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Los cambios experimentados en el sector agrario durante las últimas décadas han repercutido sobre el paisaje y las formas de vida rurales contaminándolas y produciendo una adulteración o incluso una desaparición de las mismas. Siendo conscientes del peligro que atraviesa la arquitectura rural, debemos dedicar un importante esfuerzo a su catalogación, estudio y protección, ahora que todavía se conservan bastantes testimonios materiales. Pero en primer lugar conviene definir este concepto. Como arquitectura rural entendemos todas aquellas construcciones que se levantan sobre el paisaje agrario, tanto agrupadas como dispersas, y que tienen una relación directa con los hombres y con las actividades que, siguiendo la tradición, éstos llevan a cabo para la explotación del mismo. En esta definición se incluyen desde los habitajes temporales' y permanentes, hasta aquellas instalaciones relacionadas con la producción, extracción, almacenamiento, y transformación. Normalmente en este tipo de arquitectura la vivienda se relaciona con el trabajo o actividad económica que sus ocupantes llevan acabo, de ahí que se insista en su carácter funcional.
Algunos países europeos como Italia y Francia ya nos llevan más de veinte años de ventaja en esta tarea de catalogación, estudio, y recuperación de la arquitectura rural, existiendo un buen número de instituciones desde las que se apoyan estos trabajos. En España, si comparamos la situación actual con la de hace unos diez años, comprenderemos que el avance ha sido importante, pero la andadura no ha hecho más que comenzar. De este modo el panorama investigador en nuestro país es bien pobre. Exceptuando las grandes obras de Flores, Torres Balbás, y Feduchi, que estudian de forma general construcciones de todo el territorio peninsular, la investigación referida a un marco espacial mucho más reducido en bastantes casos ha quedado en manos de aficionados sin unas líneas metodológicas claras. Lo que se propugna es replantear la investigación desde la base, partiendo de estudios localizados a nivel comarcal sobre los cuales poder elaborar síntesis regionales. Por tanto, el estudio debe apoyarse en unos criterios metodológicos adecuados comenzando por la recogida sistemática de información y catalogación de los edificios, hasta llegar al análisis e interpretación de los mismos.
Son pocas las personas que se dedican a esta tarea, pero afortunadamente son cada vez más las que plantean introducirse en este tipo de trabajos, encontrándose con la dificultad de que la escasa bibliografía disponible no responde a sus concepciones metodológicas. Este artículo, lejos de pretender aportar algo nuevo en cuanto a metodología se refiere, se presenta como fruto de una serie de reflexiones efectuadas con motivo de los trabajos de estudio y catalogación llevados a cabo en algunos sectores de la comarca de L'Horta de Valencia. El objetivo de esta publicación no es otro que el ofrecer una base metodológica para los que deseen iniciarse en esta labor de recuperación y estudio del patrimonio arquitectónico rural, así como el intercambio de puntos de vista con aquellos que ya se hallan empeñados en esta tarea.
Teniendo presentes las circunstancias actuales de modernización y urbanización de las áreas rurales tradicionales, y conscientes del peligro de desaparición por las continuas agresiones y destrucciones que sufre este patrimonio al haber perdido su funcionalidad que le caracterizaba, hemos de centrar las energías, ante todo, en una amplia labor de catalogación que permita salvar su presencia, al menos de forma gráfica, en previsión de una desaparición a corto plazo. y únicamente sobre estos trabajos de catalogación podrán apoyarse con unas bases sólidas tanto su estudio, como una planificación tendente a la protección de aquellos edificios ejemplares y representativos.
LOS TRABAJOS DE CATALOGACION COMO PUNTO DE PARTIDA
Una vez delimitado el marco espacial nos hallamos ya en condiciones de comenzar con la primera fase consistente en la recogida de información. En primer lugar trataremos de recopilar la bibliografía existente sobre el área que vamos a catalogar. Aparte de los trabajos llevados a cabo a nivel peninsular por los autores anteriormente mencionados, que constituyen obras de obligada consulta, es probable que se hayan publicado otros estudios centrados en áreas más pequeñas o en una determinada tipología, aunque la gran mayoría de las regiones permanecen vírgenes en cuanto a este tipo de estudios de alcance más concreto se refiere. El conocer estas publicaciones es importante, pues nos puede servir de ayuda y plantear ideas a la hora de organizar el trabajo de campo. Las tesis expuestas en ellas se irán confirmando o rebatiendo conforme esta tarea se vaya llevando adelante.
El trabajo de campo ha de partir de un conocimiento del territorio donde se asientan las construcciones, que serán localizadas en base a batidas sistemáticas. Aunque el principal objetivo es la localización de edificaciones, habrá que aprovechar nuestra estancia en el medio rural para obtener un perfecto conocimiento del marco espacial donde se asientan, teniendo en cuenta determinados factores físicos como son el relieve, hidrografía, vegetación natural y climatología; así como aquellos elementos que son fruto de la intervención humana en ese medio físico como la red viaria (vías rústicas y pecuarias), la parcelación, los cultivos, la obras para el aprovechamiento hidráulico...cuyo conjunto configura el paisaje. Siempre se intentará despojar su imagen de los cambios producidos durante los últimos años como consecuencia del proceso de modernización, para lograr de esta forma una visión lo menos contaminada posible de lo que fue el paisaje rural tradicional.
La primera faceta del trabajo de campo propiamente dicho consiste en la localización de las edificaciones. En esta tarea nos servirán de guía las hojas del mapa topográfico editadas por el Instituto Geográfico Nacional o el Servicio Geográfico del Ejército en las escalas 1:25.000 ó 1:50.000. En el caso de que la zona de estudio haya sufrido importantes alteraciones en los últimos años, poblándose de modernas construcciones o desapareciendo las tradicionales, podemos recurrir a ediciones de estos mapas más antiguas, de los años cincuenta o sesenta, siempre anteriores al inicio de estos cambios, donde observaremos la red arquitectónica tradicional.
Disponiendo de estos medios cartográficos podemos iniciar un barrido sistemático para localizar las edificaciones sobre el terreno. De cada construcción rellenaremos una ficha que se habrá confeccionado previamente. En ella se hará constar la tipología arquitectónica en que encuadramos el edificio, así como el nombre particular del mismo en caso de que lo tenga. Además se registrará la información referente a su localización, entorno, características externas e internas, materiales y técnicas de construcción empleados, aspectos relacionados con la ocupación humana del mismo, y su estado actual.
1.Localización: Se indicará la comarca, municipio, partida rural, coordenadas topográficas, altitud aproximada respecto al nivel del mar , vías de acceso y, si es posible, el número de parcela catastral donde se ubica el edificio.
2.Descripción del entorno: Respecto a los rasgos físicos se reseñarán las características geomorfológicas, microclimáticas, hidrológicas, y florales, indicando, en su caso, la presencia de cursos de agua, fuentes, así como de la vegetación natural arbórea, arbustiva o herbácea, que pueda tener un aprovechamiento arquitectónico en el edificio.
También se ha de prestar atención a elementos del paisaje como la parcelación y la ubicación respecto a la parcela del edificio, tamaño de la explotación, presencia de otras construcciones relacionadas con la misma, y de un modo especial a los cultivos, actividades pecuarias o forestales, que dentro de este marco tradicionalmente se llevaban a cabo.
3.Descripción externa: Efectuaremos una breve relación del exterior de la construcción, refiriéndonos al número de plantas, a la localización, orientación, tamaño, forma y disposición de los vanos; a posibles enrejados colocados sobre ellos y formas de cierre de los mismos, y a las puertas de acceso, indicando si entran al edificio por el mismo punto hombres y animales, o lo hacen por lugares separados. Se describirán las cubiertas indicando el número de vertientes y lado hacia donde efectúan el vertido. A ser posible realizaremos un sencillo perfil volumétrico a mano alzada para facilitar la comprensión visual de las notas tomadas.
También es importante mencionar si aparecen algunos elementos cercanos a la construcción y relacionados con la misma, como árboles para dar sombra, pequeñas instalaciones para cría de animales, fuentes, pozos, aljibes y otros medios relacionados con la captación de agua para el consumo humano.
4.Descripción interna: Se basará en una explicación de la distribución espacial de cada planta, indicando en qué áreas concretas se ubican las diversas actividades (vivienda, cuadras para animales, almacenamiento de productos agrarios, transformación de los mismos, actividades pecuarias...) y si existe una separación material o figurada entre ellos. También conviene constatar de qué forma se interrelacionan las diferentes plantas, puntos de acceso y ubicación. Es importante realizar un plano a mano alzada de cada planta. A partir de él describiremos todas las estancias, dedicando especial atención a la cocina por el contenido antropológico y social que encierra.
5.Materiales y técnicas constructivas: Se ha de partir de un análisis de las estructuras referente a las técnicas y materiales empleados en la construcción de los muros, disposición de los elementos arquitectónicos, y tratamiento que reciben los paramentos interiores y exteriores: si se enlucen o se dejan con el material a la vista, si se pintan o no, o si se dispone de otro tipo de protección. Conviene indicar de qué forma se adintelan los vanos, materiales y técnicas utilizados en los tabiques interiores y pavimentos. De igual forma nos referiremos a los forjados de las distintas plantas y de las cubiertas, así como al grado de inclinación de las mismas. No hay que olvidar ciertos aspectos como el posible aprovechamiento en la construcción de algunos accidentes del terreno, tamaño e importancia de los aleros, ni el uso de materiales con un carácter decorativo como paneles de cerámica, hierros forjados, etc.
6.Aspectos antropológicos: Indicaremos si se trata de un hábitat de carácter permanente o temporal, y si está ocupado por una o varias familias. Si se da el caso recogeremos una relación de los muebles, indicando su ubicación característica, y de las máquinas y herramientas relacionadas con las actividades que sus habitantes llevaban a cabo. Respecto a los espacios de ocupación animal trataremos de averiguar a qué tipo de animales estaban destinados. Conviene averiguar el carácter que tradicionalmente ha tenido la gestión de la explotación: en propiedad, arrendamiento, aparcería...
7.Situación actual: Se hará una breve descripción del estado de conservación del edificio, donde se indicarán las intervenciones sufridas y el carácter de las mismas. También nos referiremos a las posibles variaciones ocurridas en el entorno (introducción de cultivos modernos, desaparición de elementos o instalaciones relacionadas con el edificio o con la explotación, etc.) Conviene indicar en la ficha si el edificio aparece reseñado en alguna publicación el título y edición de la misma. También interesa, una vez reunidas todas las fichas, acudir al Ayuntamiento para ver si existen medidas encaminadas hacia la protección de alguno de los edificios que se han catalogado.
Sería importante acompañarnos en el trabajo de campo de una persona del lugar, ya entrada en edad, que por su experiencia nos pueda informar desde los mismos edificios sobre algunos aspectos de ellos como su funcionalidad, construcción, técnicas, denominación popular que reciben los distintos elementos arquitectónicos, etc.
De cada edificio conviene tomar unas cuantas fotografías panorámicas y otras de detalles importantes que aparezcan. Además de los perfiles volumétricos y plantas mencionadas, no estará de más tomar algún que otro dibujo de algún detalle que pueda interesar.
Una vez finalizado el recorrido por la zona asignada se reunirán las fichas recopiladas con el fin de efectuar una clasificación por tipologías, considerando dentro de cada una de ellas las variantes que puedan observarse. De cada tipo elegiremos uno o dos edificios más representativos, y volveremos sobre ellos para levantar planos a escala y profundizar en la recogida de material gráfico como dibujos o fotografías.
Aquí concluiría la fase de inventario y catalogación de las edificaciones. Con estos trabajos se consigue una recuperación gráfica del patrimonio arquitectónico rural, que de esta manera queda preservado aunque desaparezca materialmente. Es lógico pensar que resulta imposible, incluso sin sentido, pretender la conservación de cada uno de los edificios: Partiendo de estos planteamientos se puede proponer a los organismos municipales o autonómicos que tengan competencia la protección y recuperación de aquellos edificios elegidos como más representativos y ejemplares de cada tipología.
EL ESTUDIO DE LA ARQUITECTURA
El primer aspecto a tener en cuenta consiste en la delimitación de un marco geográfico para el estudio. Una vez marcados estos límites pasaremos a analizar unos planteamientos desde los cuales ha de llevarse a cabo. Se parte de una descripción del edificio, atendiendo únicamente a su morfología y características arquitectónicas, en base a la cual se lleva a término la clasificación tipológica. Sobre estos aspectos se basan los estudios llevados a cabo por arquitectos. La principal aportación de los geógrafos consiste en salir de la frialdad que caracteriza los estudios anteriores para, sin despreciar ese trabajo, poner en relación las construcciones con el medio físico y con el paisaje agrario del que forman parte. Más allá van los etnólogos y antropólogos que, partiendo de los conocimientos aportados por las disciplinas anteriores, relacionan la arquitectura con el hombre y sus estructuras mentales y sociales. Pensamos que el estudio de la arquitectura rural debe integrar perfectamente estos tres niveles de análisis.
LA COMARCA COMO MARCO PRIVILEGIADO DE ESTUDIO
El marco espacial donde se integran todas esas relaciones referidas que pueden apreciarse a través de la arquitectura lo encontramos definido en la comarca. Esta generalmente presenta unos rasgos físicos bastante similares (relieve, clima, vegetación...), lo que influirá en una unidad arquitectónica en cuanto a elementos estructurales de la misma se refiere (materiales, grosor de los muros, pendientes en los tejados, etc.). Por ello los geógrafos del siglo XIX insistieron en los caracteres físicos como elementos integradores de la comarca, aproximándose así al concepto de región natural. Esta concepción la encontramos todavía en 1922 en la obra del folklorista Dantín Cereceda Las regiones naturales de España.
Sin dejar de lado los factores físicos diremos que esta unidad viene marcada sobre todo por los factores sociológicos. Es el hombre y sus relaciones dentro de la comunidad lo que configura una comarca. Este modifica el espacio donde se asienta parcelando la superficie, cultivando, abriendo caminos, edificando... para adaptarlo a sus necesidades concretas y para obtener de él unos recursos necesarios para su subsistencia. Este espacio y estas relaciones sociológicas que se producen dentro del mismo actúan como elementos de cohesión interna, al tiempo que pueden plantear unas barreras que le aíslen relativamente del exterior. Por tanto cada comarca goza de una personalidad propia. Este conjunto de relaciones puede permanecer estable o casi estable durante varios siglos. Unicamente estas formas de vida rurales se verán desestructuradas en las últimas décadas por todo el proceso de mecanización y urbanización en que se ha visto inmerso el campo español.
Estos rasgos peculiares identificativos de la comarca se acentúan en aquellos núcleos que actúan como centro de la misma y van difuminándose conforme nos alejamos de ellos, pudiéndose observar, incluso en sus límites, claras influencias de las vecinas. Todo este conjunto de relaciones e influencias no puede pasar desapercibido tanto a la hora de delimitar el espacio comarcal, como en el análisis de las diferentes construcciones.
El municipio y su término se presenta como un marco territorial inferior a la comarca. Pero si buscamos un área que integre toda esa unidad cultural, el término municipal se muestra como una porción más de ella que posee características similares a otras de su entorno y, por tanto, no integra la totalidad de esa unidad sociocultural. Sin embargo sí puede ser un espacio apropiado a nivel de catalogación y protección, ya que son los ayuntamientos los que gozan de los instrumentos necesarios en materia urbanística para hacerla eficaz.
Por tanto se ha de potenciar el estudio de la arquitectura partiendo de espacios comarcales. Unicamente a través de ellos podremos aspirar a una síntesis a nivel regional -entendiendo el término en su sentido más amplio- donde se expliquen desde unas bases más sólidas aspectos tales como la difusión de determinadas tipologías, o las características diferenciales que presentan las construcciones de unos espacios respecto a otros.
ARQUITECTURA y MEDIO FISICO
Resulta interesante conocer algunos aspectos del medio físico como el relieve, clima, hidrografía y vegetación, para ver de qué manera influyen en la concepción del paisaje y de los elementos que lo integran. Por ello conviene incluir en el estudio un capítulo donde se analicen sus características.
El relieve puede dar explicación a la localización de ciertas tipologías en unas zonas concretas. En lugares escarpados es posible adosar las construcciones a desniveles, lo que permite el acceso directo a sus plantas desde el exterior, cosa que no es posible en terrenos llanos. El estudio de la litología es importante si tenemos en cuenta que el hombre tradicional obtiene los materiales del terreno circundante. Por ello se dice que los edificios se hallan totalmente integrados en el medio natural sin romper con éste. Conviene localizar las construcciones sobre un mapa geológico para comprobar que los materiales empleados proceden del terreno. Así es frecuente ver cómo en las zonas donde predominan los suelos arcillosos el uso de la piedra es poco común y se recurre al ladrillo, adobe, o tapial.
El clima es otro factor que influye en las estructuras arquitectónicas. Hemos de considerar fundamentalmente las temperaturas, precipitaciones y, en menor medida, otros agentes meteorológicos como la insolación y el viento. Estos factores influyen sobre todo en la orientación del edificio respecto al sol.
En las regiones con temperaturas extremas, tanto cálidas como frías, tiende a primarse el grosor de los muros y el reducido tamaño de los vanos para que el interior quede térmicamente aislado. En las zonas frías la madera suele emplearse más, tanto en las estructuras, como en el recubrimiento de paredes, suelos, etc., dadas sus propiedades aislantes respecto a las bajas temperaturas. En caso de no ser excesivamente frías suelen abrirse amplios vanos orientados hacia el sol con el fin de que éste caliente un poco el interior de la vivienda. La benignidad del clima mediterráneo posibilita que durante las estaciones cálidas buena parte de las actividades domésticas se desarrollen al aire libre, de ahí la presencia de patios a cielo abierto, pórticos para dar sombra, etc.
En la concepción de las cubiertas influyen el tipo y la frecuencia de las precipitaciones. Su inclinación es poco importante en las regiones donde las lluvias son escasas, llegando incluso a ser planas como ocurre con las casas ibicencas. Dada la escasez de recursos hídricos, los vertidos de las cubiertas suelen canalizarse hacia un aljibe para ser aprovechados para el consumo humano. Sin embargo en aquellas zonas donde las lluvias sean más frecuentes, e incluso se produzcan precipitaciones en forma de nieve, la inclinación será mayor para facilitar el vertido. En este último caso se refuerzan los forjados de las cubiertas para que puedan aguantar el peso de la nieve el tiempo que permanezca sobre ellas. Para favorecer el deshielo suelen orientarse hacia el sur con el fin de aprovechar al máximo los efectos solares. Por lo general se da el caso de que a mayor altitud respecto al mar, aumenta el grado de inclinación de las cubiertas.
La luminosidad, en relación con el factor térmico, influye en la mayor o menor apertura de vanos. Su localización y tamaño viene también condicionada por la dirección y características de los vientos.
La hidrografía constituye otro elemento a considerar, pues uno de los factores que condicionan el asentamiento humano es la disponibilidad de agua. No sólo tendremos en cuenta los cauces superficiales (ríos, barrancos, ect.), sino también las capas freáticas subterráneas que muchas veces afloran a superficie en forma de fuentes o, si su profundidad es escasa, son captadas con la perforación de pozos.
Conviene conocer la vegetación natural arbórea y si ésta se aprovecha para la arquitectura en los forjados o en otros trabajos de carpintería. También puede darse el caso de recurrir al empleo de vegetación arbustiva o herbácea, como cañas, matorral, etc., sobre todo para las cubiertas.
ARQUITECTURA y PAISAJE AGRARIO
El paisaje agrario se presenta como el resultado de la intervención que efectúa el hombre sobre un medio natural concreto con la finalidad de obtener o producir unos recursos que le permitan su subsistencia. Por tanto, se ha de partir de una minuciosa descripción del medio natural para explicar la formación del paisaje. De este modo habrá zonas mejor comunicadas, otras aisladas por terrenos escarpados, cauces, etc., zonas de mayor aprovechamiento agrícola por un microclima más benigno o por una mejor calidad del suelo, y otras que, dadas las condiciones desfavorables para ello, serán destinadas a un aprovechamiento pecuario o forestal. Según los distintos usos del suelo nos encontramos con diferentes tipologías arquitectónicas relacionadas con la actividad que se lleve a cabo.
Los cultivos influyen en la presencia de diversas dependencias relacionadas con la gestión, producción, almacenamiento y transformación. Sirvan de ejemplo los graneros, lagares, almazaras, cámaras para la crianza de la seda, relacionadas con los cultivos de cereales, vid, olivo, y morera respectivamente. Estas instalaciones han sido las primeras en verse afectadas al perder su funcionalidad original como consecuencia de la modernización de las explotaciones.
También el mayor o menor peso que tengan en la comarca las actividades pecuarias influirá en la presencia o no de instalaciones relacionadas con el ganado como cuadras, rediles, corrales, oviles, etc. Su ubicación habrá que ponerla en relación con las cañadas por donde circulan los rebaños, y con la cercanía respecto a los lugares de pasto.
Las actividades extractivas, localizadas sobre todo en las zonas incultas o forestales, pueden estar ligadas a un determinado tipo de edificaciones que, por lo general, presentan unas concepciones arquitectónicas muy primitivas. Se trata de abrigos o refugios temporales para cobijarse en caso de mal tiempo, pozos de nieve, neveras, hornos de cal, etc.
También hay que tener en cuenta la situación del núcleo de población respecto a las construcciones dispersas, ya que por lo general los habitajes permanentes suelen aparecer con más frecuencia conforme nos alejamos de él.
ARQUITECTURA y HOMBRE
En el estudio de la arquitectura no podemos pasar por alto el papel del hombre como individuo integrado dentro de una comunidad definida por una personalidad propia. Basándonos en un análisis detenido de las fichas de campo debemos extraer unas ideas de conjunto respecto a la organización del espacio, concepción de los distintos elementos arquitectónicos, etc. Además, conviene entrevistar a miembros de esa comunidad sobre determinados aspectos de las relaciones y comportamientos del hombre respecto a la arquitectura.
Habitualmente el propietario del edificio participa directamente en el proceso de construcción, ayudando a otras personas de la misma comunidad que intervienen más activamente por mostrar una especial habilidad para ello. Conviene conocer el papel que juega el propietario en cuanto al diseño y planificación de la obra. En base a ello se dice que es una arquitectura popular, porque está concebida y realizada por individuos pertenecientes al pueblo e integrados en la comunidad rural. Se tratará de averiguar cuáles son las formas de organización del trabajo y el tipo de herramientas, instrumentos y medios que intervienen en el mismo, así como la posible existencia de tradiciones o ritos en torno a la construcción relacionados con el comienzo o el fin de la misma.
Se tendrá en cuenta las formas que adopten las plantas de los edificios. Las formas redondeadas corresponden a concepciones arquitectónicas más primitivas que las formas angulares. Ello no presupone que las primeras tengan que ser siempre más antiguas cronológicamente que las segundas, ya que en muchas zonas es posible apreciar una convivencia en el tiempo de distintas tradiciones.
También habrá que prestar atención a determinados detalles arquitectónicos donde se manifiesta más abiertamente el gusto y la personalidad característicos de cada comunidad rural como los aleros, formas de adintelamiento, trabajos con forja, de carpintería, pavimentación, herrajes de las puertas, etc.
Conviene conocer el grado de convivencia entre hombres y animales y valorar la importancia de los mismos dentro de la comunidad. La ausencia de separación entre espacios humanos y animales es todavía un signo que ha pervivido de las formas de vida primitivas. Si esta separación se hace efectiva, habrá que ver de qué formas se lleva a cabo: si los animales están en construcciones independientes, si están dentro de la misma pero aislado por un paramento, o si únicamente la separación viene figurada por el cambio de pavimento, un escalón de piedras, etc.
En los edificios habitados la cocina se nos presenta como el principal conjunto de estudio. En ella se sitúa el hogar como elemento de socialización más importante que, una vez encendido por determinados miembros de la familia, además de ofrecer su aporte calorífico, actúa como elemento cohesionador de todo el grupo familiar reunido junto a él. El hogar marca el centro del habitaje y en torno a él se pueden apreciar una serie de jerarquías dependiendo de la cercanía o lejanía del mismo tanto en la posición que se ocupa en la mesa, en la disposición de los dormitorios, etc. Una organización más o menos compleja de ese habitaje puede apreciarse en el grado de separación material entre los diversos espacios relacionados con las actividades humanas que se llevan a cabo dentro de él: el trabajo de las mujeres, la alimentación, el descanso...
Pueden materializarse determinadas actitudes encaminadas a la protección tanto de las instalaciones como de sus ocupantes, bien sean hombres o animales, respecto a malos espíritus o fuerzas maléficas. Desde este punto de vista cabe explicar las flores de cardo que aparecen en las fachadas o en las jambas de las puertas de acceso, los paneles de cerámica con imágenes de santos colocados tanto fuera, como en el interior de los edificios, normalmente en la cocina como centro donde se reúne toda la familia, o en las cuadras donde se alojan los animales.
También es importante conocer las prácticas sanitarias y su relación respecto a la arquitectura: la limpieza del habitaje, de los establos, los métodos para su desinfección, y por qué individuos de la familia se encargan de esta labor. Los espacios destinados a la higiene humana, el nivel de ventilación de las cuadras y de la vivienda, las medidas encaminadas a la protección contra determinados insectos, contra las ratas, son otro de los muchos aspectos que han de tenerse en cuenta.