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Revista de Folklore número

2012



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Flautas de Pan

CIVALLERO, Edgardo

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 2012 - sumario >



1. Definición

La flauta de Pan (421.112 en la clasificación de Hornbostel & Sachs) es un aerófono o instrumento de viento compuesto por un número variable de tubos (o, en ciertos casos, conductos) de distintas longitudes y grosores, generalmente cerrados por un extremo y abiertos o semi-abiertos por el otro. En su extremo proximal, tales tubos pueden ser lisos o poseer biseles simples o dobles; dependiendo del tipo de embocadura, se soplan de forma transversal o inclinada. Debido a la diferencia de tamaños y cumpliendo los principios acústicos que rigen el sonido de este tipo de elementos (Fletcher 2005), los distintos tubos que componen el aerófono proporcionan diferentes notas y, mediante el empleo de ciertos recursos interpretativos, una serie variable de armónicos.

Los tubos pueden interpretarse de forma separada, coordinando varios intérpretes de un solo tubo sus distintas notas (stopped-pipe ensembles), o bien unirse en un solo instrumento con forma de atado o manojo (bundle panpipe) o, más comúnmente, con forma de hilera o balsa (raft panpipe). Éstas últimas, llamadas “flautas de Pan típicas”, pueden tener distintos esquemas de ordenamiento de los tubos (ascendentes, ascendentes/descendentes, combinados). Existen discrepancias sobre si las stopped-pipes pueden considerarse como “flautas de Pan” propiamente dichas, aunque la definición proporcionada por Hornbostel y Sachs en su clásico artículo de 1914 (“varias flautas que se soplan por un extremo, combinadas para formar un solo instrumento”) puede muy bien incluirlas.

La flauta de Pan ha estado en manos del hombre a lo largo de toda su historia, desde el Paleolítico hasta la actualidad, y su presencia se ha documentado prácticamente en los cinco continentes. Tan amplio recorrido conlleva una notable diversidad, tanto a nivel morfológico (estructuras, tamaños, materiales y modos de construcción) como musical (formas de interpretación y repertorios). Desde los bloques de madera perforados de los Pirineos hasta los manojos de cañas de los bosques húmedos de Nueva Guinea, pasando por las espléndidas hileras de tubos de los Andes o la cuenca lacustre del África oriental, la flauta de Pan ofrece un amplio abanico de formas y sonidos. El presente artículo pretende estructurar una aproximación a ese mundo, tan variado como apasionante.

1.1. Historia y distribución de la flauta de Pan a nivel mundial

Un hueso partido –quizás un cúbito de ave, naturalmente hueco, o el radio o las falanges de algún mamífero de gran porte, a los cuales se les extrajo la médula– fue quizás el origen de los primeros silbatos conocidos por el Homo sapiens. También se emplearon cañas, cortezas o pequeñas ramas ahuecadas por los insectos, pero esos materiales tan perecederos no lograron, por lo general, sobrevivir al paso de los siglos.

Poco tardarían los primeros músicos en descubrir que tubos de diferentes longitudes y diámetros provocaban sonidos de distintas alturas: los más largos o de mayor diámetro generaban tonos más graves, y los más cortos o de menor diámetro, tonos agudos. Con ese espectro de notas a mano, no resultaría difícil llegar a la conclusión de que la combinación de varios tubos permitiría construir melodías sencillas. Tal vez un grupo de hombres se reuniera y soplara un tubo cada uno, alternando y mezclando sus sonidos con los de sus compañeros. O puede que, a falta de acompañantes, fuera un solo intérprete el que sostuviera varios tubos entre las manos, colocándolos o no en un orden determinado, y a la larga terminara atándolos de alguna manera para facilitar su manejo.

Descubierto el principio básico, cada cultura fue creando y añadiendo matices particulares a sus propias flautas de Pan: desde tubos resonadores que mejoraban y enriquecían la calidad sonora hasta curiosas formas de organización de los tubos, que agregaban detalles identitarios al instrumento. A través de sus cualidades particulares, es posible seguir la pista de las diferentes variedades de este aerófono a lo largo de la historia y la geografía mundial. En los siguientes apartados, organizados por continentes y siguiendo una secuencia cronológica, se intentará proporcionar una relación de las distintas flautas de Pan conocidas, sus características y sus relaciones.

1.1.1. Europa

Los yacimientos arqueológicos del Paleolítico Superior europeo (30.000-10.000 a.C.) han provisto a los musicólogos de un número nada despreciable de tubos de hueso de distintas longitudes, hallados en grupos. La tentación de considerarlos como los componentes de las primeras flautas de Pan es irresistible, aunque muchos historiadores les hayan asignado funciones tan dispares como estuches para agujas o dispositivos para soplar y esparcir sustancias colorantes.

Entre estos conjuntos de tubos se encuentran los de hueso de mamut, pulcramente cortados y alisados, encontrados en los sitios de Dolní Věstonice / Pavlov (República Checa; periodo gravetiense; 24.000 a.C.), los 2 tubos de hueso de ave de Kostenki I (Voronezh, Rusia; 30.000 a.C.) o los 4 tubos de hueso de ave pulidos desenterrados en la Grotte du Placard (Rocherbetier, departamento de Charente, Francia; periodo magdaleniense; 16.000 a.C.).

Ya en el Neolítico (7.000-3.600 a.C.), se han hallado evidencias de flautas de Pan en la Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante, España; 5.500 a. C.) y otros yacimientos ibéricos de esa época, que han proporcionado series de tubos de hueso, hechos de ulnas de grandes aves como buitres y águilas, a los que se les han asignado funciones musicales (vid. Martí Oliver et al. 2001).

De acuerdo a los estudios arqueológicos disponibles en la actualidad, durante la Edad de Bronce europea (3.600-1.200 a.C.) los escultores de la civilización cicládica del Mar Egeo (islas Cícladas, Grecia; 2.500 a.C.) esbozaron y representaron flautas de Pan de silueta rectangular en sus famosas figurillas de mármol (Haas 1985; vid. Getz-Gentle 2001 para una detallada descripción de las piezas). Por su parte, hacia el 2.000 a.C. los miembros de una sociedad de cazadores y pescadores con campamentos emplazados a orillas del Mar de Azov, en Mariupol (Donetsk, sur de Ucrania) construyeron ejemplares con huesos de ave. Elementos similares se encontraron en el pueblo de Skatovka, a orillas del Volga (Sarátov, Rusia) (Häusler 1960). De la misma fecha dataría la serie de 6 tubos de madera de tejo tallados a mano, de entre 30 y 60 cms. de largo y 2 cms. de diámetro y abiertos por ambos extremos, descubiertos durante el invierno de 2003 en un fulacht fiadh de Charlesland, condado de Wicklow (Leinster, costa oriental de Irlanda). Los tubos de Wicklow, probablemente parte de una flauta de Pan, son considerados en la actualidad los instrumentos musicales de madera más antiguos de Europa (Gowen 2004, O’Dwyer 2004).

De la Edad de Hierro europea (1.200-400 a.C.) procede un hermoso ejemplar de flauta de Pan de 9 tubos de hueso de óvido o cáprido hallada en la tumba de un chamán de unos 60 años, en Przeczyce (cerca de Zawiercie, sur de Polonia; siglo viii a.C., periodo Montelius V, cultura lusaciana) (Szydlowska & Kaminski 1965, Waldman & Mason 2006). Al sudeste, la cultura Hallstatt (800-450 a.C.) ofrece magníficas representaciones de flautas de Pan de 5 tubos en la superficie de tres situlae del siglo vii a.C. descubiertas en el área de la actual Eslovenia (la famosa Situla de Vače, en la antigua Iliria) y del noreste de Italia, territorio de los vénetos. Estas enormes vasijas de bronce con forma de urna estaban decoradas con escenas de la aristocracia de la época participando en fiestas, procesiones y banquetes, celebraciones posiblemente rituales en las que la presencia de los músicos parecía ser casi obligatoria (Waldman & Mason 2006). En el sitio arqueológico que da nombre a esta cultura, el de Hallstatt (Alta Austria, Austria), se han encontrado instrumentos reales (Waldman & Mason 2006), un inventario de los cuales realiza Megaw (1968).

La cultura La Tène, continuadora de la cultura Hallstatt en el norte de Europa (desde el 450 a.C. hasta la conquista romana en el siglo I d.C.) empleó asimismo flautas de Pan, como la de 5 tubos hallada en el cementerio de Kleinkühnau (Dessau-Rosslau, Sajonia-Anhalt, Alemania) (Behn 1954, ilustraciones en Hoops/Beck et al. 1968-2007).

Se cree que para el primer milenio a.C. la flauta de Pan ya estaba presente en toda la península balcánica, en el centro y el norte de Italia y en todo el centro y el este de Europa (West 1992). Algunos autores opinan que todas esas flautas tendrían un antepasado común en las de la cultura Hallstatt, en especial en las construidas durante la Edad de Hierro en la cuenca del Danubio; otros agregan que las flautas de Grecia y las Cícladas se habrían visto, además, fuertemente influenciadas por las de la vecina Asia Menor, en especial por las del norte de Siria.

Contemporánea de la cultura Hallstatt, la civilización griega arcaica (800-480 a.C.) conocía la flauta de Pan[1], denominada syrinx. Brown (1981) y Mathiesen (1999) llaman la atención sobre el hecho de que ese término hace referencia a una pieza de caña en general, y se utilizaba tanto para designar un silbato de un solo tubo (syrinx monokalamos) como de varios tubos unidos con hilos (syrinx polykalamos) o adheridos con cera (syrinx kerodetos), e incluso la boquilla del aulos, hecha del mismo material. A partir del siglo v a.C. suele ser habitual usar el plural de syrinx, syringes, para denominar a las flautas de Pan de forma inequívoca. El vocablo pasó al castellano como “siringa”, término aún empleado como cultismo para designar la flauta de Pan.

A lo largo de la dilatada historia de la Antigua Grecia, la flauta de Pan fue un instrumento de connotaciones rústicas. No gozó del aprecio de los estratos más “cultos” de la sociedad, los cuales no escondieron jamás su predilección por el aulos y, sobre todo, por la lira, el instrumento del dios Apolo (Mathiesen 1999). A pesar de todo, la flauta de Pan aparece mencionada en la Ilíada (18.526) adornando el escudo de Aquiles (el cual, al parecer, llevaba grabada una escena pastoril). Por su parte, Platón, en su Politeia (“La República”, libro III, cap. 10, 399d), prohíbe en su ciudad-estado ideal todos los instrumentos musicales, menos la lira y la cítara en las ciudades y la flauta de Pan, que los pastores “pueden tener en los campos”.

Junto con la lira y el aulos, la syrinx era otro de los elementos con que se representaba la actividad musical de aquel periodo histórico: según las descripciones que han sobrevivido, la estatua jónica de Apolo erigida en el santuario de su isla natal, Délos (siglo vi a.C.), sostenía en su mano a las tres Gracias, sus compañeras, cada una portando uno de estos instrumentos. Y se ha sugerido que en el culto efesio a Artemisa, la flauta de Pan habría desempeñado un rol destacado, similar al que tuvo en los ritos de todos aquellos dioses y semi-dioses vinculados de alguna forma a los boques y los campos.

Sin embargo, como se ha dicho, fuera del horizonte mítico, los atenienses prácticamente la despreciaban. De ahí que esté escasamente presente en la cerámica (una excepción famosa es el Vaso François, vid. infra) y, cuando se la incluye, nunca aparece en escenas de la vida cotidiana, sino en ilustraciones legendarias y mitológicas. Por lo mismo, dramaturgos y poetas apenas se hicieron eco de ella en sus obras, salvo como un rasgo pintoresco para denotar lo bucólico de los ambientes campesinos y rústicos (Landels 1999).

La syrinx griega clásica (West 1992, Sadie & Tyrrell 2001) tenía, por lo general, forma rectangular, con tubos de caña, hueso, madera o metal del mismo tamaño en los que se introducía cera o a los que se perforaba a cierta altura hasta lograr la nota deseada (Gow 1934). El proceso de “afinación” de esos tubos, y la teoría que lo sustenta, fueron descritos cuidadosamente en los Problemata de Aristóteles (o Pseudo-Aristóteles). La silueta rectangular del instrumento (que ya aparece en las islas Cícladas y en el norte de Siria) estaría cargada de connotaciones mitológicas y sería, por ende, la usada en la mayoría de las representaciones iconográficas de la flauta de Pan. Por otro lado, además de la cera, es muy posible que se empleara igualmente el método de cortar cada tubo a cierta altura, obteniendo así un instrumento con forma de ala (pteron). Ese modo de construcción parece haber sido el preferido por la cultura Hallstatt y otras sociedades contemporáneas a la griega, como la etrusca y la romana. Y se sabe con certeza que lo fue también para la griega durante el periodo helenístico (323-146 a.C.).

El número de tubos de las syrinx oscilaba entre 3 y 9 durante el periodo arcaico, 4 y 10 durante el clásico (480-323 a.C.), y 4 y 18 durante el helenístico. Por lo general, los tubos eran pequeños y, en consecuencia, los sonidos producidos, agudos, lo que lleva a pensar que la syrinx acompañaría a las voces cantantes y a otros instrumentos una octava por encima de sus registros. Los tubos podían atarse o bien adherirse entre sí con cera (kerodetos); en todos los casos, la estructura del instrumento se reforzaba con bandas de tela o tiras de madera o caña. Durante el periodo helenístico se elaboraron también algunas flautas de Pan perforando tubos/conductos en un bloque sólido de algún material duro, como el marfil o la madera de roble o de boj.

