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Algunas Administraciones autonómicas y locales han adoptado como política cultural única de "ayuda" a la música tradicional la programación de recitales y conciertos de grupos e intérpretes actuales y urbanos de tal tipo de música. Esa actitud, lejos de constituir un verdadero apoyo, genera la proliferación de grupos "no profesionales" cuyos componentes se dedican a otras actividades reuniéndose sólo con motivo de esas actuaciones. Brillan por su ausencia el interés real por el tema, la dedicación al mismo y la preparación adecuada, pues se copian versiones y arreglos y además no existe un trabajo creativo propio. Tampoco se fomenta el interés por la investigación ni se alienta un trabajo riguroso al valorarse igualmente a un grupo diletante y a otro de verdaderos profesionales con muchas horas de esfuerzo y preparación.
A este grave defecto puede añadirse la competencia desleal en la que incurre la Administración en contra de agentes artísticos y teatros que no se atreven a medir sus fuerzas con los ofrecimientos institucionales y renuncian a contratar a los profesionales pensando que la oferta cultural ya está suficientemente cubierta con tan gran abundancia de actos, aunque algunos de ellos no estén para nada relacionados con la verdadera conservación de lo tradicional y, desde luego, lejanísimos del auténtico respeto que todos deberíamos sentir por este tipo de música.