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Revista de Folklore número

238



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RELIGIOSIDAD POPULAR EN SANTO DOMINGO DE SILOS Y SU COMARCA (I)

REPRESA FERNANDEZ, Domingo

Publicado en el año 2000 en la Revista de Folklore número 238 - sumario >



El presente artículo y otras probables entregas futuras, forman parte del proyecto de documentación etnográfica titulado: "Donde el conocimiento no llega II: Religiosidad Popular en la comarca burgalesa de las Peñas de Cervera". La investigación fue desarrollada en su mayor parte durante el año 1999 gracias a una subvención recibida de la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, dentro de su programa anual de financiación de los proyectos de inventario, documentación y estudio del Patrimonio Etnográfico de Castilla y León (1).

El estudio es a su vez complemento de la investigación efectuada en 1998 relativa al conocimiento y a las creencias populares en torno a dos temas de vital importancia en el devenir de la vida comunitaria de la comarca: el clima y la salud (2).

Ambas investigaciones versan, pues, en torno a tres de los más sugestivos aspectos del análisis etnográfico y antropológico de la sociedad rural pasada y contemporánea: el conocimiento, las creencias y la religiosidad. Por ello, siquiera de forma breve y sucinta, creo conveniente matizar el sentido y significado de cada uno de estos términos. Un ejemplo etnográfico podrá ayudarnos en la tarea. Durante la época de partos del ganado lanar, el pastor observa con preocupación cómo una oveja aprieta fuertes balidos y cómo su cola se torna negruzca. La señal es para él obvia: la oveja abortará. Estamos, pues, en el campo del saber popular. El pastor, sin embargo, no halla razón lógica para este contratiempo: el ganado no ha sufrido este año ninguna enfermedad grave y la oveja en concreto no ha dado síntomas de malestar durante el embarazo ni ha sufrido accidente alguno; el animal, además, siempre parió sin problemas. El pastor concluye, por tanto, que ciertos compradores que estuvieron en la tenada hace unos días le han debido embrujar el ganado porque examinaron las ovejas, alabaron su calidad y, finalmente, no le compraron ninguna. La creencia en embrujamientos da explicación de lo razonablemente inexplicable. Siendo ésta la causa del mal de su oveja, el pastor tiene fundado temor en que se extienda a otros animales y decide intervenir de inmediato: coloca en las esquinas de la tenada sal y estampas de San Benito con la seguridad de que el embrujamiento cesará. La religiosidad, que es también creencia, aunque de otra naturaleza, se manifiesta en este sencillo acto en todo su esplendor y trascendencia.

El conocimiento popular, como conjunto de saberes nacidos del pueblo y alentados por el medio, ha de cumplir al menos las siguientes condiciones para ostentar la categoría que se le otorga. Ha de ser conocimiento heredado, nacido de la experiencia y probado, encaminado a la resolución práctica de problemas y compartido por la inmensa mayoría de las personas que habitan el lugar donde tiene vigencia.

Considero, y así espero poder demostrarlo en éste y próximos artículos, que el hombre actual —el rural y el urbano, el poderoso y el desamparado, el sabio y el iletrado— necesita conocer el por qué de todas las cosas, o al menos de todas aquellas que le afectan de manera directa y cualitativamente importante. Creo, también, que el mecanismo cultural por medio del cual el ser humano hace frente a las lagunas de su intelecto es el amplio mundo de las creencias. Y por éstas entiendo construcciones cognitivas que sin preocuparse necesariamente de su veracidad, calman en parte la ansiedad que produce el desconocimiento. Las creencias, aun si las calificamos como populares, acotan el campo de su implantación a la esfera del grupo (sexual, de edad, de status, oficio, etc.) e, incluso, recalan el dominio de la intimidad. Por estas características, la creencia difiere del conocimiento en casi todo (no surge de la experiencia, no es compartida ni podemos demostrarla más que vagamente, etc.), pero le refuerza o sustituye, según convenga, en los mismos campos donde éste opera. Creer, por ejemplo, en la mala suerte un día de caza, deja al cazador tranquilo y no le lleva a cuestionarse su pericia, experiencia y prestigio como tal.

Las creencias, sin embargo, son frágiles. Por expresarlo metafóricamente, diré que ayudan a salir del paso cuando, tras invocar a nuestro conocimiento, obtenemos el silencio como contestación. Por tanto, las creencias son arriesgadas allí donde se necesitan respuestas contundentes, donde no es posible vivir con la angustia de la incertidumbre y el desorden. La vida en vecindad constante, la salud del rebaño, la abundancia de las cosechas, el devenir de nuestra existencia son esferas demasiado importantes como para dejarlas en mano de las creencias más vulgares. Su trascendencia demanda una superior modalidad de creencia, la religiosa, que anule cualquier atisbo de esterilidad y duda. La solidez de la religiosidad, frente al carácter abstracto de la creencia, se refleja no sólo en la autoridad de sus construcciones mentales, sino también en los productos visibles que origina: ermitas, fiestas, cofradías, cantos, patronazgos, comportamientos rituales, imágenes, palabra escrita, emociones, normas y prohibiciones, alimentos y un largo etc., dan cuenta de la preminencia religiosa dentro del universo general de las creencias.

La comarca de las Peñas de Cervera, escenario de esta investigación, está formada por los pueblos ribereños del río Mataviejas (conocido también como Ura, especialmente a partir de Quintanilla del Coco hasta su desembocadura en el Arlanza, en Puentedura) y los municipios situados en torno a la Sierra de Cervera (3). De entre todas sus poblaciones, algunas cobran especial protagonismo en el desarrollo del estudio mientras que otras son citadas esporádicamente. Haber pretendido abarcar de forma exhaustiva todas y cada una de las entidades que conforman el espacio comarcal hubiese supuesto una inversión de tiempo y recursos con los que, desgraciadamente, no he contado.

Una precisión final. La investigación etnográfica es cuasi infinita. Nunca se está seguro de haber tratado un tema con la total certeza de haber agotado sus posibilidades. Nuevas informaciones, pistas que surgen inesperadamente, referencias a nuevos informantes y detalles inadvertidos, hacen que el campo de trabajo sea inabordable en unos pocos meses. No pretendo con esta observación exculparme de posibles deficiencias o lagunas etnográficas. Simplemente deseo dejar constancia de mi interés por dar continuidad a lo ya iniciado, enriqueciendo y ampliando el siempre atractivo conocimiento de la cultura popular castellana.

A todas las personas citadas en el trabajo y aquellas otras que, por olvido o por lo fugaz de nuestro trato, no figuran en el mismo, mi más sincero agradecimiento. Un especial reconocimiento va dirigido a Lucio Puente, amigo y fuente inagotable de información. Para Millán López Alameda y para su familia, toda mi gratitud más afectuosa.

EXPRESIONES Y PRACTICAS COTIDIANAS DE LA RELIGIOSIDAD

En un primer nivel, habitual y poco trascendente, la religiosidad se manifiesta de forma rutinaria a través de dichos y expresiones tradicionales. El saludo matutino (Buenos días nos dé Dios), la despedida nocturna (Si Dios quiere), las exclamaciones (¡La Virgen!, ¡Dios mío! ¡Cielos Santos!), los deseos (Dios no lo quiera, Dios te oiga), la ironía (Vivir como un cura), las valoraciones (Es de la piel del diablo. Ese hombre era un santo), las explicaciones más variadas (Se armó la de Dios es Cristo, Aquello acabó como el rosario de la aurora, Ese pueblo está donde Cristo dio las tres voces, Pasé las de Caín, Estoy a dos velas), son ejemplos ordinarios de la presencia de la religiosidad entre las gentes de la comarca de Cervera en una dimensión familiar y espontánea (4).

