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En el valle del Palero, que sale desde la Peña de Francia hacia poniente, y en la vertiente meridional de la Sierra del Guindo, se halla el pueblo de Monsagro, en el sur de la provincia de Salamanca, cerca ya del límite con la de Cáceres, Pertenece esta población -según Antonio Llorente Maldonado de Guevara- a la comarca conocida con el nombre de Los Agadones, Campo de Agadones o de la Sierra de Gata; comarca bastante aislada tradicionalmente y apartada de vías de comunicación importantes. Ciudad Rodrigo es el centro urbano que ha mantenido y mantiene relacionadas a estas tierras con el resto del mundo.
En Monsagro aún hemos podido hallar pervivencias de creencias en las brujas, creencias que acaso han sido alimentadas por el aislamiento del pueblo y por su localización en un paraje orográfico rodeado de montañas que, seguramente, han impuesto mucho respeto a los moradores de Monsagro, pues "cada elemento de la naturaleza (...) para el hombre primitivo es algo directo, emocional e inarticulado" (1). De hecho, el topónimo de Monsagro alude a su emplazamiento, mons sacer (monte sagrado), que posiblemente se refiere a la montaña de la Peña de Francia, en la que se venera una Virgen negra, lugar sagrado para todos los pueblos de aquellos contornos.
Para Julio Caro Baroja, "la información que poseemos en punto a Hechicería, y sobre todo Brujería, es mucho más abundante del lado del que cree en brujas que del lado del que se cree a sí mismo brujo o bruja" (2). La presente información que aquí transmitimos proviene, también, del que cree en brujas y tiene su ritmo vital cotidiano amoldado a dicha creencia.
Según nuestra informante (3), las brujas existen y viven dentro del pueblo, no en el campo o en algún refugio de las cercanas montañas; "una -nos dice- puede ser tu vecina" y vivir junto a ti. Actúan por la noche, en la oscuridad, y se aparecen en la alcoba o en la sala en la que duerme la persona sobre la que van a intervenir, a la que van a atacar. Primero, se presentan como una niebla oscura y luego como una lucecita que va dando vueltas por la estancia. "De noche -nos dice la mujer-, a la que le van a entrar, ve primero como una niebla oscura y luego ve como una lucita bailando alreor, dentro”. Nuestra informante, cuando la visita la bruja le dice:
-"¿ Ya estás aquí, me vienes a visitar?"
Pero -según nos dice- ellas nunca contestan.
Cuando una bruja visita a una persona, le chupa la sangre cuando ya está dormida en la cama y le produce dentaladas y negrales en los encajes de las piernas o en el brazo. A quien ha visitado se le notan a la mañana siguiente las marcas moradas de los dientes. La bruja que no tiene dientes "engancha y retuerce la carne" de su víctima. Se nota enseguida -nos dice la mujer- si tiene o no dientes.
Si se tienen dudas sobre si tal mujer es o no bruja, se recurre a un rito con el arnero (la criba), realizado entre dos mujeres. En el aro de madera que le da forma, clavan unas tijeras en el delgado grosor del mismo y sostienen el arnero ambas mujeres poniendo cada una de ellas la yema de su dedo corazón en cada uno de los óvalos de las tijeras. Y realizan la siguiente pregunta:
-" ¿Es cierto y verdad que fulana es bruja?"
Si el arnero baila, es decir, se mueve en ese momento, indica que aquella por quien han preguntado es bruja; y, si no baila, si se está quieto, no lo es.
Los viernes, y también los martes, no dice nuestra informante que las brujas oyen todo lo que se diga de ellas, por eso, durante los citados días de la semana, no conviene hablar, hay que estarse callados y no mentarlas.
DEFENSORES
Pero existen remedios eficaces para evitar su intervención. El primero de ellos consiste en rezar una oración todas las noches al acostarse; hay que rezarla tres veces, haciendo la señal de la cruz o persignándose. Dice así:
"Por la señal de Cristo,
tres veces Cristo,
de las tres personas
de la Santísima Trinidad:
Ampararme, defenderme
de brujas, hechiceras
y personas endemoniadas.
Amén."
Conviene evitar también dormir a oscuras. Nuestra informante nos dice que ella deja una rato encendida la bombilla eléctrica y luego enciende una lamparita en la mesilla de noche: se trata de un vaso con agua y aceite, con una torcida de trapo que se enciende para evitar la entrada en la sala o en la alcoba de cualquier bruja. Otro amuleto defensivo que se utiliza contra las brujas son los ajos; la mujer que nos informa lleva continuamente unos ajos en uno de los bolsillos de sus sayas, pero han de ser ajos machos, esto es, que no tengan dientes, que sean de una sola pieza. y un último remedio como protección, utilizado en Monsagro, son unas tijeras, que se colocan debajo de la cabecera de la cama, es decir, debajo de la almohada, en forma de cruz durante toda la noche. En este sentido, es oportuno traer aquí a colación lo que nos dijo una maestra amiga: en el velatorio de una mujer mayor, en el comarcano y vecino pueblo de Martiago, vio cómo sobre el pecho de la difunta había colocadas unas tijeras puestas en forma de cruz; ¿se querría evitar con ello que ningún espíritu malo se llevara el alma de la mujer fallecida?
De las dos mujeres de Monsagro con las que hablamos, la de mayor edad, que es la que nos informa, sí cree en las brujas; pero la otra, algo más joven, no cree en ellas, aunque nos dice que una vez amaneció con unas dentaladas muy marcadas en el brazo. La mayor dice, al comprobar que la otra no cree, que es porque aún tiene una naturaleza fuerte, mientras que ella tiene ya "la naturaleza floja". Y le indica que ya verá cuando tenga los años que ella...
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NOTAS
(1) Julio CARO BAROJA, Las brujas y su mundo, 3ª. ed., Madrid, 1969. págs. 19-20.
(2) julio CARO BAROJA, op. cit., págs. 10-11.
(3) Nos informó Agustina Palacios Rodríguez, de 80 años; la acompañaba Eleuteria Gómara Alaejos, de 70 años.