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Dentro del devenir del tiempo estaciona! y cíclico, en el que aparece enmarcada la vida y la actividad del hombre, como también la de los animales y del mundo vegetal, hay dos momentos temporales -los solsticios de invierno y de verano- en los que las gentes y las comunidades en las que viven han celebrado y celebran distintos ritos, a la vez que han desarrollado, en torno a ambos momentos, diversas creencias.
Ritos y creencias que tienen por objetivo la afirmación vital, la prolongación de la vida, tanto de personas, como de animales y ganados, así como de sembrados, árboles y plantas. Y es que, tradicionalmente, se ha creído que ambos solsticios eran fechas mágicas, en las que lo extraordinario, lo que se salía del transcurrir rutinario y anodino del tiempo, era posible. De ahí la riqueza de creencias y celebraciones que se han desarrollado en torno a estas fechas de solsticio.
Como ejemplo, o botón de muestra, del carácter mágico y extraordinario que a estas fechas se ha otorgado, he aquí las declaraciones atribuidas a una bruja tolosana del siglo XIV, participante en su Sabbat, citadas por Julio Caro Baroja; Ana María de Georgel, nombre de la bruja que participó en el aquelarre, indica que «El macho cabrío, a cambio [de abandonarse a él], le enseñó [...] de qué manera había que realizar los sortilegios durante las noches que preceden a San Juan, las Navidades y durante las de todos los primeros viernes del mes» (1). Las fechas de ambos solsticios aparecen en esta declaración brujeril, como propicias para realizar sortilegios; las adivinaciones mágicas hacen, así, su acto de presencia.
En el presente trabajo, pretendemos dar cuenta tanto de ritos como de creencias que se desarrollan, en torno a ambos solsticios, en la comarca salmantina de la Sierra de Francia. Solsticios que, como en toda Europa, están cristianizados en las fiestas de Nochebuena y Navidad, y de San Juan, respectivamente; dos fiestas de nacimiento: El de Cristo, en el solsticio invernal; y el del Bautista, en el de verano.
SOLSTICIO DE INVIERNO
La fiesta de Nochebuena, en la que se celebra el nacimiento de Cristo, el día 24 de diciembre, es el momento en el que tienen lugar distintos ritos y creencias característicos del solsticio de invierno, en la Sierra de Francia. Estos son algunos de los datos recogidos en distintos pueblos de la misma, o pertenecientes a zonas aledañas (como son los casos de Monsagro y de Montemayor del Río).
Existe, en El Cabaco, la creencia de que los árboles se preñan en la Nochebuena. Las chicas, de entre diez y quince años, salen por las calles con tapaderas y zambombas y cantan villancicos:
La zambomba está mala,
le duele un colmillo,
iremos a la taberna
a echar un cuartillo.
Mozos y mozas salen con panderetas, almireses, acordeón, tamboril..., en las Casas del Conde, durante toda la Nochebuena, recorriendo el pueblo, de velá o de ronda. Se dice que, en la Nochebuena, se preñan los árboles; si está escumbrao (el cielo limpio y con buen tiempo), raso, se cree que habrá mucha fruta; y, sin embargo, se piensa que apenas la habrá, si está nublado.
En Cepeda, se cree que en la Nochebuena se empreñan los árboles; de ahí que exista el siguiente dicho en esta localidad, relacionado con la creencia indicada:
Dando las doce un gallo cantó,
la Virgen María
un Niño a luz dio
y se empreñan los árboles
por la gracia de Dios.
Se dice, en Herguijuela de la Sierra, que, cuando pare la Virgen, se preñan los árboles. Los muchachos salen por las calles, tocando la zambomba, el almirez y cantando. Se paran en las puertas de las casas y los vecinos les dan castañas e higos.
Existe, en Sotoserrano, la creencia de que en la Nochebuena se empreñan los árboles, cuajan los árboles, es decir, que quedan para florecer y echar fruta.
En Madroñal, se pide el aguinaldo, el día 24 de diciembre por la noche, después de cenar y antes de la Misa del Gallo. Mozas, muchachos y mozos, en grupos distintos, recorren todo el pueblo y van cantando, mientras van pidiendo a los vecinos. A los muchachos se les dan turrones, higos...; llevan también un pincho de palo, en el que van pinchando los choricinos que recogen. A las mozas y mozos se les da dinero; con el que juntan, recorren las tabernas y lo gastan. Y, con lo que les dan de comer, que también se les puede dar, se reúnen y hacen una merienda.
Durante el itinerario del aguinaldo, salen, en un momento determinado, a los huertos más cercanos a la población, durante la noche, y van tocando cencerros, tapaderas, sartenes, zambombas, almireses... Tocan todos estos cacharros e instrumentos delante de cada uno de los árboles, porque se dice que esa noche se empreñan. Se cree que a los árboles a los que se les ha tocado los cencerros y demás instrumentos y cacharros que llevan, darán frutos en el tiempo venidero, y no darán fruto alguno aquéllos ante los que no se ha tocado. El objetivo de este rito sonoro parece estar claro: Quienes lo practican tratan de despertar a la vegetación dormida, para que comience a germinar y a dar frutos.
Durante el recorrido de la petición, se entonan diversos cantares de aguinaldo, como el presente:
Estas puertas son de hierro,
el cerrojo es de cristal,
la señora que está arriba
que nos baje a convidar.
Que nos baje unos higuitos,
aunque sea con pezones,
que tengo yo un compañero
que se los come a montones.
En Mogarraz, se pide un aguinaldo, al que se le da el nombre de la zambomba. Los muchachos salen a realizar la petición durante la mañana del mismo día 24, y las mozas y mozos, por la noche, antes de la Misa del Gallo. Lo recogido, los muchachos lo comen por la noche en la colación. Este es el cantar de petición de la zambomba, el aguinaldo, que cantan quienes lo van pidiendo, mientras recorren todas las calles del lugar:
La zambomba tiene un diente
y el que la toca tiene dos,
el que no nos dé un guinaldo
mala dicha le dé Dios.
Arriba la zarza
que no se quemaba,
la Reina del cielo
doncella y preñada.
Si nos dais unos higuitos,
no nos quitéis los pezones,
porque tengo un compañero
que me los come a montones.
Arriba la zarza...
Estas puertas son de hierro,
los pestillos de cristal,
la señora que está arriba
que nos baje a convidar.
Arriba la zarza...
Se cree que en la Nochebuena, se empreñan los árboles. Si esa noche hiela, se cree que en la cosecha de ese año habrá fruta de cuña: cerezas, ciruelas, melocotones..., es decir, con hueso dentro; y que, si no hiela, que no la habrá.
En el tiempo que va desde la finalización de la cena familiar de Nochebuena hasta el momento del inicio de la Misa del Gallo, en Monforte de la Sierra, donde también se cree que «se empreñan" los árboles durante esa noche, encienden los vecinos una hoguera en la plaza del pueblo, «conque pa calentar al Niño», tal y como nos dice una mujer; para tener combustible, los mozos han ido previamente a buscar leña al monte; en esta hoguera, participa toda la población. Por la tarde, los muchachos salen a pedir por todas las casas del pueblo el aguinaldo; los vecinos les dan frutos del campo: castañas, manzanas...; éste es el cantar que entonan durante la petición:
La zambomba pide pan
y la pipa pide vino,
el tocador que la toca
pide madras de tocino.
Ardía la zarza
y no se quemaba,
la Reina del cielo,
doncella y preñada.
Manolito, Manolito
va con una carga leña
para calentar al Niño
que ha nacido en Nochebuena.
Ardía la zarza. ..
No nació en cama de rosas
ni tampoco de romero,
que ha nacido en un pesebre
entre la paja y el heno.
Ardía la zarza...
La mula le tira coces,
la vaca le echaba aliento;
como ahora ya sea mula,
que para na tiene provecho.
Ardía la zarza. ..
El día 24 por la mañana, en San Martín del Castañar, las muchachas y los muchachos, en rebuhina (todos juntos; se pronuncia con la hache aspirada), salen por todo el pueblo a pedir el aguinaldo, conocido como las saraspajas. Cada uno lleva una cesta y, en ella, va echando lo recogido: piñas (que luego asan en la lumbre y a las que sacan los piñones), castañas, higos secos, nueces... Cada cual lleva a su casa lo recogido; no lo comen en común. Existe también la creencia de que se preñan los árboles esa noche y de que, si está bueno el tiempo, será un año de fruta; y, si no, no.
Se cree, en Villanueva del Conde, que en la Nochebuena florece la malva, al nacer el Niño Jesús. y dicen que, en pasando la Nochebuena, se empreñan los árboles. Tras la Misa del Gallo, se sale por el pueblo cantando la alborá y la mocedad pide el aguinaldo mientras canta.
En Sequeros, se cree que, en la Nochebuena, florece la malva que se recogió la mañana de San Juan, antes de salir el sol, y que se guardó en casa. Los muchachos salen a pedir el aguinaldo, al oscurecer; los vecinos les dan higos, caramelos, nueces...Ahora ya, se les da dinero.
La mañana de la Navidad, antes de la misa, piden por todo el pueblo los hombres casados -estamos ante el peditorio-, presididos por el alcalde; los vecinos les dan dinero, que se destina para la iglesia; en el ofertorio de la misa, se ofrece, simbólicamente, una cantidad de lo recogido, como si se ofreciera todo lo recaudado.
En Garcibuey, se cree que, si el tiempo está bueno, durante la Nochebuena, habrá fruta de hueso en el año venidero; en cambio, si está malo, piensan los vecinos que no la habrá, pues, según dicen, «el engendre ya no saldrá». Durante la Misa del Gallo, tiene lugar la representación de El Nacimiento, una suerte de Auto de Navidad, que se escenifica en el portal y en el interior de la iglesia, y que tiene como personajes a ocho pastoras y un pastor a los que el Angel anuncia el Nacimiento y que van a ofrecer presentes al Niño en el Portal.
Tienen interés, en este pueblo, las celebraciones, ritos y creencias de la fiesta de Navidad, que se inscriben también en el tiempo del solsticio de invierno. La mañana de la Navidad, salen a pedir por todo el pueblo dos zangarrones (dos hombres que «van vestidos como de viejos» , según nos dicen), seguidos por todos los miembros del Ayuntamiento, que van con capas. Los zangarrones llevan un palo cada uno y tocan en la puerta de cada casa con él, a la vez que dicen: «Gurú, gurú,gurú...». Los vecinos les dan chorizo, morcilla, tocino, oreja, patas de cerdo..., que echan en la cesta o en la banasta que llevan. Vuelven a realizar este peditorio por Añonuevo y salen por tercera vez a pedir en la fiesta de San Antón; todo lo recogido se subasta públicamente en la celebración de Las Candelas, destinando para las necesidades de la iglesia el dinero recaudado.
Y no puede pasarnos desapercibido el tizón de Navidad: La mañana de Navidad, en cada casa, ponen en la lumbre un tronco de leña, que está en ella todo el día. Antes de consumirse, lo sacan y lo apagan. Y se guarda en el sobrao o desván de la casa. Cuando alguna cabra, u oveja, tiene ubrera, se utiliza como remedio, según el siguiente rito curativo: Se enciende el tizón de la Navidad y se pone debajo de la cabra, a la que se ordeña encima del tronco encendido; la leche cae sobre el tizón y el humo que suelta, debido al contacto del líquido con el palo encendido, es lo que se dice que cura la ubrera, ya que «se le mete pa la teta y la cura".
Los mozos no se acuestan durante la Nochebuena, en Miranda del Castañar. Se pasan toda la noche de ronda, recorriendo el pueblo, y cantando, acompañados por una zambomba hecha con una tinaja pequeña de barro, en cuya boca ponen una tripa, y a la que hacen sonar con una caña. Se paran ante la puerta de cada una de las mozas y cantan:
Esta noche es Nochebuena,
y mañana es Navidad,
el que lo tiene lo come
y el que no, lo ayunará.
Esta noche es Nochebuena,
noche de cascar piñones,
de comer buenas tajadas,
los pavos y los pichones.
En Santibáñez de la Sierra, se cree, como en casi todos los pueblos serranos, que se empreñan los árboles durante la Nochebuena. Si el cielo está estrellado, darán mucha fruta, según la creencia; y no la darán, «si hay nublaos».
Los mozos piden el aguinaldo, la tarde de Nochebuena, en Cilleros de la Bastida; los vecinos les dan trozos de tocino, jeta del cerdo, morcillas, chorizos...Con lo recogido, preparan una cena, en la casa en que se acuerde.
Se cree, en La Bastida, que durante la Nochebuena se preñan los árboles. Si es «noche de yelos», les viene mal; y bien, si se trata de una noche suave.
Se dice en El Maíllo que esa noche se preñan los manzanos. También se cree que, si hiela en la Nochebuena, será año de cosecha, es decir, que habrá buena cosecha el año venidero. De ahí el refrán que nos dicen:
Año de yelos,
año de muelos.
Como en otros lugares serranos, en San Miguel del Robledo existe la creencia de que «se empreñan» los árboles durante la Nochebuena.
La petición del aguinaldo por parte de los muchachos, en Nochebuena, antes de cenar, es también lo más característico en Monsagro. Recorren todas las calles del pueblo y los vecinos les dan algún choricillo, torreznos o dinero. y comen al día siguiente lo recogido. Mientras piden, van cantando:
Al ama que vive aquí
yo le pido con cariño
que me saque un buen torrezno
y una jarrita con vino.
En el momento del amanecer, el día 24 de diciembre, Nochebuena, en Montemayor del Río, los muchachos, en grupo, salen de ronda por todo el pueblo. En la Lonja (lugar en el que se halla la plaza y la torre del reloj), dan gritos y jurean (uh, uh, uh...). Desde allí, se dirigen al lugar conocido como la Peña del Almirel (situada en la ladera sur del término municipal y desde la que se domina el pueblo y sus contornos), y, una vez en ella, jurean y tocan cuernos, caracolas, cencerros, campanillos y zumbas. Nos encontramos, de nuevo, ante un rito de despertar la vegetación y la vida, realizado en dos lugares diferentes: En la plaza del pueblo, con un significado posible de querer hacer resurgir la vida humana como en letargo; y en un lugar campestre desde el que se divisa un amplio panorama, acaso con la significación de desperezar a una vegetación aletargada y aterida.
Por la tarde, piden el aguinaldo a todos los vecinos, recorriendo, casa por casa, toda la población.
Creencias y ritos se repiten y reiteran en la mayor parte de las localidades citadas, por lo que podemos indicarlos, ya que se resumen en los siguientes:
-Creencia en que los árboles se empreñan durante la Nochebuena, es decir, que quedan para florecer y echar fruto.
-Creencia en que, si la noche de Nochebuena está clara y despejada, habrá fruta de hueso o de cuña en el año venidero y que, si no está así la noche, no la habrá. En relación con esta creencia, está la de creer que, si hiela en la Nochebuena, habrá buena cosecha.
-Creencia en el poder curativo, para la ubrera de ovejas y cabras, del tizón de la Navidad.
-Toques, por medio de tapaderas, sartenes, zambombas, almireses, cencerros...y otros instrumentos y cacharros, ante los árboles y en espacios del interior del lugar o en parajes de exterior del mismo, desde el que se domina un amplio panorama. Estos toques tienen, posiblemente, la finalidad de despertar la vegetación, y también la vida en general, aletargada y dormida durante la estación invernal.
-Celebración de aguinaldos y peditorios, por parte de muchachas y muchachos, mozas y mozos...; en los que, en alguna ocasión, aparecen personajes -los zangarrones- vestidos «como de viejos», que, acaso, traten de representar la vida caduca, vieja, gastada..., que necesita una renovación. Estas cuestaciones durante la Nochebuena, acompañadas del canto de villancicos y coplas, posiblemente tienen que ver con las que realizan los «marzantes» o «marceros» en las actuales provincias de Burgos y de Cantabria, y los cantos con los de las «marzas» que ellos interpretan. Tal como indica Julio Caro Baroja: «Dichos mozos son los descendientes de los que en otra época salieran, con motivo del comienzo del año, en las «Kalendae Martiae», anunciando la venida del primer mes dedicado a un dios de la agricultura, después de los meses purificatorios» (2).
-Cantos nocturnos de alborá, velá, aguinaldo o de ronda, que también pudieran tener la finalidad de despertar la vida dormida, en la noche más larga de todo el año.
-Celebración de una hoguera solsticial, en un momento en el que el sol (fuego = hoguera = sol) presenta su máxima declinación austral, hecho que ocurre en el solsticio de invierno.
SOLSTICIO DE VERANO
Nos encontramos ante un momento festivo muy importante dentro de la cultura tradicional en toda Europa, cristianizado como festividad del nacimiento de San Juan Bautista. Como indica Julio Caro Baroja, "San Juan Bautista ha sido el santo que, por motivos que no están del todo claros, ha recibido un culto más intenso en todos los países cristianos de Europa, y su festividad, que coincide con el período del solsticio de verano, ha heredado una serie de prácticas, ritos y costumbres que -a lo que parece- eran propias de una o varias festividades precristianas, extendidísimas en todos los países de habla indogermánica y aun en otros que no lo eran» (3).
El maestro Gonzalo Correas, en una de sus frases proverbiales, referente a la mañana de San Juan, indica:
«Bañarse, coger hierbas y enramar las puertas la mañana de San Juan» (4).
Según esta frase proverbial, es posible distinguir una triple práctica, avalada por la tradición, que tiene lugar durante la mañana de San Juan, pero antes siempre de que el sol haya salido:
-Bañarse: Ritos de recogida de agua y lavado de la cara y los ojos con ella, incluso baño de todo el cuerpo en algún río o regato.
-Coger hierbas: Recogida de plantas medicinales y salutíferas, antes de la salida del sol, para que no pierdan la virtud que poseen.
-Enramar las puertas: Enramada, por parte de los mozos y novios, de ventanas y corredores en los que viven las mozas y novias.
Otra frase proverbial del maestro Correas alude también a costumbres de la fiesta de San Juan:
«Día de San Juan, tres costumbres: mudar casa, amo o mozo; coger hierbas y bañarse, por su bautismo» (5). Dos de los ritos que contiene la frase los acabamos de citar; la costumbre de mudar de amo o de mozo pervive aún hoy, cuando, para las tareas agrícolas y pastoriles, se contratan, por San Juan o San Pedro, gañanes y pastores para todo el año.
Aparte de creencias y ritos que vamos a indicar, agrupados en los tres apartados a los que acabamos de aludir, no conviene olvidar que existen otros, como, por ejemplo, el de salir al campo a ver amanecer, a contemplar la salida del sol, porque se cree que esa mañana «salía de otra manera, distinto», como nos indican en La Alberca, que sale bailando, etc.
BAÑARSE (RITOS CON EL AGUA)
Vamos a indicar algunas de las prácticas realizadas, la mañana de San Juan, con el agua, en la Sierra de Francia, a la que se le otorga distintas propiedades y virtudes, de las que carece en otros días. «El culto a las aguas -indica Caro Baroja- tiene en la fiesta de San Juan una de sus más brillantes manifestaciones. Las aguas del mar de un lado, las aguas de las fuentes y de los ríos de otro y el rocío por último, se cree que, en esta fecha, poseen virtudes especiales de que no disfrutan en el resto del año». Y sigue diciendo este autor: «Las virtudes del agua de San Juan se consideran tan extraordinarias que no es necesario recurrir a manantiales especiales santificados para aprovecharse de ellas: las aguas del mar, las de los ríos e incluso el rocío de los campos tiene virtudes excepcionales en la noche y en la madrugada de este día» (6).
Antes de la salida del sol, en La Alberca, se riega y se barre la calle; sin duda, porque al agua se le otorga esa mañana virtud. También se riega el suelo, que suele ser de barro apisonado o de lancha de pizarra, del cuarto de la casa en el que se guarda la chacina o conjunto de los productos de la matanza del cerdo, con un fin, sin duda, protector, para que no se ponga mala ni le entre la polilla.
La mañana de San Juan, en Madroñal, antes de la salida del sol, salen hombres y mujeres a alguna fuente o regato cercano al pueblo a lavarse la cara con el agua, ya que dicen que tiene la virtud de limpiarla de todos los males. Cogen también esa misma agua de fuentes y regatos en algún recipiente, la llevan a las cuadras y rocían con ella a los ganados, para que no se pongan enfermos.
En Miranda del Castañar, se bautiza el vino y se le pone precio. Se va a buscar agua a la fuente Grande o ala de la Puerta de la Villa (cada uno va a aquélla en la que más crea) y se le echa una botella del agua recogida a cada cuba (dentro del vino, claro) y en esto consiste el rito de bautizar el vino; y se le pone precio a cada cuba, cada vecino el que quiere que le valga ("y era el que solía valer» -nos dicen).
El agua de las siete fuentes -nos dice una informante- se recoge la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, y es la que se le echa a las cubas, para que no se enturbie el vino, con las tormentas del mes de marzo; de ahí que exista la costumbre, antes de llegar este mes citado, de trasegar el vino, es decir, de trasladarlo de una cuba para otra.
La mañana de San Juan, muy de madrugada ("a punto día” ), los vecinos de Mogarraz se levantan a coger el rocío de San Juan, al que se le otorgan buenas influencias, ya que está dotado de virtud. y rocían con agua del pilar (pilón) de la fuente, en el que ha caído el rocío (y nunca con el agua del caño, donde no ha caído), las calles y toda la casa e incluso las cubas del vino. Dicen que este rocío es beneficioso para todo. También, en esa madrugada, salen a regar los huertos y se dejan empapar con el rocío de las plantas, por lo beneficioso que lo consideran.
En San Martín del Castañar, en el mismo momento, es decir, la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, se rocían los manzanos con agua bendita; llevan el agua (de la recogida el Sábado Santo, nos dicen) en una caldereta (cubo de cinc) y la rocían con una escobilla. Salen también a buscar agua a la fuente, para bautizar la chacina (chorizos, jamones, lomos...), para evitar que les entre la polilla; y utilizan también el agua para rociar los suelos o pisos de las casas, ya que -según creen- la marea de San Juan es beneficiosa.
Dos Son las prácticas que se realizan Con el agua en San Miguel del Robledo durante la mañana de San Juan, antes de la salida del sol: Se lavan los ojos con “el agua de San Juan", para que se conserven mejor; y se lava también la chicha (los productos de la matanza del cerdo) en casa, con el agua virtuosa.
Se va a buscar agua a la fuente, en El Maíllo, antes de la salida del sol, la mañana de San Juan, con la que se lavan los ojos, para que no se pongan enfermos en todo el año.
En el mismo momento, en Monsagro, los vecinos salen a la fuente de la Canalita y se lavan también los ojos, porque creen que esa mañana tiene el agua virtud para preservar la vista.
Salen muy de madrugada, en Nava de Francia, al campo a coger el rocío de San Juan y se lavan con él la cara, ya que creen que cura y que es beneficiosa para la misma. También, la mañana de San Juan, antes de salir el sol, se tiene por costumbre en este pueblo realizar un rito protector en los sembrados de garbanzos: Dos personas extienden de un lado a otro del sembrado una soga y la van pasando poco a poco de una parte a otra del garbanzal, para que la marea de San Juan no queme los garbanzos.
La mocedad iba a bañarse, en Sequeros, al arroyo de San Benito, durante la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, para luego ir a tomar el chocolate a la fuente Herrero.
En Cereceda de la Sierra, la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, sacan los ganados y los llevan a una charca para que se bañen en ella; y, de este modo, se evita -según la creencia- que les entren daños y enfermedades ( «para que no se pusieran malos», -nos dicen).
En Garcibuey, antes de salir el sol, salen a buscar el agua de nueve fuentes distintas, y la guardan en casa, para remedios. Se lavan la cara en la fuente «porque aquel agua tiene más mérito» y lavan también los jamones, para que no les entre la polilla; a la vez que riegan el espacio de debajo de la cama en la que duerme cada miembro de la casa. Circula un dicho, de carácter irónico, sobre la mañana de San Juan, que alude al agua:
Mañanita de San Juan,
cuando la zorra madruga;
el que borracho se acuesta
con agua se desayuna.
La mañana de San Juan, en Herguijuela de la Sierra, antes de la salida del sol, salen las mozas a los linares (sembrados de lino) y meten la cabeza entre el lino, cuajado de rocío, para que luego, a lo largo del año, no les doliera. Salen también las mujeres, y cualquier persona que lo desee, a beber agua de las siete fuentes, para evitar, así, ponerse enfermas.
El pueblo de Santibáñez de la Sierra está ligado con un sustrato legendario, que hace llegar hasta allí a Don Rodrigo, derrotado por los moros, a morir. Indica la tradición, ciertas fuentes literarias y «los antiguos» (nombre con el que se designa en la Sierra a los antepasados, que llegan incluso hasta los bisabuelos y abuelos) que existió en el término municipal una ermita de San Juan y, junto a ella, una fuente de San Juan, con aguas virtuosas.
En La Bastida, la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, llevan al río el tocino y la matanza, para ser lavada, ya que se consideraba que de este modo estaba asegurada su conservación.
COGER HIERBAS (RITO CON LA VEGETACION)
No sólo se sale, durante la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, a coger hierbas, sino que, en el campo, se realizan otras actividades y ritos, como, por ejemplo, de protección de los sembrados (acabamos de ver el de la protección del garbanzal), de siembra de ciertas plantas o de curación de alguna dolencia mediante algún rito en torno a alguna planta, en un lapso de tiempo, considerado, por las creencias populares, como maravilloso y extraordinario. Veamos algunas de estas prácticas de recogidas de hierbas salutíferas, de siembra, de prevención de plagas o de curación mediante ritos en torno a alguna planta.
La práctica de coger hierbas es una de las más características de la fiesta de San Juan. «El lado poético de la costumbre se basa siempre en que se creía que las plantas y hierbas de San Juan, además de tener propiedades profilácticas y medicinales, disfrutaban de efectos amorosos» (7).
En La Bastida, se sale al campo, durante la mañana de San Juan, pero antes de la salida del sol, a recoger ciertas plantas, por su carácter salutífero y beneficioso; tales como:
-La manzanilla, para lavar los ojos y para el «dolor de tripa».
-El saúco, utilizado para lavar las heridas del ganado, cuando se le producen.
Esta fiesta recibe, en El Cabaco, el nombre de San Juan de Flores. Antes de salir el sol, las gentes salen al campo a buscar plantas que serán utilizadas como remedios:
-La flor del saúco, para lavar heridas.
-La flor de la forraja (morada), que se cuece y se utiliza para lavarse los ojos.
-Los pétalos de las rosas, que se secan y se utilizan también para lavarse los ojos.
En Cepeda, la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, se siembran las plantas de los pimientos, ya que se cree que los pimientos sembrados en esa mañana crecen más deprisa y que los frutos maduran incluso antes que los sembrados en fechas anteriores a San Juan.
En fechas anteriores a la fiesta, o la misma mañana de San Juan, muy temprano, se sale a recoger la planta de la manzanilla y se pone al sereno, antes de que salga el sol, para que le caiga el rocío de San Juan, con sus virtudes y el mérito que tenga. Se le atribuyen propiedades para lavar los ojos y para facilitar la orina.
Antes de la salida del sol, los vecinos de Cereceda de la Sierra clavan en los sembrados de verduras ramas de sayugo (saúco), para evitar que los topos salgan a la superficie de la tierra y dañen, así, los sembrados de los huertos.
Y también cogen distintas plantas beneficiosas:
-La manzanilla, para que entren ganas de comer a quien no las tiene.
-El poleo, para el estómago.
-La hierba luisa, también para el estómago.
En Cilleros de la Bastida, lugar donde la de San Juan es la fiesta patronal del pueblo, recogen:
-Las flores del sayugo (saúco), para curar las heridas de los animales.
En Garcibuey, recogen hierbas tales, como:
-El pericón.
-La manzanilla.
-El sayugo (saúco), para el dolor de vientre de las caballerías.
-El poleo.
Recogen, en Herguijuela de la Sierra, la mañana de San Juan, distintas plantas a las que se les otorgan virtudes y propiedades beneficiosas:
-La manzanilla, en ayunas, para limpiar el estómago y para que entren ganas de comer.
-El saúco, para aliviar el dolor de muelas (cogen bocanás y vahos) y también, mezclado con otras hierbas, para los catarros.
-El pericón, para la hinchanza (por ejemplo, cuando a alguien se le hincha una mano, la mete en agua cocida con pericón, con lo que la hinchazón desaparece).
En Madroñal, se sale al campo, antes de salir el sol, a recoger plantas, beneficiosas para distintas dolencias, como los catarros, resfriados, circulación, descomposición...; y, así, recogen dedales, pericón, hierbabuena, santamaría, hojas de llantén, hortelano, poleo, rúa (ruda), grama, ortigas finas...
Pasando a niños por plantas y arbustos, esa mañana, se les curan las dolencias que padecen. Así, por ejemplo, dos mujeres llevan a una niña con herpes en la cabeza y pérdida de pelo, la mañana de San Juan, antes de salir el sol, al monte y la pasan por encima de un mal rubio (marrubio, arbusto con florecillas amarillas) que tenga un sólo pie, diciendo una a la otra, mientras pasan ala criatura:
-Tómala Juan.
-Dámela María.
-Mala te la doy,
-Buena me la darías.
La mujer más mayor arranca el mal rubio, lo tira, y la niña se cura.
En El Maíllo, se recogen plantas, la mañana de San Juan, como:
-El saúgo (saúco), para lavar los ojos, para inflamaciones en manos y pies o para purgar a los animales.
-La manzanilla, para los ojos y para los dolores de vientre.
-La flor de la malva, para las heridas y para las caballerías.
En Miranda del Castañar, recogen, muy de mañana, antes de la salida del sol, para que no pierda la virtud:
-La manzanilla, utilizada como remedio contra los cólicos.
Se realizan en Mogarraz, la mañana de San Juan, muy de madrugada, ritos de curación, mediante ciertas plantas. He aquí un ejemplo: Si una mujer tiene tericia (ictericia o amarillez de la piel, producida por la presencia de pigmentos biliares en la sangre), sale al campo al rayar el alba, donde haya una planta de mal rubio, y baila en torno a ella, a la vez que dice:
A verte vengo, mal rubio,
entre la luna y el sol,
que me quites la tericia
y me vuelvas la color.
Orina luego sobre la planta, corta un tallo de la misma y regresa luego a su casa, donde la deposita; la tericia termina curándosele.
Además del rito protector de los sembrados de garbanzos, contra la marea de San Juan, pasando entre dos personas una soga por el garbanzal, ya descrito anteriormente; en Nava de Francia, por la mañana, con la marea de San Juan, salen a recoger plantas:
-Las flores de los sayugos (saúcos), para curar al ganado; las utilizan con carácter medicinal, cuando se hinchan los ganados o cuando tienen heridas.
Y quitan también las verrugas que tenga una persona por medio de una planta: La mañana de San Juan, antes de la salida del sol, salen a un lugar determinado del campo, cortan una planta (que no nos indican cuál es), la ponen allí mismo boca abajo y, según se va secando la planta, se seca también la verruga; eso sí, no hay que pasar luego por allí, por aquel lugar.
Recogen, en San Miguel del Robledo, el sayugo (la planta del saúco), la mañana de San Juan, por su virtud para los hinchazos (hinchazones) de los pies, y también para los ojos o la cara.
En sequeros, salen a recoger:
-La malva, porque se cree -según quedó ya dicho- que las malvas recogidas la mañana de San Juan, antes de la salida del sol, florecen luego en la Nochebuena; de ahí que se guarden en casa hasta esta última fecha del solsticio de invierno.
En Soterrano, antes de salir el sol, con el rocío de la mañana de San Juan, sale a recoger la gente:
-Nueces verdes, que meten en aguardiente, ya que luego vale para distintos remedios; en concreto, se utiliza para calmar el dolor de estómago o el dolor de vientre.
-La planta del árbol del tilo, para la circulación de la sangre.
-La tila, para el dolor de vientre; "tiene dos hojas -nos dicen-, una redonda..., pero hay que coger la larga, que es la del mérito».
En Villanueva del Conde, en el mismo momento de esta mañana, tantas veces citado, se sale a recoger al campo:
-La malva, porque dicen que tiene el misterio de haber florecido al nacer el Niño Jesús en la Nochebuena; en infusión, se tiene como buena para curar el catarro.
ENRAMAR LAS PUERTAS (RITOS CON LA VEGETACION)
Es la de San Juan una fiesta en la que son tradicionales las enramadas, sobre todo a las mozas y novias, por parte de los mozos; pero también, por ejemplo, a las fuentes. Enramadas que se constituyen en símbolos de resurgir, de germinación, de fecundidad, del mundo vegetal, de la naturaleza, pero que se desea transmitir al humano, a través de estos ritos vegetales. «Los ramos se considera que este día tienen, en general, una virtud profiláctica: sobre todo las ramas de determinados árboles, cortadas por San Juan y puestas en casas y en la cabecera de los campos sirven de preservativos para todo el año: el carácter amoroso y poético de las enramadas es una consecuencia de su fundamental carácter mágico» (8).
Durante la noche de San Juan, en La Alberca, los novios tienen por costumbre poner el ramo a las novias; suele ser de acebo o de romero, adornado con dulces, rosquillas, el bollo maimón, un pañuelo de seda, una cadena de plata con las tijeras, el punzón y el dedal... Se lo colocan en el balcón y procuran que sean el más alto de la casa, para que no lo puedan pelar (arrancarle y quitarle lo que el novio le ha puesto) otros mozos. Incluso en estos ramos a las novias se llegan a poner alhajas, como regalo a la prometida. Y, a la mañana siguiente, los vecinos salen por las calles a ver cuál es el ramo mejor engalanado y mejor puesto. Si una moza no tiene novio, se le pone un ramo con cuernos, calabazas, como queriéndole expresar con estos objetos, verdaderos símbolos grotescos, que no hay quien se acerque a ella. Los ramos, según de qué arbusto o árbol sean; adquieren distintas significaciones: Así, el de saúco significa lagañosa (quizás, debido a que esta planta, cocida con agua, se utiliza para lavar los ojos); en los primeros tiempos de noviazgo se utiliza el acebo; y el de romero se pone cuando ya va en firme la relación, significando, por lo tanto, firmeza.
Existe un dicho en este pueblo que alude, seguramente, al ramo de la noche de San Juan a las novias, como sigue:
San Juan, San Juan soberano,
poca cera lleva el ramo,
que han dicho los colmeneros
que han castrado poco hogaño.
Versos que, acaso, quieren indicar que, en tiempos pasados, el ramo se engalanaba también con cera, ya que, en La Alberca, había muchas colmenas. La novia recoge todo lo que el novio le ha puesto en el ramo, y, el día de San Juan, parte el bollo al medio y le da la mitad al novio y le regala, a la vez, unos calcetines por ella tejidos. El bollo maimón se convierte, de este modo, en un símbolo del amor, ya que se parte y se comparte; símbolo del anhelo, por parte de la enamorada, de compartir con su novia la vida. Los enamorados tienen parte en él y, a la vez, hacen a la comunidad partícipe de su amor, al hacerle probar el manjar.
Durante la noche de San Juan, en Garcibuey, los mozos, de ronda, ponen ramos a sus novias; son de cerezo, con cerezas, ya maduras en este tiempo, y van adornados con rosquillas y con cintas y lazos. Los colocan en las ventanas y balcones de las casas de sus prometidas. Y cada uno de los mozos se pasa la noche vigilando ante la vivienda de su novia, para que nadie le quite el ramo. La noche del día festivo, es decir, la siguiente, los padres de la moza invitan al novio a cenar con ellos y su hija.
La víspera de San Juan, por la noche, los novios ponen el ramo a las novias, en las ventanas, balcones o corredores de sus casas. Este ramo de Mogarraz es de cerezas o de guindas y se adorna con rosquillas bañadas, bizcochos y otros dulces, además de poner, a veces, en ocasiones, pañuelos de seda y cintas francesas. A este rito, alude el cantar:
A las mocitas del ramo
les venimos a cantar:
Que recojan este ramo
y lo pongan en el vasar.
En San Martín del Castañar, la noche de la víspera de San Juan, los mozos les ponen el ramo a las mozas, ya sea en las puertas o ventanas de sus casas. Este ramo puede ser de cerezo, con cerezas, que es el ramo que se pone en serio; o puede ser de brevas, al que se le da un significado burlón («a la que era una breva -nos dicen-, se lo ponían de breva»).
Por la noche, los mozos de Soterrano, en ronda, ponen el ramo a las mozas, de cerezas, en ventanas o balcones. Adornan estos ramos con ligas, es decir, con cintas de colores, así llamadas por utilizarlas las mujeres, entre otros fines, para sujetarse las medias.
También en este pueblo existe la costumbre tradicional de enramar la fuente del pueblo, junto a la plaza mayor. A lo largo de toda la extensión del pilar (pilón) de la misma, que es de granito, ponen ramos de higuera, colocados verticalmente. El sentido de germinación parece estar claro en este rito, al asociar dos elementos germinativos, como son el agua, con propiedades mágicas durante la mañana de San Juan, y los ramos con savia y hojas nuevas.
En Miranda del Castañar, al amanecer, en el mismo día de la fiesta, se reúnen mozas y mozos y salen juntos al campo, al lugar conocido como la Veleta, donde hacen el chocolate y se lo toman todos en grupo. Previamente, por la noche, los novios formales ponen ramos a sus novias; se trata de un ramo de oliva, en el que se colocan roscones y rosquillas e incluso un collar o «hilo» de oro; dicho ramo, una vez puesto, ha de ser vigilado durante toda la noche, para que nadie le quite lo que lleva puesto.
Todo aquel mozo que tiene novia le pone el ramo, durante la noche de la víspera, en El Maíllo, en su puerta o en alguna ventana de la casa; dicho ramo es de guindo o de cerezo, adornado con flores, dulces, cascarones de huevos y cintas.
Lo mismo ocurre en Nava de Francia la noche de la víspera; aquí los mozos les ponen a las mozas un ramo de guinda, ya con guindas, adornado con rosas y con cintas generalmente.
En Sequeros, el ramo que ponen los mozos a sus novias es de cerezo con cerezas; lo colocan en las ventanas o balcones de las casas de sus prometidas.
Se juntan, en Villanueva del Conde, los mozos en cuadrilla, para poner el ramo a las novias. Se lo ponen en las ventanas de sus casas, es de cerezo, con cerezas, y en él suelen colocar algún párrafo, es decir, algún escrito, a modo de declaración o profesión amorosa.
EL «SANJUAN» O ARBOL DE SAN JUAN y LAS HOGUERAS
Una práctica que, de una y otra manera, se realiza en la gran mayoría de los pueblos serranos es la de cortar un árbol, el sanjuán, e hincarlo, bien derecho y erguido, en un espacio central de la localidad, y la de encender una hoguera en torno a dicho árbol o en un lugar cercano a él, ya sea la noche de la víspera de San Juan o la de la fiesta misma.
El sanjuán o árbol de San Juan está muy relacionado en su significación con el árbol de mayo y su existencia supone ciertos vestigios de dendrolatría, de culto a los árboles, además de tener un aspecto religioso. Tanto la de mayo como la de San Juan son las dos fiestas del año en las que el árbol, el elemento vegetal, es exaltado de manera más importante. Como indica Frazer: «Ya en primavera, a principios de verano o aun el día de San Juan (solsticio del 24 de junio), era la costumbre, y todavía lo sigue siendo en muchas partes de Europa, salir a los bosques, cortar un árbol y traerlo a la aldea e hincarlo erguido en el suelo entre la alegría y el bullicio de las gentes, o bien cortar ramas en el bosque y ponerlas atadas en las casas. La intención de estas costumbres es atraer a la aldea y a cada casa en particular las bendiciones que el espíritu del árbol puede otorgar» (9). ¿Y cuáles son los beneficios que otorga ese «espíritu del árbol» o «espíritu de la vegetación» al que alude Frazer? Muchos y diversos: Hacer que llueva o que luzca el sol, cuando sea conveniente; que se multipliquen los ganados y los rebaños; que las mujeres tengan partos fáciles y aseguren la descendencia humana; que prosperen las cosechas, etc. Todo lo cual, posiblemente, se pretende provocar con el rito de cortar el sanjuán y de hincarlo en un lugar central del pueblo (10).
La época del año en la que más se han prendido hogueras en toda Europa, e incluso en los pueblos mahometanos de Africa, es la del solsticio de verano; ya sea durante la víspera (el 23 de junio) o el día mismo del solsticio (24 de junio). A estas hogueras se les han dado distintos significados; así se ha creído que, al realizar distintos actos, como bailar en torno de la hoguera, saltar sobre las llamas, arrojar diversos objetos al fuego, pasar al ganado por sus cenizas, etc., se conseguían beneficios tales como: Desprenderse de la mala suerte, simbolizada en los objetos lanzados a la hoguera; evitar enfermedades y dolores; conseguir el amor y el consiguiente matrimonio, los jóvenes, así como la fertilidad de la pareja; evitar los incendios de las casas y viviendas y librarlas de fulguraciones, conflagraciones y embrujamientos; conseguir la fertilidad del ganado y evitar sus enfermedades; proteger de las malas tormentas a los huertos y las casas; ahuyentar a las brujas y proteger de hechicerías a personas y ganados; favorecer la fructificación de los campos y sembrados (lino, cáñamo...), así como evitarles plagas y malas hierbas; conservar los frutos de la tierra y asegurar buenas cosechas...(11). Como sugiere Frazer, «el estival solsticial es por completo independiente de la religión que el pueblo profesa públicamente y constituye como la reliquia de un paganismo anterior» (12).
En La Alberca, se pone un sanjuán en cada barrio, que es un roble. Se va a cortar a la dehesa (bosque de robles) la tarde de la víspera, por parte de los mozos, dejándole el tronco pelado y con ramas sólo en la capullina (parte alta del árbol). La lumbre u hoguera se prende en la noche del día 24, es decir, de la misma fiesta. Se quema en ella hornija: plantas de monte bajo que los niños de la escuela han ido, durante varias tardes, a recoger al campo, al salir de clase, y que han ido almacenando en la cuadra de una de las casas del barrio. La lumbre se hace en torno al sanjuán o a un lado del mismo. y se salta, se baila y se canta, a su alrededor. Los muchachos de un barrio, para que su lumbre dure más que las otras, tratan de entrar en las cuadras de otros barrios, donde se halla almacenada, a pelar (quitar) la hornija que haya. La lumbre del barrio que dura más se lleva la gala de la fiesta de ese año.
Es de roble el sanjuán de La Bastida. y lo adornan con dulces, que hacen colgar con cuerdas, de sus ramas.
El sanjuán se encargan de cortarlo y de llevarlo al pueblo los mozos, en Garcibuey. Se trata de un chopo o castaño, en cuya capulla atan un conejo y una botella de licor, que se lleva el que sea capaz de trepar y alcanzarlos. La hoguera se enciende la noche de la víspera.
Los mozos van al monte, en El Maíllo, durante la noche de la víspera festiva, con un carro y la mejor pareja de vacas del pueblo, y con vino para hacer la broma, y cortan un roble alto que llevan al pueblo y lo ponen en la plaza, adornado con cerezas y rosquillas en la capulla, al que llaman el sanjuán. Luego, una vez pasada la fiesta, lo venden y con el dinero hacen una merienda en común o lo van gastando por los bares («lo comen y lo beben», nos dicen).
También los mozos de Madroñal van, la noche de la víspera, a cortar el árbol más alto, un castaño, llamado el sanjuán. Lo llevan al pueblo y lo ponen en la plaza y, cuando los vecinos se levantan, a la mañana siguiente, la de la fiesta, ya lo encuentran hincado. Las hogueras se encienden la noche siguiente, en los distintos barrios; se quema en ellas el tomillo sansero, que los muchachos han recogido los días previos en el monte. Una vez prendida, los vecinos recorren el pueblo, para ver las de los distintos barrios.
La misma noche de la fiesta de San Juan, se prenden en Miranda del Castañar las hogueras, para las cuales se han recogido previamente del monte matas de tomillo, que guardan en distintas cuadras, para alimentar el fuego. Estas hogueras se realizan en torno del sanjuán, árbol bien derecho que se coloca en los distintos lugares del pueblo donde se encienden; es un aliso, roble o castaño, que se adorna con lazos de colores. Siempre hincan uno en el lugar conocido como Llano la Iglesia. Los mozos brincan por encima de las llamas, «por valentía», nos dicen.
Los mozos de Nava de Francia van al monte público a cortar el sanjuán, un roble, que llevan al pueblo en un carro tirado por vacas. Lo hincan en la plaza y adornan su capulla, atándole un ramo de flores o un ramo con guindas, en lo más alto. La misma noche de San Juan encienden la lumbre en la plaza, donde se halla el sanjuán, que, tras la fiesta, es dado por el pueblo a los mozos, quienes venden su tronco y organizan, con lo obtenido por su venta, una corrobla en la fiesta de San Pedro, que es la fecha en que lo quitan. Es la corrobla una merienda festiva y alegre de todo el grupo de los mozos.
Con el permiso del ayuntamiento, los mozos de San Martín del Castañar cortan un palo o tronco de castaño, en cuyo extremo superior se coloca un ramo de cerezas y rosquillas que cuelgan del mismo. En la fiesta, lo hincan ya sea en la plaza mayor o en la de la iglesia, según los años. Cuando la fiesta ha pasado, los mozos lo venden y, con el dinero obtenido, hacen una broma entre ellos, es decir, una merienda festiva.
En San Miguel del Robledo, los mozos cortan el sanjuán (un roble) del monte, adornan su capulla con un ramo de cerezas y con rosquillas y lo hincan en el pueblo. La hoguera se enciende la noche de la víspera.
Durante la noche de la víspera de San Juan, salen los mozos de Sequeros a buscar el sanjuán, que es, en este pueblo, un aliso. Lo llevan al pueblo y lo colocan, ya de madrugada en la plaza. Encienden la hoguera la noche del día 23 de junio y queman en ella los tomillos que, en la fiesta del Corpus Christi, habían alfombrado las calles por las que transcurría la procesión religiosa.
En mitad de la plaza del pueblo, se coloca, en Soterrano, una viga bien derecha de castaño, a la que dejan, en su parte superior, las ramas de la capulla; se trata del sanjuán, que cortan los mozos en el monte y lo llevan al pueblo. Luego se quita de la plaza en la fiesta de San Pedro y se vende en pública subasta; lo obtenido se destina para realizar una merienda de todo el grupo de mozos.
La lumbre u hoguera no se enciende en la fiesta de San Juan, sino en la del Corazón de Jesús, que se celebra en una fecha próxima. Se trata de una lumbre hecha con plantas de tomillo, sobre la que brincan y saltan mozas y mozos.
CONCLUSION
Como en cualquier lugar peninsular o europeo, en la Sierra de Francia, según hemos podido comprobar por los datos aportados, la celebración de los solsticios, tanto de invierno como de verano, cristianizados en las fiestas de Nochebuena-Navidad y de San Juan, cuenta con una serie de creencias y de ritos que recalcan la importancia de estos momentos temporales, dentro del ciclo de regeneración de la vida, no sólo del hombre, sino también de los animales y del mundo vegetal.
Tanto las creencias como los ritos son muestras de una religiosidad popular que trasciende lo meramente cristiano y que hunde sus raíces en un pasado para nosotros nebuloso. Como indica Emile Durkheim: «Los fenómenos religiosos se ordenan de forma natural en dos categorías fundamentales: las creencias y los ritos. Las primeras son estados de opinión y consisten en representaciones; los segundos son determinados modos de acción. Entre estas dos clases de hechos hay toda la diferencia que separa el pensar del movimiento» (13). Y es que -tal y como indica Mircea Eliade- «Ningún comportamiento religioso, por muy arcaico que sea, está nunca definitivamente abolido» (14).
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NOTAS
(1) CARO BAROJA, julio: Las brujas y su mundo, 3ª. ed., Madrid, 1969, p. 116.
(2) CARO BAROJA, Julio: El Carnaval (Análisis histórico-cultural), 2ª. ed., Madrid, 1979, pp. 162-163.
(3) CARO BAROJA, Julio: La estación de amor. (Fiestas populares de mayo a Sanjuan), Madrid, 1979, p. 119.
(4) CORREAS, Gonzalo: Vocabulario de refranes y frases proverbiales, Ed. Real Academia Española, Madrid, 1906, p. 586.
(5) CORREAS, Gonzalo: Op. cit., p. 560.
(6) CARO BAROJA. Julio: La estación de amor; pp. 156 y 175.
(7) CARO BAROJA, Julio: op. cit., p. 204
(8) Id., Ibid., p. 196.
(9) FRAZER, James George: La rama dorada. Magia y religión, 2ª. ed., 11ª. reimpresión, trad. de E y T. I. Campuzano, Madrid, 1986, p. 154.
(10) Ver los capítulo IX y X, «El culto de los árboles. y Vestigios del culto del árbol en la Europa moderna», en FRAZER, op. cit., pp. 142-154 y 154-171, respectivamente.
(11) Ver Fuegos del solsticio estival», en FRAZER, op. cit., pp. 699-710.
(12) Id., Ibid., p. 710.
(13) DURKHEIM, Emile: Las formas elementales de la vida religiosa, Trad. de Ana Martínez Arancón, Madrid, 1993, pp. 81-82.
(14) ELIADE, Mircea: Fragmentos de un Diario, Trad. de Isabel Pérez-Villanueva Tovar, Madrid, 1979, p. 247.