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Según testimonios de Federico Olmeda y Domingo Hergueta en sus libros y según una tradición que aún se conserva viva en diversos pueblos de la provincia de Burgos, fue habitual costumbre en muchísimas localidades que al comenzar la Cuaresma y durante toda ella e incluso durante el tiempo de la Semana Santa y Pascua de Resurrección, un grupo de jóvenes, previamente elegidas y nombradas para ello, salieran en la mañana de los domingos a postular o a hacer cuestación recorriendo todas las casas del pueblo, cantando o recitando letras, romances o canciones alusivas a cada domingo.
La costumbre estuvo muy arraigada y extendida a juzgar no sólo por los datos que nos han llegado, sino también por la gran cantidad de letras de los romances o versos que solían cantar en su recorrido por las calles del pueblo. Es razonable que estuviera extendida y muy arraigada esta costumbre, pues estaba apoyada y fundamentada en los intereses económicos de la parroquia de cada localidad, pues dichas jóvenes no hacían más que cumplir con su misión de «pedidoras», enviadas por la parroquia o en nombre de ella, pues el dinero que recaudaban era destinado normalmente a la compra de cera para alumbrar el «monumento», lo cual suponía sufragar los gastos más importantes de la Semana Santa.
Además de este cometido común y general, tenían, según los diversos pueblos, otras funciones siempre relacionadas con la parroquia y con las celebraciones de la Semana Santa y de la Pascua de Resurrección, como veremos más adelante.
Federico Olmeda al comentar las canciones que él recoge en su Cancionero «para pedir en cuaresma», dice textualmente: «Las canciones 33, 34, 35, 36, 37 y 38 son destinadas a este objeto (pedir durante la cuaresma), para que se vea cómo es cierto lo que antes dije, que en Castilla todas las funciones de la vida las acompañaban con melodiosas canciones, hoy ocultas y oscurecidas por la penuria y aflicción porque atraviesan los pueblos castellanos. Los romances populares y poesías que para este objeto tiene el pueblo depositadas en el archivo de su memoria son cierta y sencillamente conmovedoras y hermosas.»
Indicado su origen, al que tenga interés por adquirirlas ya se le insinúan las fuentes en donde las pueda tomar, pues si a todas hubiera de dar cabida en este volumen sobrepujaría las proporciones prudentes.
Los fondos que recaudan estas peticiones suelen emplearlas en cera o en atender a otros gastos que se originan para festejar las fiestas de la Pascua de Resurrección».
Olmeda recoge seis canciones de las aludidas, cuyas letras empiezan como sigue:
Canción n.° 33: Antes de cubrir los altares. (1)
En la dominica de hoy
nos dice la madre Iglesia:
al desierto fue Jesús;
sólo fué a hacer penitencia.
Canción n.° 34: Después de cubrir los altares.
Jesucristo en este día
mostró su divino amor,
a más no pudo llegar
siendo él Hijo de Dios.
Canción n.° 35: El relox.
Es la Pasión de Jesús
un relox de gracia y vida
relox y despertador
que agime y llorar convida.
Canción n.° 36: Romance religioso El peral.
El peral que yo planté
era un peral de victoria
y en la tierra que le eché
perfecta era de memoria
las carnes traigo temblando
de las palabras que hai dicho,
mas ¡oh! lo sé de cristiano
por la fe de Jesucristo.
Jesucristo fue nacido, etc.
Canción n.° 37: Para pedir en cuaresma.
A pedir venimos,
tengan buenos días.
A Jesús traemos
con sus llagas vivas.
Canción n.° 38: Para pedir en cuaresma.
Hoy es domingo de Ramos
día grande y muy solen
cuando Jesucristo entró
triunfante en Jerusalén.
La mayoría de las letras que existen recopiladas en los diversos pueblos se pueden cantar con algunas de las melodías que recoge Federico Olmeda en esas seis canciones aludidas.
Por su parte, Domingo Hergueta en su libro Folklore burgalés, pp. 174-175, dice textualmente: Tienen en esta provincia todos los Domingos de Cuaresma la piadosa costumbre de salir las mozas por la mañana a pedir de puerta en puerta huevos, roscas, rosquillas, etc., cuya colecta vendida la invierten en velas para alumbrar el monumento de Semana Santa, o, como en Castrillo del Val, a la Virgen del Rosario.
En unos pueblos no cantan, pero en otros sí entonan variadas letrillas como las siguientes:
Hoy es el primer domingo
que venimos a tu casa
a ver si nos das limosna
para la Semana Santa.
El que limosna nos diere
Dios le dé salud y gracia
y lo que más le convenga
pa salvación de su alma.
El día de San José
cuando el sol alboreaba
hacen la fiesta los santos
en la celestial morada,
con ricas cadenas de oro
y cirugía de plata.
Todos son a contemplar
el bien que María alcanza,
que ha parido al Verbo Eterno
vestido de carne humana.
Y San José le decía:
¡Oh mi querida y amada!
no durmiendo con varón
¿cómo te has hecho preñada?
Y la Virgen le contesta
con parecidas palabras:
«Cuando el ángel San Gabriel
vino a traer la embajada
me dejó en prenda de amor
la Joya mas estimada,
la que no cogió en el mundo
y se encerró en mis entrañas.
«Al cabo de nueve meses
le ruego a mi Dios que salga;
que ésta es mi prenda divina,
que ésta es mi prenda sagrada;
por eso me llaman Reina,
por eso azucena blanca.»
Era la zarza que ardía
era fuego y no quemaba;
para subir a los cielos
su dulce vuelo levanta,
que es María la paloma,
María llena de gracia;
entre todas las mujeres
escogida eres sin mancha.
Estas mozas de las que habla Hergueta recorrían todo el pueblo, casa por casa, los domingos, antes de la misa dominical.
Cada domingo tenía sus propios versos que hacían alusión al Evangelio de la misa de ese día. Entonces las lecturas de los domingos y fiestas —la Epístola y el Evangelio— no cambiaban de un año para otro. Y cada domingo eran igual a las de igual domingo del año anterior y del siguiente. Y el pueblo ya sabía que el evangelio del hijo pródigo o de la samaritana o de las tentaciones de Jesús caía siempre en el mismo domingo que el año anterior.
No entendían el latín, pero sabían qué evangelio «tocaba» por el sermón del señor cura y además por estas canciones que tomaban el tema del evangelio de cada domingo.
Al finalizar o al empezar estas canciones animaban con unos versos a dar limosna:
Hoy es el primer domingo
que venimos a tu casa
a ver si nos das limosna
para la Semana Santa.
En unos pueblos, estas mozas o jóvenes eran seis, en otros eran seis o más. Estas jóvenes llevaban, si eran tres, la del centro, un crucifijo; otra portaba una bandeja o bolsa para las limosnas en dinero, y la tercera, un cestillo para las limosnas en especie.
Aunque el fin primordial de estas peticiones era el recaudar dinero también tenía una finalidad pedagógica religiosa, que era anunciar a los habitantes del pueblo, a los feligreses, que la Cuaresma iba transcurriendo y que se acercaba la Semana Santa y la Pascua, constituyendo estos actos una especie de práctica piadosa o ejercicio espiritual de preparación progresiva, sobre todo, en otras épocas en las que el cumplimiento pascual tuvo tanta importancia pastoral.
El acto postulatorio estaba justificado, pues las parroquias, sobre todo en los pequeños pueblos y aldeas castellanos, eran generalmente pobres y cualquier medio para recolectar ayudas económicas era bueno.
En la antigua liturgia de la Semana Santa, anterior al Concilio Vaticano II, era un acto central el traslado del Santísimo Sacramento al monumento con toda solemnidad y allí establecer una vela que duraba hasta la tarde del Viernes Santo.
El monumento era un altar accidental que se instalaba en un lugar preferente del templo parroquial, que solía ser una capilla lateral y allí se trasladaba procesionalmente la Eucaristía después de la misa del Jueves Santo desde el altar mayor. En el centro del monumento se depositaba la Eucaristía y durante la tarde y noche del Jueves Santo y la mañana del Viernes Santo se establecían turnos de vela que constantemente permanecían orando ante el monumento.
El monumento en algunas parroquias alcanzaba la categoría de obra de arte por los elementos decorativos que lo formaban, maderas, tallas, sagrario, etc.
Lo más característico del monumento era sus adornos florales y la iluminación. Las Mozas Pedidoras, las Mozas de la Virgen, las Hijas de María —según se les llamara en cada pueblo— eran las encargadas de «poner el monumento» con la colaboración de las amas de casa del pueblo o por otras personas que ayudaban a instalarlo bajo la supervisión del párroco.
Las macetas, tiestos, floreros que se tenían en las casas eran llevados a la iglesia para adornarlo. Y para su iluminación y alumbrado se gastaba mucha «cera» durante la Semana Santa en los largos actos litúrgicos, en el canto de los Oficios de Tinieblas, como se llamaba entonces al canto de los oficios divinos. Pero el gasto mayor se ocasionaba en tener espléndidamente iluminado el monumento durante muchas horas.
La mayor parte de las velas, cirios, etc., las ponía la parroquia. En algunos lugares era costumbre que las amas de casa llevaran con ese fin velas en sus respectivos candeleros o palmatorias, adornados con lazos de papel de colores. Estas velas lucían hasta consumirse ante el Santísimo Sacramento.
Para hacer frente al gasto que la compra de tal cantidad de velas suponía, se realizaban las cuestaciones dominicales por parte de las «mozas pedidoras».
Las principales responsables de llevar a cabo la vela ante el Santísimo Sacramento eran las Mozas Pedidoras, las Hijas de María, quienes estaban al cuidado de que las velas permanecieran encendidas, que la cera no cayese en las alfombras, etc.
Existía la creencia de que las velas que habían estado alumbrando ante el Santísimo en el monumento, si se encendían cuando había grandes tormentas eran un extraordinario remedio contra el pedrisco, el granizo, los rayos, etc. Cuando se empezaba a notar la proximidad de estas tormentas, principalmente en verano, que podían malograr la cosecha, se encendían dichas velas y se colocaban en las ventanas. Se tenía la convicción de que protegían a las personas, animales y cosechas.
Recuerdo haber contemplado en mi infancia realizar con toda naturalidad este rito; fruto de una profunda creencia en el poder protector de estas velas.
Hemos explicado lo referente al monumento porque su iluminación era el motivo y la causa de la existencia de las tradiciones relacionadas con estas postulaciones.
Hay una gran riqueza de letras de las usadas en estas cuestaciones de las Mozas de la Virgen o Mozas Pedidoras, entre otras.
Tanto esta gran riqueza de letras como las costumbres vinculadas a ellas y la difusión que alcanzaron, se debe, sin duda, al soporte de los párrocos y demás clérigos que ejercieron no sólo como propulsores y mantenedores de dicha costumbre, sino también como difusores de las mismas e incluso autores de las canciones y letras. Los sacerdotes, que ejercían su ministerio en las parroquias, eran trasladados a pueblos de otras comarcas y zonas de la provincia, de la diócesis, y al aposentarse en sus nuevas parroquias, introducían costumbres —como la que comentamos— divulgando los cantos, letra y música, que luego eran adaptadas por el pueblo.
A continuación hacemos una reseña de los pueblos donde esta costumbre ha tenido o tiene un relieve especial o de aquéllos de los que nos han llegado datos.
FUENTECÉN
En Fuentecén, durante la Cuaresma y la Semana Santa —incluyendo la Pascua de Resurrección— se cantaban unas canciones tradicionales que por desgracia han desaparecido hace años.
Al comenzar la Cuaresma, cada año se preparaban cuatro o seis jovencitas, que ensayaban las canciones desde que eran elegidas.
Todos los domingos de la Cuaresma recorrían el pueblo, calle por calle; se dividían en dos grupos. Cada grupo iba por una acera pidiendo limosna para el Santo Cristo, con un crucifijo en la mano, y al darles limosna les decían que cantasen y ellas cantaban la canción que correspondía al evangelio del domingo aquél. También salían a pedir los días festivos que había dentro de la Cuaresma, como el día de San José, la Virgen de Marzo, el Viernes de Dolores y el Jueves Santo; todas estas fiestas tenían su canción del día.
El Viernes de Dolores, por la noche, en la capilla de la Virgen Dolorosa, el sacerdote cantaba el Miserere y a continuación las niñas entonaban una larga canción titulada Los Siete Dolores; la mayor parte del pueblo acudía a escuchar estas canciones.
El Jueves Santo se cantaba El lavatorio, mientras el sacerdote lavaba los pies a los doce discípulos. Luego, ante el monumento, cantaban El reloj.
El Viernes Santo, durante el día se cantaban en diversos actos Los Diez mandamientos, las siete palabras y finalmente, después de la gran procesión del Santo Entierro, a la cual asistía todo el pueblo, se cantaba la Despedida a la Soledad de la Virgen que es una canción, muy larga, a pesar de lo cual se quedaban todos los asistentes a escucharla, guardando un silencio total.
El domingo de Pascua se cantaba todo lo relacionado con la resurrección del Señor entonando «las aleluyas» por «todo el pueblo».
Las letras de las canciones citadas fueron publicadas en la Revista de Folklore en los números 28 y 56 y las hemos recogido en nuestro CANCIONERO DE CUARESMA / SEMANA SANTA.
También existió esta costumbre en Castrovido. En este pueblo se han recopilado las letras de las canciones que se cantaban en los distintos domingos de la Cuaresma y también las «Albricias» que se entonaban el domingo de la Pascua de Resurrección. Dichas canciones no se cantaban en esta localidad desde 1930.
ALGUNAS PRECISIONES OPORTUNAS (2 y 3)
Hasta la reforma litúrgica surgida a partir del Concilio Vaticano II (1962) las costumbres religiosas, las ceremonias, los ritos y tradiciones dentro de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia o vinculadas a ellas, habían permanecido casi inmutables durante siglos siendo su lengua oficial el latín.
Esta observación vale a propósito de las referencias a las canciones, romances y letras que se cantaban en muchos pueblos durante los domingos y fiestas de la Cuaresma, Semana Santa y Pascua de Resurrección. Hasta esa reforma litúrgica del Vaticano II las lecturas de las misas no cambiaban de un año para otro, como sucede ahora, según el ciclo litúrgico que toque; las de los domingos de un año eran idénticas a las de los mismos domingos de los años anteriores y de los siguientes. Esta circunstancia traía como consecuencia que el pueblo, sobre todo las personas mayores, de buena memoria sabían qué evangelio «tocaba» leer en la misa de cada domingo y sobre todo los domingos de la Cuaresma, que eran los que recordaban todos los años las Mozas Pedidoras cantándolos por el pueblo.
Esto tenía la ventaja de que era más fácil conservar en la memoria estas letras y estas canciones que valían para todos los años. Las jóvenes que las aprendían una vez no tenían más que recordarlas en los años siguientes.
Pero a pesar de todo es asombroso el número de versos que a lo largo de la Cuaresma y Semana Santa y Pascua de Resurrección tenían en la memoria de un año para otro. Sin llegar a los abundantes repertorios que conocemos de Fuentecén y Castrovido, limitándonos sólo a este ciclo litúrgico de la Cuaresma / Semana Santa / Pascua, en casi todos los pueblos las letras que se cantaban eran muy numerosas, y en general de una belleza expresiva muy elevada. Y no necesitaban «papeles» para cantarlas, pues las conservaban en la prodigiosa memoria.
Como recordaba Federico Olmeda «[...] todas las funciones de la vida las acompañaban con melodiosas canciones [...] que guardaba el pueblo en el archivo de su memoria».
Verdaderamente había personas en los pueblos, sin estudios especiales que estaban dotadas de una memoria y retentiva privilegiadas. Gracias a ellas han perdurado estos tesoros del folklore que han llegado has ta nosotros en la memoria del pueblo.
Entre las letras que hemos logrado reunir por diversos medios, de canciones de Cuaresma, Semana Santa y Pascua de Resurrección, llamadas
Albricias, Viacrucis, Calvarios, etc., como las que hemos recopilado de Gozos de Navidad o de otro estilo, hemos advertido que cuando no hay variantes y una versión es igual a otra, es que ha habido de por medio «papeles», copias escritas. Cuando tratándose del mismo tipo de canción, con estrofas iguales tiene muchas variantes es que la transmisión ha sido oral. La misma observación vale para las canciones de tipo profano y tenemos también la experiencia de la recopilación de varias versiones de «Las Marzas», que al ser transmitidas por unas generaciones a otras oralmente, tienen infinidad de variantes. Cada pueblo ha dado su interpretación peculiar a estas canciones y las ha dotado de sus propias letras, quitando o añadiendo versos o estrofas según la frescura de la memoria o la dificultad para recordarlas y la inspiración para crearlas.
Excepto algunas versiones, muy raras, en las que se nota el toque culto en la versificación, medida y rima, la mayoría de estas letras son muy sencillas, directas, desprovistas de adornos innecesarios que es lo que caracteriza a lo popular, lo cual da más frescura y espontaneidad a la canción.
Es curioso detectar estrofas de factura común que se han transmitido de generación en generación sin ningún cambio y que se encuentran en las versiones recogidas en distintos lugares, pero otras, la inmensa mayoría, han sufrido cambios, añadidos o transformaciones en parte o en el todo y aunque el sentido global es el mismo, hay muchas diferencias formales.
Predominan, como es natural, los versos octosílabos, que es el verso por excelencia de la poesía popular, el verso de los romances, aunque no falta el hexasílabo, verso de seis sílabas, principalmente en algunas albricias. Las formas estróficas son, por lo general, el romance, cuartetas y redondillas.
La inmensa mayoría de estas «letras» pueden cantarse o con las melodías recogidas por Federico Olmeda, que hemos mencionado anteriormente, o con las recogidas en Hacinas por García Matos para las Albricias o Cantos de la Pascua.
A continuación hacemos referencia de las Mozas de la Virgen de Villalmanzo, de las Mozas Pedidoras de Villalba de Duero y de las Tres Marías de Peñaranda de Duero.
LAS MOZAS DE LA VIRGEN EN VILLALMANZO
En la localidad de Villalmanzo sigue en vigor la figura de las Mozas de la Virgen que, al parecer hace tiempo existieron también en otros pueblos.
Las seis Mozas de la Virgen son las verdaderas protagonistas de la peculiar Semana Santa de Villalmanzo renovando una tradición que se ha venido cumpliendo en el pueblo, heredada de madres a hijas como la cosa más natural. Pero en los últimos años esta costumbre ha corrido el riesgo de desaparecer como ha sucedido con muchas costumbres, en este caso por la poca inquietud de las chicas y jóvenes en participar en unos ritos que, quizás, por ser antiguos no tenían suficiente atractivo. Sin embargo, merece la pena que se conserven, pues constituyen una riqueza quizás poco valorada.
A partir del año 1995 se tomó la decisión de que a las mozas veteranas acompañaran otras tres jóvenes, con lo que se garantizaba la permanencia de esta costumbre que en muy pocos pueblos se mantiene con la misma pureza que en Villalmanzo. En otras localidades se llaman Mozas Pedidoras, entre otros nombres, como veremos a lo largo de este artículo.
Las Mozas de la Virgen tienen que ser solteras y comienzan su actividad a partir del Miércoles de Ceniza y dura toda la Cuaresma y la Semana Santa. Todos los domingos de Cuaresma se dedican a pedir por las casas del pueblo con el fin de recaudar dinero para sufragar los gastos que origine la compra de cera para iluminar el «monumento» los días de Jueves Santo y Viernes Santo.
En general «estas mozas», en los pueblos donde existían, al hacer el recorrido postulatorio por las casas iban cantando canciones con letras alusivas a cada uno de los domingos. De estas letras se han recogido muchas en la provincia, lo cual habla de la riqueza folklórica una vez más.
El Miércoles Santo, las seis mozas se encargan de vestir a la Virgen adornándola con verdes ramos de hiedra mientras un grupo de hombres levanta el «monumento» frente al altar de la parroquia. El Jueves Santo al finalizar la misa del día, se traslada allí al Santísimo, todo iluminado de velas, y las mozas asumen la obligación de realizar la vela ante el Santísimo durante unas horas determinadas, coincidiendo con los cultos oficiales de la parroquia.
El Viernes Santo, los vecinos de Villalmanzo madrugan, ya que a las nueve de la mañana suele tener lugar el viacrucis cantado que se anuncia con las populares «carracas», ya que una vez celebrada la misa del Jueves Santo, las campanas de la iglesia no se vuelven a tocar hasta la Vigilia Pascual de Sábado Santo.
El Sábado Santo es la bendición del agua. Las mozas se dedican ese día a hacer la «tarta de la Virgen», es decir, preparar a la Virgen María tal y como es costumbre que salga el Domingo de Pascua al encuentro de Cristo Resucitado, su HIJO. Esa preparación consiste en rodear a la figura de la Virgen con un armazón de paja de centeno y una sábana blanca adornada toda ella con rosquillas. Así queda vestida para el Domingo de Resurrección, día en que las mozas cambian su aspecto enlutado por otro más alegre, incluso tienen que ir peinadas de una forma peculiar.
El vestido negro da paso a una falda azul celeste, corpiño negro y pololos o enaguas, sin olvidar el pañuelo blanco.
VILLALBA DE DUERO: LAS MOZAS PEDIDORAS
En Villalba de Duero —como en muchísimos pueblos de la provincia— existió la costumbre que casi ha desaparecido totalmente, que consistía en que tres mozas o jóvenes decididas recorrían las casas del pueblo haciendo postulación los domingos de Cuaresma, Pasión y Ramos. Pedían limosna para, con lo que sacaran de esta postulación en todos esos domingos, comprar velas para iluminar el monumento que se ponía en la iglesia para la adoración del Santísimo Sacramento durante el día de Jueves Santo y la mañana del Viernes Santo.
A estas tres jóvenes se las conocía mientras realizaban la postulación por las Tres Marías. Una iba en medio llevando en sus manos un crucifijo grande, otra portaba una bandeja para las limosnas en metálico y la tercera llevaba una canastilla para las limosnas en especie.
Cada domingo tenía unas letrillas distintas compuestas por vanas estrofas. Cada letra de aquellas expresaba una oración o petición a Dios y una solicitud de limosna a los vecinos del pueblo.
Muchas de aquellas letras han quedado en el olvido. El primer domingo se cantaba:
Hoy es el primer domingo
que salimos a pedir.
Dios nos dé salud y gracia
para poder proseguir.
Para el Domingo de Ramos había ésta:
Virgen de la Soledad,
que por tu puerta pasamos,
échanos la bendición
que hoy es domingo de Ramos.
PEÑARANDA DE DUERO
Lo más característico y peculiar de la procesión del Silencio o del Santo Entierro de Peñaranda de Duero, es la presencia de tres jóvenes que representan a Tres Marías o las mujeres que acompañaban a la Virgen en el Calvario durante la pasión y muerte de Jesús por lo que se colocan detrás de su imagen.
En esa procesión del Viernes Santo, visten sendos mantos de luto y entonan cánticos especiales de dolor, cuyo origen se desconoce.
Al parecer, antes existía la costumbre de que las mujeres de la localidad fueran cantando unas tonadillas peculiares, pero esta tradición se ha perdido.
En la mañana del domingo de Pascua de Resurrección, las jóvenes llamadas las Tres Marías salen también en la procesión del Encuentro de la Virgen María con su Hijo Resucitado. En esta ocasión llevan alegres mantones de Manila de vivos colores, en sustitución de los mantones negros que lucieron en la procesión del Viernes Santo. Durante la procesión entonan cantos de alegría, que puede tratarse de algunos de los romances o letras llamadas de Albricias, que fueron muy populares en nuestros pueblos de Burgos y que están a punto de desaparecer, a no ser que se haga un esfuerzo por seguir cantándolos como en Peñaranda de Duero.
ROMANCES CUARESMALES DEDICADOS
A CADA DOMINGO
Primer domingo de Cuaresma
En el evangelio de hoy
nos dice la madre Iglesia
que bajó un ángel del cielo
por vos hacer penitencia.
Cuarenta días de ayuno
con humildad y pobreza
el demonio tentador
hasta el comer le hace fuerza.
Recibamos la limosna
de este sacerdote honrado,
representa a Jesucristo
siempre que está consagrado.
Ya nos han dado limosna
para alumbrar a Jesús:
en el cielo lo hallaréis
y en los brazos de la cruz.
Segundo domingo de Cuaresma
Segunda vez ha llegado
el Redentor a tu puerta,
mira que eres pecador
no le des mala respuesta.
Tres doncellas le traemos
con humildes corazones
por ver si le dais limosna,
generosos labradores.
Y si no tenéis qué darle
dile a mi Dios que perdone
que otro día le daréis
con humildes corazones.
Ya nos han dado limosna
para alumbrar al Cordero:
Dios se lo pague y la Virgen,
juntos le hallen en el cielo.
Tercer domingo de Cuaresma
En el monte murió Cristo
por la redención humana
en manos de los judíos
en una oscura montaña.
Mi Dios, como era de honor,
viene vestido de gracia:
para El venimos pidiendo,
para la Semana Santa.
Cuarto domingo de Cuaresma:
Domingo de Lázaro
San Lázaro le pidió
al avariento limosna
y como no se la dio
Cristo le negó la gloria.
Y ahora le está diciendo:
Lázaro, Lázaro, ven
que me abrasan estas penas
por no haberte hecho yo bien.
Mirad vosotros, cristianos,
no seáis corno fué aquél
que le echó Cristo al infierno
para siempre padecer.
Domingo de Pasión
Ya se han cubierto de luto
los altares de María,
ya se han cubierto de luto
hasta la Pascua Florida.
Ya se han cubierto de luto
los altares del Señor,
ya se han cubierto de luto
hasta la Resurrección.
Domingo de Ramos
Hoy es Domingo de Ramos
día grande y muy solén
cuando Jesucristo entró
triunfante en Jerusalén.
Llevaba ramos y palmas
su Divina Majestad,
iba derramado sangre
por toda la cristiandad.
Sube María a los cielos
más relumbrante que el sol,
coge a su Hijo en los brazos,
va diciendo esta canción:
Hijo mío muy amado,
perla de mi corazón,
morirás en Jueves Santo
mientras digas la Pasión .
En general debemos decir que hemos recopilado letras de canciones que cantaban antiguamente las Mozas Pedidoras, las Hijas de María, las Mozas de la Virgen y las Tres Marías, que de muchas maneras se les ha llamado según los diversos pueblos.
Los pueblos de los que tenemos letras de calvarios, viacrucis, cantos para pedir en Cuaresma y albricias y/o aleluyas son los siguientes: (4)
Avellanosa de Muñó.
Castrovido.
Fuentecén.
Hacinas.
Huerta de Abajo.
La Gallega.
Peñaranda de Duero.
Pesadas de Burgos.
Quintanilla la Mata.
Royuela de Riofranco.
Tolbaños de Arriba.
Tordomar.
Valcavado de Roa.
Villalba de Duero.
Villamayor de los Montes.
Zael.
____________
(1) Federico Olmeda, folklore de Cartilla o Cancionero Popular de Burgos. edic. facsímil, Burgos, 1975, p. 72.
(2) Angelines de Diego Arranz, recopiló las letras de estas canciones Publicadas en Revista de Folklore nº 28 y 56.
(3)Juliana Panizo Rodríguez recogió en Castrovido estas letras de las canciones que se cantaban en los distintos domingos de la Cuaresma y también las albricias que se cantaban el domingo de Pascua de Resurrección. Fueron publicadas en la Revista de Folklore, n.° 67, Valladolid, pp. 30-36, y allí consta que la informante fue Au rea Huerta, de sesenta y ocho años.
Como temas funda,mentales -se dice— se señala la invitación a la penitencia y a la alegría de la resurrección.
(4) Estos «Romances de la Cuaresma en nuestros pueblos» se publicaron en Diario de Burgos, del 23 de marzo de 1980, por la Sociedad de Folklore y Cultura Alfonso X el Sabio, sin indicar de dónde proceden concretamente.