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en memoria de J. V. Salvador de Luna
INTRODUCCION.
Cuando se relacionan las décadas del 40-50 con la alimentación que recibía la población se suele pensar en los «años del hambre». Desde luego, ésta no es una idea equivocada.
Con el principio de la Guerra Civil (19371939) se inicia un período de escasez de alimentos que no va a finalizar hasta unas décadas después del término del suceso que lo inició. Si bien fueron los años inmediatamente posteriores al final de la misma (década de los 40), junto con los tres que dura la guerra, los que mayores estragos hicieron en la población, no podemos dejar de señalar que la década de los 50, aunque en menores proporciones, fue similar a su predecesora.
La escasez de alimentos y su carestía afectaban tanto a la población urbana como a la rural (1) y no cabe pensar, en virtud de investigaciones precedentes (2), que existieran diferencias sustanciales entre ambas.
La alimentación era, fundamentalmente, a base de leguminosas, pan negro (pues el pan blanco escaseaba y era demasiado caro para el poder adquisitivo del momento), patatas, grasas de origen animal (fundamentalmente cerdo) y productos hortícolas. Alimentos tan importantes como la fruta y la leche se consumían en pequeñas cantidades, y muchas veces en malas condiciones o adulterados (3).
De todos los alimentos susceptibles de fraude o adulteración fue la leche en el que se dio de forma más abundante y diversa, al añadir sustancias xenobióticas (4) destinadas a ocultar la adición de agua a la misma (5), ta1es como creta, bicarbonato de soda, decocción de cebada o arroz, material cerebral o esperma, entre otros. Para frenar estas irregularidades, el Gobierno crea el «Carnet profesional lechero» el 17 de febrero de 1950 (6) y autoriza la venta de dos calidades de leche. Pero a pesar de todos los esfuerzos realizados, el fraude en la leche parece inevitable, llegando la problemática hasta nuestros días (7).
El consumo de leguminosas, contrariamente a lo que se piensa, no era variado en absoluto, pues se centraba fundamentalmente en las Muelas (8), también conocidas como Almortas o Gachas; se trata de una leguminosa perteneciente al grupo LATHYRUS sativus, capaz de producir Latirismo. Contiene un ácido aminado (9), el 3-N-oxalil-I-2-3.diaminoprotiónico, causante de generar en los humanos el neurolatirismo, cuyos efectos inciden, fundamentalmente, en jóvenes y niños. En los adultos se produce cuando hay casos de malnutrición, porque es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica. Produce, pues, parálisis musculares, principalmente en los miembros inferiores (10).
El abuso en el consumo de esta leguminosa y la malnutrición producida por la escasez de alimentos (11), nos hace pensar en los efectos de su toxina en la población joven.
No debemos olvidar, en ningún momento, las condiciones higiénicas en las que se consumían los alimentos. A través de las encuestas realizadas, sabemos que no se rechazaban aquellos que, tras un período más o menos largo de almacenamiento, presentaban síntomas de infección por mohos, como es el caso de los quesos, aceites y legumbres. Cuando esto sucedía, lo normal era quitar la parte del producto que visiblemente contenía ese moho y aprovechar el resto como alimento comestible.
Es importante valorar la ingesta de estos mohos por el factor de riesgo que suponen, pues son productores de micotoxinas (12) y su ingestión prolongada puede producir enfermedades hepáticas. Los más importantes en alimentación son el Aspergillus flavus y el Aspergillus parasiticus, cuyas micotoxinas se conocen con el nombre de Aflatoxinas, detectadas fundamentalmente en legumbres, cereales, aceites y grasas vegetales comestibles, y leche y productos lácteos (13).
La situación tan precaria de la alimentación y las malas condiciones higiénicas y sanitarias de la población van a repercutir en un aumento considerable de enfermedades que hasta entonces tenían poca incidencia, caso de la Viruela, Tifus Exantemático, Difteria, Tosferina, Parotiditis y Meningitis Meningocócica; todas ellas experimentan un incremento en el número de casos hospitalizados que resulta coincidente con el inicio de nuestra Guerra Civil (14).
Puede parecer que conocemos relativamente poco sobre la alimentación en la población de esta época, pero nosotros consideramos que dicha información es abundante, pues hemos llegado a tiempo de realizar encuestas a nuestra población anciana para poder contrastarlas con los conocimientos actuales sobre el tema (15). No sucede lo mismo si intentamos aproximarnos a la calidad alimentaría de determinados grupos poblacionales que podemos considerar como marginales. Este es el caso de los presos.
2. LA ALIMENTACION EN LA PRISION PROVINCIAL DE VALLADOLID
Cuando hemos intentado abordar este aspecto concreto en la alimentación de la postguerra, nos hemos visto carentes de todo tipo de fuentes. No hemos hallado noticias sobre la existencia de trabajos publicados referidos a este tema, ni podíamos recurrir a las fuentes orales para obtener información porque habían desaparecido o eran sencillamente ilocalizables. La impotencia para la realización del mismo nos hubiera hecho desistir de no haber llegado a nuestras manos el borrador de Alimentación de la Prisión Provincial de Valladolid correspondiente a los años 1950 y 1951 (16).
A través de él, y gracias a la minuciosidad con la que se describen la entrada y registro de alimentos, así como las enfermedades que padecían los presos, hemos tratado de obtener algunos datos clarificadores sobre el tema.
Ha de tenerse en cuenta que estos borradores abarcan un período parcial en el tiempo, que va desde enero a octubre de 1950 y desde junio a diciembre de 1951. Aun así, son un documento valioso, y las conclusiones obtenidas pueden ser perfectamente aplicables a los dos años completos, pues, como se verá más adelante, no existen diferencias sustanciales entre unos meses y otros.
2.1. Los Presupuestos.
El presupuesto destinado a la alimentación de los presos era aprobado mensualmente por el ministro de Justicia, dependiente del Ministerio de Justicia, Sección General de Prisiones, Sección 1.ª: Alimentación, a propuesta de la Dirección General de Prisiones y previa conformidad por parte de la Intervención General de la Administración del Estado. Estas cantidades eran con cargo al Capítulo III, Artículo 2.º, Grupo 4.º de la Sección 7.ª del Presupuesto vigente; es decir, a «Operaciones del Tesoro, Deudores, Anticipaciones, concepto «Al Ministerio de Justicia para gasto de alimentación de los reclusos», según el acuerdo C.M. del 9 de noviembre de 1951».
La cantidad asignada para tal fin varía de unos meses a otros, dependiendo del número de presos registrados; y dentro de la misma cabe diferenciar varios conceptos:
-Por un lado, el dinero ingresado por la Prisión Provincial de Valladolid, que representaba la mayor parte de la asignación.
Por otro, los Depósitos Municipales de los Ayuntamientos que tenían presos en dicha Cárcel Provincial pagaban a la misma un SOCORRO DE ESTANCIA o ración por persona y día, a razón de 3,75 pesetas el socorro, destinados a la alimentación de los reclusos, con arreglo a lo dispuesto en la Orden del 22 de septiembre de 1931. Los ingresos registrados de estos socorros pertenecen a los Ayuntamientos de Medina del Campo, Villalón de Campos, Olmedo, Tordesillas, Medina de Rioseco, Peñafiel, Valoria la Buena, Mota del Marqués y Nava del Rey.
De la suma de estos dos conceptos, el Administrador de la Prisión debe entregar a Hacienda el 1,30 % de la misma, como sobrante del Libramiento para alimentación de los presos.
En julio de 1951 se comienzan a pagar 4,75 pesetas por religiosa y día a las Hermanas de la Caridad que prestaban sus servicios en la Cárcel, según una Orden publicada en el Boletín Oficial de la Dirección General de Prisiones: «Orden sobre el Capítulo a que deben cargarse los gastos de manutención de las religiosas que prestan sus servicios en los Establecimientos Penitenciarios. -Ilmo. Sr. Este Ministerio a propuesta de la Dirección General de Prisiones y previa conformidad prestada por el Interventor Delegado de la Administración General del Estado, ha dispuesto que a partir de primero de julio próximo los gastos de manutención de las religiosas que prestan sus servicios en los Establecimientos Penitenciarios dependientes de la Dirección General de prisiones, se efectúe con cargo a la Sección 7.ª, Capítulo 3.º, Artículo 2.º, Grupo 4.º, Concepto Unico –Alimentación del Presupuesto vigente, debiendo percibir el importe en metálico a razón de 4,75 pesetas por Religiosa y día. A tal fin, los Directores de las Prisiones donde exista Comunidad de Religiosas justificarán el importe mensual de las cantidades correspondientes por medio de relación nominal firmada, que se unirá a la Cuenta de Alimentación...».
En virtud de esto, se pedía a los directores de prisiones que tuvieran en cuenta este gasto al efectuar el presupuesto mensual. En la cárcel de Valladolid, y según relación nominal, prestaban sus servicios, incluyendo a la Madre Superiora, ocho religiosas, cuya nómina importó la cantidad de 1.178 pesetas en el mes de julio de 1951.
El presupuesto destinado a la alimentación de los reclusos sanos era independiente del de los enfermos.
Para los primeros se estipulaba una media mensual de 29.500,88 pesetas, y para los enfermos, 7.276,8 pesetas, lo que suponía que los últimos gastaban en alimentación aproximadamente el doble que los primeros.
A algunos de los enfermos se les asignaba una cantidad mensual de ONCE CON VEINTICINCO pesetas diarias para alimentación y seguimiento del tratamiento prescrito. Esta cantidad debía ser certificada por el médico de la Prisión, con el visto bueno del director de la misma.
2.2. Tipos de alimentos.
Sabemos que la alimentación que recibían los presos sanos y los enfermos era distinta, porque la relación de las cantidades consumidas por cada uno de los dos grupos está detallada independientemente. Gracias a lo cual, hemos podido realizar una estadística global para los dos años en cada uno de ellos.
2.2.1. Reclusos sanos.
La población reclusa sana se alimentaba, principalmente, a base de patatas (fig. 1). Este tubérculo contiene, fundamentalmente, carbohidratos en cantidad apreciable y vitamina C, pero es muy pobre en proteínas. Su valor nutricional es el siguiente: Almidón, 20 %; Proteínas, 2 %, y pequeñas cantidades de fibra vegetal y ácido ascórbico (17), este último se destruye casi totalmente durante la cocción (18). Su consumo representaba el 51,27 % mensual en su alimentación y se ingería, diariamente, junto con él repollo y el arroz.
En orden de importancia, son las frutas y verduras, con un 11,18 %, las que siguen a las patatas, pero aquí debemos hacer una aclaración: Durante el año 1950 la población reclusa sana tan sólo comió fruta en dos ocasiones: el día 1 de enero, en que se suministraron naranjas, lo cual representa el 0,02 % mensual, y el 24 de septiembre de 1950, en el que, junto con el 24 de septiembre de 1951, se administró melón, lo que supone un 0,18 % mensual.
Según el artículo 329 del Reglamento de Prisiones, los días de Año Nuevo (primero de enero), Nuestra Señora de la Merced, Patrona de las Prisiones (24 de septiembre) y Navidad, se suministrará a la población reclusa de todos los establecimientos penitenciarios, una comida extraordinaria, cuyo coste será el doble de la ración que ordinariamente reciba.
Vemos, pues, que es un postre «extraordinario» por tratarse de fechas señaladas, pues durante el resto del año la carencia de fruta era total; es importante retener este dato, pues la riqueza vitamínica de estos alimentos es una de sus principales características, y su total ausencia en la dieta nutricional de los internos influirá en las enfermedades que éstos padecían.
En cuanto a las verduras, debemos hablar única y exclusivamente de repollo (8,62 %), ya que es el único que aparece representado, siendo el año 1950 el período en el qué más cantidad del mismo se consumió, pues, a excepción de los meses de agosto y septiembre, fue parte constante en la dieta nutricional, contrariamente a lo que sucede en 1951, año en el que sólo registramos su ingesta durante los meses de septiembre y octubre.
Dentro del apartado verduras hemos incluido, por su baja representación, tomates, pimientos, pepinos, ajos, cebollas y limones, pues únicamente se constata su presencia formando parte de la comida extraordinaria del 24 de septiembre, por lo que su porcentaje mensual se reduce al 0,01 % para cada uno de ellos.
Las legumbres, que también eran consumidas en proporciones abundantes, comparativamente hablando, se centraban en las alubias garbanzos y lentejas. En 1950, por regla general, el consumo de garbanzos y alubias se realizaba en días alternos, y solía ir acompañado de carne o callos; las lentejas comenzaban a darse a partir del día 16 acompañadas con tocino. Durante este año sólo se registra la entrada de cebolla y ajo durante tres meses, por lo que cabe suponer que, además de lo expuesto, tan sólo se añadiría sal y pimentón.
En 1951 no se da lentejas a la población reclusa en ningún mes de los que tenemos registrados.
El bajo porcentaje obtenido para la carne y los embutidos (chorizo y morcilla), nos hace pensar que la única carne que se comía era la que acompañaba a las legumbres, no introduciéndose los embutidos hasta el 51.
Las cantidades registradas de café lo hacen prácticamente nulo, siendo sustituido por la Malta y la Achicoria, aunque en cantidades muy pequeñas y a veces nulas, según se constatan meses con ausencia total de las mismas.
El pescado se administraba en cantidades irrisorias, la mayor parte la representan la pescadilla y los chicharros, que se comen en el mes de julio de 1951; otros pescados como el Congrio, las almejas y los cangrejos tan sólo se comen el 24 :de septiembre de 1951.
El arroz también suponía un consumo importante para la población reclusa sana.
Debemos destacar la carencia de dos alimentos fundamentales: huevos y leche.
La leche de vaca se administra, durante el año 1950, a razón de 16,66 cc. por persona y día, por lo que cabe pensar que se ofrecía leche aguada, siendo total su carencia durante 1951.
La ausencia de huevos es completa durante los dos años, tan sólo el 24 de septiembre de 1951 se introducen en la dieta 20 unidades para una población reclusa de 270 personas.
El alto valor proteínico de estos alimentos en cuanto a carbohidratos, grasas, calcio, vitaminas, proteínas y elementos químicos esenciales los hacen indispensables en todo régimen alimenticio. La carencia de los mismos, al igual que la de la fruta, repercutirá negativamente en La salud de los presos.
2.2.2. Reclusos enfermos.
La alimentación recibida por estos presidiarios, no siendo la idónea, era bastante mejor que la de los reclusos sanos.
No debemos olvidar que la población reclusa enferma era muy inferior a la sana, por lo que, aunque hablemos de porcentajes iguales o similares, en el consumo real representan aproximadamente una ración doble o triple con respecto a la de sanos. A modo de ejemplo, señalaremos que al hacer el recuento mensual en julio de 1951 había en la cárcel un total de 281 reclusos, de los cuales 241 eran sanos y 40 enfermos.
Las patatas, aunque siguen siendo la base de su alimentación, reducen su porcentaje en casi un 20 % (fig. 2), al igual que las legumbres, que lo hacen en un 7 % aproximadamente, observándose un incremento en el consumo de carne, pescado y frutas, mientras que la pasta de sopa y de arroz se mantienen en cantidades similares a las de la figura 1.
Aunque en cantidades muy pequeñas para la alimentación, hay variedad en cuanto a los tipos de pescados. Los más consumidos son la pescadilla y los chicharros, seguidos de sardinas, merluza, negritos, bacalao, lenguadinas, besugo, anchoas, bonito y cangrejo.
Las cantidades consumidas de repollo son similares a las de los reclusos sanos, y tan sólo se come en 1950.
No se registra la utilización de sal ni pimentón en las comidas de estos enfermos.
Debemos señalar que estos reclusos recibían, además, dos alimentos básicos: diariamente se les administraba leche de vaca, a veces complementada con leche condensada. La cantidad media por persona y día venía a ser de 37,62 cc., lo que no excluye la hipótesis anterior de la leche aguada. No necesitamos hacer hincapié en lo escaso de esta cantidad, aunque suponga el doble de lo ingerido por el resto de los presos, ello sin considerar que hubo épocas durante las que no tomaron este alimento.
Los huevos formaban parte de la dieta diaria, con una media mensual de 407 unidades
para un promedio de 23 enfermos mensuales; es decir, aproximadamente un huevo cada dos días de estancia en la enfermería.
3.
LA ENFERMEDAD EN LA PRISION PROVINCIAL DE VALLADOLID
Hasta aquí hemos visto el tipo de alimentación que recibían los presos durante los años 50 y 51 y también se han hecho algunas referencias a las repercusiones en su salud debido a la precaria situación de la misma.
Hemos contabilizado un total de 28 enfermedades padecidas por los reclusos que ingresaron en la enfermería de la prisión. Uno de los mayores porcentajes lo suponen los presos sexagenarios, con una media mensual del 3,05 por 100, sin que realmente sepamos el proceso que originó su ingreso, pues las causas pueden ser variadas.
La Tuberculosis Pulmonar (2,84 % de media mensual) fue una de las enfermedades que mayor incidencia tuvo, debido, principalmente, a dos factores. Por un lado, las malas condiciones que el establecimiento poseía en cuanto a humedad y frío, pues también se constatan gran número de casos con Bronquitis crónica (1,5 %), presentes durante todo el año, y Gripe (0,27 %), registrada en los meses de enero a mayo; y por otro, el debilitamiento físico y orgánico de los presos que, junto al factor anterior, reunían las condiciones idóneas para el proceso evolutivo de la enfermedad, transmisible a través del aire, en los residuos de las gotas de humedad proyectadas cuando una persona que alberga los bacilos estornuda, tose... (19).
Una enfermedad íntimamente ligada a la Tuberculosis, y que debemos situar junto a ella, es la Pleuritis (20), con un porcentaje del 1,5 %.
Los enfermos que padecen Hiperclorhidria (21) Gastritis (22) y ulcus gástrico (23) pueden englobarse dentro del mismo apartado (1,56 %), ya que estas enfermedades son condicionantes entre sí y a su vez se relacionan con otras como la anemia ferropénica, pues según estudios realizados (24), el 40-60 % de pacientes con anemia ferropénica crónica presentan gastritis de tipo A o B. Todas ellas están muy ligadas al tipo de alimentación, rica en hidratos de carbono, pero pobre en calorías y prótidos.
Otras enfermedades aparecidas van asociadas a los órganos genitales, tanto masculinos como femeninos (no debemos olvidar que en la Prisión Provincial había hombres, mujeres y niños); se trata de la Orquitis (25) y la Anexitis (26), con escasa incidencia entre la población reclusa, pues se constata, de media mensual, el 0,09 % para la primera y un 0,16 % para la segunda.
La Desnutrición (27), como enfermedad propiamente dicha, es una de las que más incidencia tiene después de La Tuberculosis pulmonar, Don 2,74 % de media mensual, motivada por la deficiente alimentación recibida en estos momentos.
En definitiva, las enfermedades que mayor incidencia tienen entre los reclusos son (fig. 3), por un lado, aquellas que están relacionadas con el aparato respiratorio, como Tuberculosis, Bronquitis y Pleuritis, motivadas, probablemente, por las condiciones de insalubridad del recinto y el alto grado de humedad existente en el mismo. A este factor externo se va a unir el propio estado del individuo, que al tener sus defensas disminuidas por la deficiente alimentación recibida favorece la aparición de las enfermedades pulmonares.
Este último aspecto es, además, la causa principal que origina el otro gran grupo de enfermedades registradas: la desnutrición y las relacionadas con el aparato digestivo. Todas ellas van ligadas, inexorablemente, a la alimentación.
Otras enfermedades que aparecen, pero que por su bajo índice de representatividad tan sólo vamos a mencionar son: Nefritis, Cardiopatía, Litiasis renal, Enterocolitis, Cistitis, Hidropesia, Faringitis, Hemiplejia, Epilepsia, Reumatismo...
4. CONCLUSIONES.
Pensamos que tratar de dar aquí unas conclusiones resulta vacuo, pues a lo largo de todo lo expuesto queda patente que los reclusos de la Prisión Provincial pasaban hambre y se hallaban mal alimentados.
No olvidando los momentos que estamos tratando, y conscientes de que la situación actual no tiene comparación con ésta por las mejoras introducidas, debemos señalar que tanto los reclusos como la población no reclusa sufrieron las consecuencias de la Guerra Civil y lo que se dio en llamar el edema del hambre o, dicho de manera científica, distrofia por falta de prótidos y grasas.
La ingesta frecuente y abundante de agua y sal favorece considerablemente la formación de los edemas que desarrolla esta enfermedad. Por tanto, vemos cómo las famosas sopas bobas que se dieron a los pobres y que tan prodigadas fueron en las épocas de guerra y de postguerra, si por un lado momentáneamente reconstituían y mataban el hambre, a largo plazo eran contraproducentes porque agudizaban el proceso patógeno de la población que las consumía.
Esta situación, que podemos denominar como infranutrición parcial, fue observada durante los años del hambre de la I Guerra Mundial (1914-1918); por ello, y en virtud de todo lo expuesto, no podemos pensar que durante los años que siguieron a nuestra Guerra Civil existieran situaciones diferentes y óptimas en nuestra alimentación.
Las carencias, Las enfermedades que éstas originan y, en definitiva, los estragos de la guerra, quedan patentes y no excluyen ningún grupo social. Todos, en mayor o menor medida, se vieron afectados.
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NOTAS
(1) PARRADO CUESTA, M.ª S.: "La alimentación en la época de la postguerra (1940-1950)". V Encuentro en Castilla y León. Universidad y Etnología. Salamanca, en prensa.
(2) PARRADO CUESTA, M.ª S.: "La alimentación...". Op. cit.
(3) ibídem.
(4) Sustancias xenobióticas son aquéllas sustancias no biológicas.
(5) FUENCARRAL de, J. G.: "La Industria Popular". Ed. Araluce. Barcelona. PARRADO CUESTA, M.ª S.: "La alimentación...". Op. cit.
(6) B.O..E., 17-febrero-I950, págs. 182 y 58.
(7) AYUNTAMIENTO DE VALLAOOLLD: "El estado de salud en la población de Valladolid, 1985". Valladolid, 1985, pág. 72.
(8) LERA,DE ISLA, A. : "Más carne y menos pan". " El Norte de Castilla", el 10 de enero de 1950. Valladolid, 1950. PARRJADO CUESTA, M.ª S.: "la alimentación...". Op. cit.
(9) Acido aminado: Uno de los cuerpos que resultan de la descomposición de los albuminoides, que son sustancias nitrogenadas constituyentes de la materia viva.
(10) Agradecemos a J. V. Salvador de Luna, Biólogo, gran amigo y colaborador recientemente fallecido (1958..1990), la ayuda prestada al facilitarnos los datos obtenidos sobre el grado de toxicidad de las Muelas. A él queremos dedicar este artículo al verse truncada la futura realización de un proyecto conjunto de investigación sobre la alimentación de la postguerra.
(11) MONTERO, R.: "Medio siglo de vida". "El País Semanal", 2 de abril de 1989. Madrid, 1989, págs. 60-70.
(12) (El término micotoxinas deriva del griego Mikos (hongo) y del latín toxicum (tóxico); se aplica a metabolitos de mohos que puede producir acciones adversas en los organismos vivos, especialmente en los animales y en el hombre.
(13) VELA, S. : "Contaminación por Aflatoxinas". Consumo, n.º 65, 1989, págs. 22-24.
(14) FJIGUEROA EGEA, J.: "Incidencia y evolución de las infecciones en un hospital de enfermedades infecciosas... Simposium de Infecciones Hospitalarias. Madrid, 1977, págs. 333-343.
(15) PARRADO CUESTA, M.ª S.: "La alimentación...". Op. cit.
(16) Agradecemos a Francisco J. y Jesús Martín Gil su colaboración al permitirnos utilizar estos borradores que tuvieron la oportunidad de salvar de la destrucción.
(17) El ácido ascórbico, o vitamina C, es una sustancia orgánica indispensable para el funcionamiento normal del organismo y debe estar presente en la alimentación en cantidad suficiente. Su deficiencia origina diversos síntomas, entre ellos el más importante es el escorbuto: encías rojas, hinchadas y sangrantes, hemorragias subcutáneas, hinchazón de las articulaciones y mala cicatrización de las heridas.
(18) CERVERA, P. et al: "Alimentación y dietoterapia". Madrid, 1988, pág. 100; ICAZA, S. y BEHAR, M.: "Nutrición". México, 1982, pág. 53.
(19) BRUNNER, I. S. y SUDDARTH, D.: "Enfermería Práctica". T. III, págs. 128-129.,
(20) La Pleuritis es una inflamación de la pleura. Por lo general es siempre secundaria y sucede asociada a procesos inflamatorios del pulmón. La tuberculosis es causa del 50 % de las pleuritis, aproximadamente.
(21) La hiperclorhidria es un aumento del ácido clorhídrico como consecuencia de una Úlcera péptica de estómago, duodeno o esófago; o bien motivado por el inicio de una gastritis crónica.
(22) Gastritis es la inflamación de la mucosa gástrica.
(23) Ulcus gástrico o úlcera gástrica: aparece invariablemente sobre una zona de gastritis antral y colindante con la mucosa del estómago proximal, que es la encargada de la secreción del ácido.
(24) FARRERAS, P. y ROZMAN, C.: "Medicina Interna". T. I. Barcelona, 1985, págs. 61-70.
(25) La Orquitis es una infección o inflamación de los testículos. Puede ser piógena, viral, por espiroquetas, traumática, etc. La parotiditis es la causa principal de orquitis pura, que no es secundaria a epididimitis (diseminación de la inflamación del epidídimo). También puede surgir como complicación por Enfermedades de Transmisión Sexual (E.T.S.).
(26) La Anexitis es una. Inflamación de los anexos del aparato genital femenino. Entre otros factores puede deberse a traumatismos, frío o complicaciones por Enfermedades de Transmisión Sexual (E.T.S.).
(27) Entendemos por desnutrición la disminución de los alimentos por debajo del mínimo necesario para conservar el equilibrio en los cambios materiales.