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Revista de Folklore número

2010



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Patrimonio tradicional en la provincia de León. Archivos sonoros y grabaciones en el siglo XX

PORRO FERNANDEZ, Carlos A.

Publicado en el año 2010 en la Revista de Folklore número 2010 - sumario >



El desastre de la guerra civil española (1936–39) dejó, además de las terribles repercusiones sociales, económicas y políticas conocidas, otras profundas secuelas en los valores y en el apego a lo propio de la población de las que tardaría en recuperarse. Una posguerra llena de carencias, el aislamiento del país y la dictadura política hizo que se retomasen las migraciones volviendo a una autarquía rural en la que poco a poco se alzaban los ojos hacia el mundo urbano. El desarrollo de las comunicaciones y la incipiente industria de los años cincuenta produjeron paulatinamente un abandono del campo y éxodo rural hacia las grandes ciudades que acogieron a toda la población joven creando una notable diferencia de vida y mentalidad entre ambas sociedades.

La crisis de valores en el campo, falto de medios y desestructurado, sin los antiguos órganos locales que regían la sociedad rural (concejos, hermandades y cofradías, escuela, etc.) y una presión urbana acuciante desde los años sesenta que infravaloraba todo aquello surgido del campo, repercutió de manera drástica en un olvido de los orígenes y vergüenza de lo propio. El resultado notable fue el inicio de la desaparición del pueblo como entidad independiente, con sus leyes, servicios, costumbres, que marcaban su ordenamiento social frente a la ciudad. Las manifestaciones artísticas decayeron y entre ellas las artesanías, la rica tradición oral y gestual que había ido mermando a grandes pasos desde la pasada guerra.

Los intentos de recuperación de toda esta riqueza cultural rural se iniciaron desde las instituciones políticas al tiempo de instaurarse el régimen franquista y de manos de la denominada “Sección Femenina”. Este conocido colectivo de acción social y política formado por mujeres, después de la posguerra española y al amparo del régimen imperante realizaron diferentes campañas de motivación, enseñanza y educación, desde las prácticas de cocina y labores manuales, la recuperación de costumbres, hasta el desarrollo de las prácticas artísticas (pintura, gimnasia, etc.) por los pueblos de toda España. Se caracterizaron por dedicar un especial interés al folklore y crearon a partir de 1940 multitud de agrupaciones de cantos y bailes regionales, recuperando algunos de los trajes “regionales” característicos que se mostraban en infinidad de concursos provinciales y nacionales. Hoy en día se advierte, de acusada manera, sobre sus métodos de trabajo, al transformar y cambiar muchos de los elementos, formas y estilos que se encontraban en su forma natural de expresión –el pueblo– sustituyéndolos por otros elementos más coloristas y efectistas de cara al escenario y al concurso, uniformando muchas de estas tradiciones y olvidando un repertorio considerado, injustificadamente por su parte, como de menor valor a pesar de estar netamente desarrollado. Estas agrupaciones desaparecieron tras la muerte del general Franco, suprimidas por Real decreto en 1977, transformándose en otros colectivos que en ocasiones mantuvieron tres décadas más esta forma de trabajo. Pocos trabajos más se desarrollaron hasta esos años al no haber apenas especialistas o centros que se dedicasen a la investigación y recopilación sistemática y contadas son las visitas a nuestra comunidad de músicos extranjeros que querían acercarse a conocer su folklore, visitas casi siempre bajo guión de estas agrupaciones femeninas o sus colaboradores como García Matos, el burgalés Justo del Río, Guzmán Ricis y el maestro Moro en Palencia, Bonifacio Gil, Federico Lozano en Salamanca, etc.

A mediados de los años ochenta se produce una lenta transformación de esta visión coreográfica y “re–encuentro” con la tradición local, con la incorporación de los repertorios autóctonos, el boom de las publicaciones discográficas buscando unas formas de interpretación de una genuina y difícil tradición oral menos artificiosa de las cosas y una verdadera adecuación de la música tradicional a la época actual, con la –en ocasiones– cuidada elaboración de temas, conocimiento de la variada temática tradicional y estudiadas formas de interpretación. Esta nueva visión se debió en nuestra comunidad, en buena medida al desarrollo de formas de trabajo iniciadas por diferentes especialistas desde finales de los años sesenta y principios de los setenta como Joaquín Díaz o Agapito Marazuela y la creación en los años ochenta de centros especializados de documentación y un ligero regreso hacia la vida rural bajo diferentes puntos de vista algunos de ellos motivados por el cansancio y la desilusión urbana.

Este asentamiento de formas de trabajo está muy ligado también desde finales de los sesenta a un incipiente movimiento democrático que generó una gran actividad cultural, artística y musical entre grupos de cantautores o poetas que muchas veces tocaron la temática folklórica como elemento popular. Este movimiento Folk se desarrolló en Valladolid con las grabaciones y ediciones en disco de Joaquín Díaz desde 1968, mientras que en Segovia empieza su andadura el Nuevo Mester de Juglaría (1969), “Ara Pacis” en Valladolid (1972), en León “Hierba del Campo” y “Barrio Húmedo” (1973) y detrás de ellos y desaparecida la dictadura “Arcaduz” (Valladolid, 1975), el grupo “Candeal” (Valladolid), “La ronda segoviana” y “Orégano”, “Cigarra” (Ávila) en 1976, “La Fanega” (Valladolid, 1977), “Tahona” y María Salgado (Valladolid, 1978) y “Mayalde” (Salamanca, 1978), etc. actuando en todo tipo de escenarios y encuentros, tomando su repertorio muchas veces de la tradición oral directa y otras adaptando sus formas y contenidos de manera particular hacia los nuevos oyentes, urbanos principalmente. En todas las provincias se organizaron festivales y encuentros de músicas tradicionales como el Primer Festival de Folklore del Antiguo Reino de León en 1974, el I Alarde de Música de Castilla la Vieja en Cuéllar de 1975 o el Festival de Folklore de Burgos en 1976, uno de los pocos que sigue vigente junto al FolkSegovia (1986) que cuentan con una programación musical estable.

En la actualidad, junto a diferentes asociaciones particulares de folklore en cada una de las provincias, tres centros mantienen la labor formativa, divulgativa y de investigación dentro de la Comunidad de Castilla y León, algunos de ellos dedicados expresamente a la Música Tradicional. El Centro de Cultura Tradicional de Salamanca creado en 1980 por el desaparecido Ángel Carril dependiente de la Diputación Provincial mantuvo una importante labor en la provincia impartiendo clases de canto y baile, artesanía, interpretación instrumental y vocal y una cuidada publicación de obras de variado contenido etnográfico con carácter provincial, regional o nacional. El Consorcio de Fomento Musical de Zamora inició su andadura en 1983 impartiendo clases de instrumentación tradicional desde la Escuela de Folklore en diferentes localidades de la provincia y coordinando la edición de algunas publicaciones sonoras, realización de campañas de recopilación, encuentros y festivales de temática etnográfica variada coordinado por Pablo Madrid. La Fundación “Joaquín Díaz” enclavada en la histórica villa de Urueña (Valladolid) desde 1988 (en 1985 tenía su sede en Valladolid ciudad) está dedicada a la investigación y divulgación de la Cultura Tradicional. Cuenta con varios museos y colecciones dedicados principalmente a los instrumentos tradicionales, a grabados de tipos populares y coplas de cordel, junto a una amplia biblioteca especializada y un archivo fotográfico de toda la comunidad. Desde allí se dirige la Revista de Folklore y organiza en colaboración con la Universidad numerosos encuentros, jornadas y publicaciones a nivel internacional. Aquí se sitúa el Archivo de la Tradición Oral, donde están recogidos muchos de los documentos sonoros de la comunidad de Castilla y León y aún españoles de referente folklórico, desde 1932 (para los trabajos de campo de Schindler) y desde 1910–20 para los discos de pizarra con contenidos folklóricos, aunque en este casos son temas mayoritariamente andaluces, gallegos, catalanes y aragoneses. En todos estos centros documentales se conserva un fondo sonoro de carácter local–en el caso de los dos primeros centros– y regional, nacional e internacional en el último.

LAS PRIMERAS RECOPILACIONES SONORAS ESPAÑOLAS: KURT SCHINDLER, ALAN LOMAX Y GARCÍA MATOS

El filólogo, músico y fotógrafo berlinés Kurt Schindler (1888–1835) fue el primer investigador que en sus campañas de 1930 y 1932 recorriera España transcribiendo en un primer viaje y grabando posteriormente, materiales folklóricos en Ávila, Asturias, Cantabria, Tras–Os–Montes, Madrid, Cáceres, Salamanca y Zamora principalmente. En León anotó para su cancionero algunas tonadas procedentes de Azadinos, Besande, Babia, Calzada, Garaño, León ciudad y Villavaltere, editadas en su cancionero de 1941 y aunque en estas campañas se acompañaba de un aparato de grabación, desgraciadamente no se empleó en estos registros leoneses, muy parciales y al parecer casuales.

En realidad, casi todas las colecciones sonoras y escritas de esos años de materiales españoles que se realizaron por musicólogos extranjeros en el siglo XX estuvieron condicionadas por una serie de factores que les proporcionaron un aspecto final bastante similar. Algunos de esos factores podrían ser los siguientes:

1. El conocimiento, no siempre perfecto, más bien escaso, del idioma. Schindler (alemán), Lomax (americano) o Constantin Brailoiou (que era rumano), tuvieron dificultades en comprender lo que se les decía o se les cantaba.

2. El desconocimiento de las formas musicales, ritmos y costumbres era grande, al menos en los primeros momentos. Este aspecto tuvo su lado positivo, ya que algunos recopiladores decidieron no “seleccionar” el repertorio a grabar, evitando así que muchos temas, que hubieran sido desechados por los prejuicios de los recopiladores españoles al ser considerados de moda, no se anotasen.

3. La preocupación por el individuo y su entorno social. Al venir de países más ricos y avanzados, la pobreza, el estado sanitario, las condiciones de vida, eran motivo de especial preocupación para los musicólogos, que observaban todos esos aspectos como una fuente doble y contradictoria de consecuencias: mientras por un lado se consideraba positivo el aislamiento de algunas áreas –lo que motivaba que el repertorio de canciones y romances estuviese, siquiera en teoría, menos contaminado–, por otro se lamentaba el estado de postración del medio rural español, con una mecanización deficiente y un sistema de vida prácticamente medieval.

4. La obsesión por remunerar adecuadamente la aportación de los intervinientes como si fuese un trabajo intelectual o como una especie de compensación a la escasez de recursos observada. Schindler y Lomax pagaron a sus intérpretes con suficiente esplendidez como para ser recordados durante años. Fui testigo en algunas campañas segovianas o leonesas del buen recuerdo que quedó en un medio rural empobrecido esta costumbre, especialmente en el caso de Dolores Fernández Geijo del Val de San Lorenzo que acababa de quedarse viuda cuando se realizaron las primeras encuestas.

5. Casi todos los recopiladores extranjeros trajeron aparatos modernos de grabación. De este modo se pudieron conservar los trabajos de campo realizados e incluso llegar a nuestros días gracias a la avanzada técnica usada. Schindler utilizó en su viaje un Fairchild Aerial, aparato creado por la compañía aérea especializada en fotografías desde aviones. Lomax usó un Magnecord cuyas excelencias comentó en más de una ocasión, del que llegó a decir que era la única grabadora portátil de alta fidelidad disponible en Europa para la grabación de música popular. Hay que decir, sin embargo, que, pese al hecho cierto mencionado por Lomax de que no había encontrado buenas grabaciones en los Archivos españoles, algunos particulares sí habían emprendido por su cuenta el registro en cinta magnetofónica de fórmulas orales. Recientemente, la familia del polifacético filólogo Luis Cortés Vázquez cedió a la Fundación Joaquín Díaz para su paso a un soporte más moderno las cintas con cuentos grabados en Salamanca y Zamora durante los años 1956 y 1957 en un moderno Telefunken, ya de alta fidelidad y Luis Guzmán Rubio, el folklorista de Palencia, en 1955 también registraba en carrete abierto los primeros sonidos palentinos de la tradición oral en un Uher depositados igualmente en la Fundación.

La situación de la cultura tradicional en esos momentos en Castilla y León (integrada entonces por las provincias de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila para la primera región y León, Zamora, Salamanca, Valladolid y/o Palencia para la segunda,) era crítica; no tanto por la pérdida natural que los conocimientos transmitidos suelen sufrir y que siempre sirvió en buena parte como factor de renovación y evolución, sino por una actitud general de manifiesto desprecio hacia todo lo rural al identificarlo con la pobreza y con la ruina. Esa decadencia no cabía en una sociedad que presumía de ser industrial e industriosa y que pretendía –además de ser una “unidad de destino en lo universal”– salir de la sima insondable de una guerra civil. La política cultural estaba a favor de lo “típico” pero en contra de lo “distinto”, actitud que se mantuvo gracias a los desvelos de la Sección Femenina, que creó sus propios espectáculos y festivales que, al estilo de las misiones pedagógicas, difundió sus ideas y su estilo uniformador en las Cátedras que llevó por muchos pueblos de España.

LOMAX EN CASTILLA Y LEÓN

En marzo de 2004, el centro americano de Folklife en la Biblioteca del Congreso de Washington adquirió la colección de Alan Lomax, que abarcaba la documentación etnográfica sin par recogida por el legendario folklorista sobre un período de sesenta años. La adquisición fue hecha posible con un acuerdo cooperativo entre el centro americano de Folklife (AFC) y la asociación para la equidad cultural (AS), y la generosidad de un donante anónimo. La colección reúne el material recogido durante los años 30 y 40 para el archivo de la biblioteca de la canción popular americana y el resto está formado por los setenta años del trabajo de Alan Lomax (1915–2002) en todo el mundo. Este investigador, antropólogo y músico, director y productor de programas de música en todo el mundo para la BBC y la CBS, recopilador para el archivo sonoro de la Biblioteca del Congreso de Washington desde 1932, llegó a Europa en 1950 y pasó a España en junio de 1952, aprovechando la presentación de un congreso sobre folklore en Palma de Mallorca. Allí registró algunos de los carretes sonoros conservados de Laguna de Negrillos en un festival de la S.F. desplazándose a finales de octubre a Segovia para registrar tonadas y sones en otras provincias y pasando a León una semana después.

Los años de las visitas del investigador encontraron una amplia y diversa comunidad de Castilla y León, rodeada de sierras y montañas, con un interior llano y seco, más urbanizado y evolucionado económicamente que estas zonas limítrofes, ancladas en modos de vida arcaicos hasta hace algunos años y con ritos y formas de expresión netamente medievales. Este aislamiento, más económico que cultural, hizo que fuera esta zona la que con más fuerza mantuviera la Tradición más genuina de la comunidad y donde se conservasen los vestigios más antiguos de ritos, costumbres, arquitecturas, melodías, indumentarias y estéticas populares.

Algunas de estas zonas son las que precisamente recorrió A. Lomax, como en el caso de la Sierra de Segovia o las localidades que visitó de La Maragatería, comarca que cuenta con uno de los pocos grupos rurales que hasta hoy día siguen manteniendo con gran vigencia buena parte de su rico patrimonio etnográfico.

La dualidad urbana y rural hizo que los temas registrados contrastasen claramente en su carácter unos con otros. Los documentos grabados por el músico en León o Segovia son de primera mano, de excepcionales interpretaciones de honda raíz tradicional, mientras que los temas de Burgos o Salamanca, pertenecen a un momento de posterior reelaboración folklórica –aunque en esos momentos existían también comarcas muy interesantes etnomusicológicamente hablando–, llevada a cabo por intermediarios, que generalmente trabajaban en su recreación, con un dudoso criterio de embellecimiento y regularización escenográfica de las danzas y la música para los concursos folklóricos. Aún así, todos los temas tienen el interés de ser en muchos casos las únicas versiones o registros conocidos de algunos músicos tradicionales que acompañaron a estos grupos folklóricos “oficiales”.

LAS GRABACIONES DE LOMAX EN LA PROVINCIA DE LEÓN

Lumajo de Laciana

La Montaña Occidental de León, formada por las comarcas de Laciana, Omaña y Babia, presenta un idílico paisaje a pesar de la dureza del terreno. Las tierras altas, son tierras frías, agrestes y de nevadas duraderas que hoy, en parte, se encuentran algo desoladas ante un abandono de la población rural de muchas localidades y una parcial destrucción del medio ambiente ante el incipiente desarrollo de la minería del carbón durante todo el siglo XX. La zona ha conformado junto a sus comarcas hermanas de los valles de Asturias y concejos de Degaña, Leitariegos, Cangas de Narcea y Somiedo una entidad común de idénticos usos y costumbres más allá de las fronteras políticas establecidas sin criterios culturales o geográficos, del mismo modo que cada una de las demás comarcas leonesas, (a excepción de Maragatería) comparten modos de vida idénticos a los de las provincias colindantes, Zamora, Valladolid, Palencia o Lugo.

La zona, antaño dedicada a la ganadera extensiva y a los derivados de la misma (leche, quesos) ha vivido del trabajo de la lana y del lino, del ganado vacuno y de las grandes brañas. Son éstas, terrenos de fresco y abundante pasto en los que se edificaban varias casas de piedra y tejado de paja o de pizarra habitadas estacionalmente por pastores que durante siglos, acogieron a los millares de cabezas de ganado trashumante de ovejas merinas que se alimentaban de los pastos de montaña y que subían desde Extremadura realizando un viaje de más de 500 kilómetros.

Solamente tenemos constancia de un viaje a la zona del investigador, al pequeño pueblo de Lumajo, precioso lugar, a donde llegó por mediación de don Florentino Díaz González, secretario del ayuntamiento de Villablino, localidad cercana y la más importante e industriosa de la zona. Pocos, pero fundamentales, dentro de la etnomusicología ibérica, son los testimonios que recogió en sus grabaciones sobre todo por la antigüedad de los mismos, centrados en la arcaica instrumentación y en sus tonadas rancias y austeras. La instrumentación básica de la zona, junto a la popular pandereta es el pandero cuadrado, prácticamente desaparecido en la actualidad en España y que se ha conservado en esa zona con cierta vigencia hasta el cambio de milenio. Las tonadas propias del pandero cuadrado se emplean dentro del llamado “baile del país” y se asientan generalmente sobre un soporte de escala menor modal y una estructura rítmica en la que afloran muchos elementos de arcaísmo, tonadas de ámbito melódico restringido, un ritmo binario compuesto (ocasionalmente quinario), ausencia de estribillos, que remarcado por el toque ronco, austero y repetitivo de los panderos envuelve las tonadas y el baile en una escena coreográfica propia de la Edad Media.

Lucio Criado y Carmen Marentes en la publicación “A Xeito” describen este instrumento como un bastidor cuadrado de madera de entre 35–38 cms. de lado y 7 de anchura que se recubre por ambos lados de una piel (a la que se ha eliminado el pelo mediante un proceso de mojado, secado en sal y sobado) y que apoyado en el pecho se percute con las dos manos. El propio Lomax acompañaba su diario con algún dibujo de estos panderos llamado por la extrañeza y por su singularidad en relación a todo lo que conocía de España. El sonido característico producido es más bien seco y oscuro, ronco, lo que contribuye a crear un ambiente de rusticidad que encaja a la perfección en la cadencia arcaica de las tonadas.

El propio Lomax describía así los instrumentos en su diario:

“Este carrete (la grabación) se grabó en Lumajo, un pequeño pueblo de las montañas de León cerca de Villablino. Relacionados con la cultura vaqueira de Asturias, pero con muchos cambios debido a las cercanas minas de carbón. Fueron los únicos panderos cuadrados que encontré en el viaje.

Los cantantes son sobre todo de las viejas mujeres de la ciudad. Tomaron panderos cuadrados de the2 pie en sus manos izquierdas, llevándolas a cabo encima de mitad de sus bocas, tocando (jugando) con la mano entera del derecho y con los dedos de la izquierda. Los panderos son cerca de tres pulgadas de grueso, cubierto en la piel de la cabra cosida a lo largo de los lados. Estos dos tenían decoraciones de franjas. Estos son de un área, valle de Laciana, con una gran tradición de la canción de la boda, algunas muestras de la cual recogí”.

Vinculado de manera indisoluble al pandero está el baile propio de toda la comarca: el Baile del País, el Chano o La Garrucha, tres denominaciones que anota Lomax en su diario para un mismo baile en 1952. Es éste un baile recio, austero pero engalanado con un característico y alegre movimiento de brazos que contrasta con la rudeza de los panderos y los cantos, que se acompañan con enormes castañuelas que repican incansables con especial dominio las mujeres. Cuatro fueron las tonadas de este baile que recogió en Lumajo en la taberna, a dos tocadoras de mediana edad: Concepción Taladriz de 42 años (propietaria de la taberna en la que grabaron los temas), Elvira Feito (Seco) de 54 años y a Pepín, acordeonista del lugar de 35 años.

Asimismo las tonadas de bodas se acompañan al canto y al ritmo con el mismo estilo que para el Baile del País y con la misma instrumentación confundiéndose casi con él. El baile se arenga y se calienta con gritos, “relinchidos”, vivas o expresiones que ensalzan las parejas femeninas o la posición en el baile, que suele ser en dos filas enfrentadas, una de mozos y otra de mozas, compitiendo en el baile las parejas del medio con las de los extremos (las puntas). Si importantes son los registros, también lo son los datos, comentarios y apreciaciones (no siempre reales) que Lomax describe. Anota con cierta dureza en su diario la primera impresión que tuvo al llegar a la localidad de Lumajo y entrar en contacto con los vecinos. Este diario a veces era redactado por su acompañante de ahí que se hable en tercera persona y con algunas incorrecciones gramaticales: Lumajo, vísperas de la grabación en la cantina, conversación con un lugareño:

“– (Dice el lugareño) En Nueva York no caemos bien. No os cae bien Franco, ¿no?

– (Contesta Lomax) Es verdad. Somos los últimos en el mundo en conseguir que nos caiga bien. Pero ahora nos cae bien porque es pacífico.

Hablan de los bailes:

Bailamos la garrucha. La garrucha es lo que haces con las manos, eso es a lo que lo llamamos. La garrucha se baila en toda la cercana Babia. Todavía se baila los domingos por la tarde junto a jotas, pasodobles y foxtrotts. En las bodas tocamos panderos con cintas y rosas. Después tiramos petardos y decimos “Viva la novia”, el novio no. Esto es lo que cantamos mientras desfilamos por las calles…

(Alan preguntó) –¿Porqué no hay más bodas?

– Al fin y al cabo el padre tiene que pagarle la bebida para 24 horas de fiesta o 48, para todo el pueblo. Se han cansado de pagar todas estas bebidas así que las canciones empiezan a desaparecer. Ahora es cosa de 3 ó 4 invitados y ahí acaban las cosas.

Discutieron y hablaron y cantaron dos canciones fuera de tono.

La música de la clase media ya está en disco en Hollywood y en todos los sitios. Pero esta máquina (su grabadora) puede adentrarse en las montañas y meterse en las casas y grabar las voces de la gente tan claras como en los discos de Hollywood para que todo el mundo lo oiga. Pero es necesario que pienses lo que vamos a cantar esta noche. Así que volvimos a cenar al hotel dejando a la gente que pensara lo que podían cantar.

Había un pueblo minero, Villaseca donde el 90% de la población no son naturales de estas colinas, como pasa en Kentaky. Había una pequeña carretera que subía 5 kms. y atravesaba el puente. Frente a estas casas los picos grises asoma el pueblo. La calle principal estaba embarrada, las casas parecían sacadas de la Edad Media. Había pequeños graneros sobre zancos de piedra sacados de algún oscuro pasado celta. La gente era rápida, sombría e inteligente, como los escoceses. El alcalde dijo inmediatamente que no había buenos cantantes, y tenía razón. Había un muchacho rubio y fantasioso y extraño que era tan delgado que las ropas se le caían, aparte de esto no sabía que se estaba quedando ciego y que su acordeón era la menos armoniosa desde tiempos de Adán. Había varias viejas señoras maravillosas que tocaron el tambor cuadrado. Había una multitud de chicas jóvenes a las que se las había dicho que proporcionaran sus favores libremente (que cantaran). Había una pareja de ancianos con bigotes y gran energía que mandaban a todo el mundo hacer cosas y canturreaban, como una pareja de hebreos.

Todos vinieron juntos entre la niebla andando por la calle embarrada y estrecha con sus calzados de madera y parándose con cuidado a la puerta de la posada y abarrotando la habitación alrededor del micro hasta que no quedaba aire para respirar, mirándome con caras perdidas y la mirada igual y oculta como la gente de Kentucky, cuyos amigos y familiares había regresado del país de las colinas para morirse de hambre en granjas pobres, así podrían beber agua de manantial y oler el aire limpio de la montaña pero se habían despertado para encontrarse atrapados en una mina de carbón y el agua negra que se vierte del manantial. Y estas casas de Lumajo tienen la misma expresión ya que siempre han sido pastores aquí en el valle más alto de León y ahora de pronto se ven hombres y mantener satisfechas a sus mujeres, y se han encontrado a si mismos enterrados vivos en las minas de carbón. La sorpresa hiriente y callada que muestran las caras de estos hombres jóvenes se veía en la música que todavía era simple música de pastores, pero ahora sin gracia, ahora torpe y horrible, como la mula del país que se quedaba ciega en las minas”.

Realmente, a pesar del comentario, la fuerza de la tradición en esta zona como en otras del país aún sorprende y hay que tener en cuenta que no siempre tuvo fortuna con los cantores o su repertorio el investigador americano. Algunas de las más bellas tonadas de pandero cuadrado y del baile del país, se han seguido recogiendo desde entonces a otros vecinos y en otras localidades, estando plenamente vigentes en muchas fiestas todavía.

Otro de los bailes sueltos antiguos que recogió Alan Lomax fue “el baile de los pollos” junto a algunas vaqueiradas y tonadas de ronda interpretadas en el habla local, el pachuezo, hoy desaparecido prácticamente de la jerga habitual y que se caracteriza por un sonido ch que sustituye al de doble l.

Cuatro chobos que baxaron por el vache de Chaciana

forun diciendo a Belmonte: cheite, chume, chino, chana.

Buen cuidado me da a mi que me corten un manteo,

porque chegando a cha chorza cha chorza cheva salero.

Dicen las del otru chao, que cantan mejor que nos,

esos son cuernos para echas que mejor cantamos nos.

Las brañeirinas de Robles dan el cheite a los galanes

ya luego baxan diciendo que lo maman los tenrales.

La “vaqueirada” es una tonada popular por toda la zona norte del país y a la que se le atribuye un origen montañés, procedente de Cantabria. Lomax anotó al lado del título la expresión “santanderese style” refiriendo una procedencia foránea de la canción. También grabó una garrucha en el acordeón de botones. El moderno acordeón diatónico o de botones penetró en toda esta comarca vinculado a la expansión de la minería en las primeras décadas del siglo XX y con él llegó también el baile agarrado, baile pecaminoso y prohibido en ese momento, que ocasionó muchos enfrentamientos entre los defensores del baile antiguo suelto (el baile del país o garrucha) y el moderno (pasodoble, vals y fox-trot) representado en primera instancia por este instrumento. Realmente este acordeón se extendió enormemente, sustituyéndose a mediados de siglo XX por una versión cromática de teclado, pero la fuerza de la tradición acabó por incorporarlo al repertorio antiguo junto a otros instrumentos tradicionales de la zona, recogiéndose esta versión del antiguo Baile del País con acordeón y panderos cuadrados, donde Pekín “el ciego”, algo destemplado, recrea la voz de las cantoras, transformando la melodía austera en una más ágil y melodiosa.

Laguna de Negrillos

Junto a los trabajos realizados “in situ” en diversas localidades españolas de Lomax hay otros registros conservados entre los documentos que pertenecen a algunos festivales folklóricos (Zaragoza y Palma de Mallorca en junio de 1952). Varios de estos contactos le sirvieron para recopilar interesantes testimonios en estos encuentros oficiales de los muchos que hacían en España en esos años. Registró varios momentos del afamado festival de Folklore de Mallorca (que aún sigue celebrándose en la actualidad) y junto a grupos de Córdoba, Gerona, Zaragoza o Burgos, grabó a los afamados danzantes de Laguna de Negrillos. También allí, coincidió con la agrupación folklórica de Val de San Lorenzo (León) que estaba constituida como coros y danzas, localidad a la que acudiría después para recopilar una interesantísima y amplia colección de tonadas, bailes y canciones del más auténtico sabor maragato.

Repite la dulzaina de Laguna de Negrillos como instrumento más característico para estas agrupaciones de danzas rituales en la zona, siendo los intérpretes locales, de profunda tradición. Los músicos ejecutan con dominio el repertorio, que en estas danzas rituales ha de ser fijo y de carácter marcado y perfecto (pues en eso radica la belleza de la danza) para lograr una perfección coreográfica, diferente a la libertad de ejecución que hay en los bailes populares. El dulzainero, presenta un estilo en cierto modo “leonés” heredado de una antigua tradición de floreo de gaita de fuelle, con escasa presencia de las octavas, a diferencia de repertorios segovianos o vallisoletanos y una característica ligazón de las notas, sin picados, puesto que generalmente la dulzaina en esta zona interpreta tonadas propias del canto.

Mención aparte merece la riqueza de matices que la complejidad de la caja o redoblante aborda en el pasacalles y que parece que llamó especialmente la atención al investigador ya que el registro musical en parte recoge largos fragmentos de esta procesión, donde destaca principalmente el redoble del tambor de parches de piel. Dos son las melodías de la propia danza de palos que se presentaron en ese festival, de las muchas que reúnen en su repertorio los danzantes de Laguna y que anualmente siguen celebrando con motivo de la festividad del Corpus Christi, dentro de una representación casi teatral donde desfilan acompañando a la Custodia Sacramental, diferentes personajes bíblicos y del santoral. Estos temas de paloteo no son los temas musicales más antiguos, desde luego, ya que parece corresponderse, por la música y por la letra, con canciones modernas de la primera década del siglo XX, pasodobles o cuplés. Esto revela, la constante costumbre de estas agrupaciones masculinas de renovar el repertorio continuamente y crear anualmente algunas danzas dentro del estilo del pueblo y que con el paso del tiempo pasarían a formar parte de la más arraigada tradición local.

Los ocho mozos acompañan durante toda la procesión a la Custodia donde se venera el Cuerpo de Cristo, danzando y tocando castañuelas sin parar con un pasacalles denominado “La Bailina”, que consta de dos partes: una en ritmo de 7/8 y otra en 2/4 donde priman los contrapuntos y cambios de acentuación, lo que requiere un perfecto dominio de la música y conocimiento de la danza por parte de los dulzaineros.

El periódico “Correo de Mallorca” recoge dos testimonios de las actuaciones de este grupo, realizadas el 26 y el 28 de junio de 1952 y el “Última Hora” cita textualmente “…Laguna de Negrillos inició el programa. Está integrado por hombres solos, ejecutó sus danzas con recio estilo, interpretando Diana del País, baile de las Castañuelas y Danzas Guerreras, de la que sobresalió por su tristeza y fuerte expresividad la segunda. Fue largamente aplaudida”. Las dos sesiones se hicieron a precios populares, 3 pesetas, para que pudiera acudir todo el mundo y a la hora de las clasificaciones el grupo obtuvo un premio, el Meritissimus Grado Máximo, entre los mejores clasificados. Los dulzaineros grabados fueron Santiago Matilla Valencia de 45 años y su hijo Demetrio Matilla de 15 años a la caja, que interpretaron la diana, “la Bailina”, dos danzas de palos y el baile de la procesión “para delante”.

Las grabaciones maragatas: Val de San Lorenzo, Castrillo de los Polvazares, Santa Catalina de Somoza y Villalibre de Somoza

Alan Lomax había coincidido en junio de 1952 en el festival de Palma de Mallorca con el grupo de baile de Val de San Lorenzo. Esta localidad, con fuerte rasgos locales, tenía costumbre, como otras localidades leonesas, de participar como grupo organizado y ataviado al estilo del lugar en actos costumbristas, entregas de premios, jornadas culturales, visitas de autoridades y festivales folklóricos desde finales del siglo XIX. En aquel festival folklórico pudo admirar los bailes, tonadas y canciones que a buen seguro agradaron a nuestro investigador hasta el punto de concretar una visita para el mes de noviembre de ese mismo año. Una vez allí mediante el contacto con Don Isaac Feliz Blanco, maestro de Capilla de la Catedral de Astorga y Don José Silva Geijo pianista astorgano, registró a primeros de noviembre multitud de documentos sonoros a los más famosos intérpretes de la zona, el tamborilero Aquilino Pastor y la familia Geijo Alonso.

La figura del tamborilero o “tamboritero” es imprescindible en la tradición maragata. Su figura, referente continuo en el folklore leonés, es casi heredera de los maestros de danza palaciegos que, como verdaderos profesionales de la danza y de la música enseñaban y transmitían este arte, conocedores como pocos de los bailes y danzas de la tierra. Aquilino Pastor (y comenta Concha Casado sobre él) fue, debido a su longevidad y a lo virtuoso de su toque, uno de los mejores y más populares tamboriteros que se recuerdan. Tamborilero de Santa Catalina de Somoza, murió con 102 años en 1991 (cuando lo conoció Alan Lomax tenía 63 años). Tocaba desde los diez años y aprendió a tocar de su padre. Aquilino era sastre en su pueblo y uno de los más valorados tamboriteros maragatos. Todos los pueblos de la comarca conocieron su arte y su estilo y supo conservar y trasmitir lo más puro y genuino del folklore maragato. En su pueblo natal, Santa Catalina, se conserva el busto en piedra de Aquilino Pastor, homenaje que se le hizo a este gran tamboritero maragato en el año 1986.

Lomax tuvo la suerte de oírle el 3 de noviembre 1952 en una localidad cercana, en Castrillo de los Polvazares, bellísima estampa de pueblo que conserva todo su casco urbano con una perfecta y antigua arquitectura popular y donde siendo niño, Aquilino, con diez años, hizo su primera actuación. De él comenta Lomax: “Aquilino un sastre de comercio que viaja a través de todas las aldeas próximas y que toma las pedidos para las ropas. En determinados días él toma su flauta y tambor en la calle y camina a través de la ciudad entera que toca la alboreada con una muchedumbre de los muchachos pequeños que saltan adelante y detrás”.

El repertorio registrado en esta ocasión representa el clásico repertorio de baile: el corrido, la entrada, la dulzaina, las boleras y la jota, además de una alborada, la Peregrina y una ronda. Son por ello más interesantes los temas en los que el tamboril y la flauta acompañan al grupo de voces, dada la rareza de los registros de este tipo, casi únicos. Prácticamente la costumbre de cantar afinados ambos instrumentos –voces y chifla– ha desaparecido en la actualidad debido a su dificultad en la ejecución como otros muchos temas de la tradición no sólo leonesa, sino de toda la comunidad, que requieren un conocimiento grande de la tradición, de los estilos, modos y maneras, nada fáciles y una cierta gracia en la ejecución. Los cantores interpretaron una versión de Los Sacramentos de Amor y un interesantísimo romance de trabajo, La Bastarda y el Segador.

Lomax anota a su llegada: Val de San Lorenzo es el más tradicional de todos los pueblos maragatos. Las canciones de boda aún se cantan en las bodas de dos días. Todavía son bien interpretadas con varios estilos distintos y todo tipo de bailes folklóricos tradicionales. Los cantos de trabajo se cantan en el campo y en las ruecas. Todo lo siguiente procede de una conexión familiar…

Esta visita al Val, aún es recordada en la zona, siendo una de las primeras encuestas realizadas por musicólogos, lingüistas, filólogos o folkloristas a la familia Geijo Alonso. Los personajes protagonistas en esta encuesta siguieron atendiendo y trasmitiendo sus saberes a todos y cuantos investigadores se acercaron años después a casa de Dolores, su madre Antonia y su tía Carolina Geijo y desde la visita de A. Lomax pasaron por su casa García Matos, Diego Catalán y el Seminario Menéndez Pidal, José Manuel Fraile Gil y todos los grandes etnógrafos y etnomusicólogos de este país.

Dolores Fernández Geijo, (y comenta nuevamente Concha Casado) la tejedora, ha sido hasta su muerte en enero de 2002 un testimonio muy singular de las tradiciones de su tierra, la Maragatería. Guardaba una memoria muy viva de la canción tradicional, que había heredado de su madre, Carolina y de su tía Antonia y que habían sabido trasmitir a lo largo de sus vidas. Tocaba muy bien la pandereta con la que solía acompañar las canciones. Trabajó siempre, desde muy joven hasta su muerte, en el telar manual de lanzadera y tejía las tradicionales mantas del Val de San Lorenzo. Sabía preparar muy bien la lana y el lino. Era una excelente tejedora y una mujer en la que se aliaban la sensibilidad y el entusiasmo, la acogida y la generosidad en la transmisión de sus conocimientos y del que disfrutamos todos los que nos acercamos hasta su casa en el Val.

Antonia Geijo de 60 años y Dolores Fernández Geijo, de 28 años de edad en aquel año, cantaron el 3 de noviembre de 1952 para Lomax “Sentaivos casada”, “Viva la novia” y “Entra niña” como cantos de la boda de la mañana además de los de acompañamiento a la casa, después de la ceremonia, varias tonadas de siega y de la maja del centeno, dos nanas, dos villancicos (El Niño perdido y el Castillo de la Virgen), el romance de la Boda estorbada, la ronda “Pumba dale” y varios bailes de jota, la entrada, numerosos corridos y el “mis-mis”.

Gracias a estos registros apreciamos cómo la misma tonada lírica vive en variantes aun dentro de la misma familia que la ha cantado durante años. Los mismos temas de hace cincuenta años se presentan diferentes en las grabaciones de los últimos años, con diferentes edades de las cantoras y advirtiendo cada una un estilo a pesar de haberlos oído dentro del mismo entorno, mostrando la riqueza de todas las variantes de nuestra tradición oral.

Pocos datos conocemos de las grabaciones de Villalibre de los días primeros de noviembre. En este pueblecito maragato al oeste de la cercana Astorga, contactó con Manuel Cordero, que actuó como “director de una coral” o coro popular del joven grupo de mozos y mozas, que interpretaron media docena de rondas y algunos temas del baile (la jota y “la entrada”). Algunas de estas rondas presentan un estilo de canto común extendido por otras comarcas arcaicas de Castilla y León, Aliste (Zamora), Sierra de Gredos (Ávila) y la Montaña de Palencia, donde impera una arcaica polifonía basada principalmente en la subida de la octava de una parte del coro y la persistencia de algunas notas neutras o atemperadas ya muy perdidas.

Varios temas de Villalibre se acompañan de tamboril y flauta de tres agujeros, aunque con menos fortuna que en el caso del señor Aquilino. No es fácil acompañar el canto con este instrumento. Nuevamente insiste nuestro investigador en las duras condiciones de vida de la zona, la pobreza del terreno, los contrastes climáticos y la generosidad de sus vecinos: “Ninguna de la gente en este grupo sabía música, y muy poca de ella podría escribir o leer. Es este un lugar de miseria y desgraciada pobreza pero de gran calor de corazón”. Adelaida Fuente, María Morán, Evangelina Morán, Nieves Fuente, María Luz Arce, Paz Mendaina, Emma Alonso, Milagros Martínez, Remedios Furones, Manuel Cordero, José Morán, Paulino Arce, Aquilino Fuente, Ángel Furones y Toribio, interpretaron las rondas de alborada: “A las tres de la mañana”, “Chalanero”, “Las cadenas”, “Carcelera, carcelera”, “Canta compañero, canta” y dos jotas.

Lomax publicó una amplísima selección de las grabaciones españolas (11 LPs) con la firma discográfica Westminster. Probablemente para responder a esta publicación y a su incursión en España, en 1956 García Matos y los técnicos de la casa Hispavox emprendieron la larga campaña de grabación, culminada en 1959 con la publicación de la Antología del Folklore Musical de España.

1959. LA MAGNA ANTOLOGÍA DE GARCÍA MATOS

El profesor Manuel García Matos (1912–1974) musicólogo, investigador y catedrático del Real Conservatorio de Madrid, por encargo del Estado Español empezó a trabajar desde 1956 en una amplia obra bajo el epígrafe de Antología del Folklore Musical de España interpretada “por el pueblo español”. La Primera selección antológica de sus grabaciones se publicó bajo los auspicios del Consejo Internacional de la Música de la Unesco siendo editada en 1959 en un estuche con cuatro Lp´s. En ellos aparecían una ronda “los labradores” interpretado por Dolores Fernández, del Val. En 1970 se editó una segunda selección formada por 4 discos más donde aparecía un baile corrido, con flauta de tres agujeros por Luis Cordero Geijo, también del Val.

En 1979 se edita la Magna Antología del Folklore Musical de España, cinco años después de morir Matos con 17 discos y con una introducción de su hija María del Carmen García Matos. Aquí figuran los dos temas anteriores y tres más de la misma localidad (Canción de siega, Canción de quintos y Rogativa y bendición de campos). Pero la fundamental labor de G. Matos en el Val y en la maragatería quedó impresa en partitura a raíz de una primera campaña intensa de recopilación que realizó en el Val, Quintanilla de Somoza, Santiagomillas y Valdespino de Somoza, con algunas transcripciones sueltas también de Noceda del Bierzo, Astorga, Castrillo de la Valduerna, Tejedo de Ancares y Matarrosa. En esa primera visita de 1951 logró reunir 190 documentos musicales, para la llamada Misión nº53 de Instituto Español de Musicología. Posteriormente volvió en 1955 para realizar las primeras grabaciones sonoras para su antología.

Habría que esperar a los años sesenta para conocer las primeras ediciones discográficas, no ya de registros procedentes de la tradición oral directa, sino las versiones de intérpretes conocidos, agrupaciones corales, bandas y sobre todo el inicio del movimiento “folk”. A finales de esta década se produce el desarrollo coral leonés vinculado a las figuras de compositores y arreglistas como Felipe Magdaleno, Odón Alonso o Faustino Martínez dirigiendo los coros bercianos. Los viejos papeles de los cancioneros Berueta, M. Fernández Núñez, Rogelio Villar, Juan Alvarado y Albo, la Sección Femenina y las recopilaciones de los propios directores de los coros vuelven a la vida en el Orfeón Leonés, la Coral Isidoriana o Solera Berciana, junto a diferentes coros astorganos, herederos del decano Orfeón Leonés o la Masa Coral Bañezana, fundado el primero en 1886 y la segunda en 1923.

La coral Isidoriana es desde luego la más prolífica en conciertos, armonizaciones y sobre todo en la edición de Lp´s desde los años sesenta, gracias al trabajo desde 1962 de su fundador y director, el Pbo. Felipe Magdaleno natural de Castroverde de Campos (Zamora). En 1981, vio la luz el primer disco de larga duración del Orfeón Leonés, que recoge varias piezas musicales de carácter regional leonés y el Himno a León (letra de Pinto Maestro y música del Maestro Odón Alonso).

En estos primeros años de la década de los sesenta y setenta los registros sonoros de tradición oral están vinculados a la persona de Marcelino Cuevas, periodista leonés, director y documentalista de numerosos programas radiofónicos de temática tradicional. El desarrollo de la técnica en esos años, los aparatos grabadores como el uher, nagra para carretes de cinta, los tocadiscos, otros soportes musicales varios y la radio hizo que se ocupara una parte de las discotecas y de los programas locales de radio con temas de tradición, canciones y vivencias de los pueblos y música folklórica. En 1961 se emitía el programa “La voz de León” de Rne dirigido por M. Cuevas junto al poeta José Luis Chiberto, quienes recorrían las cabeceras de los partidos judiciales entrevistando a músicos y vecinos. De aquella campaña se conserva una hora de grabación de algunos músicos populares junto a otros de los coros y danzas que en esos años funcionaban. En 1971 el equipo formado por Manuel Jular, Andrés Luis Rodríguez y nuevamente Marcelino Cuevas emite el programa “El grajo” durante seis meses y con una emisión semanal en casi todas las emisoras de la provincia, en Radio Popular y Radio Cadena Española. Se realizaba desde la agencia de publicidad “Rodríguez y Jular” que tenía además estudio de producción siendo patrocinado por la entonces Caja de Ahorros de León. Se recorrieron diferentes pueblos y entre ellos Corporales de Cabrera, que quedó ganador en el concurso que entre todos los pueblos se hacía, pues en las emisiones los pueblos procuraban mostrar lo mejor de su folklore. Con aquel dinero se acometió la traída de aguas a Corporales y se organizó un festival folklórico con algunos cantores de los programas y el grupo ganador que había recuperado la danza del rey Nabucodonosor. El jurado estuvo formado por Odón Alonso (padre) y varios diputados provinciales y con motivo del evento se instauró un desfile de carros engalanados que continúa hasta la actualidad. Manuel Jular además se encargaba de dibujar los trajes de esos pueblos que luego se publicaban en el diario de León, lo que resultaba un auténtico equipo de recuperación etnográfica.

A partir de 1972 se emite nuevamente “El grajo”, durante siete años hasta 1979 en un nuevo equipo formado por Fernando Llamazares, Eloy Vázquez y Marcelino Cuevas. El propio Marcelino, ya en solitario, acomete en Rne en 1998 hasta 2001 la emisión de “Vivir León” con la misma idea, la de entrevistar a las gente del medio rural y registrar sus canciones y algunos usos y costumbres. De estas últimas etapas se conservan más de 30 horas de grabación, con centenares de tonadas, melodías y las variadas entrevistas. El afán de divulgación de Marcelino Cuevas de la cultura tradicional leonesa, desprendido y generoso, hizo que se facilitaran muchas de las grabaciones de esos años a diferentes colectivos folklóricos leoneses y a etnomusicólogos que las utilizaron en su trabajo y en la edición de sus cancioneros. Las restantes grabaciones que se conservan acabarán esperamos, en el archivo musical de Rne.

Volviendo a los años setenta, el trabajo sobre la tradición inaugurado por Joaquín Díaz a partir de 1968 con sus recopilaciones y la edición de discos, promovía en España una iniciativa con el desarrollo de colectivos que veían en la música tradicional un medio popular de expresión, en un intento de restaurar la tradición perdida y que ocasionalmente se utilizó como elemento activo frente al movimiento político vigente. Aunque eran varios los cancioneros leoneses con partituras de melodías o tonadas fue siempre más grato volver la vista a los pueblos, para tomar o “recoger” las canciones de manera directa sin las partituras intermediarias que muchas veces confundían en ritmos y tonos las canciones reales, difuminando la esencia, su gracia y personalidad. La mayor parte de las recopilaciones de esos años de grupos de danza, grupos folk, particulares y curiosos son de tipo ocasional casi anecdótico (excepto la programación de “El grajo” y algunas campañas de Concha Casado): grabaciones en una bodega, en una reunión de amigos, una tarde de fiesta en un pueblo a diferentes personas quienes cantaban los temas de forma libre, sin seguir un criterio recopilatorio y sin un sistemático modelo de encuesta. Sin embargo se crearon momentos y situaciones muy importantes para los investigadores posteriores, que ya tenían en cierto modo abierto el camino. Esas recopilaciones, aunque se registraran en situaciones atípicas, sin medios, etc., son ahora más que nunca importantes, fundamentales y valoradas. En esas incursiones, la búsqueda se perfilaba hacia canciones básicamente animadas o picarescas para los discos o bailes para el escenario, puesto que el fin documental no existía, primando el sentimiento lúdico, estético y artificioso en todo momento. En este sentido hubo géneros, como el romancístico, el religioso o las tonadas procesionales que resultaban muy largos y aburridos para una edición discográfica y tampoco tenían entrada en una actuación de un grupo de baile. Quedaron así muchos géneros en el olvido, por esta falta de preparación de los encuestadores que no conocían bien la tradición oral leonesa, como también pasaba con muchos de los grupos de folklore del resto de la comunidad de Castilla y León. Citamos en ese momento –1973– a dos grupos musicales representativos del llamado movimiento folk como “Hierba del Campo” o “Barrio Húmedo” como pioneros de estas recopilaciones o trabajos de campo en el despertar de la tradición leonesa.

El repertorio instrumental y vocal también estaba muy recortado y empobrecido en estas visiones folk, pues la riqueza de géneros, la complejidad instrumental de los viejos gaiteros, tamborileros y pandereteras sobrepasaba con creces las capacidades interpretativas de muchos de los jóvenes músicos dedicados hacia la temática del folklore de esos años que volvían su mirada a los repertorios autóctonos, a pesar de su entusiasmo. Esta situación se mantuvo dos décadas todavía hasta la creación de las escuelas de folklore en algunas provincias aunque no siempre resultaron efectivas en calidad interpretativa.

En 1975–1976 destaca la primera campaña de recopilación realizada por Concha Casado y Eusebio Goicoechea en toda la provincia que recoge seis horas de grabación con cerca de 120 temas de todo tipo y con una amplia visión instrumental (panderos cuadrados, panderetas, gaita de fole, dulzaina, flauta de tres agujeros, castañuelas, tambores, etc.). Una selección de estas grabaciones, escasamente 45’, fue editada en cassette adjunto al libro “León”, en la editorial la Muralla en 1976. El fondo íntegro se conserva en la Fundación “Joaquín Díaz” de Urueña (Valladolid) y reúne los registros, realizados de manera comarcal, de Val de San Lorenzo, Alija, Prioro, Corporales, Carrizo de la Ribera, Saceda, Bercianos del Páramo, Cacabelos, San Lorenzo, Posada de Valdeón, Peñalba de Santiago, Ponferrada, Cobrana, Suertes de Ancares, Villablino, Sosas de Laciana, Villager de Laciana, Piedrafita de Babia y Otero de las Dueñas.

Tres años después salía a la luz el Lp “Música de las tierras maragatas: Teleno” dedicado por entero a la figura de excelente tamboritero maragato Aquilino Pastor, con el acompañamiento al canto y a la pandereta de la no menos famosa Dolores Fernández Geijo, del Val con un registro de los temas más característicos del baile y otras tonadas de la tierra. Este Lp podíamos considerarlo la primera grabación sonora íntegramente dedicada a la figura de un músico popular leonés pues hasta 1986 la casa Saga de Madrid no editaría la cassette dedicada al conocido dulzainero Víctor de la Riva y su redoblante Nicolás.

A partir de los años ochenta y bajo diferentes intereses empieza una recopilación folklórica más o menos organizada y más o menos intensa, donde muchos investigadores y etnógrafos y otras personas vinculadas a colectivos de indumentaria y baile popular se plantean una revisión de los patrones heredados de tiempo atrás. Coincide además con un regreso al medio rural (aunque solamente de manera ficticia) en algunas provincias de Castilla y León, donde músicos de grupos de folk, investigadores y algunos grupos de danzas de Zamora, Burgos y León primeramente se dedican a la recopilación (poco formada pero con resultados muy valiosos) de materiales etnográficos de todo tipo, materiales, gestuales y orales.

Habría que citar a partir de esos años a colectivos pioneros como los grupos folk en León (La Braña, Plaza Mayor, Aldaba) grupos de bailes regionales como “Reino de León” con Javier Emperador, Miguel Ángel Barrientos en el grupo de Crémenes, Cistierna y el primitivo grupo de Coros y danzas de León, Parva y Sosiega, el grupo San Miguel de Bailes y costumbres de Laciana o el de Alija del Infantado que realizaron diferentes campañas de actuación. Estos colectivos realizaban sus registros en los primeros videos domésticos y en cassettes grabadores que empezaban a comercializarse de manera más asequible, especialmente desde la casa Sanyo y que quedaban como fondo documental, pues raramente se utilizaban para ediciones y publicaciones.

EL SEMINARIO MENÉNDEZ PIDAL

A partir de 1977 el grupo de lingüistas, romancístas y filólogos formado por Diego Catalán, Ana Valenciano, J. A. Cid, Paloma Montero, Flor Salazar, Teresa Catarella, Thomas Lewis, Madeleine Shuterland, Jane Aiko Yokohama, Suzanne H. Petersen y otros en sus intentos de revitalizar los estudios del romance en la Península Ibérica, siguiendo la corriente documentalista de Menéndez Pidal, inauguraron una serie de seminarios, encuestas y publicaciones donde ponían de manifiesto la vigencia, vitalidad e interés de esta literatura. Se realizaron las primeras encuestas amplias sobre romances en tierras norteñas (la llamada encuesta Norte–77) (León, Cantabria y Palencia principalmente) desde el Archivo y Seminario Menéndez Pidal de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid para lo que se llamó AIER (Archivo Internacional Electrónico del Romancero, aunque actualmente las siglas también se corresponden con la Asociación de Instaladores Electricistas de La Rioja) en un intento de recoger y transcribir los textos que aún quedaban en la memoria colectiva. En esa primera encuesta norteña, realizada entre el 8 y el 28 de julio, en busca de versiones romancísticas (se localizaron cerca de 3.000 en total) y en León se recorrieron las localidades de Almarza, Las Bodas, Buiza de Gordón, Cabornera, Candanedo de Fenar, Candín, Casasuertes, Escaro, Espinosa de la Ribera, Fresnedelo, Geras, Gete, Manzanedo de Torío, Noceda, Paradilla de Gordón, Pereda de Ancares, Pontedo, Peredilla, Portilla de la Reina, Prioro Puente Almuey, Puente de Alba, San Martín de Valdetuéjar, Siero de la Reina, Soto de Valderrueda, Trascastro, Valmartino y Villaboñe. Un total de 32 pueblos cercanos a las cabeceras de Boñar, Guardo, Riaño, León y Ponferrada. Desgraciadamente el interés se centraba en los textos romancísticos, no en las melodías ni sus circunstancias o usos, motivo por el que no siempre se grabaron los temas. A veces solamente se pedía a los cantores que recitaran los temas y siempre se excluían los temas no romancísticos, canciones de boda, bailes, rondas, etc., con lo que se perdió un amplio patrimonio oral leonés.

Los resultados de esta primera encuesta convencieron al Seminario del interés del romance en León y se empezaron diferentes proyectos para abarcar durante campañas sucesivas diferentes provincias españolas, entre las que se encontraba la provincia de León creando el ASOR (Archivo Sonoro del Romancero). Las nuevas campañas se realizaron en 1979 en Fornela y Ribas del Sil únicamente, visitando quince localidades (Guímara, Chano, Faro, Peranzanes, Cariseda, Fresnedelos, Anllariños, Matalavilla, Susañe, Valseco, Villarino, Páramo del Sil, Santa Cruz, Sorbeda y Rabanal de Arriba). En el año 1980 se recorrió el occidente de León y Asturias, como prácticas sobre un curso intensivo sobre la investigación del romancero oral impartido por este seminario en Segovia. Se visitaron 61 localidades entre las que se encontraban algunos pueblos del Valle de Laciana (Rioscuros, Robles, Villar de Santiago, Villaseca de Abajo, Lumajo), Babia (Lago de Babia, Majúa, San Emiliano, Villargusán, Genestosa, Torrebarrio y Torrestío), Luna (Abelgas de Luna), Los Argüellos (Cubillas y Casares, Viadangos de Arbás, San Martín de la Tercia y Rodiezmo), Ribas de Sil (Palacios del Sil, Matalavilla, Valseco, Susañe del Sil, Corbón), La Fornela (Peranzanes, Guímara), Espinareda (San AMrtínd e Moreda, Burbisa), Toreno (Librán, Pardamaza, San Pedro de Mallo, Santa María de Sil), Boeza (Castropodame, Lozasa y Boeza) , Ponferrada (Ponferrada, Molinaseca, Riego de Ambrós), Carucedo (Médulas), Omaña (Murias de Paredes, Senra, Lázado, Villanueva de Omaña, Fasgar, Vegapujín, Posada de Omaña, Torrecillo, Omañón, Marzán, Guisatecha, Riello, Velilla, Bonella, La Urz), en La Cepeda (Brañuelas y Villameca), Maragatería (Rabanal del Camino, Pobladura de la Sierra, Villar de Ciervos), La Valdería (Castrocontrigo), Campos (Valderas), Riberas del Cea (Villamartín de Don Sancho). Se obtuvieron un total 104 cintas cassettes con 2.000 versiones de romances, la mitad procedentes de terrenos leoneses.

En 1981 la campaña romancística se realizó en Zamora y desde ahí los lingüistas se acercan a la zona La Valdería, Jamuz y Las Cabreras (San Esteban de Nogales, Castrocontrigo, Calzada, San Felix, Torneros y Priaranza de la Valdería, Torneros de Jamuz, Tabuyo del Monte, Priaranza de la Valduerna, Villar de Golfer, Luyego y Quintanilla de Somoza, Truchas, Truchillas, Odollo, Sigüeya, Iruela, La Baña, Lomba, Silván, Baillo y Corporales) recogiendo un total de 101 cintas con 450 versiones de romances leoneses. En 1982, la campaña realizada en Orense se extiende hacia algunas localidades de la parte del Bierzo: Selmo (Oencia, Cabarcos, Portela de Aguiar, Friera y Cabeza de Campo), Carucedo (Vega de Yeres, Yeres, Castroquilambre, Robledo de la Sobrecastro, La Barosa, Carucedo, Las Médulas, Borrene y La Chana), Ponferrada (Paredela de Muces, Villanueva de la Valdueza, Bouza y Valdefrancos), Cacabelos (Arborbuena, Quilós, Carneda, Arganda, San Miguel de Arganda y San Juan de la Mata) y nuevamente La Cabrera (Pombriego, Sotillo, Benuza, Corporales, Baillo, Iruela, Truchas, Truchillas, La Cuesta, Valdavido y Cunas). Se grabaron en esa encuesta 92 cassettes en ambas provincias con 600 versiones de romances leoneses. En 1983 las encuestas del Seminario tuvieron su base en Guitiriz (Lugo). Uno de los equipos viajó a Balouta, aunque no obtuvieron romances, pero en Mirón (Lugo), registraron una versión de Ponferrada a través de un “desplazado”. Una nueva campaña, denominada Proyecto Tradiciones Orales Leonesas se desarrolló a partir de 1984 y hasta 1988. En 1984 se registran otras 22 cassettes con 270 romances procedentes de La Cepeda, El Páramo, Maragatería, Oteros del Rey, Riberas del Cea, Órbigo Alto, visitando Matachana del Bierzo, Culebros, Villameca, Sueros, Villameriel, Escuredo, Aterra, San Martín de Falamosa, Omañas, Pedregal, San Román de los Caballeros, San Cristóbal de la Polantera, Posada de la Valduerna, Quintanilla de Combarros, Herreros de Jamuz, Bustillos del Páramo, La Cándama, Santa Colomba de Curueño, Cerezales y Vegas del Condado, Santa María del Monte Condado, Mellanzos, Valdesaz de los Oteros, Castromudarra, Villaverde de Arcayos, Villamartín de Don Sancho y Villamizar.

En 1985 se registra la última gran encuesta leonesa que también se englobó, como todas en el proyecto del DEAPHR (Description, Editing and Análisis of the Pan-Hispanic Romancero) donde se desarrolló el 4º curso intensivo teórico–práctico sobre investigación del romancero oral, organizado en la Universidad de León con apoyo del comité conjunto Hispano-Norteamericano para la Cooperación Cultural Educativa. El numeroso profesorado y alumnado hizo que fueran varios los grupos de encuesta que se crearon para recorrer la provincia de León en ese verano. En esta gran encuesta se obtuvieron romances nada menos que de 319 localidades entre otras Magaz de Cepeda, Valdemanzanas, Finolledo, Langre, Busmayor, Castañeiras, Espanillo, Curillas, Ocerdo, Paladín, Acisa de las Arrimadas, Retuerto, Fojedo, La Sota de Valderrueda, Sahechores, Lois, Salamón, Tolibia de Arriba, Marzán, Cospedal, Truébano, etc. Todo ello culminó con la publicación en 1991 de los dos volúmenes del Romancero General de León, a cargo de Diego Catalán y Mariano de la Campa, donde se seleccionaron los temas y las versiones más interesantes recopiladas junto a versiones anteriores desde los primeros textos recopilados por Juan Menéndez Pidal en1899.

A partir de mediados de los ochenta otros investigadores colaboradores del Seminario, alumnos o profesores iniciaron algunas campañas de recopilación, como el caso de Jesús Serrano y Simona Fernández quienes en 1985 reunieron en Tejerina otras siete horas de grabación de romances locales, fuera de estas campañas del Seminario. Investigadores como Julio Camarena, Judith Seeger, José Manuel Fraile Gil o José Manuel Pedrosa participaron en estas campañas de manera ocasional y posteriormente siguieron recopilando información de estas zonas de una manera más completa y amplia, especialmente en Salio, Villamunío y Villamarco. La labor de estos dos últimos especialistas es señaladamente importante puesto que entre su fondo particular de trabajo de campo realizado en toda España, se cuentan cerca de un centenar de horas de grabación procedentes de diferentes pueblos de la provincia con todo tipo de documentos, no solamente romancísticos.

El filólogo y lingüista José Manuel Pedrosa reúne unas 60 horas de grabación sobretodo de los años 1989 y 1990: Villamuñío (6 horas), Villamarco (3 horas), Los Barrios de Gordón, Villacorta, Tejerina, Prioro (2 horas), Morgovejo, Candin (3 h.) Pereda (3) Suertes (2) Espinareda, Tejeda de Ancares, Sorbeira, Veguellina de Órbigo, Hospital de Órbigo, Pobladura y Casares de Arbas (varias horas en 1990). El investigador José Manuel Fraile Gil ha desperdigado su trabajo en las localidades de Portilla de la Reina, Val de San Lorenzo (1983), Salio, El Ganso, Lucillo, Filiel, Val de San Román, Benllera, Villamanín, Valle del Fornela, Palacios del Sil, Llamas de la Ribera, Casares de Arbás y Velilla de la Reina con un total aproximado de unas 50 horas de grabación.

En ese mismo año, 1985, se crea en Valladolid el fondo sonoro del Centro Etnográfico, dirigido por Joaquín Díaz y poco después su sede definitiva (de momento) en la localidad de Urueña (Valladolid), como Fundación “Joaquín Díaz”, donde se empezaron a reunir diferentes grabaciones realizadas en toda la comunidad por su directos y otros muchos investigadores, haciendo acopio de todo tipo de registros sonoros y visuales, nacionales e incluso internacionales relacionados con la tradición española o la música folklórica en general.

FONDO SONORO DEL A.T.O. ARCHIVO DE LA TRADICION ORAL DE LA FUNDACIÓN “JOAQUÍN DÍAZ” DE URUEÑA (VALLADOLID)

Este centro está dedicado al estudio y a la divulgación de la cultura tradicional de ámbito español. Aquí se conservan los registros sonoros españoles más antiguos de tradición oral, los realizados por K. Schindler en 1932 y los posteriores de Lomax en 1952, junto a otros registros procedentes de trabajos de investigación de musicólogos, documentalistas, filólogos o simplemente curiosos que han ido depositando su obra o parte de ella en la Fundación, para su consulta y estudio.

En el fondo leonés se conserva la denominada Encuesta de los Ancares leoneses realizada por Concha Casado, Joaquín Díaz y ocasionalmente por J. L. Alonso Ponga, durante la primavera y el otoño de 1987. Fue una campaña dirigida desde el Ministerio de Cultura para actuar sobre algunas zonas deprimidas españolas en diferentes aspectos culturales en general (ayuda a artistas locales, edición de discos, libros, etc.). El estudio fue encargado por el proyecto Cultural Campo Ancares promovido por la Dirección General de Cooperación Cultural del Ministerio de Cultura, la Junta de Castilla y León y la Diputación Provincial de León. Una parte se destinó a la recuperación etnográfica y dentro de ella a la edición de material sonoro y costumbrista, conservándose cerca de 30 horas de grabación en audio y algunas más en video de diferentes aspectos de la música y las costumbres ancaresas, editando un Lp con versiones romances y canciones cantadas por Joaquín Díaz y otras de diferentes cantores de la zona. Las localidades en las que se recogieron materiales fueron: Vega de Espinareda, Trabadelo, Sorbeira, Cantejeira, Teixeira, Villar de Acero, Balboa, Paragís, Burbia, San Antón de Penoselo, Candín, Pereda, Pumarín, Lamagrande, Abustarga, Aira da Pedra, Campo del Agua, Suertes y Villaxubil. La recogida de datos fue grande y abarcó todos los aspectos de la tradición: el folklore musical, (canciones, romances, bailes, etc), costumbristas (fiestas, indumentaria, ritos, oficios) y mentalidades (religiosidad, medicina popular, lengua, etc.).

Importante en este archivo son los registros realizados por Amador Diéguez Ayerbe en su querida comarca berciana. En el A.T.O. están también muchas de sus grabaciones desde los primeros registros de 1976 incluidos en el libro León, Ed. La Muralla y los publicados en Etnografía y folklore de las comarcas leonesas: El Bierzo de J. Luis A. Ponga y A. Diéguez Ayerbe. Santiago García, ed. Caskabel, 1984. Hay además otros registros enviados por él mismo, hasta completar un total de tres horas con más de 250 temas procedentes de Ponferrada, Toreno, Oencia, Noceda del Bierzo, Peñalba de Santiago, Portela de Aguiar, Pradilla, San Cristóbal, Cubillo, Quitós de Villabuena, Vega de Valcárcel, Villabuena y San Juan de Paluelas, Cueto, Otero, Espanillo, Cabañasraras, Cortiguera, Hornija, Villavieja, Fornela, San Pedro de los Montes, Barjas, Fuentes Nuevas, Noceda, y Albaredo, San Pedro de Montes, Corullón, Bembibre, Fornela y Llamas de Cabrera.

Son especialmente importantes, por la calidad de los intérpretes los registros sonoros de Eusebio Goicoechea y Concha Casado, realizados en los meses de julio y agosto de 1976 en cinta de carrete abierto. Un total de 6 horas con cerca de 150 canciones procedentes de Val de San Lorenzo, Alija, Prioro, Corporales, Carrizo de la Ribera, Saceda, Bercianos del Páramo, Cacabelos, San Lorenzo, Posada de Valdeón, Peñalba de Santiago, Ponferrada, Cobrana, Suertes de Ancares, Villablino, Sosas y Villager de Laciana, Piedrafita de Babia y Otero de las Dueñas (León). Algunos de estos temas se editaron en la obra La Muralla. Vida y cultura españolas, Madrid, 1977.

Destaca también la campaña realizada por Concha Casado, Joaquín Díaz y J. L. Alonso Ponga en 1983 sobre el teatro popular en las Pastoradas y Autos de Reyes. Algunos de estos registros fueron editados en una cassette con el amplio estudio de los investigadores en la obra preparada por Santiago Editor, Autos de Navidad en Castilla y León en 1983. Se grabaron y se localizaron otras grabaciones anteriores de pastoradas y algunos autos de reyes procedentes de Laguna de Negrillos, Alcuetas, Villabraz, Ribera de la Polvorosa, Mansilla de la Mulas, Matadeón de los Oteros, Villamarco, Joarilla de las Matas, Valverde Enrique, Garfín de Rueda, Pedrún de Torío, Rucayo, Riosequino de Torío, Gordaliza del Pino y fragmentos de las obras de Boñar y Pallide.

En el fondo de la Fundación se registran además otras grabaciones de estos etnógrafos y otras donaciones y grabaciones familiares, trabajos de fin de curso, de carrera, tesis doctorales o campañas que desde la propia entidad se han realizado desde 1989 por especialistas y colaboradores. Un listado de los recopiladores y las localidades de las que proceden los materiales es el siguiente:

Concha Casado Lobato. Grabación de Gordaliza del Pino (León), 1992.

Joaquín Díaz. Registros de Valverde Enrique, en 1982; San Miguel de Laciana a Melchor Rodríguez Cosmen, en 1984; Adelino Rodríguez de Ponferrada en 1984 y a Moisés Liébana en 1984.

Misa de Funeral por Octavio Álvarez en Sabero, 1964.

José Luis Puerto y María Campos. Garfín de Rueda, 1988.

Jesús Fernández y Gonzalo Balbuena. Carande, 1983.

José A. Reguera y Covadonga González Cobos. Velilla de la Reina, 1985.

Raquel Cadenas y Felipe Fernández. Pereda de Ancares, 1987.

Rosa Iglesias Madrigal. Val de San Lorenzo, enero de 2000. Repertorio religioso.

David Álvarez Cárcamo. Guisatecha de Omaña, julio de 1999.

Celestino Huerga Zotes. Mozas y mujeres de las localidades de Villamarco, Villamor, Grajalejo, Santas Martas, San Román y Villamoratiel de las Matas y Ribera de la Polvorosa, mayo de 1982.

Entrevista a Alfredo González de 70 años (rabel y acordeón de botones) por el grupo Grupo “Parva y Sosiega” y el hijo del rabelista. Las Salas, 1990.

Carlos A. Porro. Un fondo de algo más de 30 horas procedentes de: Antoñán del Valle en 1987 (dulzaineros); Villaornate, Villabraz, Valencia de Don Juan, Castrofuerte, Cabreros del Río (en 2005 con A. Vizán); Sosas de Laciana en 2003 (con G. González); registros de Salvador López de Cillanueva, Joaquín Alonso y la escuela de campaneros de Villavante en 1990; a la panderetera Sagrario de Benllera, el 25 de marzo de 1996; Ponferrada en 1993 y 1994 a Adelino Rodríguez; en Palacios del Sil (León), 1993 (con P. Díez) al tamborilero; al gaitero Moisés Liébana de Corporales en 1991; a Maximiliano Arce en 1990; en Quintanilla de Somoza con la Universidad de Valladolid, 2007; al señor Aurelio, tamboritero de Filiel 2008; a Dolores Fdez. en el Val entre 1991–2005; Severiano Arrieta, dulzainero palentino de la zona de La Requejada leonesa entre 1989–2008; a José L. Rodríguez y Jesús Sanzo, músicos palentinos de la zona de Sahagún, 2007–2008; Formigones y Quintanilla el Monte (con G. González) en 2005; Los Bayos, Villanueva de Omaña y Guisatecha en 2008; Villager de Laciana en 2005.

Gabriel Calvo. Registros de canciones, rondas y tonadas de baile de Gradefes, Carbajal de Rueda y Valdehalcón, hacia 1990.

Jesús. Joarilla de las Matas hacia 1990. Fiesta de los pastores.

Antonio Sánchez del Barrio. Una vecina de La Robla, grabada en Bocigas (Valladolid), en 1987.

Archivo y Seminario Menéndez Pidal. Dos horas con versiones de romances del equipo de Marisa Argüelles, Nicolás Miñambres, Antonio Sánchez del Barrio, Elena Tirado y Ana Valenciano en Calderilla, Soto de Valdeón y Cordiñanes (León), 6 de julio de 1985. Equipo de Pere Ferré, Amelia García Valdecasas, Fernando Gomarín y Madeleine Sutherland, equipo de Diego Catalán, J. Antonio Cid, Flor Salazar y Ana Valenciano, equipo de Teresa Catarella, José María Cela y Paloma Montero en Palacios del Sil, 30 de junio de 1980, Candín, 18 de julio de 1977, Casasuertes, 14 de julio de 1977; Sorbeda, 21 de septiembre de 1979 y Chano, 1979.

Manuel Rodríguez Centeno. Registros de Navianos de la Vega, El Bierzo, Peñalba de Santiago, Toreno, entre 1985–1995.

Manuel Rodríguez Centeno y Silvia López Lobato. Cacabelos y Villaverde de la Abadía, hacia 1986. Toreno, hacia 1990.

A. Sánchez del Barrio, Macario Santa María y José Manuel Fraile Gil. Val de San Lorenzo, 4 de marzo de 1984.

Agustín Martínez y P. Díez. Hospital de Órbigo, 4 de febrero de 1992.

Fidel Castellanos Pérez. Castrotierra de Valmadrigal, hacia 1995. (Enviado junto a un trabajo mecanografiado en la biblioteca de la Fundación).

Judith Seeger (Profesora de la universidad de Bloomington, en Indiana, EEUU). Registros de romances de Tejerina, Prioro, Villacorta, Cegoñal, Argovejo y Valdeón. Primavera de 1985.

J. Luis A. Ponga. Encuestas familiares de Alcuetas junto a otras breves incursiones de temática religiosa realizadas en Villabraz, Ribera de la Polvorosa, Orzonaga, Villamunío, Mansilla de los Oteros, Pedrún de Torío, Sahelices de Mayorga, Villamarco y algún registro de canciones sueltas de Joarilla, Valderas, Villademor, Calzada del Coto, Laguna de Negrillos, Valencia de Don Juan, Villamartín de Don Sancho y Sahagún de Campos. Hacia 1984–1985.

Grupo “La Bazanca”. Pontedo en 1980 y otra grabación realizada a los vecinos procedentes de Oliegos residentes en Foncastín (Valladolid) de 1984.

Otro de los fondos importantes es el que recoge las grabaciones de RNE de los programas radiofónicos “El candil” y “Raíces”. En los años ochenta RNE emprendió la realización de diferentes programas sobre cultura tradicional de Castilla y León, siguiendo la estela iniciada por Joaquín Díaz y el periodista José Delfín Val en Valladolid en los años sesenta y setenta, en radio Palencia con el programa en 1981 de Radiocadena Española (absorbida por RNE en esos años) y “El grajo” que durante las tres últimas décadas estuvo organizado por un equipo variado y profesional, coordinado por Marcelino Cuevas, periodista de Radio Nacional de España. En esos años destacó también el programa semanal “Habas Verdes” de Cadena SER Zamora formado por José L. Bermúdez, José M. González y Alberto Jambrina entre 1984 y 1985. Obtuvieron el Primer Premio del Ministerio de Cultura al mejor trabajo radiofónico en el Certamen Nacional de prensa, radio y televisión en 1984 y cumplieron los objetivos de sensibilización y difusión de la Cultura Tradicional en tierras de Zamora convirtiéndose en el precedente de la tarea desarrollada posteriormente por el Consorcio de Fomento Musical de Zamora, la Escuela de Folklore y el grupo de Música Tradicional que llevó el mismo nombre entre los años 1987 a 2003.

El programa “Raíces” tenía difusión en toda la comunidad y se inició en 1985 con Gonzalo Pérez Trascasa y Luis González. En 1989 cambió su nombre por el de “El candil” y el técnico Luis González dejó paso a Néstor Cuñado y Ramón Marijuán Adrián. Durante los años de emisión, finalizada en 1994 se visitaron cerca de 250 localidades de Castilla y León de las que se conservan varias horas de grabación de cada programa aunque solamente se emitiera media hora semanal. Las localidades leonesas visitadas y los músicos entrevistados fueron las siguientes:

Luzdivina y Angela, pandereteras de Noceda del Bierzo, 1986.

Carmen Marentes y Lucio Criado. San Miguel de Laciana, 1986.

Dolores Fernández de Val de San Lorenzo, 1985.

José Marqués, tamboritero de Noceda del Bierzo, 1986.

Pedro Alonso, tamboritero de Filiel, 1987.

Luis Cordero, tamboritero del Val de San Lorenzo, 1987.

Eudosia Otero, tocadora de pandero cuadrado de Sosas de Laciana, 1987 y 1990.

Manuel Rodríguez Otero, tamboritero de Quintanilla de Somoza, 1990.

Sagrario Díez, de Benllera, 1990.

Adolfo del Río, tamborilero de Montes de Valdueza, 1990.

Maximiliano Arce, tamborilero de Rabanal el Camino, 1991.

Adelino Rodríguez, tamborilero de Peñalba de Santiago, 1991.

Vecinas de Velilla de la Reina, 1991.

Avelina Campano de Boisán, 1991.

Isidoro y Matías García, dulzaineros de Santa María del Rey, 1992.

Moisés Liébana, gaitero de Corporales de Cabrera, 1992.

Evaristo y Antonio Alonso Carracedo, Dulzaineros de San Esteban de Nogales, 1993.

Matilde Quirós, pandero cuadrado de Piedrafita de Babia, 1993.

Vecinos y niños de Castrocalbón, 1993.

Serafín Martínez, tamboritero de Lucillo, 1994.

Zacarías Fernández, tamboritero de Santa Catalina de Somoza, 1994.

Miguel Tercero, tamboritero de Calamocos, 1994.

El resultado de este trabajo se plasmó en una colección de diez cd´s editados en 1995 por la Junta de Castilla y León, RTVE y RNE, que contienen una mínima parte de los registros realizados.

LAS CASAS DISCOGRÁFICAS

El despegue a partir de los años ochenta (en algunos casos muy a finales de los setenta) de las casas discográficas a nivel regional, como Redim, Cbs, Dial, Sonifolk, Caskabel, Tecnosaga, P.a.n, Elkar, Continental, Dcl, Mancera, Doblón, Deps, Caudal, Several records, Vaivén, Fonomusic, etc., se editaron y comercializaron muchos discos y especialmente cassettes con apartados folklóricos más o menos amplios.

Entre ellas destacamos las grabaciones de Macario Santamaría iniciadas en 1978 con Pedro Vaquero, que continuaron la labor de recopilación en todo el territorio nacional del maestro García Matos centrándose en la edición, la distribución y comercialización de la música de raíz –de grupos folk, pero principalmente de grabaciones de campo– acercando a los jóvenes investigadores o curiosos del momento un material de primera mano, libre de las interpretaciones particulares de los movimientos folk. Los cientos de horas de grabación se comercializaron en 1979 dedicadas a la Sierra de Gredos (Ávila), Madrid y la Mancha. Las casas Saga y Sonifolk de Madrid, dirigidas cada una de ellas por los anteriores profesionales respectivamente, ofertaron al mercado cientos de Lp´s y cassettes con las más variadas temática de tintes tradicionales: folk, música de raíz, tradición oral procedente de trabajos de campos, grupos de danza, solistas, cantautores, new age, etc.

Las primeras cassettes puestas a la venta de Léon se deben a la casa Tecnosaga y se dedicaron a la Maragatería, en una pequeña colección que se llamó “De encuesta por León y Asturias. Voces del pueblo”, centrada en tres cintas cassettes con temas de Val de San Lorenzo, Filiel y Chana de Somoza, Benllera, Santa Catalina de Somoza y San Martín de Agostedo en 1985, dedicadas al repertorio más antiguo y a los intérpretes más conocidos de la zona, la familia Fernández Geijo y a varios tamborileros, el señor Pedro de Filiel, Luis Cordero de Val de San Lorenzo y el señor Aquilino “el sastre” de Santa Catalina. Continuarían las grabaciones del dulzainero Víctor de la Riva, del colectivo San Miguel de Bailes y Costumbres de Laciana en 1986 y posteriormente las dedicadas al grupo de bailes “Parva y Sosiega”, Son de cordel y otros colectivos hasta la actualidad. La labor de Pedro Vaquero y especialmente Macario de Santamaría y sus diferentes colaboradores y especialistas como José María Alonso, J. M. Fraile, A. Jambrina, P. Madrid, J. Díaz, Mario Gros, etc., acercaron al panorama nacional una visión nueva de la tradición posibilitando el trabajo de muchos colectivos que empezaron en esos años su trabajo dentro de los estudios de la tradición. Al poco tiempo, en 1981, iniciaría su trabajo el estudio Caskabel, en Trobajo del Camino y en la propia capital. El amplio trabajo de su técnico Raúl Ferreras con esta discográfica dio entrada –y salida– a numerosos grupos folk, rock o de música clásica de la capital, así como a otras producciones locales de diferentes comarcas o localidades, que de esta manera podían ver editados y distribuidos sus trabajos. Muchos de los grupos leoneses de folk grabaron en estos estudios y se editaron especialmente muchas cassettes a nivel local y comarcal.

En la década siguiente se publica el estuche de discos del Romancero Panhispánico de J. M. Fraile, en 1991 con antiquísimas versiones romancísticas de Castrocalbón, San Martín de Agostedo, Peranzanes, Val de San Lorenzo y las ediciones discográficas del colectivo “Parva y Sosiega”, grupo pionero en la recopilación de bailes y danzas especialmente. También se edita el trabajo de la Asociación Etnográfica Lleunesa que en 1992 publicó una cassette con sus interpretaciones sobre parte de sus investigaciones en los años precedentes –de 1989 a 1992– del repertorio de tipo musical (bailes, canciones y romances) de la comarca de la Sobarriba, quedando inédito un trabajo sobre indumentaria de esta comarca.

Aunque nos consta que son muchos los testimonios particulares guardados podemos cifrar en unas quinientas horas de grabación los registros de temática folklórica leonesa conocida (unas 170 horas depositadas en la Fundación Joaquín Díaz, otras 100 de los investigadores J. M. Fraile y J. M. Pedrosa, 165 del Archivo Menéndez Pidal (aunque son seguramente muchas más), 60 del colectivo Parva y Sosiega y Son de Cordel, más unas 50 de Rne y 30 horas de los programas “El grajo” a los que habría que añadir los archivos particulares donde están las obras recopilatorias de M. Manzano y Ángel Barja, Odón Alonso, José Luis Puerto, Parva y Sosiega y Son de Cordel, Asociación Lleunesa, Luis Mondelo, Gabriel González, David Álvarez, Antolín Cardeñoso, Rafael Bustos, Javier Emperador o los numerosos grupos de danza y folk entre otros muchos investigadores que a título personal han recorrido la geografía leonesa en busca de diferentes testimonios no sólo musicales, sino de todo tipo: lingüísticos, de costumbres, estéticos, arquitectónicos, etc. de las últimas décadas.

ALGUNOS REGISTROS COMERCIALES DE FOLKLORE LEONÉS

Conchita Martínez con acompañamiento de orquesta. A la entrada de León / Plazuela de Santa Crú. (F. Villalva y R. Zarzoso). Barcelona. Industrias Eléctricas y Musicales Odeón. Buenos Aires. C 11091 / C 11092 . Odeón 184525, 1942.

Coral isidoriana. Pastorada, 1969.

Coral isidoriana. Cancionero leonés. Vol. 1. Discoteca Pax, Madrid y-704- b, 1970.

Coral isidoriana. Canciones del Bierzo. Columbia, 1972.

Coral isidoriana. Canciones leonesas, 1972.

Coral isidoriana. Canciones leonesas, 1973.

Coral isidoriana. Cancionero leonés. F. Magdaleno. Columbia Vol. 2. cps 9384, 1975.

Coral isidoriana. Semana Santa de León, 1975.

Coral isidoriana. Canciones populares. Marfer, M30-261.s., 1977.

Coral isidoriana. Folklore de Castilla y León, canciones leonesas. Doblón 01237, 1994.

Coral isidoriana. Reina y Madre. Himnos marianos de la Diócesis de León I, 2005.

Solera berciana. Dir. Faustino Martínez. Columbia CPS 9417. Madrid, 1975.

Solera berciana II. Columbia. CPS 9422, 1975.

La Muralla. Vida y cultura españolas. Madrid, 1977. Registros sonoros de Eusebio Goicoechea y Concha Casado, de 1976.

Música de las tierras maragatas “Teleno”. Aquilino Pastor y Dolores Fdez. Distribuidora de productos magnéticos. S. A. PDM Pm20lp80, 1979.

Orfeón leonés. Lp de larga duración, que recoge varias piezas musicales de carácter regional leonés y el Himno a León (letra de Pinto Maestro y música del Maestro Odón Alonso), 1981.

Autos de navidad. Registros de Joaquín Díaz. Ed. Mancera, s.l. 50003, 1983. Pastoradas de Mansilla, Laguna de Negrillos, Alcuetas, Rucayo y Villamarco.

Etnografía y folklore de las comarcas leonesas. El Bierzo. J. Luis A. Ponga y A. Diéguez Ayerbe. Ediciones leonesas. Santiago García, Ed. Caskabel, 1984.

Páginas inéditas del folklore español. Disco 1. Cara B. Manifestaciones religiosas populares en la provincia de León (Alcuetas, Orzonaga, Joarilla, Valverde Enrique, Riosequino, Laguna de Negrillos, Mansilla, etc.) C.B.S., S.A.; V-1741, 1984.

Páginas inéditas del folklore español. Disco 2. Cara B. (Varios romances de Ponferrada y una canción babiana). DIAL DISCOS, S.A.; M-18.835, 1983.

Parva y sosiega. Vol. 1. El baile y la canción tradicional en León. VPC 10285. Producido por Saga, 1992.

Parva y sosiega. Vol. 2. Producción de Saga, 1994. VPC 10927.

Parva y sosiega. Vol. 3, 1995.

Parva y sosiega. Sones, 1994.

Parva y sosiega. Cantares leoneses del baile del baile y del filandón. Saga KPD10944, 1995.

Son del cordel. Después de tomar la parva y en la sosiega del día, 1998.

Son del cordel. Aires que vienen de arriba, 2000.

Son del cordel. El cordel de la memoria. Producido por Saga, KPD. 10997, 2002.

Son de cordel. Enredabailes. WHCM. 314, 2005.

Son del cordel. Retoques, para la revista interfolk. N.º 32, 2007.

El folklore de Laciana. En la guitarra y el laúd de Venancio G. Velasco y Carlos Bernardo de Quirós. Suite lacianiega. AS 21, 1982?

De encuesta por León y Asturias. Voces del pueblo. Vol. 1. Val de San Lorenzo. Saga, Vpc 171. 1985.

Vol. 2. Val, Filiel y Chana de Somoza. 1985. Saga, Vpc 172.

Vol. 6. Benllera, Santa Catalina de Somoza y San Martín de Agostedo. Saga, Vpc 225, 1986.

Serie la dulzaina. Víctor de la Riva. Dulzainero de León, Saga VPC 224, 1986.

Primer día del dulzainero. SAGA VPC 211. 1 tema leonés. 1986.

III encuentro de grupos de investigación folklórica del principado de Asturias. Grupo San Miguel de Laciana, varios temas. Saga VPC 219, 1986.

Encontro de gaiteros tradicionais. X aniversario da escola de gaitas de Villafranca del Bierzo. Tecnosaga VPC 10.284, 1992.

Semana Santa en Gusendo de los Oteros. La tradición musical en España Vol. 39. Wkpd 2096. Saga, 2007.

Romancero pan–hispánico. Primera antología sonora: Tecnosaga, S.A.; M-9480, 1991. Versiones romancísticas de Castrocalbón, San Martín de Agostedo, Peranzanes y Val de San Lorenzo.

A Xeito. Grupo San Miguel de Laciana. Música, canciones y bailes de la Montaña Occidental astur-Leonesa. Caskabel, CK 0120, 1987.

La música tradicional en Castilla y León. Con acento español. RNE, Instituto Cervantes. Cooperación cultural, 1991.

La música tradicional en Castilla y León. RNE, RTVE, Junta de Castilla y León, 1995. Colección de diez discos, con temas de Benllera, Boisán, Corporales, Filiel, Noceda, Ponferrada, Piedrafita, Montes de Valdueza, Quintanilla de Somoza, Rabanal del Camino, San Esteban de Nogales, Santa Catalina, Santa Marina del Rey, Sosas, Val y Velilla de la Reina.

Colección ”Ser y estar en Castilla y León”. Museo Etnográfico de Castilla y León, Junta de Castilla y León y Fundación “Joaquín Díaz”. Colección de 7 discos–libro con varios temas de El Bierzo, Cabreros del Río, Guisatecha, Ancares, Sahagún, etc., 2005–2008.

Colección “Etnografía”. Fundación Siglo–Junta de Castilla y León. Estuche con libro y Cd sobre temas monográficos de Castilla y León. Varios registros procedentes de La Nora, Castrillo de la Valduerna, Val de San Lorenzo, Vegamián, Casares de Arbas, Alcuetas y Herreros de Jamuz, 2002–2004.

Romances de Salio. Una tradición ahogada. José Manuel Fraile, Salamanca, Ed. Cantabria tradicional, 2001.

Música tradicional de la Sobarriba. Asociación Etnográfica Lleunesa. Vol. 1. Caskabel. CK 093, 1992.

Aires de la mi montaña. Prioro. Vol. I y II. Cascabel Ck 0126 y 0127, 1997.

Concierto de los montes de Arbolio. Flor del viento. Cármenes. Discográfica castellano leonesa, PB 090-4, 2002.

Tonadas y bailes que bajan el río. Flor del Viento. Coro Veganzana. DCL142, 2, 2008.

El lago de las damas. Crispin d´Olot and the mountain Kids. Ed. Asociación cultural de la Tabla Redonda. Brian Studio, Espanillo, León, 2002.

Cantos y bailles d´Asturies .El Son nos bailles corrios (I). Baille d´arriba. Grupo cultural Xana de Perlora. Asturias. Fono Astur. Oviedo, 1996 (varios bailes chanos de Piedrafita, Omaña, Curueño, Llao y Fasgar).

Sonidos de la tierra. La dulzaina y la gaita de fole. Entre el Bierzo y la Tierra de Campos. Dulzaineros de León (J. Bayón y E. Sánchez), Dial Discos. Dirección artística y producción de A. Carril, 1996.

Danza del rey Nabucodonosor. Moisés Liébana. Edita Caskabel, CK 0142, 2000.

Museo de La Cabrera. Banda sonora. Caskabel, CK 0132, 1999

Gaiteros. La música del viento. La Cabrera. Discográfica Castellano Leonesa. DCL. Cd 081-2, 2001.

Barrio Húmedo. Por tierra de León. Fonogram, 1973.

Plaza Mayor. Vela, vela, va. Producido en Caskabel, 1989.

Plaza Mayor. A tu puerta.

Plaza Mayor. Por aquellas cuestas.

Hierba del campo. Hierba del campo.

Hierba del campo. En este nuestro tiempo.

Hierba del campo. La luz de otros días.

Hierba del campo. Más que un recuerdo.

Hierba del campo. Va por León.

Hierba del campo. XX aniversario. Discográfica Castellano Leonesa, 1993. CD 033-2.

La Braña. Canción tradicional leonesa. Vol, 1. Caskabel, 1981.

La Braña. León canta para Asprona, Ck 14, 1982.

La Braña. Canción Tradicional Leonesa. Editado y producido por Caskabel, 1984.

La Braña. Canción Tradicional Leonesa. Vol. 2, Caskabel, 1984.

La Braña. Canción Tradicional Leonesa. Vol. 3, Caskabel. ckl 037, 1986.

La Braña. Canción Tradicional Leonesa. Vol. 4. Caskabel, ckl 059, 1988.

La Braña. Canción Tradicional Leonesa. Vol 5. DCL, pc021-1, 1990.

La Braña. Canción Tradicional. Vol. 6. Producciones Caskabel, S.L: CD-0105, 1994.

La Braña. Villancicos tradicionales. Caskabel. CD 0109, 1994.

La Braña. Vamos a cantar. Especial 15 aniversario. Canciones más populares. Caskabel. CD 0117, 1995.

La Braña. Por el Bierzo. Caskabel, 1990.

La Braña. León, todos mineros. Crónica 16 de León, supermercados el Árbol, etc. Pl, 001, 1996.

La Braña. Himno oficial y Romancero de la lucha leonesa. Caskabel CD – 0133, 1999.

La Braña. Amigos de las misiones. O114, 1995.

Serano. La farola de la plaza. Vaivén, dl s235–2000. (Canciones de La Bañeza y otras canciones leonesas).

Aldaba. Canciones leonesas Vol. 1.

Aldaba. Canciones leonesas vol. 2. Discográfica castellano–leonesa. CD025-2, 1991.

Aldaba. Todos somos de León.

Aldaba. Resalada menea este talle. Discográfica castellano–leonesa, CD 034-2, 1994.

La rueca. Hilando, hilando.

La rueca. Cantares del recuerdo. N/a 2004.

Aira da Pedra. Aira da Pedra.

Aira da Pedra. Be zeta. Trading records, 2007

Pandetrave. En las arcas. 2007.

Tornadera. Tornadera reviviendo. Grupo tradicional leonés de gaitas. DCL., 2002.

Tornadera. Tornadera y amigos, desde La Bañeza. DCL, 2006.

Joaquín Díaz. Canciones de los Ancares. Iberofón, S.A.; M-1009, 1988.

Amigos del Bierzo. Canciones de bodega. DCL, 2007.

León y su música. Coros y danzas de España, Hispavox s 20290, 1980.

Cantos y toques maragatos. REDIM 7020. Madrid, 1982. Luis Cordero y Dolores Fernández.

Folklore Maragato. Flauta y tamboril. Fusion records, M3 HCB701, 1982. Luis Cordero, Dolores Fdez., Alonso y Gabriel.

Canciones maragatas. Caskabel y DCL. Pb001-4, 1989. Luis Cordero y Dolores Fdez.

Maximiliano Arce Simón. Toques de flauta y tamboril. Autoedición, 2003.

Toques de flauta y tamboril. Maximiliano Arce Simón. DCL. Trading records, 2007.

Son de Ribera. Grupo de danzas “La Barbacana”. Rockambole producciones. RB200204253, 2002.

Acordeón de fiesta. Elicio Barrio Vega y Elicio Barrio Rodríguez. DCL, 2001

Jotas de nuestra tierra. A la jota, jota. DCL, 2002.

Bandas en el camino. Bandas municipales en la provincia de León. Discográfica de Castilla y León. CD 111-2, 2004.

Semana Santa en León. Vol. 1. Agrupación musical Ntra. Sra. de las Angustias y Soledad. DCL, 0-32-2, 1995.

León para ti. Canciones populares leonesas. Ediciones del Lobo Sapiens. Textos de Pedro Trapiello y música de Ignacio Conejero. C 2004.

World library of folk and primitive music. Spain. Volumen IV. Alan Lomax. Ed. Rounder Records 1999. Varios temas de Val de San Lorenzo (1952). En prensa dos CD dedicados a todos los registros de Lomax de 1952 en Val de San Lorenzo, Castrillo, Villalibre, Lumajo y Laguna de Negrillos, en una edición preparada por Carlos A. Porro.

Las fuentes de la música tradicional en León. La tradición musical de España. Vol. 41 y 42. Editado y producido por Tecnosaga en 2007. Con recopilaciones de Parva y sosiega, Son del cordel, Antolín Cardeñoso, Marceliano Cuevas en RNE, Alfredo González, Luis García, Macario Santamaría de Saga, Miguel Ángel Cabrera, Adela Cortés, Toño Ampudia, Mari Sol Alija, María José Porto, Paula Baños, Vicki Herreros, José Sánchez, José María Pulgar, Marisa Diez, Bernardo García, Montse, Mónica y otros. Coordinado por Manuel de San Mateo Gil. 95 temas.

Cantos del alto Curueño. Arbolio, Lugueros, 2007. DCL, 139,2.



Patrimonio tradicional en la provincia de León. Archivos sonoros y grabaciones en el siglo XX

PORRO FERNANDEZ, Carlos A.

Publicado en el año 2010 en la Revista de Folklore número 2010.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz