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Revista de Folklore número

027



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DE LA NIÑEZ A LA ADOLESCENCIA

SANCHEZ, Marciano

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 27 - sumario >



EN TORNO A UN RITO DE PASO

Comúnmente se entiende por rito de paso un acto o gesto que tiene lugar en momentos de transición de un status social a otro y que va, por lo general, unido a una etapa concreta de la vida, por lo cual el componente biológico es parte esencial o configurativa del mismo. Son significativos en alto grado los ritos que marcan el paso de la adolescencia a la juventud o de ésta a la madurez. Con ellos se visualiza de manera más o menos eficaz y mediante una simbología real o gestual la nueva condición del miembro del grupo. Generalmente, cuando se habla de ritos de paso, se entienden como algo institucional o, cuando menos, institucionalizado. y es cierto que, de ordinario, los antropólogos se han fijado en este tipo de ritos de paso. Con frecuencia también, para hablar o escribir se acude a remotos países africanos o a tribus escondidas en las selvas americanas o a las islas remotas del Pacífico. Es la herencia decimonónica de la Antropología Cultural. No hace falta ir tan lejos para encontrar ritos de paso. Los tenemos casi todos los días ante nuestros ojos, a pesar de que alguien haya tenido la osadía de escribir que en nuestra sociedad contemporánea occidental tales ritos de paso han desaparecido prácticamente.

Conviene, no obstante, precisar que existe una doble tipología de ritos de paso, profundamente diferenciados entre sí y perfectamente caracterizados. Por ello ha de establecerse una división poco común en ritos de paso formales y ritos de paso informales. Los primeros son aquellos que el grupo humano en cuanto tal social y culturalmente definido, acepta, hace suyos e impone a los miembros como obligatorios para acceder a un status determinado. Generalmente se hacen en presencia de los jerarcas o gerontarcas y con unas formalidades establecidas de antemano; es decir, siguiendo un ritual oficial. Estos ritos de paso formales se dividen en religiosos, profanos y una tercera categoría, los mixtos, porque participan de elementos de uno y otro tipo. Los ritos de paso informales son los propios de un grupúsculo, pandilla o asociación. A ellos deben someterse quienes deseen pertenecer a ella. No siguen rígidamente un ritual escrito ni tan siquiera transmitido por tradición oral, pero sí tienen un acto central o clave, constitutivo del rito. Tampoco se dan en lugares sacros o sacralizados, ni tampoco han de ser públicos. El ubi se deja a la elección de los miembros del grupito. A veces se lleva a cabo en el lugar que la ocasión depara. y también es preciso reconocer que en ocasiones se habilita un espacio-ámbito en plena naturaleza, un ubi plenairista. De ordinario se excluye positivamente la presencia de todo jerarca o gerontarca, pues normalmente se trata de ritos propios de los grupos de pares que no necesariamente tienen que ser exclusivos de los adultos. Pero que nadie se, engañe y piense que su falta de oficialidad y de formalidad les hace ineficaces. Tienen el reconocimiento tácito del grupo que no sólo los acepta sino que ratifica la nueva condición del miembro. Tal es el caso, por ejemplo, del quinto que va a "hacer la mili". y se dan también entre los niños. En este último caso y por razones obvias, el ritual se reviste de un cierto carácter de clandestinidad: en ocasiones por la naturaleza misma del acto, otras por esa tendencia marcadamente infantil de tener su mundo: un mundo perfectamente diferenciado del propio de los "mayores" y celosamente encubierto mediante promesas y juramentos de guardar secreto, que se hace cumplir mediante represalias para con los infractores, que van desde hacerles el vacío -una especie de ostracismo, destierro o marginación efectiva, excluyéndoles de sus juegos y hasta de su compañía como si de persona vitanda se tratara- hasta imponerles sanciones de tipo corporal.

