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En su obra Mitología del Pueblo Vasco el gran investigador D. José Miguel de Barandiarán escribió:
«Hay mitos y creencias que apenas tienen hoy vigencia más allá de los límites de la comarca donde los hemos conocido. Los hay también que abarcan toda Vasconia o que se extienden por toda la región Pirenaica. No es raro recoger aquí leyendas que son populares en Galicia, en Castilla y en toda la extensión de la antigua Aquitania. Y en recopilaciones de mitos de diversos pueblos ibéricos, gálicos, latinos, germánicos y nórdicos hallaremos noticias que nos recuerden no pocas de nuestras leyendas o relatos populares» (1).
Son acertadas estas apreciaciones del P. Barandiarán. Lamentablemente, el aporte ingente de materiales sobre leyendas y mitos que éste proporciona parece no ser usado en obras de similar temática realizadas sobre zonas como León. Esto es, sin duda, una pérdida de oportunidades en cuanto al estudio de este tipo de materiales (2). Por eso, realizaremos en este trabajo una comparación que creemos necesaria para intentar contextualizar la cultura oral.
Comenzaremos por los cultos líticos. En otra ocasión ya nos ocupamos de resaltar cómo la tradición de arrojar una piedra en la cruz de Foncebadón no es la única práctica religiosa precristiana relacionada con el Camino de Santiago, pues también en Asturias sucede algo así, llevando los peregrinos piedras a Santiago de un lugar que recibió el nombre de San Pedro de Cedemonio (3). Los testimonios de León y Asturias muestran cómo se cristianizaron los cultos. Pues bien, en el área vasca sucede algo así, dando el P. Barandiarán informaciones de gran interés:
«Es sin duda uno de los ritos del culto a Mari o a otros númenes subterráneos la costumbre que hasta hace poco ha sido observada en Ataún y en algunos pueblos de Navarra, de echar piedras en las cavernas [...]. En Aralar los pastores practicaban esto mismo, echando piedras en los dólmenes de Obioneta y Ziñekp-gurutze, operación que era considerada como una oración. En la planicie de Gaztelueta, situada al pie del altozano Beloki (en la sierra de Aralar) existe un túmulo formado por piedras y tierra en el que hasta hace poco muchas personas echaban de noche piedrezuelas en plenilunio [...].
En otro tiempo los romeros que iban a los santuarios de Urkiola, de Aránzazu y de San Miguel de Aralar llevaban piedras (guijos o cantos rodados) y las colocaban en los muros de dichos templos. Es costumbre, que los peregrinos que suben a San Miguel de los pueblos de Arruazu y Azcarate han observado hasta nuestros días» (4).
La simple lectura de este texto, y la comparación con los testimonios de León (5) y Asturias muestra claramente que estamos ante la misma tradición, incluso en el detalle de la peregrinación, aunque no a Santiago sino a santuarios vascos.
El siguiente tema que vamos a tratar es el de la leyenda de los tesoros enterrados en una piel de toro, que serán descubiertos por la pata de una oveja, por una reja, etc. (6). En León son abundantísimos los lugares en los que aparece la misma leyenda, con las lógicas variantes. Escribe el P. Martino al respecto:
«La leyenda del tesoro escondido bajo tierra sale al paso en todas partes. Diríamos que se da como una proporción inversa: tanto se oculta el tesoro, tanto se muestra la leyenda. Sobre todo suele acompañar a los castillos pero también frecuenta fuentes, cuevas, puentes, ermitas. O flota sobre una zona más o menos determinada, un extremo apenas divulgado que nos interesa destacar» (7).
A continuación recoge el P. Martino las variantes que ha encontrado de este tema en diversas localidades de León (8).
Visto esto, volvemos al P. Barandiarán y lo que recopiló sobre el tema en la zona vasca:
«La Tierra contiene tesoros, según creencia muy extendida. Se señalan montañas y cuevas en las que están guardados pellejos de buey llenos de oro; pero las coordenadas del lugar exacto donde se hallan tales depósitos no se precisan generalmente. ¿Cuántas veces los campesinos excavaron inútilmente en Urrezuloko-armura de Ataún [...]?
Es fama que un tesoro —campana de oro, devanadera de oro, arca de oro- se halla en la sierra de Urbasa, en paraje donde diariamente pasan las ovejas. Casi a flor de tierra, la pezuña de la oveja que pace encima, lo toca y lo pondrá al descubierto en cualquier momento» (9).
Los elementos fundamentales -tesoro en un pellejo de toro-buey, su descubrimiento por la pata-pezuña de una oveja- son suficientes como para darnos cuenta de que estamos ante el mismo substrato legendario. La aportación interpretativa del P. Barandiarán, como un tabú, es interesante (10), al igual que la relación de esta leyenda con estructuras prehistóricas (11).
En la zona de León existen leyendas relacionadas con los lagos, con un afán explicativo del origen de los mismos, siendo especialmente interesante la de Isoba, en la montaña:
«Un peregrino llega a Isoba pidiendo limosna y cobijo para pasar la noche en algún hogar del pueblo; pero todos los vecinos le cierran sus puertas. Todos, salvo una anciana que había tenido un hijo de soltera, y que ya se había ordenado sacerdote. Allí pasa la noche el mendigo. A la mañana siguiente, y después de despedirse de la hospitalaria familia, el huésped lanza una maldición sobre todo el pueblo, en castigo por su falta de caridad:
"¡Húndase Isoba, menos la casa del cura y la pecadora!".
Acto seguido se desprendió una gran avalancha de aguas que arrasó todo el pueblo, quedando sólo a salvo únicamente la casa de la anciana y su hijo, el sacerdote» (12).
En relación con esto, cabe mencionar el lago de La Négresse, del que el P. Barandiarán recoge que se inundó un pueblo salvo una casa pobre donde recibieron hospitalidad Jesús y San Pedro (13). El paralelismo es evidente.
En este caso, los investigadores leoneses Francisco J. Rúa y Manuel E. Rubio han descubierto antecedentes literarios en el mundo romano claramente similares a estas leyendas (14).
Un tipo de leyendas que ya ha llamado nuestra atención hace tiempo es el de las huellas de pisadas. Así, en Colle (Boñar, León) se documenta la llamada "Patadica de la Mula":
«Por el camino que va de Vozmediano á Boñar por el término de Colle hay un sitio que llaman Patada de la mula por que se hallan marcadas en un banco de piedra sobre las que pasa el camino, unas cuantas pisadas que parecen de mula ó de caballo. Los naturales de los pueblos inmediatos dicen que son pisadas del caballo de Santiago cuando andaba peleando contra los moros, á cuya tradición dará cada uno el crédito que quiera» (15).
Pues bien, recoge el P. Barandiarán numerosos ejemplos similares en la zona vasca, aunque alguno plantea una similitud casi absoluta:
«En Argutz., término en el camino de Goizueta a Hernani, existe una marca de herradura impresa en un peñón por el caballo de Santiago» (16).
Además de la recogida de materiales, el P. Barandiarán ofrece una interpretación:
«Los santos han reemplazado a los antiguos genios y personajes míticos en los relatos que se refieren a marcas y surcos de ciertas piedras y monumentos» (17).
De ser correcta la interpretación del P. Barandiarán, que personalmente nos parece bastante razonable, encontramos en estas leyendas más datos que reflejan el euhemerismo cristianizador (18).
Otro tema que queremos comentar es la relación entre la figura del cerdo y las cuevas. Así, entre Grandoso y Colle (Boñar, León) hay una cueva, de la que se dice que un cerdo entró por el lado de Colle y salió por el de Grandoso, de lo cual se deduce la comunicación. Compárese con el siguiente texto del P. Barandiarán:
«Urde puerco. Un genio de figura de puerco, que vive normalmente en cuevas y pozos...» (19).
¿Es casualidad que se relacione el cerdo con la cueva en la leyenda que aducimos o hay una causa mitológica como indica el P. Barandiarán? Dejando ya los casos de paralelismos más o menos evidentes, no nos resistimos a cuestionarnos si podría existir relación entre otro tipo de leyendas de la zona de León con la mitología vasca. Para mostrarlo gráficamente, partiremos de este texto:
«Otras veces, las leyendas encierran un carácter moralizador y maniqueo. En Villar de las Traviesas se cuenta que debajo de "peña escrita" (20) hay un "tesoro o un gas venenoso", el que levante la piedra y lo encuentre será para él, si es un tesoro se hace rico, pero si es un gas venenoso se expande y mata a todo el pueblo. Esta leyenda también se da en Valle de Tedejo, donde en "el Corón", en un túnel, "hay dos arcas, una de oro y otra de veneno, si abres la de oro te haces rico, pero si abres la de veneno te mueres". En Turienzo Castañero, aún van más allá "en las Torcas hay dos arcas una de oro y la otra de azufre"...» (21).
Esta leyenda aparece también fuera de El Bierzo, como en la cueva de Colle de la que se dice que en una de sus bocas hay un arca de oro y en otra una de tiña (22).
Pues bien, los autores del texto citado dan esta interpretación:
«Vemos una vez más la influencia que ha tenido sobre la cultura popular el maniqueísmo que impregna la cultura occidental y la religión católica. No es aventurado suponer que estas leyendas están influenciadas por las prédicas del clero, que habla de la inutilidad de conseguir pequeños goces que a la larga acarrean grandes males» (23).
Fijando nuestra mirada en la mitología vasca, citaremos unos textos del P. Barandiarán que consideramos pertinentes en relación al tema, como después comentaremos:
«La morada ordinaria de Mari son las regiones situadas en el interior de la Tierra. Pero estas regiones comunican con la superficie terrestre por diversos conductos, que son cavernas y simas. Por eso Mari hace sus apariciones en tales lugares con más frecuencia que en otros» (24).
«Créese, en general, que las habitaciones de Mari se hallan ricamente adornadas y que en ellas abundan el oro y las piedras preciosas» (25).
«...se habla de dos hijos [de Mari]: Atarrabi y Mikelats, aquél bueno; éste, malo» (26).
Mari es una importante divinidad de las creencias vascas de origen precristiano (27). Pues bien, si hemos visto diversas leyendas y mitos comunes entre la zona vasca y otras: ¿podríamos pensar que también las leyendas de tesoros en cuevas, con matices de dualidad, son también reflejo de las creencias relacionadas con Mari? Coinciden cuestiones como el tesoro en la cueva y la dualidad bueno-malo, como los hijos de Mari (28). Nos limitamos simplemente a formular la cuestión. Responder es mucho más difícil.
Más son los paralelismos que podríamos marcar entre los mitos y leyendas vascos y los conservados en otras zonas del Norte peninsular, como el caso de León (29). Ante esto, cabría cuestionarse si la siguiente opinión del P. Barandiarán, emitida tras indicar en el pasaje citado al principio en el habla de las similitudes, podría mantenerse:
«Esto [la similitud con las leyendas de otras zonas] no ensombrece la originalidad de la mitología vasca. No olvidemos que la originalidad, como decía F. Brunetiére, no consiste precisamente en que uno extraiga algo de su propia sustancia, sino en imprimir a las cosas comunes su marca individual» (30).
Personalmente, y viendo las cosas desde fuera de la esfera vasca, consideramos que lo que hace verdaderamente original este substrato vasco no es tanto su contenido como, especialmente, su pervivencia y buen estado de conservación (31), a lo que ayudó culturalmente la preservación del euskera (32). La comparación de la cultura oral de otras zonas con la vasca suponemos que podría permitir avanzar más en el conocimiento de lo que parecen claramente ramas del mismo árbol.
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NOTAS
(1) BARANDIARÁN, José Miguel de: Mitología del Pueblo Vasco, Bilbao, 1997, p. 11.
(2) Se ha escrito: “La obra de Caro Baroja no es leída extensamente por los científicos sociales de habla inglesa, lo cual es una lástima para la mayoría de ellos» (DAVYD J. GREENWOOD, "Etnicidad, identidad cultural y conflicto social: una visión general del pensamiento de Julio Caro Baroja", Julio Caro Baroja. Premio Nacional de las Letras Españolas 1985, Barcelona, 1989, pp. 12-33, concretamente p. 32). Lo mismo pensamos de los que se ocupan de temas de etnografía y antropología en el Norte de la Península Ibérica y no conocen la obra de José Miguel de Barandiarán.
(3) MARTINEZ ANGEL, Lorenzo: "Algunas cuestiones sobre el Camino de Santiago", Religión y Cultura 209 (1999), pp. 373383, concretamente pp. 381-383.
(4) BARANDIARAN, José Miguel de: Op. cit., p. 36.
(5) Sobre esta cuestión vid. etiam RUA ALLER, Francisco J. y RUBIO GAGO, Manuel E.: La piedra celeste. Creencias populares leonesas. León, 1986, pp. 55-57.
(6) Hay diversidad de detalles y matices que se pueden comprobar leyendo la bibliografía que citamos.
(7) MARTINO, Eutimio: Mitología leonesa de origen romano, León,1994, p.37.
(8) Además de las localidades que cita, hemos detectado su existencia en otras. Vid., MARTINEZ ANGEL, Lorenzo: "Historia medieval de la zona entre Colle y Primajas II", Tierras de León 85-50(1992-1993), pp. 17-33, concretamente p. 31, donde mencionamos la existencia de la leyenda en Colle, Vozmediano y Primajas, además de realizar alguna cita que la documenta en Liegos. En otras publicaciones también se comprueba la aparición de esta leyenda en diversos lugares. Como ejemplo citaremos dos trabajos: MAÑANES PEREZ, Tomás, y ALONSO PONGA, José Luis: "Leyendas de moros y tesoros en El Bierzo", Revista de Folklore, 8, (1981), pp. 9-13, concretamente p. 12: "En varios pueblos de la Ribera del Esla hemos recogido datos de la existencia en yacimientos arqueológicos de "una piel de toro o de carnero llena de monedas de oro". Así pues, vemos una evolución dentro de las leyendas, primero sería la piel del animal que sirve como recipiente para meter monedas, luego la piel del animal que es el tesoro y, por último, es el animal el que es de oro macizo».
CAMPOS, María y PUERTO, José Luis: "La fábula del tiempo. (Colección de Leyendas. Comarca de Rueda)", Tierras de León 99(1995), pp. 99-141, especialmente pp. 110 y 116-119.
(9) BARANDIARAN, José Miguel de; Op. cit., p. 21.
(10) Ibidem, I. c.: "La codicia de quienes desean hacerse ricos desenterrando tales tesoros no logra sus designios. Se trata de un tabú cuya observancia es obligada por el genio de la Tierra, como ocurrió en los montes de Irukutzeta y de Auza y en los campos de Arranzelai (Echalar)».
Otra interpretación aparece en MAÑANES PEREZ, Tomás y ALONSO PONGA, José Luis: Op. cit., p. 12: “Nosotros creemos que este tipo de leyendas tiene un origen culto, como podemos apreciar en el siguiente ejemplo: en un yacimiento de la Tierra de Campos leonesa se halla "un becerro de oro enterrado"; lo curioso del caso es que en aquella zona, al menos entre el pueblo, la palabra becerro no se usa, por eso al preguntar nosotros "¿qué es un becerro?", nos respondían "debe ser algo así como un animal", lo cual demuestra que el pueblo tiene la idea de un tesoro, pero no sabe cómo está configurado, además demuestra que la leyenda no ha podido ser inventada por el pueblo, puesto que no conoce algunos de sus elementos, sino que ha sido un fenómeno de culturización, por el cual el pueblo ha hecho suya una leyenda contada por un señor de ascendencia cultural sobre el mismo, como es el sacerdote que le habla de un "becerro de oro" de los judíos". Personalmente no nos convence demasiado esta interpretación: la toponimia, por ejemplo, tiene muchas veces un significado que no se comprende por el pueblo, siendo éste, en tiempos pasados, el que daba nombre a los lugares. La evolución cultural conlleva este tipo de procesos, sin necesidad de buscar explicaciones como ésta.
(11) BARANDIARAN, José Miguel de: Op. cit., p. 83: -A veinte pasos del dolmen [de Arrizala] se halla enterrada una piel de toro llena de oro. El guardar tesoros es una función que se atribuye a los dólmenes".
(12) RUA ALLER, Francisco J. y RUBIO GAGO, Manuel E.: Op. cit., p. 64.
(13) BARANDIARAN, José Miguel de: Op. cit., p. 23.
(14) RUA ALLER, Francisco J. y RUBIO GAGO, Manuel E.: Op. cit., pp. 64-65: -Ovidio, en su "Metamorfosis" VIII, versos 611-724, cuenta la historia de Júpiter y Mercurio, que disfrazados de peregrinos andaban por la Tierra. Llegan a un pueblo y son expulsados de todas las viviendas, por negárseles el cobijo. Sólo el matrimonio formado por Filemón y Baucis, les acoge. En castigo, todo el pueblo es arrasado, menos su casa que queda en una isla".
(15) ALBA, Pedro: Historia de la montaña de Boñar, León, 1864 (facsímil, Madrid, 1988), p. 68.
Sobre este tema ya realizamos unas reflexiones en el artículo "Sobre la Patadica de la Mula, en Colle (Boñar, León), Revista de Folklore, 211 (1998), pp. 32-33.
(16) BARANDIARAN, José Miguel de: Op. cit., p. 157.
(17) Ibidem, 1. c.
En nuestro artículo de la Revista de Folklore que citamos en la nota n.° 15 ya recogemos otros ejemplos e informaciones de representaciones de herraduras, también en relación alguna con caminos, al igual que los ejemplos de Colle y Argutz.
La clave interpretativa del P. BARANDIARAN enriquece, sin duda, el tema. Además, en la edición que utilizamos de su Mitología del pueblo vasco, en la p. 210, aparece la fotografía de una de esas pisadas atribuidas a un santo (concretamente a San Juan).
(18) Sobre el euhemerismo vid. CARIDAD ARIAS, Joaquín: Toponimia y mita. El origen de los nombres, Barcelona, 1995, p. 32.
(19) BARANDIARAN, José Miguel de: Op. cit., p. 57.
(20) Añádase este dato a los recogidos por mí en "Análisis de topónimos menores referentes a la escritura: indicios de epigrafía y arte", Revista de Folklore, 218 (1999), pp. 71-72.
(21) MAÑANES PEREZ, Tomás y ALONSO PONGA, José Luis: Op. cit., p. 12.
(22) Leyenda que nos es conocida desde la niñez, gracias a la madre de quien esto escribe, Luisa ANGEL Rodríguez.
(23) MAÑANES PEREZ, Tomás y ALONSO PONGA, José Luis: Op. cit., p. 12.
(24) BARANDIARAN, José Miguel de: Op. cit., p. 28.
(25) Ibidem, p. 29.
(26) Ibidem, p. 20.
(27) Sobre esta divinidad escribió el P. BARANDIARAN Mari o el genio de las montañas, San Sebastián, 1923.
(28) En la zona vasca hay diversas cuevas cuyo nombre comienza con "Mari" (BARANDIARAN, José Miguel de: Mitología del Pueblo Vasco, p. 40).
Ya en otra ocasión nos preguntamos si el nombre de una cueva ubicada en la montaña de León (concretamente en Vozmediano), llamada "de la Mariquita", provendría de "Mari" (MARTINEZ ANGEL, Lorenzo: "Aproximación al estudio de la religión como factor de las migraciones altomedievales en el norte peninsular. El caso de León", Religiosidad Popular en España. Actas del Simposium (I), Madrid, 1997, pp. 839-851, concretamente p. 844 -donde aducimos un texto con más ejemplos de cuevas con esta característica y ya puestos en relación con Mari por otros autores—) produciéndose el fenómeno que tan bien describe Joaquín Caridad Arias (Op. cit., p. 25): "El fenómeno de la atracción paronímica es, como hemos dicho, el responsable de un gran número de topónimos de "inocente" aspecto latino o romance, que en realidad ocultan nombres prerromanos».
(29) Todo lo relacionado con las campanas (BARANDIARAN, José Miguel de: Mitología del Pueblo Vasco, pp. 306-308), con las culebras (Ibidem, pp. 44-45), con el uso y valor mágico de las hachas (Ibidem, p. 15 -de lo que dice que «Esta costumbre [...] estuvo extendida en muchos países de Europa..."), etc.
(30) BARANDIARAN, José Miguel de: Mitología del Pueblo Vasco, p. 11.
(31) Al menos hasta este siglo, tan nefasto para la cultura oral en líneas generales, pero que también ha proporcionado figuras como el P. BARANDIARAN, que tanto han trabajado para la conservación de la misma.
(32) Probablemente coincidan las condiciones y/o causas que permitieron la conservación del euskera y el substrato del que hablamos.
Si es interesante comparar lo vasco con lo de otras zonas peninsulares en lo antropológico, también lo es en otros campos, como el toponímico, donde el panorama es similar: "Al mencionar la toponimia -y la lengua- vasca o vasco-navarra hay que decir que constituye efectivamente un inestimable material de trabajo y comparativo, de gran utilidad en los estudios toponomásticos por su arcaísmo y la escasa evolución o alteración sufrida debido a su relativo aislamiento secular, pero no debemos caer en el error de pensar que la toponimia prerromana es más densa en este territorio que en el resto de la Península. (...] Lo que ocurre es que generalmente, fuera de esta región, los antiguos nombres de lugar se presentan más erosionados por acción del latín o los romances, que los han, respectivamente, castellanizado, catalanizado o galleguizado, incluso arabizado, pero en cualquier caso, siguen allí. Por cierto que, en muchas ocasiones, nos tropezamos en cualquier punto de la geografía peninsular con los más típicos nombres celtas y celtibéricos, en toda su pureza original'. (CARIDAD ARIAS, Joaquín: Op. cit., p. 24).