Si bien durante el periodo arcaico la flauta aparece en manos de Hermes (uno de los 33 “Himnos Homéricos”, el de Hermes, le atribuye a él su invención), a partir del periodo clásico queda asociada a Pan, su hijo. La narración del mito que explica este hecho suele atribuirse al poeta Ovidio, que lo incluye en su Metamorphosis, pero se encuentra también en los escritos de un buen número de otros autores clásicos. Con posterioridad, Ateneo de Náucratis afirmaría que a Hermes correspondía el descubrimiento de la monokalamos, mientras que la polikalamos habría sido obra del sátiro Sileno y la kerodetos, del sátiro Marsias (vid. Mathiesen 1999, para ésta y otras teorías, como las de Diodoro de Sicilia y Pólux, y las del tratado bizantino de teoría musical conocido como Hagiopolites).

Una de las primeras ilustraciones de una flauta de Pan en la cerámica griega se observa en el Vaso François, una bellísima crátera hallada en una tumba etrusca de Chiusi (Siena, Toscana, Italia). Pintada en Ática hacia el 570 a.C. por un artista de nombre Clitias, posee seis frisos decorados con más de 250 figuras protagonizando numerosas escenas míticas. En una de ellas, el desfile de los dioses ante la casa de Peleo para festejar sus bodas con la ninfa Tetis, madre del célebre Aquiles, aparece, claramente identificada por una etiqueta, la musa Calíope tocando una flauta de Pan rectangular de 9 tubos (Brown 1981). Antecedente del Vaso François es un vaso dinos del 580 a.C., pintado por Sophilos y conservado en el Museo Británico[2] (Londres, Reino Unido), que representa la misma historia, y a la misma musa con un instrumento similar. Otra ilustración famosa, hallada en Apulia (sur de Italia, antigua Magna Grecia), corresponde a una flauta que sostiene el mismísimo dios Pan en una crátera del 400 a.C. en la cual se escenifica el nacimiento de Dionisio[3].

Los etruscos (700-100 a.C.), conocidos en el mundo antiguo por su amor a la música, también contaron con flautas de Pan, probablemente merced al contacto con los vénetos por el norte y con los griegos a través de la Magna Grecia, en donde, por cierto, habría sido adquirido el Vaso François. Los instrumentos etruscos del periodo arcaico fueron similares a sus pares griegos de la época, con forma rectangular. Así lo confirma un relieve en bronce que representaría al dios Pan soplando una de sus flautas, conservado en el Museo Británico[4]. Otras evidencias iconográficas demuestran que, quizás influidos por sus vecinos ilirios y vénetos del noreste, los etruscos elaboraron además flautas de Pan con la característica forma de ala. Las hicieron de caña, madera, arcilla o bronce, con un número de tubos que variaba entre 5 y 13 (Powley 1996). Pueden verse esas siluetas en la Situla de Bolonia (600 a.C.), conservada en el Museo Civico Archeologico de Bolonia, la cual incluye un flautista de Pan; y en la célebre Situla de la Certosa (Bolonia, Emilia-Romaña, Italia), en donde aparecen dos músicos enfrentados tocando una flauta de Pan y una lira (Montero 1980, Román Ramírez 2009).

Los romanos la llamaron fistulae (literalmente, “tubos” o “flautas”)[5]. Generalmente, las fistulae tenían entre 7 y 10 tubos; en un principio eran instrumentos con forma rectangular, aunque luego se construyeron con forma de ala y en bloques macizos de madera. Esta última fue, al parecer, la forma más extendida entre los pueblos “bárbaros” que tuvieron contacto con el Imperio Romano y adoptaron el instrumento, entre ellos los galos.

Las representaciones iconográficas de flautas de Pan con forma rectangular son numerosas: quizás las más famosas sean las que figuran en los frescos de Pompeya, p.e. “Sátiro tocando la flauta de Pan y ninfa amamantando una cabra” (Villa de los Misterios) y “Pan tocando su flauta” (Casa de Jasón). Por su parte, el Museo della Civiltà Romana (Roma, Italia) exhibe algunos ejemplares de bronce hallados en Pompeya, con pomposos adornos y la tradicional silueta de tubos decrecientes. Una silueta que se repite en la terracota de un supuesto sátiro expuesta en el Staatliche Museen de Berlín (Alemania), datada hacia el 100 a.C., y que sostiene una flauta de Pan de 10 tubos (Hickmann 1960).

Para los romanos, las fistulae no eran solo un instrumento pastoril; también se utilizaban en las pantomimas. Sin embargo, y al igual que ocurriera en Grecia, no era un aerófono que gozara de gran estima entre las clases altas (a las que tampoco gustaba demasiado el género pantomímico).

Las legiones romanas llevaron el instrumento más allá de las fronteras de la península itálica. Alfred (2009) describe en detalle todas las flautas de Pan desenterradas hasta el momento en yacimientos arqueológicos galo-romanos: las dos del campo militar de Aalter-Loveld (Flandes Oriental, Bélgica), las de Uitgeest-Dorregeest (Holanda Septentrional, Países Bajos), Oosterhout (Güeldres, Países Bajos), Einhoven (Brabante Septentrional, Países Bajos), Alise-Saint-Reine (Alesia, Côte-d’Or, Borgoña, Francia), Barbing-Kreuzhof, Eschenz (Tasgetium, Turgovia, Suiza), Shakenoak Farm (Wilcote-Ramsden, Oxfordshire, Reino Unido, vid. Hands 1974), Bon-Encontre (Lot y Garona, Aquitania, Francia), Rouhling (Mosela, Lorena, Francia) y Rheinzabern (Renania Palatinado, Alemania).

La más famosa de todas ellas es la encontrada en el pozo de agua de una casa del sitio galo-romano de Alesia. Posee 7 conductos perforados en un bloque de roble decorado con incisiones semicirculares (Reinach 1906, ilustraciones en Hoops/Beck et al. 1968-2007). Su silueta, un rectángulo con una de sus esquinas inferiores cortadas en diagonal, se ajustaría al modelo típico de las flautas galo-romanas.

Aparece también en representaciones iconográficas, destacando por su espectacularidad la que figura en manos de un sátiro en uno de los relieves de un enorme monumento funerario del 100 d.C. Dedicado a un veterano de la V Legión, Lucius Poblicius, fue hallado en Chlodwigsplatz y se conserva actualmente en el Römisch-Germanisches Museum de Colonia (Alemania) (Ginsberg-Klar 1981). En la propia Colonia, en la Iglesia de Santa Úrsula se encontró una tumba del siglo ii-iii d.C. en la que descansaban los cuerpos de dos jóvenes esclavos; uno de ellos, Sidonius, es descrito como un joven flautista por la extensa (y ampliamente conocida) inscripción de su sarcófago: “Ego consonanti fistula Sidonius acris perstrepens...” (Galsterer 1965). Algunos arqueólogos (Ginsberg-Klar 1981) sostienen que la voz fistula se referiría, en este caso particular, a la flauta de Pan, aunque existen otras traducciones posibles del mismo epitafio.

También aparecen en mosaicos hallados en Reino Unido, por ejemplo los de las villas romanas de Brading (Isla de Wight) y Chedworth (Gloucestershire, Sudoeste de Inglaterra)[6].

Durante la Edad Media, la flauta de Pan amplió su ámbito de influencia dentro del territorio europeo. Los vikingos dejaron ejemplares tallados en bloques de madera en Suecia e Inglaterra. Un fragmento de uno de ellos, datado en el siglo x d.C., fue localizado en la excavación de un basurero medieval en Coppergate (York, Reino Unido) (Morris 2000). En la Francia medieval existieron instrumentos similares, conocidos como fistula panis o frestel, representados en la escultura eclesiástica del siglo xii, p.e. en el Portal de la Virgen de la Catedral de Chartres y en varios capiteles[7]. De esa misma época datan, en España, el “Capitel de los Músicos” de la Catedral de Jaca (Aragón, siglo xi), la figura de un asno tocando una flauta de Pan en un capitel de la iglesia de Santa María del Camino en Carrión de los Condes (Castilla, siglo xii, única representación de un animal músico del románico hispánico; vid. Porras Robles 2010), y un fresco en la Colegiata de la Basílica de San Isidoro en León (“Anuncio a los pastores”, siglo xii). En la literatura, bajo la denominación de “çanpoña” (antecedente del actual término sudamericano “zampoña”), la flauta de Pan aparece en la copla 1213 del Libro de Buen Amor (1330; vid. edición anotada de Cejador y Frauca 1913[8]), citada entre otros instrumentos pastoriles:

El pastor lo atiende por fuera de la carrera;

taniendo su çanpoña e los albogues, espera;

tanía el rabadán la çítola trotera,

su moço el caramillo fecho de cañauera[9].

En todo el norte de España (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco), en buena parte de Portugal y, en especial, en el área pirenaica (a ambos lados de la frontera franco-española) y la Provenza francesa, se dio desde el Medioevo un tipo de flauta de Pan (generalmente hecha a partir de un bloque de madera) que sobrevivió hasta tiempos recientes y que sirvió, sobre todo, como reclamo o anuncio para algunos trabajadores itinerantes, como los castradores de cerdos o los afiladores. Con la práctica desaparición de esos oficios, algunos de esos instrumentos han pasado a ocupar un lugar en las vitrinas de los museos, quedando otros en las manos de sus últimos ejecutantes o en las de unos pocos nostálgicos.

Figura 01. De izquierda a derecha, dos panflöjt escandinavas (principios del siglo xx) conservadas en el Musik- och Teatermuseet (Suecia) y una fieould de los Altos Pirineos (Francia) conservada en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

En Portugal se llamaron xipros de afilador, mientras que en la cercana Galicia se denominaron asubíos, chifres, apitos de afiadores o chifres de capadores (Consello da Cultura Galega 2010). En Asturias se conocían como xiplas o xipras, en Aragón como piulets de sanador y chiflos de capador (Vergara Miravete s.f.) y en la Provenza actual, como frestèu, descendientes directos de los frestel medievales y unos de los pocos aún empleados para interpretar música folklórica (Zic Trad s.f.).

Vassas (1983) realiza una excelente recopilación de las flautas utilizadas en el área pirenaica y en las zonas vecinas, identificando el bufacanyes de l’esmolador (o flabiol de set forats, flabiol de canons, flabiol d’esmolet) de Cataluña en general; el sonaveus de Barcelona, Valencia y Menorca (Ahuir 1989); el xiulit de sanaire o xiulet de sanador del Pallars catalán (7-8 tubos de caña); los sanatruges de los Bajos Países catalanes (hechos en una sola pieza de madera); los fiulet, siblet crestadou o siulet de cresto-porc occitanos (compuestos de varios tubos); los piharet, siulò de crestayre o pihurlèc gascones (bloque de madera); los shiulet crestader bearneses (bloque de madera); el fieould de los Altos Pirineos; y el flahuto/flaüta del crestaire del Languedoc. A su vez, los pastores vascofranceses y los zikiratzaile (capadores de cerdos) de muchos pueblos del País Vasco usaban los llamados “silbatos de cabrero” (Beltrán Argiñena 1998). Estos bloques de madera perforados fueron llevados por la emigración española (sobre todo gallega) a Latinoamérica, en donde siguieron escuchándose hasta bien entrado el siglo pasado (por ejemplo, las “flautas de afilador” en la Argentina de mediados de siglo xx; vid. Efron 2010).

Entre los siglos xv y xviii, la música culta europea empleó ocasionalmente la flauta de Pan dentro de la orquesta, sobre todo para evocar paisajes sonoros pastoriles. Georg P. Telemann especificó “flûte pastorelle” en la Obertura TWV 55:Es2 para flauta pastoral, cuerdas y bajo continuo en Mi bemol mayor, y “flauto pastorale” en una pieza corta (TWV 41:E3) de 1728-9. En la actualidad, tanto una como otra se interpretan normalmente con flauta dulce. Por su parte, en La flauta mágica (1791), Wolfang A. Mozart pone una flauta de Pan en manos de Papageno, un “hijo de la naturaleza” que la utiliza para atraer pájaros a su jaula (Sadie & Tyrrell 2001).

Durante el mismo periodo, la flauta de Pan tuvo una notable presencia en numerosas expresiones artísticas, especialmente en la pintura, la escultura y la literatura de los periodos barroco y romántico.

Las flautas de Pan actualmente en uso en Europa, además de las frestèu provenzales citadas anteriormente, incluyen tanto instrumentos “típicos” como conjuntos de stopped-pipes. La historia de la mayoría de ellas se remonta a los siglos xvi-xvii. Por lo general, y a excepción de la variedad rumana y, en ciertas ocasiones, de la italiana, son flautas interpretadas sin el acompañamiento de otros instrumentos, y empleadas en la ejecución de ritmos y estilos musicales populares y tradicionales.

Figura 02. Dos nai rumana conservada en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

En Rumania y Moldavia se interpreta la célebre nai[10] (vid. Alexandru 1956) y la fifa de un solo tubo. La nai es un instrumento curvo, con 20 tubos que dan una escala diatónica, aunque en los últimos tiempos (sobre todo desde 1960 en adelante) se han agregado hasta 7 tubos para ampliar el registro bajo, e incluso se ha buscado lograr una escala cromática. Los tubos, de caña o madera, se cierran con tapones de corcho o álamo y se afinan con cera de abeja. Luego se adhieren con cola a un característico soporte de madera que confiere al instrumento su perfil curvo (Apan 2000).

Existen antecedentes romanos para este instrumento, como los tallados en un sarcófago hallado en la región histórica de Oltenia, al sudoeste del país (Boghici 2008). Originalmente las flautas de Pan rumanas recibieron el nombre de fluierar o şueraş; más tarde se denominaron sucesivamente ţeviţa (en las cortes de los siglos xvi y xvii), muscal (siglos xviii y xix) y nai (desde el siglo xix). Los dos últimos términos son de origen otomano, como probablemente lo sea también el propio instrumento: su típica forma curva, desconocida en otras flautas europeas, es idéntica a la de flautas de Pan que aparecen en las miniaturas otomanas (vid. infra). De hecho, en Rumania las flautas de Pan estuvieron, tradicionalmente, en manos de los músicos romaníes o gitanos, virtuales “dueños” de la música durante el dominio otomano del país. Cuando se vieron forzados a desplazarse a las ciudades, tuvieron que cambiar su repertorio y su estilo de música, pero mantuvieron tradiciones y elementos otomanos como el uso del muscal. Con el tiempo, tales elementos pasaron a formar parte de la música rumana folklórica y el muscal, que siempre había estado en manos de músicos romaníes, pudo verse también en las de los campesinos rumanos.

Desde 1750 pero, sobre todo, desde el siglo xix, la nai, junto al violín y la cobza (especie de laúd), formaron parte de las renombradas bandas tarafuri (sing. taraf) compuestas por músicos lăutari, romaníes (gitanos, țigani) de las llanuras de Valaquia y Moldavia. Entre las dos guerras mundiales, la nai estuvo a punto de desaparecer. Sobrevivió gracias al trabajo de uno de sus grandes intérpretes, Fănică Luca, que empezó a enseñar a una nueva generación de intérpretes, primero apoyado por el Instituto de Etnografía y Folklore (hacia 1949), y posteriormente en el Liceo de Música “G. Enescu” de Bucarest (desde 1953). Su alumno más aventajado fue el famoso Gheorghe Zamfir, que popularizaría el sonido de la nai a nivel internacional.

Figura 03. Firlinfeu italianos conservados en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

En el norte de Italia puede oírse todavía el firlinfeu. Con varios tamaños y una media de 25-30 tubos de caña, ha estado presente en distintos pueblos de la provincia de Monza y Brianza (Lombardía) desde 1850, y se ha mantenido vivo de la mano de algunos conjuntos tradicionales[11], sobre todo en ámbitos rurales.

En Ucrania se interpreta la rebro o svyrili de 15-20 tubos, sobre todo en el área occidental del país, fronteriza con Rumania y Moldavia. Generalmente, los tubos se organizaban en orden descendente, aunque también se dio la silueta triangular clásica de Eslovenia y regiones adyacentes. No obstante, la versión nacional de flauta de Pan ha ido perdiendo terreno durante los últimos años debido a la exitosa introducción en el país de la nai rumano-moldava (llamada naj en ucraniano). Existieron además las kuvytzi (кувиці), aerófonos similares a las kugikly de Kursk (Rusia, vid. infra) que se utilizaron sobre todo en la provincia ucraniana de Chernihiv.

Figura 04. Skudučiai lituana conservada en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

En el noreste de Lituania suenan las skudučiai (skudutės, skudai, skurdučiai, skurdutės, skurgučiai, tūteklės o tutučiai), similares a las olvidadas vihellysputki (putkipilli, huilu) de Finlandia y Carelia. Se trata de stopped-pipes, tubos sueltos elaborados a partir de caña, madera (fresno, arce, aliso o sauce) o corteza (sauce). Cada tubo mide 2-3 cms. de diámetro, con una pared de 2-3 mm., y una embocadura con un bisel doble. El conjunto incluye entre 5 y 8 tubos, cada uno interpretado por una persona, y por lo general es ejecutado exclusivamente por mujeres (Ambrazevičius & Žarskiene 2009).

En Rusia existe una antiquísima tradición de flautas de Pan, de características musicales arcaicas y siempre en manos femeninas. Forman parte de ella las kuima chipsan del sur y suroeste de la República de Komi; las pöliannez del distrito autónomo de los Komis de Perm; y las kuvikly de Briansk, las vikushki de Kaluga y las kugikly de Kursk, en el sudoeste de Rusia (Žarskiene 2003, Velitchkina 1996). Unas y otras consisten, básicamente, en 3-10 tubos de caña o madera (en la actualidad, también plástico o metal) agrupados (pero no atados ni unidos) de diferentes formas. Las kugikly de Kursk (de kuga, arcaísmo ruso para “junco”) fueron descritas por primera vez en 1831, por Dmitrukov, en el Moscow Telegraph, y hay varias menciones a su presencia y uso en la literatura rusa del siglo xix. Esta agrupación organiza sus tubos en conjuntos o “instrumentos” de 5, 3 y 2 tubos, llamados para, priduval’nye y gukal’nye respectivamente.

Figura 05. De izquierda a derecha, trstenke eslovena conservada en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica); flauta del Sur del Tirol conservada en el Germanisches Nationalmuseum (Alemania); panpfeife de Baja Austria (Austria) conservada en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica); y panpfeife de Baviera (Alemania) conservada en el Museum für Musikinstrumente der Universität Leipzig (Alemania)

En Eslovenia se empleaba la trstenke[12] (de trstike, “caña”), una flauta de Pan de silueta triangular y hasta 25 tubos, construida con cañas de los pantanos por los pastores del este del país, sobre todo de Ptuj, Haloze, Dolenjska, Prekmurje, Porabje y Koroška (Baja Estiria, Baja Carniola y Carintia). Durante la II Guerra Mundial prácticamente desapareció, pero se ha recuperado su uso en los últimos tiempos para acompañar danzas y canciones tradicionales. De acuerdo a algunas fuentes populares, se vendían trstenke de hasta medio metro de ancho en las ferias de Haloze hacia 1900.

Desde Eslovenia, la presencia de esa flauta de Pan triangular puede rastrearse, al menos a través de ejemplares museísticos, en la provincia autónoma italiana de Bolzano-Alto Adigio (o Tirol del Sur), en los estados federados austriacos de Baja Austria y Estiria, y en el sur del estado federado alemán de Baviera (en donde se denominaría panpfeife).

En Polonia se interpretaron las multanki y las skuducze hasta bien entrado el siglo xix. Se cree que multanki sería un término de origen valaco; muchos valacos se asentaron en el sur de Polonia en la segunda mitad del siglo xiv, y habrían denominado así a una flauta que ya existía en ese territorio. Con 10-15 tubos de caña colocados en una única hilera en orden decreciente, fue un instrumento muy popular durante el Renacimiento (siglos xv-xvi), como reflejan numerosos villancicos y canciones pastorales. En la actualidad ya no se emplea, aunque algunos grupos folklóricos pretenden recuperarla[13].

Por último, los datos dispersos de que se dispone sobre el supuesto uso actual de flautas de Pan en el área de los Balcanes (Serbia, Bulgaria e incluso Grecia) no permiten concluir que realmente sigan siendo utilizadas.

1.1.2. Asia

Se conocen varios ejemplos de flautas de Pan asiáticas construidas durante el periodo Neolítico (7.000-3.600 a.C.). Quizás los más notorios sean unos conjuntos de tubos de hueso pertenecientes a una cultura de cazadores y pescadores, la Kitoi, del área del lago Baikal (Siberia, Rusia). Fueron hallados en el cementerio Lokomotiv/Tsiklodrom de Irkutsk, en el bajo Angara, y en la isla de Ostrov, en Bratsk (Irkutsk); estos últimos eran 3 tubos decorados con incisiones geométricas (Okladnikov 1950, Michael 1958).

Algunos autores pretenden ver una flauta de Pan entre las manos de uno de los cazadores-bailarines esbozados en uno de los famosos frescos que representan danzas rituales en Çatalhöyük (cerca de Konya, Anatolia meridional, Turquía; 6.000 a.C.) (Mellaart 1966). Sin embargo, el esquematismo propio del arte pictórico neolítico hace que sea virtualmente imposible aseverar de manera categórica el significado de esos pequeños trazos prehistóricos.

No hay evidencias arqueológicas o fuentes históricas que aseguren la existencia de flautas de Pan en las tempranas civilizaciones de Mesopotamia (Sumeria, Acadia, Elam, Babilonia, Asiria) o en culturas vecinas (Fenicia, Judea). Sin embargo, en Sadie & Tyrrell (2001, “Mesopotamia”) se señala que en el área abrazada por los ríos Tigris y Éufrates hubo flautas de Pan con más de 2 tubos hacia 1.000 a.C., aunque dicha afirmación carece de sustento alguno.

Una de las primeras representaciones de la flauta de Pan en Asia Menor aparece en un relieve de Gaziantep (Turquía), datado hacia el 700 a.C., y actualmente conservado en el Museo del Louvre (París, Francia). Probablemente de origen hitita, la flauta posee 6 tubos de idéntica longitud (Duchesne-Guillemin 1981). Shvelidze (2002) apunta que podría tratarse de la antecesora de las ancestrales flautas de Pan de Georgia (vid. infra) que, pese a sus diferencias formales, comprenden el mismo número de tubos.

De acuerdo a las Historíai de Heródoto de Halicarnaso (“Los Nueve Libros de la Historia”, Libro I, xvii), el rey Aliates (padre del famoso Creso, Dinastía Mermnada, Imperio Lidio, actual Turquía) hizo marchar a su ejército contra la ciudad griega de Mileto hacia el 580 a.C. “al son de flautas de Pan, arpas y auloi”. La aparición de esas flautas de Pan llama poderosamente la atención, dado que no se conocen otros relatos que den cuenta de su presencia (y mucho menos en un contexto militar) en ninguna de las sociedades asiáticas de la época (Franklin 2007).

Al parecer, los partos y los persas adquirieron el instrumento de sus vecinos griegos, con los que mantenían por igual sangrientas batallas y productivos intercambios comerciales. Las flautas de Pan fueron representadas en Armenia durante el periodo de influencia del Imperio Aqueménida (550-336 a.C.); por ejemplo, en un rhyton (cuerno para beber) de plata de la Dinastía Oróntida (siglos vi-ii a.C.). La iconografía musical de esa área muestra un gran número de intérpretes femeninas semidesnudas, con los pechos al aire. Todas ellas (incluyendo a algunas flautistas de Pan) fueron consideradas tiempo más tarde como “demoníacas” por el famoso patriarca cristiano armenio Yovhannes Mandakuni, en el siglo v d.C. (Russell 1987).

Por su parte, los partos del Imperio Arsácida (247 a.C.-224 d.C.) también incluyeron flautas de Pan en algunas escenas festivas grabadas en sus rhyton. Hechos de marfil, al más puro estilo helenístico, y datados en el siglo II a.C., los cuernos fueron hallados en Nisa (Ahal, Turkmenistán), una de las antiguas capitales partas. Los mismos instrumentos aparecen en algunas placas de terracota partas encontradas en Babilonia. Pero quizás las representaciones más interesantes de los partos sean las flautas de Pan increíblemente largas que sostienen algunas estatuillas de bronce descubiertas en Dura-Europos, en Siria, sobre el río Éufrates (Downey 2003). Dura-Europos era una ciudad fundada por los griegos seléucidas, que fue conquistada en el siglo II a.C. por los partos. Downey señala que la influencia helenística es notoria, no solo en el uso de estos aerófonos sino también en los trajes de los músicos representados. Por último, se halló una flauta de Pan de 13 tubos en un friso de piedra de un templo de la antigua ciudad de Hatra (Nínive, Irak; siglo II d.C) (Rashid 1984, Sadie & Tyrrell 2001).

Los persas del Imperio Sasánida (224-651 d.C.) tuvieron instrumentos denominados mustaq o mushtaq, a los que algunos autores se refieren como “flautas de Pan”. Formaron parte de la orquesta de la corte de Cosroes II El Victorioso (Khosrau II Parviz, 590-628 d.C.), y pueden apreciarse en los relieves de la iwan de Taq-e Bostan[14] (Kermanshah, Irán; inicios del siglo vii d.C.) y en algunas tazas de plata encontradas en Kalar (Kurdistán, Irak; siglo vi d.C.). Aunque la iconografía de varios tubos ha provocado cierta confusión, quedan pocas dudas de que se trata de un “órgano de boca” adaptado del sheng chino, probablemente introducido en Persia a través de la Ruta de la Seda (Shiloah 1995, Sadie & Tyrrell 2001).

Siguiendo el trazado de esa legendaria Ruta, los mercaderes sogdianos (súbditos de los Sasánidas y habitantes de Sogdiana, cuyo territorio incluía las célebres ciudades de Bujara y Samarcanda, hoy en Uzbekistán) se establecieron en los límites occidentales de los reinos chinos. Las evidencias iconográficas indican que empleaban instrumentos musicales tanto persas como griegos helenísticos, entre los que se encontraba la flauta de Pan. Ésta aparece representada en la puerta de entrada de la tumba de un laowai o “extranjero”, Shi-Jun (cuyo nombre sogdiano original era Wirkak) y su esposa Wiyusi, así como en uno de los laterales del sarcófago de piedra (hallados en Xi’an, provincia de Shaanxi, noroeste de China; 579 d.C.) (Lawergreen 2009).

En los tratados de la Persia Safávida (1501-1736 d.C.) escritos en lengua dari se menciona la flauta de Pan, pudiéndose también rastrear a través de la obra artística de autores persas y de la vecina India durante el mismo periodo (Sarmast 2004). Uno de los ejemplos más renombrados es la bellísima ilustración de un flautista de Pan[15] del siglo xvii realizada por el principal miniaturista safávida de la Escuela de Isfahan (actual Irán), Reza Abbasi o Aqa Riza.

En la Persia medieval, la flauta de Pan era denominada mūsiqār, mūsikār o mūsikāl. Tenía una forma curva, que influyó en la morfología de las flautas de Pan otomanas y, posteriormente, en la nai rumana. Efendi & Crane (1987) consideran que mūsikār o mūsikāl serían arabizaciones de un término griego, que después de pasar al persa y al turco habrían sido abreviadas como miskal o muscal (éste último, nombre antiguamente usado para designar la nai rumana, vid. supra). La misma fuente expone, sobre la geometría de la flauta de Pan, lo siguiente:

“La geometría es una ciencia excelente dado que todos los instrumentos musicales son concebidos conforme a figuras geométricas. Y todo ellos se crean y se elaboran de acuerdo a dichas formas. [...] [Y los músicos] idean sus flautas de Pan [musikar] con la forma de un triángulo obtusángulo”.

Los otomanos heredaron de los persas las flautas de Pan de silueta curva, que llamaron miskal, skal o musikar y que fue muy popular durante el periodo 1700-1780 (Sadie & Tyrrell 2001). Se utilizaba en orquestas, a veces compuestas solo por mujeres, y eran interpretadas tanto en exteriores (generalmente junto a instrumentos como la zurna) como en interiores (junto al ney, entre otros). Muchas miniaturas incluyeron esas orquestas en sus ilustraciones: p.e. la que representa el concierto dado en la Embajada Británica en 1779 por doce músicos otomanos, y que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Varsovia. O las famosas obras del pintor oficial de la corte otomana de Mustafá II y Ahmed III, Abdulcelil Çelebi o Levni, que aparecen en uno de sus trabajos más célebres, el Surname-i Vehbi (“Libro del Festival”, conmemorando la circuncisión de uno de los hijos de Ahmed III en 1720), actualmente guardado en la Biblioteca del Palacio Topkapi (Estambul, Turquía)[16].

Además de usársela para la música solista, la flauta de Pan también formaba parte de las llamadas “orquestas de acompañamiento”, cuya función, como su nombre indica, era la de acompañar musicalmente otros espectáculos, como los que brindaban bailarines, acróbatas, juglares, magos, domadores de animales y luchadores. Este tipo de música en particular era interpretada por mujeres u hombres disfrazados de mujeres, y está representada en una miniatura de 1582 en la que se observa la celebración de unas fiestas.

A lo largo del siglo xix hubo una fuerte occidentalización de la música otomana, e instrumentos como el miskal desaparecieron por completo. Al no haber quedado rastro físico de ellos, ni siquiera en los museos, toda la evidencia de que se dispone en la actualidad se reduce a la que aportan ilustraciones y miniaturas (Turkish Cultural Foundation s.f., Turkish Music Portal s.f., Ágoston & Masters 2009).

En la India aparecen brevemente durante el periodo Gandhara, según muestra un bajorrelieve del Museo Británico perteneciente al Imperio Kushán[17] (siglos I-III d.C.). Es muy probable que su presencia en este territorio se debiera al estrecho contacto entre dicho Imperio y la Persia de los Sasánidas.

No hay evidencias del uso de flautas de Pan en Asia Central, pero sí en el Cáucaso, concretamente en la actual Georgia. Allí, en dos regiones étnicas del oeste del país, se empleó una flauta de Pan muy antigua y hoy prácticamente desaparecida, llamada soinari (en Guria) o larchemi (en Samegrelo). Y parece ser que en algún momento también estuvo presente en las vecinas regiones de Imericia y Abjasia. En la antigua región de Lazistán se la conoció con el nombre de ostvinoni (Shvelidze 2002). Poseía 6 tubos, y su silueta era prácticamente simétrica, con forma de punta de flecha[18]. Cada tubo tenía su propio nombre. Era un instrumento de pastores, utilizado para guiar los rebaños, comunicarse con otros pastores y, en ocasiones, alejar a los malos espíritus. Las últimas investigaciones de campo sobre estos instrumentos fueron realizadas por Rosebashvili (1960), complementando la magnífica obra de Steshenko-Kuftina (1936).

Figura 06. Páixiāo de China conservada en el Stiftelsen Musikkulturens Främjande (Suecia)

China es el territorio asiático en donde la flauta de Pan (llamada páixiāo o p’ai hsiao) posee una historia más rica, dilatada y mejor documentada (Sadie & Tyrrell 2001). Durante la Dinastía Shang/Yin (1.600-1.046 a.C.), los regentes se hicieron construir enormes tumbas en las cuales almacenaron armas, restos de esclavos y, en ocasiones, conjuntos enteros de instrumentos musicales. En este periodo, los nombres de muchos de esos instrumentos fueron grabados en oráculos de hueso. Por su parte, los conjuntos musicales de la Dinastía Zhou/Chou (1.046-256 a.C.) contenían instrumentos de una gran complejidad, que reflejan profundos conocimientos sobre la física de la música y la sonoridad de los materiales. Los estudiosos del periodo Zhou crearon la primera clasificación organológica: el sistema bayin (“ocho tonos”), que organizaba los instrumentos en ocho categorías de materiales resonantes, los cuales tenían significados cosmológicos. Durante la Dinastía Qin/Ch’in (221-206 a.C.) se perdieron muchas tradiciones que fueron recuperadas durante la Han (205 a.C.-220 d.C.), cuando se estableció el yuefu u Oficina Imperial de Música. Fue en esa época cuando comenzaron a llegar a China instrumentos extranjeros, cuya pista se puede seguir hasta las pinturas de las cuevas del área de Dunhuang (Gansu) y otros oasis de Asia Central, a lo largo de la Ruta de la Seda. De hecho, durante la Dinastía Sui (589-618 d.C.) y la Dinastía Tang (618-907 d.C.) hubo masivas migraciones de pueblos de Asia Central hacia China, y eso introdujo cambios en las formas musicales (Moore 2009). Este periodo de nuevas influencias se prolongó durante la Dinastía Song (960-1279 d.C.), la Yuan (1271-1368 d.C.), la Ming (1368-1644 d.C.) y la Qing (1644-1911 d.C.).

La flauta de Pan aparece en China, hacia el 1.500 a.C., entre los pictogramas de los oráculos de hueso. Éstos muestran dos o tres tubos atados juntos con una cuerda (cf. Lawergreen, 2003), los cuales, según se cree, simbolizarían el carácter yuè, “música” (Yao, 2000). Los oráculos de hueso (jiǎgǔ) eran piezas de escápulas de buey o de caparazón de tortuga usadas durante la Dinastía Shang para una forma de adivinación conocida como escapulomancia.

Hacia el 900 a.C. las flautas de Pan son mencionadas en el poema You Gu (“Los músicos ciegos”) del Shījīng o “Libro de las Odas” (Loewe & Shaughnessy 1999):

Tamborcillos, campanas chinas, cascabeles y crótalos

todos listos comienzan a sonar.

Se alzan las flautas de Pan y las flautas:

haciendo huang-huang.

Ya en aquella época, la flauta de Pan formaba parte de la orquesta ceremonial (que más tarde se exportaría a otras partes de Asia, como p.e. a Corea, vid. infra), al tiempo que era uno de los instrumentos favoritos de los conjuntos de entretenimiento y de las bandas militares. De ahí que la encontremos en unas regulaciones del Estado Chen, en el 574 a.C., en las que se enumeran los instrumentos que conforman la banda imperial (Dien 2007).

A la Dinastía Zhou pertenece una tumba en Henan, datada hacia el 552 a.C., en donde se ha descubierto la primera flauta de Pan arqueológica completa, con forma de ala y 13 tubos de piedra de entre 3 y 15 cms.

A la misma dinastía corresponde la tumba de Zenghouyi, el Marqués Yi del pequeño estado de Zeng, datada en el 433 a.C. y hallada en 1977 cerca de Suizhou (Hubei). Sus cuatro cámaras albergaban la mayor colección jamás encontrada de instrumentos musicales, junto a 21 mujeres sacrificadas, armas y carros. Entre los 125 instrumentos había conjuntos de campanas y litófonos, flautas traveseras chi, órganos de boca sheng, cítaras qin y se, sofisticados conjuntos de tambores y dos flautas de Pan de bambú con forma de ala y 13 tubos, de entre 5 y 23 cms. de largo (Zhuang 1963, Moore 2009).

Entre los siglos III-II a.C. las fuentes textuales mencionan a la páixiāo como xiāo, término que se emplearía después para designar flautas verticales con orificios de digitación. Aparece, p.e., en el Zhōulǐ (“Ritos de Zhou”) de la Dinastía Zhou, documento en el cual se explica el sistema bayin. En sus páginas se afirma que una xiāo grande tiene 24 tubos y una pequeña, 16, y ambas pertenecen a la categoría de instrumentos musicales zhu (“bambú”). A través de ellas también se sabe de la existencia de un “Oficial de las Melodías de Flauta de Pan” (cap. III, Chungguan zongbo; vid. Cook 2010).

El Erya (el diccionario enciclopédico chino más antiguo, siglo III a.C.) cita las dixiāo, flautas de Pan con tubos de extremos cerrados, y las dongxiāo, de extremos abiertos. A su vez, en el Fengsu Tongyi (“Significados comunes en las costumbres”; Dinastía Han, siglo II d.C.) de Ying Shao se compara su forma con la de un “ala de fénix”. Las asociaciones entre la flauta de Pan y la mítica ave que resurge de sus cenizas serán frecuentes desde entonces.

Entre los siglos iv-vi d.C., las flautas de Pan aparecen representadas en las pinturas y relieves de las cuevas de Dūnhuáng (Gansu), Yúngāng[19] (Shaanxi) y Gongxian (Henan), en los oasis de la Ruta de la Seda. Lo hacen también en un conjunto musical del 630 d.C. pintado en los murales[20] de la tumba de Li Shou, príncipe de Huai’an, primo del Emperador Gāozǔ de la Dinastía Tang (condado de Sanyuan, Xi’an, Shaanxi), así como en dos grabados del ataúd de piedra (Fong 1987, Henan Museum 2012). Del siglo vii d.C. son los murales de la tumba de Su Sixu (Xi’an, Shaanxi; 745 d.C.), donde se observan numerosos músicos, entre ellos flautistas de Pan.

Tanto durante la Dinastía Tang como durante la inmediatamente anterior, la Sui, se moldearon figurillas de cerámica policromada representando orquestas e intérpretes femeninas que incluyen las de páixiāo. Han sido encontradas en varias tumbas, y son consideradas como verdaderas joyas artísticas de extremada rareza. A la Dinastía Sui pertenecen un grupo de tres figurillas barnizadas de amarillo que fueron desenterradas en 1975 en el condado Chan’an (Xi’an, Shaanxi); un grupo de siete descubiertas en 2008 en la tumba 8 de Zhidu (distrito Long’an, Anyang, Henan; vid. IA-CASS 2010); y un grupo de trece figurillas (ocho músicas y cinco bailarinas) halladas en 1959 en la tumba de Zhang Sheng (Anyang, Henan; 595 d.C.; vid. Dien 2007).

Por su parte, a la Dinastía Tang corresponden siete figurillas de una tumba de la villa de Xu (Luoyang, Henan); un grupo de otras siete descubierto en 1991 en la tumba de Cen Pingdeng (“Madame Cen”) en Songzhuang (condado Mengjin, ciudad de Luoyang; 701 d.C.; vid. Haiwang, 1993); y otro del mismo número de piezas encontrado en 1992 en una tumba de Beiyaowan (Gongyi, Henan; 851 d.C.) (Henan Museum 2012).

Se han hallado además piezas similares de músicos montados a caballo[21]. Un excelente ejemplo son las diez figurillas que aparecieron en la tumba de la pareja Liu Kai (Yanshi, Luoyang, Henan). Y se han localizado figurillas que representan a bailarines y músicos Hu (grupos étnicos extranjeros nómadas), generalmente montados en camellos (Henan Museum 2012).

De acuerdo al Yue Shu (“Tratado de música”, 1.100 d.C.), una obra enciclopédica escrita durante la Dinastía Song por Chen Yang, las páixiāo tenían entre 10 y 24 tubos, y estaban afinadas en distintas escalas, diatónicas y cromáticas. En ese mismo tratado puede verse un dibujo de una flauta de Pan de 18 tubos, identificada como fengxiao (“flauta del fénix”), que exhibe decoraciones con la forma de la mítica ave en ambos laterales.

A partir de la Dinastía Yuan se modificó la estructura de la flauta de Pan y se la comienza a llamar páixiāo. Se conserva únicamente en colecciones museísticas, dado que dejó de emplearse en el siglo xix. Posee 16 tubos de bambú biselados, de distintas longitudes, organizados en dos alas (es decir, con los tubos más largos en los extremos y los más cortos en el centro) y metidos en una caja de madera, generalmente lacada en rojo[22]. Estaban afinadas, por lo general, en una escala cromática que no superaba la octava, aunque las había también afinadas en escalas diatónicas. Los tubos solían estar cerrados por su extremo inferior, y cuando no era así tenían un bisel en forma de U en la embocadura, e incluso conductos. En los casos de flautas diatónicas, se agregaba el bisel incluso en tubos cerrados, pues permitía emitir semitonos sin perder timbre.

Figura 07. So de Corea conservada en el Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin (Alemania)

En Corea se emplea una flauta de Pan derivada de la páixiāo china, denominada so. Antiguamente existían tres tipos: la de 12, la de 16 y la de 24 tubos; en la actualidad solo está presente la de 16, y se la usa exclusivamente para interpretar música ceremonial cortesana, ejecutada una vez al año durante los Ritos de Chongmyo. La historia de esa música, conocida como aak (“música elegante”) se remonta a la Dinastía Koryŏ (918-1392 d.C.): el rey Yejong importó de la China de los Song los instrumentos y conocimientos musicales necesarios para interpretar música en su corte (uno de los primeros envíos está documentado en 1114 d.C.). Durante la Dinastía Chosŏn o Joseon (1392-1910 d.C.), esos instrumentos y esa música ya se encontraban plenamente integrados en la vida cortesana coreana. La tradición se fue apagando hacia finales del siglo xv, bajo el reinado de Yŏnsan (Yeonsan-gun), y ha pervivido hasta el momento presente de forma meramente testimonial. Para la interpretación del aak se necesitan dos orquestas, la tŭngga (“orquesta de terraza”) y la hŏn’ga (“orquesta de piso”); cada una incluye una serie de instrumentos particulares y posee un repertorio propio, y tocan alternadamente durante sus interpretaciones. La flauta de Pan so se utiliza única y exclusivamente dentro de la orquesta tŭngga (KOCIS 1998, Sadie & Tyrrell 2001).

Algunos autores citan a la shō japonesa como una flauta de Pan. El término denomina en realidad a un “órgano de boca”, similar al sheng, el miantong y el yú de China, el saenghwang de Corea, el lusheng, qeej o gaeng de los Hmong chinos, el crenh, khen o khene de los Hmong de Vietnam[23], el kaen de la provincia de Chiang Rai (Tailandia), y el sEmputan de los Dusun y el kledi de los Dayak del norte de Borneo (Williams 1962). Sin embargo, existen referencias a una flauta de Pan con ese nombre (en el repositorio Shōshōin de Nara) usada durante el Periodo Nara tardío (710-794 d.C.), y desaparecida en el siglo x d.C. Poseía 18 tubos doblemente biselados y afinados con bloques de papel (Hayashi 1975).

Es preciso señalar que los lü chinos, exportados a otros países de Asia oriental (p.e. a Japón, donde se los conoce como ritsu) son conjuntos de tubos de distintas longitudes que pueden confundirse fácilmente con flautas de Pan. Sin embargo, se trata de tubos de afinación, verdaderos diapasones que proporcionaban las notas tónicas de todas las escalas.

En Vietnam, la flauta de Pan aparece entre los pueblos montañeses de las tierras altas centrales y occidentales: los Jarai o Gia-Rai la llaman dding-dek y los Bahnar o Ba Na, dding jung (Condominas 1997, Dournes 1965). Se trata de un manojo de 13 tubos, de entre 35 y 125 cms. de largo, cada uno bautizado con el nombre de la nota que da[24]. Un instrumento de los pueblos montañeses vietnamitas en ocasiones confundido con la flauta de Pan es el klong put, un curioso “xilófono de palmas” interpretado únicamente por mujeres.

En Tailandia se usa la curiosa wode, wote o vote: una flauta de Pan circular, con 6-9 tubos de bambú que se organizan en torno a un grueso eje de madera. Un instrumento similar, la wot o vot, se interpreta dentro de la tradición musical mor lam de Laos y en la región Isan, al noreste de Tailandia (de mayoría étnica laosiana), siendo uno de los componentes de los conjuntos que acompañan al xilófono pong lang. También se la encuentra en Myanmar, especialmente entre los pueblos Kachin y Shan (Sadie & Tyrrell 2001).

En Filipinas hay referencia a su uso en la Región Administrativa de La Cordillera, al norte de la isla de Luzón (Sadie & Tyrrell 2001, Blench 2007); ya en 1929 Curt Sachs señaló su presencia entre los Tinguian de la provincia de Abra (La Cordillera). En la vecina Indonesia existen flautas de Pan en Flores, Timor y Java occidental (Sadie & Tyrrell 2001). Algunas fuentes (p.e. The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, EE.UU.[25]) indican que el tjalang de Java sería una flauta de Pan. Sin embargo, y a pesar de que su forma parece indicar lo contrario, se trata de un instrumento de percusión (MMA 1914).

Por último, en el National Music Museum de la Universidad de Dakota del Sur (EE.UU.) está expuesta[26] una flauta de Pan de Malasia, hecha en bronce, de 10 tubos, perteneciente al pueblo Dayak (estado de Sabah, norte de Borneo), aunque no se proporcionan más datos sobre el instrumento.

1.1.3. África

La flauta de Pan ya se conocía en el Egipto ptolemaico (305-30 a.C.), según se desprende de figurillas como la de terracota conservada en el Museo Egipcio de El Cairo (vid. Hickmann 1960). De hecho, Curt Sachs sitúa su aparición en el antiguo Egipto durante el periodo griego (Galpin 1937).

En la actualidad, en el territorio africano existen tanto flautas de Pan “típicas” como stopped-pipe ensembles. Uno de los primeros registros escritos de las interpretadas como tubos independientes lo llevó a cabo el navegante portugués Vasco da Gama, quien las encontró en el extremo sur del continente en 1497. Casi cinco siglos después, Kirby (1933) y Cooke (1991) las documentaron extensamente, el último entre los Nama o Namaqua de Namibia, Botswana y Sudáfrica. Están en manos de los pueblos Khoisan, tanto entre los Khoikhoi (antiguamente conocidos como “Hotentotes”, de los cuales hoy solo quedan los Nama) como entre los San (“Bosquimanos”), que viven en Sudáfrica y países vecinos.

Los Tswana (sobre todo los baMalete) de Botswana y los Pedi o Sotho del Norte de Sudáfrica emplean las dithlaka, ditlhaka o dinaka (Coplan 1992). Sus conjuntos pueden incluir hasta 13 tubos/flautas, interpretadas por los hombres mientras danzan; las mujeres acompañan con palmas e instrumentos de percusión (Sadie & Tyrrell 2001). Los Venda del extremo norte de Sudáfrica utilizan sus stopped-pipes para poner marco sonoro a su danza más tradicional, la tshikona, la cual solo puede bailarse cuando un grupo de más de veinte hombres se reúnen para soplar sus tubos, al tiempo que las mujeres se encargan de la percusión, de forma similar a lo que ocurre entre los Tswana.

Hacia el norte, los conjuntos de tubos independientes acompañan la danza chimveka de los jóvenes Chopi del sur de Mozambique[27] y la danza nyele de los Tonga del sur de Zambia. Las flautas nyele son usadas por jóvenes y adultos en danzas formales e informales por igual, y junto a los tambores badima en ceremonias funerarias (Reynolds 1968).

Se usan además en el este de la República Democrática del Congo, entre los pigmeos Mbuti o baMbuti de la selva del Ituri (Demolin 1993) y entre los niños Tetela o baTetela, que viven entre Lusambo y el alto río Congo. También están presentes entre los pigmeos Mbenga (Aka, baBenzele) de la República Centroafricana y del norte de la República del Congo; de todos los que se conoce que utiliza este pueblo, los más famosos son los conjuntos de flautas de tallo de papaya hindewhu, cuyos sonidos fueron recogidos y popularizados por el etnomusicólogo Simha Arom, y que llamaron poderosamente la atención de sus colegas por su densidad y complejidad polifónica.

Al oeste de Uganda, las flautas eluma enmarcan la danza homónima de los Amba o baAmba. Entre los intérpretes, el hombre más anciano tiene el tubo más largo, y un niño, el más pequeño. Se acompañan con tambores y tobilleras de cascabeles. En Tanzania oriental, entre los Zaramo se emplean las viyanzi, 13 tubos doblemente biselados que se ejecutan mientras se baila.

En Sudán, entre los Ingassana o Gaam y los Bertha, se usan las bal, un conjunto de tubos de cinco tamaños con nombres propios acompañados, entre los Ingassana, por una maraca, y entre los Bertha, por un tambor naggaro. La danza que interpretan es ejecutada conjuntamente por hombres y mujeres (Kubik 2010, Sadie & Tyrrell 2001). En Etiopía, entre los Amhara del altiplano central se localizan las embiltā de tres tamaños (yima, ora y def) (Kimberlin 1980). Se las puede escuchar también en Eritrea, en donde suelen hacerse de metal o de madera del árbol argezana: el tamaño mayor, shanqet, tiene un orificio de digitación; el mediano, debay, no posee orificios, es un tubo abierto que se tapa con el dedo por su extremo inferior; el más pequeño se usa soplando rítmicamente en él (Kaleab 2011).

El límite occidental de las stopped-pipes parece ser Chad (hay registros del uso de flautas fana hechas de arcilla sin cocer) y las áreas vecinas de Nigeria y Camerún (Sadie & Tyrrell 2001).

Las flautas de Pan “típicas” se usan sobre todo en conjuntos. Quizás los más famosos sean los enkwanzi u oburere de Uganda, agrupaciones de tres tamaños de flautas de Pan con tubos de bambú o “pasto de Uganda”, originarios de la región de Busoga y utilizados cada vez con mayor frecuencia desde 1960 (vid. Cooke 1994).

Entre los Tonga, Korekore y Machikunda de Zambia y Zimbabwe se emplean las ngororombe, flautas de Pan de 3-5 tubos, atadas con hilo o unidas con cera. Acompañan una danza homónima, y ceremonias funerarias. También están las pembe, idénticas a las ngororombe, pero con 13-14 tubos (Chikuhwa 2006).

Figura 08. Ngorogombe africanas conservadas en el Koninklijk Museum voor Midden-Afrika (Bélgica)

Por su parte, los Luba de la República Democrática del Congo interpretan las flautas mishiba o mashiba. Hay tres registros (alto, medio y bajo): las del registro medio tienen 2-6 tubos y las otras, 2 tubos; los grupos pueden incluir hasta dieciséis músicos[28].

Entre los Shona de Zimbabwe existen flautas de Pan (referidas por algunas fuentes como nyere) con un total de hasta 8 tubos, unidos con cuerda o cera. Como en todos los conjuntos de flautas de Pan africanos, su interpretación requiere una fuerte coordinación: los músicos bailan sincronizadamente en círculo, haciendo sonar sus tobilleras de cascabeles y repiten estructuras rítmicas muy complejas. A la vez entretejen los sonidos de sus flautas, cantan en los intervalos en los que no soplan y, llegado el caso, se acompañan con sonajas de mano (Berliner 1993).

En el sur de Etiopía se conservan las fantā de los Konso, los Dirashe y pueblos vecinos. Finalmente, gracias a numerosos estudios de campo, son muy conocidas las nyanga de los Nyungwe de la provincia de Tete, Mozambique central (Tracey 1971, Malamusi 1992, Sadie & Tyrrell 2001). Sus conjuntos pueden incluir hasta treinta instrumentos, y su interpretación, mientras se danza, es tan complicada como espectacular el resultado final.

1.1.4. Oceanía

1.1.4.1. Polinesia

La Polinesia es una de las tres subregiones geográficas y culturales de Oceanía, compuesta por un millar de islas repartidas en el Pacífico central y meridional. Su superficie está definida por un triángulo que se extiende desde la isla de Pascua a Hawai’i, y desde allí hasta Nueva Zelanda.

Las flautas de Pan de la Polinesia aparecen descritas en el libro de Moyle (1990) y en el artículo de Buck (1941). Las únicas usadas en la zona son las mimiha de Tonga y las fa’aili’ofe de Samoa. Probablemente las flautas de Pan fueron introducidas en la Polinesia desde Fiji, punto extremo de la Melanesia, área en la cual son muy abundantes (vid. infra).

Las flautas de Tonga fueron reseñadas por primera vez por el capitán James Cook en 1773. Son aerófonos de una sola hilera, con tubos de caña doblemente biselados, dispuestos de manera irregular y atados con fibra de cocotero.

Se sabe que las fa’aili’ofe (literalmente, “bambú convertido en silbato”) incluían 5 tubos unidos también con fibra de cocotero, pero esa primera versión desapareció tras la llegada europea; las interpretadas hoy en Samoa derivan de las flautas de Pan de las islas Salomón, las cuales habrían sido llevadas a la isla durante el siglo xix por trabajadores salomonenses.

Si bien existen algunos instrumentos supuestamente procedentes de Nueva Zelanda en museos británicos, no hay pruebas concluyentes que permitan asegurar la existencia de estos aerófonos entre los Maorí.

1.1.4.2. Melanesia

La Melanesia comprende el arco de islas que bordean el norte y el noreste de Australia, e incluye la gran isla de Nueva Guinea y las islas Salomón, Vanuatu, Nueva Caledonia y Fiji.

Figura 09. Flautas de Pan de Nueva Guinea conservadas en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

En la isla de Nueva Guinea (Laade 1971, Stella 1990) existen tanto flautas de Pan en racimo (bundle panpipes) como en hilera (raft panpipes). Las primeras, aunque menos abundantes, son las que tienen mayor presencia tanto en Papúa Nueva Guinea (PNG, la mitad oriental de la isla, estado independiente) como en Irian Jaya (la mitad occidental, perteneciente a Indonesia) (Montagu 2007). Entre los ríos Fly y Sepik (provincia Occidental, PNG) se usa la tátaro de los Agöb (Laade 1971), y son varias las utilizadas por los Huli en la cercana provincia de Tierras Altas del Sur (Sadie & Tyrrell 2001). Las flautas de Pan en hilera son las más habituales, y se encuentran sobre todo en los centenares de pequeñas islas que rodean la de Nueva Guinea. En el área septentrional y central de la Región Autónoma de Bouganville (PNG) hay conjuntos de flautas de doble hilera (una cerrada y otra con resonadores abiertos), mientras que en la propia isla de Bouganville predominan las flautas de Pan de una sola fila. Por su parte, en la provincia de Morobe (noreste de PNG), las flautas de los Angaataha tienen tres tamaños afinados en octavas paralelas (Sadie & Tyrrell 2001). En el sudeste de PNG, los Motu emplean flautas denominadas iviliko, y en las islas del Archipiélago Bismarck existen varios tipos de flauta de Pan de una sola hilera, en ocasiones llamadas kaur[29], además de las lawi (flautas en hilera) y las larasup (flautas en racimo) de los Kaulong de Nueva Bretaña (Goodale 1995).

Figura 10. Flautas de Pan de las islas Salomón conservada en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

Las flautas de Pan de las islas Salomón han sido las mejor estudiadas de la Melanesia, sobre todo merced a los trabajos de Hugo Zemp (1973; vid. también Sadie & Tyrrell 2001). La mayor parte de las recolecciones de datos se han realizado en las islas de Guadalcanal y Malaita, ocupadas mayoritariamente por el pueblo ‘Are’are. Todos los instrumentos musicales fabricados en bambú llevan la palabra ‘au delante de su nombre; dado que el nombre del instrumento suele designar asimismo a la música que produce, ‘au equivale también a “música instrumental” y prefija todas las denominaciones de los diferentes estilos salomonenses.

Según Zemp (1978), los ‘Are’are de Malaita consideran a las flautas de Pan ‘au kia ka uuhi (“bambúes que se soplan”). Las dividen en ‘au ta’a mane (“bambúes de un solo hombre”), las que se tocan en solitario, y ‘au rokoroko (“bambúes agrupados”), es decir, los conjuntos. Además, las hay aapa ni ‘au (“alas de bambú”, flautas en hilera, siempre de una sola fila) y hoko ni ‘au (“manojos de bambú”) (vid. Crowe 1981).

Las flautas en racimo se tocan indefectiblemente en solitario, y tienen 4-7 tubos abiertos. Las que se interpretan colocándolas de forma oblicua (debido a la estrechez de su boquilla, perforada en un nudo de la caña) se denominan ‘au ware, y las que se mantienen en vertical (boquillas totalmente abiertas), ‘au waa.

Algunas flautas en hilera también se tocan en solitario (Zemp 1981). Sus tubos no llevan un orden decreciente (aare tahetahe) sino que tienen una disposición irregular (aare haisuri), y su uso no está demasiado difundido: se circunscriben, por lo general, a la recolección de nueces de Canarium indicum y a galanteos amorosos. Estas flautas suelen llamarse ‘au ni aau. El número estándar de tubos es 7, que es la forma tradicional entre los ‘Are’are del norte de Malaita, aunque hay numerosas versiones en el sur de la isla, y con ellas, infinitas variantes de nombre (p.e. pupuramarama).

Todas las flautas que se interpretan de manera conjunta tienen forma de ala, y poseen una sola fila de tubos en orden decreciente. Este grupo reúne a las ‘au tahana, ‘au paina, (‘au) keto y (‘au) taka’iori. Las ‘au tahana incluyen dos grandes instrumentos de 14 tubos; es el conjunto más antiguo, con el repertorio más amplio y de más difícil ejecución (de hecho, se afirma que los músicos que dominan estas flautas no tienen problemas a la hora de ejecutar las demás). Las keto, limitadas al norte de Malaita, incorporan flautas de 5, 6 ó 7 tubos, y las taka’iori, muy raras, son aerófonos de 4, 5, 7 u 8 cañas. Finalmente, las ‘au paina, el conjunto más extendido y popular, tiene flautas de 11-12 tubos; entre ellas se cuentan dos instrumentos gigantescos, que pueden exceder los 160 cms. de largo. Los conjuntos pueden ser interpretados con motivo de distintas celebraciones: cuando se escolta a la novia a la casa del novio, en pompas fúnebres, en fiestas juveniles o durante la toma de posesión del trono por parte de un nuevo jefe.

Los ‘Are’are no son los únicos habitantes de la isla de Malaita. Los Fataleka ocupan parte del norte insular, y poseen asimismo conjuntos de flautas de Pan. Éstas se usan, por ejemplo, para poner marco sonoro al ciclo maome de ceremonias fúnebres. El conjunto Fataleka llamado ‘au sisile (o ‘au sango cuando acompaña danza) lo forman seis músicos que ejecutan instrumentos en dos grupos complementarios (cuatro con 15 tubos y dos con 3 tubos); por su parte, el conjunto ‘au ‘ero posee dos grupos complementarios de flautas de 9-10 tubos (vid. Rossen 1976).

Los conjuntos de flautas de Pan de la isla de Gualdacanal se diferencias de los de sus pares de Malaita en que incluyen flautas de dos hileras (la segunda, de tubos resonadores abiertos) (Rossen 1979).

Aunque, salvo excepciones, su uso es muy escaso, en las antiguas Nuevas Hébridas (hoy Vanuatu) cuentan con una interesante variedad de flautas de Pan (Ammann 2012). Las flautas en hilera (simple o doble) se localizan en las islas de Espíritu Santo, Malo, Malakula, Ambrym, Pentecostés, Ambae, Maewo y Tanna, en tanto que las flautas en racimo solo se encuentran en Malakula y al norte de Espíritu Santo. En la mayoría de las islas existe la creencia de que el sonido de estos aerófonos, además de ablandar el corazón de las jóvenes, ayuda al crecimiento de las plantas de taro, una de las principales cosechas de la Melanesia.

Las de una sola hilera se usan en Aneityum (las natarauk de 7 tubos ordenados progresivamente) y en Futuna (las fango de 7-15 tubos, prácticamente caídas en el olvido). En Tanna son el instrumento musical más popular: los Nafe del sur las llaman tahenau; los Natuar o Lenakel del sudoeste, nalinau o telenau; y los Nahual del interior tienen dos tipos, las yalma de 7 tubos y las quateklau de 8-9 tubos. En la mayoría de las lenguas de Espíritu Santo, las flautas de Pan se denominan botgef. Poseen 6-8 tubos ordenados de mayor a menor, y a los que denominan del mismo modo que a los miembros de la familia: tinan (“madre”), letuina (“padre”), natuna (“primer hijo”), zazaru (“segundo hijo”), etc. Las botgef se tocan en grandes conjuntos. Por su parte, en el sudoeste de Malakula se construyen flautas de 5-8 tubos organizados irregularmente; los Minde las llaman nanabouielala, y los Naha’ai, namarombac.

En Pentecostés, Maewo y Ambae hay una fuerte tradición de flautas de Pan, incluyendo a las bue balabala de Ambae y las buabava de Pentecostés. Sus tubos siguen un orden decreciente y el número de éstos varía en función de la melodía que se vaya a interpretar.

Las flautas de doble hilera se encuentran únicamente en el este de Malakula, en las pequeñas islas de Vao (bu iviv) y Wala. Poseen disposiciones irregulares de tubos, los cuales, en todos los casos, están abiertos.

En cuanto a las flautas en racimo, todas las de Vanuatu tienen tubos abiertos y se localizan en Espíritu Santo y Malakula. Al sur de Espíritu Santo se las llama brere y, entre los Wailapa, bepwe sangawulu. En el noroeste de Malakula se emplean las nehr, y al sudoeste, en la isla Tomman, las ca nimbucan.

1.1.5. América

América, sobre todo su mitad meridional, es el continente en donde las flautas de Pan documentadas son más abundantes y variadas.

En América del Norte existen escasos ejemplos de estos aerófonos. Quizás los más conocidos sean las flautas de cobre de la cultura Hopewell (200 a.C.-500 d.C.) (vid. Cree 1992). En tiempos modernos destacan los curiosos quills de los esclavos africanos del sur de los Estados Unidos, mencionados a principios del siglo xix y recuperados recientemente (Sohl s.f.). Los quills, que podían tener 2-8 tubos de caña, fueron utilizados por el intérprete de country-blues Henry Thomas (1874-1930) en la década de los 20’ del siglo pasado, y fueron recogidos en varias grabaciones de campo (p.e. las de Alan Lomax).

En América Central, las flautas de Pan por antonomasia son las usadas por los Kuna o Dule de Panamá y Colombia: la gammu burui (o kammu purrui)[30] y la goke (Broere 1993), de tubos unidos, y los conjuntos de seis stopped-pipes denominados guli (Olsen & Sheehy 2008). La gammu burui, la más conocida, está formada por dos grupos de tubos de caña, uno de 4 y otro de 3, unidos y ensamblados entre ellos. No se construye de acuerdo a una escala determinada, sino que se elabora para producir unas notas concretas para una serie de canciones. Por su parte, las goke incluyen un instrumento de 3 tubos, uno de 2 y uno de 1, siendo el último el más grave y el primero el más agudo.

Apenas existen otras evidencias del uso de flautas de Pan en el área. Olsen & Sheehy (2008) y Stevenson (1976) indican su presencia en la costa oeste del México central precolombino (estados/culturas de Colima y Nayarit, 200 a.C.-300 d.C.), e incluso proveen fotos de figuritas tocando lo que parece una flauta de Pan cuadrada (3-4 tubos) en una mano y una maraca en la otra, aunque probablemente se trate de flautas múltiples (triples/cuádruples).

En Sudamérica la abundancia es pasmosa. En líneas generales, las flautas de Pan sudamericanas pueden dividirse en los instrumentos andinos (correspondientes, grosso modo, a los interpretados en el antiguo territorio del Tawantinsuyu o “Imperio Inca”) y los de las tierras bajas (pertenecientes a los numerosos pueblos indígenas y mestizos de la Amazonia, la Orinoquia y el Chaco) y la Patagonia austral.

1.1.5.1. Tierras bajas sudamericanas

Figura 11. Carrizos de Cumanacoa (Venezuela) conservados en el Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin (Alemania)

Algunas de las flautas de Pan identificadas por la literatura antropológica, etnográfica y etnomusicológica en esta área (repartida entre Venezuela, Brasil, las Guayanas, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina) son las siguientes:

Es menester señalar que el ippijiraseko de los Mojeño, el juru’i de los Trinitario y Loretano, el iru’i de los Javeriano y el chujare de los Ignaciano del oriente de Bolivia (San Ignacio, departamento Santa Cruz), conocidos en aquel país bajo el término genérico de “bajón” e identificados por muchos autores como enormes flautas de Pan, solo mantienen una similitud morfológica con ellas y son en realidad conjuntos de tubos de hojas de palma enrolladas, interpretados como trompetas (Jordá 1990, Cavour 1994).

1.1.5.2. Los Andes

El área cultural andina, que abarca las sierras ecuatoriana y peruana, el altiplano y los valles bolivianos, el Norte Grande chileno y el noroeste de Argentina, es pródiga en flautas de Pan, las cuales reciben diferentes nombres: siku, phusa, antara, phuku, phukuna, laka o zampoña. Los términos siku, phusa y laka son de origen aymara. Los dos primeros aparecen en la obra de Ludovico Bertonio “Vocabulario de la lengua aymara” (1612), la cual define “sico” como “unas flautillas atadas como ala de órgano”. Laka (en aymara, “boca”) es el término más usado en la actualidad para designar a las zampoñas en el Norte Grande de Chile (Chacama y Díaz 2011). Por su parte, los términos antara, phuku y phukuna pertenecen a la lengua quechua. Diego González Holguín, en su “Vocabulario de la lengva general de todo el Perv llamada lengua Qquichua, o del Inca” (1608), definió “antara” como “flautillas juntas como órgano”. Finalmente, zampoña es un término castellano (vid. supra), probablemente derivado del griego/latino symphonia, “unión de varias voces”, del cual también provendría zanfonia.

a. Andes centrales

La flauta de Pan más antigua descubierta hasta el momento en los Andes centrales pertenece al Precerámico Medio (5.000-3.000 a.C.), más concretamente al sitio arqueológico de Chilca (4.000 a.C.) (Engel 1988). Se trata de una hilera de 6 tubos de hueso de ave. A ella siguen cuatro antaras (aerófono de una sola hilera de tubos organizados en orden decreciente) hechas de caña del Precerámico Tardío (3.000-1.800 a.C.) encontradas en el sitio arqueológico de Caral (3.000 a.C.) (Shady 2005).

Más adelante, el desarrollo de la cerámica (1.800 a.C.) traería consigo la aparición de numerosos instrumentos musicales: ocarinas, botellas silbadoras, bocinas, trompetas, tambores, silbatos y, por supuesto, flautas de Pan.

Figura 12. Antaras de cerámica conservadas en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

Durante el Horizonte Temprano (1.200-200 a.C.), la cultura Paracas (departamento de Ica; 700-200 a.C.) elaboró antaras de arcilla. Pero la mayor expresión de estos instrumentos llegaría con el Intermedio Temprano (200 a.C.-600 d.C.), cuando se fabricaron antaras de cerámica dentro de la cultura Nazca (departamento de Ica; 100-600 d.C.) (Haeberli 1979, Jones 1981, Bolaños 1988). Han sido halladas en enterramientos, habitaciones y sitios ceremoniales (Silverman 2000), y en su construcción se usaron tubos simples y complejos[31] y numerosas técnicas hoy perdidas. Diversas representaciones iconográficas sugieren que los Nazca usaron las antaras en parejas, atadas entre sí. Las flautas de la cultura Moche o Mochica (departamento de La Libertad; 200-800 d.C.) tienen características similares a las Nazca (D’Harcourt 1925, Bellenger 1980), como se comprueba observando el instrumento enterrado junto a un músico-soldado en el sitio arqueológico de Sipán. La cultura Lima (departamento de Lima; 100-650 d.C.) también empleó estos aerófonos: en el sitio arqueológico de Huaca Pucllana (500 d.C.) se encontraron cuatro antaras de cerámica, y en Tablada de Lurín se desenterraron medio centenar, de cuatro tipos distintos (Codina 1984).

Durante el Horizonte Medio, dominado por la cultura Wari o Huari (desde el departamento de Lambayeque por el norte al de Arequipa por el sur; 600-900 d.C.), Pérez de Arce (1993) menciona la aparición de una flauta de Pan de caña con resonador que desplazó a la antara simple de cerámica Nazca. Los D’Harcourt (1925) ya habían reseñado flautas de Pan de caña de doble hilera (antara con resonadores) procedentes del santuario Wari de Pachacámac.

Tras los Wari, en el Intermedio Tardío (900-1.450 d.C.) se desarrollaron culturas regionales como la Chincha (departamento de Ica; 1.000 d.C.), la Chimú (departamento de La Libertad; 1.100-1.470 d.C.; vid. Bellenger 1980), la Chanca y la Collao, que siguieron con la tradición de la antara Wari. La flauta de los Chanca tenía, al parecer, la particularidad de permitir el afinado mediante el deslizamiento de dos segmentos de tubo de distinto diámetro.

Durante el Horizonte Tardío (1.450-1.532 d.C.), son numerosas las crónicas que señalan la presencia de flautas de Pan entre los Inca. Cobo las llama “ayarichic”, y tanto Guaman Poma como Garcilaso de la Vega dicen que son instrumentos de los Antisuyo y Collasuyo (habitantes del este y del sur del “Imperio”) (Gruszczynska 1995).

Las flautas de Pan que persisten actualmente en los Andes centrales (territorio habitado por distintos grupos del pueblo Quechua) son denominadas antaras, andaras o andaritas y, al igual que sus antecesoras prehispánicas, poseen una sola hilera de 6-8 tubos de caña, alcanzando un máximo de hasta 24.

Figura 13. Antaras de caña peruanas conservadas en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

Las antaras están presentes en diversas provincias del departamento de Cuzco (Acomayo, Anta, Canchis, Paucartambo, Quispicanchis, Urubamba); las de los Qero de Paucartambo, por ejemplo, tienen una hilera de 7 tubos con resonadores. Asimismo se emplean antaras de 7 tubos, de distintos tamaños, en Cajamarca (Romero 1996); se usan para interpretar, en solitario y en entornos privados, ritmos tales como tristes (formas locales de yaraví) y huaynos. Curiosamente, no son utilizadas en áreas cercanas, como Ancash (Romero 1999), los Andes de Lima (Romero 2001a), el Valle del Mantaro (Junín) (Romero 1995), o el Valle de Colca (Arequipa) (Romero 1996).

En las comunidades del distrito de Luricocha (provincia de Huanta, departamento de Ayacucho) se ejecuta la llamada antiq, anteq, antecc o “antara de chunchos”, con 7 tubos de caña mamaq (grande) o bombeya (pequeña). Forman conjuntos de hasta doce tamaños afinados en octavas paralelas, aunque el número habitual es de seis: bajo, medio bajo, malta, jarawi o jashua, chiple o guiador y chiquiri. Algunas comunidades que pueden servir de ejemplo son Intay y Yuraqraqay (vid. Valencia Chacón 2007). Los “chunchos” (bailarines disfrazados) aparecen para la cosecha del maíz, que coincide con la Fiesta de la Cruz (3 de mayo): se bajan las cruces que coronan los cerros (que, de acuerdo a las creencias Quechua, son los protectores de las comunidades) para ser bendecidas en la iglesia, y bailan las “chunchos” por las calles (Romero 2001). Es de notar que los “chunchos” de Cajamarca, por ejemplo, no emplean antaras sino flautas (Romero 1996). Las anteq también están presentes en la provincia de Huamalíes (departamento de Huánuco), pero allí tienen dos hileras de 5-7 tubos.

b. Andes septentrionales

En el actual territorio ecuatoriano hay evidencias de flautas de Pan de arcilla, piedra y materiales vegetales (incluyendo grandes cañas) en las culturas Los Tayos y Chorrera (Formativo Tardío, 1.200 a.C.). Igualmente se han encontrado flautas de Pan en culturas de los Desarrollos Regionales (500 a.C.-500 d.C.), como la Guangala, la Bahía y la Jama Coaque (Idrovo 1987, Godoy Aguirre 2005). Esta última elaboró “flautas de Pan en escalera convergente” o “antaras W” (Bolaños 2001), similares a las gammu burui de los Kuna de Panamá y a las de la cultura Vicús de Perú. Por su parte, la cultura Cañari-Tacalshapa-Cashaloma (1.000 d.C.) de las provincias de Azuay y Cañar fabricó rondadores, como los hallados en la tumba de Sigsig (Godoy Aguirre 2005).

En el norte del Perú merecen mención las “flautas de Pan en escalera convergente” de la cultura Vicús (departamento de Piura; 500 a.C.-500 d.C.).

En la actualidad las flautas de Pan ecuatorianas poseen una sola hilera de tubos: las hay pequeñas, con 5-8 tubos en orden decreciente (llamadas pallas o rondines) y los conocidos rondadores o rondadoras (llamados cantas en el Oriente ecuatoriano, capadores en el sur de Colombia y yupanas o yuphanas en el norte de Perú) (Coba 1992).

Figura 14. Rondadores conservados en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

Originalmente, los rondadores habrían sido conocidos como wayra-phururu o, según Juan de Velasco (“Historia del Reyno de Quito en la América Meridional”, 1789), wayrampuru, y fueron empleados por los “ronda” ecuatorianos coloniales: los encargados de realizar las rondas nocturnas por las callejas empedradas de las ciudades de la época (CONMUSICA 2001). Se trata de flautas de Pan que pueden superar los 40 tubos y estar hechas de hueso, caña o pluma. Su cualidad más característica, que prácticamente ejerce de rasgo identitario, es la alternancia de sus tubos: poseen dos series o escalas de tubos intercalados, de manera que a ambos lados de un tubo corto hay uno largo y viceversa. Este peculiar ordenamiento permite al músico soplar dos tubos contiguos a la vez, creando armonías de terceras mayores y menores. Además, el estilo de interpretación tradicional del rondador incluye numerosos glissando, desplazamiento de los labios del ejecutante a lo largo de todos los tubos hasta alcanzar el deseado. Son estas particularidades las que logran que el sonido del rondador sea inconfundible. Es el instrumento de viento más representativo del Ecuador, y se lo utiliza tanto en la música tradicional indígena como en la mestiza, especialmente para la interpretación de uno de los ritmos nacionales por antonomasia, el sanjuanito.

En la zona norte del Perú está presente la rondadora, rondador (macho) o yuphana (departamentos de Amazonas, San Martín y Tumbes), que en el dialecto quechua hablado en el departamento de San Martín recibe el nombre de yundadora. Consiste en una sola hilera de 6-24 tubos en orden decreciente, sin alternar. También existen rondadoras de mayor cantidad de tubos con escalas alternas (como el rondador ecuatoriano).

En el norte y noreste del Perú se encuentra la antara, andara o andarita (departamentos de La Libertad, San Martín, Lambayeque, Cajamarca y Amazonas), la cual se diferencia de la rondadora por el bisel de la embocadura de los tubos. La denominación “andara” es más común en la región occidental del río Marañón, y la de “andarita”, desde la provincia de Pallasca (departamento de Ancash) hacia el norte. Se las llama sartas en el departamento de Amazonas y chachas en la provincia Hualgayoc (departamento de Cajamarca). Constan de una serie 5-15 tubos; las antaras de 8 tubos se conocen como “antaras de una falsa”, las de 12, “antaras de dos falsas” y las de 15 tubos, “antaras de tres falsas”. Existen además antaras con 8-30 tubos que forman dos escaleras entrecruzadas: en Hualgayoc se las denomina “antaras de dos voces” o parillas.

Todos estos instrumentos son solistas. Sin embargo, en la provincia Rodríguez de Mendoza (departamento de Amazonas) existe un conjunto de antaras asociadas, interpretadas con el acompañamiento imprescindible de instrumentos de percusión: la macho, de un solo tubo, tocada por el “machero”, y la antiantara o antara menor, de 5 tubos e interpretada por el “andarista” (Yaranga 2006).

c. Andes meridionales

La sección meridional del área cultural andina es la de mayor abundancia organológica en cuanto a aerófonos.

Ernesto Cavour (1994) señala la existencia de restos arqueológicos de flautas de Pan líticas en Bolivia, pertenecientes a las culturas Wijsisa, Calamuchita, Mojo Kollas, Chicha y Tiwanaku. A decir de Pérez de Arce (1993), hacia el siglo x d.C. la antara de una sola hilera, que dominaba la tradición musical andina, parece haber sido desplazada en el sur de los Andes por el siku de doble fila. Su uso se difunde en el altiplano boliviano, la región chilena de Atacama (culturas Atacama, 400-100 d.C., y Aconcagua, 1.400 d.C.) y el noroeste argentino, probablemente durante la expansión de la cultura Tiwanaku (siglos iv-xi d.C.). No solo cambia el número de hileras, sino también el material: se abandona la cerámica y se pasa a la piedra y a la madera, y se le incorpora un asa lateral. Probablemente durante el periodo de los Señoríos o “Reinos” Aymara (siglos xiii-xv d.C.) tuvo lugar la división en mitades que caracteriza en la actualidad al siku (vid. infra) y que, según señalan los cronistas, ya estaba presente en la zona (el Collasuyo del “Imperio Inca”) a la llegada de los españoles.

Es posible que las maizu de los Chipaya (departamento de Oruro, Bolivia) sean contemporáneas de esas flautas de Pan, pues sus propios intérpretes afirman que sus instrumentos son el legado de sus míticos antepasados, los Urus (Baumann 1981). El conjunto de maizu incluye en la actualidad a cuatro intérpretes: uno ejecuta un instrumento de 3 tubos cerrados (lutaqa, parte masculina) y un wauqu o silbato globular, y los otros tres, un instrumento de 2 tubos cerrados (mataqa, parte femenina).

En el Norte Grande de Chile, se han encontrado restos arqueológicos de sikus hasta el río Loa (donde comienza el dominio de la antara). Los hay de 2, 3 y 7 tubos (los últimos, los más frecuentes) y, excepcionalmente, de 6 tubos con resonadores (Focacci 1990). La división de las flautas en mitades se distingue claramente en tumbas de la cultura Arica (1.000-1.500 d.C.), periodos Gentilar y San Miguel (Núñez 1962) y periodo Cabuza (Focacci 1990). Chacama y Díaz (2011) proporcionan datos complementarios en su detallada descripción de las flautas de Pan arqueológicas (alrededor de 110) halladas en cementerios del valle de Azapa y la costa de Arica, pertenecientes a la misma cultura.

En el Norte Chico chileno, desde el río Loa hacia el sur e incluyendo el desierto de Atacama, se desarrolla la antara, heredera del instrumento de tubos complejos de los Nazca (vid. supra), pero elaborada en piedra o en madera en lugar de cerámica, con solo 4 tubos, sin la característica forma redondeada, sino en escalera y con un asa para colgarla (Fernández 1993). Flautas similares se han descubierto en territorio boliviano (culturas Yura y Oruro, vid. Pérez de Arce 1995), pero se encuentran en mayor número desde los oasis del Loa y los dominios de Aguada, Sequitor y Quitor hasta los territorios de la cultura San Pedro de Atacama (400-1.000 d.C.) y el noroeste argentino (p.e. la antara de madera de Doncellas, provincia de Jujuy), y hasta Copiapó por el sur: allí aparecen tanto los instrumentos en sí como efigies de los intérpretes en tabletas de inhalación de narcóticos o representaciones en cerámica.

Probablemente en el norte de Chile las antaras estuvieran asociadas con la inhalación de cebil (polvo alucinógeno) mientras que los sikus lo hicieran con ritos de fertilidad y consumo de chicha (bebida de maíz fermentada) en vasos kero de madera.

Desde Copiapó habrían llegado hasta culturas chilenas de más al sur, como la Aconcagua (siglos ix-xvi d.C.) y la Diaguita (1.320-1.470 d.C.), así como a las provincias argentinas de Catamarca, San Juan y La Rioja, al otro lado de la cordillera de los Andes. Las antaras de piedra Diaguita (p.e. los ejemplares hallados en las localidades de Ovalle y La Serena, Coquimbo) tuvieron un alto grado de perfección, igual que las Aconcagua. Estas últimas (p.e. la de San Felipe, Valparaíso) son instrumentos demasiado meridionales, y su forma ya se encuentra en transición hacia el piloilo de los Mapuche: a pesar de mantener los 4 tubos complejos (antecesores del actual “sonido rajado” de los aerófonos del centro y sur de Chile), sus formas son redondeadas, el asa, doble y los sonidos, más agudos.

En la actualidad, la flauta de Pan predominante en los Andes meridionales es el siku o flauta de Pan de doble hilera. En su versión “estándar” (los que Cavour (1994) llama sikus ch’alla), está compuesto por dos filas de 6 y 7 tubos de caña cerrados, con forma de ala; tales “amarros” o “mitades” pueden tener una hilera de tubos accesorios o “resonadores”, abiertos o cerrados. La particularidad del siku es que cada mitad se considera un instrumento independiente: la que posee más tubos suele llamarse arca (del aymara arkiri, “el que sigue”), y la otra, ira (del aymara irpiri, “el que guía”). Por ende, la interpretación de una pieza de música cualquiera requiere de la presencia de dos músicos que entrelacen sus melodías, en lo que se ha dado en llamar “diálogo musical”.

Los sikus se ejecutan, generalmente, en grandes conjuntos que incluyen entre diez y cincuenta sikuris o intérpretes. Tales agrupaciones interpretan una “tropa” de instrumentos compuesta por varios tamaños de un mismo tipo de flauta de Pan. La “tropa” de sikus comercial, “estándar” o ch’alla posee cuatro tamaños; de mayor a menor, toyo, sanka, malta y ch’uli. Todos ellos tienen dos mitades arca e ira, el mismo número de tubos (6/7) y las mismas notas (escala de Sol mayor o “segunda takiña”, o escala de Sol bemol mayor o “primera takiña”), pero están afinados en octavas paralelas: el toyo suena una octava más grave que la sanka, y así sucesivamente.

Existe una gran cantidad de “tropas” de sikus en los Andes meridionales. Cada una recibe un nombre determinado (p.e. jula jula, chiriguano, ayarachi o k’antu), sus mitades ira/arca (una denominación que puede cambiar) tienen un número de tubos particular (por lo general entre 3/4 y 10/11), las afinaciones son asimismo propias de cada “tropa” y los tamaños incluidos oscilan entre dos y nueve y poseen diferentes denominaciones. La diversidad, por ende, es enorme (cf. Girault 1968, Cavour 1994). Las “tropas” de sikus suelen acompañarse con distintos tipos de instrumentos de percusión (bombos wank’ara, cajas, redoblantes, triángulo ch’iñisku, platillos); los sikuris interpretan la mitad de un siku y, en ocasiones, un elemento de percusión, además de bailar. La música de las bandas de sikuris, conocida genéricamente como sikuriada, pone marco a la danza de los músicos y a la de grupos de baile asociados, y se interpreta en momentos festivos tales como los Carnavales o celebraciones religiosas. Tanto las danzas como los estilos musicales ejecutados por los conjuntos de sikus toman, por lo general, el nombre de la “tropa” de flautas.

Por otra parte, existen flautas de Pan de una sola hilera en los Andes meridionales, aunque no reciben el nombre de antara. Entre ellas se cuentan los ayarichis de los departamentos de Chuquisaca y Potosí (7-13 tubos), los ayrachis de Cotagaita, departamento de Potosí (cuatro tamaños, 5 tubos), los mimulas de la provincia Aroma, departamento de La Paz (12 tubos) y de la isla Suriqui (11 tubos con resonadores) (Quispe 2001), los suri-sikus o sicuras del departamento de Cochabamba (18 tubos, tres tamaños liku, tarka y ch’ili) (Claro 1979), los sulka sikus (Paredes 1981), los tutiriwailis, los sikus de Venta y Media (departamento de Oruro), los kallamachu de los Mollos (provincia Muñecas, departamento de La Paz) y los siku-kunturis (Cavour 1994), todos ellos bolivianos.

Las flautas de Pan de doble hilera tienen una distribución geográfica mucho mayor, y han sido las que han caracterizado a las formaciones de “música andina” que han popularizado distintos géneros musicales de los Andes a nivel internacional[32].

En el sur del Perú (departamento de Puno) hay tres conjuntos tradicionales de flautas indígenas. Los ayarachis son ejecutados por los Quechua en la provincia de Lampa; la “tropa” incluye tres tamaños de flautas o phukus (mama, lama y suli) afinados en octavas paralelas, y se acompaña de cajas. Los más renombrados son los de Paratía. Los chiriguanos Aymara se interpretan en la provincia de Huancané para la Fiesta de la Cruz (3 de mayo); emplean tres tamaños octavados (tayka, ankuta y suli/chili) y no llevan percusión; los más famosos son los de las localidades de Yunguyo y Huancané. Finalmente, los sikuris Quechua y Aymara se encuentran en todo el departamento; destacan los de la isla de Taquile, en el lago Titicaca, con cuatro tamaños (mama, maltona, liku y auka), y los de la localidad de Conima, que pueden tener hasta nueve tamaños distintos.

Figura 15. Sikus del Perú conservados en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

Hay además un conjunto de origen mestizo, los sikumorenos, pusamorenos o mistisikus (departamentos de Puno, Chucuito y Tacna), que utilizan dos o tres tamaños octavados de flautas llamadas tablasikus (de forma rectangular, como las antiguas syrinx griegas), redoblantes, platillos y tambor de banda.

En Bolivia, las flautas de Pan pertenecen en su mayoría a la tradición cultural del pueblo Aymara. Los jula julas (departamentos de Potosí y Oruro) poseen 3/4 tubos y cinco tamaños octavados (orkho, mali, liku, tijli y ch’ili). No llevan percusión y ejecutan ritmos lentos y marcados. Con el mismo número de tubos, los chiriwanos (distintos a los chiriguanos de Perú) incluyen tres tamaños en el departamento de La Paz (tayka, malta y ch’uli) y cuatro en el de Cochabamba (sanja, orqo, liku y jilawiri); el estilo de interpretación es muy parecido al de los jula julas, siendo los representantes más conocidos de este conjunto los chiriwanos de la localidad de Tambocusi (provincia Larecaja, departamento de La Paz). Una agrupación de similares características son los julu julus de Irpa Grande (departamento de La Paz).

Figura 16. Sikus de Bolivia conservados en el Koninklijke Musea voor Kunst en Geschiedenis (Bélgica)

En Charazani (provincia Bautista Saavedra, departamento de La Paz) se interpretan los k’antus, con 6/7 tubos y seis tamaños (contra zanka, zanka, contra malta, malta, contra chuli y chuli). Se trata de una de las agrupaciones de flautas de Pan más tradicionales de Bolivia, asociada a la ancestral cultura Kallawaya. Los instrumentos están afinados en octavas, cuartas y quintas paralelas, lo que genera una armonía distintiva. Se acompañan con los enormes “bombos k’antu” de doble parche, a los que se suma el particular sonido del triángulo ch’iñisku.

De la localidad de Taypi Ayca (Italaque, provincia Camacho, departamento de La Paz) proceden los famosos sikus de Italaque, con 7/8 tubos y resonadores abiertos o semi-cerrados la mitad de largos que los tubos principales. Incluyen tres tamaños octavados (sanka, malta y chuli) y se acompañan con los llamados “bombos de Italaque”.

Las lakitas o laquitas se localizan en varios puntos de Bolivia. Las del departamento de La Paz poseen 6/7 tubos y cuatro tamaños (tayka, mala, liku y ch’ili), aunque también aparecen como una sola hilera de 13 tubos con resonadores. Las del departamento de Chuquisaca, por su parte, tienen el mismo número de tubos (sus mitades se denominan guía y trasguía) y dos tamaños (juch’uychaj y parejantin).

Finalmente, los jach’a sikus de la provincia Larecaja (departamento de La Paz) poseen 6/7 tubos y un único tamaño descomunal (de ahí su nombre aymara, “gran siku”).

En el Norte Grande de Chile se interpretan las laquitas de una sola hilera, con 14 tubos y resonadores, mientras que en el noroeste de Argentina se suele usar la “tropa” de sikus estándar o ch’alla. Los intercambios culturales entre las distintas regiones de los Andes meridionales, canalizados sobre todo a través de la migración Aymara boliviana, ha logrado que los aerófonos de ese pueblo (así como sus danzas y estilos musicales) se establezcan en países vecinos y obtengan en ellos carta de ciudadanía.

Edgardo Civallero
Editor de “Tierra de vientos”
tierradevientos.blogspot.com



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Imágenes tomadas de http://www.europeana.eu/portal/search.html?query=panpipes,

expuestas bajo licencia Creative Commons.




NOTAS

[1]Vid, p.e. la estatua de bronce de Apolo con una flauta de Pan, datada en el 500 a.C. y conservada en el Museo Británico (AN476212001).

[2]Vid. imagen en:

http://www.britishmuseum.org/explore/highlights/highlight_objects/gr/b/black-figured_bowl_and_stand.aspx

[3] La crátera se conserva en el Museo Nazionale Archeologico di Taranto (Apulia, Italia). Vid. http://www.theoi.com/Gallery/K22.7.html

[4]Vid. imagen en http://www.britishmuseum.org/collectionimages/AN00256/AN00256736_001_l.jpg

[5] Algunos autores mal informados afirman que las denominaban “auenis” en base a una incorrecta interpretación del término avenis (“tallo de avena”) en un verso del Tristia de Ovidio (Libro IV, verso XII).

[6]Vid. imágenes en http://www.iadb.co.uk/romans/images/0255.jpg y http://www.iadb.co.uk/romans/images/0903.jpg

[7] Por ejemplo, los de las iglesias de Saint-Nicolas de Civray, Marnay, La Villedieu du Clain, Chateau-Larcher, Saint Pierre de Melle, Poursay-Garnaud y Lusignan (Poitou-Charentes), la colegiata de Beaune (Borgoña), la iglesia de Nogaro (Pirineos Atlánticos) y la de Saint Saturnin de Thaumiers (Cher) (vid. Instruments Medievaux, s.f.).

[8]Vid. texto completo en Proyecto Gutenberg, http://www.gutenberg.org/files/16625/16625-h/ii.html

[9] En la España antigua se confundieron a veces caramillos (e incluso albogues) con la flauta de Pan, como demuestra la General Estoria de Alfonso X El Sabio al narrar la fábula mitológica de Mercurio y Argos y decir que el primero “leuaua unas albogues que yua tanniendo & sonando sus cabras ante si”. Contando la invención de la flauta de Pan, explica que “de aquellas cannaueras fuera fecho aquel caramiello” (Rey, 2002).

[10]Vid. “Romanian traditional musical instruments” (Education and Culture Lifelong Learning Programme GRUNDTVIG) en http://orizontculturalt.files.wordpress.com/2011/04/some-instrumente-traditionale-romanesti-en1.pdf

[11]Vid. “Gruppo folclorico La Brianzola”, en http://www.comune.olgiatemolgora.lc.it/pagina.php?sez=72

[12] También llamada orglice, dudle, hrvaške dudle, piskulice, pištulice o igrce. Vid. http://www2.arnes.si/~osmbcirk1/trstenke/trstenke_index_raziskovalna.htm

[13]Vid. http://www.fletnia-pana.pl/fletnia_pana_w_polsce.htm

[14] Generalmente citada como “la cueva de Taq-e Bostan”, se trata de un pabellón cerrado por tres lados, con una cúpula, en la que el rey Cosroes II, último regente del Imperio Persa Sasánida antes de la llegada del Islam, hizo labrar un monumento a modo de auto-homenaje.

[15]Vid. imagen en http://educators.mfa.org/objects/detail/47808?related_people_text=Aqa Riza

[16]Vid. imagen en http://www.tarihnotlari.com/levni/

[17]Vid. imagen en http://www.britishmuseum.org/collectionimages/AN00142/AN00142746_001_l.jpg

[18]Vid. imagen en http://www.openmuseum.org/objet/show/1034?facet=2328

[19]Vid. “World Cultural Heritage: Yungang Grottoes”, en http://english.cntv.cn/english/special/news/20100929/103128_2.shtml

[20]Vid. imágenes en http://english.chnmus.net/images/attachement/jpg/site22/20120625/0024812025771152035f09.jpg y http://english.chnmus.net/images/attachement/jpg/site22/20120625/002481202577115208101f.jpg

[21]Vid. imagen en http://hua.umf.maine.edu/China/Xian/Shaanxi_History/pages/250_History_Museum.html

[22]Vid. imagen en http://www.mfa.org/collections/object/50652

[23]Vid. imagen en http://en.www.info.vn/explore-vietnam/explore-more/53482-one-mans-passion-to-preserve-the-mong-panflute.html

[24]Vid. “Music of the montagnards of Vietnam” en http://honque.com/HQ003/bKhao_tqHai003.htm

[25]Vid. “Musical pipes tjalang” en http://www.metmuseum.org/collections/search-the-collections/180013124

[26]Vid. “Malaysia: panpipes” en http://orgs.usd.edu/nmm/EasternAsia/Checklist.html#MalaysiaPanpipes

[27]Vid. ejemplos sonoros en http://www.disa.ukzn.ac.za/samap/category/people/chimveka

[28]Vid. imágenes en http://www.africamediaonline.com/mmc/gallery/detail/african_calendar/luba-people

[29]Vid. imagen en http://metmuseum.org/Collections/search-the-collections/180016340?rpp=20&pg=1&ft=*&where=Papua New Guinea|New Ireland&pos=1

[30]Vid. ficha en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/exhibiciones/instrument/aero/60-ins.htm

[31] Los tubos complejos, cuya tradición se conserva aún en la actualidad en las “flautas de chinos” del centro de Chile, en algunas pifilkas de los Mapuche de la Patagonia y en ciertos jantarkes de Potosí (Bolivia), consisten en tubos que tienen un diámetro determinado en una parte de su longitud y otro ligeramente menor en el resto. Se trataría de dos tubos combinados en uno. El sonido resultante, lleno de “interferencias”, ha sido bautizado como “sonido rajado”.

[32] Con escasas excepciones, la mayor parte de esos grupos emplearon y emplean la “tropa” de sikus “estándar” o comercial. Se trata de una creación relativamente reciente que ha “normalizado” el tamaño, la afinación y el número de tubos de estas flautas, de acuerdo a los sistemas y gustos musicales occidentales. Si bien con esta “tropa” pueden interpretarse todo tipo de ritmos y estilos, desde lo más tradicionales a los más modernos, carecen de muchas de las particularidades que vuelven únicas a las “tropas” indígenas originales.



Flautas de Pan

CIVALLERO, Edgardo

Publicado en el año 2012 en la Revista de Folklore número 2012.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz