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Revista de Folklore número

022



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LOS OFICIOS TRADICIONALES GALLEGOS EN LAS CANTIGAS POPULARES

LOPEZ TEMEZ, Xesús

Publicado en el año 1982 en la Revista de Folklore número 22 - sumario >



Es ciertamente difícil, el comenzar este viaje por las profesiones artesanales de Galicia y no por falta de ellas, sino por una cuestión puramente sentimental. Toda vez que conviene que los sentimientos en algunas ocasiones estén por encima de la razón, comencemos ya dándoles preferencia a éstos.

EL GAITEIRO

Una de las profesiones artesanales y tradicionales, más asentada en nuestra tierra. El se encarga de sorber los vientos y de darles forma a través del hábil manejo de todas las partes de su instrumento. Eran siete (y aún se les considera así) los años que se tardaban en hacer un buen gaitero (a diferencia de los escoceses, que piensan que hacen falta siete generaciones). Después comenzaba el excelso aprendizaje por las ferias, festas, romaxes y antroidos:

Pedro de Castro e Tarabanco
iban ó festín.
Pedro de Castro tocaba na gaita
e Tarabanco no tamboril.

Es de resaltar que el segundo verso se canta siempre en castellano, quizás por la conciencia popular de que el cura no deseaba hablar la propia lengua.

Pero a pesar de esto, el gaitero no era bien recibido entre la comunidad, quizás por su carácter de nigromante, de mago que puede dominar los aires y modularlos; pero, también por su fama de mujeriego y bebedor (falsa por otro lado), reflejada en algunas expresiones populares ("mollar a palleta") y en canciones:

Gaiteiro de Redondela,
ofrecicheme unha tunda
e agora veño por ela.

O aquella otra referente a los conocidos Gaiteiros de Soutelo de Montes:

Os gaiteiros de Soutelo
mala centella os mate:
¡non queren tocar a gaita
si non lle dan chocolate!

En otras versiones el chocolate se cambia por otras bebidas, pero aquí citamos la más conocida. Sobre la fama de enamoradores de los gaiteiros mucho habría que decir (como el poema de Rosalía de Castro que empieza "Un repoludo gaiteiro / de pano sedán vestido...", buen exponente de la conciencia del pueblo sobre este tema), pero muchos de ellos sólo tienen un amor a lo largo de toda su vida:

Non hai amores máis firmes
qu'os do gaiteiro e a gaita;
eu sopro, e ela toca,
nin a engaño, nin me engaña.

Pero todo esto era hace tiempo, porque antes el gaiteiro se construía su propio instrumento, con las ferramentas apropiadas, torneándolal como si él mismo fuese un dios. Y toda parroquia o aldea por pequeña que fuese tenía fama por sus gaiteiros :

Pra bailar as da Ponte,
pra cantar en Vilacoba,
e pra tocar a gaita
Mansemino ou Vilanova.

Pocos somos ya los que mantenemos la antigua vida de gaiteiros, pero ya no sabemos o podemos construir nuestros instrumentos (la vergüenza llega hasta tal punto que se han llegado a ver gaitas de plástico con la etiqueta "Made in Hong-Kong") y los viejos gaiteiros sólo pueden lamentarse de la falta de interés de los actuales. Lejos estamos de los tiempos de aquella vieja balada irlandesa:

Si te casas con el gaitero, estarás feliz,
amada mía, joven gaviota.
Podrás ir a todas las ferias
y no te levantarás a medianoche;
tendrás dinero y piezas de oro,
¡cuánto mejor estarás conmigo
y la música de mi gaita,
amada mía, joven gaviota!

CANTEIROS

Maestro de las piedras, conocedor de todos los secretos y compañero inseparable de los gremios de constructores franceses. Amigo de los gaiteiros a los que eleva a categorías de ángeles en sus catedrales, ermitas y cruceiros. Pero como su inseparable compañero, no lleva mejor suerte ante el pueblo:

Pica, canteiriño, pica,
pica na pedra miuda;
pica na muller allea,
que outro picará na tua.

En otras ocasiones los canteiros son responsabilizados de la desaparición de las chicas, todo ello sin duda por la envidia desatada hacia sus obras:

Canteiros e carpinteiros
d'a vila de Pontevedra,
eiquí falla unha meniña
tedes que dar conta d'ela.

Pero el canteiro, es la más antigua reliquia que le queda a nuestra tierra. Tienen una lengua especial, extraña y ocultista que recibe dos nombres: "latín dos canteiros" o "verba dos arxinas" (lengua de canteros). La polémica sobre el origen es variada y dura: existen dos hipótesis, la de origen pre-romano y otra la derivación del euskera. Yo me permito tomar parte por la primera, ya que la segunda viene dada por la permanencia de algunos "esquiroles" vascos durante la época posterior al triunfo de los Irmandiños. Pero para darnos cuenta .de la importancia que tiene esta lengua propia, se cuenta una historia (real y sucedida no hace tanto tiempo) en la que un canteiro fue a pedirle trabajo a un maestro del arte y desarrollaron una conversación totalmente en su lengua. El maestro al ver que conocía su lenguaje diferenciador, le dio trabajo sin comprobar nada más.

Los mejores canteiros suelen venir de las tierras de Pontevedra, aunque no son exclusivamente de allí. En esto, como en los gaiteros, cada pueblo tiene su fama, pero los de esta provincia son los más conocidos. Hay entre los canteiros tres clases más o menos diferenciadas: los primeros, se dedican a cortar la piedra; otros, la labran sin ningún tipo de complicación; y los terceros, los maestros, son los que hacen complicadas figuras, dibujos y cruceiros. Son los seguidores del más famoso de los canteiros, el legendario Maestro Mateu.

Actualmente el oficio se pierde, pero ha recibido un gran apoyo con la creación de la Escuela de Canteiros, en Pontevedra, que ya lleva cuatro años funcionando. El curso se compone de tres años, pero cuando se sale de allí, pocas son las salidas para este mitológico personaje.

En verbas de canteiros,
nenas, non vos fiedes;
collen os picos e marchan,
nenas, ¿que lles queredes?

MUIÑEIRO

Unha noite no muiño,
unha noite non é nada.
Unha semaniña enteira
eso si que é muiñada.

El molino, el molinero (muiñeiro), es el centro de la picaresca, el lugar donde los galanes cortejan a las mujeres que allí van a moler su grano:

O muiño non é muiño
que é a capela dos ratos,
donde se daban os bicos
e mail-os moitos abrazos.

Tomar el molino como centro de los amores, que pueden ser entre el molinero y una mujer extraña, la molinera y un viajero, o entre dos personas que nada tienen que ver con el molino; es una constante en el folklore español y europeo:

Mui muiño, mui muiño,
bótame a fariña fora
que a filla da muiñeira
ten un cantar que namora.

Quizás debido a este cantar enamoradizo de las molineras, surgió de aquí el baile tradicional más conocido de Galicia, que recibe el nombre de la propietaria del molino: "muiñeira". El molinero no es en sí un hombre artesano, pues pocos conocimientos se requieren para llevar a cabo la molienda. Tampoco suele ganar grandes cantidades, pues cobra en una parte de lo que él ha molido. El trabajo se suele realizar de noche, y esto le da un cierto carácter mágico que, cómo no, todo oficio artesanal posee:

Fun ó muiño do meu compadre,
fun polo vento e vin polo aire.
Estas son cousas de encantamento
ir polo vento e vir polo aire.

En fin, como hemos venido repitiendo en todos los oficios anteriores, poco queda ya de esto y en contra de lo que sucede en otros oficios artesanales, aquí no se está produciendo ninguna resurrección ni apoyo de ningún tipo.

FERREIRO

El más antiguo, enigmático y oscuro de los oficios artesanales gallegos, muchas veces identificado con un oficio demoníaco por cercanía con los infiernos:

Ferreiro maldito
matácheme o pito
á porta do demo
con sete martelos.

Se puede observar cómo se utilizan números tradicionalmente simbólicos. Su aparición se puede documentar ya en los primeros castros y actualmente su extensión es ya poca, pero antiguamente llegaban hasta El Bierzo y León a vender sus productos. Actualmente en Galicia la situación no es mala dado que la especial orografía dificulta la mecanización del campo (así como los problemas sociales y tradicionales), lo cual les sigue dando un cierto trabajo:

O ferreiro da maldición,
cando ten ferro non ten carbón.

En su ferreiría se daban cita todos (o casi) los hombres del pueblo, y a la lumbre de sus fuegos se contaban cuentos de meigas, aparecidos y casos de lycantropía. Esto venía a equivaler en el folklore tradicional gallego al lavadero donde se reunían las mujeres para contarse las mismas historias. Hablando de lavaderos es secular la dificultad de fundar una familia por parte de un herrero debido a la suciedad de su oficio, que le impedía estar presentable cuando se trataba de conquistar o cortejar a alguna muchacha:

Non te cases con ferreiro,
que ten moito que lavare;
casate con mariñeiro
que ven lavado do mare.

Esto unido a la secular pobreza material (que no espiritual, el herrero es señor del fuego como el alquimista y el alfarero, como señala Mircea Eliade) está acabando poco a poco con el oficio.

ARRIEIRO

El arrieiro era el que transportaba todo tipo de mercancías de una feria a otra, con toda una fila de mulas cargando desde vino a botijos, o todo aquello que fuese necesario para los habitantes de las apartadas aldeas:

Hoxe eiquí e mañán na feira,
pra min non ha de faltar
unha vida pasaxeira.

El arrieiro solía acompañar su viaje con una serie de cantos, seguido por la música de los cencerros y cascabeles de sus mulos. Y era tan bajo su cantar, que así quedó reflejado en un canto popular:

O cantar do arrieiro
é un cantar moi baixiño,
cando canta en Ribadavia
resoa no Carballiño.

Hoy en día ya nada queda de todo esto, pues los arrieiros actuales (pocos) utilizan coches o furgonetas, y ni cantan ni dejan cantar. Tampoco eran muy afortunados en amores, pues su carácter itinerante no les dejaba tiempo para coger amores y así el dicho de "tengo un amor na montaña, teño un amor montañés e na ribeira teño tres". Es decir, una especie de marinero de tierra que en cada pueblo va dejando un amor que le espera a su regreso en la próxima feria. Y no estaban muy bien vistos por los curas y los sacerdotes, debido a su peregrina (pero no de peregrinación religiosa) vida:

A vida do arrieiro
heche unha vida de pena.
De día non oien misa
de noite non durmen nada.

Quede aquí el recuerdo de los músicos del ganado, de los hombres que llevaban una vida triste y caminante, pero desgraciadamente desaparecidos.

ZOQUEIRO

El oficio de zoqueiro es también, de grandes desplazamientos por unas y otras aldeas, ya que solían ir por las casas arreglando los pares ya usados, haciendo otros nuevos a medida, o bien vendiendo unos previamente hechos:

Vimos dunha romería
e mañán irnos pra outra,
e así pasamolo tempo
dunha romería en outra.

Esta labor de artesanía solía llevarse a cabo desde el.mes de septiembre (en realidad la madera se cortaba en la luna de agosto) y se estaba en ello hasta marzo. En la actualidad casi sólo se fabrican como recuerdo turístico, y para los campesinos, a los que les duran toda la vida:

O zoqueiro foi á misa
e non sabía rezar;
andaba polo altar:
hai zocos pra remendar?

El proceso de fabricación requería tres pasos y las diferentes formas de zocas eran numerosas: de bota, chinela, medreña, de dous en un, y otras muchas más variadas. La madera que se suele utilizar es la de abeneiro:

Teño de vir á Somoza,
nuns zoquiños de abeneiro;
pra que pelein por min
heime meter arrieiro.

EPILOGO

Pocos han sido los artesanos tradicionales que ofrezco, pero éstos y los que aún quedan están en el mismo trance de desaparición debido a la mecanización del proceso de producción. Sólo nos resta hacer un llamamiento a la ayuda oficial (por medio de la creación de una Sociedad de Folklore y Tradiciones, similar a las existentes en la mayoría de los países del mundo) para que vele por la pervivencia de estos oficios, pero al mismo tiempo, que no se caiga en la atracción turística.

BIBLIOGRAFIA

Artículos de Pablo Quintana, F. Salgado, M. Hortas y Antón López en diferentes medios de comunicación gallegos.

Varios. Nós. Edición Facsímil. Ed. Galaxia, Vigo, 80.

Diferentes cancioneros tradicionales gallegos, cuyas fechas, autores y ediciones sería prolijo enumerar.

Mircea Eliade. Forgerons et alchimistes. París, 1956.

Sir James Frazer. Mythes sur l'origine de feu. París, 1931.

Diversas investigaciones y conclusiones propias inéditas.



LOS OFICIOS TRADICIONALES GALLEGOS EN LAS CANTIGAS POPULARES

LOPEZ TEMEZ, Xesús

Publicado en el año 1982 en la Revista de Folklore número 22.

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