Mayor originalidad encontramos en el caso del juego de cartas denominado brisca, que los vecinos de la comarca, especialmente las mujeres, practican durante las tardes de invierno o en los anocheceres del verano. Las apelaciones a objetos sacros, santos, vírgenes o a la propia divinidad son moneda corriente mientras las cartas están sobre el tapete. Por ejemplo, si el compañero desea que echemos el As de bastos dirá lo siguiente:

Abajo morena, que el báculo te quema.

Si su deseo es que abra con espadas la jugada, recitará este pequeño verso:

Espadarás María y sacarás buen lino.

El As de bastos y el Caballo del mismo palo en una misma baza hace que los jugadores pronuncien el siguiente dicho:

Sara Roque y el palitroque.

Cuando no se está muy seguro de la carta más conveniente que ha de jugarse, se pronuncia el siguiente verso, el cual refleja la inseguridad de la acción, pues su resultado puede ser uno u otro:

Si sale con barbas, San Antonio; si no, la Purísima (5).

En otras ocasiones, la religiosidad está presente en forma de consejos. Cuando la puntualidad es una virtud necesaria, acudir tarde a la cita supone una pérdida de beneficios que los habitantes de la comarca resumen en este refrán:

El que llega tarde, ni oye misa ni come carne.

Si de lo que se trata es de descansar en verano y tener asegurado el alimento, el siguiente refrán da cuenta de cómo lograrlo:

Entre San Pedro y San Juan el mejor amigo es un habar.

Las habas son muy apreciadas entre los paisanos de Cervera, por lo que no es extraño que su siembra se cuide con celo. De nuevo, la religiosidad popular entra en juego. Así, se recomienda sembrar este producto el día de San Isidro, aunque si las semillas no crecen apropiadamente se vuelven a sembrar la noche de San Juan, pero esta vez sin tapar, para que de este modo las simientes recojan el mágico rocío de esa noche.

Probablemente, el cotilleo sea uno de los vicios más denostados por los vecinos de los pueblos de Cervera. Hablar, generalmente mal, de los demás y hacerlo de forma ligera y sin conocimiento de causa es una práctica habitual que puede provocar malestar y tensiones cotidianas. Frente a los que murmuran, critican o se ríen de los otros debemos tomar la siguiente actitud:

El viento cierzo disipa las nubes, y la cara triste la lengua del murmurador (6).

Aunque si somos nosotros quienes caemos en el vicio de criticar y chismorrear, debemos aplicarnos la mortificación de la lengua, recogida en el consejo de San Bernardo:

Pasar dos veces por la lima lo que una sola vez ha de pronunciar la lengua (7).

O hacer uso de la recomendación de San Vicente Paúl:

Haced más uso de vuestros oídos que de vuestra lengua. A menudo tiene uno que arrepentirse de haber hablado, rara vez de haber callado (8).

El uso irresponsable del chismorreo puede provocar tensiones y conflictos entre los vecinos de un determinado barrio o pueblo. Cuando quien habla de más y lo hace de forma negativa es considerado un amigo, el daño es aún superior:

La lengua de un mal amigo, más corta que un cuchillo (9).

La amistad, por tanto, no es cosa de apariencias sino de hechos que no se igualen con el siguiente:

Dad al diablo el amigo que deja la paja y coge el trigo (10).

Un compendio de normas que, desde la óptica de la religión católica, puede facilitarnos una buena vida me fue transmitido por un anciano del pueblo de Santibáñez, el señor Eleuterio, fallecido hace ya algunos años, que recordaba haberlo leído en su infancia en uno de los muchos libros religiosos de divulgación que circulaban por la comarca. Según mi informante, éstas son las Reglas del buen vivir.

1) Tres pocos y tres muchos funestos al hombre:

- Saber poco y hablar mucho.

- Tener poco y gastar mucho.

- Valer poco y presumir mucho.

2) Tres muchos recompensados por otros tres:

- Mucho estudio, mucha ciencia.

- Mucha honradez, mucha paz.

- Mucha reflexión, mucha sabiduría.

3) Tres buenos médicos: los doctores Dieta, Alegría y Trabajo.

4) Tres cualidades para ser feliz:

- La paciencia para soportar los males.

- El temor de Dios para evitar los vicios.

- La calma de corazón para soportar las flaquezas del prójimo.

5) Para vivir en paz: escucha, observa y calla.

Y, en fin, toda una serie de máximas religiosas recogen enseñanzas que nos facilitarán tanto la vida en este mundo como la salvación futura:

- El que no es agradecido, no es bien nacido.

- El agradecido, más de lo pedido.

- El amor y la fe, en las obras se ven.

- Con el viento se limpia el trigo, y los vicios con el castigo.

- Comer poco y beber menos, a lujuria pone freno.

- Si honraras a los demás, a ti mismo te honrarás.

- Al médico y confesor, no les mientas que es peor (11).

Todos estos consejos se oponen radicalmente a aquellas otras formas de ser y de conducirse que contradicen los supuestos de una vida recta y acomodada a la catequesis cristiana. Para esta enseñanza, la gente de Cervera también posee sentencias apropiadas. El primer bloque se destina a aquellas personas falsas, hipócritas y aparentemente devotas:

- Barro y cal encubren mucho mal.

- Colar el mosquito y tragar el camello.

- La cruz en el pecho y el diablo en los hechos (12).

Y estos otros son especialmente críticos con los que, estando consagrados a la iglesia, se ocupan de asuntos más mundanos:

-Abad avariento, por un bodigo pierde ciento.

- La monja y el fraile, recen y callen (13).

Las siguientes máximas censuran a quienes se muestran avarientos y siempre insatisfechos:

- Cuanto más se tiene, más se quiere.

- En el arca del avariento, el diablo yace dentro (14).

Con un tono más amable, pero igualmente acusador, el refrán que sigue combina conocimiento climático y mordaz crítica:

El sol madrugador
y el cura callejero:
ni el sol calentará
ni el cura será bueno (15).

Algunos dichos nos advierten del perjuicio que pueden suponernos ciertas malas compañías:

- Al hombre de más saber, una mujer sola le echará a perder.

- Compañía de tres, buena es; de cuatro, dadla al diablo (16).

En fin, otros comportamientos contrarios a la religión son censurados a través del refranero:

- El que en mentira es cogido, cuando dice verdad no es creído.

- Cebada la que yo quiera, y trigo el que Dios me diera.

- Hecho de villano, tirar la piedra y esconder la mano (17).

La religiosidad popular se manifiesta también en el ámbito doméstico y familiar. Los niños, la mujer y su casamiento, la muerte, etc., son aspectos valorados y tratados por el refranero de contenido religioso en la comarca tal como se aprecia en esta pequeña muestra.

- Anda, niño, anda que Dios te lo manda.

- Madre no viste, padre no tuviste, diablo te hiciste.

- Quien malas mañas ha en la cuna, o las quita tarde o nunca.

- Mujer y rezar y casa de guardar.

- En la vida, la mujer tres salidas ha de hacer: al bautismo, al casamiento, a la sepultura o monumento.

- Casarás y amansarás.

- Entre hermano y hermano, dos curas y un escribano.

- El pobre y el cardenal, todos van por un igual.

- Camisa y toca negra, no sacan ánima de pena (18).

Finalmente, dentro del mundo relacionado con la muerte y el devenir de la vida, dos pervivencias religiosas judaicas aparecen en el sentir religioso comarcano:

- Dios y el mundo no pueden andar juntos.

- En muriéndome yo, todo se acaba (19).

Las fechas de determinados santos sirven como indicadores del cambio de estaciones. Así, el comienzo y el final del invierno se recogen en estos refranes:

Por San Andrés, invierno es (20).

Sara Matías,
iguala las noches con los días,
pega el sol en las umbrías,
y cantan las gullerías (21).

Mientras que el alargamiento de los días, y con ello también el inicio del fin invernal, se recoge en este otro dicho:

San Sebastián, una hora y no cabal (22).