EL CANTAR LOS GALLOS

Pues bien, uno de estos ritos de paso de carácter informal y típicamente infantil, que goza de las características susodichas, es el cantar los gallos. La expresión tiene evidentes connotaciones que no hace falta subrayar; pero al mismo tiempo supone una autoafirmación de la personalidad y es el punto de partida dela verdadera iniciación sexual del adolescente que tiene lugar en el grupo de pares, panda o pandilla en este caso. A nadie se le oculta un cierto parangón entre el gallo y la adolescencia que no pasó desapercibida a nuestros mayores, que, además de captarla, se preocuparon de reflejarla abundantemente en nuestro idioma. El gallo manifiesta su condición de tal cuando "se suelta a cantar"; luego de encaramarse en su muladar, sobre unas leñeras o encima de una tapia, bate las alas, estira el cuello y emite sus primeros quiquiriquís que le salen un tanto roncos. Así pone de manifiesto su condición de macho y afirma su dominio sobre el territorio, como recuerda el refrán cuando dice "como gallo en su corraI" o "como gallo en corral ajeno" o "en su muladar". De manera análoga, cuando un chaval empieza a cambiar la voz, cambio anejo al desarrollo sexual, se le escapan de vez en cuando sonidos un tanto extraños que se llaman "gallitos". y también, cuando empieza a querer destacar o destaca de hecho del grupo o grupúsculo, se le califica de"gallito". O cuando lleva acabo gestas o actos por medio de los cuales pretende llamar la atención, que no es otra cosa que patentizar su personalidad y autoafirmarse en su naciente identidad, su hacer es calificado de "gallear","cacarear" o "encrestarse". Por eso, cuando un biogrupo -o grupo configurado esencialmente por la edad- o grupo social que quiere destacarse de entre los demás, como las pandas de gamberros, intenta producir bulla o ruido, se dice que "arma un gallinero". Y si una persona es presuntuosa y altanera, se dirá que "lleva levantada la golilla" -alusión a las plumas eréctiles del cuello del gallo-. Pero el léxico también juega a la inversa: al gallo se le llama "caporal", "capiscol", "obispo", "rey","sultán"... ¿Por qué? Porque estas palabras significan excelencia, mando y dominio que llevan anejo un cierto grado de resquemor concierta dosis de resentimiento ante una actitud engallada y en ocasiones arbitraria.

El nombre de cantar le viene por onomatopeya: de la misma manera que el gallo lanza su quiquiriquí, el niño sometido a este rito lanza chillidos rítmicamente según las acciones de sus torturadores. He advertido la presencia de este rito en una zona concreta de la provincia de Salamanca. Ello no significa que no exista en otras zonas de la provincia y de otras regiones, sino simplemente que no las he estudiado en ellas. Se trata de una zona predominantemente ganadera, que se extiende desde el oeste de la provincia a las zonas de Presierra y Entresierras. Zonas ricas en vegetación y en"barrocales", que tienen un sustrato cultural común, con mayores similitudes que las que pueden encontrarse en las restantes zonas o comarcas de la provincia, aun cuando sean limítrofes, claramente perceptibles en el léxico y en otras costumbres. Las razones de esta presencia se deben a una microcultura dentro de la subcultura provincial. El rito no precisa de una cronología exacta, sino que está vinculado al paso a la siguiente etapa escolar. En Robledo Hermoso, por ejemplo, en la antigua escuela, los niños se sentaban en unos bancos adosados a las paredes formando un medio rectángulo mientras que los mayores lo hacían en mesas cuadradas en el centro, con un tintero en medio. Estar aquí suponía haber dejado el pizarrín por la pluma. Cuando un niño pasaba a las mesas sufría el rito. En Los Santos, por citar un pueblo sito en el extremo de la franja, se procedía al rito cuando los niños pasaban de las "Escuelas de las Eras" a las "Escuelas de Arriba", destinadas a los mayores. Momento que solía coincidir con la aparición de pandillas con sus respectivos jefes. Estos decidían cuándo debía celebrarse el rito. A veces se anunciaba al novato para amedrentarlo; en ocasiones se le hacía presenciar el rito practicado a otro compañero, pues el rito no era comunitario sino que se hacía de forma individualizada. Generalmente se aprovechaba un descuido de la víctima y ésta era sujetada por varios miembros de la panda que asistía en pleno al acto. A continuación se le abría la bragueta de los pantalones y se procedía a apretar los testículos rítmica y acompasadamente. Primero lo hacía el jefe y a continuación los restantes miembros hasta contabilizar doce apretujones. Si el grupo era muy numeroso podía ampliarse en varias sesiones de doce. Normalmente solían ser veinticuatro apretujones. El rito iba acompañado de las correspondientes mofas. Luego se le dejaba sobre la hierba y se le ofrecía pasar a formar parte de la pandilla. El lugar podía ser cualquiera, aunque con frecuencia se buscaba un lugar recóndito y apartado.

Existían tres formas: la consumada o completa, la imperfecta y la degenerada. La primera ha quedado descrita más arriba. La segunda era un privilegio reservado a los protegidos del jefe, generalmente chavales apocados y sumisos. Se limitaba el rito a abrirles la bragueta y cuando llegaba el momento cumbre se les dejaba libres a una orden del jefe; tan solo pretendía amedrentar. Pero el gesto del jefe obligaba al neófito a una actitud servil para con él en lo sucesivo, y en caso de no adoptarla se vería siempre bajo la amenaza de sufrir el canto de los callos. La forma degenerada corría a cargo de los mozos que la practicaban con los mozalbetes más engallados, los "gallitos" o "tiraos p'alante", que más "cacareaban". Con la aplicación de esta suerte de suplicio les enseñaban cuál era su lugar y quién mandaba. A veces también lo hacían los miembros de la banda con otros de bandas rivales que invadían sus dominios, o cuando algún miembro se sublevaba, como correctivo saludable. En estos casos era un simple castigo y no un rito.

UN NUEVO STATUS

Pareja al rito de cantar los gallos iba la oferta de pertenecer al grupo o pandilla y de participar en todas sus actividades. Pero al margen de esta opción hay que hablar de una serie de derechos y privilegios que le confería el haber sufrido el rito y la divulgación de este acontecer. Ello creaba una situación nueva en la que merece la pena destacar lo que, a mi modo de ver, parece más importante: empezar a ser mayor y dejar de ser niño. Suponía:

1º La afirmación de la propia personalidad, manifestada por medio de la protesta cuando se le encomendaba el oficio de recadero que hasta entonces había venido ejerciendo por el simple hecho de ser niño. Con la protesta patentizaba un nuevo status en el que se le debían encomendar otras funciones que conllevaban alguna responsabilidad.

2º Por tratarse de zonas ganaderas, se les encargaba el cuidado de ciertos ganados: llevar las vacas a los "praos", "echar el toro a las vacas toreondas", sacarlas a beber a las charcas, ir a arrapear o desarrapear y traer a casa el burro, caballo o mulo, ayudar a "herrenar"y a darles "tronchos de berzas", nabos o nabizas a las vacas u ovejas, ir a buscar agua al pozo o a la fuente pública, guardar las "ovejas aprisqueñas", ir de "boyero" a las "vacas de los valles", que suponía un verdadero orgullo, pues se volvía a casa ya oscurecido y cantando canciones como "Ya vienen los boyeros..."; ir de "rebadán", etc.

3º Podía llevar navaja grande con cadena, en lugar de la "caparranas" de los niños; llevar cerillas en los bolsillos. Esto suponía el dominio y señorío del fuego y la anulación de la prohibición reflejada en la frase de que el "niño que jugaba con el fuego se hacía pis en la cama". Son símbolos del nuevo status, motivados en parte porque al ir de "boyero" o "rebadán " tenía que llevar "merienda" y para cortarla precisaba de la navaja. Y también corría con el riesgo de que un chaparrón le calara la manta y precisaba de una lumbre para secarla. O simplemente, si hacía mucho frío, había que encender una lumbre para calentarse, especialmente a la hora de comer. Puede hablarse de una participación o integración en la vida económica familiar y del pueblo.

4º Se le permitía recibir y administrar las propinas que le daban los forasteros que iban a parar a casa o los familiares.

5º Se prolongaba el tiempo de su estancia en la calle jugando hasta el oscurecer si no había rosario; si lo había como en octubre y mayo, llegar a casa al finalizar éste en la iglesia. En el resto del tiempo tenía que interrumpir el juego del marro o de guardias y ladrones al "toque de oración".

Dentro del grupo de pares se le capacitaba para: 1º Jugar a "juegos de mayores": podía intervenir en las competiciones de peonza, bolas, pelotazos, jincas, "rey, minis, cola" y otros juegos "profesionales", como los tratos en el mercado, las corridas de toros. Y hasta intervenir en las peleas entre grupos o con los pueblos vecinos a pedrada limpia o con "tiriches"u hondas. 2º Otros derechos que le confería la situación de iniciado era ir en pandilla a buscar nidos, "armarle" con lazo a los nidos de perdiz, cosas que se hacían por las tardes después de "salir de la escuela". 3º Participar en los desafíos de subirse a los negrillos. 4º Y sobre todo ser miembro activo con todos sus derechos, entre los que figuran participar en las reuniones y deliberaciones, compartir el escondite secreto, fumar cigarrillos de hojas de "zarcera" o de patatera, envueltos en papel de periódico si no se conseguía arrancar alguna hoja del "librillo" de alguna persona mayor, guardado celosamente en la petaca. 5º Pero quizá el signo más visible de su incorporación al grupo de pares fuera el participar en los turnos para " jugar en el juego grande" de pelota que le daba derecho a reclamar su partido en los recreos de la escuela. Circunstancia que tiene más del que a primera vista parecer pudiera. Pues si estaba jugando un pequeño, al llegar él, tenía que salir, lo que a veces obligaba a un nuevo partido y un nuevo sorteo. El uso del" juego grande" es un categorizador social, puesto que los pequeños solían estar a las rayas observando con cierta envidia el desarrollo del partido y mitificando a los jugadores mayores.

Mayor importancia tenían los derechos en el campo sexual, entendiendo el término en un sentido muy amplio. 1º La expresión genérica"hablar de chicas" está refiriéndose a un conciliábulo, una vez expulsados previamente los"peques", es decir, a quienes no les habían aún cantado los gallos. Bajo una apariencia simple la fórmula engloba diversos matices, pudiendo afirmarse que se trataba de una verdadera iniciación sexual, mezclada con el regusto por lo no descubierto, por lo misterioso, centrada en realidades concretas, en cuerpos concretos. Quienes tenían hermanas contaban los detalles de su anatomía que se cotejaban con otras. Quienes habían tenido alguna "experiencia amorosa" la comunicaban con el mayor lujo de detalles que también se analizaban. Se planeaban estrategias contra alguna chica concreta para que se fijara en ellos y se "quedara"con aquel miembro del grupo que estaba "colado" por ella... Era una iniciación más perfecta que la que pudiera dárseles en las instancias familiares, escolares o parroquiales. Porque era vital y vitalista. Por otra parte, aquéllas no se preocupaban lo más mínimo, porque ya desde pequeños sus hijos estaban familiarizados con el mundo del sexo y de la reproducción, pudiendo afirmarse que no tenía para ellos misterio, al contrario que el puer urbanus, que en gran medida lo desconoce, pues no ve a diario aparearse los animales ni sus continuos juegos eróticos ni cómo las madres paren a sus crías. Este tipo de iniciación estaba ya superado para ellos. De lo que se trataba era de empaparse de una estrategia de aproximación al otro sexo. Se hablaba de chicas también para fijar criterios estéticos, de educación del gusto en materia de mujeres, de selección en definitiva. Algo que difícilmente puede dar una educación sexual hecha por mayores, pues el desfase generacional puede influir negativamente. En muchos casos se oye comentar a los alumnos y alumnas el "mal gusto" de un profesor o profesora para elegir su pareja o criticar la manera de vestir o calzar. ¿Qué grado de credibilidad les va a merecer la opinión de tales profesores en un campo tan delimitado por los gustos generacionales, las modas coyunturales y las propias tendencias individuales ?.

Incluso había una especie de institucionalización: 1º Poder ir al baile y a bailar. Porque los niños también iban al baile, sobre todo si era público y se celebraba en las eras. Pero se entretenían en jugar al escondite o a guardias y ladrones entre las parejas que bailaban con el correspondiente mosqueo de éstas. Pero después de habérseles cantado los gallos dejaban tan insulso proceder e iban a sacar a las chavalas a bailar. Pero tenían que sacar a todas y cada una de sus coetáneas. Lo contrario equivaldría a una declaración de guerra entre familias que la madre de la chica se encargaba de atizar. A veces hasta se atrevían a "fiar" a las parejas de mayores, ya novios formales. Uno de los miembros del grupo, por lo general el más "infeliz", era el comisionado para "fiar"mientras los demás espiaban para "cachondearse" de las reacciones del novio.

2º Otro tipo de institucionalización, que en cierta medida venía a ser como el reconocimiento oficial de que había pasado la prueba de cantar los gallos era "entrar el Día del Gallo con los mayores". Este gesto tiene una significación muy compleja y profunda, imposible de resumir aquí brevemente.

3º También puede considerarse institucionalización el paseo dominguero, generalmente por la carretera. Concurrían grupos de adolescentes de ambos sexos: ellas procuraban atrapar la atención con sus trapitos y coqueterías, ellos con sus "salvajadas" y demostraciones de fuerza. Unos y otros eran celosos de su status, por lo que había verdaderas "reyertas" cuando las madres querían encomendarles que llevasen consigo a los pequeños. Si por fuerzas mayores les acompañaban, procuraban desembarazarse de ellos cuanto antes a pesar de las protestas y de las amenazas de chivarse. Una vez libres, se producía la aproximación paulatina que culminaría en la formación de "parejitas" más o menos disimuladas que se deshacían a la entrada del pueblo. Eran simples tanteos de prenoviazgo.

PARA UNA SIGNIFICACION PROFUNDA

Cuando hablo de significación en profundidad lo entiendo como una búsqueda horadando en el pasado, desde las capas superficiales de la humanidad, las hodiernas, a las profundas para topar con las raíces. Esta búsqueda puede, a veces emparentarse, correr paralela o identificarse, con !a penetración en el inconsciente. Tratare aquí simplemente de ofrecer algunas referencias afines con este mundo del sexo. Muy bien pudieran traerse a colación referencias afines como el monte Taigeto y la educación espartana o la conocida roca Tarpeya de la Roma anterior a los césares. Llamar al atención sobre las leyendas de hermafroditas o sobre las teorías modernas de la ambigüedad sexual hasta un momento clave del desarrollo. Hablar de la importancia del sexo en todas las sociedades primitivas y de los ritos de paso con él relacionados. Por ser temas harto conocidos los cito solamente de pasada.

Hay otras pistas más concretas para una hodogética interpretativa: 1ª Me viene a la memoria recordando la conversación habida con un viejecito, un abuelete todavía con reminiscencias patriarcales. Me recordaba que cuando no eran más que parvulillos, que no entendían de sexo ni de otras muchas cosas, se recriminaban con un vecinito mutuamente diciéndose:"Que no tienes". y el aludido se enfadaba y levantando una especie de faldón, prenda antigua que vestían los niños pequeños, le contestaba: "Sí lo tengo. ¿Lo ves?". ¡Y pensar que tenían cuatro años! 2ª Es proverbial el miedo a la castración en los niños. Cuando se volvían pesados y se les quería alejar bastaba la amenaza " ¡Que te capo! " para que echaran a correr . La misma expresión se utilizaba para probar su valor. 3ª A veces los "hermanitos" tienen al lado de sus juegos particulares (muñecas o balón o pelota o aro, casitas, etc.) las exploraciones mutuas del cuerpo, la curiosidad por ver al oponente en trance de satisfacer necesidades perentorias... 4ª Las preferencias por los lacitos, trapitos frente a la acción y la brusquedad se da de hecho. ¿Instinto, educación? En cualquier caso existe la diferencia de papeles en virtud del sexo, que es por otra parte incuestionable. 5ª Cuando en la escuela el maestro ordenaba dibujar algún animal, se elegía de ordinario por parte de los niños un animal doméstico y con preferencia macho procurando destacar mucho sus atributos sexuales. Actitud similar se observa en muchas pinturas rupestres. Esto prueba una continuidad. 6ª Algunas lenguas modernas todavía mantienen el género neutro para designar los niños y animales no adultos. Parece como si la comunidad necesitase de un acto oficial y público para poner de manifiesto la capacidad generativa. 7ª Hay que reseñar que en zonas de roquedales y de predominio ganadero las representaciones zoomórficas predominan sobre las humanas, mientras que en zonas llanas o costeras las representaciones son humanas en la mayor parte y con predominio de las femeninas. Los vestidos triangulares apuntan al ombligo, dos símbolos de fecundidad y procreación.

¿De dónde viene esa conciencia tan fuerte de la diferenciación sexual en los primitivos y ese querer borrar los perfiles en los "civilizados" ? Es claro que el sexo es un potencial a todo los niveles: aseguran la pervivencia del grupo, tanto demográfica como económica y hasta militarmente. Es por ello un valor supremo y se asegura mediante un proceso de socialización o de aprendizaje, pero no tanto por su valor hedonístico, como ocurre quizás desgraciadamente en nuestros tiempos.




DE LA NIÑEZ A LA ADOLESCENCIA

SANCHEZ, Marciano

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 27.

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