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Ando esperando a Don Antonio por la plaza; tiene visita y yo nada que hacer; Garganta la Olla a tope de vacío, cascos de mula calle arriba, chorro tímido de agua a mi lado; hablo con don Miguel Muñoz que sabe coplas para llenar un hueco, que las canta junto a su mujer, que me las va diciendo mientras espero, pacientemente, viéndome escribirlas con lentitud de notario, quizás sin saber del todo que su voz me transmite documento: él las llama coplas de ronda; quedan aquí sufriendo el temblor del lápiz: 
Como quieres que adivine 
si estás despierta o dormida 
si no baja un ángel 
y me lo diga. 
Asómate a esa ventana 
echa los rizos al aire 
verás como te cuelga 
de cada cabello un ángel. 
Por el paseo del cielo 
se pasea una doncella 
que se llama Encarnación, 
Cristo se encarnó en ella. 
La Virgen estaba dando 
consejos a una doncella, 
que para hablar con los hombres 
clava la vista en tierra. 
Tienes dientes de nácar 
labios de leche y sangre, 
cabellos rubios 
como la Virgen del Carmen. 
Una paloma te traigo 
en el nido la cogí, 
los hijos quedaron llorando 
como yo lloro por ti. 
Tiene la mi morenita 
en la boca un diente menos 
por aquella mechita 
ella y yo nos entendemos. 
La hermosura de los cielos 
cuando Dios la repartió 
no estarías tú muy lejos 
cuando tanto te tocó. 
Viva la alegría, viva 
viva Dios que la mantiene 
viva la Virgen del Carmen 
con aquel niño que tiene. 
Con esa gargantillona 
con esos pendientes de lazo 
que pareces la reina 
cuando sale de Palacio. 
Una vieja y un candil; 
la perdición de una casa, 
la vieja por lo que gruñe 
y el candil por lo que gasta. 
Los señores de levita 
se mueren por las de moño, 
por eso a las señoritas 
se las lleva el demonio. 
Compadre la burra es mía 
en la burra mando yo, 
cuando quiero digo arre 
cuando quiero digo só. 
Tormenta del mes de mayo 
pasa por la serranía 
he visto un rayo 
de contrabando venía 
montadito en tu caballo. 
Tanta naranja china 
tanto limón por el suelo 
tanto desprecio a una niña 
para abandonarla luego. 
Del pino sale la piña 
de la piña el piñón 
de la flor de la harina 
sacan a nuestro Señor. 
En esta calle vivía 
la moza calabacera 
la que daba calabazas 
cuando otro la pretendía. 
Sale el agua de los caños 
rebosa los pilares 
no pasa por aquí un año 
sin que salgas a buscarme 
como el agua busca al caño. 
Al pie del altar mayor 
hay una fuente que mana 
el credo y los mandamientos 
y la doctrina cristiana. 
La primera que te vi 
fue lavando en la garganta 
yo me enamoré de ti 
hermosa paloma blanca. 
Por ti morena, por ti, 
por ti la mar salada, 
la pasé en el mes de enero 
cuando llovía y nevaba. 
Calle de las cuatro esquinas 
calle de Santa Isabel 
donde están las buenas mozas 
que yo quisiera ver. 
Subí la cuesta corriendo 
por bailar y no bailé, 
perdí la horquilla del pelo 
vaya jornal que gané. 
El sol le dijo a la luna 
que se fuera a recoger 
que eso de rondar de noche 
no es de mujeres bien. 
Apártate del sol que quema 
y de la luna que abrasa, 
de la mala compañía 
que sabes lo que pasa. 
Ningún pobre puede llevar 
un entierro muy lucido 
cuando doblan las campanas 
fijaras en el sonido. 
Las dos hermanitas duermen 
en una cama de alambre 
si mucho quiero a la chica 
mucho más quiero a la grande 
Viva la gente gitana 
viva la gitanería 
viva la sal de mi novia la suya y la mía. 
El árbol del paraíso 
me tiene paralizado 
dame niña tu permiso 
para sentarme a tu lado. 
El que el río crezca un palmo 
y se lleve los palmeros 
en no llevándote a ti 
que se lleve al mundo entero. 
En Guijo guijeños 
el Aldeanueva pencones 
en Garganta la Olla 
mocitas como soles. 
Al paño fino en la tienda 
una mancha le cayó, 
lo dieron por menos precio 
porque perdió su valor. 
Toma esta naranja china 
que la traigo de mi huerto, 
no la partas con cuchilla 
que está dentro mi corazón; 
si está tu corazón dentro 
no lo hubieras metido, 
que la naranja que yo me coma 
la he de partir con cuchillo. 
No me eches que ya me iré 
deja que la luna salga, 
yo niña me perderé 
por esa montaña larga. 
Dicen que la Magdalena 
guía a los enamorados, 
ella será santa y buena 
pero a mí no me ha guiado. 
Mi amor me pidió la mano 
yo no se la negué, 
como andaba en la cocina 
le di la del almirez. 
A un anciano yo pegué 
porque me faltó en la calle 
luego vine a saber 
que el anciano era mi padre, 
gotas de sangre lloré. 
El que pegó a su padre 
lleva una soga arrastrando, 
cada pasito que da 
la soga se va liando. 
En enero no hay claveles 
porque los marchita el hielo 
en tu cara siempre los hay 
porque lo permite el cielo. 
Tengo ganas de bailar 
con una que tiene luto, 
cuándo se le quitará, 
para yo bailar a gusto. 
El río lleno de flores 
el agua mejor sabrá, 
la niña que tiene amores 
con qué orgullo vivirá. 
Voy al río por ver agua 
al campo por ver flores 
a misa por ver a Dios 
y al baile por ver amores. 
Corro de plaza, un hombre que lo apunta todo, que le gusta que le canten, que apenas habla, que escucha atento, que no se ríe; mire usted, le voy a hablar de la danza de las Italianas, de las alboradas, de las Toreras, del romance de la Loba Parda, de lo que usted me pida, pero antes le voy a cantar algunas coplas que me sé de mi abuela, que murió de 98 y yo tengo 70, y no se preocupe si no me las entiende para que las pueda escribir, yo se las repito, clara tengo la cabeza: 
Somos garganteñas 
de España la flor 
y venimos cantando; 
abre ese balcón, 
y si mis canciones 
te alegran a ti, 
vente con nosotros 
ramo de jazmín. 
Ramo de jazmín, 
rosa colorá; 
vente con nosotros 
y moza serás; 
moza serás 
y moza has de ser. 
Vente con nosotros 
ramito de laurel. 
Agua menudita llueve 
y me mojan tus canales, 
ábreme la puerta, cielo, 
que soy aquél que tú sabes. 
Con los peines que peinan tu pelo 
son de oro y cristal 
cada vez que me peino con ellos 
se me van, se me van, se me van, 
se me van las cabras al sembrado, 
viene el guarda y me denuncia 
a' mi todo eso que me está pasando 
es por ti, es por ti, es por ti, 
es por ti, es por ti, es por ti. 
Garganta tiene la fama 
del vino y del aguardiente 
de las mujeres bonitas 
y de los hombres valientes. 
Esta noche ha llovido 
mañana hay barro 
cuatro pares de mulas 
lleva mi carro. 
Cuatro pares de mulas 
cuatro esquilones 
aran en las besanas 
de tus amores. 
Por esta calle me voy, 
por la otra doy la vuelta 
la que quiera ser mi novia 
que deje la puerta abierta. 
A tu puerta sembré un pino 
a tu ventana un cerezo 
por cada piña un abrazo 
por cada cerezo un beso. 
Yo venía de regar 
y estabas en la ventana, 
me diste una señita 
que estabas sola, que entrara. 
¿Te acuerdas cuando me dabas 
agua por una gatera 
y tu madre que lo supo 
de rabia mató la perra? 
Tu madre tuvo la culpa 
por dejar la puerta abierta 
y yo por meterme dentro 
y tú por estarte quieta. 
Y luego te quitas 
y luego te pones 
a la ventanita 
ramito de flores; 
vuélvete a poner 
vuélvete a quitar 
a la ventanita 
ramita de laurel. 
Esta mañana te vi, 
estabas fregando el patio 
estabas tan sandunguera 
que hacías pecar a un santo 
aunque fuera de madera. 
Dice Eulalia: yo me acuerdo de coplas que no son de ronda, sino de la Nochebuena, no sé si a este hombre le gustará escribirlas, aunque me da igual, yo las voy a cantar, y si no las coge, que se chinche y las escuche, así nos divertimos nosotros: 
Dále compañero, dále 
dále al almirez que suene 
que está muy lejos la cama 
donde mi morena duerme. 
Ya viene la uva 
ya viene el melón 
ya viene la pera 
y el melocotón,. 
a los fumadores 
les encargo yo, 
de la patatera 
se fumen la flor, 
la flor, la flor y la flor. 
Debajo de este portal 
aunque lo veáis en mal estado 
está el dueño del lugar 
mira bien si no has mirado 
y si no, vuelve a mirar. 
Mire usted, aquí, en Garganta la Olla, tenemos canciones de amor, de boda, de tornaboda, de ronda, que se las ha cantado Eulalia, y de todo lo que usted pida, carnavales, cantares para la procesión del encuentro, mañanitas de San Juan, toreras, en fin, para qué le voy a cansar diciéndoselas si se las podemos cantar, aunque yo tengo un poco de prisa, que me llega el hombre y le tengo que poner la mesa; pero me da tiempo todavía, además, hace mucho que no las canto, no sé si me acordaré, ya sabe lo que dice la copla: 
Arrierito chico, 
la mula grande, 
la carga en el suelo 
no hay quién la cargue. 
Pero le cantaré las mañanitas de San Juan 
Mañanita de San juan 
cuando la zorra madruga 
el que borracho se acuesta 
con agua se desayuna. 
¡Pequeñita y con amores 
y yo, como no los tengo 
me divierto con las flores! 
¡Ay mi niña, no llores, no llores! 
A cortar el trébole 
el trébole, el trébole; 
y a cortar el trébole 
la noche de San Juan; 
y a cortar el trébole 
mis amores se van. 
El Pino, pene, boda sagrada de masto y tierra, la fertilidad, bien antiguo, apreciado, San Juan de junio; la masculinidad de Garganta la Olla pone su interés en mostrar suficiencia, fuerza; dicen que a Carlos V le trajeron un pino desde Tornavacas; él tuvo frases de estímulo y dio pie al arraigo de la costumbre, aunque sea tan vieja como el hombre; si escuchamos al Doctor Feria Jaldón, en el mundo antiguo, la fecundidad es más santa que la castidad, durante un tiempo inmedible, la salvación no revistió otra forma que la del falo, aportador de fecundidad, símbolo de rito agrario, parte del sistema mítico de sacralidades naturales del mundo primitivo, de origen arcaico, pagano; en su extremo alto, todo lo mejor, el premio, reto conseguirlo para los mozos, los nuevos, aun con el palo untado en sebo; el que llega es el extraordinario del grupo, el elegido; me dice una señora que el Pino se ha puesto muchos años y que se pondrá muchos más con salud para todos; si el niño se ensucia subiéndolo, la madre lo lavará; lavar, acariciar; las mujeres admiran al mozo que llega, el capaz, le dan el premio valorándolo, el que la persigue se la lleva; al final, igual sólo encuentra cerezas y claveles, rojo reventón de los labios que puedan sumarse más tarde al trofeo conseguido, sudor de ansia, copla mañanera: 
Mañanita de San Juan 
cuando la zorra madruga. 
Cestería, sillas, anea, madera, hierro, forja, la casa galante antigua en plena calle garganteña, figura femenina grabada sobre el granito a la entrada, belleza, serenidad interior; la picota al sol de la plaza, las casas, hay que insistir, la arquitectura popular de este, de estos pueblos, la que se hizo según necesidades de cada cual, cálculo de plomo y nivel, base de maestro de obra, equilibrado y hechura para siempre; portales de judería, de la peña, volando el sueño, lugares donde un día manos artesanas dieron forma a elementos sueltos; don Antonio me habla de ésto: los artesanos tenían el buen gusto de unir utilidad y orna, un hombre hacía candiles para alumbrarse, y en vez de hacer mamotretos, hacía una forma artística, dejaba suelta la intención, igual si fueran potes, tarras de madera, especieros, formeros para almireces; don Antonio guarda en su casa un tesoro simple, artesanía: llave árabe que sirvió durante siglos hasta ayer, de madera, perfecta de entramado, lógica, cosas desestimadas como viejas en las reformas de las casas, madera de nogal, compacta, dura, savia que repele insectos, acero vegetal, pulidas de uso, quizá fabricadas por pastores, largas vigilias de soledad en el monte, además de instrumentos de música, rabel, flauta de adelfa, olivo, jaranzo, imágenes de vírgenes a punta de navaja; guarda o conserva o vive degranaderas para echar la uva e ir estrujando a mano los gajos, escobojo arriba, mosto en base, y la hez; en el libro de visitas del Ayuntamiento hay una nota de puño del Marqués de la Paz: soy extremeño y me avergüenzo de no haber conocido antes Garganta la Olla; apunto que aquí hay tres museos regidos por don Antonio: las cosas, la casa y el dueño; sentados al calor de la charla, me va soltando canciones, romances, ésta de boda: 
Vivan la novia y el novio 
y el cura que los casó 
la madrina y el padrino 
los convidados y yo. 
Sal morena a la ventanita 
sal morena que te quiero ver, 
para darte un besito en la boca 
que por uno te voy a dar tres 
que por uno te voy a dar tres 
un besito que te ha de gustar, 
sal morena a la ventanita 
sal morena a verme pasar. 
Viva la alegría, viva, 
viva Dios que la mantiene 
viva la Virgen del Carmen 
con aquel Niño que tiene 
olé resalada y olé 
con aquel niño que tiene. 
Que no te peines 
que no te laves 
que no eres rosa 
de los rosales, 
de los rosales 
de Alejandría 
que no te peines 
morena mía. 
No te cases niña 
no te cases no, 
que las casaditas 
pierden la color, 
pierden la color 
pierden la salud 
y por eso, niña 
no te cases tú. 
Salga usted madre del novio 
un poquito más afuera 
a recoger a su hijo, 
y a reconocer la nuera. 
Me dice don Antonio que los carnavales son una parodia del desarrollo que tienen en otras partes; empiezan el Domingo GORDO en que los perros protagonizan una carrera desde la alto de las gradas de la Iglesia hasta la plaza con latas y calabazas atadas al rabo; el dueño los suelta en medio de una fila de hombres provistos de palos para evitar su evasión por los costados obligándolos a recorrer la calle con tan infernal ruido; diversión general es el pánico de cada animal, que cuanto más corre más se acrecienta; las mujeres se visten de serranas; los hombres se suelen poner atavíos femeninos; he aquí las coplas de Carnaval, recogidas al paso: 
Por un besito ni dos 
echa penitencia el cura, 
pero llegando a los tres 
la penitencia es segura. . 
De los hijos, la alegría, 
los pesares y el dolor 
van a parar a los padres 
en mitad del corazón. 
De la retama, la rama, 
del saúco, la corteza, 
del amargo, tu querer, 
porque no tuvo firmeza. 
Tu cuerpo parece un junco 
tu cabeza una naranja, 
y tus pechos dos jardines 
donde mi alma descansa. 
Eres alta como un huevo 
derecha como una hoz 
blanca como el chocolate 
¡Buenos días nos dé Dios! 
De la Semana Santa me cuentan que llega el miércoles, en que la cruz de ceniza en la cabeza recuerda que somos polvo; terminaron las locuras de los carnavales, pero el garganteño canta también en Semana Santa en la Iglesia, en casa, en el campo, en el Viacrucis; la noche de Jueves Santo se hace procesión del Silencio, sólo hombres, cada uno su vela; entre cuatro transportan un gran crucifijo en forma horizontal; el Sábado de Gloria por la noche se hacen hogueras de sarmiento a cuyo alrededor se sientan; se quema a Judas en la plaza pública rellenando el vientre del monigote de cohetes explosivos; he aquí los cantares que ese sábado surgen con motivo de la Procesión del Encuentro: 
Del templo vamos saliendo 
qué camino cogeré 
en busca de aquel lucero 
que sale al amanecer. 
Levantaros vecinitas 
calle de la Placituela 
que ha resucitado Cristo 
y María nos espera. 
Levantaros vecinitas 
calle de Santa Isabel 
que ha resucitado Cristo 
y a su Madre quiere ver. 
Levantaros vecinitas 
esas de la calle Llana 
que ha resucitado Cristo 
a las dos de la mañana. 
Ya se encontró con su Hijo 
la Madre Celestial 
la vamos acompañando 
con paso muy singular. 
Acércate sacerdote 
y quítale el manto negro 
que se ha encontrado a su hijo 
a vista de todo el pueblo. 
Qué contenta va María 
con su Hijo por delante 
lleva el manto de alegría 
y el rosario de diamante. 
Levantaros vecinitas 
esas de calle el Chorrillo 
venimos desde el calvario 
cortando rosas y lirios. 
Tres puertas tiene la Iglesia 
entraré por la mayor 
para hacer la reverencia 
al Divino Redentor. 
De la danza de los Italianos, Don Antonio Gómez Mateo me da cuartillas escritas por él, que extracto: "los niños de Esparta debían aprender la danza desde los siete años. Entre otras se creó la de la Inocencia para festejar a Diana. Este baile lo formaban ocho doncellas acompañándose de crótalos, andando hacia atrás sin dar la espalda a la imagen, con un maestro director y un tocador de flauta; a Capri fue llevada esta danza para festejar a Cibeles; comenzado el poder de los Papas algunos de los bailes profanos pasaron al culto cristiano, entre ellos el de la Inocencia, que al ser presenciado por soldados garganteños de los Tercios Españoles lo trajeron a Garganta la Olla. El Rey Felipe II en proveido del 30 de mayo de 1.608 lo equiparó a los demás actos culturales del Obispado en el siglo XVI". 
Después, Don Antonio, casi con reparo, me dicta las coplas de Los Toreros: 
Echa una suene al toro 
y otra a la vaca; 
y otra por mi morena 
que está en Garganta. 
De repente noto que no sólo me habla Don Antonio, sino todo el pueblo a la vez, especie de concurso a ver quién me confunde o me hace tirar el lápiz, mi herramienta; la matanza, las ferias, mejor en invierno para curar las carnes con frío natural, los quintos por entonces rondando quejas de ausencia inminente, junieando con el pino, los tablados para los toros, la fiesta religiosa con las Italianas, el Cristo con sus danzantes, llegando a la vendimia, y más, infinitamente más; cualquier pueblo de Extremadura es inexprimible en su saber, tienen prisa por contarlo, por transmitirlo; me quedo sin escribir un rato, escuchando la algarabía en torno mío, incopiable, pensando si ellos al cantar y yo al percibir no tendremos una especie de conjuro, una prisa común: 
Eres como la paloma 
que nació para volar, 
yo como el ruiseñor, 
que el sufrir le hace pensar. 
Al primer toque de Misa 
te vistes y te compones 
y vas a la calle arriba 
robando los corazones. 
Usted tía María 
usted que la vio, 
por qué calle iba 
iba a qué varón. 
Allí nació el niño 
en aquel pesebre 
entre paja y heno 
y un poco de verde, 
y allí nació el Niño 
en aquel portal 
venid, venid a adorar. 
Yo soy un niña 
que vengo a cantar 
al niño que llora 
hacerle callar. 
Cuando por la noche 
te veo venir 
extiendo mis brazos 
muy cerca de tí. 
Esta noche es Nochebuena 
buena me la dio mi madre 
que empezó por el más chico 
y acabó por el más grande. 
Almirez, almirecillo 
yo te tengo que romper 
que me ha soltado los cuatro 
en la feria de San Andrés.