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Revista de Folklore número

2012



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Cuentos populares sensorio-motrices y de fórmula del campo Cartagena

ORTEGA MADRID, Juan

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 2012 - sumario >



“En cuestiones de cultura y de saber,
sólo se pierde lo que se guarda;
sólo se gana lo que se da.”
ANTONIO MACHADO

Resumen

Comienza el artículo con un alegato a la defensa de la cultura de tradición oral en general y a los cuentos populares en particular. Se describen los dos subgéneros de cuentos folklóricos sobre los que versa el presente trabajo: los sensorio-motores y los de fórmula. Este tipo de relatos son los primeros que se les cuentan a los niños, desde prácticamente el nacimiento y hasta aproximadamente los siete años de edad. Se muestra una compilación de veintiocho cuentos recogidos en la zona del Campo de Cartagena, donde nos encontramos desde los archiconocidos “5 lobitos” o “El rey que tenía tres hijas” a otros menos comunes como “Manecica muerta” o “Benita la buena moza”. Cada uno va acompañado de un comentario más o menos extenso sobre características relevantes del mismo.

Introducción

La cultura de tradición oral es como un viejo árbol centenario o milenario. Este viejo árbol, que el Dr. Aranda Mercader en su libro “Conocer el Oeste” denominaba como “garrancho” (según el dialecto del campo de Cartagena hace referencia a un árbol añoso, centenario, de tronco retorcido y hueco), fue enorme y sus numerosas ramas (los cuentos, las adivinanzas, refranes, leyendas, mitos, rituales, juegos, etcétera) formaban un vasto entramado de conocimientos acumulados a lo largo de la historia de la humanidad y grabados en la memoria colectiva de la sociedad, trasmitiéndose de boca a boca, de generación en generación. En las últimas décadas, diferentes plagas lo hacen tambalearse, su tronco está carcomido y medio hueco, y muchas de sus ramas ya han desaparecido o están medio secas. Factores como las nuevas tecnologías, la globalización, los nuevos hábitos de vida o la desintegración de la unidad familiar han puesto al límite de la supervivencia a ese añoso árbol. El esplendor del garrancho ya pasó, apenas da frutos, ni sombra, ni es vistoso, pero de las ramas que aún quedan verdes podemos coger un poquito de muestra y, para evitar que desaparezca en la noche de los tiempos, injertarla en un pie joven, es decir, que podemos recopilar y mantener en formato impreso los conocimientos que aún no han desaparecido para que las generaciones venideras sepan que sus raíces son las mismas que las del mítico garrancho.

Los cuentos de tradición oral son un patrimonio intangible de la humanidad, son universales, siendo no sólo comunes por toda la península, sino en todos los lugares donde llegaron los pueblos indoeuropeos [6, 8]. Todo en ellos tiene un porqué, un sentido, un mensaje, no son como son por casualidad. Han ido evolucionando y forjándose desde la antigüedad para cumplir una función en la sociedad [8].

Los diferentes cuentos se manejan según la edad del niño, y están en relación directa con la etapa evolutiva en la que se encuentran. Dichos cuentos, al igual que la evolución y maduración cognitiva del niño, se encuentran en una progresión constante que cambia y se adapta en función de las necesidades del individuo [5]. Los que aquí nos ocupan son los cuentos que se utilizan en las primeras edades del niño. En primer lugar tenemos los cuentos sensorio-motrices o de enumeraciones corporales. Éstos serían los que se le cuentan a los niños durante el “periodo sensorio-motor” de su desarrollo (según la psicología constructivista de Piaget*), desde el nacimiento hasta los dos años de edad. Les siguen los cuentos de fórmula, que son los que se cuentan durante el “periodo pre-operacional”, que abarca de los 3 a los 7 años [4, 5].

Estos tipos de cuentos populares constituyen unos subgéneros dentro de los cuentos de tradición oral, ya que debido al público al que van dirigidos y a la función que desempeñan suelen ir verso y no en prosa (como es característico de los cuentos populares) y siguen fórmulas fijas para no modificarse en la cadena de transmisión oral (ya que la tradición oral provoca una transformación continua del mensaje al pasar de un narrador a otro); esto es así porque la función social que realizan sólo puede llevarse a cabo mediante la inalterabilidad de sus palabras. Estos subgéneros disponen de elementos rítmicos, poéticos y mnemotécnicos que facilitan su memorización [3, 10].

Cuentos sensorio-motrices

También denominados de enumeraciones corporales [10] o, como me gusta llamarlos: “cuentos cantados”. Esto es porque son cuentos que se cantan, se escenifican y se ejecutan, acompañándose de gestos y movimientos. Son cuentos donde lo que prima no es el verbo, sino lo corporal y lo sensorial. Se usan fundamentalmente durante los dos primeros años de vida del niño (aunque se pueden seguir usando durante los siguientes años de vida del niño, es en este periodo cuando cumplen su principal función) y mediante ellos, con las enumeraciones corporales, el niño toma conciencia de su cuerpo [4, 10]. En estas primeras edades, al niño le impresiona el movimiento, por lo que las rimas y versos acompañados de movimientos de manos, de trotes y de vaivenes van a centrar su atención y los va a intentar imitar [9]. Con este tipo de cuentos cantados o juegos, los niños ejercitan los sentidos y conocen su cuerpo, ayudándoles a tomar conciencia corporal y afectiva del yo y del tú. Crea vínculos afectivos entre el niño y el adulto, relaja, entretiene y va introduciendo en el niño el uso de la palabra [4]. Ayudan a que el infante desarrolle sus capacidades motoras, de coordinación, equilibrio, reflejos, ritmo y maduración de los músculos, sentido del tacto, interrelación social, memoria y comprensión.

A continuación se transcriben los once cuentos recopilados; así mismo se describe su forma de ejecución y, en caso de los cuentos 10 y 11, su uso en niños de más edad a modo de juego colectivo.

1. CINCO LOBITOS

Cinco lobitos tuvo la loba, blancos y negros detrás de la escoba.

Cinco tenía y cinco crió y a todos los cinco tetica les dio.

COMENTARIO: Como cuento sensorio-motor que es, tendremos al niño cerca, generalmente tomado, y a la vez que cantamos el cuento mantendremos abierta y frente a la cara del niño la palma de nuestra mano e iremos haciendo movimientos de rotación con la articulación de la muñeca. Despierta gran interés en el niño, y pronto tomará conciencia de sus manos e intentará imitarnos.

2. CUANDO TE MANDEN POR CARNE

Cuando tu madre te mande por carne: que no te corten por aquí, que es hueso,

ni por aquí tampoco, por aquí tampoco, por aquí tampoco…

¡por aquí, por aquí, por aquí!

COMENTARIO: Se mantiene al niño junto a nosotros, generalmente tomado sobre nuestras rodillas, se le coge un bracito y con nuestra otra mano, usándola a modo de cuchillo (palma de la mano abierta y dedos juntos) iremos haciendo el gesto como si le hiciéramos cortes desde el comienzo de su antebrazo hasta llegar a la axila donde terminaremos haciéndole cosquillas. Como todos los cuentos sensorio-motores, pretende que el niño tome conciencia de su cuerpo y a la vez provocar la risa en el infante.

3. EL QUE COGIÓ UN PAJARICO

Este cogió un pajarico, este lo peló, este le echó la sal,

este lo puso en el fuego y este chiquitito, chiquitito ¡se lo comió todito!

COMENTARIO: Le cogemos la mano abierta al niño y vamos tomando de uno en uno cada uno de sus cinco deditos, normalmente empezando por el pulgar y terminando por el meñique. También se puede hacer al revés, de tal forma que se acabe diciendo que “el gordito se lo comió enterito”. Existe otra versión donde, en vez de coger un pájaro, se encuentra un huevo, se cocina, se pela, se le echa sal y se come.

4. ASERRÍN-ASERRÁN

Aserrín, aserrán, marineros de la mar.

Los de Pedro piden vino, los de Juan piden pan.

Aserrín, aserrán.

COMENTARIO: En esta ocasión, el cuento se escenifica sentando al niño sobre nuestras piernas, mirando hacia nosotros. Lo tendremos cogido de sus manos o antebrazos, al tiempo que hacemos movimientos de vaivén con nuestras piernas, de tal forma que el niño se balancee de adelante a atrás imitando la cadencia de aserrar un tronco.

5. AL PASO-AL PASO

Al paso, al paso.

Al trote, al trote.

Al galope, galope, galope, galope.

COMENTARIO: Sentando al niño de igual forma que antes, vamos moviendo nuestras piernas imitando el paso de un caballo, el trote y por último el galope, en forma de final explosivo que tanto gusta a los niños.

6. ARRE BORRIQUITO

Arre borriquito, arre burro arre, arre borriquito que llegamos tarde.

Arre borriquito, vamos a Belén (o a Jerez), que mañana es fiesta y al otro también.

Se casa un hombre, con una mujer, la mujer es ciega y el hombre no ve.

Vaya un casamiento, que vamos a hacer, arre borriquito, vamos a Belén (o a Jerez).

COMENTARIO: Parecido al anterior, pero haciendo sólo el “movimiento del trote”.

7. DINERITO EN EL BOLSÓN

Pon-pon, dinerito en el bolsón.

COMENTARIO: Se continua según la versión, diciendo “que no se lo lleve ningún ladrón”, o “unos suenan y otros no” o “meto uno y saco dos”. Teniendo al niño sentado en nuestras piernas, le cogemos una mano, se la abrimos, y en la palma le damos golpecitos con nuestro dedo índice o corazón repitiendo lo dicho. Pronto será él mismo quien nos imite realizando el golpeteo en su palma de la mano con su propio dedito.

8. PALMAS-PALMITAS

Palmas, palmitas, que viene su papá (o su mamá, o su abuela, etcétera),

y le trae un perrico (o cualquier otro animal)

que hace ¡guau, guau! (o el sonido onomatopéyico que corresponda).

COMENTARIO: Teniendo al bebé sentado junto a nosotros, le sujetamos las dos manecitas abiertas y las golpeamos entre sí haciendo palmas, al tiempo que se canta el cuento tanto veces como se quiera o se sepa, añadiendo nuevos animales.

9. MANECICA MUERTA

Manecica muerta,

el perrico está en la puerta,

el gatico en la ventana,

¡sape, sape Mariana!,

¡que se llevan las manzanas!

COMENTARIO: Cogemos cerca de la muñeca el brazo del niño, lo mantenemos en horizontal y le pedimos que lo deje flácido (muerto), y haciendo movimientos rápidos de arriba abajo al tiempo que cantamos el cuento, acabamos “pegándole” con su propia mano en la barbilla o cara.

10. LA SILLITA DE LA REINA

La sillita de la reina, que nunca se peina

y un día se peinó y cuatro piojicos se sacó

(o cuatro pelicos se arrancó -según versión-).

COMENTARIO: Generalmente es jugado por niños de más edad (a partir de los 6 ó 7 años) debido a que, tradicionalmente, para su ejecución se ha necesitado de la participación de tres niños: dos que, agarrándose de muñecas y antebrazos, hacían “el sillón de la reina” y un tercero que se sentaba encima. A partir de aquí paseaban a la “reina” mientras cantaban la canción, también estaba la variante de dejarla caer al suelo al terminar la canción o incluso se hacían carreras si había otros 3 niños más. En esta ocasión, nosotros hacemos referencia a su uso como cuento sensorio-motor y, por lo tanto, a su uso en niños de corta edad. Sólo se necesita de una persona que, colocándose al bebe frente a él y de espaldas, lo cogerá por los muslos de tal forma que quede sentado sobre sus manos y con la espalda apoyada en los brazos del adulto; éste inclinará su torso y hará movimientos de adelante hacia atrás o de un lado a otro como si de un columpio se tratara, al tiempo que se canta el cuento.

11. TATA LA MUSA

Tata la musa, el agua a la alcusa, el jarrico de mear, amenazar y no dar, da sin reír, da sin hablar, un pellizquico en el culo y echar a volar. Ahí va mi gavilanete con cinco uñicas de gato, como no me traigas carne, esta orejica te arranco.

COMENTARIO: Este también se puede usar a modo de cuento sensorio-motor, o a modo de juego cuando el niño tiene más edad. Se coloca el niño boca abajo sobre nuestras piernas y se le dan palitos en el culete para terminar cogiéndole la orejita. En su forma de cuento, al niño le resulta gracioso a la par que toma conciencia de diferentes partes de su cuerpo. En su condición de juego, se requiere de la participación de otros niños, de tal forma que éstos le darán palitos y un pellizquito en el culo (antes de “echar a volar” –de esconderse-) al que está boca abajo al tiempo que se canta el cuento, y después correrán a esconderse; posteriormente el niño (el gavilanete –el que estaba boca abajo-) buscará a los demás como si de un juego del escondite se tratara.

Cuentos de fórmula

Como ya hemos indicado, son los cuentos que se van a utilizar más o menos a partir de los tres años de edad y hasta aproximadamente los siete, lo cual se corresponde con el periodo evolutivo pre-operacional según la teoría de Piaget*. Dentro de los cuentos de fórmula hay, a su vez, diferentes subtipos, como son los cuentos de nunca acabar, los cuentos acumulativos, los cuentos mínimos, así como un grupo heterogéneo que yo denominaría como cuentos versificados.

Estos cuentos suelen provocar la risa en el niño, siendo casi como un juego para ellos, por lo que, además de entretener, ayudan al desarrollo de la memoria, la imaginación, la atención, el lenguaje y la fluidez verbal [7, 9]. Son relatos donde prima la forma en la que se cuenta el cuento, más que los acontecimientos que se narran [6].

Los cuentos de fórmula de nunca acabar o interminables (ejemplares 1.1, 2.1, 3 y 4 del presente trabajo) se caracterizan porque tienen un desarrollo muy corto donde se lanza una pregunta que incentiva al oyente a responder (en el número 4 la pregunta es retórica), pero en realidad la respuesta nos es indiferente, porque independientemente de lo que se responda, se vuelve a repetir el cuento una y otra vez hasta que el niño se cansa o medio se enfada [6].

Los cuentos acumulativos o encadenados (ejemplares 1.2, 5, 6, 7, 8 y 9 de este recopilatorio) consisten en relatos donde a un elemento inicial se van añadiendo otros que se van sumando a los anteriores, encadenándose unos a otros [7].

Los cuentos mínimos, de necios o falsos (ejemplares 2.2, 2.3, 10 y 11) serían los relatos que se cuentan a los niños cuando éstos insisten en que se les cuente un cuento y la persona mayor quiere escapar de esa situación [1]. Se caracterizan por ser muy breves y tienen la función de frustrar al destinatario [7].

Los versificados (ejemplares del 12, 13 y 14) lo conforman un grupo de relatos que “no caben” en los grupos anteriores, pero que cumplen las características de los cuentos de fórmula: esto es que suelen ir en verso, siguen una fórmula fija para permanecer inalterados durante su transmisión, importa más la forma que el contenido que narran y son breves. En este trabajo los hay muy simples, formados por estrofas de cuatro versos, que con unas pocas palabras intentan nombrar unos personajes y crear una situación, así como otro más elaborado como el cuento número 12 que, con un estilo “tipo romance”, es más extenso, aparecen personajes, lugares, una situación inicial, un desarrollo y una finalización de la historia.

