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Revista de Folklore número

211



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PASTORES DE LAS PEÑAS DE CERVERA (Parte I)

REPRESA FERNANDEZ, Domingo

Publicado en el año 1998 en la Revista de Folklore número 211 - sumario >



PRESENTACION
Pastores de las Peñas de Cervera es una de las varias investigaciones etnográficas que durante los Últimos cinco años he realizado en la comarca burgalesa de Cervera. Consciente del peso social y económico que la ganadería ovina presenta en la zona e igualmente consciente del cambio que se está operando en la profesión pastoril, considero de importancia e interés el estudio etnográfico de la cultura pastoril de la zona, tanto por el valor que su conocimiento pueda tener para el mundo de la cultura tradicional como por su contribución al estudio socio-antropológico de la comarca.

Zona de transición entre la Ribera y la Sierra de la Demanda, el conjunto de las Peñas de Cervera, al sudeste de la provincia de Burgos, comprende entre municipios y aldeas, los siguientes núcleos de población: Espinosa, Briongos, Ciruelos, Tejada, Hortezuelos, Hinojar, Barriosuso, Santibáñez del Val, Ura, Castroceniza, Quintanilla del Coco, Santo Domingo de Silos, Peñacoba, Carazo, Villanueva de Carazo, Haedo y Contreras. El aspecto demográfico de la zona se corresponde con el de una población claramente envejecida y fuertemente castigada por la despoblación. Sus especiales condiciones de relativo aislamiento geográfico y el carácter de su economía marcadamente agro-pastoril, ofrece al investigador de la cultura popular un atractivo y provechoso marco de trabajo. En lo económico, estamos ante un original caso de dualización interna: mientras la totalidad de pueblos y aldeas se encuentran sumidos en un trágico abandono y una absoluta decadencia, tan sólo uno de ellos prospera gracias a una reconversión basada en el sector terciario.

Como realidad viva y como patrimonio común, la cultura de los pastores de las Peñas de Cervera es argumento suficiente para dedicar nuestro esfuerzo hacia su comprensión y difusión. A partir de fragmentos, de la pura cotidianidad, es posible elaborar el discurso vital de los pastores de la comarca, construyendo, con cada nueva cuestión, la visión de conjunto del agregado humano. Mediante el rastreo, la escucha atenta, la curiosidad abundante, la interrogación continua, la conversación y la observación prolongadas, podremos captar algo de la vida ordinaria y de la interioridad del pensamiento y el sentimiento de nuestros semejantes para hacerlo, en algún sentido, un algo propio.

Testimoniar, más que "recuperar", es la labor que me he propuesto. Más testimoniar sobre seres, cosas, acciones, anhelos y sentimientos como entidades semánticas. El dato etnográfico aparece entonces como un núcleo de significado que es necesario interpretar en el seno de un discurso mayor y total, y del que es posible extraer parte de su valor y sentido. Obviamente, no se pretende aquí esta vasta tarea antropológica. Pero inspirado en una concepción de la Antropología como ciencia interpretativa en busca de significaciones, ha sido mi deseo "hacer etnografía" como forma de conocimiento. El presente trabajo, parcial y siempre incompleto, intenta fijar bases, abrir caminos, contextualizar significados y provocar la continuación de la investigación. En este sentido, no ha de valorarse como conocimiento fragmentario, aislado en su significado y sentido, sino como parte integrante de un estudio más ambicioso: el estudio antropológico de la comarca de Cervera. Plan en el que, por lo tanto, la Etnografía se vuelve herramienta auxiliar de la Antropología; el estudio de lo tradicional se inscribe en el estudio global de la sociedad y, en suma, la interpretación, a la luz de lo observado y oído, lo registrado y lo intuido, se convierte en acto creador riguroso a la par que imaginativo.

La investigación de campo se realizó en 1997 durante diversas estancias en la comarca. A lo largo de las mismas se convivió estrechamente con los pastores, participando en los careos, colaborando en tareas de limpiezas de tenadas o traslado de corderos al pueblo, compartiendo comida y bebida en el monte y disfrutando del escaso tiempo libre de que disponen cuando hubo ocasión. Las visitas a la zona abarcaron distintas estaciones climáticas (rastrojeras, nieve), señaladas fechas en la vida del ganado (partos, saneamiento, etc.) y significativas épocas en los quehaceres del pastor (esquileo, capar corderos, ventas, etc.).

La investigación pudo realizarse en parte gracias a la subvención concedida por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, en su convocatoria de 1997. Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento a dicha institución.

Para los verdaderos "autores" de estas páginas, los pastores de Cervera, y en especial para el señor L., mi más sincero reconocimiento por su ayuda, su infinita paciencia y el excepcional trato que me dispensaron.

EL REBAÑO

Un total de 25 rebaños repartidos entre los 16 pueblos y aldeas de la comarca nos dan una idea de la importancia económica y, para nuestros intereses, cultural del pastoreo en la zona investigada. La raza ovina es la denominada churra. No hay uniformidad en cuanto al número de cabezas por rebaño puesto que coexisten pequeños hatajos de ovejas, en tomo a las 20-25 cabezas, junto a enormes rebaños cercanos a las 1.500 ovejas. Tampoco puede establecerse una media segura para toda la comarca ya que las oscilaciones en el número de animales en un mismo rebaño a lo largo del año puede variar significativamente por causas diversas y concurrentes (muertes, ventas, compras, sacrificios, partos, etc.). Un ejemplo ilustra esta variabilidad. En febrero de 1996 el rebaño de L. estaba constituido por 700 ovejas y 6 meses más tarde por 1.200 (tras los partos de verano); durante la Navidad de ese mismo año el número descendió en torno a las 650 y en septiembre del 97 nuevamente se rebajó a 550. Este rebaño pertenece a un pastor cercano a la jubilación y la trayectoria descendente se explica por su deseo de quitar las ovejas gradualmente. La circunstancia contraria puede encontrarse en aquellos casos en los que el pastor es una persona joven o madura que se encuentra en sus comienzos profesionales o en pleno cenit productivo. También se da en aquella coyuntura en la que el rebaño es propiedad común de hermanos o parientes.

El rebaño, dependiendo del número de cabezas, tiene algunos machos capados cuyo fin es conducir el ganado. Las ovejas se marcan para su identificación como pertenecientes a un determinado rebaño. La forma tradicional de efectuar este cometido consistía en hacer mediante el uso de las tijeras diversos cortes y señas en las orejas de los animales. A estas señas, según su forma, un pastor ya retirado las denominó horcas y remusacos. En la actualidad se coloca en la oreja del animal unos pendientes de color naranja codificados con letras y números exclusivos de un determinado pastor.

Otra forma de señalización es de índole acústica. Los cencerros de un mismo tamaño y rebaño tienen, o han de tener, todos idéntico sonido. Esta cualidad es muy apreciada por los pastores puesto que en la semejanza sonora el pastor identifica a distancia si un rebaño es el suyo o, por contra, pertenece a otro colega. He podido asistir a discusiones interminables entre vendedores y compradores de cencerros acerca de este asunto en las cuales se probaba una y otra vez el soniquete de los cencerros para verificar su afinidad. La colocación de los cencerros en las ovejas no sigue ningún criterio especial, salvo, evidentemente, el de tamaño del animal y el del cencerro. Atendiendo a esta característica, los cencerros se denominan, de mayor a menor, según esta clasificación: zumbos, campanillas, de a puño, pequeñas, changarros o tangarros y piquetes. El cencerro se compone de collar de cuero, campano de hojalata y badajo. Este es de fabricación casera a partir de una pieza de encina y, en el caso de los más pequeños, su elaboración es muy costosa.

La tenada es la construcción destinada a encerrar al rebaño. Situada en el monte y de propiedad privada, la tenada es una tosca edificación rectangular y de diferentes alturas cuyos muros son de mampostería y el tejado a dos aguas de teja canal. La tenada posee una puerta principal de madera y algunas otras secundarias que franquean el paso a los distintos corrales adyacentes al edificio. Los corrales se cierran mediante empalizadas de madera o metálicas y en ellos se colocan ropas y otros objetos con el propósito de que su movimiento y ruido ahuyenten los peligros que merodean la tenada. En su oscuro interior no hay luz eléctrica ni agua por lo que ambas han de proveerse mediante linternas o lumigás y bidones que recojan el agua de la lluvia. Los elementos más característicos de una tenada son los siguientes: la cama, suelo donde reposan las ovejas, cuya cualidad principal es estar constituida por poca paja y no ser húmeda; las hierberas, comederos instalados contra la pared o centrales, de madera o metálicos, cuya estructura sirve para echar la paja en la parte alta y el pienso en la baja; las comederas o platos, largos listones de madera horadados en su interior que se sitúan en el suelo y tienen diferentes capacidades y medidas según el número de ovejas que en ellas puedan comer; el arcón guarda la paja y el bardero es el lugar donde se amontonan las alpacas para resguardarlas de la humedad y de la glotonería de las ovejas. La basura que se acumula en la tenada no es motivo de especial preocupación para el pastor. Hace tiempo se sacaba de ella algún rendimiento vendiéndola a los agricultores, pero en la actualidad es el pastor el que ha de hacer el gasto para que algún vecino con tractor y pala la saque de la tenada. Las ovejas, para dormir, sienten especial querencia por las partes donde más basura se amontona, ya que en ellas hace más calor. La tenada tiene ciertos habitáculos en las esquinas que sirven para acoger a determinados animales. Son los denominados chozos y su preparación consiste en aislar un lugar de la tenada mediante cacillas, vallas metálicas o de madera. Su utilidad será documentada posteriormente cuando trate de los partos y las enfermedades del ganado.

LAS OVEJAS

Los pastores de la comarca de Cervera denominan a sus ovejas de diferentes maneras según el criterio que en cada ocasión utilicen. A la división genérica por sexos, superponen otra serie de distinciones que vienen regidas por la edad, los rasgos físicos, las cualidades de los animales, etc.

Los dientes son el elemento fundamental en la clasificación por edades. Compilando las diversas informaciones obtenidas durante el trabajo de campo, se puede obtener el siguiente cuadro clasificatorio:
EDAD MACHOS HEMBRAS
Dientes pequeños o de leche Corderos Corderos o borregas
Dos primera palas Borregos Borras
Cuatro palas Andoscos Andoscas
Tres palas a cada lado Reandoscos Reandoscas
Igualan: ocho palas Carneros Ovejas o cerradas

Por los rasgos externos, si éstos son especialmente llamativos el ganado recibe una serie de calificativos por medio de los cuales en innumerables ocasiones se identifica a las ovejas. Aunque suponemos que la lista es incompleta, este cuadro puede ser ilustrativo de la variedad de denominaciones utilizadas.
DENOMINACION MACHOS HEMBRAS
Carbonera Negra
Paloma Blanca
Rebisca Ojos negros, buena ojera
Carnudo/a Con cuernos Con cuernos
Nocho Sin cuernos
Cacha Si agachan la cabeza
Jara o Pintorra Mezcla de negro y blanco
Merino Pequeño tamaño
Zurrinegra Color grisaceo
Tambaron o Manchego Gran tamaño
Gorrina Gran tamaño
Zalbo Cabeza blanca

Si la cualidad pertenece a campos tales como el comportamiento, la valía, la fecundidad, etc., de las ovejas, el pastor aplica alguno de los siguientes calificativos a los animales:

Machorras: ovejas estériles.
Mamias: ovejas sin leche en una ubre.
Ubriciegas: ovejas sin leche.
Tempranas: ovejas que paren en diciembre/enero.
Desecho: ovejas desdentadas y viejonas.
Niñas: ovejas muy jóvenes.
Malato: corderos enfermos, pequeños, pobretones.
Tontas, locas: ovejas que manifiestan un comportamiento anormal.
Socas: Ovejas (y en general cualquier animal) vagas e inútiles.
Macacos: corderos que han dejado de mamar y se engordan para su venta.

Dependiendo del número de cabezas de cada rebaño, éste tendrá más o menos carneros. Así, por ejemplo, un rebaño de 700 ovejas tiene 5 carneros (Silos) y uno de aproximadamente 300 cabezas, dos machos (Valeriano, pastor jubilado). Para algunos pastores lo idóneo es que por cada 80 ovejas haya un carnero. Los carneros cubren a las hembras hacia noviembre/diciembre y los partos, tras 5 meses de gestación, vienen a ser en febrero/marzo, aunque las primerizas suelen ser más tardías. No obstante, algunas ovejas, denominadas tempranas, paren dos veces: junio/julio y diciembre/enero. Por lo tanto, los carneros conviven con las corderas de la paridera de febrero/marzo y para evitar que éstos las monten, el pastor coloca un trapo de agneo en la vagina de las hembras jóvenes. Por Santiago (25 de julio) se separa a los carneros del rebaño y no se volverán a soltar hasta mediados de octubre, por San Lucas.

Las ovejas inician su período de fecundidad cuando son borras, aunque hay excepciones en las cuales una borrega de 4 meses ha cogido, es decir, se ha quedado preñada. Por término medio, paren uno o dos corderos. El pastor conoce cuántas crías lleva en su seno cada oveja por el volumen de su barriga y su manera de andar. También recuerda cuántos corderos parió el año anterior. Por el color del rabo, manchao (negruzco), sabe si el feto está muerto; y si una oveja aprieta fuertes berridos, lo interpreta como señal de un inminente aborto. Un parto de más de dos corderos es mal valorado por el pastor, pues lo considera perjudicial tanto para la madre (el alumbramiento es agotador y criar a los recién nacidos desgasta sobremanera) como para los corderos (alguno de ellos no prosperará lo necesario).

La remesada, o conjunto de ovejas que paren en la misma época, necesita una serie de atenciones especiales. Las ovejas son sobrealimentadas a base de hieros, semillas y piensos enriquecidos con vitaminas tanto durante el embarazo como tras el parto. También se las procura un acomodo específico. Si las ovejas no van a ser trasladadas de la tenada, se acondiciona en ella lo que los pastores de Cervera denominan chozos: habitáculos, generalmente en las esquinas del edificio, aislados por medio de vallas del resto de la tenada. El chozo, por lo que respecta a las madres, cumple varias funciones: acoger a embarazadas que el pastor nota en mal estado; situar las comederas que irán destinadas a la alimentación propia de las ovejas preñadas o paridas; y evitar que las recién paridas se escapen de la tenada y "entretengan al resto del ganado", "para que no aburran a las ovejas". Si el número de ovejas que han parido a la vez es muy elevado, la construcción de chozos es prácticamente imposible por lo que el pastor debe optar por un método más práctico. Este consiste en atar las dos patas delanteras del animal. Para ello se tumba a la oveja y se procede a su inmovilización. Más deseable es recoger el ganado parido y sus crías en casa, en el casillo. El casillo es una pequeña cuadra ubicada en el pueblo, generalmente en las afueras o calles más periféricas del núcleo urbano, que se acondiciona como una tenada normal. Su interior, por lo tanto, posee cama, comederas, hierberas, arcones, alpacas, etc. El casillo acoge también animales enfermos. La ventaja principal del casillo es la cercanía que permite "atender mejor al ganado".

Las ovejas dan a luz en el monte o en la tenada. Cuando lo hacen en el monte, el pastor debe asegurarse que no queda ninguna madre o cría sin recoger a última hora de la tarde. No es infrecuente que algunas madres abandonen a sus crías, "se marchen al ganao", o que el propio pastor confunda a las madres "al dejar los coderos por ahí". Los corderos recién nacidos que han de ser trasladados a la tenada muy frecuentemente han de contar con la ayuda del pastor. Muchos de ellos, con apenas unas horas de vida, han de ser literalmente tomados en brazos y conducidos hasta su destino. Si el pastor se encuentra solo en el monte y los partos han sido muchos, atará las patas delanteras de dos crías y se echará al hombro la pareja, mientras que con las manos libres cogerá un par más de corderos en cada una, también de las patas delanteras. Si se ha planificado el traslado de ovejas y corderos de la tenada al casillo, el pastor contará con ayuda de familiares o vecinos. El ganado camina muy lentamente; las madres intentan ramonear algo mientras que las crías, a medida que se cansan, se niegan a seguir, por lo que habrán de ser tomadas de la forma antes explicada. El andar del ganado se anima con ramos de enebro, golpeando suavemente los cuartos traseros de los animales. El pastor y sus eventuales colaboradores van siempre detrás del ganado para que ningún animal se rezague o pare.

La época de alumbramientos múltiples es tiempo de mucho trabajo y excesivas preocupaciones para el pastor. Con las primeras horas del día, el pastor sube a la tenada para atender a las ovejas que parieron días atrás y para comprobar cuántos nuevos partos han tenido lugar la noche pasada. Identificadas las nuevas crías, debe encontrar a sus madres. Cuando no tiene seguridad de que una oveja es madre de un cordero, procede a colocar el hocico de éste frente al de la parida. Si ésta le quiere no rechazará esta intimidad, con lo cual el pastor pasará a la labor siguiente: poner a mamar a la cría. Cuando el cordero ha mamado lo suficiente se marca con un lápiz de cera de color a la madre y al cordero, haciéndoles una señal igual y en el mismo sitio a ambos.

La primera leche que se tira de una recién parida se denomina resinones; es una leche muy espesa y amarilla que no se da al cordero por su excesiva fuerza. En algunas ocasiones a las paridas se les hace el cuajo y en otras se les han de quitar los tapones, especie de costras en los pezones que dificultan el que los corderos agarren correctamente las ubres de sus madres.

La idílica imagen de un cordero mamando de pie de las ubres de su paciente madre se difumina por completo cuando se conocen los muchos casos en los que el amamantamiento se ve dificultado por causas muy diversas. Si una oveja tiene las ubres de gran tamaño, el cordero "no tropieza la teta", no consigue agarrar el pecho y, por consiguiente, no mama. En esta circunstancia, el pastor toma a la madre, la tumba y se echa totalmente encima de ella. A continuación pone a mamar al cordero hasta que considera que la alimentación ha sido suficiente. Esta misma operación se realiza cuando el cordero tiene pocas habilidades, no se sostiene en pie o manifiesta otros signos de debilidad. Cuando un cordero ha perdido a su madre durante el parto o ésta es mamia o ubriciega, el pastor intenta que otra oveja con leche suficiente se haga cargo de la cría. Para ello separa a ambos del resto del ganado en un chozo y tomando al hospiciano lo presenta a su nueva madre juntando ambos hocicos, poniendo a mamar al cordero, hasta que la oveja termina aceptando al hospiciano. En muchas ocasiones la nueva madre es una oveja que ha abortado. A estas ovejas también se les asignan corderos de otras madres con la intención de evitar el desgaste de estas últimas. El sistema de aislamiento en chozo puede ser sustituido por otro más sofisticado. El pastor toma el feto muerto y lo desuella por completo; con la piel intacta viste al hospiciano y de esta forma lo presenta a la madre que ha abortado. Esta, al reconocer en la piel el olor de su cría, tomará por tal al hospiciano. El encierro de la madre y cría en un chozo se realiza en otras dos ocasiones. La primera, cuando una oveja sin leche se obstina en dejar al cordero. El pastor decide encerrar a los animales durante un día para que la madre "se desengañe". La segunda ocasión tiene lugar cuando una madre rechaza abiertamente a su recién nacido. En esta ocasión el encierro tiene por finalidad que la oveja desarrolle el instinto materno y para ello se une al grupo un perro.

Si el ganado parido es mucho, si no se cuenta con suficiente espacio en casa para alojarlo allí o si se tiene el rebaño repartido en dos tenadas distantes entre sí, la máxima preocupación del pastor es el tiempo que transcurre de una toma a otra. La identificación, marca y amamantamiento de corderos puede llevar fácilmente toda una mañana, por lo que el resto del día se habrá de dedicar a atender al resto del ganado. Ello supone no volver a la tenada donde se encuentran las paridas hasta el día siguiente. La única solución que en estos casos encuentra el pastor es atar a las madres para que no se escapen, proveerlas de abundante ramón y pienso y esperar con angustia que los corderos " que no saben" y los "que no tienen madre" aguanten sin mamar las horas que transcurran.

Los corderos maman en torno a 20-30 días. El destete se realiza cubriendo las ubres de las madres con un trapito que los pastores de la comarca denominan rasina. Si el pastor ha decidido no hacer ventas de lechales o quitar algún par (una parida y su cría), la remesada vuelve a la tenada (si estuvo en el casillo) y se incorpora al resto del ganado, iniciándose la labor de engorde de los macacos.

EXPLOTACION

La explotación ganadera de la comarca se centra fundamentalmente en la cría y venta de corderos. Los cambios en este sentido han sido muchos y profundos, pues no debemos pasar por alto el hecho de que en un pasado no muy lejano las ovejas tenían un aprovechamiento más integral, si bien sus rendimientos eran mucho más escasos. En la especialización actual juega un importante papel la política comunitaria tendente a favorecer un tipo de explotación sobre otras mediante subvenciones y ayudas diversas que estimulen a los propietarios a abandonar viejas estrategias económicas, animándoles a centrarse en una sola dirección productiva siguiendo los principios propios de toda la explotación racional: incrementos productivos y mejora de la calidad final del producto.

El mínimo de ovejas que un pastor ha de poseer para recibir las mencionadas subvenciones y primas es de diez, entendiéndose en este caso por oveja aquella hembra que el último día del período de retención de la ayuda haya parido al menos una vez o tenga al menos un año. Los cobros se realizan en forma de anticipos semestrales y liquidación de saldo al final del período. El pastor subvencionado se compromete a una serie de obligaciones durante el período que cubre la ayuda: mantener en la explotación las ovejas para las que solicita la prima durante 100 a partir del último día de presentación de solicitudes; no comercializar leche o derivados lácteos, informar de las bajas acaecidas en el rebaño, declarar y registrar el ganado, etc.

Podría pensarse que la asunción de las subvenciones al mundo del pastor es la causa reconocida por éste para su actual orientación productiva. Sin embargo esto no es así. Cuando se interroga al pastor por la elección que ha efectuado su contestación es otra: la producción de su rebaño está orientada al a venta de macacos porque para quitar los corderos de lechones (en tomo a los 20 días) hay que sobrealimentar y atender celosamente tanto a las madres como a las crías y ello no compensa económicamente.

No obstante esta especialización productiva, el pastor puede decidir quitar algunos pares, es decir, vender una oveja recién parida y su cría. El momento ideal para estas ventas es el inmediato al parto, cuando las ovejas tienen buena leche, buena ubre, que es "cuando valen dinero". Así, una borra con buena ubre puede valer 19.000 ptas. y un par convencional, 14.000. En otras ocasiones, los ingresos pueden venir de ventas masivas de ovejas o de ventas al por menor de alguna oveja tonta o viejona. Los tratos se realizan en el terreno. A él acude el interesado en la compra, solo o acompañado de algún experto, y comparte la mañana o la tarde con el pastor y su ganado. El comprador procura resaltar los defectos que encuentra en las ovejas, tantea las aspiraciones económicas del pastor e inicia un largo proceso de regateo. Si se llega a un acuerdo, habrá una nueva cita para cargar el ganado y realizar el pago de la cantidad establecida.

Los corderos destinados a convertirse en macacos tienen que hacerse al menos de 20 kilos y no superar los 35. Este período de engorde dura aproximadamente tres meses y requiere por parte del pastor una celosa vigilancia de los animales. Cuida especialmente que ningún cordero grande salga de la tenada cuando da suelta al resto del ganado. De este modo los corderos no trabajan, es decir, no realizan el careo diario y, por tanto, no adelgazan. Sobre los corderos retenidos realiza una nueva selección consistente en palpar el sexo de los animales. Si alguno es hembra, le permite la salida. Más adelante, la forma de diferenciar los corderos de las corderas se simplifica, pues a los machos se les deja crecer la cola. También deja en la casona algún cordero excesivamente pequeño por su falta de preparación para soportar un careo. A los corderos destinados a la venta los alimentará en la tenada con paja y un tipo de pienso que incluye leche y vitaminas.

Las ventas más provechosas se realizan en Navidades, la Pascua de Semana Santa y Julio. Después de estas fechas hay que aprovechar las “fiestas grandes por venir” para realizar alguna transacción rentable. Para realizar las ventas, el pastor ha de tener el ganado sanao, vacunado y convenientemente reconocido por un veterinario, y capado. La tarea de capar a los corderos requiere la intervención de un especialista. A los corderos se les capa por dos razones convincentes. La primera, porque si desarrollan mucho los genitales el cordero adquiere un fuerte sabor, "saben a verraco", que encarece su precio. La segunda, porque un cordero crecido y sin capar inicia su vida sexual provocando embarazos no deseados por el pastor. Si las ovejas están en celo, andan vueltas, están puteondas, y esto ocurre cada 21 días según los pastores y cada 15 según los veterinarios, los corderos montarán a las ovejas, con lo cual los partos se verán alterados. Esto es valorado negativamente por el pastor, "vaya cagada, todo el invierno pariendo", pues ya hemos indicado que el ganado parido es muy laborioso, más aún si los partos se distribuyen a lo largo de varios meses. Cuando un cordero no ha sido capado a tiempo, aunque todavía puede venderse por un precio inferior a la media, es preferible destinarlo a carnero, tanto por su destino procreador como por el valor y calidad de su lana.

El ganado tiene otros dos aprovechamientos secundarios. Uno es de ámbito doméstico y consiste en la elaboración de quesos para consumo casero. Así, si se tienen diez u once ovejas en el casillo pueden obtenerse seis o siete litros de leche destinados a este menester. El esquile se realiza en junio, por San Antonio de Padua. Esta labor no necesita de especialistas, aunque sí de la colaboración de familiares o amigos. La lana se guarda en la tenada hasta marzo con el propósito de que "coja aguadas", gane peso con el rocío de la mañana y consiguientemente aumente su valor.

PELIGROS Y ENFERMEDADES

En este amplio apartado voy a tratar de todas aquellas circunstancias que amenazan la salud y, en ocasiones, la propia vida del ganado, Dividiré la sección en dos grandes bloques: enfermedades y peligros, haciendo una pequeña mención a ciertos defectos de las ovejas que sin tener la categoría de enfermedades provocan algún tipo de malestar en los animales. En los casos que sea posible se ofrecerá una información completa de la enfermedad o el peligro, es decir, conoceremos la denominación de la disfunción, sus síntomas y causas, y los remedios (no provenientes de la medicina oficial) que los pastores aplican con vistas a la sanación o protección de las ovejas.

Empecemos pues, con la categoría de las enfermedades. El muermo inicialmente es un simple catarro. Las ovejas respiran mal, echan abundantes mocos por las fosas nasales y no comen. Si el muermo no se ataja a tiempo puede provocar que el ganado críe coscojas (parásitos) en el pulmón, el hígado y el vientre. Contra el muermo es recomendable atar un cordel de esparto alrededor del cuello de la oveja enferma. El aparato digestivo puede verse afectado por la bazquilla. Esta enfermedad es equiparada por algunos pastores con el cólico miserere de los humanos. Las ovejas se escagan y mueren. Para evitar este desenlace el pastor hace tragar aceite crudo al animal. La diarrea es una enfermedad muy común en el ganado. Si una oveja está cagada, tiene los cuartos traseros muy sucios, es porque ha comido mucho, padece una indigestión. Se dice que el animal está "embargado, tiene todo el peso delante del cuerpo". La indigestión le impide rumiar y "vaciar el buche". Un remedio eficaz contra este mal es hacer beber una mezcla de vino, aceite y jabón al animal durante tres días. La ingesta excesiva de una determinada planta puede provocar graves consecuencias en las ovejas. Así, un animal que coma muchas matas denominadas estepas corre el riesgo de esteparse. En este caso, la oveja afectada orina sangre y, probablemente, muere. Sólo determinadas hierbas conocidas como hierbas contra la hiel, administradas en forma de infusión, pueden depurar la vesícula y sanar al animal enfermo.

El agua, en sus diversas manifestaciones, es causa de numerosas enfermedades del ganado. Las ovejas pueden padecer reúma si llueve mucho, entonces se dice que el animal está entrepetado, que no puede andar. El agua ataca fundamentalmente a las ovejas que no tienen suficiente sebo en los riñones. Si la lluvia sorprende a los animales en el campo, éstos se aculan bajo los enebros, protegiéndose del agua y procurándose un calor que el pastor llama resilbo. Una cama demasiado húmeda también propicia la aparición del reúma. Si esta enfermedad degenera en muerte se denomina músculo blanco y sólo es prevenible mediante vacuna. El agua en formá de rocío sobre los pastos o rastrojos tampoco beneficia al ganado. Por ello el pastor procura que el careo no se inicie demasiado temprano.

Los parásitos son fuente de debilitamiento y malestar del ganado. Su aparición es frecuente y los síntomas claros. Una oveja con miseria tose demasiado y se restriega en exceso contra las hierberas, los troncos o las paredes. Desparasitar el ganado es labor que se realiza en los corrales de la tenada dos veces al año: en marzo y en septiembre. Desparasitar consiste en matar las caparras, las chivarras y los piojos y “si tienen algo, también". Hasta hace poco se hacía beber la botica (la medicina prescrita por el veterinario) a las ovejas, pero ahora la tarea se realiza mediante inyección gracias a una máquina que dispara automáticamente las dosis. Con este sistema pueden desparasitarse 450 en unas dos horas.

La patera es una enfermedad que provoca la cojera de las ovejas. No es producto de accidente, sino una epidemia que puede afectar a todo el rebaño y tiene carácter hereditario. Si las ovejas tenían la patera "se les ponían las patas apolilladas, no podían andar; se caían". Como toda epidemia, la patera causaba gran alarma entre los pastores de la comarca por el peligro evidente de contagio. Para hacer frente a esta circunstancia, los ovejeros de Cervera institucionalizaron la figura de los mojones. Los mojones marcaban los límites de pastoreo de cada pueblo y en caso de enfermedades contagiosas suponían un terreno virgen, entremojones, donde no entraba ninguno de los rebaños.

Huminillo es un bulto sonrosado que aparece en las extremidades de las ovejas. Estos bultos terminan reventando; supuran pus y se llenan de moscas. Para esta enfermedad los pastores reconocen que no existe botica oficial. Heridas infectadas, materia en el vocabulario pastoril de la zona, aparecen igualmente cuando las ovejas recién esquiladas pasan por un lugar abundante en matas con pinchos. Las aliagas, zarzas y otras plantas afines hieren la carne desnuda de los animales y provocan que "salgan gusanos en la herida". Tanto en el caso de los huminillos como el de cualquier tipo de herida infectada, es recomendable aplicar sobre la zona lesionada hojas de chupamateria, cuyas propiedades antisépticas son muy valoradas por los pastores.

Las ovejas madres pueden padecer anormalidades en las ubres. Estas consisten en no tener leche en una o en ambas ubres, expulsar sangre en vez de leche, etc. Como remedio, el pastor recurre a infusiones de cardo ronchal. Estas tisanas pueden ofrecerse al animal en forma de bebida o aplicarse como friegas en la ubre de la oveja.

La brucelosis se presenta en el ganado lanar en su variante abortiva. Esta bacteria contagiosa provoca que numerosas ovejas pierdan a sus crías y supone, por su carácter contaminante, un grave contratiempo económico para el pastor. Aunque los pastores de la comarca reconocen no conocer remedio natural alguno contra esta enfermedad, algunos creen que lavar las patas de las ovejas con zotal ayuda a exterminar la causa de la infección.

Junto a las enfermedades físicas, existe un tipo de patología psíquica que afecta en grados muy diversos al ganado. Se trata de la locura de las ovejas. La oveja tonta, que es como se denomina al animal que padece este trastorno, "no sabe, no sigue al ganado", "tiene mal mirar", "se queda atrasada y bala", "mira a los perros y no les huye", "se le hace el seso agua", "da continuas vueltas mientras come". La causa de la enfermedad es doble: las ovejas han podido comer los excrementos de los perros o soportan un exceso de sangre en el cerebro. En este último caso, la oveja tonta ha de ser sangrada por medio de cortes en las orejas. Si el mal proviene de la ingesta de excrementos, la curación radica en hacer inspirar al animal por la nariz orujo o vinagre. Si el sapo, el vehículo material que transporta la locura, no se ha introducido aún en el cerebro de la oveja, lo expulsa y sana. Aunque la locura no es calificada en ningún momento por los pastores como contagiosa, es muy curioso observar cómo algunos pastores actúan como si así lo fuera. Por ello, un remedio preventivo contra ella es enterrar la cabeza del animal enfermo y sacrificado en un lugar por donde ha de pasar el rebaño con la creencia de que éste no adquirirá el trastorno. Otros pastores creen que si se mantiene viva una oveja tonta, cada nueva luna provocará que salga otra mala.

Para finalizar, citaré de forma escueta algunas otras informaciones referentes a las enfermedades y defectos físicos de las ovejas. El carbunco es una enfermedad que provoca la muerte repentina de los animales y ante la que nada puede hacerse. La sanguinaria cocida, administrada en forma de bebida, facilita la circulación sanguínea. Si el cuerno de una oveja o carnero muerde al animal, es decir, se introduce en la carne, se le sierra con un alambre medianamente grueso. Una oveja es mefa si tiene el labio superior más largo que el inferior. Ello provocará que no pueda comer bien.

Los peligros que acechan el bienestar e incluso la vida de las ovejas son múltiples y, en ocasiones, más devastadores que las enfermedades. Provienen de numerosas circunstancias del entorno y aunque algunas veces pueden ser conjurados, en otras sólo queda el remedio de la resignación y la prevención futura.

La rotura de alguna de las extremidades de las ovejas, y en menor medida, del espinazo son lesiones muy frecuentes en el rebaño. No es en absoluto extraño que un rebaño mediano cuente entre sus ovejas con 4 ó 5 animales con una pata fracturada o dislocada. Se dice entonces que la oveja está tronzada y se supone que la causa pudo ser una caída al carear por un terreno difícil o, más comúnmente, una entrada alborotada ya tropel en la tenada. La quebradura del espinazo es un daño de difícil arreglo, aunque el mal puede al menos enmendarse colgando al animal de una de las vigas de la tenada de la siguiente forma: se pasa una cuerda por el pecho de la oveja y otra por las lanzaderas, patas traseras, y se deja suspendido al animal durante varios días. La rotura de patas presenta una más segura sanación mediante el proceso de entablillado de la extremidad afectada. El proceso se llama bizmadura y se desarrolla de este modo: se encierra al animal en un chozo y se le tumba. Con una cuerda resistente se ata la pezuña de la pata dañada y el otro cabo se ata en una comedera, de modo que la extremidad quede en alto y tensada. El pastor explora con sus manos la pata del animal y comprueba el tipo y estado de la rotura. A continuación coloca dos piezas largas y estrechas de corteza de encina (aunque algunos pastores piensan que es mejor un pellejo de bacalao) alrededor de la pata y las envuelve con un pego, el pellejo de una bota de vino o, en su defecto, con el papel de un saco de pienso y ata el entablillado fuertemente con un cordel. Finalmente, suelta la pata de la comedera y hace que el animal se levante y camine. El hueso termina por juntarse, aunque la pierna probablemente quede torcida. El tiempo de cura varía desde los 8 días si el animal es joven hasta los 20 de una oveja que tiene rotura doble o una sola pero en mismo juego.

Como se ha visto, la entrada a la tenada de las ovejas es causa de la mayoría de las roturas de extremidades. La tenada y el casillo albergan en su interior otros riesgos debido al comportamiento borreguil de las ovejas. Demasiada paja en una tenada donde han de criarse los corderos puede provocar quemaduras en la aún débil piel de los recién nacidos. Un casillo demasiado pequeño que albergue un número excesivo de paridas y corderos puede provocar la muerte por asfixia de las crías, ya que todas las ovejas buscarán el mismo espacio para tumbarse. Las hierberas y las empalizadas son motivo de estrangulamiento cuando los animales, movidos por su natural atolondramiento, introducen la cabeza entre sus barras. A la hora de llenar de alimento las hierberas y las comederas se han de tomar algunas precauciones: evitar que todo el rebaño acuda a un solo plato, repartir cantidades similares en todas las comederas, etc. Esta es la descripción de algunos de los accidentes más comunes:

"¡Mira que son burras, ¿eh?! Toas a un lao y al otro, ninguna...¡Qué animales! Un año, ahí, en esa puta herbera, que se me asfixiaron...Creía yo que venían a ayudarme mis sobrinos y el día que venían me la armaban. Porque lo echaban ahí (el alimento), se ve que de más, ¡me cago en diez! ¡Se amontonaban y a tomar por culo! Un día, tres que había muertas, una encima de otra. Igual que si fueran vacas. Claro, se habían hinchao, se habían inflao. Este año no me se han jodido ninguna en las hierberas, pero con eso no quiero decir que no me pase. Bueno, es que además ese año las echábamos alfalfa y, claro, si las echas poco por aquí y en una (comedera) echas mucho, echas brotes, como la alfalfa sale en tórdigas, de que se les acababa la alfalfa por las comederas, pues van donde ven que van toas, ahí van... ¡Porque son más burras! Ya digo, un día igual había igual cuarenta, ahí, tendidas..., ¡más burras! ¡No podía ni salir yo! Iba sacando alguna a rastras, pa cá. Ya había dos como muertas, ya. La tuve que hacer la respiración artificial, si no se habían muerto".

Las inclemencias meteorológicas también juegan su papel en el campo de las amenazas. La primavera es tildada frecuentemente de criminal por los pastores. Ello no es de extrañar para quien conoce esta estación en tierras castellanas. Sus repentinos cambios climáticos pueden transformar un tiempo apacible y templado en otro que más bien recuerda al invierno, con temperaturas bajísimas, tormentas de aguanieve, pedrisco o nieve, vientos gélidos y fuertes y otras manifestaciones igualmente impropias para meses tradicionalmente relacionados con la benignidad, el florecimiento de los campos y el olvido de los duros meses pasados. Estos avatares provocan, entre otras fatalidades, el reúma de las ovejas, los accidentes, los muermos, la imposibilidad de pastar y la consecuencia lógica de debilitamiento del rebaño, y si el ganado está recién parido, la muerte de algunos corderos. Cuando hay tormentas, además, las ovejas corren riesgo de morir en el campo atravesadas por algún rayo o precipitadas por un risco al emprender una alocada carrera. Generalmente, sin embargo, el ganado reacciona formando una pelota y cobijándose bajo los árboles. Los pastores más mayores de la comarca continúan llevando en sus zurrones la piedra del rayo, piedra en forma de hacha pequeña, que asegura que el rayo no caiga donde ella se encuentra.

Algunos animales son motivo de considerable intranquilidad para el pastor por sus perniciosos efectos sobre el ganado. La comadreja ronda la tenada durante las noches y con sus mordiscos puede acabar con la vida de los corderos y dañar seriamente a los animales adultos. Cuando el pastor adivina su presencia, quema un cuerno de oveja. El olor de esta combustión ahuyenta al pequeño mamífero. Las mordeduras de culebra son mortales si la zona afectada es la lengua de la oveja. Cuando el mordisco lo reciben en la carrigada, la cara, el pastor extrae el veneno realizando un leve punzamiento en la zona afectada mediante una lesna, especie de aguja de madera afilada o terminada en punta metálica. Cuervos y picazas atacan al ganado cuando notan en él algún tipo de debilidad. Si una oveja está enferma, estos pájaros dañarán directamente sus ojos; mientras que si un animal entra en sembrado o terreno mojado y embarrado, al quedar atascado, se convierte en blanco de sus picotazos.

El mayor enemigo de las ovejas es el lobo. Abundante en la zona y protegido por la ley, el lobo es causa de grandes matanzas de ovejas. El lobo recorre los montes y vallejos de la sierra en pequeños grupos de tres o cuatro individuos en busca de los rebaños que han tomado un rumbo propicio para ellos. Una tarde de febrero, tras dos días de impresionantes nevadas, un pastor, viendo cómo el rebaño tomaba una dirección equivocada, mostraba su desesperación y temor con el siguiente grito: "¿Dónde váis? ¡Vuelve! ¡Van a la degollatina de los lobos!". Cuando los lobos han dado con su presa, probablemente sólo den muerte a un ejemplar, pero el daño que provocan al resto del rebaño es de magnitudes muy considerables. Efectivamente, cuando una manada de lobos ataca el rebaño, las ovejas no huyen, sino que se arremolinan y se muestran incapaces de procurarse la salvación. Este comportamiento propicia que muchas de ellas sean mordidas o sufran roturas; las embarazadas, aborten; algunas se extravíen, y las más afectadas emocionalmente no quieran moverse de la tenada en varios días. Los pastores reniegan del lobo por estas consecuencias y no por la muerte de alguna oveja (en la actualidad, las muertes producidas por el lobo son indemnizadas por la Junta de Castilla y León). Admiten la presencia de estos carnívoros como parte de su entorno, pero igualmente reclaman su derecho a defenderse. De modo que en ocasiones, pese a las prohibiciones oficiales y la propaganda de los ecologistas (con quienes en general la gente del campo no comparte muchos de sus criterios), toman cartas en el asunto. Un ejemplo reciente me fue contado por un pastor de la comarca: ataron una oveja llagada, herida, en un enebro y diéron muerte al primer lobo que se acercó a ella. Otros pastores son partidarios de obras como sus vecinos de la Sierra de la Demanda, de quienes dicen que actúan contra el lobo provistos de escopetas y buenos perros. El lobo no agrede al rebaño si el pastor y los perros están presentes, pero tampoco huye, sino que merodea por el lugar, sigue su camino y cruza ante ellos. El testimonio de un pastor que se ha encontrado con el lobo en varias oportunidades es éste:

"Una vez di con uno gordo, igual tenía un metro de ancho, aunque por detrás era más corrido (más delgado). Otro día con tres y uno de ellos pasó rozándome el zurrón. Al difunto X una noche le salió el bicho (el lobo) y pa que no se le acercara encendió una cerilla y luego otra, así hasta que llegó al pueblo. Los lobos no se acercan al fuego".

Sin poder equipararse al lobo, pero igual de incontrolable, es el zorro. El zorro da muerte a los corderos más pequeños e indefensos introduciéndose de noche en la tenada y, como el lobo, produce los mismos males: sustos, roturas, abortos, etc.

El careo, por su duración, las condiciones del terreno y otras circunstancias ambientales o achacables a la suerte, puede ser momento fatalmente idóneo para la asunción de algún tipo de peligro. Una oveja se abarranca cuando entra en un barrizal. Esto es frecuente dada la tendencia de las ovejas a beber aguas estancadas y corrompidas propia de tierras no saniagudas, es decir, limpias de aguas y arroyos. No es inhabitual que una oveja que se haya adentrado por un paraje enriscado sea incapaz de salir de él si el resto del rebaño se ha alejado. En este caso, el pastor habrá de subir al lugar y cargar con ella o al menos ayudarla. Los extravíos se presentan cuando un animal se accidenta y no puede acompañar al ganado en sus movimientos. También cuando una oveja preñada se abocina, cae, por accidente, susto, etc. y no puede levantarse por sí misma. A nivel colectivo el riesgo mayor consiste en que el ganado llegue a dar a un paraje abrupto, escarpado y de difícil salida. En un calabozo de este tipo, las ovejas optarán por inmovilizarse y sólo la pericia y valentía del pastor será capaz de liberarlas del lance. Ilustro una situación de estas características con un episodio que viví directamente durante mi estancia en la comarca. Ocurrió una mañana a finales de agosto, época en la cual el ganado duerme en el monte. Subíamos hacia el lugar por el que el rebaño debería salir a nuestro encuentro (la parte central del alto llamado de La Cruz), pero la reunión se demoraba más de la cuenta y no se advertían indicios de que los animales se hallaran cerca. Inicialmente, el pastor supuso que las ovejas aún no se habían levantado porque no tuvieran excesiva hambre. Barajó más tarde la posibilidad de haberse equivocado en sus predicciones acerca del rumbo que tomaron la tarde anterior y, aunque descartó la idea que el ganado hubiera bajado la ladera contraria de la montaña, decidió recorrer la cima en dirección opuesta a la pronosticada, hacia un pago muy del gusto de las ovejas. La búsqueda fue infructuosa, por lo que de nuevo nos encaminamos hacia la zona originalmente prevista. La preocupación del pastor fue en aumento cuando por fin encontramos una parte del rebaño próxima al otro extremo del alto. Este extremo termina en una fuerte pendiente rocosa que baja hasta un río cuyo otro margen lo forma una ladera, ciertamente menos escarpada, pero llena de rocas sueltas, algunas de considerable tamaño. El río, a contracorriente, discurre por el desfiladero de La Yecla y siguiendo su curso se gana el llano, al otro lado de la carretera Silos-Aranda. El pastor temió lo peor y acertó: el resto del rebaño había descendido hasta El Buquerón, la entrada del desfiladero, y permanecía atascado y temeroso entre la abundante maleza que allí se cría. Arriesgando su integridad, el pastor descendió hasta la orilla y comprobó in situ la dificultad del momento. Hacer subir a las ovejas por el mismo lugar por el que bajaron era tarea imposible, de modo que con enorme esfuerzo fue pasando el rebaño al otro lado del riachuelo con la esperanza de que la otra ladera fuese más accesible. Al intentar esta empresa, el pastor pudo sentir en sus piernas y en las del ganado lo arriesgado de la operación: la tierra pedregosa hacía resbalar una y otra vez a los animales y, en ocasiones, piedras de tamaño más que mediano caían en un rodar incontrolado que golpeaba a aquellas ovejas que se encontraban al pie de la cuesta. Entonces, el pastor comenzó a gritar pidiendo ayuda, lamentándose de la suerte que su rebaño estaba corriendo. Normalmente, cuando un pastor se siente contrariado por el comportamiento de su rebaño, el tono y el contenido de sus gritos son bastante bruscos y en nada cariñosos. Pero ahora, el pastor rogaba a Dios y a la Virgen que le auxiliaran, se dirigía a su rebaño como “mis pobres ovejitas” y mezclaba sus palabras con un sincero llanto. Bajé en su ayuda y decidimos hacer salir al ganado de la única manera viable: a través del río. Si conseguíamos que las primeras ovejas entraran en el agua y nadaran lo suficiente como para llegar hasta la chopera cercana a la carretera habríamos dado un paso muy importante para que el resto de los animales imitaran a sus compañeras. De algo habría de servir el proceder borreguil de las ovejas, pensé. La tarea requirió de firmeza extrema, pues al natural recelo que manifiestan las ovejas hacia el agua, la espesura de la vegetación allí presente dificultaba el intento. Fue necesario emplear a fondo la cachaba del pastor sobre los lomos del ganado pero, finalmente, media docena de animales entraron en el cauce. Yo fui delante de ellas con el fin de hacerlas salir cuando fuese conveniente y el pastor esperó hasta que la última oveja entrara en el agua. Así finalizamos esta pequeña odisea, humorísticamente recordada en días posteriores.

El parto es un trance en la vida de las ovejas que por su misma naturaleza conlleva un elevado riesgo para la salud de la madre y la de su cría. El peligro mayor es que durante el alumbramiento se le salga la madre al animal parturiento. La madre son las entrañas de la oveja y su expulsión significa la muerte más que segura del cordero y un porcentaje muy alto de defunción para la madre. Si el pastor se encuentra junto al animal en ese duro momento, la salvación depende de la destreza y rapidez con que éste actúe. La intervención consiste en introducir la madre de nuevo en el interior del animal. Asistí a esta operación en dos oportunidades y en ambas la ejecución fue bastante similar. Como quiera que la madre esté muy sucia, llena de basura en palabras del pastor, la primera tarea que hay que efectuar es su limpieza. Para ello se confía en el poder desinfectante del agua mezclada con aceite de oliva. A continuación se lleva a cabo la labor de meter la madre en el seno de la oveja a través de la natura, la vagina del animal. Esto no es sencillo, porque la reacción natural de la oveja es la de empujar hacia afuera. Tras no pocos esfuerzos, una vez logrado el objetivo, se procede al cosido de la natura con el fin de que la madre no sea arrojada de nuevo. La costura se realiza ayudándose de un alambre fino y una aguja o lesna. Finalmente, se inyecta al animal penicilina. Si la oveja emprende la recuperación lo advierte el pastor por síntomas tales como su apetito y la emisión de balidos.

El mal de las ovejas es a veces ajeno a la naturaleza. Ni el clima ni otros animales ni el medio físico son los culpables de las desgracias que puedan padecer. Su causa es el ser humano y el medio por el que se verifican, la brujería. Un rebaño puede estar completamente embrujado y actúa consecuentemente como tal si confunde al pastor en sus experimentadas predicciones sobre su comportamiento:

“Están embrujadas, igual que si son brujas. Hoy que creía yo que iban a asomar por aquí, no ha asomado ninguna. Aquel día que creía yo, como iban dirección pa llá, creía yo que iban a estar pa llá y están pa cá”.

“Han hecho igual que las brujas: se han ido p'al otro sitio, en vez de ir pa donde te crees que van”.

Pero lo más normal es que el encantamiento tenga lugar de forma individual y no afecte a la conducta de las ovejas, sino a su salud. De manera que una oveja embrujada abortará sin razón aparente, padecerá graves enfermedades o morirá de forma fulminante. Los siguientes son algunos testimonios sobre la cuestión:

“Estos de C. deben ser algo brujos. Dejaron las ovejas (tras examinarlas cara a una posible compra) y abortaron”.

"Fulanito y yo no es que seamos muy amigos. Por eso no me gusta que pase delante de mis ovejas o de la tenada, porque siempre que lo hace me se desgracia alguna oveja".

"El Padre de éste, de J., también, que dice que la madre del de la tienda era bruja. Dice que subió un día a ver unas ovejas que le vendían sus padres y creo que tropezó y dijo: «¡Uy ésta, qué oveja!», y ahí caerse muerta. Y a mí, una vez que estuvo conmigo me se cayó una muerta. Dicen que luego lo hereda el hijo, el mayor, no sé... ".

Los brujos no sólo tienen capacidad para dañar a las ovejas. Otros animales, las tierras y las propias personas son víctimas de sus poderes maléficos.

"Ahora con la luz no hay tantos brujos, pero antes sí había muchas brujas. Había un niño que en cuanto llegaba la noche no hacía más que llorar: Durante el día, nada, como un niño normal, pero por la noche... sus padres intentaron mil cosas... Nada. Hasta que el padre dijo: «voy a comprar una cartilla de San Benito». Se la pusieron debajo de la almohada y dejó de llorar: El niño estaba embrujado".

"Las mujeres dicen que es bruja. Si está bien te pone mal; tienes las cosas aquí y te las pone allí; y dice cosas que tú no has dicho. Un día me levanté con descomposición y le dije a Fulanita: «hoy tengo descomposición por tu culpa». Y ella me dijo que cómo sabía que era por su culpa. «Porque has tirado unas bragas en mi finca»".

Para los pastores de Cervera, "las brujas tienen un poder que les ha dao Dios y no saben estarse quietas". Sin embargo, dentro de la categoría de los brujos hay dos tipos distintos: "hay brujos malos que dañan a los demás por envidia («mira qué rebaño tan bueno, que se mueran») y brujos buenos. Pero como no saben estarse quietos, pues tienen que usar su poder y se hacen daño a sí mismos. Un pastor veía que su rebaño se perdía; fue al curandero y le dijo que la bruja era su mujer; que era bruja buena y por no hacer daño a los demás se lo hacía al rebaño".

Cuando el ganado está embrujado, el pastor acude al curandero en busca de remedio. Acuden a él "porque los curanderos también saben... Si te las han embrujado o la enfermedad que tienen". Pero además, el curandero tiene poderes que no tienen los demás médicos y veterinarios.

"Uno que veía cómo le abortaban muchas ovejas fue al curandero de C. «Ya sé a qué vienes», le dijo. Y le mandó que echara sal por todos los rotos de las paredes de la tenada. Que echara sal cuando nadie le viera y que comprara una cartilla de San Benito y la escondiera en algún hueco o en un cencerro".

"Contaba mi madre que una vez fue uno que tenía la chica mala y al llegar al Borrocal del Santo se tiró un pedo y dijo: «éste para el curandero». Y llegó y dijo: “¿cuánto son sus dietas?". «Vd. ya me ha pagado», contestó el curandero. «Que no, que no le he pagado», dijo el hombre. Respondió el curandero: «¿no tiró en tal sitio un pedo y dijo que era para el curandero?»".

"Uno llevaba un burro al curandero de H del R. quería preguntarle por un caballo que tenía malo en el pueblo. Le dijo (viendo el pelo del caballo): «cuando llegues a casa el caballo está bueno, pero el burro se te muere en el camino». Y así fue".

"Otra vez fui con unos que llevaban un niño que tenía diarrea. Y el curandero de H. del P. les dijo: «en esta casa han tenido una desgracia hace poco». Y dijo la mujer: «mi padre, murió hace ocho días». «Ya lo vi según entraban», contestó el curandero. ¡Pasamos más miedo! ¡Yella no llevaba luto!".



PASTORES DE LAS PEÑAS DE CERVERA (Parte I)

REPRESA FERNANDEZ, Domingo

Publicado en el año 1998 en la Revista de Folklore número 211.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz