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Ninguna de las lenguas románicas ofrece tanta inseguridad en el uso del pronombre de tercera persona le (-s) como la nuestra. Quizá esta inseguridad proceda de los sucesivos y contradictorios cambios de postura por parte de las gramáticas al uso, que, lejos de esclarecer la confusión de los hablantes, la han acrecentado (1).
La razón más común entre los vallisoletanos, en cuanto al uso de le por la (leísmo) radica en esa necesidad que posee todo hablante de hacer una distinción genérica en la tercera persona, dejando al margen la función sintáctica. Así oímos decir: «A Pedro le conozco desde que íbamos al colegio», cuando lo correcto sería: «A Pedro lo conozco desde que íbamos al colegio». El hablante de nuestra ciudad, que ya siente en su subconsciente lingüístico la dualidad genérica le / la (objeto indirecto), aprovecha la forma le para el objeto directo masculino, resolviendo, así, la confusión con el neutro lo y equilibrando por compensación el sistema pronominal átono del español; se ha pasado de una base distintiva del carácter funcional a una diferencia genérica.
El leísmo es más frecuente en singular que en plural y en referencia a sustantivos animados que a inanimados. Cuando el leísmo es de referencia personal su uso está totalmente aceptado socialmente y muy extendido, abarcando incluso el registro más informal y con un sentimiento de prestigio por parte del hablante. Así lo demuestran los datos obtenidos en nuestras encuestas realizadas a los hablantes de Valladolid teniendo en cuenta las variantes de edad, sexo y nivel sociocultural: 57,7 % de leísmo personal en mujeres, y 55,1% en los hombres, todo ello en los estilos formales.
El leísmo de referente inanimado (2) se da por igual en ambos sexos: 26,34% en los hombres y 26,05% en las mujeres, dentro de un estilo contextual formal. Hemos comprobado que el leísmo está extendido por igual en Valladolid, si bien las mujeres ofrecen un uso más elevado. En cuanto a la variable generacional, son los hombres de la tercera generación (de 55 a 75 años) los que mayor porcentaje de uso de le arrojan, con un 63,33% con referente inanimado, siendo un 56,36% el porcentaje de uso de le entre las mujeres de la misma generación.
En el estilo contextual informal el leísmo no personal es mayor en la segunda generación de hombres (35-55 años): 60,96%, siendo las mujeres de la primera generación (de 15 a 35 años) las que menor porcentaje arrojan: 41,45%.
No hay duda de que el oído del ciudadano que vive en Valladolid se ha acostumbrado a oir allá donde va, le (-s) para cualquier objeto directo masculino. El pronombre lo, lo asocian al neutro y únicamente los no nativos de Valladolid se percatan de tan extendido error.
En conclusión podemos afirmar que el leísmo de referente personal es un fenómeno lingüístico totalmente aceptado socialmente en Valladolid y a la vez muy extendido, tanto entre personas jóvenes como mayores, lo cual nos demuestra la vitalidad y creciente uso de le por lo en los hombres y mujeres de nuestra ciudad.
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NOTAS
(1) SALVÁ, Vicente: Gramática de la Lengua Castellana, (según se habla ahora), París, Gamier Hermanos, 1883, 10ª. Ed.
BELLO, Andrés; CUERVO, Rufino, J.: Gramática de la Lengua Castellana, Buenos Aires, Sopena, 1964, 7ª. Ed.
(2) Un ejemplo de leísmo inanimado sería: ¿Has traído el libro? -Sí, le traje ayer. Cuando lo correcto sería: .Sí, lo traje ayer.