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Revista de Folklore número

216



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ALGUNAS CARACTERISTICAS DE LA MUSICA TRADICIONAL DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA

URIA LIBANO, Fidela

Publicado en el año 1998 en la Revista de Folklore número 216 - sumario >



Los vaqueiros de alzada constituyen un grupo social, de características muy singulares, perteneciente al área occidental de Asturias y que se encuentra, en la actualidad, en vías de extinción. Se dedican fundamentalmente a la cría de ganado vacuno y practican la trashumancia, habitando durante el otoño y el invierno en valles o zonas costeras y en primavera y verano en las montañas altas del suroccidente asturiano que limitan con León (1).

El folklore musical vaqueiro es, junto con la asturianada, una de las manifestaciones más auténticas y originales de la música popular asturiana. Las canciones vaqueiras, pese a ser originarias de unas zonas restringidas y pertenecer a un grupo social marginado durante siglos, han adquirido gran popularidad, hasta constituirse en una expresión genuina de la música tradicional de la región. A este respecto se ha producido el fenómeno de la adopción como propia por la mayoría dominante de la música producida por una minoría, como ocurrió con el folklore de los negros americanos o de los gitanos españoles.

La música tradicional de los vaqueiros -y su folklore en general- se conserva con bastante pureza, lo que da a sus melodías y a sus ritmos un sabor especial de ancianidad. Esta escasa contaminación se debe fundamentalmente al aislamiento que han vivido los vaqueiros durante siglos, constituyendo un grupo cerrado y celoso de sus costumbres; a esto hay que sumar la originalidad de su forma de vida trashumante.

Una de las características principales del folklore musical vaqueiro es la sujección que presentan sus canciones a un ritmo marcado insistentemente por instrumentos percutidos: idiófonos, como la payetsa o las castañuelas, o membranófonos, fundamentalmente el pandero cuadrado. Las vaqueiradas recopiladas, bien en los diversos cancioneros asturianos o bien en grabaciones sonoras u otras fuentes documentales, atestiguan este hecho. Por otra parte, la mayoría de la música tradicional de los vaqueiros se desarrolla sobre ritmos ternarios, de preferencia 3/8 ó 6/8.

Esta dependencia del ritmo en las canciones vaqueiras viene dada, con toda probabilidad, porque muchos de los temas están ligados a bailes y danzas.

Intimamente relacionado con este carácter rítmico está un estilo que, por lo general, es silábico, salvo pequeños adornos melismáticos situados sobre todo al final de las frases musicales. El siguiente ejemplo es bien significativo en este sentido:

Esta canción se canta en el Puerto de Somiedo (concejo de Somiedo) para acompañar al baile del pandero; su letra hace alusión a cierto obispo ovetense del siglo pasado que gozaba de gran popularidad entre los vaqueiros porque trató de ayudarles y acabar con la marginación de la que eran objeto por parte del resto de los aldeanos. Se observa claramente el ritmo ternario y fuertemente marcado, con un predominio de la estructura rítmica basada en tres corcheas con acentuación en la primera de ellas. En cuanto al estilo, es totalmente silábico, correspondiendo en todo momento a cada sílaba una única nota.

Estas dos características -la dependencia de un ritmo y el escaso desarrollo melismático- son rasgos distintivos de la vaqueirada con respecto a otro tipo de canción representativa de la región: la asturianada. Al contrario que las vaqueiras, las asturianadas presentan un extraordinario desarrollo melismático; de hecho, uno de sus aspectos determinantes es la gran simplicidad de su estructura melódica básica, unida a la extremada complicación de sus melismas (2). Las asturianadas tienen un ritmo totalmente libre y están sujetas, la mayor parte de las veces, al propio gusto personal de los intérpretes. Además, y en contraste con las vaqueiradas, son canciones para ser interpretadas sin ningún tipo de acompañamiento instrumental, aunque a veces se cantan con acompañamiento de gaita.

De todas formas, no se puede afirmar de forma categórica que toda la música vaqueira carezca de melismas y presente un carácter fuertemente rítmico, ya que existen algunas excepciones significativas con respecto a estas características generales. Así, hay algunos temas con un ritmo de tipo binario, pese a ser casos rarísimos en este folklore, como por ejemplo la siguiente canción de baile:

Se trata de una dancita recogida en el concejo de Valdés. El ritmo es binario en compás de 2/4, pero el estilo, siguiendo la tónica general de la música vaqueira, es de carácter silábico.

Existe además un reducido grupo de vaqueiras bastante desconocido, incluso para los estudiosos del folklore musical, que presenta unos rasgos opuestos a la generalidad. Estos temas tienen un ritmo de carácter libre y presentan un desarrollo melismático acusado, especialmente al final de los períodos o frases. En contraste con la generalidad de la música vaqueira se interpretan sin ningún tipo de acompañamiento instrumental. Transcribo, a continuación, un ejemplo bien ilustrativo en este sentido (3).

Esta vaqueirada fue recogida en el Puerto de Somiedo por Juan Uría Ríu y presenta, como se puede observar, un gran desarrollo melismático y un ritmo totalmente libre (4).

Desde el punto de vista melódico, las vaqueiradas se desarrollan sobre escalas de escaso ámbito que no sobrepasan la octava y, generalmente, se construyen sobre tetracordos, pentacordos o hexacordos. Estas melodías se mueven normalmente por grados conjuntos, salvo algún pequeño salto de tercera o de cuarta, con una repetición insistente de determinadas notas.

Muchos de estos temas no son tonales sino que tienen un carácter más arcaico ya que, o bien se relacionan con los antiguos modos gregorianos o presentan una mezcla de tonalidad y modalidad. Estas canciones tienen una nota que se puede considerar como tónica o nota fundamental sobre la que se apoya la melodía, que es la final y muchas veces la de partida. La segunda nota en importancia, sobre la que se hacen algunas cadencias o semicadencias o en la que se recita, es la que denominamos nota eje.

El siguiente ejemplo es una vaqueira recogida en La Peral (Somiedo):

La melodía se mueve en el estrecho ámbito de un pentacordo, entre Fa y Do, con Sol como tónica y Si como nota eje:

Esta estructura melódica se relaciona con la antigua modalidad gregoriana de Protus:

El tema vaqueiro ya mencionado, Mediu la mar, presenta una estructura melódica interesante. Los dos primeros períodos en los que hemos dividido la canción se desarrollan sobre un heptacordo, entre Fa y Mi bemol, cuya tónica es la nota Sol y la nota eje es Do:

Por lo que respecta a los dos últimos períodos del tema su melodía se desarrolla sobre el hexacordo que va entre las notas Fa y Re, pero ahora La y Si (el segundo y el tercer grado) aparecen naturales:

Por lo tanto la melodía de esta vaqueira se basa en un tipo de escala mixta -derivada del modo deuterus gregoriano- que, en los dos primeros períodos, presenta el segundo y tercer grados de la escala menores (a excepción del melisma al fínal del segundo período en el que el tercer grado aparece ya mayor); y, en los dos últimos períodos, tiene el segundo y tercer grados mayores (excepto las dos primeras notas del último período con el tercer grado menor) (5):

Lógicamente también hay canciones cuyas melodías se desenvuelven sobre una base tonal, bien en modo mayor o en menor, pero son menos numerosas dentro de la música tradicional vaqueira que aquellas de base modal. Un ejemplo, concretamente en la tonalidad de Sol mayor, es el siguiente baile, denominado son del tsano y escuchado a vaqueiros en la comarca leonesa de Babia:

Otro de los aspectos importantes en el análisis de las características de la música vaqueira es el estudio de los textos o literario. La forma poética más abundante en este repertorio es la cuarteta octosílaba, es decir, cuatro versos octosílabos con rima asonante en los pares e impares sueltos; por otra parte, y según la mayoría de los investigadores de nuestra música tradicional, esta es la forma más utilizada en el folklore español y una de las más antiguas:

En las cuevas más profundas
donde habitan los herejes,
tengo de ir a llorar
el día que tú me dejes.
N''aquella ventana hay tsuz
y allí se están acostando,
y allí están los míos amores
y yo por aquí penando (6).

Otro tipo de estrofa importante -aunque se da con bastante menos frecuencia que la cuarteta octosílaba- en estas canciones es la seguidilla, también llamada cuarteta de seguidilla o copla de seguidilla: una cuarteta en la que los versos impares son heptasílabos sueltos y los pares son pentasílabos con rima, por lo general, de tipo asonante:

Mociquines de Tsaciana
¿quién vus mantiene?
Los arrieros del Puerto
que van y vienen (7).

Por lo que respecta a la forma musical de las canciones vaqueiras -es decir, la relación o tipo de estructura que se establece entre el texto y la música- es, en la inmensa mayoría de los casos, de tipo estrófico: la misma música para cada una de las estrofas de las que se compone el tema. Frecuentemente aparece una frase musical para los dos primeros versos de la estrofa (cuarteta) y otra segunda frase para los dos últimos:

Algunas veces estas dos frases musicales pueden ser idénticas:

En ocasiones la primera frase musical de una vaqueira abarca tres versos de la estrofa y, tras una semicadencia, se desarrolla la segunda frase musical sobre el cuarto y último verso:

El texto de la mayor parte de estas canciones está en el dialecto utilizado por los vaqueiros de alzada, que se encuentra dentro del grupo del llamado bable occidental, el más interesante, por su complejidad fonética, de los tres grandes grupos en los que se divide el asturiano. Hay ciertas peculiaridades fonéticas que, aun no siendo exclusivas de las brañas, si están en ellas mucho más arraigadas que en otras zonas del occidente asturiano donde también se encuentran.

Se utiliza mucho el fonema ts, producto de la I y la ll latinas; existe un dicho popular al respecto: "Quien non diga tsume, tseiche, tsino e tsana non e de Tsaciana" ("Quien no diga lumbre, leche, lino y lana no es de Laciana"). Otro rasgo típico es el uso del infinitivo acabado en e o, con menor frecuencia, en i: cantare, saliri, beitsare (bailar). El infinitivo acabado en i se halla también entre los maragatos leoneses.

Pero hay algunas canciones vaqueiras que tienen la letra en castellano, sobre todo aquellos temas de zonas cercanas a las comarcas leonesas de Laciana, Babia, Sil, Omaña, etc. Este hecho refleja de forma clara una de las múltiples interinfluencias que existen entre la música tradicional de un área que, por el occidente hispano, abarca zonas de Asturias, León, Zamora, Salamanca y Extremadura; influencias que vienen dadas por razones de índole fundamentalmente histórica y económica (8). Sirven de ejemplo, a este respecto, los siguientes textos:

El tener pena no es bueno
el llorar es tontería;
el murmurar es pecado,
el cantar es alegría.
Alegría cuando vienes
tristeza cuando te vas;
dime dueño de mi vida
¿para cuándo volverás? (9).

Para cantar bien la jota,
señores hay que tener:
buen gusto y mejor guitarra
y a tu lado una mujer.

Ole, ole, ole, ole,
a tu lado una mujer.

Las estrellas en el cielo
todas alumbran a Dios;
y tú como eres mi estrella
alumbras mi corazón.

Ole, ole, ole, ole
alumbras mi corazón (10).

Tienes en el manteo
y un repicoteo
a lo aragonés.
Eres morena
y robas los corazones (11).

A veces aparecen en las vaqueiradas algunas exclamaciones, como por ejemplo la expresión ¡eh!, para finalizar el último verso de cada estrofa de la canción, a modo de apoyatura vocal que sirve para subrayar el ritmo y marcar el final de la letra:

Soy vaqueiro, soy vaqueiro, soy vaqueiré.
Nací entre la vaqueirada
soy fitso de Xuan Barreiro,
nací en mitad de la braña, ¡eeh!

Soy de Navelgas de arriba, soy vaqueiré.
Soy de Batsina Ferreira,
yo soy de la pura raza
de pura raza vaqueira, ¡eeh! (12).

En otros casos los temas presentan una especie de estribillo que se puede traducir por la expresión pabeiro o pabirun, y que parece ser una onomatopeya del rítmico sonido que hacen los instrumentos que suelen acompañar la canción: pandeiros, payetsas y castañuelas; véase el siguiente ejemplo, ya aparecido en este estudio:

Morrió el obispu d''0vieu,
morrió nuestru capitán
y al pon, pabirun, pabirun,
pabirun y al pon, pabirun.

Para abordar el estudio de la música vaqueira en cuanto a su tipología, es decir, atendiendo a su clasificación funcional y literaria, hemos seguido la propuesta de clasificación que hace Palacios Garoz (13).

Apenas existen dentro del repertorio cancionístico del folklore musical vaqueiro temas de tipo religioso; de hecho, durante mucho tiempo los vaqueiros de alzada se caracterizaron por una formación religiosa más bien escasa, ya que la trashumancia dificultaba el conocimiento y la asistencia de los mismos a los actos litúrgicos. Así, por ejemplo, no tenemos evidencia de que entre los vaqueiros existiera la costumbre de entonar villancicos o aguinaldos durante las fiestas de Navidad.

Predominan dentro de este grupo las ofrendas de ramus a santos. Las procesiones con ofrendas de ramus a santos o a la Virgen eran típicas en las festividades de los vaqueiros. El ramu era una especie de torso de madera con enaguas, montado en un palo de unos dos metros de largo; en Somiedo solía llevar panes y dulces debajo de las enaguas. El siguiente ejemplo pertenece a una canción de la braña de San Cosme de las Estacas (concejo de Belmente de Miranda):

Santa Tsucía bendita
aquí traemos el ramu;
todo lo dieron los pobres
los ricos no dieron granu, ¡eeh!

Las canciones de ramus son, en realidad, temas que acompañaban a un tipo de baile vaqueiro denominado el regodinxo.

En cuanto a las canciones profanas hay temas vaqueiros de ronda o amorosos, como las coplas que se transcriben a continuación:

Amores en torre firmes
no los derriban los aires.
¡Ay amor, amor, ay amante,
ay amor que no puedo olvidarte!


Amante mío del alma
bien te lo decía yo,
que me ibas a olvidare;
¡ay, ay, ay, tú decías que no!

Tú que sos de La Peral
y yo que soy de La Ortera,
sube galán que hoy pasamos
de la Raya Carbonera, ¡eeh!

Dicen que no nos queremos
porque no nos ven hablare.
A tu corazón y al mío
se lo pueden preguntare.

Pero más tradición tienen en el Corpus cancionístico de los vaqueiros de alzada las canciones de boda, fuertemente enraizadas en el área occidental astur-leonesa, aunque antiguamente se extendían por toda Asturias. Los cantos se sucedían a lo largo de toda una serie de ritos: para invitar a la novia a salir de su casa, para acompañar a los novios a la iglesia, para agasajar a los novios, padrinos y cura después de la ceremonia, durante el banquete de bodas, etc. (14). Este tema fue transcrito en el pueblo de Rioscuro (Laciana, León), durante la celebración de una boda vaqueira (15):

Buenos días los padrinos,
los novios y el señor cura,
que a la verdad representan:
amor, virtud y hermosura.
Hoy al despertar la aurora
el día estaba nublado,
viendo novios y padrinos
las nubes se retiraron.
A darle la bienvenida
al señor cura venimos
y con especialidad
a los novios y padrinos.
Despídete niña hermosa
de la casa de tus padres;
que hoy es el último día
que de ella soltera sales.

Entre los temas de trabajo destacan, lógicamente, los relacionados con el ganado vacuno, mientras que apenas existen canciones referentes a las diversas faenas agrícolas:

Mocines de La Peral,
¿qué venís facer al Puertu?
Vamos a ver las vaqueiras,
como revuelven el cuetsu (16).

No quiero la letsi gorda,
lleva la borona al horreu.
Las mozas de La Peral
cómenla con pelus y todu (17).

Existe también un grupo minoritario de canciones que no se puede clasificar dentro de ningún apartado en especial, ya que no tiene una función determinada, ni de tipo social ni religioso. Por lo general los contenidos de los textos de estos temas son exaltaciones de dos clases:

- Localistas, haciendo referencia a determinados pueblos o zonas de asentamiento vaqueiro.

- Del vaqueiro, como grupo social y cultural diferenciado del resto de los aldeanos asturianos; es una forma de respuesta al menosprecio del que han sido objeto durante siglos.

El siguiente tema ha sido transcrito en el Puerto de Somiedo y refleja claramente esta oposición entre el mundo vaqueiro y el del resto de los aldeanos:

Aunque soy tan pequeñina
como un granu de cebada,
lo que tengo de pequeña
téngolo de resalada.

Había una flor
en el campo floreciendo.

Aunque vivo al pie del monte
entre los riscos metida,
ni marnuetos ni xaldinos (18)
me verán cara de risa.

Había una flor
en el campo floreciendo.

Vaqueiro casa las fitsas
que luego pierden el sere;
que no son hierbas del campo
que vuelven reverdecere.

Había una flor
en el campo floreciendo.

Tienes unos ojos nena
hechos para la humildade;
cuando por la calle vas
van diciendo soledade.

Había una flor
en el campo floreciendo.

Por lo que se refiere a los romances -y siguiendo la propuesta de clasificación de Palacios Garoz- podemos situarlos en un grupo que está a caballo entre las canciones profanas y las religiosas, pues existen romances tanto de un tipo como del otro. De cualquier forma, la mayoría de los romances ligados a los vaqueiros son profanos y, en muchos de ellos, se observa la influencia del folklore castellano-leonés. Como ejemplo transcribo a continuación un fragmento del Romance del arriero, recogido en el Valle del Lago (Somiedo), pero muy conocido también en varias comarcas de Castilla y León con diversas variantes (19):

Por las sierras de Bembibre
caminaba un arriero;
buen zapato y buena media,
buen bolsillo y con dinero.

Al subir al alto el puerto
cuatro ladrones salieron:
- ¿Dónde camina el buen hombre,
dónde camina el arriero?

- Camino para La Mancha,
camino para Toledo.

- A La Mancha vamos todos
como buenos compañeros.

Por lo que se refiere al apartado de las danzas es, sin duda, el más numeroso dentro del repertorio de la música tradicional vaqueira, predominando con diferencia los bailes de tipo vocal. Sin embargo, no nos detenemos en el análisis de este aspecto, pues ya lo hemos abordado en un artículo monográfico dedicado a los bailes vaqueiros (20).

En cuanto al modo de interpretación de las canciones vaqueiras se pueden distinguir dos tipologías:

- Por una parte están los temas cuya ejecución es de carácter colectivo, principalmente las canciones de boda, los romances y todas las canciones de bailes. En general, estas interpretaciones corrían a cargo de las mujeres; los tonos de las voces se caracterizaban por ser bastante agudos y de cabeza. Las melodías se acompañaban frecuentemente con los instrumentos tradicionales de los vaqueiros de alzada: panderos cuadrados, payetsas y castañuelas. En el caso de los temas de bailes la interpretación era, invariablemente, de este modo: las cantadoras se situaban sentadas detrás de los que bailaban; solían ser las más ancianas y era muy común el que una de ellas actuara como directora del grupo, por ser la que mejor conocía el repertorio. Acompañaban su canto con panderos y payetsas.

- Por otra están los temas que tienen una interpretación individual -al igual que la asturianada- que puede ser realizada tanto por hombres como por mujeres. En este grupo estarían, por ejemplo, las canciones de ronda, los temas de trabajo o las vaqueiradas que hemos definido como de uso indeterminado (exaltación localista, orgullo de la condición de vaqueiro, etc.).



NOTAS

(1) Aunque antiguamente estaban repartidos por una amplia zona que abarcaba, entre otros, los concejos de Valdés, Tineo, Navia, Cudillero, Salas, Belmonte de Miranda, Somiedo, Pravia, Cangas de Narcea, Allande, etc., hoy en día tan sólo existen vaqueiros trashumantes en los concejos de Salas, Belmonte de Miranda y Somiedo.

(2) Véase ALVAREZ-BUYLLA, José Benito: La canción asturiana, Salinas: Ayalga, 1977, pp. 151-183.

(3) Para la transcripción de este tema me he basado en las recomendaciones de la Comisión de Expertos, reunida por los Archivos Internacionales de la Música Popular, bajo los auspicios de la UNESCO. Por lo tanto, no he puesto un compás determinado ni barras de compás, ya que el tema es completamente arrítmico; tampoco he utilizado plicas para las notas porque tienen una duración aproximada. Los grupos melismáticos están unidos por una ligadura y he separado con doble barra los distintos períodos musicales en los que se divide la canción: cuatro en total.

(4) Su grabación sonora, interpretada por el mismo Uría Ríu, se recoge en Canciones de los vaqueiros de alzada del occidente de Asturias, "La Voz de su Amo", 1923.

(5) Sobre esta escala véase PALACIOS GAROZ, Miguel Ángel: Introducción a la música popular castellana y leonesa. Burgos, Junta de Castilla y León y Excmo. Ayuntamiento de Segovia, 1985, pp. 52-53.

(6) Vaqueirada de la localidad de Tsamardal (Somiedo).

(7) Baile del pandero que cantan los vaqueiros del Puerto de Somiedo.

(8) Sobre este aspecto de los textos en la música vaqueira y la influencia de la música castellana véase: GONZÁLEZ COBAS, Modesto: De musicología asturiana. La canción tradicional, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1975, pp. 58-59.

(9) Baile del pandero transcrito en el pueblo de Valle del Lago (Somiedo).

(10) Jota recogida en Valle del Lago (Somiedo).

(11) Baile del pandero transcrito en Modreiros (Belmonte de Miranda).

(12) Vaqueirada recopilada en la localidad de Navelgas (concejo de Tineo).

(13) PALACIOS GAROZ, M. A.: Op. cit., pp. 59-65. Esta clasificación es una síntesis de las propuestas de Federico Olmeda y de las de Felipe Pedrell y Manuel García Matos. De Olmeda toma la división general en canciones (profanas y religiosas) y danzas (vocales e instrumentales), de Pedrell y García Matos asume la idea básica de la función social del canto dentro de la música popular.

(14) Véase URIA LÍBANO, Fidela: "Los cantos de boda en la montaña occidental astur-leonesa", Revista de Folklore, n.º 112, 1990, p. 120.

(15) Recogido por el profesor Juan Uría Maqua en los años cincuenta.

(16) El cuetsu es una masa de leche y harina de maíz con la que los vaqueiros hacían las papas o fariñas.

(17) La letsi es la leche. La borona es un tipo de pan de centeno común entre los vaqueiros.

(18) Xaldos y marnuetos eran los nombres que los vaqueiros daban a los campesinos (no vaqueiros) que habitaban en los valles del interior o en la franja costera.

(19) Una variante del Romance del arriero aparece recogida, por ejemplo, por FERNANDEZ NUÑEZ, Manuel: Folklore leonés, Ed. facsímil, León, Editorial Nebrija, 1980.

(20) Véase URIA LÍBANO, Fidela: "Notas para el estudio de la música tradicional de los vaqueiros de alzada: Los bailes", Revista de Folklore, nº 213, 1998, pp. 99-105.



ALGUNAS CARACTERISTICAS DE LA MUSICA TRADICIONAL DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA

URIA LIBANO, Fidela

Publicado en el año 1998 en la Revista de Folklore número 216.

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