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INTRODUCCION
Según Luis Maldonado (1) el culto a los santos arranca de la devoción a los primeros mártires cristianos y a sus reliquias.
Para guardar y venerar esas reliquias se construyen iglesias, basílicas o ermitas que no tardaron en convertirse en centros de peregrinación. Las reliquias son también enviadas a sitios lejanos, buscadas ansiosamente y trasladadas con mucha frecuencia.
Así surgen nuevos lugares de culto y todo un trasiego de los restos mortales de los mártires, una especie de tráfico o comercio y una serie de leyendas acerca de hallazgos y milagros de tales reliquias.
En la época del Imperio Romano estaba rigurosamente prohibida la exhumación de los cadáveres. Pero poco a poco, y con motivo de los asaltos a Roma por parte de los bárbaros, los Papas permitieron desenterrar los cuerpos de los mártires para guardarlos en sitios más seguros.
El segundo paso viene cuando empiezan a ser veneradas las reliquias no sólo de los mártires, sino también de ciertos ermitaños o monjes considerados también como mártires por causa de la dureza de su vida y por su testimonio ante el pueblo que acudía a ellos en busca de consejo, oraciones y ayuda.
Los lugares de retiro en donde mueren estos ermitaños y donde se guardan sus cuerpos se transforman en ermitas y lugares de peregrinación. Son los santos que canoniza la iglesia local. Bajo su advocación son colocadas numerosas iglesias o santuarios primitivamente ermitas, es decir lugares donde está sepultado el santo ermitaño. En España podemos mencionar a San Millán, eremita del siglo VI.
Muchas veces, estos monjes se retiran a parajes solitarios aptos para la contemplación. Son zonas donde la naturaleza, a través de su belleza y de su fuerza, acerca a Dios. Primitivamente habían sido lugares de culto idolátrico dedicados a divinidades paganas. Así, el santo cristiano sustituye al dios pagano.
Lo positivo que destacar en este culto, tan distinto del rendido a los héroes o dioses paganos, es la devoción al mártir como amigo de Dios e intercesor ante él.
El tercer paso es la sustitución de la reliquia por la imagen.
A partir del siglo X se puebla Europa de iglesias con imágenes de santos, es decir se puebla de santuarios que son centros de innumerables y fervorosas devociones, romerías, etc. Por lo general, se trata de santos locales, protectores de un terruño, una aldea, un lugar particular.
Es positiva la abundancia de mediaciones encarnadas luego en personalidades históricas que han destacado por el testimonio de su vida evangélica, es decir los santos.
De estos santos queremos destacar a la italiana Santa Rita de Casia (1386-1456). La citada santa tuvo una infancia feliz entre esplendores señoriales corriendo a través de amplios salones del castillo de Rocca Porena, rodeada de doncellas, de pajes y de soldados. A los doce años contrajo matrimonio y con él el derrumbamiento de sus sueños de felicidad. La pobre niña cae en manos de un caballero para quien no hay más ley que su capricho, ni más razón que la fuerza bruta. Al principio, Margarita, Rita, como la llamaban en el castillo cariñosamente, creyó que había caído en el infierno; lloró días enteros y suspiró por su muerte. No tardó, sin embargo, en reaccionar.
Rita comprendió claramente su misión: callar, rezar, sufrir. Nada podía alterar la dulzura de su alma; a los insultos contestaba con amables sonrisas. A pesar de los combates de su interior, logró ser considerada como la esposa más sumisa, más dulce y más complaciente. Consiguió algo más: poco a poco la fiera iba domesticándose. Cuentan sus biógrafos que a fuerza de paciencia el lobo se convirtió en cordero; y afirman también que Rita le lloró inconsolablemente, cuando un día vinieron a decirla que había sido asesinado en una encrucijada. Sin embargo, perdona sinceramente. Averigua que sus dos hijos quieren vengar al difunto y para evitar un nuevo crimen, pide a Dios que les saque de este mundo, y el Señor escucha su ruego.
Desde entonces vive sola en su castillo entregada a la oración y a la penitencia.
Tres veces se ha postrado de rodillas ante las madres agustinas pidiéndoles una túnica y un velo, y tres veces ha sido rechazada. Pero una noche un golpe sonó a la puerta, y tras el golpe una voz que decía: "Rita, mi muy amada, vete ya, que ha llegado tu hora". Llena de júbilo, la dulce viudita abre la ventana, vuela hasta la llanura y unos instantes después se encontraba en el coro cantando los maitines con las madres agustinas. La abadesa viendo un bulto más en el coro, no salía de su admiración. Miraba una y otra vez más por encima del códice, y no pudo contener su gesto de disgusto al reconocer en la intrusa a la señora del castillo. Al finalizar el rezo llamó a la portera y le dijo muy seria: "Es muy grave eso de dejar las puertas abiertas durante la noche; figúrese, hermana, que en vez de esa loca entra una cuadrilla de malhechores. Mas la portera aseguró que había dejado las puertas cerradas y añadió: "Tal vez la tornera..." y la tornera dijo: "Tal vez la sacristana..." y unas y otras discutían acaloradamente, hasta que Rita pidió que le permitiesen hablar y explicó todo lo que había sucedido. Ante la voluntad expresa de Dios admitieron a Rita en sus filas.
Y fue como antes: humilde, sufrida, obediente, amante del dolor hasta el delirio. En su última enfermedad, Rita pidió que le trajesen una rosa del jardín de su castillo. Como era en enero, creyeron que deliraba, pero del tallo más alto del rosal apareció una rosa fragante y hermosa (2).
Desde Italia llegó su fama hasta España donde se la invoca como abogada de los imposibles, ya sea por los grandes obstáculos que hubo de vencer para lograr la santidad en los tres estados en que vivió, soltera, casada y viuda, ya porque milagrosamente consiguió ser admitida en el convento.
La devoción a esta santa italiana está presente en algunos pueblos de la provincia de Valladolid, como Barcial de la Loma, donde hemos recopilado las oraciones que insertamos seguidamente.
Visita domiciliaria de Santa Rita de Casia
Oraciones al recibir a la Santa
Por la Señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Gloriosa Santa Rita de Casia, abogada de imposibles, sol brillantísimo en el firmamento de la Iglesia Católica, espejo de paciencia y mansedumbre. consuelo de los necesitados, esposa predilecta de Jesucristo, unida humildemente, como lo estuviste tú, con toda mi alma y corazón a la voluntad de Dios, te suplico me alcances una perfecta y total resignación a las disposiciones del Altísimo en todos los trances de mi vida, y que, como tú, contemple con provecho de mi alma la Pasión y muerte de mi Dios. ¡Oh dulce esperanza de los necesitados! que de tal manera has atendido a las súplicas de tus devotos que nadie te ha rogado sin ser oído. De nuevo acudo a tu intercesión para que me socorras en los momentos presentes, si ha de ser para mayor gloria de Dios y provecho de mi alma.
Líbrame de esta necesidad y aparta de mí la angustia que tan poderosamente oprime mi corazón. Te pido que me lo concedas por lo mucho que has padecido durante tu peregrinación aquí en la tierra. ¡Oh amadísima protectora y abogada mía! Haz que se enderece mi intención y mis deseos, para que enmendando mi pasada vida, se me perdonen mis culpas y logre gozar contigo de Dios en la eterna bienaventura. Amén. Tres Padrenuestros, Avemarías y Gloria.
Oración
¡Oh Dios!, que en tu infinita misericordia te dignaste escuchar las súplicas de tu sierva Santa Rita y hacer por su ruego lo que la provisión y esfuerzo humanos dejaban por imposible, compadécete de nuestras necesidades para que los incréculos vean en ti la recompensa de los humildes, la ayuda de los afligidos y la fortaleza de todos los que en ti confían. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oraciones para despedir a Santa Rita
Recibid, Señor, como obra satisfactoria nuestras humildes oraciones en favor de los necesitados, y haced que por la intercesión de la bienaventurada Santa Rita, amantísima de los desgraciados, sean aceptados por vos.
Señalaste, Señor, a tu sierva Rita. Con el sello de tu caridad y pasión.
Oración
Señor Dios nuestro, que concediste a Santa Rita la gracia de llevar en su frente la señal de vuestra pasión y en su caridad la caridad ardientísima del vuestro; os rogamos, nos concedáis por su intercesión y méritos amor a nuestros prójimos, aunque sean enemigos con perfecta caridad, y contemplemos perpétuamente en la espina de la compunción los dolores intensísimos de vuestra Pasión. Que vives y reinas por los siglos. Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Los miércoles dedicados a Santa Rita de Casia
Por la señal, etc.
Acto de contricción...
Dulcísimo Jesús mío, dueño y Señor de mi corazón. Postrado ante vuestro divino acatamiento confieso mis culpas y pecados y me pesa con toda mi alma de haberos ofendido, solo por ser vos quien sois, infinitamente bueno y digno de ser amado.
Pésame, Dios mío, y ayudado de vuestra divina gracia prefiero morir mil veces antes de cometer un solo pecado mortal.
No me desamparéis en mi tribulación; y vos, Virgen Santísima, sed siempre mi amparo y guía, y tú Santa Rita, escucha mi clamor en este ejercicio de los miércoles que quiero hacer en tu honor, alcanzándome de nuestro buen Jesús crucificado que yo, jamás te ofenda con el pecado. Amén.
Oración
Gloriosa abogada mía y protectora de todos los asuntos imposibles, admirable Santa Rita que ya desde tu nacimiento fuiste elegida por Dios como mística rosa del jardín de la iglesia, modelo de obediencia a tus padres y superiores y espejo de doncellas y de hijas, más adelante en el estado en que te colocó la obediencia fuiste esposa modelo, soportando las intemperancias de carácter de tu marido, al que resignada viste dejar este mundo, muerto de muerte violenta, viuda honesta y hacendosa que en estado difícil de la viudez, viendo a tus hijos que no iban por el camino recto los ofreciste al Señor, el cual los llamó a su seno quedándote sola en el mundo; y por último, perfecta, obediente y mortificada religiosa en la mansión agustina de Casia fuiste dechado de las virtudes cristianas, donde tanto padeciste de cuerpo y alma llegando a merecer que nuestro buen Jesús, en premio de tus virtudes, te regalase con una de las espinas de su corona. Por este cúmulo de virtudes y merecimientos que tanto valen ante el trono del Señor, yo te pido, abogada y protectora mía, Rita bienaventurada, que en este ejercicio de los miércoles, que yo quiero hacer en tu honor, alcance un amor grande a Jesucristo crucificado para que, mirándome en este divino espejo, me parezcan siempre llevaderos todos los trabajos y penalidades de la vida y, al mismo tiempo, me consigas el favor particular que vengo a pedirte en este ejercicio de los miércoles, si ha de ser para mayor gloria de Dios, bien de mi alma y provecho de mis prójimos, amén.
Alabemos por siempre al Eterno Padre, que supo adornar el alma de Santa Rita de todas las virtudes que deben resplandecer en el alma de una doncella cristiana. Pater Noster. Ave María y Gloria Patris.
Alabemos por siempre al Eterno Hijo, que regaló a su predilecta esposa Santa Rita de todas las virtudes que deben resplandecer en el alma de una casta Esposa y buena madre de familia. Pater Noster, Ave María y Gloria Patris.
Alabemos por siempre al Eterno Espíritu Santo, que supo adornar el alma de Santa Rita de Casia de todas la virtudes que deben resplandecer en el alma de una honrada y santa viuda. Pater noster, Ave María y Gloria Patris.
Alabemos por siempre a nuestra Madre la Virgen Santísima Reina de todos los Santos que supo derramar sobre el alma de Santa Rita de Casia todas las virtudes y perfecciones que deben brillar en un alma de una observantísima religiosa. Pater noster, Ave María y Gloria Patris.
Oración
Con harto sentimiento me aparto de tus plantas, abogada y protectora mía Santa Rita de Casia, porque mi espíritu ha encontrado en tí el consuelo que necesitaba para cicatrizar las llagas que me laceran. No dejes incompleta tu obra, amada esposa de Jesús, y ya que ante su trono tienen tanto valimiento que con razón el pueblo te llama abogada de imposibles, socórreme en mis necesidades espirituales y temporales, bendice mi casa y familia, aparta a mis hijos del camino de la perdición y guíalos por la senda de la virtud, a fin de que, cumpliendo fielmente la santa ley de Dios en esta vida, merezcan gozar de la visión beatífica de Dios en tu compañía, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona, Salúdote, Rita, esposa que entre espinas de dolores naciste, vaso y aún rosa de Cristo, divino amor. Señalaste, Señor a tu sierva Rita con el sello de tu caridad y pasión.
Oración
Señor, Dios nuestro, que concediste a Rita la gracia de llevar en su frente la señal de vuestra pasión y en su corazón la caridad ardientísima del vuestro, otórganos por su intercesión y méritos que amemos a nuestros prójimos. aunque sean enemigos, con perfecta caridad, y contemplemos perfectamente en la espina de la compunción los dolores intensísimos de vuestra pasión. Que vives y reinas por los siglos. Amén.
El tema fundamental de estos textos es la petición a Santa Rita para que nos socorra en las necesidades.
El estilo de estas oraciones se caracteriza por la riqueza y variedad del léxico y de la sintaxis y su expresividad.
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NOTAS:
(1) MALDONADO, L.: Introducción a la religiosidad popular, Santander, Sal Terrae, 1985, pp. 61-67.
(2) PEREZ DE URBEL, FRAY J.: Año Cristiano, Madrid, edic. Fax,1940, pp. 364-367.
BIBLIOGRAFIA
ALVAREZ GASTON, R.: La religión del pueblo. Defensa de sus valores. Ed. Católica, 1976.
MALDONADO, L.: Religiosidad popular. Nostalgia de lo mágico. Madrid, Ed. Cristiandad, 1975.
VARIOS: La religiosidad popular. Barcelona, Anthropos, 1989.