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Con el presente artículo intentamos anillar un eslabón más a la cadena que comenzó con el vuelo de la golondrina y siguió con las andanzas de lagartijas y mariquitas, todos ellos por el ámbito de esta revista (1). Andando el tiempo, trataremos de abordar la lentitud del caracol y las peripecias de otros animalejos que han excitado la imaginación infantil y la musa popular.
Cuando intento traer a la memoria los recuerdos más lejanos de mi infancia, surge entre una bruma de color blanco, la altanera silueta de una torre, la del pueblo de mis mayores, en cuya cima piramidal se columbran como media docena de nidos grandes y en su derredor el sereno planear de las elegantes cigüeñas. Una mano me señala los picos de las aves y una voz en mis oídos repite la retahíla que hasta hoy resuena: Cigüeña, cigüeña...(2).
La Provincia de Madrid, asentada entre ambas Castillas, contempla una incipiente población de cigüeñas, de cigüeñas blancas (Cíconía cíconía) (3) que asientan sus reales fundamentalmente en la flecha norte que conforma la parte septentrional de la Provincia. A ambos lados del triángulo que grosso modo se inscribe entre Somosierra al norte, Alcalá de Henares al este y El Escorial al oeste, tienen las cigüeñas instalados sus espaciosos nidos, ya en las verdes fresnedas que orillan los ríos, ya en el seco tronco de algún olmo añoso, pero, sobre todo, entre los chapiteles, agujas, arbotantes y botareles que componen la arboladura de nuestros templos. Y es que la cigüeña, como su minúscula amiga la golondrina, gusta de poner casa cerca del hombre, sabiéndose admirada y querida a una distancia que le proporciona también la seguridad que necesita.
La cigüeña es ave viajera por antonomasia, cada otoño emigra al Africa meridional y era, al comenzar febrero, la primera en asomar por el horizonte manchego. Este atávico movimiento se ha visto trastocado, como tantos otros, en los últimos años; acaso el cambio climático o el mayor grado de humedad que proporcionan los numerosos pantanos artificiales que existen en el área geográfica donde habita, están provocando que la estancia de estas aves en nuestro suelo no se interrumpa. Pero por haber sido, y ser aún en ciertos lugares las primeras embajadoras de la primavera, han dejado constancia de su peregrinar en el refranero, veamos un ejemplo:
Por San Blas, la cigüeña verás
si no la vieres, año de nieves.
(Guadalix de la Sierra) (4)
O este otro más completo:
Pa San Blas, la cigüeña verás
y si no, mal año esperarás.
Pa San José, la golondrina se ve
y si no, mal año esperaréis.
(Pinilla del Valle) (5)
San Blas, abogado de los males de la garganta, se celebra el día tres de febrero; alrededor de su fecha comienzan a surcar el aire las estilizadas cigüeñas llevando, atravesados en el pico, palos y sarmientos de gran tamaño. Así cargadas, como verdaderas cruces aéreas, como armazones de cometas, comienzan a reedificar sus nidos, las viejas casas que un año tras otro sirven para el amor, para la cría y para el abrigo. Por ello recogen gran cantidad de ramas que, entrelazadas casi sin fibras, conforman la cómoda casa en la que permanecerán hasta que el primer soplo invernal despierte su instinto de partida.
El nido de la cigüeña
mucha leña y poca cuerda.
(Arganda del Rey) (6)
Y para terminar con el tema de las migraciones, diremos que en algunos países árabes la cigüeña goza de gran popularidad pues se tiene allí su desaparición periódica por santa peregrinación a La Meca (7). En la China tradicional se tuvo a la cigüeña como emblema de una vida larga, y así su imagen aparecía en algunas tarjetas de visita (8).
Pero el occidente cristiano tributa desde tiempo inmemorial el mismo respeto y simpatía por nuestra zancuda ave. Los romanos, tan aficionados a consumir extravagantes pájaros en su mesa, se abstuvieron de comerla porque ésta se alimentaba fundamentalmente de culebras, pero fueron tenidas y reverenciadas por pronóstico y señal de concordia y para esto en el templo que el Cayo Fluvio, hijo de Gneio Flavio Romano, dedicó a La Concordia, puso también dos cigüeñas...estas dos cigüeñas tenían una culebra a los pies por dos causas, la primera porque como dicen todos los naturales y recopila muy bien Valerio Piero en el Libro XVII tratando de las cigüeñas: estas aves perpetuamente tienen guerra y disensión con las serpientes. Por lo cual místicamente muchos teólogos entendieron ser los verdaderos siervos de Dios porque ellos, como las cigüeñas, habitan en lo muy alto que es en el deseo y conocimiento de las cosas del cielo, pero traen perpetua guerra con las serpientes rateras que siempre andan pecho en tierra por las cuales se entienden los apetitos desordenados (9).
Entre los campesinos madrileños, y en general entre los de toda España, se profesa un profundo respeto por esta zancuda; ave sagrada para los labradores de Castilla, el ave tutelar de los sembrados, la reina de los aires campesinos en la madre llanura de la patria la llama Concha Espina (10). Pero este respeto, que en el caso de la golondrina se basaba en leyendas piadosas, en el que nos ocupa creo que tiene una justificación harto práctica. En efecto, la cigüeña es devoradora insaciable de culebrillas, ranas, renacuajos, lagartijas... y otras bestezuelas que no merecen sino el nombre de sabandijas para agricultores y ganaderos. Mil veces he visto yo el andar oneroso de la cigüeña a regular distancia del arador y de su pareja, engullendo ávida cuanto hálito de vida iba saliendo de la tierra. El estro popular ha escenificado, en una pieza con metro de seguidilla, la lucha de la cigüeña con la culebra; de ella no topé ejemplos en la tierra madrileña, pero como botón de muestra traeremos una versión inédita recogida en Sejas de Aliste (Zamora):
quien quisier ver la lucha / de la cigüeña
2 en el pradillo / verde con la culebra
cómo le tiré un tiro / cómo le rompió un ala
4 cómo le relumbraba / el pico en el agua (11).
Otro texto segoviano es aún más explícito cuando argumenta:
Hay que ver la cigüeña / cuánto nos vale
2 si no fuera por ella / cualquiera sabe
nos quita los reptiles / de los caminos
4 y se come los bichos / que son dañinos (12).
Pero este ir y venir de la cigüeña, llevando a veces en el pico o a medio digerir bocado tan poco apetitoso, le ha acarreado más de un disgusto en los Madriles. Así en El Atazar, pueblecito serrano enclavado en un área abundante en cigüeñas, justifican su ausencia con este relato:
...contaban mis abuelos que antes hacía la cigüeña el nido en la torre, en la torre de la iglesia, to los años; y un año, el día del Corpus que se sacaba el Santísimo en procesión por las calles, vino una cigüeña con una culebra pa los pájaros del nido y se le cayó encima de las andas que llevaban y que entonces, que la escomulgó el sacerdote, le echó una maldición y desde entonces no han vuelto a hacer los nidos aquí.
(El Atazar)(13)
El aspecto un tanto desgarbado de las cigüeñas en tierra ha provocado también una cierta burla, pues su altura en la penumbra y en la soledad del campo, puede suscitar miedo en los más pequeños o en los menos arriesgados. Veamos una letrilla al caso:
Los pastores y los Reyes / fueron juntos a por leña
2 y se volvieron a casa / de que vieron la cigüeña
(Rascafría) (14)
De tono mucho más cómico es la siguiente estrofa que unos chuscos dedicaron a una moza a la que por ss extraordinaria altura apodaban precisamente la cigüeña:
Si no quiés paecerte / a las cigüeñas
o te alargas las faldas / o te cortas las piernas.
(Belmonte de Tajo) (15)
Esa desmesurada longitud que tienen las patas de nuestra zancuda, con las que puede andar cómodamente por superficies lacustres, ha dado lugar a otras rimas, muy abundantes en la Andalucía meridional; recogimos una en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla) que dice:
Cigüeña cigüeña / patas de leña
2 pico de alambre
que tienes a tus hijos / muertos de hambre.
Acaso sea esta semejanza entre las patas de la cigüeña y ciertas ramas secas (no olvidemos que con los huesos de estos apéndices se ha construído a veces el cuerpo central de la alboka vasca) lo que ha provocado que en un pueblo madrileño –Cenicientos- se la conozca como palotera, y canten allí los niños: Palotera palotera-tu casa te se quema…
Pero antes de entrar en el análisis de la rimilla que tiene por protagonista a nuestro ave y su crotoreo, veamos por un momento el reflejo que las fábulas cultas de los escritores del XVIII han dejado en la memoria colectiva de nuestros pueblos. En ese toma y daca que configura la tradición oral y escrita, Iriarte y Samaniego tomaron del griego Esopo, pero no creo yo que desdeñaran las consejas que desde antaño estarían en sus oídos. Al igual que sucede con los romances de Lope, es muy difícil trazar con nitidez una línea que separe lo creado de lo aprendido, lo inspirado de lo refundido. He aquí una fábula de Samaniego prosificada, tiene por protagonistas a la zorra, personificación siempre de la picardía, y a la cigüeña que en este caso no le va a la zaga:
Pues mira, la zorra y la cigüeña apostaron una merienda –sabes- de tajás, de cosas buenas... y verdá, pues la primer merienda la zorra ¡ñam, ñam! enseguida lo metió y la cigüeña, como era en un plato, pues se quedó a medias, a verlas venir. Pero luego ya, la cigüeña pidió otro tanto, otra ración, pero en una botija, y claro... la cigüeña metía el pico y sacaba tajás, pero la zorra na más se lamía lo que caía así, por el lao de la botija.
Bueno, pues ya bien merendás y eso la dice la cigüeña:
-Bueno, pues yo tengo que ir a una boda al cielo.
-Yo tambien iría pero ¿cómo voy a ir?
-Tonta, yo te subo.
Se montó la zorra en la cigüeña, y van pin pan, pin pan camino arriba, a ver, a la boda al cielo. Y ya cuando iban llegando, entonces se ladea un poquito así la cigüeña y la dice: Agárrate, que te caes. Y ya, tiran otro trecho, otro rato, y ya la cigüeña pues hizo la movición y la zorra al suelo. Y bajaba la zorra diciendo:
-¡Aparta piedra que te parto! ¡Si de esta salgo y no me muero, no quiero más bodas al cielo! Y se acabó.
(Madarcos) (16)
Es aún creencia común en algunos pueblos madrileños pensar que la cigüeña carece de lengua, de esta idea se hacía eco ya Covarrubias cuando, a comienzos del siglo XVII, decía en su Diccionario al tratar de la voz cigüeña:...La cigüeña no tiene lengua, y así le falta la voz y el canto; pero poniendo el pico sobre la espalda hace un cierto ruido o murmullo, semejante a voz (17). Lo que Covarrubias llama ruido o murmullo es un sonido que producen al golpear recia y secamente las dos valvas de su pico y que resulta parecido al cla, cla con que resuena la mano del mortero cuando macha en la taza de madera; de ahí que lo que científicamente se llama crotoreo, se tenga en los pueblos de Madrid por machacar el ajo, y aún en algunos de Extremadura por gazpachear.
Cuando las cigüeñas crotorean (y lo hacen cuando están en celo, cuando quieren dar la señal de alerta al resto de la colonia, cuando quieren comunicar algo en fin) excitan en la gente menuda una curiosidad que lleva hasta su nido los ojos de todos. Es exactamente entonces cuando los niños salmodian una retahíla que tiene como protagonistas a mamá cigüeña, a sus hijos y a su casa-nido que está poéticamente en llamas.
Estas rimas, de las cuales ya me ocupé someramente (18), presentan en Madrid dos tipos bien diferenciados en lo literario y en su área de dispersión geográfica. El primer grupo alude siempre a ese machacar el ajo que es la onomatopeya usada comúnmente para explicar el crotoreo, aparece en todas las versiones recogidas a ambos lados de la línea casi recta que une la Capital con el vértice norte de la Provincia. Veamos dos ejemplos espigados de entre las versiones más complejas:
Cigüeña cigüeña / la casa se te quema
2 los hijos se te van / al arroyo el Valladal
pícales el ajo / que ellos volverán
4 tu padre fue a por vino / tu madre fue a lavar
se cayó el río abajo / ¿con qué la sacaremos?
6 con una escalerita / que hay en el pajar.
(Horcajo de la Sierra) (19)
Cigüeña, papeña / mala cuqueña
2 que la casa se te quema / los hijos se te van
alrededor del lugar
4 machácalos el ajo / que ellos pronto volverán
machácalos bien / que son pa comer
6 machácalos mal / que son pa cenar
con pan y vino / y a la cama sin cenar.
(Guadalix de la Sierra) (20)
Los versos 5 y 6 de esta última versión deben ser un préstamo de otra retahíla infantil, la que entonan los muchachos cuando, saltando sobre uno que está encogido -el burro-, cantan una relación numérica acompañando cada cifra de una acción o gesto. Así en esta versión madrileña:
a las cinco salto y brinco
a las seis machaca los ajos en el almirez
machácalos bien, que son pa comer
machácalos mal, que son pa cenar
a las siete planto mi carapuchete
(Titulcia) (21)
Pero volvamos los ojos y los oídos al crotoreo de nuestra rima. De las casi tres docenas de versiones que hemos recogido en este área geográfica, las variantes de más fuste son las que aluden al adjetivo que acompaña a la palabra cigüeña, así: barreña (Rascafría), marigüeña (Montejo de la Sierra), pipiripeña (Valdemanco), malagüeña (Somosierra), chipeña (Garganta de los Montes), maturreña (Pinilla del Valle). También al lugar donde los hijos huyen acosados por el poético fuego; el sitio donde se refugian es a veces un arroyo, casa o peña conocidos, aunque hay versiones en las que se trata de un locus hipotético. Veamos estas variantes sobre una versión tipo:
Cigüeña marigüeña / tu casita te se quema
2 tus hijitos te se van / a la casa el carrascal
machaca, machaca / que ellos volverán.
(Paredes de Buitrago) (22)
2b a la casa el moral (Robledillo de la Jara) (23)
2b por la calle el rabanal (Somosierra) (24)
2b a la casa de El Molar (Navarredonda) (25)
2b a la peña el palomar (Lozoyuela) (26)
2b a la casa carracal (Pinilla del Valle) (27)
2b al arroyo de San Juan (Bustarviejo) (28)
2b a la casa el cordobán (Montejo de la Sierra) (29)
2b al camino de El Casar (Fuente el Saz de Jarama) (30)
2b al río de San Juan (Rascafría) (31)
2b a la Villa de Polán (Cenicientos) (32)
2b a la casa el palomar (Villavieja del Lozoya) (33)
2b por la Puerta de Alcalá (Camarma de Esteruelas) (34)
2b por la calle San Julián (Gargantilla del Lozoya) (35)
2b a la calle el arenal (Redueña) (36)
2b a la puerta el hospital (Robledondo)
2b a la umbría del Batán (Robledondo) (37)
2b a la peña el carrascal (La Puebla de la Sierra) (38)
2b a la casa chumascar (Gandullas) (39)
De esta serie de octosílabos, asonantados en á, dejamos para el final el recogido en Gandullas, pues va a servirnos de nexo para analizar el gran motivo de la rima cigüeñil: la casa que se quema.
Esta casa en llamas, metáfora a veces del sol poniente, es un viejo topos folklórico que en el resto de Europa se asigna a veces a las rimas consagradas a otros animalitos. Aunque ya tratamos de ello al hablar de la mariquita (vid. nota 1), conviene traer a colación la rima inglesa, dedicada a este insecto, que guarda un increíble parecido con la que en España aplicamos a la cigüeña: Ladybird, ladybird, / Fly away home, / Your house is on fire / and your children all gone; / All except one / And that's little Ann / And she has crept under / The warning pan (40). (Mariquita, mariquita, vuela a casa, tu casa se quema y tus hijos se han ido todos, todos menos uno: la pequeña Ann, y se ha escondido debajo de la olla).
La asociación entre el fuego y el sol poniente, la casa en llamas y ciertos ritos de fertilidad relacionados con el campo, ha sido apuntada ya por varios autores (41); nosotros, de momento, vamos a aplazar aún este asunto para conocer algunas de las rimas infantiles que conforman el segundo grupo.
Si en las del primer apartado mamá cigüeña debía machacar el ajo para reunir a los hijos dispersados por el fuego, en las del segundo grupo va a ser una carta el ardid infalible para reunir a la dispersa familia. Son versiones mucho menos abundantes que las primeras y están restringidas geográficamente a una pequeña zona del área noroeste. Veamos un par de ellas:
Cigüeña marigüeña / tu casa te se quema
2 tus hijos te se van / a la villa, villa van
a escribir una carta / que pronto vendrán.
(Colmenar del Arroyo) (42)
Cigüeña malagueña / la casa se te quema
2 tus hijos se te van / al puente de San Juan
escribe una carta / y verás como vendrán.
¡Rin, ran!.
(Fresnedillas de la Oliva) (43)
Y una vez vistos los dos tipos que conforman la rima dedicada por los niños madrileños a la cigüeña, vamos a remachar el asunto que esbozamos más arriba: el de la casa que arde relacionada con el fuego y la fertilidad. Aquel versillo de Gandullas, en el que recalamos ya, a la casa chumascar, no hace sino reiterar la idea del fuego, de la lumbre. Chumascar es en toda la zona serrana, por un trueque de las vocales, chamuscar; y así, cuando en las matanzas se queman las cerdas del guarro con retamas o paja seca, se dice que se chumasca. Así pues no estaba tan falta de sentido, como a primera vista pudiera parecer, esa casa chumascar que no hace sino refrendar la idea de casa quemada que tiene toda la rima.
Pero si en algún lugar de la geografía madrileña es querida y respetada la cigüeña, si hay un sitio donde esta comunión entre fuego y fertilidad cobra sentido, es en Fuente el Saz de Jarama. En este pueblo, cercano al río que le da apellido, se venera por patrona a la Virgen de Ciguiñuela. Esta advocación se justifica con la siguiente leyenda:
...se llama de Ciguiñuela porque los labradores, antiguamente, estaban labrando el campo y veían dos cigüeñas quietas, quietas, quietas en un sitio y no se movían, en una junquera. Entonces fueron a ver qué había y se encontraron la Virgen, y por eso la Virgen tiene dos cigüeñas a los pies y llamamos de Ciguiñuela.
(Fuente el Saz de Jarama) (44)
Hasta aquí la historia de una aparición ¿una de tantas?; marcada, eso sí, por una pareja de cigüeñas pertinaz en el humedal donde a buen seguro encontraban sus pequeñas presas. Pero la Virgen de Ciguiñuela, que antes pasaba el año en la ermita construída sobre aquel juncal (45), era y es llevada al pueblo en la anochecida del seis de septiembre, y a su paso, entre hogueras y luminarias, dan fuego los labradores a los rastrojos del cereal segado un mes antes:
...cuando apareció la Virgen, los de Algete se la querían llevar y vinieron hasta con una carreta de bueyes para llevarla, pero cada vez que iban más para allá pesaba tanto, tanto, tanto que ya no podían; entonces pensaron volver para atrás y al volver para atrás ya no pesaba, era un peso muy liviano, y al no pesar nada decidieron que se quedara aquí. Entonces se hizo de noche, con todas esas vueltas pues se hizo de noche, y como antiguamente no había carreteras vinieron por un camino y encendían en los campos cosas porque no veían.
Sabemos bien que desde antiguo fue costumbre entre agricultores quemar el rastrojo de los cereales para, con su ceniza, fertilizar la tierra. No resulta pues muy aventurado pasar un hilván que uniendo la rima de la cigüeña, con su casa en llamas, la advocación de Ciguiñuela y la quema de rastrojos nos lleve a cerrar un nudo en torno a estos tres singulares fenómenos. A partir de las dos cigüeñas que posan a los pies de la Virgen se ha desarrollado en Fuente el Saz todo un culto a esta zancuda, veneración que tiene por remate unas cuantas veletas que en el caserío y en la ermita recortan al aire la silueta de este pájaro:
...aquí hay una veneración enorme a las cigüeñas, nadie las hace daño y el que lo hace lo paga. Ahora hay menos tendidos eléctricos pero antes a veces se enredaban, el que se la encontraba, si no estaba muerta, se la traía a casa y la cuidaba hasta que estaba curada y la soltaba otra vez. Y si se la encontraba muerta, avisaban al señor cura, la tapaban y iban todos los chicos de la escuela a enterrarla.
Como apéndice al panorama cigüeñil en tierras madrileñas, no me resisto a incluir, como colofón de estos párrafos, la poesía que una mujer de campo, transportada por la emigración a la periferia madrileña, dedicó a una pareja de cigüeñas que intentaban plantar su nido en la altiva soledad de una vieja chimenea fabril. Desde el cristal de su casa, en San Cristóbal de los Angeles, veía Francisca los intentos de las aves por asentar sus ramitas en el aro de ladrillos; por fin, al año siguiente, la ayuda de unas grúas, permitió celebrar a aquel barrio de emigrantes el reencuentro con la tradición rural de la cigüeña. Los niños de ciudad, ajenos hasta entonces a aquel espectáculo, retomaron de labios de Francisca y su sobrina la rimilla infantil que ellas tantas veces entonaran en Somosierra:
Tenemos en San Cristóbal
una esbelta chimenea
que sirve de distintivo
a todos los que aquí llegan
es lo primero que vemos
a todos sirve de meta
y por si esto fuera poco
en su cima contemplamos
absortos nuestras cigüeñas
al acercarse San Blas
lo ví desde mi ventana
con un palito en el pico
las cigüeñas allí estaban
daban vueltas y más vueltas
en ella hacían escala
por ver si al fin se cumplía
el sueño que ellas soñaban
querían hacer su nido
y formar allí su hogar
y ver crecer a sus crías
y ser un vecino más
qué difícil lo tenían
lo ví desde mi ventana
las ramitas que traían
no podían sujetarlas
vanos eran sus esfuerzos
y vanas sus esperanzas
camino de Villaverde
se van batiendo las alas
pero siguieron soñando
se van batiendo las alas
y al llegar otro San Blas
otra vez nos visitaban
ellas volvían soñando
y alguien con ellas soñó
y quiso hacer realidad
aquel sueño de ilusión
ilusión fue para todos
el día que se cumplió
aquel sueño de cigüeñas
que sirvió de expectación
para grandes y pequeños
fue digno de admiración
poder ver tejer el nido
a las cigüeñas de Dios
tres grúas descomunales
entre las gentes se elevan
y logran poner un nido
encima la chimenea
los más pequeños ensayan
la canción de la cigüeña
guiados por Angelines
que les dirige y enseña
vino la televisión
y salimos en la tele
pues tal acontecimiento
bien merecido lo tiene
las impresionantes grúas
como tres grandes jirafas
marchan hacia los Madriles
después de darles las gracias
en lo alto quedó un nido
y nosotros a esperar
todavía faltan días
hasta un nuevo San Blas
¿vendrán por fin las cigüeñas?
pienso desde mi ventana
con gran intriga y recelo
mientras subo la persiana
cuántas miradas al nido
cuánto anhelo y esperanza
yo pienso en nuestras cigüeñas
y la alegría me embarga
pienso también que muy pronto
San Blas se nos echa encima
y por tanto las cigüeñas
por el aire se aproximan
no me quisiera perder
su primera sensación
al encontrar ese nido
de sus sueños e ilusión
esperando y oteando
miro desde mi ventana
y no veo a las cigüeñas
mi espera se hace muy larga
por fin llegaba San Blas
las cigüeñas no venían
entre dudas y recelos
transcurrieron varios días
cuando menos lo esperaba
de nuevo al nido miré
y la cigüeña hacía el nido
voló por primera vez
una cigüeña en el nido
grité muy alborozada
no me digas, respondía
mi familia emocionada
qué alegría, qué contento
debió sentir la cigüeña
cautelosa mira el nido
dando vueltas y más vueltas
allí se pasa las horas
recomponiendo su nido
teje que te tejerás
hasta verlo muy mullido
raudo cortando los vientos
en busca de su pareja
partió nuestro buen cigüeño
de las africanas tierras
todo quedaba completo
cuando encontró su pareja
seguro que hasta la luna
la daba la enhorabuena
el preludio se acercaba
papá cigüeño lo sabe
y haciendo un guiño a una estrella
la cigüeña lo complace
llegaron otras cigüeñas
a interrumpir este idilio
queriendo que sus colegas
abandonasen el nido
tal zipizape se armó
en el cigüeñil combate
que hubieron de usar sus picos
como si fueran dos sables
su territorio defienden
es justo y muy razonable
era su nido soñado
y además llegaron antes
huyendo despavoridas
las cigüeñas derrotadas
se van por el horizonte
maltrechas y avergonzadas
el idilio sigue en pie
la incubación va adelante
y todos queremos ver
el final de este romance
por fin concluyó el triunfo
vimos crecer los cigüeños
que volando con sus padres
forman un bello cuarteto
os buscaréis otras tierras
encontraréis nuevos lares
nosotros os reservamos
nuestra chimenea grande
la luna ríela en el cielo
y os sonríe embelesada
y algún que otro lucerillo
os vela en las alboradas
volar, volar y volar
volar y seguir volando
que hasta que llegue San Blas
os estamos esperando (46).
Y antes de terminar este breve planeo por el cielo madrileño, con el que hemos pretendido añadir a las ya publicadas un manojito más de estas rimas cigüeñiles (47), dedicaremos a la cigüeña los piropos que en La esfinge maragata le consagró Concha Espina: Todo era manso y fuerte en la vida singular del enorme pájaro; la reciedumbre de su nido, centenario a veces, puesto en la torre parroquial debajo de la cruz en el apacible corazón de las aldeas, la ternura delicadísima para con los hijuelos, aquella gracia seria y noble con que vigila las sembraduras y convive entre los campesinos, la rara y firme condición de su boda sexual para toda la vida, de su vuelta al mismo terruño para todos los años y la reposada actitud de la figura, el paso y el vuelo que componen la armoniosa grandeza con el matiz austero del paisaje (48).
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NOTAS
(1) La golondrina en el cancionero tradicional madrileño. 1994. Nº 167. pp. 166-170. Lagartijas, lagartos y culebras por la tierra madrileña: rimas y creencias. 1996. Nº 185, pp.162-170. La mariquita: un destello encarnado en el aire madrileño. 1997. Nº 192, pp. 197-200.
(2) La torre a la que me refiero es el campanario de la iglesia gótica de Guadalix de la Sierra. Incomprensiblemente desfigurada por una recontrucción reciente, conserva, a Dios gracias, una media docena de nidos donde las cigüeñas siguen crotoreando para entusiasmo de los niños y terneza de los mayores. Como nota curiosa, cabe mencionar que, durante los tres años largos que duraron las obras, una osada pareja de estas zancudas construyó su nido sobre el pilar central de la monumental grúa que se ancló cabe el templo.
(3) Para el estudio zoológico de nuestra zancuda en la tierra de Madrid, véase la monografía de: MARTINEZ RODRIGUEZ, Ezequiel: Estudio de la cigüeña blanca en la Comunidad de Madrid. (Ed. Agencia de Medioambiente. Comunidad de Madrid, Madrid 1987) Cap. de Trad. pp 103 y ss.
(4) Valeriana Gil Rubio, de 69 años de edad.
(5) Francisco Martínez, de unos 55 años de edad, grabado en Pinilla, el día 22 de Junio de 1996, por J. M. Fraile Gil y Marcos León Fernández.
(6) Pilar Ruíz Hernández, de 69 años de edad. Se recogió el día 2 de Marzo de 1996, por J. M. Fraile Gil, M. León Fernández y J. de la Torre Briceño.
(7) Sobre este particular y otros véase el interesantisimo artículo de: BERNIS, Francisco: Folklore Cigüeñil. RDTP (CSIC, Madrid. 1995). Tomo L, pp. 165-179.
(8) Tomo esta información de Vicente Blasco Ibáñez, que visitó China en Enero de 1924, y dice así: hoy se usa en Pekín la tarjeta de visita como en Europa, la única variante consiste en estar impresa por ambas caras, a un lado en caracteres chinos, y al otro en letras occidentales. En tiempos del imperio, la tarjeta, originaria de aquí, era de enormes dimensiones, y tenía tres emblemas, representando las tres felicidades más grandes que puede obtener un chino: un heredero, un empleo público, y una vida larguísima, simbolizados por las figuras de un niño, un mandarín y una cigüeña. (La Vuelta al Mundo de Un Novelista de Obras Completas. Ed. Aguilar. Madrid. Tomo III).
(9) Tomo la cita de un texto escrito por López de Hoyos incluido en la obra de: CHECA, Fernando: Felipe II; Mecenas de Las Artes (Ed. Nerea S. A.; Madrid, 2ª ed. 1993).
(10) ESPINA, Concha: La Esfinge Maragata (Ed. Renacimiento. Compañía Iberoamericana de Publicaciones S. A. Madrid.) Cap. V. Valdecruces.
(11) Domingo Faúndez Fernández, de 74 años de edad. Fue grabada en Abril de 1989 por J. M. Fraile Gil, J. M. González Matellán, y G. Cotera.
(12) MARAZUELA, Agapito: Cancionero de Castilla. (Ed. Diputación de Madrid. Madrid, 1981), p. 171.
(13) Pedro Martín Herranz .Se grabó el día 12 de Octubre de 1994 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, y S. Alonso de Martín.
(14) Esta copla pertenece a la antigua danza que los pastores hacían en honor del Niño durante la Misa del Gallo. Me la cantó Luis Sanz Ibáñez de 84 años de edad. Fue grabada en junio de 1994 por J. M. Fraile Gil, M. León Fernández y S. Weich-Shahak.
(15) Soledad Sánchez Sánchez de 75 años de edad. Fue grabada el 27 de Noviembre de 1994 por J. M. Fraile Gil y M. León Fernández.
(16) Felipe Martín Moreno, de 86 años de edad. Fue grabado en Robregordo el día 16 de Septiembre de 1992 por J. M. Fraile Gil y S. Weich-Shahak.
(17) COVARRUBIAS, Sebastián de: Tesoro de la Lengua castellana o Española (Madrid. 1611). Manejo la reedición de Castalia. Madrid. 1995, pp. 311-312.
(18) FRAILE GIL, José Manuel: La Poesía Infantil en la Tradición Madrileña, (ed. C.E.Y.A.C. de la Comunidad de Madrid. Col. Biblioteca Básica Madrileña. Nº 8. Madrid. 1994), pp. 181-5.
(19) Elena Serrano del Pozo, de 78 años de edad. Fue grabada el día 3 de Junio de 1994, por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, M. León Fernández y S. Weich-Shahak.
(20) Máxima Gamo García, de 64 años de edad. Fue grabada el 8 de Agosto de 1994 por J. M. Fraile Gil.
(21) Versión de Titulcia. (vid. nota (18)), pp. 310-311.
(22) María Sanz Moreno, de 71 años de edad. Fue grabada el día 13 de Agosto de 1994 por J. M. Fraile Gil y M. León Fernández.
(23) Elisa, de unos 70 años de edad. Fue grabada el día 12 de Octubre de 1994 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso y S. Alonso de Martín.
(24) Angeles Sanz Alvarez, de 72 años de edad. Fue grabada el 3 de Junio de 1994 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, M. León Fernández, R. Cantarero Sánchez y S. Weich-Shahak.
(25) Antonia y María Villa Moreno, de unos 60 años de edad. Fue grabada el día 27 de Agosto de 1994 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, M. León Fernández y S. Weich-Shahak.
(26) Anastasia del Pozo Martín, de 83 años de edad. Fue grabada el día 12 de Noviembre 1994 por J. M. Fraile Gil y M. León Fernández.
(27) María Tomasa Vera Peñas, de 79 años de edad. Fue grabada en Madrid durante el otoño de 1994 por J. M. Fraile Gil y E. Parra García.
(28) Felisa Martín Blasco. Fue grabada en 1994 por N. Pascual Pascual.
(29) Liboria González García, de 94 años de edad. Fue grabada el 23 de Julio de 1994, por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, R. Cantarero Sánchez y S. Weich-Shahak.
(30) Segismunda y María de los Llanos del Vado González, de 66 y 69 años de edad. Fue grabada en Mayo de 1997 por J. M. Fraile Gil y M. León Fernández.
(31) Angeles Cañil Santiago de 81 años. Fue grabada el día 13 de Julio de 1996. Por J. M. Fraile Gil y P. Martín Jorge.
(32) Antonia Alvarez Colino de 84 años de edad. Fue grabada el día 24 de Mayo de 1993 por J. M. Fraile Gil y A. Fernández Buendía.
(33) Teresa Domingo Martín de 52 años de edad. Fue grabada el día 10 de Noviembre de 1990 por J. M. Fraile Gil e I. Granzow de la Cerda.
(34) Consuelo García Gismero de 55 años de edad. Fue grabada el día 7 de Febrero del 1992 por J. M. Fraile Gil y A. Fernández Buendía.
(35) Lorenza Gutiérrez Velasco de 71 años de edad. Fue grabada el día 1 de Diciembre de 1990 por J. M. Fraile Gil y J. M. Calle Ontoso.
(36) Consolación Pérez Velasco de 76 años de edad. Fue grabada el día 19 de Abril de 1993 por J. M. Fraile Gil y J. Escudero Pérez y L. Sánchez García.
(37) Florencia Angeles García Martín de 54 años de edad. Fue grabada el día 20 de Marzo de 1993 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso y E. Santarén Jiménez.
(38) Mónica García Suárez de 77 años de edad. Fue grabada en Paredes de Buitrago el día 29 de Abril de 1995 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso y M. León Fernández.
(39) María Lobo Sanz de 87 años de edad. Fue grabada el día 24 de Julio de 1994 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, M. León Fernández y S. Weich-Shahak.
(40) Tomo la rima del precioso libro: OPIE, Iona and Peter, The Oxford Dictionary of Nursery Rbymes. Oxford, 1989. Primera edición. Londres, 1951.
(41) PEDROSA BARTOLOME, José Manuel: "Stork Rhymes in Spain". Folklore. (Londres). 105. 1994. pp. 108-109.
(42) Felipa Pérez Quintas de 64 años de edad. Fue grabada el día 29 de Enero de 1993 por J. M. Fraile Gil, J. M. Calle Ontoso, A. Fernández Buendía y S. Weich-Shahak.
(43) Julia Rodríguez de la Plaza de 50 años de edad. Fue grabada el día 25 de Febrero de 1996 por J. M. Fraile Gil y M. León Fernández...
(44) Manejo, además de los datos orales que aquí transcribo (vid. nota 30), una pequeña novena dedicada a la Virgen de Ciguiñuela: Imprenta V. Huerta. Nuncio, 7. Madrid, 1953.
(45) La ermita aparece ya mencionada en el Diccionario Geográfico de Don Pascual Madoz: ...se encuentran en él (en el término) 2 ermitas; la una de Ntra. Sra. de Ciguiñuela, dist. 1/4 de leg. del pueblo entre O. y S.
(46) La chimenea aludida se halla enclavada exactamente en la plaza de Los Pinazos de San Cristóbal de los Angeles; su autora, que la fecha en 25 de Julio de 1993, se llama Francisca Sanz Pascual. Nació en Somosierra (Madrid) al comenzar la década de los veinte y es, a más de una entusiasta poeta, una excepcional informante para cualquier asunto de etnografía.
(47) Algunas rimas dedicadas a la cigüeña pueden verse en:
FERNANDEZ SANJOSE, Anastasio: "Dichos con los que se invocaba o remedaba a pájaros y bichos en Villanueva de los Caballeros". Revista de Folklore. Tomo 6-II. p. 82. (1986).
PELEGRIN, Ana: La flor de la maravilla. (Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Madrid, 1996) p. 295.
RODRIGUEZ MARIN, Francisco: Cantos Populares Españoles. (Reed. Ediciones Atlas. Madrid 1981) Tomo I, p. 80.
(48) Vid. nota 10. Cap. IX, Salve, maragata.