El refranero religioso comarcano expresa de forma poética y acertada algunos hechos tan rutinarios y sencillos como el siguiente:

Cuando el Carro del Cielo vuelve el rabo, o quiere amanecer o es día claro (23).

En una economía basada fundamentalmente en el sector primario, el clima determina en un sentido u otro la marcha de las haciendas. Sin pretender ser exhaustivo, citaré algunos refranes que predicen el futuro meteorológico y se basan en algún elemento religioso, generalmente los santos. Los refranes pueden predecir un mal año agrícola. Por ejemplo, si hiela el 24 de mayo, o en días cercanos, la cosecha de cereal y la vendimia se verán negativamente afectadas:

San Urbán, quita vino y no da pan.

Aunque las nieblas en junio tienen similares consecuencias:

Nieblas en San Juan,
quitan vino
y no dan pan.

Y si lo que acontece es que no ha llovido en abril, la penuria marcará la vida de las familias labradoras:

San Marcos, los chicos descalzos (24).

Las fechas de la Semana Santa también son augurio del año agrícola. Si éstas son demasiado tempranas, el pronóstico no es bueno:

Pascuas marzales,
daños y males
y mortandades.

El aire que reina el día de San Martín será. el aire que domine el invierno venidero; las nieblas del día de Santa Águeda marcarán por dónde irán éstas el resto del año; si llueve por San Antonio de Padua ("cuando la espiga está en plena sazón") se tiene asegurada la cosecha; un mes de noviembre lluvioso presagia una primavera similar ("Santos mojaos, Ramos regaos"), y en base al número tres, número que representa a la Santísima Trinidad, se pueden predecir los vientos y el tiempo que reinará el resto del mes:

Lo que hace el uno, dos y tres,
hace el resto del mes.

Para expresar la brevedad del rigor estival, se acude al siguiente dicho:

El verano, de Santiago a Santa Ana (25).

Aunque su comienzo sea anterior:

Día de San Bernabé, dijo el sol: aquí estaré (26).

Los refranes, dichos y creencias de tono religioso que guardan relación con el clima (en tanto factor determinante de la agricultura), las cosechas y las labores agrícolas son muy numerosos y han sido tratados en la investigación mencionada anteriormente. Si, finalmente, los artículos de ésta ven la luz en la Revista de Folklore, el lector podrá tener un conocimiento aproximado de la riqueza etnográfica existente en la comarca en este ámbito de la vida rural burgalesa. No obstante lo dicho, no me resisto a finalizar esta breve muestra con un par de refranes que reflejan muy acertadamente el pobre rendimiento de la tierra en nuestra comarca y el espíritu de resignada ironía de sus gentes. El primero de ellos, no religioso, es contundente:

Celemín coger, celemín sembrar: paja de ventaja (27).

Mientras que el que le acompaña, demuestra la fina mordacidad de los hombres de Cervera:

Ver de un grano quince espigas, a adorar a Dios obliga (28).

Noviembre es un mes poco querido por los pastores. Con él vienen las lluvias y las primeras nieves, lo cual endurece sobremanera su trabajo. Por eso, los pastores le valoran de la siguiente forma:

Dichoso mes que empieza con los Santos y acaba con San Andrés.

Todo lo contrario ocurre con las lluvias de agosto. Efectivamente, el pastor aprecia mucho un mes de agosto lluvioso y fresco. De esta forma, el pasto del año será abundante:

La otoñada buena,
por San Bartolomé la primera.

Los santos también marcan los momentos en que el pastor debe realizar determinadas tareas. Así, por ejemplo, los carneros se separan del rebaño por Santiago, mientras que el esquileo se efectúa hacia San Antonio de Padua. Unido al trabajo de los esquiladores, he podido recoger en Carazo el siguiente verso. Según mi informante (29), los esquiladores entonaban este breve canto después de la comida del mediodía:

Ahora que hemos comido bien,
con alegría y contento,
démosle gracias a Dios
y al Santísimo Sacramento.

La religiosidad, como se verá en el caso de San Antonio o Santo Domingo, puede ser cosa privada, propia de la devoción y fe personal que se tenga en los asuntos que conciernen a la divinidad. Por ello, muchas manifestaciones religiosas que normalmente son públicas devienen íntimas cuando las personas o las circunstancias lo requieren. Este es el caso de la confesión o examen de conciencia que muchos habitantes de la comarca realizan en su casa diariamente al acostarse. En esta práctica se pasa revista a los mandamientos cristianos para ver en cuál de ellos se ha fallado. Un resumen de las informaciones etnográficas obtenidas sobre el tema puede verse a continuación.

Ejercicio cotidiano de la confesión

(Repasar los Mandamientos y ver qué faltas se han cometido contra ellos).

Primer mandamiento: si se ha dado crédito a sueños, agüeros o rayas de manos; si se ha consultado a hechiceros, adivinos o gitanas; si se llevan nóminas u oraciones, con las cuales se cree que se sabrá la hora de la muerte; si se ha curado, o hecho curar a sí o sus cosas, con palabras vanas y acciones supersticiosas.

Segundo mandamiento: si se ha jurado amenazando de vengarse; si se prometió con juramento no hacer bien o hacer mal.

Tercer mandamiento: si se ha determinado no guardar fiestas, trabajar o hacer trabajar en ellas; si se tuvo intención de no oír misa, de no ayunar, ni confesar ni comulgar a su tiempo; si oyendo misa se ha hablado; si no se ha rezado lo que se tiene obligación.

Sexto mandamiento: si estando casado se ha negado el débito a su consorte, no teniendo causa legítima, o se ha usado mal del matrimonio con peligro; si se ha usado de malos trajes o adornos con mal fin.

Séptimo mandamiento: si se ha tenido o se tiene deseo de tomar o tener lo ajeno, o de hacer algún mal trato o engañar al prójimo; si se ha consentido en hacer, o que otro lo haga, daño en la hacienda de otro; si se ha comprado más barato o vendido más caro de lo justo; si se lleva cambios ilícitos, prestando por interés, cometiendo usura.

Octavo mandamiento: si interiormente se ha resuelto de murmurar o mentir en daño grave; si se ha murmurado del prójimo o gustado de oír murmurar; si con mala lengua se ha hecho perder casamiento, dignidad, etc.

De igual forma, la práctica del Vía Crucis en casa, andar el Vía Crucis en expresión popular de la comarca, es habitual entre las gentes de más edad de Cervera. El desarrollo de este ejercicio espiritual es el siguiente:
- 1.a estación
- Oración -Trío
- Responso
- Besar el suelo
- Responso
- Lo mismo para todas las estaciones, menos la oración primera que cambia con cada una de ellas.

En la comarca de Cervera existe otra serie de prácticas rituales religiosas que, sin tener la categoría de celebraciones de envergadura, poseen una especial significación para sus habitantes y encierran un indudable valor etnográfico y antropológico. Veamos a continuación una breve muestra de ellas.

Hasta los años 60, época en la que se produce el auténtico declive demográfico de las comunidades de nuestra zona de estudio, era corriente realizar cuestaciones por las casas del pueblo solicitando una limosna para atender a determinado fin religioso. En Peñacoba, el ritual combinaba devoción y diversión. Este es el testimonio que las mujeres de esta población me ofrecieron sobre la cuestación del Santo Cristo:

"Y cuando íbamos a pedir con el Santo Cristo y todo eso, no creo que hubiera ningún pueblo como el de aquí. ¡Cómo cantábamos!

Ibamos a pedir a los molinos y todo, en el Santo Cristo. En cada casa una oración.

Muy bonitas, muy bonitas, todas esas del Cristo eran preciosas. Nosotros hasta Hinojar fuimos un año con el Cristo... Ya corriendo con el Cristo, que nos venían apedreando.

Y en el molino, nos daban una docena de huevos. En el molino de abajo. El otro era más roñoso.

Pedro, el molinero, nos daba. Su madre...Aquella era muy buena" (30).

En Silos, esta práctica consistía en pedir de puerta en puerta una dádiva para el Cristo. Con lo recaudado, generalmente en forma de alimentos, se procedía a su venta y con el dinero obtenido se compraba el aceite que iluminara la lámpara del Cristo situada en la iglesia parroquial. La oración que acompañaba a esta petición me fue recitada, hace algunos años, por la señora Dominica Alameda, vecina de Silos:

San José estaba llamando
a las puertas del mesón,
con la Reina de los cielos,
Virgen y Madre de Dios.

Preñada estaba y quisiera
llevarla en mi corazón.
Para aquel pobrecito hombre,
las puertas de hierro son.

En el portal de Belén
daban los rayos de sol,
donde envolvía la Virgen
a su Hijo, el Redentor.

Cada vez que le envolvía,
le decía esta canción:
has de resucitar, hijo,
Pascuas de Resurrección.

Has de morir, hijo,
por salvar al pecador.
Has de subir a los cielos
el día de la Ascensión.

En Quintanilla del Coco, hasta hace algunos años, diariamente, un vecino del pueblo acudía hasta la ermita de la Virgen de las Naves, situada a unos tres kilómetros del pueblo, con una lámpara de aceite encendida. El ritual era altamente valorado por los vecinos, para los cuales "si un día no acudíamos, parecía que nos faltaba algo".

También en Quintanilla, al igual que en muchos otros pueblos comarcanos, existe la costumbre de albergar en casa durante un número determinado de días una imagen santa. La imagen se aloja en una caja de madera, cuya cara principal es de cristal y tiene unas puertas. La caja posee también un pequeño cajón donde depositar limosnas y en su parte posterior suele llevar pegada una lista con los nombres de las personas que participan en la devoción de la imagen.

Finalizado el período de permanencia de la imagen en casa, el vecino la traslada hasta el hogar del siguiente de la lista. Su entrega se suele realizar acompañada de una fórmula específica, que varía de unos lugares a otros. La imagen de Quintanilla es una virgen llamada La Milagrosa, en Silos corresponde a la Virgen del Camino, mientras que en otros pueblos he podido constatar la presencia de imágenes del Niño Jesús, el Sagrado Corazón y otras vírgenes locales.

El rezo del Rosario y la celebración de la festividad del Santo Rosario han decaído enormemente en la comarca. Sin embargo, hasta tiempos no muy remotos eran dos manifestaciones religiosas de primer orden. Ello puede deberse, muy probablemente, al influjo que sobre las poblaciones de la comarca ejerció la vecina localidad de Caleruega, cuna de Santo Domingo de Guzmán, fundador del Rosario como práctica religiosa católica. Precisamente en Caleruega obtuve un pequeño libro que ensalza las virtudes de la familia del Santo y proclama las excelencias del rezo del Rosario. Por su valor etnográfico e histórico (fue escrito al inicio de la Guerra Civil) reproduzco a continuación alguno de sus párrafos más interesantes.

"Sin duda alguna es el Santísimo Rosario la devoción más agradable a nuestra Madre, la Virgen Santísima. La Iglesia, fiel intérprete de la voluntad divina, lo presenta a sus fieles como el primer acto común después de la Santa Misa; es, como si dijéramos, la oración por excelencia de las familias, el sacrificio respectivo y como un sustituto de la Misa en el Hogar. ¡El Santo Rosario! Palabra mágica que alivia y fortalece el alma con sólo pronunciarla; con su rezo endulza el Misionero sus fatigas, el Mártir contempla gozoso los instrumentos del martirio; es para el Sacerdote la piedra de toque de las almas; el artista halla en él sus bellas creaciones; el labrador convierte el hogar en Templo donde él es su sacerdote, sabe que el Rosario es su Ángel Tutelar para librar de la sequía, de las tormentas y de la langosta que pueden minarle sus cosechas; el enfermo en el lecho de dolor, el soldado en las trincheras, el amenazado en los refugios y el preso en la oscura y húmeda cárcel, mira a todos los lados, y si no encuentra consuelo en sus desdichas, terminará por descolgar el Rosario o sacarlo del mugriento rincón de su traje, lo besa, comienza a rezarlo y acaba por convencerse de que él es el amigo fiel y el bálsamo seguro de sus penas. A última hora, cuando el enfermo ha recibido los auxilios de nuestra cariñosa Madre la Iglesia, o si por circunstancias imprevistas no puede recibirlo, ¿qué hacen sus amigos y familiares? Rezan. Padrenuestros, jaculatorias, oraciones y no descansa hasta haber empuñado la espada del Rosario, arma eficacísima para librar la última batalla de la vida; y el Rosario, finalmente, suaviza las penas de los que sufren en el Purgatorio y de los que en tierra quedamos.

La Madre de Dios es la celestial inspiradora del Santo Rosario; su Fundador el insigne español Santo Domingo de Guzmán; y sus hijos, los Frailes Predicadores, los legados de la Reina del Cielo y los más fervientes propagadores de esta divina devoción" (31).

En Santibáñez del Val, el día de Nuestra Señora del Rosario se engalanaban las imágenes de la Virgen y del Niño Jesús con racimos de uvas. Había procesión por las calles del pueblo y rezo del Rosario. En Castroceniza, el mes del Rosario era muy respetado por la gente. Me cuenta una mujer de unos cincuenta años:

"Aunque la gente trabajaba de sol a sol en el campo y venían cansados, todos acudían a rezar el Rosario a la Iglesia. Y lo hacíamos con mucha fe, con mucho fervor.

Ahora, los pocos que quedamos aquí, pues oyen las campanas el domingo que toca misa y ya están con los tractores arrancados".

En Silos, el día primero de Octubre, organizada por la Cofradía del Santo Rosario, se realizaba una procesión por las calles del pueblo al tiempo que se rezaba el Rosario (32). Después del Rosario, se entonaban las Letanías lauretanas y se procedía a la bendición del Santísimo Sacramento.

SANTOS PROTECTORES

San Antonio de Padua Este Santo goza de particular devoción en la comarca, pues es abogado frente a las catástrofes que amenazan al ganado y seguro protector de quien se encomiende sinceramente a él. Para ilustrarlo, veamos parte del material etnográfico recopilado. San Antonio, en primer lugar, es venerado a título individual por muchos de los vecinos de la comarca. Un caso emblemático lo constituye la sacristana de Quintanilla del Coco, la señora Dominica Alonso. Este es su testimonio:

"San Antonio es mi mejor amigo. Con él hablo de tú a tú, sin ceremonias. Mira, una vez se me perdió un anillo en la era, un anillo bueno, ¿eh? Recé la oración al santo y encontré el anillo. Otra vez, se paró el reloj de la iglesia y como yo soy la sacristana... Digo: hay que ver si ahora piensan que he sido yo quien lo ha roto. No se me quitaba ese pensamiento de la cabeza. Pues se lo pedí a San Antonio.Le dije: oye, mira, que esos van a creer que he sido yo, que ya no valgo para el cargo y tal. Al día siguiente ya estaba andando, como si tal cosa, fíjate. Pero no creas que soy yo sola quien tiene tanta fe. Mi cuñado..., ese tenía más que yo todavía. Cuando murió, se apagó la vela del santo, que siempre la tenía encendida en su dormitorio. Y una imagen que tenía, una de San Antonio de mármol, desde entonces se empezó a escamar, así por la cara, se le caía eso...".

La capacidad del Santo paduano para encontrar objetos extraviados es uno de los rasgos distintivos de la fe que se le profesa. En la comarca, los pastores son quienes más se benefician de su intercesión, pues la pérdida de ovejas es algo relativamente frecuente. Cuando esta desgracia acontece se debe rezar la Oración del Santo, evitando ir en busca del animal desorientado inmediatamente. Ello equivaldría a no tener fe en San Antonio y probablemente, aunque encontráramos la oveja perdida, ésta estaría muerta. La oración me fue recitada por una anciana en Silos, la señora Lucía Palomero, de 74 años, esposa del pastor jubilado Valeriano Martín.

Responsorio a San Antonio
(Para encontrar objetos perdidos)

Si buscas milagros, mira:
muerte y dolor desterrados;
miseria y demonios huidos;
leprosos y enfermos sanos.

El mar sosiega su ira.
Redímense encarcelados.
Miembros y bienes perdidos,
recobran mozos y ancianos.

El peligro se retira.
Los pobres van remediados.
Cuéntenlo los socorridos.
Díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira...

Gloria al Padre.
Gloria al Hijo.
Gloria al Espíritu Santo.

El mar sosiega su ira...

Ruega a Cristo por nosotros,
Antonio glorioso y santo.
Para que dignos así
de sus promesas seamos.
Amén.

Oración: Padre mío. San Antonio, yo siempre he tenido fe y confianza en vos, que me habéis de ayudar y favorecer en esto que os pido por el Señor a quien mucho amasteis y por el Niño Jesús que tuvisteis tantas veces en vuestros brazos. Suplicoos, Santo bienaventurado, por tantos milagros como en vida y muerte hicisteis, me otorguéis esto que os pido, si ha de ser en servicio de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. (Aquí se hace la súplica y después se reza un Padrenuestro).

Frente a las pestes o epidemias que asolan a los rebaños, se acude a San Antonio en demanda de protección y remedio. Algunos ejemplos históricos en los que pueblos enteros se encomiendan al Santo han sido localizados en el Boletín de Silos, publicación de la Cofradía de Animas de esta localidad durante los años 1900-1925.

"El temporal y la glosopeda. Desde el 10 de mayo hasta el 24, unos hielos muy fuertes han devastado los campos, viñedos y frutales de muchos pueblos de nuestra provincia. Para colmo de desgracias, la enfermedad que ha hecho estragos en el ganado en tantas comarcas ha entrado también en nuestro valle. Por ello, las buenas gentes que habitan sus pueblos y aldeas han decidido acudir a su padre San Antonio, el cual nunca les falla en momentos como éste. En Espinosa está expuesta la estatua de San Antonio con 15 ó 20 luces ardiendo permanentemente. También han organizado una novena. Iniciativas similares tienen lugar en Castroceniza, Carazo, Villanueva de Carazo y Mamolar" (33).

"En Hacinas ha tenido lugar una solemne rogativa a San Antonio para implorar que cese la glosopeda" (34).

Mientras que este pequeño cuento me fue narrado por Federico Fernández Velloso, pastor de Espinosa de Cervera:

"Era una ganadera que tenía un vaquerillo y fue a verle una tarde, ¿que no? Y ya cuando las vacas se hartan de comer, se van al majadal. Se tumba el vaquerillo, se echa en su camastro y se queda dormido. Rumiaba una vaca, sonaba un cencerro..., ella pensaba que podían comérselo los lobos o picarle una tarántula. Ya amanece, a la mañana siguiente, y dice: «Hala, levanta mi mozo que vamos a hacer una lumbre grande y un almuerzo muy rico y a la noche nos vamos a casa, ¡que San Antonio Bendito las guarda!»".

San Blas

Algunos santos, sin ser patronos del pueblo ni gozar de celebraciones especiales, permanecen arraigados en la fe popular de forma especialmente llamativa. Este es el caso de San Blas, al cual los vecinos de diversos pueblos de Cervera honran a primeros de febrero como Santo protector de las enfermedades de garganta. El modesto ritual que acompaña a la misa del día consiste, generalmente, en la bendición del pan de San Blas, aunque también se ofrecen dulces, frutas e incluso bebidas alcohólicas. Los productos bendecidos se consumen cuando se presentan los primeros síntomas de la enfermedad y sus efectos curativos se dejan sentir de inmediato.

"Mi madre nos daba un trozo de torta de San Blas cuando empezaba a dolernos la garganta, en invierno. Funcionaba, oye, enseguida que comíamos eso nos curábamos. Tengo que preguntarle a mi hermana si este año ha llevado el pan a la iglesia..." (Lucio Puente, pastor de Silos, 65 años).

En el caso del pan, operaba además otro efecto sorprendente: permanecía incorrupto durante todo el año.

"La torta de San Blas no se encanece, aguanta todo el año y no cría moho ni nada, fíjate qué cosas: un año entero y como el primer día" (Lucio Puente, pastor de Silos, 65 años).

Si bien algunas personas se resisten a conceder importancia a la capacidad curativa del producto bendito, la siguiente anécdota refleja un trasfondo de creencia que quizá no es manifestado al investigador por temor a la burla o al desprecio. El episodio tuvo lugar en el pequeño bar del pueblo donde me encontraba el mismo día de San Blas. Quise conocer el arraigo de la festividad en la comunidad y pregunté a la propietaria del establecimiento. Esta fue su respuesta:

"Allí (a la iglesia) voy a ir yo. A hacer el tonto. Allí que vayan las beatonas (cita a diversas mujeres de la localidad), que vayan esas con sus panes y rosquillas, que ellas sí tienen algo que agradecerles (a los curas). A mí ahí no me ven el pelo...".

Mientras la mujer continuaba con su discurso, entró una anciana, vecina de aquélla, y le entregó una caja de rosquillas.

"Ahí tienes las rosquillas de San Blas que me pediste. Que el Santo te proteja y te dé salud para todo el año".

Por último, hay quien utiliza al Santo con fines no precisamente benefactores:

San Blas
ahoga a éste
y ven a por más (35).

Santo Domingo de Silos

La fama de San Blas en la comarca se ve empequeñecida por la figura de otro santo enormemente venerado en la zona. Me refiero a Santo Domingo de Silos, Abad del monasterio de San Sebastián de Silos en el siglo XI, y Santo venerado durante centurias por miles de peregrinos dada su fama de taumaturgo y liberador de esclavos. Santo Domingo intercede ante Dios para que las esposas que sufren por su infecundidad logren su anhelada condición materna. La fama del Santo en este cometido transciende las fronteras comarcales e incluso las nacionales. Estos son algunos ejemplos tomados del mencionado Boletín de Silos (36).

"De Poitiers han pedido una cinta para la señora Moissee; de París, la señora duquesa de Estissac también".

"Santo Domingo de Silos, abogado de los felices partos. Escribe un suscriptor del Boletín de la Cofradía de Animas: «las cintas del Santo son muy estimadas y hasta ahora todas las personas que las han tenido han dado a luz con felicidad, aunque algunas no se esperaban tanto; y es de notar que una joven marquesa que pidió y a quien no envié la cinta, porque no tenía entonces, tuvo un parto desgraciado»".

"Se nos escribe de Acinas, pueblo de la diócesis de Osma, la alegría de una madre que, después de dos partos desgraciados, vino a Silos a encomendarse al Santo, encargó una misa en su altar, y llevó puesta la cinta bendita. El cuatro de octubre último, la piadosa madre ha dado a luz una niña bien constituida".

Como se aprecia por estos testimonios, Santo Domingo logra la fertilidad de personas residentes en el extranjero y en nuestro país. El vehículo que propicia los embarazos es la cinta bendita del Santo que se vende en el monasterio de Silos. Las cintas deben tener la misma medida que el báculo de Santo Domingo conservado en el museo del monasterio. Para proceder a su bendición se ejecutan los siguientes pasos:

- Se ponen en contacto la medida de la cinta con el mencionado báculo.

- Después, las cintas son llevadas al camerín del Santo y puestas en contacto con la urna que contiene sus reliquias.

- Por último, se llevan a la celda de Santo Domingo y quedan sobre el altar de esta capilla, mientras se reza el responso del Santo Abad y su oración.

En la actualidad, las mujeres embarazadas de la comarca reciben de sus madres o suegras el regalo de una cinta de Santo Domingo que las futuras madres se habrán de colocar alrededor del vientre durante el período de gestación y que tendrán a su lado durante el momento del parto. De esta forma, se evita cualquier mal y contratiempo.

Santo Domingo no limita su poder al ámbito de la maternidad. También se cuida de la salud de sus fieles y del bienestar de los pueblos que le veneran.

"Vecina 1.a.- Aquí también se le tiene devoción al Santo, igual, igual que en Silos.

Vecina 2.a.- Me habían operado de un tobillo, que me rompí yendo a echar, allí, a mi hacienda. Al salir de la anestesia, los médicos me dijeron que había pronunciado muchas veces el nombre de Santo Domingo" (Fructuosa Álamo y Jacinta Puente, vecinas de Santibáñez).

"Cuando había algún peligro para las cosechas o para el ganado, o una epidemia de esas que se cargaban familias enteras, pues al Santo, íbamos al Santo y, claro, con la fe que por aquí se le tiene, pues algo hacía. Sin fe no es lo mismo" (Domitilo Martín, labrador fallecido, vecino de Silos).

"El aceite de las lámparas de Santo Domingo de Silos. La mujer de un labrador de Cebrecos tuvo hace catorce años en el dedo pulgar izquierdo un carbunco del cual le resultó una caries de los huesos. Se le puso la mano toda como un monstruo, y se le abrieron siete bocas. Por una de ellas la infeliz se arrancó ella misma un hueso. El médico de turno no veía otro remedio que cortarle el dedo. Pero Antonia, confiada en el poder de Santo Domingo, pidió un frasco de aceite de las lámparas que arden delante de su altar y con él se hizo untar, cubriendo el dedo con una cinta. A los pocos días desaparecieron los dolores, se deshinchó la mano, se cerraron los siete agujeros y el dedo sanó, pero quedando siempre visibles las cicatrices de la enfermedad" (37).

"Un niño, Hilarión Fernández, de Silos, perdió completamente la vista a causa de la hinchazón de sus ojos; su padre encendió durante nueve días una lámpara en el altar del Santo y el niño recuperó totalmente la visión" (38).

"El día 11 de septiembre, atravesando la áspera montaña de Carazo, llegó a este monasterio, desde Barbadillo de Herreros, a seis leguas de Silos, don V. Merino con su hijo Vicente, niño de cuatro años de edad, para cumplir su voto que hizo de visitar el sagrado sepulcro del Santo si su hijo salía de una gravísima enfermedad" (39).

Santo Domingo, dada su fama y la especial devoción que recibe de los habitantes de la comarca, cuenta con varios himnos propios que se entonan el día de su fiesta (20 de diciembre), algunas vísperas especiales y en otras solemnidades (San Isidro, fiestas patronales de Silos, fiestas notables). A continuación se presenta uno de estos himnos tal como fue recogido el pasado día 13 de mayo, festividad de San Isidro, en Santo Domingo de Silos.

Canto a Santo Domingo

Gloria, gloria a Domingo de Silos,
de la Rioja ilustre varón,
que de monje venció sus pasiones
y ahora gozas delante de Dios.

Desde el cielo bendice a tus hijos,
que con fe, esperanza y amor,
a tus plantas, rendidos y humildes,
sólo esperan tu fiel protección.

Bajo el peso de los grillos
y cadenas que nos atan,
con heridas en el cuerpo,
pena y llanto en el alma;

¡oh, Domingo, santo nuestro!,
de nosotros ten piedad;
sácanos del cautiverio,
danos santa libertad.

Estos otros cantos fueron recogidos durante la celebración de Santo Domingo de Silos el 20 de diciembre de 1997 y el día de los Romeros, el 2 de septiembre del año 1998.

Domingo glorioso
Domingo glorioso,
Santo Confesor,
sé nuestro abogado,
padre protector.

Brillas cual sol rutilante
ante el trono del Señor,
que ciñó tu sien radiante
con tres coronas de honor.

Los devotos tus grandezas
pregonamos sin cesar,
que de nuevo tus proezas
doquiera vean brillar.

A los cristianos cautivos
sacaste de su aflicción,
que tus ojos compasivos
nos dispensen protección.

Domingo compasivo

Domingo compasivo
guarda a tu pueblo fiel
y no permitas que cautivo
caiga en brazos de Luzbel.

Salud a ti. Patrono excelso,
fuiste potente redentor
del infeliz que aprisionado
del moro infiel sintió el furor.

Himno en llamas

Himno en llamas de amor inflamado
consagramos al gran triunfador;
a Domingo, el potente abogado,
la gloría de Silos, de España loor.

Tres coronas le ciñen la frente,
tres coronas de luz refulgente,
que en gloriosos combates ganó.
En su herencia el honor, la victoria,
por haber despreciado la gloria,
la gloria ilusoria del mundo que holló.

Ante el sacro tesoro vayamos
y al glorioso Domingo ofrezcamos
nuestras almas brillantes de amor.
Vuelve, vuelve a su trono fulgente
la oración confiada y ferviente,
porque es nuestro Padre y fiel protector.

Alegres acentos

Alegres acentos, festivas canciones
inunden los aires en honra y loor
del ínclito santo. Domingo de Silos,
de España lumbrera, del moro terror.

Venid los de Silos, venid los de Cañas;
venid los hispanos, venid vos también;
con flores tejamos coronas, guirnaldas,
orlemos con ellas del héroe la sien.

Que nuestras plegarias de fervientes pechos
brotando se junten en una sola voz;
que en alas del viento, los aires surcando
remonten el cielo con paso veloz.

Que hoy cesen los tristes y lúgubres cantos,
que sólo se escuche el mágico son
de nuestras gargantas, que airoso publique
las altas hazañas de aqueste varón.

Himno al Santo Patrón de Silos

¡Oh, prez de la Iglesia!
Glorioso Domingo,
que nunca nos falte
tu fiel protección.

Venimos, creyentes,
al pie de tu altar,
queriendo fervientes,
tu gloria ensalzar.

En horas de duelo,
de angustia y dolor,
obtennos del cielo
cristiano fervor.

Que Dios por tu ruego
nos libre del mal,
y otórguenos luego
la gloria inmortal.

Gozos al Glorioso Santo Domingo de Silos

Pues tenéis asegurado
para con Dios el favor,
sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

En Cañas noble nacisteis,
tan Manso de corazón,
que de un perfecto varón
firme esperanza disteis
y pues de Dios el agrado
mereció tu tierno amor,
sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

A pastor, de tierna edad,
tus padres te destinaron,
y muy presto disfrutaron
frutos de tu caridad,
y pues Dios ha declarado
con un milagro tu amor,
sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Te llamó la Omnipotencia
del sacerdocio al estado,
y al verte tan sublimado
fue santa tu complacencia.
Así dejas tu ganado
y obedeces al Señor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Buscas en la soledad
de un desierto tu reposo,
pero el demonio, envidioso,
persigue a tu santidad.
Y pues le dejas burlado,
siendo siempre el vencedor:
sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Dejas gustoso el destierro
porque en él temes delito;
y en la casa de Benito
hallas el seguro puerto.
Y pues en ella has logrado
tu sosiego sin temor,
sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

La envidia de tu virtud
corrompe ajenas entrañas,
y al monasterio de Cañas
te envían por su inquietud.
Al verle ya reparado,
milagros obra el Señor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Con valor muy singular
resistes a un rey ansioso,
que te pide codicioso
las alhajas del altar.
Dejó el Señor bien premiado
con prodigios tu valor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

A Silos llegas contento,
y su dicha pronostica
el cielo, pues te publica,
en sacrificio incruento.
Liciniano, iluminado
te admira reparador.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Con tres coronas de gloria
premia el cielo tus desvelos,
y asegura los recelos
de la futura victoria.
Quedaste muy alentado
con tan supremo favor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Si la esposa llora triste
la falta de sucesión,
tu patrocinio la asiste
con frutos de bendición.
De los partos abogado
tienes la gloria y honor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Fruto de tu protección
a los ruegos de su madre
es el Guzmán, grande Padre,
de una ilustre religión:
y si tu nombre le has dado,
él te ha colmado de honor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Los cautivos a millares
quita a los moros tu celo,
trasladándolos en vuelo
a Silos y otros lugares.
Los hierros que allí has llevado
te predican Redentor.
Sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Pues tenéis asegurado
para con Dios el favor,
sednos Padre y Protector,
Abad de Silos sagrado.

Santo Domingo de Silos es celebrado por la comunidad monástica, el pueblo que lleva su nombre y muchos devotos de la comarca, el día 20 de diciembre. Antes de esta fecha, se ha celebrado la correspondiente novena. El día del Santo, festividad conocida como El Tránsito de Nuestro Padre Santo Domingo, se celebra misa solemne con una concurrencia de fieles locales sólo comparable a la del día de la Patrona. En esta liturgia se entonan los Gozos de Santo Domingo citados más arriba. También se celebran unas Vísperas solemnes que concluyen en el altar del Santo con la adoración de su casulla (40). Por su parte, las gentes de Silos celebran ese día la merienda del Santo, en la cual grupos de familiares, de amigos o de edad similar, se reúnen en los restaurantes o en las bodegas particulares para, a través de la comida y el ambiente festivo, honrar la memoria del Abad restaurador del cenobio de Silos.

Varios son los milagros que se atribuyen a Santo Domingo. Para dar fe de ellos contamos con numerosas hagiografías del Santo, algunas de ellas de notable antigüedad (41). Sin embargo, no quiero dejar pasar por alto un milagro que después devino en leyenda y que, por afectar de modo singular a Silos y Santibáñez, merece la pena ser expuesto en estas páginas. El relato proviene del señor Chus, vecino de Silos, que a sus 92 años fue capaz de narrarme, hace ya algunos años, el siguiente milagro de la vida del Santo y la relación que éste guarda con una leyenda que comenzó a circular en la comarca tras la invasión francesa (42).

"El Abad había engañado a los de Merino: le había dicho que los corderos eran de las Animas y que no podía darles más. Se los dio como pago a un favor que le hizo el cura Merino cuando vinieron los franceses a llevarse las cosas del monasterio. Claro, el Abad pensó: «si le digo que los corderos son nuestros, éste se lleva todos; pero si le digo que son de las Animas, pues claro, se apiadará de ellas y no pondrá pegas». Pero este Merino no tenía un pelo de tonto, ¡al contrario!, y se dio cuenta del engaño. Entonces mandó bajar a Silos a una de sus partidas para que se tomaran los corderos del monasterio. Y dicen que también se llevaron o mataron, no lo sé bien, a las gallinas y a los gallos que encontraron. Eran del Santo. Se les llama así porque según la historia eran descendientes de un gallo y una gallina que obraron un milagro cuando los moros, cuando Santo Domingo iba a liberar los esclavos. Dicen que un moro muy rico tenía cautivo a un cristiano y que para que no escapara le tenía encerrado en un arcén de esos grandes que sirven para guardar el grano. El moro éste, que no se fiaba ni de su madre, pues todas las noches dormía encima del arcén, para que el prisionero no se escapase, ¿entiendes? Una noche, cuando el moro estaba en lo mejor del sueño, el arca echó a volar con el moro encima y el cristiano dentro del arcón. Y dice la leyenda que fue por obra de un gallo y una gallina que estaban dentro del arca. Y, claro, el cautivo, pues en agradecimiento a ésto del Santo, fue al monasterio en peregrinación con los dos animales. Y los dejó allí y, claro, toda la descendencia que éstos tuvieron pues son aves santas. Así que los de Merino se cargaron la descendencia, la tradición esa de las gallinas del Santo. Pero, ¡qué va!, se habían dejado un gallo y una pollita joven que un monje encontró en un rincón del claustro. Y como los frailes temían que éstos del Merino volvieran otra vez para apañarse el vino o la miel de los monjes, pues a uno se le ocurrió llevar al gallo y a la pollita a Santibáñez a casa de alguien de confianza. Luego los frailes se fueron de Silos, cuando aquellos que les quitaron todas las cosas y no les dejaban vivir en España, y creo yo que ya nadie se acordó más de las gallinas del Santo. Así que ahora, las tienen allí (en Santibáñez) y a lo mejor ni lo saben, fíjate tú lo que son las cosas...".

No menos infrecuentes, como ya se ha visto anteriormente, son las apelaciones al Santo por parte de mujeres embarazadas o que desean tener hijos sin ver logrado su propósito. Sin embargo, normalmente el Santo reduce su actuación a la concesión de los favores que se le piden, sin manifestarse a las personas que a él acuden. Un ejemplo que rompe esta norma lo encontramos en el siglo XII, cuando la madre de Santo Domingo de Guzmán, estando embarazada del fundador del Rosario y de la Orden de los Predicadores, acude a Silos en busca de socorro a sus pesares. La narración de este hecho me fue relatada por un anciano de la villa de Caleruega:

"Doña Juana, que era condesa de Aza y estaba casada con Félix de Guzmán, tenía ya dos hijos y estaba encinta de otro, de Domingo. Pero sucedió que con éste se encontraba triste y muy decaída. Entonces se fue a Silos, al monasterio, a rogar al Santo que le consolara. Y todo ello fue por causa de un mal sueño que tuvo. Soñó que llevaba en su seno un león con una antorcha de fuego en su boca que iluminaba una bola que tenía entre sus zarpas. La bola era el mundo. A doña Juana este sueño le dio como miedo, la puso muy triste y entonces es cuando decidió ir a Silos a pedir a Dios, por medio de Santo Domingo, algún remedio para sus temores. Allí, pues, la condesa reza mucho ante el sepulcro del Santo y ordena una novena y cosas de esas. Y un día, cuando doña Juana está rezando su novenario, el Santo se le aparece y le dice a la mujer que no tenga miedo. Le da a entender que su sueño no es más que la figura de su hijo. Le explica, claro, que no es un león, sino que representa la fuerza de su hijo cuando sea mayor y predique por el mundo. Y lo de la luz, pues igual, que significa que con sus obras y sus palabras Santo Domingo de Guzmán será la luz del mundo, pues convertirá a muchos que no creen en Dios. Y es entonces cuando doña Juana regresa más contenta ya a Caleruega y a los pocos días tiene a Domingo".

La especial devoción que algunos vecinos de Silos tienen al Santo hace que compongan oraciones, himnos o canciones en su honor que, con el tiempo y por su especial belleza, pasan al dominio popular. Tal es el caso de esta composición escrita por un fraile a principios de siglo y que en la actualidad es conocida por casi todos los habitantes de Silos (43).

Las tres coronas de Santo Domingo

En claro lecho acostado
Santo Domingo yacía,
y un breve alivio ofrecía
a su cuerpo fatigado
para las tareas del día.

Cuando ya dormido estaba,
dispuso Dios que entendiese
la gloria que le aguardaba
al momento que muriese,
si firme perseveraba.

Se representa a su mente
un río muy caudaloso,
colorado y espumoso,
que cual deshecho torrente,
se presenta furioso.

Quedó a su vista aterrado,
pero otro más placentero,
más límpido y tan ligero,
corre por el otro lado,
desafiando al primero.

Ya Domingo se ha acercado
a la impetuosa corriente;
un puente ve levantado,
vacilante y mal sentado;
y en la ribera de enfrente

espíritus celestiales,
tres coronas refulgentes
y de oro resplandecientes,
cual diademas imperiales,
le ofrecían diligentes.

Los habitantes del Cielo
le hacen señal con la mano:
"Pasa, dicen, sin recelo,
pues nuestro Rey soberano
manda te demos consuelo.

Por los amargos sudores
que por su honra toleraste
y los injustos furores
que del rey te acarreaste,
y de sus aduladores".

Estrechísimo ve el puente,
a más de ser quebradizo,
de peligrosa pendiente
y suelo resbaladizo;
y así, recela prudente.

"¡Adelante, sé valiente!
La mano te alargaremos.
Y para que de la puente
no caigas, te ayudaremos,
y pasarás felizmente".

En la promesa fiado,
el Santo con gran denuedo,
en su báculo apoyado,
pasa al instante y sin miedo,
sin pararse al otro lado.

Los ángeles, muy gozosos,
junto a él se llegaron,
su intrepidez alabaron,
y en términos afectuosos
de esta manera le hablaron:

"Esta corona ganaste
porque angelical pureza
en tu vida practicaste,
y la mundana grandeza
por la cogulla cambiaste.

La otra corona preciosa,
en Cañas tú la adquiriste,
cuando a la Virgen Gloriosa,
Nuestra Reina poderosa,
grandioso templo erigiste.

Mas la corona tercera,
que en nuestras manos tenemos,
para ti la guardaremos,
y al final de tu carrera
en tu frente ceñiremos.

Si su pasada grandeza
el Monasterio alcanzare
en observancia y riqueza,
y en toda su pureza
la regla se practicare.

Animo, pues, y constancia.
Que el trabajo no te espante;
sé de Dios un firme amante;
recursos en abundancia
te vendrán en adelante".

Dicho esto desaparece
aquella visión del Cielo,
que en sombra se desvanece,
y Domingo permanece
lleno de alegre consuelo.

Ya al Oriente se veían
preludios de nueva Aurora,
y del sol la precursora
estrella hermosa lucía,
cuando al pronto sin demora
Santo Domingo postrado
ante Dios Omnipotente,
en éxtasis arrobado,
daba gracias reverente
por favor tan señalado.

San Isidro Labrador

Junto a Santo Domingo, el otro gran santo que se cuida de las cosechas es San Isidro Labrador. En casi todos los pueblos y aldeas comarcanas, la festividad de San Isidro se mantiene como día grande. La jornada se inicia con un repique de campanas alegre y prolongado. A continuación se celebra la misa y, posteriormente, tiene lugar la procesión, en la cual se entonan las letanías. En Silos, junto a la imagen del Santo titular del día, también salió la Virgen del Mercado, Patrona de la Villa (44). La procesión recorrió algunas calles del pueblo y luego enfiló el pequeño alto de La Cruz, punto desde el que se tiene una amplia panorámica de parte de las tierras de labor del municipio. En este lugar, la procesión se detuvo y el párroco procedió a bendecir los campos en demanda de un año agrícola abundante.

Durante la procesión se entonaron diversos himnos a la Virgen, Santo Domingo y San Isidro. Reproduzco a continuación el correspondiente al Santo protector de los campos.

Gozos del glorioso San Isidro

De un humilde labrador
imploramos este día,
con la más santa alegría,
la intercesión y el favor.

La caridad más ferviente,
tu sencillo pecho inflama,
y ardiendo en su pura llama,
al mundo fuiste ejemplar;
por eso el necesitado,
y mísero desvalido,
acuden con su gemido
a la puerta de tu hogar.

Si los simples pajarillas,
carecen de su alimento,
suministras el sustento
que clama tan grave mal;
y si tu amo aquejado
de sed, un día se ve,
por tu oración y tu fe
brota fresco manantial.

De la oración más perfecta,
Isidro, fuiste modelo;
por eso del alto cielo
recibiste el galardón.
Y tu fe sencilla y pura,
con el mayor alborozo,
obtiene sacar del pozo
a tu hijo, sin lesión.

Si tarde a la misa llegas,
y tu corazón amante
deplora en el mismo instante,
no adorar a su Señor,
también los cielos se rasgan
y el augusto sacrificio
celebra, ante ti, propicio,
el divino Redentor.

En alta contemplación
llevado de tus fervores,
de la tierra y sus labores,
te llegas, quizá, a olvidar.
Mas, Providencia divina,
a quien tu plegaria sube,
remite alado un querube
para tu campo labrar.

En vano Satán agita
las más pérfidas pasiones,
pues en nobles corazones
nunca su fuego prendió.
Así tu santa esposa,
María de la Cabeza,
por su virtud y pureza
como estrella apareció.

Pues Dios, premiando tu celo
y tan viva caridad,
en vista de tu humildad
hasta el cielo te ensalzó:
sobre este pueblo de Silos
tiende benigna mirada,
pues a tus plantas postrado
siempre tu amparo invocó.

Otros santos, prácticas y objetos religiosos protectores

La protección de las personas, los campos y los ganados proviene de distintos santos y vírgenes. Como veremos más adelante, la intercesión de la divinidad es fundamental en dos casos de extrema urgencia: la sequía y su contrario, las tormentas de pedrisco. Sin embargo, hay ocasiones en las que la actuación de lo sagrado se verifica a través de un objeto vulgar que ha estado en contacto directo con la divinidad. Tales son los casos de la hoja santa y las hojas del ramo de San Juan. Las hojas santas son hojas comunes de chopo y álamo que servían para alfombrar las calles de los pueblos durante la procesión del Corpus Christi. Estas hojas se conservaban y utilizaban en forma de friegas cuando se deben aliviar dolores reumáticos, golpes y picaduras. Las hojas de San Juan son hojas de saúco que han servido para los ramos que la noche de San Juan los mozos colocaban en las casas de las muchachas solteras. Al haber estado en contacto con la santidad del Precursor se cree que son buenas, en forma de tisanas o vahos, en el tratamiento de algunas enfermedades. En otras ocasiones, los objetos poseen por sí mismos el poder de lo sagrado. Un ejemplo actual de ello son los evangelios que se cosen en las ropas de los recién nacidos el día de su bautizo. Con ellos se pretende evitar que los niños contraigan el mal de ojo provocado por aquellas personas que tienen capacidad de hacer daño con la mirada y a las cuales les mueve la envidia y el deseo de hacer mal a sus convecinos. Como ya documenté en su momento, estas personas son calificadas como brujas en la comarca y su campo de acción es fundamentalmente la infancia y las haciendas ajenas (ganado y tierras) (45). Los evangelios son diminutos cuadernos en los que se ha escrito un versículo tomado de la Biblia. La antigüedad de esta práctica es muy remota, pues figura, junto a otros cultemas, como signo identificatorio de aquellos judíos conversos que permanecieron en España tras el decreto de expulsión ordenado por los Reyes Católicos (46).

El rezo del Rosario también es un arma eficaz cuando se ha de solicitar a la divinidad la protección de las haciendas o la concesión de favores que son de trascendental importancia para los habitantes de la comarca. Habla un labrador de Silos (47):

"Recuerdo un verano y un otoño muy secos, hace ya, ¿qué sé yo?, lo menos 30 años, mucho tiempo hace ya de esto. Entonces se pedía sacar a la Virgen en procesión y se rezaba el Rosario. Y luego el cura pedía que lloviera, que Dios y su Madre, la Virgen, se apiadaran de las gentes humildes de Silos. Y llovió, ya lo creo que llovió".

Este otro caso proviene del Boletín de Silos:

"Santo Rosario. Primer domingo de octubre. Organizado por la Cofradía del San



RELIGIOSIDAD POPULAR EN SANTO DOMINGO DE SILOS Y SU COMARCA (I)

REPRESA FERNANDEZ, Domingo

Publicado en el año 2000 en la Revista de Folklore número 238.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz