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Revista de Folklore número

180



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TOREO: TRADICION Y MODERNIDAD

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1995 en la Revista de Folklore número 180 - sumario >



San Blas, gargantero,
tiene su fiesta
a tres de febrero.

San Blas, el gargantero, goza de gran predicamento en toda la provincia de Cáceres. Su advocación deviene de los tiempos en los que los pueblos procuraban su abogacía contra pestes, epidemias y pandemias. Y, ya a niveles más elementales, contra las afecciones de la garganta. A tenor de la amplitud de su patronazgo parece que, a lo largo de los siglos, San Blas ha tenido a bien el escuchar a los paisanos cacereños, que ahora, en lógico agradecimiento, le honran de muy distintas maneras en el día tres de febrero.

Entre los actos que en su fiesta se llevan a cabo en Torrejón el Rubio, destacan las coplas que, sin acompañamiento instrumental, se entonan durante el ofertorio de la misa. En el canto intervienen cuatro mozas, las mismas que interpretan el rito de las purificadas, ataviadas con el típico traje local. Los versos narran la vida de San Blas, toda una amalgama de historia y de leyenda, sin olvidar en ellos la petición protectora contra los males que acechan al pueblo:

En la ciudad de Sebaste
y en todo el orbe cristiano
tu vida se ha celebrado
por los milagros que obraste.
En el reino de Armenia
tu virtud se propagó
y tu pureza y costumbre
todo el mundo las miró.
De médico profesor
te inclinó tu natural,
y curaste todo mal
de alma, vida y corazón.
Al desierto te marchaste
sin que el pueblo lo supiera,
y el obispo de Sebaste
quiso el Señor que muriera.
Por obispo te nombró
Sebaste con alegría,
te resistes a porfía
y por obispo quedaste.
El nuevo estado quedó
para aumentamos tu fe,
y tu santidad después
de todos fue admiración.
Al desierto te inclinabas
y ángel te retiraste,
y la gente no cesaba
de llorar y de buscarte.
De todas partes venían
a pedir tu bendición,
y hasta las fieras feroces
a tu lado hacen mansión.
El año trescientos quince
un tirano muy feroz,
que era el emperador Cirilo,
a San Blas martirizó.
Al monte marchan soldados
para buscar a San Blas
y entre tigres y leones
lo hallaron en santa paz
Le dicen que se eche fuera
y que se vaya con ellos,
que el emperador lo manda
y es preciso obedecerlos.
Y San Blas les respondió:
Vamos; iremos contentos,
y derramaré mi sangre
por Jesús, mi dulce sueño.
Una afligida mujer
te pide con ansia tanta
la curación de su hijo
y el corazón te quebranta.
En su garganta tenía
una espina atravesada;
con la señal de la cruz
aquel niño la arrojaba.
Y en presencia del tirano
te dice que has de adorar
a los dioses, y no quieres,
y te mandan palear.
También con uñas de acero
surcaron tus puras carnes,
y tu cuerpo le dejaron
corriendo arroyos de sangre.
Siete piadosas mujeres
que recogían tu sangre
el tirano las llamó
y las degolló al instante.
Ellas con gran alegría
y con mucha devoción
recibieron el martirio,
pidiendo tu bendición.
Una voz del cielo oiste
que te animaba a salir
a recibir el martirio
para tú al cielo subir.
Ya te cortan la cabeza
y recibes la corona,
y en el cielo profesor
eres de nuestra persona.
Pidámosle con gran fe
y con mucha devoción
que nos libre de la peste
y del infernal dragón.
El pueblo de Torrejón,
que posee tus reliquias,
vivamos en santa paz
en unión de la justicia.
Quédate con Dios, San Blas,
nos despedimos muy bien;
yo quisiera, Santo mío,
estarme siempre a tus pies.

Por la misma comarca Garrovillas de Alconétar festeja a San Blas con misa y procesión, a la que asisten las mujeres con trajes de serrana y cubiertas con mantilla. El día siguiente celebra a San Blasino. A este lógico vivir jaranero alude el viejo dicho de la tierra:

Primeru febreru,
segundu Candeleru,
Bras terceru,
Brasinu festeru.

La gastronomía es un elemento a destacar en los samblases garrovillanos, puesto que la costumbre exige el degustar por estas fechas el buche con berzas, los coquijuelos, las floretas, los cagajones, los piñonates, las perrunillas y las chicas. Y todo ello sin olvidar el clásico bollu en forma de paloma, elaborado con pan y anís, en cuyo buche se le endosa un chorizo de lomo y en la parte posterior del abdomen un huevo cocido. A éste le dedican la correspondiente coplilla:

Cuando pasu por tu puerta
el día de San Brasinu,
llevu el jocicu pringáu
por el bollu y el chorizu.

También el bollu es el alimento predilecto en las giras que en estos días festivos realizan los grupos de jóvenes por los más variopintos parajes del entorno:

¡Ay, qué alegría! ¡Ay, qué ilusión!
Nuestra gira es la mejor.
Es la mejor, la más alegre,
porque llevamos arroz con leche,
arroz con leche, leche guisada;
nuestra gira es la más salada.

Sin duda la nota más genuina del San Blas garrovillano lo constituye la vaca-romera, a la que hay que calificar entre las mascaradas de precarnaval. Cuando el santo tuvo su ermita la vaca-romera aguardaba acechante el regreso de los devotos. Pero desde el momento en que la imagen buscó su aposento en la iglesia de San Pedro la vaquilla se ha visto obligada a deambular por el pueblo una vez acabada la misa. El hombre que se presta a disfrazarse de vaca-romera se cubre la cabeza con un gorro cilíndrico negro, del que penden cintas de colores, se enfunda un guardapiés y se ciñe un cinto con un gran cencerro. Va provisto de una enorme cornamenta. Su misión es la de acometer a curiosos y a paseantes, deteniéndose sólo ante los que le ofrecen un trago. Junto al enmascarado marcha un acompañante con un costal en el que mete todo cuanto le ofrecen los vecinos, que posteriormente es repartido entre los pobres. En los últimos años han desaparecido estos fines altruistas que promovía la Hermandad de San Blas, e incluso la vaca-romera se ha simplificado hasta el punto de que la vieja máscara se ha sustituido por una simple cabeza hueca de cartón. Aún así los niños suelen seguirla y dedicarle las rimas de siempre:

La vaca-romera,
de buen paletón,
que come morcilla
y caga turrón.

En Malpartida de Plasencia el día tres de febrero se conoce como el del Convite del Mayordomo. Este, que "sirve al santo" por voto o promesa, se encarga de rifar un cordero y de vender las gargantillas de San Blas para recaudar fondos destinados al culto. Las mujeres tienen a bien agasajar al obispo de Sebaste con el lucimiento de sus galas típicas durante los actos religiosos que se desarrollan en la ermita. La cucaña es una de las principales diversiones de la fiesta.

La víspera de San Blas, el día 2, los quintos de Casatejada, ya en el Campo Arañuelo, acuden a las dehesas a proveerse de gran cantidad de taramas de encina, que traen al pueblo. La noche la pasan cantando y bebiendo. En la mañana de la fiesta colocan la leña sobre un burro y recorren las casas pidiendo el aguinaldo. Los chorizos que reciben los cuelgan de los ramajes que porta el jumento. El dinero recaudado, al igual que los huevos que también es costumbre entregarles, van a parar al cesto que los mozos llevan consigo. Chorizos y huevos se convertirán en los alimentos que configuren las corroblas de los quintos. No faltan en el ancestral programa del mocerío en este día las rondas a las mozas con las primeras luces del alba.

A pocos kilómetros de la anterior localidad, Toril celebra la verbena de San Blas, que atrae a la juventud de todos los contornos, lo mismo que el concurso hípico campestre del día tres. Es en Romangordo donde al santo le dedican tres jornadas: San Blas "Grande", San Blas "Mediano" y San Blas "Chico". Cuando las campanas repican a vísperas el día dos los cazadores comienzan a preparar sus escopetas, que dispararán a profusión en honor de San Blas. Las salvas a San Blas tendrán lugar durante la procesión. Como tantas otras fiestas, éstas de San Blas de Romangordo han sido trasvasadas en los últimos años al mes de agosto, con lo que, al decir de los vecinos, se salva su pervivencia seriamente amenazada por el fenómeno migratorio. Valdecañas también festeja al santo de Sebaste.

Por las comarcas de Los Ibores y de Las Villuercas tiene San Blas su disanto en Robledollano, Guadalupe, Villar del Pedroso y Carrascalejo. La misa, la procesión y la consiguiente venta de gargantillas bendecidas con fines profilácticos son la tónica dominante en estas celebraciones. En la última población el tres de febrero se conoce como el de la Romería de las Tortillas, ya que es el día de San Blas cuando las pandillas salen al campo a dar cuenta de tan tradicional alimento.

Al sur de Cáceres el obispo de Sebaste es objeto de veneración en Conquista de la Sierra, Alcollarín y Herguijuela. En Campo Lugar se aprovecha la jornada para hacer una romería a tres kilómetros de la localidad, en los aledaños del cruce de las carreteras de Miajadas y Zorita. Se lleva acabo una misa extremeña en la que no se olvidan las ofrendas de los típicos hornazos y bollas. Tras la celebración religiosa hay baile, concursos gastronómicos y degustación de las migas que se cocinan con los ingredientes que aporta cada uno de los romeros. También en esta fecha los habitantes de Zorita realizan una de sus giras anuales a la ermita de Virgen de Fuente Santa. La procesión, las cintas bendecidas y las roscas de San Blas constituyen en Puerto de Santa Cruz los elementos básicos que mueven una festividad que antaño vivían de una manera especial los quintos.

También en Benquerencia pasan las cintas multicolores por la imagen del santo, convirtiéndose en uno de los más curiosos y apreciados regalos que se intercambian los novios, empleándose lo mismo para gargantillas que para adornos de las panderetas y de los panderos. Torreorgaz no se conforma con San Blas y por eso tiene también a San Blasino. A partir de las doce de la noche del día tres los jóvenes encuentran abierta la veda para tiznarse unos a otros con corchos quemados, broma que alcanza por igual a los transeuntes que se topan al paso. Sin dudas San Blas marca en este pueblo el comienzo de los carnavales, como igualmente ocurre en la vecina localidad de Aldeacentenera, donde las coplas que se cantan no van ausentes del tono jocoso o picaresco:

Si piensas que por ti son
los colores que me salen,
no son por ti ni por otros,
que son mios naturales.
Ya vienen los carnavales,
las ferias de las mujeres,
aunque también fuera de feria
burros y vacas se venden.

Montánchez acoge los samblases más interesantes de toda la zona sureña. La víspera se enciende la velá o gran hoguera, se visitan los ramos por las distintas casas y se degustan los clásicos buñuelos. El día de San Blas, tras la risa y el consiguiente reparto de gargantillas, unas cuarenta jóvenes vestidas con el típico atuendo recorren procesionalmente el pueblo en compañía del tamborilero. Llevan estas mozas en sus cabezas unos tableros, las populares tablas, con gran profusión de adornos y sobre ellos los artísticos ramos de ofrenda de repostería, en especial escaldones, muérdagos y escabeches, que luego se traducen en dinero para San Blas.

Por la Raya de Portugal celebran festivamente a San Blas en Villa del Rey, con su Baile del cordón, y Ceclavín. Más al norte hacen lo propio en Aldehuela de Jerte, donde los tamborileros acompañan a la imagen por la calle, Carcaboso, Casillas de Coria, Moraleja, Galisteo, Guijo de Coria, Riolobos, Santa Cruz de Paniagua, Oliva de Plasencia, Gargüera, Piornal, con la presencia de las mujeres en la iglesia para bendecir hilos y platos de sal, y Aldeanueva del Camino, que nos trae el recuerdo del poder salutífero de San Blas, cuando los niños eran curados del garrotillo mediante la imposición del collar de plata de la imagen.

En la Sierra de Gata San Blas mantiene sus valedores en Valverde del Fresno, que le dedican los días 3 y 4, y en Cilleros, que lo tienen por patrón. A él le dirigen coplas que manifiestan la superioridad de este santo sobre la de otros patrones comarcanos, como es el caso de San Pedro Celestino de Villamiel:

Si nuestro patrón San Blas
pudiera subir la cuesta
a San Pedro Celestino
le cortaba la cabeza.

A San Blas hay dedicada una ermita en Gata, si bien los lugareños dejan para meses estivales su romería y sus danzas de cintas o trenzados. En Eljas son los quintos los que ejercen la mayordomía el tres de febrero y entre los actos más significativos que llevan a cabo destacan los de pasear a caballo con el atuendo tradicional de lagarteiru y de competir montados en ellos, con sus cargas, por las empinadas calles del pueblo. Es este último un ejercicio que rememora el adiestramiento para el viejo oficio del contrabando que tan arraigado estuvo en la zona.

La víspera de San Blas los quintos de Ahigal, con música de gaita y tamboril y sonidos de cohetes, pasean el macho engalanado por todos los rincones del pueblo. Tras una noche de ronda en la que abundan las bromas de rigor, los mozos ocupan un lugar preferente en los actos religiosos y portan al santo en la procesión, corriendo también por su cuenta la colecta que realizan para el culto de San Blas. Es obligado que sobre los hombros luzcan un pañuelo bordado por la novia. Seguidamente, a las afueras del casco urbano, corren los gallos sobre caballos o jumentos. Las aves, que suelen ser regalo de los padrinos y que han sido criadas con este fin, se cuelgan de una en una de la cuerda y son matadas a mandobles por los jinetes que pasan bajo ellas. Cuando todos los animales han pasado a mejor vida los quintos se reparten por el pueblo para pedir el chorizo en las casas de parientes y conocidos. Los numerosos embutidos que reciben se van enristrando en un bastón que hace las veces de percha. Más tarde tienen su corrobla a base de carne de macho. En Santibáñez el Bajo también los quintos se reúnen en San Blas para comer el macho cabrío que engalanaron la víspera y al día siguiente, San Blas "Viejo", requieren huevos y chorizos de la vecindad.

Los petitorios son comunes en Valverde de la Vera, donde San Blas ejerce desde antiguo el patronazgo. En este caso es el mayordomo el encargado de recaudar los chorizos puerta a puerta, siendo subastados a la entrada de la ermita. De igual manera se subastan las andas para introducir la imagen una vez que finaliza la procesión, momento en el que se tiene a bien arrojar sobre los asistentes hilos bendecidos. La fama de que gozan estos hilos impregnados del poder salutífero del San Blas de Valverde de la Vera hace que desde inmemoriales tiempos hayan venido a buscarlos desde las localidades vecinas.

En Pasarón de la Vera la festividad de San Blas gira en tomo a los actos que organiza la Hermandad del Niño Dios, Inmaculada y San Blas. La víspera por la noche se ritualiza su salida a la calle de la misma forma que referimos para la noche de Reyes. El bos vuelve a ser insustituible en este acto. De madrugada los cofrades proceden al canto de la "Alborada" al mayordomo, sin que falten las coplas alusivas a la mayordoma y a los mozos que portarán el ramo:

Levántate, mayordoma,
mañanita defebrero,
a componer a San Blas,
que le sacan de su templo.
¡Oh, qué linda es la escobera
cuando en mayo está florida!
Más linda es la mayordoma
que al santo San Blas se brinda.
Un hermano que aquí vive
con su santa devoción,
Dios le dé una larga vida
y después la salvación.
El mayordomo del día,
con afecto fervoroso,
a San Blas bendito ofrece
un ramo primoroso.
El ramo ya está dispuesto
para llevar a San Blas,
con toditos sus hermanos,
que le van a acompañar.
El ramo de nuestro santo
va vestido con honor;
de la semilla de Cristo,
nuestro remedio dejó.
Mozos que lleváis el ramo,
llevadle con devoción,
que San Blas es milagroso
y alcanza mucho con Dios.
Conducid con devoción
este ramo misterioso,
y llevadle a nuestro santo,
que siempre fue milagroso.
Con frutos de nuestras almas
a San Blas bendito honremos,
y con frutos de la tierra
hoy su fiesta celebremos.

Después del primer toque de misa sale la comitiva desde la casa del mayordomo hacia la iglesia encabezada por el ramo, un armazón tronco-cónico cubierto de ramas verdes y de roscas, que colocan sobre unas andas que llevan cuatro mozos. La entrada del ramo en el templo precisa de una ritualización, donde no faltan la bendición del mismo y el permiso para penetrar en el recinto sagrado:

Por el templo caminamos
los hermanos en unión
y al cementerio llegamos
a celebrar la función.
Tratemos este lugar
con reverencia y fervor;
para bendecir el ramo
salga el ministro de Dios.
La bendición ya está echada,
que el cura la vino a echar;
entraremos en la iglesia
a ofrecérselo a San Blas.
Buena sea mi llegada
a la entrada de este templo,
donde está San Blas bendito
y el Divino Sacramento.
San Blas, que estáis en los cielos
de laureles coronado,
rogad por todos a Dios,
que nos lleve a vuestro lado.

Durante el ofertorio de la misa se canta el Ramo de San Blas, un sencillo romance que narra la vida y algún milagro del santo obispo de Sebaste:

Un mártir de Jesucristo,
San Blas bendito y varón,
Hoy os pide vuestro amparo
la villa de Pasarón.
En la ciudad de Sebaste,
de Armenia timbre y honor,
naciste y de virtudes fuiste
espejo y perfección.
Obispo fuiste elegido,
y con celo de pastor
la vida por tus ovejas
la diste con gran valor.
Marcelino y Diocleciano,
instrumentos del Señor,
te buscan encarnizados
con frenético furor.
Mas viendo tal tiranía
el monte Argeo te dio,
una cueva que, piadosa,
del tirano te libró.
Buscando las fieras iban
los enemigos de Dios;
por disposición divina
os encontraron a Vos.
Vuelven atrás presurosos,
dan parte al gobernador
y les encarga que atado
os traigan cual malhechor.
En la cárcel te metieron,
en una oscura prisión,
y celestiales visiones
recrean tu corazón.
Los tordos con aceituna
y los cuervos con honor,
con higos alimentaron
al ministro del Señor.
Al público te sacaron,
y sin tener compasión
a las fieras te arrojaron
para tu devoración.
Las fieras todas se rinden,
mostrándote humillación,
desde la simple paloma
hasta el furioso león.
El bárbaro Agricolado,
como segundo Nerón,
verter tu sangre pretende
con su cruel intención.
Al golpe del fiero alfange,
que el verdugo descargó
sobre tu divino cuello,
tu aliento vital cortó.
Tu cabeza por el suelo
tres saltos al frente dio,
y acompañada de Cristo
tu alma al cielo subió.
En la garganta de un niño
una espina se clavó,
y estando desahuciado
con tu bendición sanó.
Al cura que ha dicho misa
y ha predicado el sermón,
Dios le dé una larga vida
y después la salvación.
¡Quédate con Dios, San Blas!
¡Quédate con Dios, mi bien!
¡Yfo quisiera, santo mio,
estarme siempre a tus pies!

Cuandos los actos religiosos concluyen el ramo es devuelto a casa del mayordomo:

Al mayordomo del día
ya le traemos el ramo,
con sus roscas bendecidas
y toditos sus hermanos.

Estas roscas que adornan el ramo son luego compradas por los vecinos y el dinero recaudado se destina a los fines de la hermandad.

En Nuñomoral, en pleno corazón de Las Hurdes, San Blas también es sinónimo de ramo y, al mismo tiempo, de ancestrales danzas. Dos días antes de la fiesta un vecino asciende a la sierra para cortar una rama de tejo o, en su defecto, un arbusto. Tras adornarlo de cintas, roscas, naranjas y paquetes de tabaco, lo colocan en el altar de la iglesia a la espera de que llegue el día de San Blas. La mañana de la fiesta el tamborilero junto a un grupo de ramajeros o danzantes, que visten un supuesto traje típico de la comarca, y el mayoral o gracioso se acercan hasta la casa del cura y, sin dejar de bailar, lo acompañan hasta la iglesia. Los ramajeros, que han caminado en dos filas, quedan a la puerta del templo, entrando poco después el gracioso, que se cubre con pieles, se ciñe cencerros a la cintura y se toca con una mitra de cartón, y sube danzando hasta el altar, donde recibe el permiso del celebrante para que todos franqueen la puerta. Dada la autorización, ascienden por el pasillo central pausadamente, tocando sus castañuelas y cantando:

La mañana más hermosa
es la del tres de febrero,
con su sol resplandeciente
y el bello azul de su cielo.
Tres puertas tiene la iglesia,
entremos por la mayor;
le hacemos la reverencia
al Divino Redentor.
Tres puertas tiene la iglesia,
entremos por la mediana;
le hacemos la reverencia
a la Reina soberana.
Tres puertas tiene la iglesia,
entremos por la más chica;
le hacemos la reverencia
a las Animas Benditas.

Las dos estrofas que siguen las cantan apuntando con los palos que llevan los ramajeros a la imagen de San Blas que está, sobre las andas, a un lado del altar mayor y, luego, al cura:

Al glorioso San Blas,
a ese que vamos buscando,
en una cueva se encuentra
del monte Argeo llamado.
Se levante el señor cura
de la silla donde está,
para celebrar la misa
de nuestro patrón San Blas.

El ramo va a encabezar la procesión, situándose los ramajeros entre éste y la imagen de San Blas. A uno y otro lado hacen continuas reverencias mientras vienen y van al cansino ritmo que le marca el tamborilero. Posteriormente, en la plaza, se desarrolla el ofertijo, durante el cual los vecinos depositan sus donativos en las andas y, si se halla en vena de inspiración, alguno declama la ralación o versos alusivos a determinado favor que ha recibido del santo. Sigue el baile del cordón, a cuya coreografía llaman la cadena, con las correspondientes pausas para que cada uno de los danzantes recite estrofas alusivas a la vida de San Blas. Antes de sortear el ramo aún tienen la oportunidad los ramajeros de ejecutar ante el arbusto una danza de paleo al compás de una música a la que los habitantes de Nuñomoral le adaptan letras de singulares romances:

Por la dehesa de Las Hurdes
triste Pancomio cabalga;
mala traición le han jugado
los Nuños y los Aldanas.
¡Ay, Pancomio,
triste y solo te ví
en esas tierras tan agrias,
sin poder salir de allí!
Fatigado y con gran duelo
va subiendo una costana;
la silla de la su yegua
triste de sangre quedaba.
Heridas trae a montones,
la su espada trae abollada
de pelear con el moro
por las tierras de Granada.

Montehermoso da el día dos principio a los festejos de San Blas. Por la noche tiene lugar la velá. Se encienden capazos a la puerta de la ermita del santo y se desarrollan algunas de las danzas de los negritos a los compases del tamboril. Conforman el grupo seis danzarines y un palotero. Este es una botarga que viste enteramente de blanco, llevando trozos de cintas multicolores cosidas a la ropa y un gorro de forma cónica. A su cargo corre el llevar los palos e instrumentos necesarios para el baile. El palotero, al igual que los danzarines, se presenta con la cara embadurnada de negro. El atuendo de los danzantes es el tradicional de la localidad, configurado por la camisa blanca de lino, calzón de paño negro con borlas, chaleco del mismo género y color, faja de lana bordada y medias blancas de algodón, cubriéndose para las danzas con un gorro tronco-cónico negro con ribetes rojos que ha venido a sustituir al viejo rocaol o pañuelo atado a la cabeza.

La tradición de los negritos de San Blas se entronca con otras danzas de negros que se documentan de forma numerosa por toda la Península a partir del siglo XVI. Todas ellas parecen responder a ritualizaciones insertadas dentro de ancestrales cultos de fertilidad. No obstante, los montehermoseños ven en sus danzarines la reencarnación de los pedigüeños de Tomé, localidad vecina de Sebaste, que repetidamente acudían en demanda de limosna a San Blas, embadurnándose el rostro para no ser reconocidos.

Tras la velá el grupo de los negritos recorre el pueblo interpretando en plazas, calles y bares su largo repertorio, sin dejar de gritar de vez en cuando el "¡Viva San Blas!". El quehacer de los danzarines continúa el día tres, en el que también hay misa solemne, bendición de los cordones protectores de los males de la garganta, venta de éstos por el mayordomo y procesión. En la plaza de Arriba bailan ante la imagen del santo. Nuevamente, al terminar los actos religiosos, los negritos de San Blas interpretan sus danzas a lo largo y ancho de la localidad, hasta que los reclama el convite en casa del mayordomo. Luego siguen en su deambular coreográfico, que puede no detenerse en los días sucesivos.

Contabilizan los negritos un total de diecisiete danzas. A las propias de paloteo hay que unir las de los oficios, en la que cada danzarín porta el instrumental apropiado y expone la vieja profesión (herrero, esquilador, segador...) mediante los oportunos movimientos corporales, o la danza de "El cordón". Otras son "La zapateta", "La danza del pie", " La zarza", "El cardo", "La golondrina", "Los vuelos", "La emperadora", "La gascona", "La moza gallarda", "La sorda", "El jaramago", "El Mambrú", "La culebra", "El ama del cura" y "La zorrita". La picaresca y la ironía participan en algunas de las letras que acompañan a danzas concretas, como ocurre con las dos últimas:

El ama del cura
está mala en la cama
y el cura le dice:
Muchacha, levanta.

La zorrita
en el campo,
qué comería:
Churubías,
churubías.

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BIBLIOGRAFIA


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Publicado en el año 1995 en la Revista de Folklore número 180.

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