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Una de las circunstancias que más diferencian las Navidades actuales de otras de épocas pasadas es la abundancia de costumbres incorporadas, un poco a la fuerza y en poco tiempo, a nuestra cultura. Frente a las tres noches una familiar, otra social y otra dedicada a la ilusión infantil que vertebraban de siempre en el periodo navideño, se erigen hoy demasiados "momentos felices"; frente a personajes conocidos y cuidados por nuestros antepasados (los Reyes Magos, por ejemplo), hay ahora demasiados y rebuscados “portadores de regalos" (San Nicolás, Santa Claus, Papá Noel, el Niño Jesús); frente a elementos que por sí solos bastaban para identificar estas fiestas, como el nacimiento y otros(abetos, muérdago, etc.,) que son más equívocos y que proceden de zonas en las que el árbol o la vegetación han sido normalmente respetados para mantener la veneración que se les tuvo en épocas remotas.
Es obvio que esta babel de tradiciones no aporta a nuestro acervo más que confusión y sólo sirve para verificar, una vez más, el colonialismo cultura que ejercen las naciones que tienen en sus manos el comercio y los medios de comunicación, sobre todas las demás que, por comodidad o dejadez; no ponen freno seriamente a esa tiranía, pocas veces denunciada por lo relacionada que suele estar con un cierto "bienestar" y porque siempre nos llega envuelta en una aparente "calidad de vida".