Aquí muestro un total diecisiete (catorce más tres variantes) relatos recogidos en la zona de Cartagena, acompañados de un comentario donde fundamentalmente hago hincapié en su correlación con los tipos del cuento folclórico de Aarne y Thompson** (ver nota al final del artículo).

1. SAN JUAN EL DE LA PIPA ROTA

1.1. Versión 1ª

- ¿Quieres que te cuente el cuento de San Juan el de la pipa rota?

- Sí.

- Yo no te he dicho que me digas que sí, yo sólo te he dicho que si quieres que te cuente el cuento de San Juan el de la pipa rota.

- Bueno.

- Yo no te digo que me digas que bueno, yo sólo te he dicho que si quieres que te cuente el cuento de San Juan el de la pipa rota.

- No.

- Yo no te digo que me digas que no, yo sólo te he dicho que si quieres que te cuente el cuento de San Juan el de la pipa rota.

Y SIGUE Y SIGUE…hasta que el niño se cansa.

1.2. Versión 2ª

San Juan el de la pipa rota.

- ¿Con qué se la arreglaremos?

- Con un palico.

- ¿Dónde está el palico?

- Se lo ha llevado el agua.

- ¿Dónde está el agua?

- Se la ha bebido el pollo.

- ¿Dónde está el pollo?

- El cura se lo comió.

- ¿Dónde está el cura?

- Diciendo misa, con la camisa y el camisón.

COMENTARIO: Según el índice Aa-Th** la primera versión se correspondería con un cuento tipo 2275. La segunda versión le corresponde el número 2011 [1], y puede quedar tal cual se ha indicado o de la siguiente forma al aumentar la cadena en un paso más si cambiamos pollo por gallina, con lo que quedaría así:

…- Se la ha bebido la gallina.

- ¿Dónde está la gallina?

- Poniendo un huevo.

- ¿Dónde está el huevo?

- El cura se lo comió…terminando igual que antes.

2. MARÍA SARMIENTO

2.1. Versión 1ª

¿Quieres que te cuente el cuento de María Sarmiento

que se fue a cagar y se la llevó el viento

y fue a mear y se la volvió a llevar?

- Sí.

- Yo no te he dicho que me digas que sí, yo sólo te he dicho

que si quieres que te cuente el cuento de María Sarmiento

que se fue a cagar y se la llevó el viento

y fue a mear y se la volvió a llevar.

Y SIGUE Y SIGUE…hasta que el niño se cansa.

2.2. Versión 2ª

Esto era el cuento de María Sarmiento,

que fue a mear y se la llevó el viento,

y fue a cagar y se la volvió a llevar.

2.3. Versión 3ª

El cuento de María Sarmiento,

que fue a mear y se la llevó el viento,

y fue a cagar y se la volvió a llevar,

y dejó “n” cagarruticas (n=1 nº de oyentes),

una para …,

otra para … (una para cada uno de los oyentes)

y otra para el que primero hable.

COMENTARIO: En la primera de las versiones estaríamos ante un típico cuento de nunca acabar, mientras que las dos siguientes corresponderían con un cuento mínimo o falso. Según el índice Aa-Th le correspondería el tipo 2275 al primer caso y el 2271 segundo y tercero [1]. Resaltar que la tercera versión lleva el componente escatológico tan común en los cuentos populares españoles y que tanto gusta al público infantil.

3. EL REY QUE TENÍA TRES HIJAS

- Este era un rey que tenía tres hijas, las metió en tres botijas y las tapó con pez.

- ¿Te lo cuento otra vez?

- Sí.

- Este era un rey que tenía tres hijas, las metió en tres botijas y las tapó con pez.

- ¿Te lo cuento otra vez?

- No.

- Este era un rey que tenía tres hijas, las metió en tres botijas y las tapó con pez.

- ¿Te lo cuento otra vez?

Y SIGUE Y SIGUE…hasta que el niño se cansa.

COMENTARIO: Según el índice Aa-Th le correspondería se correspondería con el tipo 2275 [1].

4. DOS POLACOS Y UN FRANCÉS

Una vez eran tres, dos polacos y un francés.

El francés sacó la espada: ¿los mató o no los mató?

Yo te diré lo que pasó:

que una vez eran tres, dos polacos y un francés.

El francés sacó…

Y VUELTA A EMPEZAR…hasta que el niño se cansa.

COMENTARIO: Según el índice Aa-Th le correspondería el número 2320. Se trata de cuentos de rondas que empiezan y se repiten [1].

5. LA BODA DEL TÍO PERICO

Pues nenico, había una vez un zagal que estaba invitado a la boda de su tío Perico y, como no tenía traje, le dijo a una oveja:

- Ovejica, dame tu lana para que me haga un traje para ir a la boda del tío Perico.

-Te la doy si tú me traes hierba para comer.

Y se fue el zagal al campo y  le dijo:

- Campo, dame hierba para que coma la ovejica, para que me dé lana para hacerme un traje para ir a la boda del tío Perico.

- Te la doy si me traes agua.

Y se fue el zagal a la fuente y le dijo:

- Fuente, dame agua para que se la dé al campo, para que me dé hierba, para que se la dé a la oveja, para que me dé lana para hacerme un traje para ir a la boda del tío Perico.

- Te la doy si me traes lluvia.

Y se fue el zagal y le dijo a las nubes:

- Dadme lluvia para la fuente, para que me dé agua, para que se la dé al campo, para que me dé hierba, para que se la dé a la oveja, para que me dé lana para hacerme un traje para ir a la boda del tío Perico.

- Te la doy si traes viento.

Y se fue el zagal y le dijo al viento:

- Ven que juntes las nubes para que me den lluvia, para llenar la fuente, para que me dé agua, para que se la lleve al campo, para que me dé hierba, para que se la dé a la ovejica, para que me dé lana para hacerme un traje para ir a la boda del tío Perico.

Y el viento movió las nubes, que dieron lluvia; con la lluvia se llenó la fuente, que le dio agua para regar el campo, y éste le dio hierba para que comiera la ovejica y entonces la ovejica le dio su lana para que se hiciera un traje para ir a la boda del tío Perico.

Y a poquico a poquico, se acabó el cuento de la boda del tío Perico.

COMENTARIO: Estamos ante un cuento de tipo acumulativo que estaría catalogado según el índice de Aa-Th como el 2019 o el 2020, que son aquellos cuentos encadenados que involucran una boda [1].

6. LAS 12 PALABRAS SANTAS

La una, parió la Virgen en Belén y quedó pura.

La dos, las dos Marías y Dios.

La tres, las tres Marías.

La cuatro, los cuatro evangelios.

La cinco, las cinco llagas.

La seis, las seis candelas.

La siete, los siete dolores.

La ocho, los gozos.

La nueve, los nueve meses.

La diez, los diez mandamientos.

La once, las once mil Vírgenes.

La doce, los doce apóstoles.

COMENTARIO: Estas serían las “doce palabras” que nos dijo nuestra informante, una señora de 77 años y sin estudios a la que a su vez se las trasmitió su abuela cuando ella era pequeña. No era capaz de recordar cuál era el uso que se le daba a estas palabras, sólo que su abuela se las decía.

Ya sea a modo de canto, oración, conjuro o cuento, las doce palabras santas, también conocidas como las doce palabras de la fe, las doce palabras retorneadas, retornadas, torneadas o redobladas conforman un legado, posiblemente milenario, que ha llegado hasta nuestros días. Su origen es incierto (hebreo, latino, indio, bretón…), pero su difusión por la cultura de tradición oral es muy extensa [2].

El relato de las doce palabras santas consiste en que se relacionan los números del uno al doce con temas religiosos [1] y a cada palabra nueva que se dice le siguen todas las anteriores encadenadas, por lo que se recitaría de este modo:

De las doce palabras santas, la una parió la Virgen en Belén y quedó pura.

De las doce palabras santas, dos, las dos Marías y Dios; una, parió la Virgen en Belén y quedó pura.

De las doce palabras santas, tres, las tres Marías; dos, las dos Marías y Dios; una, parió la Virgen en Belén y quedó pura.

…..

De las doce palabras santas, doce, los doce apóstoles; once, las once mil Vírgenes; diez, los diez mandamientos; nueve, los nueves meses; ocho, los ocho gozos; siete, los siete dolores; seis, las seis candelas; cinco, las cinco llagas; cuatro, los cuatro evangelios; tres, las tres Marías; dos, las dos Marías y Dios; una, parió la Virgen en Belén y quedó pura.

Según la clasificación Aa-Th se correspondería con el cuento tipo 2010 [1]. Diversos compiladores, como Aurelio Espinosa o Julio Camarena, nos aportan versiones de cuentos folklóricos donde las doce palabras van asociadas al cuento Aa-Th 812 (el acertijo del diablo). Este cuento consiste, resumiendo, en un hombre que, estando en graves apuros, hace un pacto con el demonio; éste le ayuda a cambio de que le diga cuales son las “doce palabras santas” dentro de un plazo de tiempo determinado. Con la ayuda de un personaje sagrado (San José, San Martín, etc.) el protagonista descubre las palabras, las recita del modo indicado y de este modo se libra del diablo.

7. LA RATICA PRESUMIDA

Pues había una vez una ratica que estaba barriendo la puerta de su casa y se encontró una monedica. Entonces empezó a pensar qué podía hacer con ese dinero.

- ¿Qué puedo comprar…? Me compraré caramelos. Aunque mejor no, que se me picarán los dientes –se decía a sí misma la ratica.

- O mejor, me compraré chocolate. Pero claro, me podría sentar mal a la barriga –continuaba pensando la ratica.

- ¡Ya sé lo que me compraré!, un lacico para ponérmelo en el rabico. Verás que guapa voy a estar –sentenció la ratica.

Se puso su lacico y se sentó en la puerta de su casa a presumir, para que todo el que pasara viera lo guapísima que estaba. Estando allí, pasó un burro y le preguntó:

- Ratica, que guapica que estás. ¿Te quieres casar conmigo?

- ¿Y por la noche que harás? –le preguntó la ratica.

Y el burro empezó a rebuznar:

- “¡Jijooooh, jijoooh, jijooh, jooooh!”

- ¡No, no, que me asustarás!

Al rato pasó un perro que también le dijo:

- Ratica, que guapica que estás. ¿Te quieres casar conmigo?

- ¿Y por la noche que harás? –preguntó la ratica.

- Pues ladrar –respondió el perro mientras empezó a decir:

- ¡”Guau-guau, guau-guau”!

- ¡Oh no!, que me asustarás.

A continuación pasó un gato que le volvió a preguntar:

- Ratica, que guapica que estás. ¿Te quieres casar conmigo?

- ¿Y por la noche que harás? –repitió una vez más la ratica.

- Maularé, “¡maau, maau!” –dijo el gatico.

- ¡No, por Dios!, que me asustarás.

Por último pasó un ratonico que le dijo:

- Ratica, que guapica que estás. ¿Te quieres casar conmigo?

- ¿Y por la noche que harás? –preguntó la ratica.

- Pues dormir y callar, dormir y callar –replicó el ratonico.

- Pues contigo me he de casar –sentenció la ratica.

Y se casaron, y fueron felices y comieron perdices, y a mí no me dieron porque no quisieron.

COMENTARIO: La informante lo relata y finaliza de esta manera, pero en realidad este cuento continúa para concluir como un cuento de fórmula tipo acumulativo, catalogado con el número 2023 según el índice de Aa-Th [1]. Hay diferentes versiones, pero en resumen podemos decir que la ratica al día siguiente de la boda prepara la comida en una olla y se marcha, quedando el ratonico en casa; éste cae dentro de la olla y muere, y cuando la ratica vuelve pide ayuda a diferentes personajes creándose el cuento acumulativo. A continuación transcribo la versión recogida por el profesor D. Anselmo J. Sánchez Ferra en su compilación de cuentos populares de Torre Pacheco:

“Entonces se casaron y al día siguiente de haberse casao la rata se levanta y hace una olla de gachas, y viene y le dice al ratoncito:

- Ratoncito, no te levantes que voy a comprar el pan.

Y la rata se va a comprar el pan. Pero el ratoncito, como era tan salsero, se levanta, se asoma a la olla y se cae dentro. Y cuando viene la ratita se encuentra que el ratón estaba dentro de la olla y va corriendo a casa de la vecina, dice:

- ¡Ay!, vecinita, por Dios, déjame una cucharica pa´sacar a mi ratoncito que se me ha caído a las gachas!

Y dice la vecina:

- Pues me tienes que traer leche.

Y va corriendo:

- Cabra, dame leche pa la vecinica, que la vecinica me dé la cucharica pa sacar a mi ratoncito de las gachas.

- Pues me tienes que traer hoja.

Entonces va corriendo:

- Parra, dame hoja pa la cabra, que la cabra me dé leche pa la vecinica, que la vecinica me dé una cucharica pa sacar a mi ratoncito de las gachas.

-Pos me tienes que traer agua.

Entonces va al río:

- Río, dame agua pa la parra, que la parra me dé hoja pa la cabra, que la cabra me dé leche pa la vecinica, que la vecinica me dé una cucharica pa sacar a mi ratoncito de las gachas.

Y entonces el río les dio agua, la parra le dio hoja, la cabra le dio leche, la vecina le dio la cuchara. Y cuando vino, s’encontró que su ratoncito se había muerto. Entonces la ratita lloró. Y colorín, colorado, el cuento se ha terminado.” [11]

8. LA CABRA MONTESINA

Pues nenico, esto era una mujer que tenía tres hijas. Las mandó a hacer unos recados y unas tareas, y les dijo que cuando acabaran podían subir a la despensa a comer un poco de pan con miel. De una en una, las niñas, al acabar sus tareas fueron subiendo a la despensa, pero cuando iban llegando se encontraban con la Cabra Montesina que les decía:

- Soy la Cabra Montesina, del Monte Montesinar y quien suba la escalera me lo trago de un tragar.

Las niñas no le hicieron caso y no se tomaron en serio la amenaza de la cabra, y siguieron subiendo y entrando en la despensa. Entonces, conforme llegaban, la Cabra Montesina abría la boca y las engullía. Así una tras otra hasta que se comió a las tres hijitas.

Viendo que no bajaban de la despensa fue la madre a ver qué es lo que pasaba y cuando iba por las escaleras le dijo la cabra:

- Soy la Cabra Montesina, del Monte Montesinar y quien suba la escalera me lo trago de un tragar.

La madre, que sabía del peligro de la cabra, se volvió corriendo, salió a la puerta y empezó a llorar de tristeza al saber que a sus hijitas se las había tragado la Cabra Montesina.

Estando allí llorando pasó un carretero por el camino y le dijo:

- ¿Qué le pasa señora?, ¿por qué llora?

- ¡Ay carretero!, que mis hijas han subido a la despensa y la Cabra Montesina se las ha tragado –le contestó entre lágrimas la madre.

- No se preocupe señora, que yo subiré y le devolveré a sus hijas –le dijo muy seguro de sí mismo el carretero–. Se bajó del carro y se fue hacia la despensa. Cuando se estaba acercando le gritó la cabra:

- Soy la Cabra Montesina, del Monte Montesinar y quien suba la escalera me lo trago de un tragar.

El fornido carretero no hizo caso, subió, entró y la cabra se lo tragó.

La pobre madre, más asustada aún, siguió llorando en la calle. Entonces pasó una pareja de la Guardia Civil que le preguntó:

- ¿Qué sucede señora?, ¿por qué llora?

- Señores guardias, mis hijas han subido a la despensa y la Cabra Montesina se las ha tragado y un pobre carretero que ha intentado ayudarme también ha subido y también se lo ha tragado –les respondió la madre muy angustiada.

- No tema señora, que nosotros subiremos y sacaremos a sus hijas y al carretero –le dijeron los guardias. Entraron en la casa y fueron hacia la despensa, y al ir subiendo las escaleras les gritó la cabra:

- Soy la Cabra Montesina, del Monte Montesinar y quien suba la escalera me lo trago de un tragar.

Pero los valientes guardias no se amilanaron, terminaron de subir, entraron y la cabra se los tragó a los dos.

Volvió llorando la madre hasta la puerta sin esperanza alguna de poder recuperar a sus hijas, cuando pasó una hormiguica que le dijo:

- ¿Por qué llora?

- ¡Ay hormiguica!, la Cabra Montesina se ha comido a mis hijas, y a un carretero, y a unos guardias que han querido ayudarme, también se los ha tragado –le contó la madre. Entonces dijo la pequeña hormiga:

- No sufra señora, que yo los salvaré a todos.

Marchó hacia la despensa y al ir subiendo las escaleras le dijo la cabra:

- Soy la Cabra Montesina, del Monte Montesinar y quien suba la escalera me lo trago de un tragar.

A lo que respondió la hormiguica:

- Pues yo soy la hormiga del hormigal y de un picotazo te haré bailar.

Llegó donde estaba la cabra, se le subió encima, se le metió por la nariz y empezó a picarle. Entonces la cabra comenzó a estornudar y a estornudar, y tantos esfuerzos hizo y tanto abrió la boca que pudieron escapar las tres hijas, el carretero y los guardias.

Tan agradecida y contenta estaba la madre que le dijo a la hormiga cómo podía pagarle por haber salvado a sus hijicas. Le ofreció un saco de trigo y la hormiguica le contestó:

- No cabe tanto, no muele tanto, mi molinillo.

Entonces la madre le ofreció un capazo de trigo. Y la hormiguica le dijo:

- No cabe tanto, no muele tanto, mi molinillo.

- ¿Y una talega de trigo? –le volvió a preguntar la madre.

- No cabe tanto, no muele tanto, mi molinillo –repitió una vez más la hormiga.

- Pues al menos toma un granito de trigo –insistió la madre.

- Ya va cabiendo, ya moliendo, mi molinillo –respondió la hormiguica, cogió su granico de trigo y se marchó.

Y todos quedaron muy felices, y comieron pan y comieron miel, y a mí no me dieron porque yo no fui.

COMENTARIO: Este relato se corresponde con el cuento tipo 2028 Aa-Th [1]. Se trata de un cuento de fórmula donde la cadena involucra comer un objeto, no estando los miembros de la cadena correlacionados. En versiones aportadas por otros compiladores como Aurelio Espinosa, Pascuala Morote o Ángel Hernández, el personaje de la “Cabra Montesina” es el llamado “Tragaldabas” o el “fraile Mortillón”.

9. LA LECHERA

Pues esto era una zagala que iba con un cántaro de leche al mercao pa´venderlo. Andando, andando empezó a pensar que con lo que le dieran por la leche podría comprarse una gallina. La gallina le pondría huevos y si los vendía podría comprarse un chinico. El chinico lo engordaría y cuando estuviera pa´matarlo lo vendería, y con el dinero que le dieran se compraría una vaca. La vaca con el tiempo le daría un cherrico, que si lo vendía le darían dinero bastante como para comprarse una casica. Ensimismada como iba pensando esto, de repente dio un trompicón y se le esturreó to´la leche en la mitad del camino, y de golpe y porrazo se le cayó encima todo el castillo que había construido en su cabeza. Entonces dijo lamentándose:

- Adiós casica…, adiós cherrico…, adiós vaca…, adiós cochino…, adiós huevos…, adiós gallina…, ¡adiós cántaro de leche!

COMENTARIO: Este cuento se trata de una fábula esópica*** que se ha folklorizado, estando compuesta por los cuentos tipo 1430 (castillos en el aire, cubeta de leche que debe venderse) y 2034C (trato progresivamente mejor) [1].

10. POR DONDE LOS GATICOS MEAN

Había una vez una viejica

preparándose su cenica,

y se le apagó el candil,

y no sabía por dónde salir.

Y salió por la chimenea,

por donde los gaticos mean.

COMENTARIO: Según el índice Aa-Th se correspondería con el cuento tipo 2271, cuentos falsos para niños (se cuentan cuando el niño pide repetidamente que se le cuente un cuento, y el adulto para zafarse de esa situación acaba contando un cuento falso [1].

11. PERIQUITO ME QUIERE PEGAR

- ¡Mamá!, Periquito me quiere pegar.

- ¿Por qué?

- Por ná.

- Por algo será.

- Por un pimiento, por un tomate, por una oncica de chocolate.

COMENTARIO: Ver comentario del cuento anterior (cuento 10).

12. BENITA LA BUENA MOZA

En cierta aldea de Zaragoza,

casó Benita la buena moza

hace algún tiempo con un pastor,

que en el mundo hubo bruto mayor.

Al año justo del matrimonio,

nació un robusto y hermoso niño

que fue el encanto de los pastores,

de aquellos lindos alrededores.

Cierto día en que el niño

jugueteaba con un barreño,

le dijo la madre al padre:

Merquiades ¿has visto a tu hijo

con el alma llena de regocijo?,

y el padre que estaba quedo,

hacia el niño alzó un dedo

diciendo ¡riiis que te cojo!,

el muy borrico le saltó un ojo.

COMENTARIO: Estamos ante un cuento versificado no clasificado. Se podría encuadrar dentro del índice Aa-Th entre los cuentos sobre “hombres estúpidos” como una variante dentro del tipo 1681 (según mi apreciación personal). Reseñar que he encontrado otra versión similar de este relato en la revista cultural “Círculo de Recreo de Torrelavega nº 4 mayo 2008”.

13. DON MELITÓN

Don Melitón tenía tres gatos

que los hacía bailar en un plato

y por la noches les daba turrón,

¡que vivan los gatos de Don Melitón!

COMENTARIO: Cuento versificado sin clasificación.

14. LOS PATICOS

Todos los paticos se fueron a bañar

y el más chiquitico no sabía nadar.

Su mamá enfadada le quiso pegar

y el pobre patico se puso a llorar.

COMENTARIO: Cuento versificado sin clasificación.




BIBLIOGRAFÍA

[1] Aarne, Anti y Thomposon, Stith: Los tipos del cuento folklórico, una clasificación. Helsinki, Academia Scientiarum Fennica, FF Comunications, 258, 1995.

[2] Díaz Viana, Luís: Las doce palabras: Romance y Leyenda, Revista de Folklore, 0, 1980.

[3] Hernández Fernández, Ángel: Características y géneros de la literatura de tradición oral, Revista de Folklore, 308, 2006.

[4] Hernández Pallarés, Lorenzo A.: Las caricias de los cuentos: una escuela para las familias, libro de memorias, Centro Hebamme (Cartagena), 2011.

[5] Moreno Muñoz, Carmelo y Valverde Caravaca, Rebeca: Los cuentos y juegos, carácter lúdico necesario como recurso didáctico para la animación a la lectura, Revista Electrónica Internacional GLOSAS DIDACTICAS, 11, 2004.

[6] Morote Magán, Pascuala: Los cuentos de tradición oral, patrimonio de la humanidad, VI Seminario Internacional Forum UNESCO, Vol. IV, Libro de Comunicaciones, 2002.

[7] Morote Magán, Pascuala: Cultura de tradición oral de Jumilla: Los cuentos Populares. Academia Alfonso X el Sabio, Biblioteca Murciana de Bolsillo, 1990.

[8] Rodríguez Almodóvar, Antonio: Los cuentos populares o la tentativa de un texto infinito. Secretariado de publicaciones de la Universidad de Murcia, 1989.

[9] Ros García, Mª Mercedes: El cuento en la educación infantil: actividades, Revista Digital Innovación y Experiencias Educativas, 32, 2010.

[10] Rubio Herrero, Antonio: 7 llaves de cuento, Kalandraka Ediciones, 2008.

[11] Sánchez Ferra, Anselmo J.: Camándula (el cuento popular en Torre Pacheco), Revista Murciana de Antropología, 5, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1998 (ed. 2000).




NOTAS

* Jean Piaget fue un psicólogo suizo del pasado siglo, autor de la teoría constructivista del aprendizaje y según la cual existen diferentes periodos en el desarrollo humano, todos ellos conforman un continuo evolutivo que requieren el paso y consolidación de las habilidades y capacidades de la etapa anterior para el paso y logro de la siguiente. Los dos primeros periodos son los nombrados en el presente artículo.

** El índice Aa-Th es un sistema para clasificar los cuentos populares donde queda patente la universalidad de los mismos. Creado en el siglo pasado, debe su nombre a las iniciales de sus creadores Antti Aarne y Stith Thompson. Los relatos cuyas semejanzas sean mayores que sus diferencias pertenecen al mismo tipo y se les asigna un código numérico que en ocasiones se acompaña de una letra o incluso un asterisco (según versiones y variantes). Así, todos los que presenten un desarrollo o argumento similar tendrán el mismo código, independientemente de su procedencia geográfica. Tras su última actualización ha pasado a denominarse índice ATU (haciendo referencia al nuevo autor que lo ha actualizado recientemente: Hans-Jörg Uther.

*** Las fábulas esópicas son atribuidas a Esopo (personaje de origen griego del 600 a.C.) y consisten en pequeños relatos que pretenden aleccionar sobre temas de la conducta humana. Durante la Edad Media se difundieron en el sociedad a través del clero y de ese modo se folclorizaron. Durante mi investigación de campo han aparecido otras como “La zorra (perro) con campanilla”, “Los pastores (campesino) y la serpiente” o “La chicharra (cigarra) y la hormiga”.




Informantes

Pepita Madrid Torres

Juan Ortega Madrid

Fini Martínez Mendoza

Maruja Martínez Paredes

Pilar Torres Martínez

Tere Madrid Torres



Cuentos populares sensorio-motrices y de fórmula del campo Cartagena

ORTEGA MADRID, Juan

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 2012.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz