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DOMINGO DE CARNAVAL
Domingo de Carnaval
de gitana me vestí,
y me fui al salón del baile
por ver a mi novio allí.
El me dijo: -Gitanilla,
¿quieres tú hacer el favor
de decirme con salero,
las faltas que tengo yo?
-Tú eres un muchacho guapo i
y tienes buen corazón,
pero tienes una falta
que es la traición del amor .
Tú quieres a dos mujeres,
de eso me he enterado yo;
la una es alta y morena,
la otra rubia como el sol.
Cásate con la morena
y serás afortunado,
no te cases con la rubia
que has de ser un desgraciado.
-Yo me caso con la rubia
aunque sea un desgraciado,
y con la morena no,
aunque sea afortunado.
-No te cases con la rubia
que pronto lo vas a ver,
antes del año que viene
dos niños has de tener.
Has de tener un rubito
con el pelito rizao,
y has de tener un moreno
que ha de ser afortunao.
-¡Vaya una gitana lista
que adivina el pensamiento!
Si no fuera gitanilla
trataría de casamiento.
-Adiós, Pepe, que me voy
porque mi madre me espera;
si quieres saber quién soy:
Soy tu novia la morena.
Soy tu novia la morena,
la que te quiso y te amó,
y tú como ser tan pillo
me jugaste la traición.
Recogido por José Manuel Fernández Cano en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), en septiembre 1979; de Fuensanta Cano Rodríguez (53 años de edad) , natural de Villanueva del Arzobispo (Jaén).
LA MARZADA
Cuento en dialecto berciano
A según lla xente de denantes, había un pastour moy baballán que sempre se borlaba dos demaes, e tantu se borló que enviendo que el su erbañu noun mermara cun lla ivernia que ya pasara, sobió un día da óltimus de Marzu a u castrorum e quisou borlarse d'el; comu u castro era mocho, arevatió cantus cantrellus alcontrou y fació una moroeca e pósuse unriba di ella para borlarse mijor, allevantou us brazus e diju:
-¡Adius, Marzu Marcelu! iTeu ti vades, y eu mi quedu cun el mieu ribañitu intero!
Entoncies habró marzu:
-¡Ae, neciu pastour! ¿Creísteme ido? ¡Pos te voy de triscar cun llas dous jurnadas que mi quedan, mais dous que mi preiste abril, hey de acabare cun el teu rebañu jientil!
Unas nubarronas de pavuria venieron e impezou a cair falampas e piedriscu comu cunchalis, mais coandu quísose miter umbajo d'una castañal, foron tardie, solu se quedou un curdero que antis tapara cun o maniego, peru sin u rabu pour quederlle fura
Entoncies u pastour, layandu, dijule:
-Sale, curdero capoun, c'as rinas mortas soun.
Facilitado por AMADOR DIEGUEZ
Ayerbe,1981
En castellano
Según la gente de antes, había un pastor muy baboso que siempre se burlaba de los demás pastores, y era tanta su osadía que viendo que su rebaño no había mermado con los rigores del invierno, subió un día de a últimos de Marzo a la cumbre de un castro pare insultar a Marzo y para hacerlo mejor hizo un montón de piedras y se subió a ellas; una vez en lo alto levantó los brazos y gritó:
-¡Adiós, Marzo Marcelo! ¡Tú te vas y yo me quedo con mi rebañito entero!
Marzo le respondió desde lo alto con voz de trueno :
-¡Ay, necio pastor! ¿Creísteme ido? ¡Pues te voy a diezmar, con dos días que me quedan y dos que me preste Abril he de acabar con tu rebaño gentil!
Cuentan que el cielo se cubrió de nubarrones de pavor y que empezaron a caer copos de nieve y granizos como nueces; cuando el hombre quiso guardarse bajo un castaño, ya era tarde, sólo pudo tapar con el zurrón a un cordero pero le quedó el rabo fuera y se lo cortó la piedra.
Cuándo paró la Marzada, dijo el pastor, llorando:
-¡Sal, cordero capón, que las ovejas muertas son!
DE LAS CARNES, EL CARNERO; DE LOS PESCADOS, EL MERO
Aunque Gonzalo de Correas no lo recoge en su " Vocabulario...", el defecto puede achacarse a que faltan precisamente las páginas de su manuscrito correspondientes a la letra "D". Pedro Vallés 1 y Hernán Núñez 2 -de quienes aquél tomó buena parte de sus proverbios sí lo catalogan.
El doctor Iván Sorapan de Rieros 3 da cumplida cuenta, en su libro "Medicina española..." acerca de lo que cada animal representa en su medio. Comienza diciendo: "La curiosidad humana el día de hoy, en breve compendio, hace dos diferencias de los animales, llamando carne a los que viven en la tierra y aire, y pescado a los que viven en el agua. Ninguna de estas diferencias comían los hombres antes del diluvio universal; pero después, dio licencia Dios a Noé ya sus descendientes para que los pudiesen comer. Desde este tiempo, pues, comen los hombres carne y pescado, y deseosos de gozar vida larga y de la dulce salud, lo cual se adquiere con buenos alimentos, han venido a sacar en limpio que, de las carnes el carnero, de los pescados el mero, es el más salutífero y sabroso mantenimiento, y así, el castellano formó el refrán y sentencia que vamos declarando, que traído siempre en la memoria, importará más que el uso de algunos medicamentos muy celebrados".
Después agrega que el temperamento del carnero es, más que el de cualquier otro animal, semejante al del hombre, de modo que al individuo le resulta muy sencillo convertirlo en "substancia". Como Galeno, célebre médico, había asegurado que la carne del puerco era más semejante a la del hombre que la del carnero, Sorapan le excusa alegando que "Galeno no conoció los carneros de España, que si los conociera no fuera de la opinión que fue". Desde luego, el carnero ha de ser capado, es decir , de aquellos que "no son padres ni se comunican con las ovejas". Sorapan continúa cantando las excelencias del animal y encomiando los beneficios que de él tomamos, tanto en alimento como en vestido y calzado; llega incluso a mencionar el uso de sus tripas para guitarra, aunque "si una guitarra se encuerda con cuerdas de carnero, entre las cuales estuviere alguna de lobo, aunque más sean tocadas las cuerdas, no darán de sí sonido alguno, porque la enemistad dura después de la muerte".
Respecto al mero, apenas si le dedica algunas breves consideraciones, tal vez por su desconocimiento del pez, al que varas veces habría podido observar: " y d los he visto en la pescadería de Granada", dice con orgullo; y termina: "Vale caro, y en resolución, es tan estimado, que, de los pescados el mero".
Cobarruvias dice: "Pescado conocido y regalado, por ser bocado de príncipes, y assí dize el refrán: De los pescados el mero, etc.".Rodríguez Marín recoge el dicho "De la mar el mero y de la tierra el puerco". Gella Iturriaga 4 ofrece este otro: "Entre los pescados el mero; entre los pelos el negro; entre las carnes el carnero; entre las aves la perdiz y entre las doncellas, mi Beatriz".
En la actualidad se suele decir: "De la mar el mero y de la tierra el carnero". En broma, a veces, "de la mar el mero y de la tierra el misionero".
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1 Pedro Vallés: El libro de los refranes. Zaragoza 1549.
2 Hernán Núñez: Refranes o proverbios en romance, Que nuevamente colligió y glossó el Comendador. Salamanca, 1555.
3 Iván Sorapan de Rieros: Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua. Muy provechosa para todo género de estados, para philósophos y médicos, para teólogos y iuristas, para el buen regimiento de la salud y más larga vida. Martín Fernández Zambrano, 1616.
4 José Gella Iturriaga: Refranero del mar, 1944.