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Pensaban algunos antropólogos de comienzos de este siglo que la creación artística en las "clases populares" se solía dar en épocas de bonanza social y buenas relaciones vecinales, asimilando unos pueblos las modas y procesos culturales de otros que les rodeaban. Una crisis económica o un conflicto bélico, por el contrario, daban paso a una época de exaltación de las nacionalidades o de lo regional, repitiendo o imitando lo que ya estaba creado. Añadían que tras la primera guerra mundial se había producido ese fenómeno que se podía estudiar claramente sobre la misma realidad. Podríamos añadir nosotros que los años posteriores trajeron poco movimiento en ese aspecto: salvo la década de los sesenta en la que se produjeron movimientos culturales de creación, el panorama se ha inmovilizado de manera alarmante. No se trata tanto de una cuestión de formas, pues precisamente en ese terreno se hallan los ensayos e innovaciones más espectaculares de los últimos años, cuando de fondo, de creaciones profundas, de renovación espiritual del propio indivíduo, de cuya formación y actitud ética surgen, en último término, todas las posibles mejoras.