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Revista de Folklore número

133



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SOBRE EL AMOR EN ALORA II

GARRIDO PALACIOS, Manuel

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 133 - sumario >



La calle Negrillos por su acusada pendiente -el suelo de una casa queda a ras del techo de la que le sigue hacia abajo- es donde suelen hacerse los mecederos en Alora, igual llamados bamba, como en El Gastor; es el lugar donde se mece esa medicina infalible del amor en la que cree tía Frasquita y que quita hasta la tristeza:

Día de San Juan alegre.
cuaja la almendra y la nuez,
también cuajan los amores
de los que se quieren bien.

A la niña de la bamba
se le ha caído un volante,
no lo tiene que coger
que está su novio delante.

Arremóntalos bien alto,
que parezca una paloma
la niña que está en lo alto.
Arremonta los cordeles.

Tengo que hacer un tintero
para escribirle a mi novio,
una carta con salero.
Del hueso de una aceituna
tengo que hacer un tintero.

-El mecedero -me cuentan- es un columpio en el que se montan las mocitas en edad de merecer, o sea, a tiempo de echarse novio antes de ponerse en manos de una alcahueta; se cuelgan las sogas de acera a acera, o a rejas, o a argollas para animales, o de un balcón por cuyos pies pase un arco.

Es el eje de un romanceo con testigos, nada humillante para el varón, caso de rechazo, comprometedor hasta donde se quiera, donde se gastan coplas convocando al eco para que traiga el sí o el no. Maraña de miradas, sonrisas, posturas, tanteos.

Yo me tiraría, ría,
yo me tiraría a cerro,
y por ti yo tiraría
este sombrerito negro.

Esta copla no está bien
ni tampoco lleva tino,
esta copla se merece
que tenga mejor padrino
que quiera a la que se mece.

La mocita acude a mecerse, a lucirse, a que le canten, a que la vean. Como en El Gastor, las viejas testifican cualquier señal de compromiso que pudiera surgir entre ella v un rondador, mientras no para el cantar:

Solista:

Es mi amiga y no me pesa
me la tengo que poner
de ramito en la cabeza,
esa que se está meciendo.

Coro:

Es mi amiga y no me pesa,
me la tengo que poner
de ramito en la cabeza.

Y a tí no te canta nadie
siendo tú el mejor racimo
de la parra de tu calle.
Esa que se está meciendo.

El amante de esta niña
está aquí, pero no canta,
con el polvo del camino,
se le secó la garganta.

No la “mesas ladeá",
que es la novia de mi hermano,
y pronto será mi cuñá.
Esa que se está meciendo.

Del hueso de una aceituna,
tengo que hacer un tintero,
para escribirle a mi novio
una carta con salero.

Tía Frasquita insiste en su teoría sobre el amor:

-Hasta el hombre que está arando tiene el cuerpo en el surco, cuidando que sea derechito, y su sentimiento donde dijimos, si no, escucha la mitad de lo que canta:

Arando en un peñascal,
se me perdió la besana,
¿dónde la vine a encontrar?
debajo de tu ventana.

Debajo de tu ventana
hizo una perdiz un nío,
y yo como perdigón
a tu reclamo he venío.

Una casita en el cerro,
si no le ponen puntales,
está a pique que se caiga
con los malos temporales.

Porque soy gañán de güeyes,
me llaman el "pinchaculos ",
tó el día pincha que pincha
y a la noche gano un duro.

Cuando voy por la besana,
llevo los güeyes arando,
y la mano en la mancera
y en tí, serrana, pensando.

-y sabe que cuando trilla y le canta a la yegua cosas de su potrito, anda más contenta:

Mi yegüita lucera
tiene un potrito
lleno de cascabeles
hasta el rabito.

El Sol se pone
y la parva no se hace,
y el pícaro del amo
qué cara pone.

Arrierito chico,
la mula grande,
las cargas en el suelo,
no hay quien las cargue.

Mariquita la Nieve
tiene un perrito,
lleno de cascabeles
hasta el jopito.

Cómo quieres que vaya
de noche a verte,
si le temo a tu madre
más que a la muerte.

Pasa por la calle Antonio el Divino, un vendedor que pregona su mercancía a gritos, despertador de sabores:

¡Vendo naranjas chinas,
chinas y mondarinas,
calejillas de las güenas
que son de canela mis naranjillas,
niña que llevo limones,
que son de los callejones,
niñaaaaaa!.

Le compro alguna fruta previendo que seguiré mi camino mañana. Tía Frasquita lo llama:

-Mira, Antonio, ¿qué sabes tú de curar cosas?

-Con ajo y con limón se cura todo -dice.

Le hablo de lo que sé por la vecindad y de la medicina infalible en que tanta fe tiene tía Frasquita. Me sale el nombre de Encinasola, pueblo onubense hermano de Alora, queriendo buscar algún ejemplo de copla:

Niña, son verdes tus ojos,
como las olas del mar,
pobre del que mire en ellos
y que no sepa nadar.

El aparta la carretilla a un lado y vuelca su memoria sobre nosotros, compartiendo sombra y escalón, tía Frasquita a sus pleitas, como si siempre fuera la misma hoja que teje y desteje:

Dile niña a tu mamá,
que te meta en un nichito,
y te encienda cuatro velas,
que yo no te necesito..

En el hoyo de tu barba
puse una confitería,
los angelitos del cielo
por caramelos venían.

Me diste calabacitas,
me las comí con pan tierno,
mejor quiero calabazas
que una mujer sin gobierno.

Eché leña en tu corral
por ver si tú me querías,
ya veo que no me quieres,
venga la leña, que es mía.

Amor mío si te vas
echa en mi pecho una llave,
que a menos que tú no vengas,
mi pecho no lo abre nadie.

Anda diciendo tu madre
que una reina te mereces,
y yo como no lo soy,
no quiero que me desprecies.

María, tú te mereces
que te suban a los cielos
y te bajen con corona
entre cuatro mozos buenos.

El hombre chico no es hombre
el hombre chico no es ná,
y la mujer chiquitita
para todo es apañá.

Los ojos de mi morena
ni son chicos ni son grandes,
que son aceitunas negras
que del olivo se caen.

Cristo Cristóbal se llama
el bien de mi corazón,
para mentar a Cristóbal
primero se mienta a Dios.

Dicen que andas poniendo
calabaza en la ribera,
las mías ya tienen flores,
te pillé la delantera.

En esta calle a lo largo,
están sembrando melones,
y han nacido calabazas
para los hombres guasones.

Pantorrillitas gorditas,
ligas de color grana,
bendita sea la madre
que te parió tan serrana.

-¿Qué tienes en tu pechito
que tanto trasmina y huele?
-Albahaca de la India
y mata de romero verde.

Por un Pepe doy un cuarto
y por un Antoñito dos,
y por un Manolito diera
el alma y el corazón.

Entra serranillo, entra,
y le dices a mi madre
que si te dice que no,
mi palabra es la que vale.

Me quisiste y me dejaste,
y me volviste a querer,
zapatitos de desecho
no me los vuelvo a poner.

Te quisiera comprar,
pero no, que me condeno,
con la que está en el altar,
tienes un puntito menos
o Ella un puntito más.

Dicen que mi novio es feo
y yo no le encuentro faltas,
que tiene los ojos chicos,
y a mí me parecen tazas.

Dicen que lo chico es malo
y lo chico es lo mejor,
lo chico se hace grande
y lo grande chico no.

No te extiendas, verdolaga,
y arrecógete un poquito,
que la huerta no es tan grande
ni el hortelano tan rico.

Recorro Alora, conozco a más gente, bebo, como, asisto a una fiesta casera donde se canta y se baila; una moza me pregunta si sé bailar sevillanas y después de tanto trote, no sé qué decirle.



SOBRE EL AMOR EN ALORA II

GARRIDO PALACIOS, Manuel

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 133.

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