencias. ¿Por qué llaman ustedes al segundo día de las fiestas el "Día de la Abuela" ?

-Porque todas las fiestas tienen abuela -nos dicen por un lado.

-Aquí, el segundo día siempre se ha llamado "de la Abuela" -nos dicen por el otro.

-Pero ¿qué significa? ¿Homenaje a las personas mayores ? , insistimos.

-No. Mire usted; significa homenaje al Milagro. O sea, que no hay santo sin abuela. El día 10 es el Día del Milagro y al día siguiente es el de la Abuela, ¿lo entiende usted?

El "curioso impertinente" que pregunta y pregunta, no acaba de abrir sus entendederas, pero es lo mismo. Por eso para cambiar el tercio, pregunta:

-¿Quién fue .El Mentirillas"?

-¡Huy, "El Mentirillas"! "El Mentirillas era un señor muy simpático, que se subía siempre encima de Sánchez para hacer la espadaña, y cuando estaba encima lanzaba vivas a la Virgen del Milagro y se inventaba alguna coplilla que otra. ¡Tenía mucha chispa! Yo recuerdo una que decía:

Virgen Santa del Milagro,
yo no te pido dinero, l
o que te pido, Señora,
es que vengan muchos merineros.

Porque "Mentirillas", para que usted se entere, era panadero, y tenía la panadería cerca de la cañada. Así, cuando pasaban los merineros con el ganado camino de Extremadura, se paraban en su casa a hacer la comida y a comprarle pan para la semana. Su verdadero nombre era Eustasio Fadrique.

-¿Por dónde queda ahora lo que fue cañada?

-Pues, toda la calle, Real, que es la principal. Se llama esa calle Cañada Real y va a Medina del Campo. Todo esto es parte, de la gran cañada león-Extremadura. ¿le, han contado ya lo de las enramadas?

-No, de las enramadas de Valdestillas nadie nos ha contado nada aún.

-Pues verá; el Día de la Abuela, los mozos solían hacer las enramadas: ponían ramos de flores, de tomillo y de romero en las ventanas de las mozas casaderas. y cantaban así:

A tu puerta hemos llegado
veinticinco de cuadrilla.
Si quieres que nos sentemos
saca veinticinco sillas.

la primera, para mí;
la otra, "pa" mi compañero;
los demás, si no la tienen,
que se sienten en el suelo.

También se decía:

Cuatro somos, tres venimos
y el que falta es tu amante,
que se ha quedado dormido
al pie del carro triunfante.

-Yo me acuerdo de otra coplilla que me cantaban a mí. Decía:

Si ,me quieres, dímelo.
y si no, di que me vaya.
No me tengas al sereno
que no soy cántaro de agua.




Soldados de Flandes en Valdestillas y el Milagro de la virgen

VAL SANCHEZ, José Delfín

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 27.

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