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A Emilio Baró Ribes
"Vere Deus, Trinus et unus,
exaudi preces populi huius,
da nobis salutem, et pacem,
et pluviam de celis".
(Rogativas de Elche, Alicante)
Las rogativas, esas admirables expresiones de las actitudes y sensibilidades colectivas, ocuparon durante la Edad Moderna en la ciudad de Valencia, al igual que en otras poblaciones tanto de mayores dimensiones como de menor importancia, un lugar preeminente en la vida religiosa de la comunidad. No voy a detenerme en esta aportación en estudiar el ritual base puesto que no soy la persona indicada para hacerlo, mi misión va a reducirse simplemente a situar en aquel contexto la actividad musical que éste desencadenaba en un espacio de tiempo y lugar previamente delimitados. En este tipo de procesiones la música estaba presente a través de los cantos polifónicos acompañados de ministriles. Estos inmutables repertorios, que no se han investigado suficientemente, han sido bastante descuidados por la musicología en parte por la poca importancia que se les ha dado a lo largo del poco tiempo en que esta joven ciencia viene desarrollándose y por la escasez de fuentes musicales que nos han llegado hasta nuestros días, razón por la cual me ha parecido oportuno transcribir una de estas obras relativamente privilegiada que nos revela toda una sensibilidad de una época. Estos ejemplos de inmovilidad temporal en un principio resistentes al cambio, que permiten que no choquemos con el silencio infinito, nos hacen acceder a unos niveles de realidad hoy en día inexistentes.
Según la tradición, el origen de las rogativas (1) se remonta al siglo V, período en el que fueron establecidas por San Mamerto, obispo de Viena muerto hacia el año 474. Tal y como nos atestigua San Avito, también obispo de Viena, muerto hacia el año 518, en su Homilía de rogationibus (PL. XLI, pp. 289-294) se extendieron rápidamente por todo el Occidente europeo. Hay historiadores especializados en estos temas que sostienen que estos rituales cristianos acogieron y reemplazaron a sistemas de creencias y ceremonias folklórico-paganas del mundo romano, tales como las rogabilia o los ambarvalia galo-romanos, en parte herederas de cultos antiguos, otros sin embargo, niegan tal asimilación. Es muy difícil determinar este punto tan delicado y un tanto oscuro; no obstante, a pesar de que la cultura oficial eclesiástica desde que se estableció como superestructura monopolizadora de poder, controló, destruyó, rechazó y proscribió gran parte de los ritos paganos, recibió y asimiló voluntaria o involuntariamente, muchas de estas creencias propiciatorias y otros elementos folklóricos de la cultura folklórico pagana, que tenían su origen en épocas remotas y ancestrales. Aunque durante la Alta Edad Media el paganismo, profundamente enraizado en los pueblos del occidente europeo fue combatido fehacientemente por la Iglesia, algunos ritos sabiamente tamizados, fruto de tradiciones remotas, fueron fusionados y transferidos al cristianismo. ¿Sería este el caso de las rogativas? No es mi propósito entrar en terreno ajeno al mío, pues es ésta labor de especialistas, no obstante parece oportuno señalar que a pesar de la imponente cristianización fueron muchas las regiones que permanecieron aferradas a las antiguas usanzas, convicciones y creencias ancestrales, que en realidad la Iglesia nunca pudo combatir -adivinándose incluso dentro de la esfera de la religión huellas de supervivencias paganas-, por ejemplo sin ir más lejos, y por lo que atañe a nuestro tema, Burcardo de Worms en su "Decretorum libri XX" (PL., 140) nos relata uno de estos rituales pluriseculares empleado para provocar y conseguir la lluvia:
“¿Has hecho lo que suelen hacer ciertas mujeres que, cuando no llueve y se necesita la lluvia, reúnen un buen número de chiquillas y eligen entre ellas a una doncellita y la desnudan, y luego forman un cortejo llevando delante a la pequeña completamente desnuda, y salen al campo en busca de la hierba llamada beleño, que en lengua germánica se llama belisa, y, cuando la encuentran, ordenan a la doncellita desnuda que la coja con el dedo meñique de la mano derecha, y cuando la ha arrancado con todas sus raíces, se la atan con una cuerdecita al dedo meñique del pie derecho y las chiquillas entonces, agitando con las manos cada una su ramito, llevan junto a un río a la pequeña, que arrastra la hierba atada al pie, la meten en él y la rocían echándole agua con los mismo ramitos, y así, gracias a estos encantamientos, esperan conseguir la lluvia, y hecho esto, vuelven a llevar a la chiquilla desnuda desde el río hasta su casa, sin volverse sobre sus propios pasos, sino caminando hacia atrás como los cangrejos?”
En nuestro país, carecemos de un estudio exhaustivo donde vengan estudiados estos fenómenos de religiosidad popular, a pesar de que estas muestras de "longue durée" cobraran una gran importancia a la largo de muchas centurias.
En la sociedad española de Antiguo Régimen, que se hallaba dominada por la religión, impregnada hasta la médula de religiosidad, en la que la sobrenatural estaba presente en cada rincón y mente, y en lucha continua contra la precariedad existencial, dependiente del ciclo productivo de la naturaleza, era normal que ante cualquier peligro, calamidad o desastre inminente se invocara a Dios, a cuya protección estaba confiada la existencia y la supervivencia. El hombre, particularmente el campesino, mayoritariamente iletrado, que se sentía impotente frente a la naturaleza, necesitaba sentir la protección de las fuerzas divinas ante cualquier amenaza, de ahí que buscara explicaciones y la ayuda de la Divina Providencia. A lo largo de toda la Edad Media y la Moderna incluso persistieron, principalmente en núcleos apartados y en las clases sociales más desfavorecidas, todo un sistema de creencias diferentes de las que imponía la Iglesia, que escaparon a los controles de la cultura oficial dominante (magia, conjuros, amuletos, canciones destinadas a la pluvomagia (2), etc...).
A través de las rogativas el pueblo solicita e implora mediante una oración que era cantada insistentemente por las principales calles de la población, bondad y clemencia de la divinidad de tal modo que garantizara la supervivencia de la cosecha o les protegiera de cualquier peligro. La agricultura durante la sociedad de Antiguo Régimen estaba sometida a frecuentes peligros y desastres naturales (plagas, sequías, tormentas, catástrofes y calamidades naturales, etc...), en muchas ocasiones la supervivencia de la colectividad estaba basada en la recolección de la cosecha agrícola anual, de ahí que si se perdiera peligrara la existencia de la comunidad. Ante la más mínima amenaza las fuerzas superiores eran invocadas a través de una serie de ceremonias públicas que consistían en recorrer las calles de la población con el fin de atraer el favor divino. La religión era, con todo, una especie de talismán protector que era utilizada para cuestionar la precariedad de la existencia humana. Se creía que con estos actos rituales propiciatorios se conseguiría la intervención mágica de Dios quien ante tal súplica sería capaz de provocar la lluvia, aniquilar la plaga de insectos, y en definitiva, protegerles cual madre bondadosa de los desastres acechantes. Todo un mundo de ilusión, de ingenuidad, de superstición y de fe se escondía detrás de este rito intercesorio destinado a conseguir el apoyo y la intercesión divina, especialmente ante la sequía. Esta práctica supersticiosa, en la que la música jugaba un papel esencial, era para las clases bajas, especialmente para los campesinos iletrados, repletos de temores y preocupaciones, un remedio tranquilizador sin par, pues confiaban plenamente en que la Divina Providencia les concediese el favor solicitado. Los desastres naturales, incluidas las sequías, eran utilizados por la Iglesia dominante para atemorizar a la población infundiéndoles cierto pánico, particularmente debieron de insistir en el arrepentimiento, y eran presentados como una advertencia divina contra las faltas y males específicos que cometía la sociedad. No nos cabe la menor duda de que esta serie de manifestaciones infundieron el fervor religioso en la población, acrecentando y fomentando notablemente la religiosidad.
Estas procesiones destinadas a evocar la intercesión divina para remediar desastres, particularmente la falta de agua en los campos, las plagas de insectos, etc... fueron relativamente frecuentes en las ciudades y poblaciones de la sociedad de Antiguo Régimen. Aquí observaremos las que se desarrollaron en la ciudad de Valencia a principios del siglo XVII utilizando primordialmente la información que nos transmite un testimonio directo, Pere Joan Porcar (1560-1629), prevere, beneficiado de la Iglesia de San Martín de Valencia, a través de sus apuntes de crónica y diario de impresiones titulado "Coses evengudes en la Ciutat i Regne de Valencia, Dietari, 1589-1628" (3). Nuestro objetivo no ha sido en ningún momento hacer historia social cuantitativa, que en palabras de E. Labrousse "cuenta, mide y pesa", ni mucho menos. Mi pretensión es completamente distinta, ofrecer la transcripción de las rogativas que se cantaban durante esta época en la ciudad de Valencia, presentándolas discretamente dentro de su contexto histórico -en aquél entonces lleno de dificultades-, de ahí que haya recurrido a esta importante fuente de información. A través de ella descubrimos que el calendario de aquellas décadas estaba repleto de celebraciones de carácter religioso, realizándose numerosas procesiones (4), algunas de ellas con notable solemnidad, siendo las más asiduas las de las rogativas, las cuales tenían lugar muchas veces a diario, sobre todo en períodos prolongados de gran sequía ("per la gran seca de la terra", R. 1735, 13-12-1619). Generalmente en estos casos en los que se sucedían sin interrupción, a excepción de los domingos, las rogativas recorrían trayectos distintos cada día, aunque eso sí, con la misma reliquia.
Indudablemente la crónica de Pere Joan Porcar no es el documento más idóneo para estudiar detalladamente la manifestación e incidencia de las rogativas que se celebraban en la ciudad de Valencia, pero como he manifestado anteriormente nuestro propósito no es abordar este tema en profundidad sino simplemente situar en el contexto la composición musical que presentamos. No obstante de la lectura de este atrayente libro se pueden extraer datos relevantes: en primer lugar conviene distinguir las procesiones generales de todas las parroquias -doce según alude Porcar en la referencia 3234 del 20 de febrero de 1628, lo cual no es cierto, puesto que ya en 1617 aparecen censadas en la ciudad de Valencia catorce parroquias con un total de 779 beneficiados-, que generalmente se celebraban desde la Catedral a la parroquia de San Salvador, de las organizadas por el clero regular (frailes de S. Juan de la Ribera, frailes de S. Francisco, etc...), las cuales no respetan este itinerario, por ejemplo la que efectuaron los frailes de S. Francisco el 28 de enero de 1627 (R. 2933) terminó en el Monasterio de los capuchinos. Mientras que las primeras, las del clero secular tenían lugar por la mañana -en algunos casos Porcar nos da incluso hasta la hora exacta: las ocho (R. 2107, 28-4-1622), las nueve (R. 2340, 4-9-1623)-, las del clero regular siempre se efectuaban por la tarde, por ejemplo en la referencia número 530 (16-3-1609) se nos especifica: "entre tres i quatre hores de la vesprada".
En las procesiones generales iban cuatro representantes de cada parroquia provistos de sombreros y llevando un báculo en las manos ("quatre capellans de cascuna parroquia", R. 2340,4-9-1623; "de totes les parroquies quatre capellans ab sombreros i gaiates", R. 2512,20-11-1624) y los correspondientes delegados del poder civil, generalmente cinco jurados y algunos oficiales ("anaven sol cinc jurats i alguns oficials de la Sala", R. 2340, 49-1623; "anaren cincjurats", R. 2868,24-22-1626). Ahora bien, quien verdaderamente nos ofrece una descripción detallada de la composición de la procesión de rogativas valenciana es el crítico musical José Ruiz de Lihory (5), quien a finales del siglo XIX tuvo oportunidad todavía de completar este ceremonial que no debió de sufrir muchas variaciones con respecto al que se efectuaba en el siglo XVII e incluso antes, puesto que este tipo de fenómenos se resisten al cambio. Dice así:
"abrían marcha dos linternas y una cruz cubierta con velo negro, y con la imagen vuelta hacia la procesión, que era formada por cuatro beneficiados de cada parroquia y cuatro de la Catedral, cubiertas las cabezas con las capillas de las mucetas, sombrero con las alas caídas y un largo báculo en las manos. Seguían á estos cuatro músicos, dos graduados, dos capas con cetros y dos canónigos, todos los cuales llevaban también báculos, pero sólo cubrían la cabeza con los sombreros caídos de alas. Del mismo modo, pero sin báculos, iban los acólitos, ministros y preste, el cual llevaba una imagen de Nuestra Señora que dicen ser mano de San Lucas. Cerraba esta procesión el magistrado y los individuos de cuatro oficios, que iban alternando. Todos igualmente con sombreros. La impresión que hacía este aparato de fe aumentaba con el canto triste y pausado que le acompañaba y con la humildad que inspiraba la letra siguiente, que cantaban á cuatro voces: "Non sumus digni a te exaudire: / Nostris demeritis meremur puniri: / Sancta Maria, ora pro nobis". A la cual respondían todos á canto llano y también con sumisa voz: "Kyrie eleyson, Jesu Rex gloriae, da nobis pacem. / Salutem ac pluviam congruentem"; y luego repetían Nos sumus, etc., etc., cantando sucesivamente en el último verso toda la letanía mayor".
Su reseña es minuciosa y sumamente meticulosa, de ahí su enorme importancia.
En muchas ocasiones, tal y como nos especifica Porcar en su "Dietari", la Divina Providencia concedía la ayuda solicitada casi de inmediato, lloviendo a veces incluso copiosamente el mismo día que se iniciaban las rogativas. Observemos a continuación unos cuantos ejemplos:
•R. 530 (16-3-1609): "Nostre Senyo1; per sa gran abundant misericordia, féu que plogués, i plogué aquella nit poc a poc i a l'endemà ploqué que alegrava la terra".
•R. 1463 (26-9-1617): "nit dia començà a ploure un poc que féu alguns fanguets".
•R. 1735 (13-12-1619): "I aprés fonc Nostre Senyor servit de ploure per festes, que s'ofegaen los forments sembrats, i casi tot lo mes de giner següent de l'any 1620 plogué que admirava".
•R. 2107 (28-4-1622): "Plogué bona ruixada, tant que los senyors canonges i jurats determinaren de fer tornar la reliquia ab un colxe a la Seu ab lo domer i assistents ab dos llums i els demés capellans, que tothom se donas cobro en tornar a ses esglésies".
•R. 2523 (26-12-1624): "A les deu hores de la nit comença a ploure i féu grans llams i trons i plogué fins a migjorn del dia següent".
•R. 2525 (1-1-1625): "A les cins hores de la vesprada plogué grandissima batuda de aigua i abpedra".
•R. 3000 (22-3-1627): "Plogué a mitja nit i al matí".
•R. 3007 (25-3-1627): "Plogué bona estona de matí i a migjorn bona batuda, gracies a Déu".
.R. 3177 (29-11-1627): “prima nit, plogué prop de mitja hora, gracies a Nostre Senyor".
En otras ocasiones la lluvia se hacía de rogar, en el pleno sentido de la palabra, razón por la cual las procesiones se celebraban contínuamente, todos loS días a excepción del domingo, con itinerarios diferentes, cada día a una parroquia o monasterio. En el "Dietari" encontramoS algunos ejemplos de este tipo, observemos uno: R. 2512, días 20, 21, 22 y 23 de noviembre de 1624 procesión a San Salvador, R. 2514, días 25,26, 27 y 28, también a San Salvador, día 29 a Santa Tecla, día 2 de diciembre a Predicadores, día 3 a San Mauro, día 4 a San Martín, día 5 a San Cristóbal, día 6 a Santo Tomás, día 7 a San Francisco, día 9 a Santa Catalina, día 10 a San Cristóbal, día 11 a Santa Catalina, día 12 a Santa Magdalena, día 13 a San Andrés y al Colegio "i meserere cantaren los de la Seu ángelicament, pero no plovía"; R. 2522, día 16 a Santa Ana, día 17 a San Nicolás, día 18 a la casa profesa de los Teatinos, día 19 al Monasterio de San Gregorio, día 20 a San Esteve. Finalmente, en estos casos en los que la lluvia se resistía, cuando la Providencia se dignaba conceder el preciado don, se celebraba en la Catedral un Te Deum laudamus a todo lo grande como señal de agradecimiento. En el caso que estábamos viendo, se celebró el 5 de enero de 1625 "gratias Dominus Deo nostro ac puritati virginis Marie" (R. 2528). Otro ejemplo de este tipo lo hallamos a principios del mes de noviembre de 1627, desde el día 4 del citado mes en que tuvo lugar la primera procesión (R. 3139) hasta el 15 de enero de 1628, se realizaron treinta y seis procesiones de rogativas (R. 3217). El merecido Te Deum laudamus "per l'aigua que plogué dimecres a 9 de febrer i altres dies" (R. 32345 se celebró el 20 de febrero de 1628).
Con el fin de que el lector interesado acerca de este tema pueda saborear las referencias que da Porcar en su libro, me ha parecido oportuno darles a continuación una selección de las mismas con el objeto de que su localización sea lo más rápida posible:
.R. 525 (28-1-1609): Procesión general de rogativas a San Salvador.
.R. 530 (16-3-1609): Procesión de rogativas organizadas por los frailes de San Juan de la Ribera.
.R. 648 (24-3-1612): Procesión general de rogativas a San Salvador.
.R. 1463 (26-9-1617): En la Catedral se cantaron las misas de los gozos a Nuestra Señora "per aigua" (6).
.R. 1735 (13-12-1619): Procesión general de rogativas a San Salvador.
.R. 2087 (31-3-1622): En la Catedral se cantaron las misas de los gozos a Nuestra Señora "per aigua, que a molt temps havia que no plovía".
.R. 2107 (28-4-1622): Procesión general de rogativas a Santa Tecla.
.R. 2340 (4-9-1623): Procesión general de rogativas a San Salvador y otra a San Martín.
.R. 2512 (20, 21, 22 y 23-11-1624): Procesión general de rogativas a San Salvador.
.R. 2514 (25, 26, 27 y 28-11-1624): Procesión general de rogativas a San Salvador, día 29 a Santa Tecla, día 2-12 a Predicadores, día 3 a San Mauro, día 4 a San Martín, día 5 a San Cristóbal, día 6 a Santo Tomás, día 7 a San Francisco, día 9 a Santa Catalina, día 10 a San Cristóbal, día 11 a Santa Catalina, día 12 a Santa Magdalena, día 13 a San Andrés y al Colegio.
.R. 2522 (16-12-1624): Procesión general de rogativas a Santa Ana, día 17 a San Nicolás, día 18 a la casa profesa de los Teatinos, día 19 al Monasterio de San Gregorio, día 20 a San Esteve.
.R. 2868 (24-11-1626): Procesión general de rogativas a San Salvador.
.R. 2933 (28-1-1627): Procesión de rogativas de los frailes de San Francisco al Monasterio de los Capuchinos.
.R. 2934 (29-1-1627): "19 processó" general de rogativas a Santa Ana. Los frailes de San Sebastián la hicieron en dirección a Santa Tecla.
.R. 2957 (9-2-1627): "Processó 26" de rogativas a San Miguel.
.R. 2970 (20-2-1627): "Processó 30" de rogativas "al peu de la creu".
.R. 2988 (8-3-1627): "Processó 40" al Monasterio de Predicadores.
.R. 2999 (20-3-1627): "Processó per aigua 45" al Monasterio de la Merced.
.R. 3139 (4-11-1627): "Processó 1ª per aigua" a San Salvador.
.R. 3159 (16-11-1627): "10ª processó" de rogativas a Santa Catalina".
.R. 3175 (27-11-1627): "20ª processó" de rogativas a Santa Ana.
.R. 3190 (15-12-1627): "30ª. processó" de rogativas a San Agustín.
.R. 3217 (15-1-1628): "36ª processó" de rogativas a Santa Tecla.
Sirvan, pues, estas notas para ambientar la obra musical que data de esta época y que ofrecemos a continuación. La transcripción que he efectuado de la misma se aleja de los sistemas tradicionales, pues me he apoyado con el fin de que sea lo más cantable posible en una reducción considerable del valor de las notas, sin que ello afecte en nada a la composición. Esta obra fue reproducida fidedignamente mediante una copia dibujada de la figuración original del manuscrito en la página 61 de la obra "La Música en Valencia. Diccionario biográfico y crítico" del Barón de Alcahalí (7). Desconozco cuáles fueron las razones por las que dicho crítico decidió presentarla de esa forma y no transcrita en nuestra figuración moderna, todo hace pensar que desconocía los más elementales principios de paleografía musical. La grafía musical que reproduce la composición es la típica que encontramos en esta región a principios del siglo XVII. En ningún momento el barón indica de dónde la copió, a este respecto he de confesarles que la búsqueda que yo he emprendido del manuscrito original ha sido infructuosa. Desconozco, al menos de momento, de dónde sacaría tal copia fidedigna, presumiblemente de alguna parroquia de la ciudad. El valor de esta reproducción es incalculable, pues no dudo lo más mínimo que el original se perdiera durante la pasada guerra civil. En cuanto a la autenticidad de la misma, no la pongo siquiera en duda, puesto que como he afirmado anteriormente la obra aparece anotada en la típica figuración musical de principios del seiscientos. Además, la composición ofrece una estructura y una estética análoga a la "Rogativa pro agua" a cuatro voces que encontramos en el "Cancionero Musical de la provincia de Alicante" que el propio Salvador Seguí copió de un manuscrito del siglo XVIII original de Miguel Gisbert, fechado concretamente en 1768 (8). La melodía y la armonización que aparece al principio de la obra, la que corresponde al texto "Non sumus digni", es exactamente igual a la que figura en la rogativa valenciana, la única diferencia consiste en que mientras en ésta última la voz del contralto va a distancia de tercera con respecto al tiple, en la de Elche no, en su lugar encontramos la melodía que en la de Valencia aparece en el tenor; el tenor de la de Elche reproduce y dobla la línea melódica principal. Este mismo diseño aparece acompañando el siguiente texto: "nostris demeritis", lo cual también lo encontramos en la valenciana. Igualmente el motivo que aparece en "Sancta Maria" es idéntico en ambas, la única diferencia estriba en que la de Elche sobre la sílaba "ri" se inserta un floreo. Todo ello nos hace pensar que este repertorio intercesorio tuviera características similares por toda esta zona durante este período. La realización de posteriores estudios acerca de este tema y la consiguiente aparición de obras puede que en un futuro no muy lejano nos esclarezcan más este punto.
De una época más reciente datan las rogativas para pedir lluvia que encontramos en la página 80 del "Cancionero Musical de la Provincia de Alicante" escritas a dos voces, correspondiente a la población de Famorca, un pequeño pueblecito de la comarca del Comtat, en la página 947 del "Cancionero Musical de la provincia de Valencia" (9), escritas a una voz y recopiladas en el municipio de Dos Aguas, y en la página 948 y 949 del citado cancionero donde encontramos distintos cantos dedicados a pedir agua a la Virgen recopilados en Petrés, Castielfabib y Alpuente, y a San Gregorio, éste último recogido en Casas de Pradas. De todos ellos el único que parece recordarnos algo de aquella rancia melodía es el Dos Aguas, pero ni qué decir cabe que las diferencias son abismales. Aún así no cuesta imaginar por lo que atañe a la idea que abre la obra, la derivación de esta vetusta composición.
Durante el siglo XIX estas manifestaciones colectivas de sentimiento religioso que habían caracterizado a la Iglesia del Antiguo Régimen, entraron en un cierto declinar, no obstante estas muestras de religiosidad popular no desaparecieron (10), sin embargo con la descristianización masiva y los avances de la tecnología moderna, estas manifestaciones sufrieron un duro golpe. El mundo desacralizado y tecnotrónico de la postmodernidad, espiritualmente empobrecido, ya no puede contemplar esta serie de fenómenos de larga tradición cultural, puesto que el hombre ya no necesita pedir y suplicar nada a nadie ya que es dueño y señor de todo lo que le rodea, el antiguo vínculo que le unía a Dios se ha perdido definitivamente, simplemente porque él le ha sustituido. La desestructuración y desaparición, pues, de este fenómeno se ha producido en fecha reciente.
ROGATIVAS POR AGUA DE LA CIUDAD DE VALENCIA
Fuente: Copia dibujada del manuscrito original, p. 61, de "La música en Valencia" del barón de Alcahalí {Valencia, 1903).
Notas críticas:
•Compás 2, Tiple: la primera redonda aparece mal centrada, he transcrito sol. La penúltima nota se encuentra, igualmente mal centrada, he transcrito mi.
•Compás 3, Tiple: la última redonda está mal centrada, he transcrito sol.
•Compás 3, Bajo: la primera redonda aparece mal centrada, he transcrito fa.
•Compás4, Alto: la primera redonda del original es un fa, debe tratarse de un error, razón por la cual he optado por transcribir mi, teniendo en todo momento en cuenta el acorde. La primera blanca aparece ennegrecida.
•Compás 4, Tenor: aparece una incongruencia rítmica (redonda, dos blancas ligadas, blanca, redonda y redonda), debe tratarse de un error, razón por la que he preferido conservar la estructura rítmica de las otras voces; aparte hay que considerar que es muy raro que el autor quisiera prescindir de la verticalidad a la que nos tiene acostumbrados. La última nota aparece mal centrada, he transcrito un la.
•Compás 5, Tiple: la penúltima redonda aparece mal centrada, he transcrito un sol.
•Compás 6, Tiple: la última redonda aparece entre paréntesis.
•Compás 6, Alto: la última redonda aparece entre paréntisis.
•Compás 6, Tenor: la última redonda aparece entre paréntesis.
•Compás 6, Bajo: la última redonda aparece entre paréntesis y mal centrada, he transcrito re.
Texto:
Non sumus digni a te exaudire
Nostris demeritis meremur puniti
Sancta Maria, ora pro nobis.
A canto llano:
Kirie eleyson, Jesu Rex gloriae,
da nobis pacem.
Salutem ac pluviam congruentem.
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NOTAS
(1) Consúltese GENNEP A. Van: Manuel de Folklore français contemporain, particularmente "Fètes liturgiques folklorisées", parís, Picard, 1949-1958, p. 1637 y sucesivas. No menos importante es el artículo "Rogations" que aparece en el Dictionaire d'archéologie chrétienne et de liturge, LECLERQ, H., París, 1948.
(2) SCHNEIDER, M.: Los cantos de lluvia en España. Estudio etnológico comparativo sobre la ideología de los ritos de pluviomagia, A. M., vol. 4, Barcelona, 1949.
(3) Transcripción a cargo de V. Castañeda Alcover, Madrid, 1934, 2 vol. Para el presente trabajo hemos utilizado la edición de la Institució Alfons el Magnanim, Valencia, 1983.
(4) Obsérvense a continuación unos cuantos ejemplos referentes a la participación de la música en las mismas: R. 2050 (2512-1621), acompañamiento del Santísimo Sacramento por el virrey y los jurados a San Esteve: “Anaven los menestrils cantant lo himne Pange lingugua gloriosi a cant de orgue i sonant a cors los menestrils i trompetes. Arribats al peu de l'altar; ab la santíssima custodia, lo vicari detinsgué's un poc mentres los menestrils cantaren Tantum ergo sacramentum"; R. 2171 (24-7-1622), procesión de San Ignacio: "Anava la cantoria de la Seu a soles cantant ab alguns menestrils"; R. 2349 (14-9-1623), procesión del Santísimo Cáliz: "los tabals de la ciutat ab los trompetes"; R. 2489 (29-8-1624): procesión a la ermita de las Barracas del Grao: "Cantant ab cant de orgue eixiren de dita ermita "Al venir de la ermita a la mar cantaren los salms de completes Cum invocare etcétera "I al tornar cantaren Te Deum laudamus fins a la ermita"; R. 2781 (14-6-1626) procesión del Santísimo Sacramento: “Anava la capella de la Seu que cantaren com a àngels"; R. 2884 (21-12-1626), procesión de las cuarenta horas en Santo Tomás: “Ana per la Corregeria Vella a Santa Tecla, a les Pujades i en lo blacó del senyor comte de Anna sonaven un joc de menestrils; passa per Sant Cristòfol i a una cantonada que està davant lo forn de dit carrer en un balcó bi bavia altre joc de menestrils que sonaven ".
(5) RUIZ DE LIHORY, J.: La música en Valencia. Diccionario biográfico y critico, Valencia, 1903.
(6) Desconozco cuáles eran estas "misses dels goigs" a las que alude esta referencia. La única composición que he encontrado en la que se menciona a Nuestra Señora de la Antigua son unos gozo titulados: El cielo y la tierra os bendigan a cuatro voces que compuso el insigne Juan Bautista Comes, maestro de capilla de la Catedral de Valencia entre 1613-1618 y entre 1632-1643, obra que se conserva en el Real Colegio Corpus Christi Patriarca de Valencia dentro de una colección de gozos que se halla en el libro de atril número 4, cuya copia data de 1854 (J. CLIMENT en su obra Fondos musicales de la Región valenciana, vol. II, Valencia, 1984, la incluye con el siguiente número de catálogo: 1260).
El cántico de estas misas de los gozos formaba parte del ritual intercesorio, en la villa de Cocentaina (Alicante), cuya documentación he tenido oportunidad de estudiar, he encontrado igualmente este tipo de referencias. En el Tomo V de la obra manuscrita del mercedario contestano, el padre Agustín Arques Jover, titulado Notas varias extractadas de los Archivos de la Villa de Cocentayna encontramos una "Información de Testigos de los Milagros de Ntra. Sra. del Milagro hecha en la villa de Cocentayna " que el citado historiador copió del libro de Justicia de la villa del año 1605 en cuyo punto VII se especifica: "Enfalta (sic) de agua la llevan en Procesión, y en dicha Yglesia le cantan las siete Misas de los gozos, y jamás se acaban de celebrar dichas Missas, que no remedie a este Condado, y á las tierras circumvecinas con agua: y en semejantes casos de falta de agua hasta los nuevos convertidos hacen instancia que saquen en Procesión a Ntra. Sra. de la agua". Ni qué decir cabe que los nuevos convertidos eran los moriscos que todavía pululaban por estas tierras durante estas fechas. La Mare de Deu del Miracle, cuyo cuadro se venera todavía hoy en día en esta población situada a orillas del Serpis y al pie de la Sierra Mariola, era sobre la que recaían las peticiones de agua de los contestanos y pueblos adyacentes de su condado de esta época. A partir de 1654, según lo estipulado por D. Diego de Benavides, X Conde de Cocentaina, para sacar ala Virgen en rogativas era indispensable su propia licencia. El padre Arques nos ofrece más información acerca de las rogativas que se celebraron en esta bella población en el Tomo IV de su obra, concretamente en el fol. 273 (rogativas por agua de 1710) y en el fol. 264 (rogativas por agua de 1755). Según el padre Fullana ("Historia de la villa y Condado de Concentaina", Valencia, 1975), en 1794 el pueblo por la necesidad que padecía sacó sin licencia de la condesa Joaquina de Benavides y Corella la tabla bizantina de la Virgen, a lo cual contestó la noble señora: "Madre Abadesa Sor Antonia de Jesús Nazareno: en vista de lo que V. M. me manifiesta con fecha 10 del corriente, apruebo por esta vez el que se haya sacado a Nuestra Señora del Milagro en rogativas; pero para otra se cuidará de que acudan con tiempo a solicitar mi licencia. San Idelfonso 23 de Septiembre de 1794. La Duquesa-Marquesa-Condesa". A partir del siglo XIX comenzó a perderse la costumbre en esta población de invocar a la Virgen en períodos de sequía, desconozco cuál fue el motivo.
(7) RUIZ DE LIHORY, J.: Op. Cit.
(8) SEGUI, S.: Cancionero musical de la provincia de Alicante, Diputación Provincial de Alicante, Alicante, 1973, p. 79.
(9) SEGUI, S.: Cancionero musical de la provincia de Valencia, Diputación Provincial de Valencia, Valencia, 1980.
(10) Por lo que respecta a la ciudad de Alicante, consúltese PICO PASCUAL, M. A.: La capilla de música de la Colegiata de San Nicolás de Alicante durante el siglo XIX: 1836-1869, decadencia y disolución de un centro de producción plurisecular; trabajo becado por el IVEI de la Diputación de Valencia, 1996 (426 p.) en cuyo capítulo V, "Alicante entre 1836 y 1869: Tradicionalismo y anhelos de modernización", he estudiado a fondo este tema. Por lo que atañe al período que nos ha ocupado en este artículo, principios del siglo XVII, he de manifestar, por lo que se refiere a esta ciudad, que tal y como he podido comprobar en el Arancel de les festes que tenen obligació de cantar els musichs de la capella per lo salari que els dona la ciutat, de 1619, cuyo original se encuentra en el Archivo Municipal de esta ciudad, la capilla de música que sostenía por estas fechas el cabildo municipal, participaba en las procesiones los días que tenían lugar las rogativas.