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Aunque en España apenas se recuerdan -por eventuales y poco conocidas- las polémicas en torno al origen y evolución de la poesía "popular", convendría que nos hiciéramos eco de algunas por si pudieran aportar datos al investigador actual o al historiador de nuestros días. Se podrían resumir en dos (simplificando un poco y aceptando el riesgo que conlleva sintetizar) las teorías fundamentales que enfrentan a escuelas y personalidades diferentes: J. Meier con su Rezeptionstheorie asegura que el pueblo es incapaz de crear,. a lo sumo recrea un tema o lo desarrolla, pero siempre basándose en un arte culto. Así, se toman fragmentos, ideas o notas musicales de una obra original, que se aclimata y acomoda a un nuevo tipo de auditorio: El rural. Meier no basa su teoría en meras intuiciones; llega a demostrar en 1909 que mil setecientas canciones populares alemanas proceden de una fuente culta. Esta forma de ver la cultura popular ha tenido escuela y seguidores: Götze, Naumann, Prahl, y un buen número de estudiosos consideran, pues, todo el caudal popular como un arte de segunda clase; algo así como el eco de un verdadero arte. El pueblo no ha creado por sí mismo y se ha limitado a copiar o imitar.
De otro lado, los folkloristas de tradición romántica, que consideran la obra nacida en la ciudad y llevada al campo como una traición a la originalidad popular, observan con reservas ese tipo de creaciones y suelen eludirlas a la hora de publicar los resultados de sus investigaciones. Se preocupan de eliminar todo tipo de material que no les parece auténticamente popular. Obsesivamente rechazan lo que no emerge directamente del pueblo, a cuya devoción dedican horas de estudio y los mejores elogios.
De una a otra teoría media un largo e inútil camino, agrandado por incomprensiones y recelos personales. Sin embargo, por extraño que pudiera parecer, ambas posturas no son antitéticas, como trataremos de demostrar.