Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

219



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

EL APARATO URINARIO DESDE LA OPTICA ETNOMEDICA EXTREMEÑA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1999 en la Revista de Folklore número 219 - sumario >



I

La única función que en la medicina popular se le atribuye al aparato urinario es la relacionada con la micción o eliminación de la orina, que se produce en el reñón y se expulsa al exterior por la manaera, en el caso de las mujeres, o por el meaero, cuando de hombres se trata, nombres que en Extremadura se aplican a la uretra. Y es que el orinar tiene su importancia tanto en la propia acción como en lo que de ella se deriva, ya que siempre ha de tenerse presente el uso que la etnomedicina hace de los meaos. En diferentes trabajos hemos tenido la oportunidad de ver su aplicación en relación con determinados aspectos ginecológicos, así como su uso para, por ejemplo, aliviar los traumatismos, lavar las heridas, deshinchar las picaduras de los insectos, cicatrizar grietas, aminorar el escozor de los sabañones, resolver los problemas de las cabrillas y rejuvenecer el cutis. Además de estos casos de utilización tópica, la orina se ingiere para eliminar el dolor de muelas, la ictericia y las fiebres tercianas. Al mismo tiempo el líquido desbebido nos permite acercarnos a un "procedimiento empírico" para adivinar el estado sanitario general del autor de la micción. El verato Correas apuntaba sobre la felicidad de excretar una orina rubia y clara en sus populares refranes: "Cuando meares de color florín, echa al médico por ruin" y "Mear claro e higas para el médico". Añadamos a éstos otros más cercanos en el tiempo: "Orina de color de oro, fraile al coro", "Si color peseta meas, mierda p'al cirujano, p'al cura y p'al albacea", "Mea claro y caga duro y manda al médico a tomar por el culo", "Mea claro y pee fuerte, y no tengas miedo a la muerte"...

II

La rengaera o el dolor de riñones es el aspecto morboso que se destaca genéricamente como el más importante del aparato urinario. Esto, indudablemente, puede deberse a la pielitis o infección que produce dolor lumbar, escalofríos y fiebres, y que viene acompañada de una frecuencia urinaria mayor de la normal y de un escozor al tiempo que fluye la orina. La nefritis es la consecuencia directa de éste y de otros tipos de infecciones. La medicina popular se enfrenta a ello con todo un vademécum de recetas, que responden tanto a un tratamiento externo como interno. Respecto de aquél, tenemos las friegas de grasa de marrajo (Marchagaz) o de lagarto (Casas del Monte, Oliva de la Frontera) y las fricciones con manteca o aceite de laurel (Trujillo, Puebla de Sancho Pérez, Torremayor). Las aplicaciones calientes encuentran aquí un amplio campo de aplicaciones. En Arroyo de la Luz, Torrejoncillo y Salvatierra de los Barros colocan sobre la parte dolorida la teja reñonera, una pieza de barro cocido caliente y envuelta en un lienzo, que se adapta perfectamente a la región lumbar. En otros muchos pueblos se conforman con un simple ladrillo pasado por el fuego o con un canto de río. Bolsas de algarrobas recién sacadas del horno se adosan a la riñonera en Zarza de Granadilla y Abadía.

El empleo de paños calientes y de las oportunas ventosas no va a la zaga de los inapreciables emplastos, bizmas o cataplasmas. De entre los emplastos cabe citarse el fabricado a base de excrementos secos y triturados de cerdo, trementina, cera y vino, del que se cuentan maravillas en Torrejón el Rubio. Por el norte de Cáceres se derrite un cuenco de pez, que se vierte en una tela y se pega sobre el cuerpo todo lo caliente que se aguante. La cataplasma de linaza con miel se encarga de aliviar la rengaera en Ahigal y Valdeobispo. Cubrir la zona dolorida con una piel de gallina desplumada y escaldada tiene su función en la comarca de La Serena. Los enfermos de Portaje, Cachorrilla y Ceclavín prefieren endosarse una faja bien apretada, al tiempo que en San Vicente de Alcántara y en Peraleda del Zaucejo optan por vestirse la camisa de un mellizo. Puesto que a los mellizos se les atribuye un alto poder curativo, no extrañará la costumbre generalizada en toda Extremadura de recurrir a uno de estos personajes para que elimine el dolor con sólo poner los pies sobre la zona lumbar. La sangría mediante sanguijuelas se estima como solución fácil en Campo Arañuelo para mitigar las nefropatías. En Las Hurdes dan por bueno el triturar un huevo en la zona achacosa, algo que suponemos tan efectivo como la de poner tres clavos de la herradura de una yegua debajo de la almohada del doliente (Albalá) o pasarle por las espaldas una vara de avellano (Cabezabellosa, Piornal) o de mimbre (Navaconcejo).

A los enunciados padecimientos nefríticos se les planta cara igualmente mediante la ingestión de variados "medicamentos". Las aguas de la fuente del Salugral (Hervás), a la que acuden desde todos los pueblos de la Alta Extremadura, comparten su función con las de Babilafuente, que hasta aquí llegan envasadas desde la localidad salmantina. Buenas son para el caso la infusión y la decocción de hojas de borraja (Malpartida de Plasencia, Acehuche), la infusión de hojas de retama, de la que se exige la toma de tres tazas diarias (Baterno, Calera de León, Pinofranqueado), la infusión de hojas de abedul (Villasbuenas de Gata, Taliga) y el vino de cebolla, del que ha de beberse un vaso en ayunas (Montehermoso, Galisteo, Carcaboso).

La resolución de las infecciones de las vías urinarias la consiguen en Portezuelo consumiendo grandes cantidades de calabaza y en Montánchez y Almoharín llevando al estómago perejil macerado en aceite, condimento al que se le atribuye la cualidad de disolver la inflamación catarral de uretra. A tenor de su gran aceptación, es de suponer la efectividad que en Extremadura tienen las infusiones de malva o de semillas de lino, solas o con miel, y el cocimiento de rizomas secos de grama, del que hay que paladear en la mañana, en la tarde y en la noche.

III

Si una persona siente dolor en la parte baja del abdomen y advierte que este dolor se agudiza al orinar, que el número de micciones aumenta, que hay sangre en la orina y que se manifiesta un talante febril, es seguro que se encuentra ante una infección aguda de vejiga o cistitis, lo que en el habla extremeña se bautiza como desembocaúra, embocaúra o trancoñá. La réplica a esta enfermedad se halla tanto en las "medicinas" citadas anteriormente como en la decocción de hojas de romero (Mohedas de Granadilla). No le van a la zaga la infusión de corteza de madroñera (Caminomorisco, Torrecilla de los Angeles), la infusión de pericón o hierba de San Juan, la cocción de rizoma de diente de perro, la también cocción edulcorada de hojas de luisa, anís, grama y seda o penacho de mazorca tomada en ayunas, muy usada en el Valle del Jerte (1), y el zumo de tomate (Morcillo). Añadamos a este conjunto las tomas de agua de los Baños de San Gregorio (Brozas) y el caldo de gallina con polvos de vejiga desecada de jabalí, del que se cuentan maravillas por todo el área septentrional de la región. Y si de pacientes femeninas se trata, la oferta se encuentra en los baños de asiento o en los lavados vaginales en un cocimiento de hojas de laurel o, como se acostumbra en Torremenga, en recibir los vahos que se desprenden de la cocción de hojas de eucalipto y de nogal vertida en un orinal, para lo que se precisa que la aquejada se acomode sobre el recipiente (2).

IV

Una enfermedad de las vías urinarias exclusiva del sexo masculino es la prostatitis. Si la glándula prostática aumenta de tamaño, lo que ocurre con frecuencia en las personas adultas, impide el paso de la orina desde la vejiga a la uretra, produciendo lo que en Extremadura conocen por jimplón. El remedio más eficaz, además de los paños calientes y alguna que otra hoja de berza templada al fuego que se aplican al bajo vientre, consiste en la toma de un cocimiento de hojas de madroñera. Junto a este mal nos encontramos con distintas afecciones de la uretra, la cánula o la tripa del meao, capaces de producir la retención y la infección de orina. Contra esto nada mejor que el tomar agua de cocer pelos de la panocha de maíz, aunque en Valencia de las Torres se inclinen por beber de la fuente Cuadrada, a cuyo líquido se le afama como desopilador de las vías urinarias. En Casar de Palomero se le atribuyen idénticas propiedades al agua de la fuente Ro Blázquez. Si de lo que se trata es de sofocar la retención, por estas tierras animan a engullir con la andorga vacía el jugo fresco del embudillo mezclado con agua (3), la decocción de raíz de cardo corredor y de la flor de retama (4). Menos complicados y llevaderos resultan tales tratamientos que aquel otro que Laguna nos refiere en relación con el uso de la cardencha o peine de culebra, una planta que prolifera por estos campos:

"Cuanto a los gusanillos blancos que se hallan dentro de las cabezas perfectamente maduras, sé decir dellos que metidos por la verga cuando están vivos provocan admirablemente la orina" (5).

A la paja de cebada se le ha asignado semejante papel por la comarca de Las Villuercas, como a bien tiene el recordárnoslo Fray Antonio de Fuentelapeña:

"Confírmase lo quarto, con otro caso más singular que refiere, como testigo de vista. Francisco de Arce en el libr. 2. de Curatione, donde dize: que como un pastor de las tierras de Guadalupe, sintiesse algún impedimento en la vía de la orina, metió por ella una caña de cevada con su espiga (debía de estar verde) y que no pudiendo bolverla a sacar, porque las Aristas lo impedían, la metió totalmente dentro de la vegiga, después de la cual diligencia, quedó sin embaraço alguno, y con el tiempo lo vino a olvidar, porque se persuadió avría salido poco a poco desecha en los orines; mas que después de diez y ocho meses, sintiendo un tumor en una rodilla, llamó al referido Medico, el qual, descubriendo la postema, y viendo en ella una paja, tiró de ella, y la sacó toda la caña con su espiga, sin que pueda el entendimiento percibir, por que conductos pudo hacer semejante viage" (6).

V

En el extremo opuesto a la retención se encuentra la incontinencia, a la que se puede poner freno tomando infusión de pericón o, lo que es más fácil, algún que otro bocado de lechuga, sin importar la forma de guiso. La involuntariedad de la micción cesa igualmente por los simples hechos de comer bellotas de roble o tragar un pelo de erizo. En Torremenga se requiere que la púa del insectívoro mamífero le haya sido arrancada de la sobaquera (7). Idénticos resultados se logran orinando sobre el fuego y restregándose los genitales con la vejiga de un escuerzo, aunque no es menos cierto que los excesos en tales "medicaciones" pueden provocar consecuencias inversas. Y si a mujeres nos atenemos, nada se estima más que el sahumarse la natura con jaramugos verdes, según reputada opinión de Cañamero, Monroy y Logrosán.

Un peculiar tipo de incontinencia que afecta principalmente a los niños tiene lugar durante el sueño nocturno. La eneuresis o mearse en la cama, lo que eufemísticamente se conoce como darle el rocío a las sábanas, puede prevenirse desde la más tierna infancia. Habrá un ahijado meón si los padrinos no tuvieron el feliz acuerdo de orinar segundos antes de tomar al niño en brazos para llevarlo hacia la pila bautismal. Esta creencia coexiste con otra que advierte que si al niño lo sacan a la calle para que se moje con las primeras gotas de lluvia caídas tras su nacimiento nunca va a ser víctima de semejante problema. Claro está que no faltan los más realistas que se basan en el aforismo "el agua que menos moja es la que no es agua" para frenar la enuresis y de este modo privan al pequeño de todo líquido desde un par de horas antes de enroscarse en el catre. Ello va parejo a la obligatoriedad de orinar cuando el sueño arrecia y al "aprendizaje". Este se condensa principalmente en la técnica que por todo el norte de Cáceres designan como el "¡Ay, ya!". Consiste en que el meón intente retener la orina mientras ejecuta un ejercicio de micción voluntaria en los múltiples instantes que marcan los expectadores con el referido grito. Y, por supuesto, los niños tienen vedado, una vez que ha atardecido, el mirar y el jugar con fuego, a no ser que quiera ver el colchón tendido al sol en llegando la mañana.

En Las Mesías arrean al enurético un par de cucharones de caldo de ratón y el asunto se da por finiquitado. Un poco más al sur es el jarabe de madroño el que obra el milagro. La milenaria costumbre, ya recordada por Marcelo (8), de combatir estas alteraciones urinarias mediante la ingestión de la propia orina la localizamos en Mérida y Sierra de Fuentes. Más popular es la indicación de comer avellanas, alimento que tanto sirve para evitar que el niño moje la cama como para facilitar otras funciones urinarias. Basta con que recordemos al respecto el fragmento de una carta que la folklorista extremeña Manuela Gallardo escribiera a Font Quer:

"La avellana no sólo hace que los niños no se orinen en la cama, sino que, lo más sorprendente es que su cascara, cocida o tomada en tisana, hace orinar a quienes, por cualquier circunstancia, sufren la retención de orina. En toda la Siberia extremeña (parte de la provincia de Badajoz y de Cáceres) se usa en este sentido desde siempre. Tuve ocasión de experimentarlo en una ocasión. Hice un viaje de caballería desde Villanueva hasta Orellana de la Sierra (30 Km.); era yo muy joven, y me dio vergüenza decir que quería orinar; así se pasaron cinco horas. Cuando quise hacerlo, ya no podía. Enterada una tía mía, hizo el cocimiento de las cascaras de avellanas, que surtió efecto al poco tiempo. Como le digo es un remedio casero allí muy corrientemente empleado" (9).

VI

Cuando un agudo dolor surge en la riñonera y desciende por el abdomen hacia la ingle o, en el caso del hombre, hasta las gandumbas, es evidente que se está ante un cólico nefrítico y que el cálculo renal se halla atrevesando el uréter camino de la vejiga. Los tratamientos que se siguen buscan tanto apaciguar la dolencia como empujar la piedra hacia el exterior. Conseguida esta meta las molestias pasan a mejor vida. Con el fin de lograr ambos objetivos la medicina popular extremeña recomienda beber grandes cantidades de agua sin importar de qué sitio provengan, aunque a algunas en especial se les asignan altos grados de efectividad para tales cometidos. Basta recordar las ya apuntadas aguas de Babilafuente y del Salugral, así como las de las fuentes Tintorera (Azuaga), a la que el geógrafo Tomás López destacaba por el poder de "disipar las piedras de la orina" (10), del Chapín (Los Santos de Maimona), de Valdelazura (Plasencia), de Puebla de la Reina, de la Parrilla (Almoharín), del Pino (Baños de Montemayor) y de San Gregorio (Brozas), las cuales se consideran eminentemente diuréticas. No desmerecen tampoco las aguas y las infusiones. De entre las primeras destacamos las aguas de anís (Salvaleón), de pepino (Villafranca de los Barros), de limón (Cañaveral, Garrovillas), de cebolla (Gargantilla) y la más popular agua de tripa. Esta se consigue metiendo un trozo de cordón umbilical en una botella de aguardiente, de la que se toma un sorbo cuando sobreviene la dolencia nefrítica. En Puebla de Obando dan como seguro que al niño que "presta" su tripa para la elaboración del medicamento semejante, este mal le huye como alma que lleva el diablo. Por lo que atañe a las infusiones, las más recurridas son las de hierba meona (Hervás), de menta (Santibáñez el Bajo, Oliva de Plasencia, Reina), de rabos de cereza (Navaconcejo) y de manzanilla. Esta última puede tomarse sola o, como ocurre en Nogales y Trujillanos, mezclada con una cucharada de aceite. El té acompañado de un chorro de anís y con disolución de tres granos de estiércol de cabra preñada ayuda a la expulsión de los cálculos en la comarca de Los Ibores.

Son muchos los pueblos de la comunidad cuyos pacientes nefríticos aceptan el tomar en ayunas varios tragos de aceite de oliva durante algunos días. Otros, cual sucede en Sancti-Spíritus se inclinan por echar papo abajo un vaso que contenga aguardiente y café a partes iguales. También las decocciones algo tienen que decir en este apartado. En Villasbuenas de Gata y Torre de Don Miguel aprecian la de raíz de laurel por considerarla capaz de romper las piedras, algo que los naturales de Alburquerque atribuyen al gordolobo (11). Por el cocimiento de ruda se decantan en Moraleja y Ceclavín. En las vecinas localidades de Alcántara, Herrera de Alcántara y Navas del Madroño prefieren la decocción de cebada o una simple papilla de harina de este mismo cereal. Las hojas de olivo pasadas por el puchero proporcionan un líquido de gran efectividad para estos trastornos, que no le van a la zaga al que se consigue hirviendo algunas pezuñas de cerdo. Uno y otro se toman en Fuente de Cantos y Jarilla respectivamente.

Bueno es recordar con un inciso que el cerdo o, mejor aún, el jabalí regala una sustancia deshacedora de cálculos y que ésta no es otra que la orina que se conserva en su vejiga y que el aquejado de la piedra toma, al menos así se hace en Casas del Monte, cuando el líquido presenta una consistencia melosa. Sin embargo, para la generalidad del pueblo extremeño la palma de la efectividad se la lleva el cocimiento de rompepiedras o sanguinaria blanca. La magia de simpatía tiene aquí su razón de ser. Esta especie de té silvestre crece entre las rocas y contribuye a su fragmentación, motivo por el cual, en opinión del pueblo, no tendrá dificultad para pulverizar la pequeña concreción lítica renal.

Parecido razonamiento hace que a las habas se les conceda el poder de eliminar cólicos y piedras, ya que su semejanza con el riñon anima el funcionamiento del órgano. "De los garbanzos, el caldo", es un aforismo que tiene su aplicación sobre el aparato urinario y raro es el pueblo extremeño que no utiliza el jugo del cocimiento de tal leguminosa para desopilar de cálculos lo mismo al riñon que al uréter y la vejiga. Y a falta de lo anterior también abundan los habitantes de estas tierras que ante la misma problemática echan mano del jarabe de higos o del zumo de zanahoria. Y eso sin contar, como viene a pelo en Berzocana, los "blancos digestivos y aceite de almendras dulces sin fuego" (12).

Mas no todo consiste en meter a la andorga, ya que se cuenta con otros distintos métodos capaces de eliminar los cólicos y los cálculos. Lo mismo dan los fomentos calientes que los baños en la fuente del Loro (Las Villuercas) o en la de las Herrerías (Salvaleón). Si mujer es la afectada, para ella se reservan los baños de asiento en infusión de manzanilla y el recibir en la boca del cuerpo el vaho del agua hirviendo vertida en un orinal (Manchita). No faltan quienes recurren a las compresas empapadas en orina de lactante templadas al fuego (Tamurejo, Valverde de Leganés), a las cataplasmas de cebolla cocida (Solana de Cabañas, Retamosa, El Gordo) y a una rana abierta viva en canal (Ahigal, Guijo de Granadilla), en todos los casos aplicándoselas al costado.

En Santa Cruz de Paniagua desaparece el cólico al instante si el enfermo, sobreponiéndose a los espasmos, es capaz de levantarse y sin ningún tipo de ayuda se viste y se calza los borceguíes empezando por el pie derecho. La misma solución se obtiene en las cercanas poblaciones de Cerezo y Mohedas si consigue orinar en el tronco de una olivera. Los rituales aquí se manifiestan con sus propias peculiaridades. Una persona de sexo contrario a la afectada toma un plumón de gallina con la mano izquierda y se lo lleva a la altura del oído derecho del paciente, soplando tres veces y musitando el siguiente conjuro:

Vaiti, torción,
que más puede Jesús
con la cruz.
En el nombre del Padre,
y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.

Durante ese tiempo el conjurante no ha dejado de hacer cruces con la palma de la mano derecha sobre la parte dolorida. Acto seguido se repite la ritualización, aunque con distinta mano. A tenor de las informaciones, esta práctica, que se lleva a cabo en Malpartida de Plasencia, proporciona tan óptimos resultados como el ejercicio médico ejecutado por las comarcas de la Tierra de Granadilla y Valle del Ambroz. Una melliza es capaz de eliminar los cálculos y los cólicos ajenos si con una vara de almendro roza con suavidad varias veces la zona dolorida, al tiempo que dice:

Aunque María perdiera el color,
Jesucristo nació sin dolor.
Aquí y allá,
aquí y allá.
Aquí y allá,
fuera ya,
que aquí no está.

VII

En ocasiones el riñón no cumple con la función que tiene encomendada. Para reparar la insuficiencia renal en Grimaldo, Holguera y Riolobos toman infusión de hojas de pita bien endulzada. La infusión de parietaria es el preparado del que hacen boca en Torre de Santa María y Miajadas, la de ramillete de brezos pirra a los vecinos de La Pesga y de Casar de Palomero y la de verdolaga tonifica a los afectados de Ahigal, Carcaboso y Majadas. Todos estos preparados se complementan con la ingestión de esparragueras (Malpartida de Cáceres) y de uvas frescas o mosto (Almendralejo, Cañamero). Si de lo que se trata es de aminorar la cantidad de azúcar en la orina los diabéticos extremeños encuentran la solución en el jugo o en el cocimiento de las hojas de alcachofera.

De ninguna de las maneras debemos olvidar que existe otra serie de circunstancias que influyen sobre el riñón haciendo que aumenten los niveles de sal y agua en la secrección minaría. Entre los alimentos debemos mencionar a las hojas de acedera o vinagrera, que se consumen hervidas por todo el área norte de Cáceres, a los espárragos cocidos (Oliva de Plasencia, Valdeobispo), a la cebolla cruda (Cilleros, Huertas de Animas), al apio (Navalmoral de la Mata) y a las manzanas cocidas (Valdefuentes, Escurial, Monesterio).

Numerosos líquidos juegan un importante papel favorecedor de la orina. He ahí el agua de berros, al que el refrán alude directamente: "Deja mear al macho, que ha comido berros". Y aquí están para el caso las infusiones de hoja de fresno (Eljas, Baños de Montemayor), de ortiga (Santiago del Campo, Talaván), de hojas de abedul (Hervás), de hojas de llantén o lantén (Alburquerque) (13) y, con una extensión geográfica mayor en la comunidad, de palomilla, de raíces de achicoria y de flores secas de lúpulo. ¿Y qué decir de la infusión de polen de lino? Pues algunos opinan que en Extremadura resuelve favorable y abundantemente la orina en las mujeres vírgenes (14). Esta distinción sexual no es única, puesto que conviene recordar la virtud diurética de la decocción de los pelos de la mazorca del maíz, mas siempre que se empleen los rubios para los hombres y los negros para las mujeres (15).

Un vaso diario de agua endulzada de la decocción de raíz de hinojo obliga a los más irresolutos de Miajadas a no separarse del orinal. Las también decocciones de fruto del jaramago, de hojas de habichuelas, de juncos y de pipos de guindas obran prodigios, respectivamente, en Villagarcía de la Torre, Santa Amalia, Tejeda de Tiétar y Aceitunilla. El cocimiento de raíz de caña es lo más indicado en Valverde del Fresno y de diente de león en Montemolín. Buenos colofones diuréticos constituyen la maceración de la raíz de perejil (Garganta la Olla, Cuacos), el vino de alcachofa (Villagonzalo), el zumo caliente de la ajera o hierba del ajo (Calamonte, Don Benito) y la planta tarey (Alburquerque), que al decir de Tomás López se cría en las riberas del Gébora y Zapatán (16).

Por último nos detenemos en la orquitis, una infección urinaria cuyas consecuencias inmediatas son la inflamación de los compañones y los intensos dolores. Contra la hinchazón testicular se aplican en Extremadura paños calientes empapados en agua salada, así como cataplasmas de hojas de beleño impregnadas de aceite o manteca de cerdo y emplastos de estas mismas hojas majadas con vino, solución médica ésta que ya entraba entre las recomendaciones de Dioscórides (17). Tampoco faltan quienes sufriendo problemas de esta índole hallen la completa sanación mediante el auxilio divino. Así nos topamos con el caso de un niño, al que los "compañoncitos se le pararon gordos e tiestos e bermejos", que curó por la intercesión de la Cruz Bendita de Casar de Palomero (18). Y es que el cuidado de los cataplines se hace necesario para mantener intacta la facultad de transmitir buenos genes a la descendencia, puesto que no en vano, atendiendo al popular refrán recopilado por el Maestro Correas, "a buen compañón, buena compañía".

____________

NOTAS

(1) FLORES DEL MANZANO, Fernando: La vida tradicional en el Valle del Jerte, Asamblea de Extremadura, Mérida, 1992, p. 317.

(2) MATEOS ROMERO, Trinitario: Estudio Antropológico-médico de Torremenga (Cáceres), Institución Cultural "El Broncese", Excma. Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, 1988, p. 146.

(3) PIZARRO CALLES, Alonso: Plantas medicinales en Extremadura, Gráficas Boyu, S. L., Mérida, 1988, p. 39.

(4) MONTERO CURIEL, Pilar: Medicina Popular Extremeña (Encuesta en Madroñera), Real Academia de Extremadura y Ayuntamiento de Madroñera, Cáceres, 1992, p. 79.

(5) Cit. FONT QUER, P.: Plantas medicinales. El Dioscórides renovado, Editorial Labor, Barcelona, 1988, p. 793.

(6) El ente delucidado. Editora Nacional, Madrid, 1978, p. 258.

(7) MATEOS ROMERO, Trinitario: Op. cit., p. 144.

(8) De med. Líber, XXLVI, 130/1.

(9) Cit. FONT QUER, P.: Op. cit., p. 103.

(10) LÓPEZ DE VARGAS MACHUCA, Tomás: Extremadura, Asamblea de Extremadura, Mérida, 1991. Op. cit., p. 77.

(11) LÓPEZ CANO, Eugenio: "Supersticiones y creencias populares", Alminar, 51, (Badajoz, Institución "Pedro de Valencia" y Diario HOY, 1987), p. 4.

(12) LÓPEZ DE VARGAS MACHUCA, Tomás: Op. cit., p. 93.

(13) LÓPEZ CANO, Eugenio: Op. cit., p. 4.

(14) OTERO FERNANDEZ, José María: "Plantas silvestres extremeñas. Placeres ocultos y curativos", Alminar, 21 (Badajoz, Institución "Pedro de Valencia" y Diario HOY, 1981) p. 9.

(15) GUIO CEREZO, Yolanda: Naturaleza y salud en Extremadura: Los Remedios, Asamblea de Extremadura, Mérida, 1992, P.33.

(16) LÓPEZ DE VARGAS MACHUCA, Tomás: Op. cit., p. 47.

(17) FONT QUER, P.: Op. cit., p. 575.

(18) PALOMO IGLESIAS, Crescencio: "Milagros de la Bendita Cruz de la Villa de Casar de Palomero", Antropología Cultural en Extremadura, Asamblea de Extremadura, Mérida, 1989, p. 193.



EL APARATO URINARIO DESDE LA OPTICA ETNOMEDICA EXTREMEÑA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1999 en la Revista de Folklore número 219.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz